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MODERNIDAD
Camilo Perdomo
Profesor de la ULA -Trujillo
Candidato a Doctor en Ciencias Sociales
La sociedad actual, paso a paso, acto a acto, hecho a hecho, historia con
acontecimiento, cotidianidad tras cotidianidad, grandeza a grandeza y miseria a miseria
ha venido cumpliendo e incumpliendo sus códigos y estatutos y ha logrado legitimarse
con alguna que otra oposición sin mayor trascendencia y contundencia significativa para
afectar la dominación.
Sin pretensiones de una última explicación, pues es una limitación propia de este
trabajo; pero sí, con la firme intención de hurgar un poco sobre lo que es el hilo
conductor de toda la diversidad de este espacio social: la reproducción y su lógica; por
supuesto que no escapa a esta auscultación lo que se consideró en un tiempo oposición:
el socialismo existente. Decimos entonces y desde ahora que a tal reproducción no le
resulta cuerpo extraño la llamada lucha por el socialismo; ahí están a la vista sus
efectos.
La reproducción capta todo, digiere oposiciones, así por ejemplo, algo tan
individual y aparentemente autónomo como el reino de los sentidos va perdiendo
incluso por acción de la lógica reproductora su naturaleza sensible, para pasar a ser el
reino del objeto, en tanto éste se equipara a los dioses. Ello explica en parte que cuando
un discurso se despliega no lo hace en acuerdo a su neutralidad sino en arreglo a la
operatividad de la lógica de la reproducción.
Así tenemos que si un discurso académico o científico quiere imponerse, nada
mejor que presentarlo con el calificativo de objetivo, objetividad y realidad concreta; de
esa forma comienza el prestigio.
Todo el entorno recibe el calificativo de objeto, inclúyase aquí los cadáveres con
trajes, corbata, sombrero, maletín, carpeta, automóvil, gente que simula vida y
sentimiento.
La cultura del objeto, vida que se hace muerte, necrofilia que se consume
cotidianamente caracteriza ese ambiente. La muerte pierde su motivo de convocatoria
poética para convertirse en eso que le da vida al objeto: la razón instrumental.
El objeto en tanto signo definitorio de lo real, ocupa un lugar central en el habla,
tanto del funcionario como del militante que pregona quebrar la lógica dominante,
ambos seres se baten en cualquier escenario y contra cualquier adversario por defender
el objeto: por ser objetivos.
El objeto es lo que le da elixir a la vida; incluso, en la lucha religiosa por mantener
oculto a Dios se corre el riesgo de objetivar toda deidad, algo así como Dios vivirá hasta
que el hombre lo capte en tanto objeto y así su divinidad se objetiviza.
La razón "ilustrada", en tanto una manera de pensar del siglo XVIII, es
considerada la vía legítima y consistente para vencer sombras, ritos y creencias
oscurantistas, pero eclipsándose para dar paso a la razón triunfante del objeto, de aquí el
cómo deviene instrumental-burocrática en el pensamiento dominante.
Quizás sea por esto último que todo proyecto de investigación en los centros
académicos comienza por la pregunta casi ritual: ¿cuál es el objeto de su proyecto?,
¿Con qué objeto va a trabajar?
Sujeto y objeto se reconcilian pero a favor del objeto, ser objeto, comportarse
como un objeto, pensar como objeto, razonar como objeto y ocupar el lugar del objeto,
es la columna vertebral de los nuevos residuos ideológicos de ese espacio social que
tiene como signo distintivo la lógica del capital.
El humanismo deviene objeto, se practica y predica como objeto, si es útil, pues
siendo la mercancía el móvil existencial, el contenido del objeto tiene un valor de
circulante y un significado estrechamente vinculado a los proyectos sociales
reproductores de la modernidad.
Por ejemplo, cuando en la televisión aparece la imagen de un automóvil que
"dialoga" con el hombre y las "masas" no lo ven con asombro, significa que la idiotez y
la necedad se han objetivizado; es decir, que el milagro científico-tecnológico
objetivizado se ha realizado. Aquí es precisamente donde cobra sentido una teoría
crítica radical que confronte el reino del sin sentido de la ideología del objeto.
El nuevo Dios es la mercancía en el templo del consumo cotidiano con la lógica
del objeto y donde precisamente el sujeto pierde toda protesta, todo su imaginario, ello
porque pareciera que la imaginación subjetivizada al máximo tiene su eclipse y sus
crisis de largo aliento tanto como la razón iluminista o ilustrada.
Practicar la positivización de y en el objeto, se convierte en la característica
principal de la razón instrumental en su despliegue como lógica dominante; aquí radica,
a nuestro entender, una astucia exitosa como tal manera de interrogar lo real.
La negatividad como otra manera de percibir lo real y reivindicando al sujeto es
un método crítico que da otra visión, otra alternativa, es la negatividad haciéndose
crítica ante la positivización de lo real, poniendo de manifiesto las mediaciones reales
de la práctica dominante; la astucia de la razón ilustrada es una de esas mediaciones, la
"objetividad" de la teoría científico-técnica es otra.
Averiguar de qué materia prima está hecho el nudo o los nudos del tejido social
donde opera la lógica dominante, es un objetivo primordial para la teoría crítica radical
y donde la dialéctica negativa es un estatuto vital. Veamos:
"El concepto moderno de razón comprendió a ésta como indiferencia. Dos componentes
se reconciliaban en él: la primera, pensamiento subjetivo reducido a la pura forma y
por tanto objetivado potencial mente arrancado del yo; la segunda, la validez de las
formas lógicas, que se había extrañado de su propia constitución a pesar de seguir
siendo incomprensible sin el pensamiento sujetivo" 1.
6 G. Deleuza en Michel Focault. Un Diálogo sobre el poder. Alianza Editorial. Madrid, 1988. P