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PLUTARCO ELÍAS CALLES

(1924-1928 )
El sistema de readaptación social como meta específica de la pena de prisión comienza
a tomar características claras.
Calles aspiraba a la “regeneración” mediante el trabajo remunerado como estímulo y
la obtención de un fondo para cuando recuperaban su libertad, ya que de otra forma, al
salir de la prisión sin un centavo y, generalmente sin trabajo ni apoyos, lo más lógico era
que tuvieran que reincidir en el delito.
Había entonces la idea de que el ambiente libre de las Islas Marías era el ideal para la
readaptación por el trabajo y que además podía desembarazarse a la administración
pública de la carga presupuestal que la colonia representaba, por lo que se pensó
impulsar las actividades productivas, tanto agrícolas como industriales, sin descuidar
tampoco los aspectos educativos.
Se pensó inclusive que las Islas Marías podría llegar a ser una institución para todos los
reos federales diseminados por todas las prisiones de la República. Se impulso la
creación de talleres, campamentos, etc., para mejorar la situación de los presos en la
colonia penal, pero desafortunadamente poco se avanzó y de las previsiones para la
cárcel federal, la mayoría quedó en buenos deseos, utilizándose principalmente como
destino de presos peligros, viciosos y rebeldes.
PORTES GIL.
(1928-1930)
Entro el vigor el Código de Almaraz, con un criterio de
defensa social que justifica plenamente la intervención
del Estado para defender los intereses de la sociedad
mediante el aislamiento de los elementos que ocasionan
daño o la ponen en peligro, debido a sus características
personales.

Este principio de defensa social generó la necesidad de la


individualización penal y penitenciaria y la adopción de
un sistema de sanciones indeterminadas en cuanto a su
duración, EN ESTA ÉPOCA SE ENVIARON MUJERES
SENTENCIADAS, POR PRIMERA VEZ, A LAS ISLAS
MARÍAS.
PASCUAL ORTIZ RUBIO
(1930-1932)
Se dispuso una revisión total de la legislación penal en vigencia, dando
como resultado la PROMULGACIÓN DE UN NUEVO CÓDIGO
PENAL QUE ENTRÓ EN VIGOR EN 1931 y que se distingue por su
concepto diferente en cuanto al fin de la pena, que ahora se
consideraba justificado por la necesidad de conservar el orden social,
aunque continua con la tendencia readaptatoria.
En esta época se procuraran cambios de importancia en el medio
penitenciario, ampliando las fuentes de trabajo para los internos y la
enseñanza no formal para el aprendizaje práctico de cosas útiles para
el trabajo en libertad.
SE PROMOVIÓ LA POSIBILIDAD DE QUE REOS DEL ORDEN
COMÚN, PROCEDENTES DE LAS ENTIDADES FEDERATIVAS,
FUESEN TRASLADADOS A LAS ISLAS MARÍAS para su tratamiento
y se pensó en la posibilidad de que las familias de los reos que se
trasladasen a la colonia, los acompañaran para su readaptación.
ABELARDO L. RODRÍGEZ
(1932-1934)
Ocurre un incremento de la población penitenciaria y se
carece de ocupación en la mayoría de las cárceles, llegándose
al extremo de tener una población de 3 000 internos en la
penitenciaria del Distrito Federal y sin trabajo para ninguno.
En esta etapa no se había logrado sensibilizar ni siquiera a
los jueces, menos al personal de prisiones, en cuanto a que
LA FINALIDAD DE LA PENA NO ERA LA RETRIBUCIÓN,
SINO QUE SE REQUERÍA UN TRATO HUMANITARIO Y
RACIONAL PARA LOGRAR LOS FINES DE LA
READAPTACIÓN.
Se intenta una nueva organización en las Islas Marías para
impulsar la actividad laboral de los internos y aprovechar los
recursos de la isla, sin perder de vista la readaptación social.
LÁZARO CÁRDENAS
(1934-1940)
En esta época funcionaba además de la penitenciaria, la cárcel del Carmen,
que hacía las veces de prisión para arrestados y en algunos casos de
preventiva, en la cual generalmente se recluían a los “toreros” de pulque, es
decir, expendedores de la bebida sin licencia, las prostitutas callejeras,
raterillos y afeminados, ademas de rijosos y golpeadores de mujeres.
