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Julio 2016
I .- LA PALABRA «EVANGELIO» Y SU CONTENIDO
EVANGELIO DE MARCOS
LA COMUNIDAD DE MARCOS
Un «evangelio galileo»
El evangelio de Marcos pudo ser escrito en Roma alrededor del 70, si es que no lo fue
para la comunidad romana. Establece una relación consciente con el ministerio de Jesús,
iniciado en Galilea, e incorpora numerosas tradiciones galileas. En todo caso, surge de
una comunidad en que la misión a los paganos es una opción preferencial.
TEOLOGÍA DE MARCOS
A diferencia de los otros sinópticos, Marcos presenta su obra como un «evangelio»; Mateo
escribe el libro del origen de Jesucristo, Lucas un relato ordenado. El vocablo, ausente en
Lucas, se encuentra 7 veces en Marcos, frente a sólo 4 en Mateo. Aun cuando el carácter
redaccional de algunos de los 7 versículos sea discutible, la utilización del término delata
la intervención de Marcos.
Su misión es proclamar el evangelio de Dios, es decir, el cumplimiento de los tiempos y
la inminencia del reino de Dios, e incitar, así, a la conversión y a la fe. Marcos se remonta
al comienzo de la predicación del evangelio o al principio que la funda.
«Comienzo del evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios». (Me 1,1). El título de la obra
constituye el punto de arranque de toda reflexión sobre Jesús.
Revelación y secreto
J. RADERMAKERS
EVANGELIO DE MATEO
Mateo recurre con mucha frecuencia al tesoro de la Escritura y del judaísmo de su tiempo.
Se han contado en su evangelio 43 citas del Antiguo Testamento. Habría que añadir, por
lo menos, 89 pasajes que derivan directamente de la Biblia, sin contar las numerosas
alusiones discernidas en el texto. Con este proceder, el evangelista se inscribe en la
tradición de los rabinos, quienes, mediante una lectura asidua de los textos sagrados, se
impregnaban de la palabra de Dios hasta convertirla en clave para entender la acción de
Dios en el mundo.
El primer evangelio desarrolla una teología de la historia: Dios hace historia con el
hombre de una manera única y decisiva en Jesús, Cristo e Hijo de Dios. Al realizar Jesús
la alianza con su total sumisión a la voluntad del Padre, abre el futuro de la Iglesia y del
mundo al cumplimiento de las antiguas promesas y transforma el presente de los hombres
en esperanza para siempre.
La obra de Mateo sigue apareciendo, todavía hoy, como el «evangelio eclesial». No sólo
por ser el único que habla de la «Iglesia» (16,18 y 18,17), sino, sobre todo, porque su
composición literaria y su pensamiento teológico están modelados por esa realidad viva
del reino de los cielos que se acerca a los hombres. La teología de Mateo está
profundamente enraizada en lo humano: si Jesús da cumplimiento a las promesas
históricas del Dios de Israel, colma también las esperanzas enclavadas en el corazón de
su criatura, humanidad y cosmos.
FRANCOIS BOVON
Lucas divide su obra en dos tomos, el Evangelio y los Hechos; así distingue más
claramente el tiempo de Jesús y el de los comienzos de la Iglesia.
Lucas es el más griego de los autores del Nuevo Testamento. Maneja con cierta elegancia
la lengua común hablada entonces; tiene la preocupación de hacerse comprender por unos
oyentes que no están muy al corriente de las tradiciones judías; el lector occidental
moderno encuentra fácil su lectura.
El evangelio de Lucas y el libro de los Hechos de los Apóstoles han sido escritos por el
mismo autor. A diferencia de los otros evangelistas, este autor se expresa personalmente
en el prólogo («me ha parecido bien...») y, bajo un «nosotros», en el libro de los Hechos
(Hch. 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28,16). Sin embargo, guarda el anonimato, a
diferencia de Pablo en sus cartas o de Juan en el Apocalipsis. Sólo se menciona el
destinatario de la obra, un tal Teófilo, a quien va dedicada.
Entre las reglas que los historiadores antiguos respetaban, hay una que nos interesa aquí:
conviene, decían, distribuir los materiales de acuerdo con un orden que distinga los
acontecimientos, pero asegurando su continuidad por sus interrelaciones. El final del
evangelio y el comienzo de los Hechos manifiestan el respeto de Lucas por esta regla.
Aunque se impone un corte entre la vida de Jesús y la suerte de su comunidad, se debe
establecer igualmente una concatenación entre ellas. El comienzo del libro de los Hechos
empalma así con el final de Lc 24, como los últimos versículos del evangelio orientaban
la atención hacia la misión cristiana.
Lucas es el único evangelista que formula su proyecto literario. El prólogo que redacta al
efecto (Lc 1,1-4) señala el esfuerzo de sus predecesores («muchos han emprendido la
tarea de componer un relato...», Lc 1,1) y, con ello, las fuentes que utiliza; indica el tema
de la obra («los hechos que se han verificado entre nosotros») y el modo de trabajar del
autor. Después de una investigación exhaustiva y meticulosa redacta una obra bien
estructurada («por eso yo también, después de investigarlo todo cuidadosamente, desde
los orígenes, he resuelto escribírtelo por su orden», Lc 1,3). La obra, dedicada a Teófilo,
va destinada a un público amplio (Lc 1,4).
TEOLOGÍA DE LUCAS
EL AUTOR