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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL AMOR...

El amor es decisivo en la vida de las personas, es el elemento fundamental para conseguir la felicidad; la
meta más deseada. Este es un tema imprescindible para lograr lo que buscamos: la felicidad plenamente
humana.
Antes de optar por algo o alguna cosa hay que conocerla en cierto grado de profundidad, y más si es
algo que va a ser para toda la vida, porque realmente nos interesa. Por eso la primera gran pregunta podría
formularse en estos términos: ¿de que hablamos cuando decimos amor?

1. El amor es sentimiento y actitud


El amor es un impulso presente en la naturaleza humana. Pero este impulso no es un instinto, puede ser
seguido o no, y, en consecuencia, entran también en juego la libertad y la voluntad humanas.
El amor es un sentimiento: es una sensación interior que se provoca en mi por la presencia o actuación de
una persona.
El amor es una actitud: es mi reacción voluntaria ante esa sensación.
La sensación no depende de mí, yo no la puedo controlar; en cambio, a la actitud, sí. Hablando del amor
humano, ante la sensación positiva que provoca en mí una persona, yo no puedo reaccionar en amor
(entregándome) o en egoísmo (poseyéndola).
La felicidad va unida a las actitudes, puesto que ella misma es una actitud del corazón ante la vida y sus
problemas. La felicidad surge de dentro, no viene de fuera. Si ante impulsos externos, dolorosos o negativos,
yo sé guardar una actitud positiva, seré feliz. Y al contrario, una persona puede tener un ambiente y unos
estímulos positivos, y no ser feliz, porque su actitud es negativa.
El amor comienza como sensación, es el enamoramiento, pero no es propiamente el amor, El primer
peldaño del amor es cuando pasa de sensación a actitud, de la que yo si soy ya responsable.
La vida te puede dar sentimientos agradables o desagradables. La actitud de amor produce dentro un
sentimiento de gozo siempre: es la única forma que tenemos de engendrar en nosotros sentimientos positivos.
La persona que ama, empieza a ser feliz.

2. El amor es un proceso.
Vamos a entrar más con profundidad en este tema. Y vamos a ahondar en el fenómeno del enamoramiento y en
el amor de pareja como ejemplo. En este ejemplo van apareciendo varias formas de amor:
a). La primera, es la del enamoramiento, que es una atracción, cariño o agrado que alguien provoca en mí. Es
una sensación, un sentimiento. Una frase que puede representar este momento puede ser: “te quiero porque te
necesito”. Esto es aún un amor infantil.

b). La segunda es la respuesta personal al sentimiento. Tiene dos momentos:


En el primero, la actitud del corazón se sitúa ante la otra persona para “decirle”: “Me importa más tu
felicidad que la mía. Estoy dispuesto a todo con tal de que seas feliz”. La frase de este momento sería: “Te
necesito porque te quiero”.
En el segundo momento se responde al sentimiento con la preparación de un proyecto común, que se
inicia con la coincidencia vital. La pareja se pregunta si tiene los mismos valores de vida, ideas semejantes,
vivencias espirituales y religiosas parecidas. Si comparten un mismo plan de vida sobre la familia, los hijos, su
educación, el uso del dinero, el nivel de vida, si hay pensamientos compatibles. Todo esto hay que considerar
en la etapa del noviazgo y comprobar que tu pareja te ama a ti como tú a ella.

c). La tercera etapa es la de comprometerse a vivir todo eso en la pareja, ayudarse a crecer, a que el amor no
decaiga nunca, a lucharlo y a pelearlo, conquistándose y seduciéndose cada día. La boda o el compromiso es el
final de la etapa de noviazgo pero nada más; el amor sigue siendo un camino que hay que recorrer cada día.
Este paso implica renuncia a parte de la propia independencia, asumir obligaciones y responsabilidades.
LOS CAMINOS Y ACTITUDES DEL AMOR
1. Amar es regalar, no echar cuentas
El egoísta calcula cuánto le van a devolver por lo que da. Es ir a cualquier sitio a ver si
sucede lo que yo esperaba. Suele suceder que, al echar cuentas, la vida no da menos de lo que
esperábamos.
El amor hace mirar la vida como un regalo. Cuando alguien esta en esta postura del
corazón, de dar su vida a la otra persona, todo lo que la vida te dé parecerá una maravilla. El
amor no es tan frecuente como parece. El egoísmo se disfraza muchas veces de amor. Poner
condiciones para amar no es amar. El poner condiciones al amor, el chantajear, lo destruye,
porque encierra algún interés personal, más o menos evidente. Y el amor es gratuito, no pone
condiciones antes o después de ser regalado.