En la penitenciaría, según testimonios, había alrededor de 2 500 internos,
mujeres y hombres procesados y sentenciados, primoincidentes y
habituales, enfermos y sanos, jóvenes y viejos, autores de los más variados
delitos y viviendo en la más absoluta promiscuidad, sin posibilidades de
clasificación alguna y para el colmo de males, sin trabajo más que para una
mínima parte de ellos. Suciedad, abuso e inmundicia eran los términos que
podían aplicarse a esta cárcel. Los internos que pagaban podían pasarla bien
dentro, inclusive salir por las noches y regresar por las mañanas a recluirse
a sus “habitaciones”.
EL DEPARTAMENTO DE PREVENCIÓN SOCIAL ESTABLECIÓ EN EL
INTERIOR DE LA PENITENCIARÍA UNA DELEGACIÓN RESPONSABLE
DE PRACTICAR LOS ESTUDIOS NECESARIOS PARA LA
INDIVIDUALIZACIÓN PENITENCIARIA, promoviendo por primera vez
la concesión de la visita conyugal a los sentenciados.
GUSTAVO DÍAZ ORDAZ
(1964-1970)
Se complementa la reforma al artículo 18 constitucional.
EN ESTA ÉPOCA EMPIEZAN A PRESENTARSE LOS PRIMEROS
ADELANTOS QUE HAN DE FRUCTIFICAR EN LA REFORMA
PENITENCIARIA DE LOS AÑOS SETENTA.
Por ejemplo, Tamaulipas, Tabasco y el Estado de México construyen las
primeras penitenciarías funcionales y se logra el establecimiento de
escuelas, talleres y servicios médicos en varias prisiones.
Se procuró, en este periodo, mejorar las condiciones técnicas y
habitacionales del penal de Islas Marías para fortalecer la readaptación
y en busca de autosuficiencia.
En el Estado de México se logra por primera vez un sólido desarrollo
de actividades penitenciarias en un ORGANIZADO MANEJO DE
POLÍTICA CRIMINAL, que aunada a la construcción de una prisión
con todas las previsiones necesarias para practicar una moderna
readaptación logran dar muestra de la factibilidad de un buen
programa penitenciario.
LUIS ECHEVERRÍA
(1970-1976)
Se expide en febrero de 1971, La Ley de las
Normas Mínimas sobre Readaptación Social de
Sentenciados.
Esta ley fue en cimiento de la Reforma
penitenciaria nacional y propició el desarrollo de
un sistema de coordinación convencional entre
los estados y la Federación, en la búsqueda de “la
regeneración del delincuente por medio de la
educación y del trabajo, a través de un sistema
progresivo que culmine en instituciones abiertas
que faciliten su reincorporación cabal a la
comunidad”, con la esperanza de “trasformar en
pocos años las carceles”.
REFORMA PENAL
DE LOS AÑOS
70`s.
LA REFORMA PENITENCIARIA DE LOS AÑOS
SETENTA GOBIERNO DE LUIS ECHEVERRÍA
GOBIERNO DE LÓPEZ PORTILLO.
GOBIERNO DE LUIS ECHEVERRÍA: La nueva década, con las miras de reforma
jurídica de defensa social, comienza sus cambios con la promulgación de la Ley de
Normas Mínimas.
Esta ley forma parte de un ambicioso programa penitenciario que integraba en sus
planteamientos aspectos en torno al tratamiento de los adultos delincuentes,
modificaciones importantes en cuanto a la justicia de menores, la construcción de
reclusorios tipo por toda la República, la mejor utilización e la mano de obra
penitenciaria.
En este periodo se verifica la segunda reforma del artículo 18 de la Carta Magna para
introducir en ella el aspecto del traslado internacional de sentenciados.
Hubo reformas a los Códigos Penal, Federal de Procedimientos Penales y de
Procedimientos Penales para Distrito y Territorios Federales para darles a estas leyes
el enfoque de la readaptación social, ampliándose, la posibilidad de aplicar otras
medidas que combinadas, dan flexibilidad al sistema penal.
Para 1975 se había logrado sensibilizar a la mayoría de los estados para que
promulgaran sus leyes penitenciarias. Se creó el Instituto de Capacitación del
Personal Penitenciario que funcionó en el Distrito Federal para preparar el personal
que desempeñaría los cargos de custodia en las nuevas instituciones.
Se iniciaron los trabajos para la organización del Instituto Nacional de Ciencias
Penales, que nace bajo los auspicios de la reforma penitenciaria y destinado a cumplir,
entre otros, con la PREPARACIÓN DEL PERSONAL ADECUADO PARA EL
TRABAJO READAPTARIO PENITENCIARIO.
