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Existen diferencias considerables entre las numerosas formas de trabajo realizadas por
niños. Algunas son difíciles y exigentes, otras, más peligrosas e incluso reprobables
desde el punto de vista ético. En el marco de su trabajo, los niños realizan una gama
muy amplia de tareas y actividades.
No todas las tareas realizadas por los niños deben clasificarse como trabajo infantil que
se ha de eliminar. Por lo general, la participación de los niños o los adolescentes en
trabajos que no atentan contra su salud y su desarrollo personal ni interfieren con su
escolarización se considera positiva. Entre otras actividades, cabe citar la ayuda que
prestan a sus padres en el hogar, la colaboración en un negocio familiar o las tareas
que realizan fuera del horario escolar o durante las vacaciones para ganar dinero de
bolsillo. Este tipo de actividades son provechosas para el desarrollo de los pequeños y
el bienestar de la familia; les proporcionan calificaciones y experiencia, y les ayuda a
prepararse para ser miembros productivos de la sociedad en la edad adulta.
El término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su
niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y
psicológico.
El niño también padece las consecuencias a nivel social ya que los niños dejan su
tiempo de jugar sus juguetes para cambiarlas por tiempos de trabajo e instrumentos
de ello, dejando actividades propias de su edad. También dejan sus estudios para
convertirse en un adulto que no tiene la preparación necesaria para desenvolverse
en esta sociedad globalizada.
Otra consecuencia mas es la escolar en las que los niños dejan su tiempo de jugar
sus juguetes para cambiarlas por tiempos de trabajo e instrumentos de ello, dejando
actividades propias de su edad. También dejan sus estudios para convertirse en un
adulto que no tiene la preparación necesaria para desenvolverse en esta sociedad
globalizada.
OPINIONES
Sobre la problemática del trabajo infantil, sus consecuencias en la educación y salud
de los niños, niñas y adolescentes, opinan: Alejandro Cussiánovich, educador y
catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; María Olave,
representante del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT); y Mario Coronado, director de
Fundación Telefónica.
“Un millón 650 mil niños y adolescentes que trabajan, como dicen las cifras oficiales,
son únicamente los chicos de 14 a 17 años que trabajan, pero en total son como 4
millones. Hay toda una realidad que no nos puede ocultar una estadística. Ni
siquiera a nivel internacional se tiene realmente un conocimiento preciso del
volumen que representa este fenómeno social del trabajo infantil. No es verdad que
los chicos que trabajan no estudian, eso es muy relativo, está demostrado que el
trabajo no es el principal factor para no ir a la escuela. No se trata de a partir de qué
edad deben trabajar, sino a partir de qué cultura. En la sierra o la amazonía, ¿qué
niño o qué niña no trabaja? Hablo del mundo rural. En ese caso, el trabajo no es
sinónimo de explotación o maltrato, es parte del proceso de socialización. Es muy
relativo poner un criterio estrictamente cronológico de a partir de qué edad se puede
trabajar. Este es un tema polémico, que reposa sobre una especie de delito común
de compasión por el niño que trabaja. Me parece lamentable que la ministra de la
Mujer, Ana Jara, haya expresado que cuanto antes hay que liberarse de esta ´lacra´,
al referirse a los niños que trabajan. ¿Lacra? Decir eso es contrario a las normas y
al espíritu de la Convención sobre los Derechos del Niño. No podemos usar un
lenguaje lleno de negatividad en relación a niños que son de carne y hueso”.
“El Día Mundial contra el Trabajo Infantil fue instalado por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), el año 2002 para mantener activo el compromiso y
la movilización del mundo en la necesidad de proteger a los niños y niñas de formas
de trabajo infantil que atenten contra sus derechos fundamentales, como el derecho
a la educación, a la salud y a desarrollarse como personas. Cada año este día se
dedica a un tema específico, en función a las tendencias de esta problemática. Este
año se dedicó al trabajo infantil doméstico, porque la OIT, en el año 2011, adoptó
un nuevo convenio sobre trabajo doméstico para personas adultas. Este tipo de
trabajo, especialmente para las mujeres, es menospreciado, estigmatizado,
discriminado, y con muy baja protección de derechos laborales.
“Uno de cada cuatro niños en nuestro país trabaja. Comparado con la estadística
latinoamericana, que es hoy día de un niño que trabaja de cada diez, nos muestra
una brecha importante. Afortunadamente, hoy se ve una apertura en los medios de
comunicación para tratar el tema del trabajo infantil y hacer una difusión más amplia
de esta problemática, que va acompañada de la preocupación que todos tenemos
por la calidad de la educación, la permanencia de los chicos en las escuelas, pero,
sobre todo, el impacto que tiene la deserción escolar en la vida de estos estudiantes
que ven comprometido su proyecto futuro de vida con pérdida de años de escuela.
En esas circunstancias, privar al hogar del dinero que aporta el niño puede ser una
gran injusticia, en especial porque el Estado ha fallado en ofrecerles a esas familias
la protección que requieren, y además los deja sin la única fuente de ingresos que
tienen.
Al menos en nuestra región ya los niños salieron de los socavones de las minas de
carbón, y ese es un logro del que debemos sentir satisfacción, pero aún hay niños,
como ya se dijo, dedicados a labores de cargue y descargue, tareas que son
adecuadas para adultos bien desarrollados, no para niños que todavía están en
formación y pueden sufrir lesiones insuperables.
Bn