2. En el amor el centro es la Vida, no Yo.


La actitud clave para el amor no es sentirte protagonista de la propia vida. Que para ti tu
vida no sea lo más importante, ni tu amor, ni tu realización personal; que el protagonista de tu
vida se el Amor, la Felicidad. Y poner tu vida al servicio de la vida; tu amor al servicio del
Amor. Esto es estar bien situado en la vida, estar centrado. Es el Amor quien ama a través de
tu amor.

3. El que ama siempre está disponible, pero no roba el protagonismo al otro.


Debemos darnos cuenta que el amor no consiste en estar todo el día pendiente de los demás,
como si yo tuviera que ser el protagonista de la vida de los demás, como si yo tuviera que
actuar siempre, proteger, aconsejar.
Es estar disponible pero desde el protagonista del otro. Que el otro sea quien marca lo
que hay que hacer e, incluso, que cuando actúe sólo haga lo que el otro necesite, no lo que a mí
me parece que necesitaría.
El que ama tiene el corazón pobre, es decir, no de protagonista, mantiene la capacidad de
admiración, le sale espontáneamente el ver el lado bueno de las cosas, el lado positivo de las
gente y todo le parece interesante. En cambio, el corazón rico es incapaz de amar y dejarse
amar, porque desea ser protagonista en todo y todo lo juzga.

4. El que ama crece y deja crecer, no se estanca.


El amor necesita personas que no se estanquen, que estén en continuo afán de cambio y
crecimiento. Nada se nos da hecho y el que es egoísta de pequeño no será generoso de mayor si
no hace algo ya desde ahora para corregirse.
Una de las cualidades más necesarias para el amor es la sensibilidad. Es esa cualidad que
te da antenas para entender lo que está pasando a tu alrededor, para ver la vida, para captar los
pequeños detalles.

5. El que ama es universal, no selectivo.


Lo que produce la felicidad es la actitud, el amor, lo que tú das a la Vida, no lo que te
devuelve algo después. El hecho de amar produce una sensación que es lo que te da felicidad.
Y el amar es universal, no puede existir un amor seleccionador: a este lo amo a este no. Porque
el amor es una actitud interna que no cambia tan fácilmente ante el objeto del amor. Cuando el
“amor” es selectivo, hay que sospechar que no es realmente amor, sino búsqueda de mí mismo.
Porque en el amor el protagonista no soy yo, sino el otro.
Amar no es igual que “caerte bien”, lo ideal es ir agrandando tanto el propio corazón que
un día seas capaz de amar incluso a quien te cae mal.

6. El que ama acepta la adversidad, pero no está rabiando continuamente.


Los problemas son inevitables y están ahí para todos. Lo que nos diferencia a unos de otros
es la forma de afrontarlos. El que ama supera mejor los problemas porque le preocupa más lo
que les pase a otros que a sí mismo. Es como la madre que ve sufrir al hijo, no le duele lo que
ella tenga que sufrir por ocuparse del hijo, sino lo que sufre el hijo. Pero si esa madre no tiene
amor, estará rabiando todo el día porque está atada y no puede hacer lo que desea.

7. El que ama deja libertad no es posesivo.


En el amor es importante la libertad interior, la autonomía personal de la persona que ama.
El que ama no puede compartir, convivir y entregarse si no está firma en sí mismo. Sería un
error inmenso y muy peligroso creer que tu soledad va a desparecer cuando tengas pareja.
El amor no es posesivo, sabe dar libertad, y crece en libertad; también en la pareja. En la
pareja no debería ser obligatorio vivir los dos siempre las mismas experiencias, tener los mismo
amigos. Lo importante es compartir comentar las diversas experiencias vividas. El amor
libera, tolera, respeta, potencia, hace crecer, deja y hace más libre al otro; venciendo la
tentación de los celos. Y esto es aplicable a la pareja y al amor de los padres por los hijos.

8. El amor es humilde, no congenia con la soberbia, el orgullo y la vanidad.


La soberbia es el origen de casi todos los defectos del hombre, del mismo modo que la
humildad, la sencillez, es fundamento de casi todas sus cualidades o valores. Podemos definir
la soberbia como la pasión desenfrenada por el valor de uno mismo; un amor desenfrenado que
se acompaña de una visión enferma del yo, fuente de muchos males de la conducta. Es una
actitud que consiste en la propia adoración, en la idolatría personal.
Lo contrario es la humildad, característica del hombre que reconoce sus defectos y es
capaz de someter su razón, su voluntad y sus preferencias en bien de los demás; se interesa por
los problemas y circunstancias ajenas.
Si la vida es la gran maestra, el amor es la mejor enseñanza. Pero debemos estar atentos
para lograr el amor con esmero y aplicación. Debemos impedir que la rutina convierta al amor
rancio. Son los detalles diarios los que proporcionan grandes victorias a las personas recias,
sólidas, compactas, que conocen el gran valor de lo pequeño y lo insignificante.

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