El penal de LAS ISLAS MARÍAS NO ESCAPA A LOS VIENTOS REFORMISTAS Y EL
PRESIDENTE MANIFIESTA SU DECISIÓN DE HACER MÁS DIGNA Y HUMANA la
vida de los colonos, por lo que se decide darle a la actividad laboral un fuerte
impulso, estimulando la siembra y beneficio del henequén, el complejo agropecuario,
la actividad pesquera y algunas actividades del sector de la construcción, así como
también el apiario, el cultivo de legumbres y frutales.
Se realizaron nuevas edificaciones, especialmente diseñadas para reclusorios, con un
ambiente arquitectónico adecuado a las metas del sistema progresivo técnico,
proponiendo un modelo ajustable que pudiera servir del base para todas las
construcciones de este tipo en el territorio nacional. La mayoría de los edificios
construidos en esta época adoptaron la distribución de internos en celdas trinarias,
por razones de terapia y de economía, suprimiéndose las celdas de distinción y las de
castigo.
En el Distrito Federal se desarrollo un programa de construcción para intentar
resolver el problema del hacinamiento y corrupción existente en la cárcel de
Lecumberri, con este fin se planeó construir cuatro reclusorios preventivos, uno
correspondiente a cada punto cardinal de la ciudad, para abandonar para siempre
Lecumberri. De este ambicioso proyecto, sólo se pudieron edificar tres, el Norte, el
Oriente y el Sur, puestos en marcha en ese orden.
De los mayores logros del programa de reclusorios, fue la construcción del
Hospital de Reclusorios, con todas las medidas modernas para concentrar
en Tetepan a los internos que requirieran tratamiento médico, edificándose
en esos mismos terrenos, un área para delincuentes enfermos mentales que
requirieran ser institucionalizados.
El edificio se considero “poco productivo” y los enfermos mentales
volvieron a la cárcel, contra las previsiones de la ley, atendiéndose a los
internos enfermos en las áreas médicas de las instituciones con la
complicaciones que implica.
El hospital fue abandonado al cuidado de los custodios y víctima del saqueo,
echando por la borda los avances que con el retraso de cien años y una
fuerte inversión estatal se había logrado. La construcción del Centro Femenil
de Readaptación Social en Santa Martha, fue convertida en bodegas y talleres
mecánicos y las mujeres fueron trasladadas al edificio del hospital, con todos
los inconvenientes imaginables por las diferentes finalidades de las
construcciones.
La Dirección de Prevención y Readaptación Social se encarga de orientar
subsidios federales para que los estados puedan ayudarse para la edificación
de los nuevos reclusorios y proporciona la orientación técnica para los
proyectos, incluyendo los de tratamiento de menores.
GOBIERNO DE LÓPEZ PORTILLO
Se procede a la clausura del edificio de la cárcel
preventiva de la ciudad de México
(Lecumberri), lugar en donde actualmente se
encuentra el Archivo General de la Nación.
En la provincia se construyen algunas
instituciones de importancia, como la de Jalisco,
las de puebla, Mérida, Ciudad Juárez y Mazatlán.
EL FIN DEL SIGLO XX
La década de los ochenta tiene para el penitenciarismo un triste
sino. Pocos avances y muchos retrocesos.
La violencia se enseñorea en la cárceles. Vemos que todos los
instrumentos no producen los frutos deseados por las dificultades
que enfrenta la realidad interna y externa de la cárcel, en especial el
aislamiento de la prisión, que impide el desarrollo normal del
hombre para acostumbrarse a una nueva vida en libertad.
Las reformas de 1983 al Código Penal, constituyen un avance para
las opciones otorgadas al juez, que antes no podía utilizar las
medidas de tratamiento en sustitución de la prisión.
Se plantea una eficaz labor de apoyo económico para la
construcción de áreas de alta seguridad dentro de los reclusorios,
que durante el decenio de los noventa enfrentan una de las más
graves crisis.
Los problemas de sobrepoblación se han visto recrudecidos. La
población está mal distribuida entre las 444 instituciones existentes,
ya que hay cárceles con un 211% de sobrecupo y otras cuya
capacidad está en un 7% arriba de su población, aunque la seguridad,
la sobrepoblación y la corrupción son los problemas mayores que
aquejan al sistema penitenciario mexicano.

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