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Crisis campesina
Características
El periodo que va de 1970 a 1973 se caracteriza por una
agudización acelerada de los conflictos rurales, acuciados
por la crisis agraria y exacerbados por la represión. La
creciente movilización campesina se desarrolla en todos
los frentes; principalmente el de la lucha por la tierra y el
del combate por los precios, pues durante los tres primeros
años de la década el echeverrismo no define opciones
políticas, ni en lo referente a la tenencia de la tierra ni en
lo tocante a la producción, y recurre sistemáticamente a
la violencia ante las demandas campesinas. En esta etapa
el movimiento es básicamente espontáneo, pues la indefinición
del Estado desarma a las centrales oficialistas, que
pierden su ya escasa credibilidad, y por el momento aún
no surgen opciones organizativas independientes.
• De 1973 a 1976 la crisis agraria se mantiene y el movimiento
campesino sigue extendiéndose, pero su generalización
se ve ahora alentada por una posición oficial más
flexible que ofrece soluciones negociadas. La política de
precios y los apoyos al sector ejidal atenúan ligeramente
las tensiones en el terreno de la producción, pero en
el frente de lucha por la tierra la apertura agrarista, lejos
de disminuir la presión, propicia la generalización de
los combates por la tenencia, y la demanda territorial
se transforma en el frente más dinámico y generalizado
del movimiento campesino. El impulso al reparto agrario
favorece a las organizaciones oficialistas, que incluso logran
una efímera coordinación con el Pacto de Ocampo,
pero también recupera su dinamismo la CCI de Danzós
–transformada posteriormente en CIOAC– y se constituyen
numerosas organizaciones independientes.
• De 1977 hasta el fin de la década, el cambio del régimen
conlleva un drástico viraje anticampesino, los espacios de
negociación se cierran y la secuela represiva frena el hasta
entonces impetuoso ascenso de la lucha rural. En lo referente
a la tenencia de la tierra, el nuevo gobierno es in189
transigente y, si bien no logra desmantelar este frente de
lucha, sí lo bloquea. Con esto queda sin sustento el Pacto
de Ocampo y las organizaciones oficialistas, de nuevo debilitadas,
se dispersan; pero también las organizaciones
independientes se ven obligadas a replegarse y en este proceso
algunos núcleos regionales se desintegran. Sin embargo,
la mayoría logra combinar el repliegue táctico con un
avance político al constituir un amplio frente: la Coordinadora
Nacional Plan de Ayala (CNPA). Pero no en todas las
vertientes del movimiento hay repliegue; mientras la lucha
por la tierra es frenada, el combate por la producción se generaliza.
Ante una crisis agrícola persistente y una política
oficial productivista, surgen organizaciones independientes
de pequeños productores que logran consolidarse sin endurecerse
políticamente, en la medida en que su relación con
el Estado es conflictiva, pero menos antagónica que la de
quienes demandan la tierra.