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Física, biológica y cultural son rótulos para tres clases cualitativamente diferentes y
científicamente importantes de formas de realidad.
Los hechos ocurridos en el nivel biológico pueden ser tratados en términos de fenómenos
inanimados; una planta o un animal es tal cantidad de carbono, nitrógeno, hidrógeno, etc;
tienen peso, caen, pueden congelarse. Del mismo modo, un hecho cultural puede tratarse
en términos de sus gestos, vocales y manuales, y estos a su vez pueden ser tratados en
términos de sus propiedades acústicas, mecánicas, físicas y químicas.
Pero el hecho de que los fenómenos de una categoría puedan ser reducidos a la categoría
que les siguen para abajo no destruye las categorías mismas ni significa un desmedro para
su distintividad: una organización de hechos no puede comprenderse bien si no se la
interpreta en el nivel de su organización. Los sistemas culturales están compuestos por
hechos psicofísicos, pero no podemos entender una cosa con solo saber que comprender
reacciones neuro-sensorio-musculares y que estas se hallan compuestas a su vez por
partículas y procesos atómicos y moleculares. Cada orden de hechos, cada clase de
sistemas, debe comprenderse en su propio nivel.
Por tanto, observamos que tenemos tres niveles cualitativamente distintos de fenómenos:
el cultural, que se caracteriza por el símbolo; el biológico, caracterizado por la célula; y
el físico, caracterizado por los átomos o cualquier unidad a la que se dedique el físico.
Todos los símbolos deben tener una forma física, de lo contrario no podrían penetrar en
nuestra experiencia. Pero el significado de un símbolo no puede ser descubierto con el
mero examen sensorial de su forma física. El significado de un símbolo puede ser captado
solamente por medios no sensoriales, simbólicos.
Pero una cosa que en un contexto es un símbolo, en otro es un signo. Una palabra es un
símbolo únicamente cuando se sabe la distinción entre su significado y su forma física.
Toda cultura depende del símbolo. Fue el ejercicio de la facultad de usar símbolos lo que
puso en existencia a la cultura, y el uso de los símbolos es lo que hace posible la
perpetuación de la cultura. Si el símbolo no habría cultura y el hombre sería un animal,
no un ser humano. El lenguaje articulado es la forma más importante de expresión
simbólica. En ausencia del lenguaje articulado no habría ninguna organización social
humana. Sin alguna forma de comunicación simbólica no tendríamos cultura. Sin
embargo, a pesar de toda su cultura, el hombre sigue siendo un animal y lucha por lograr
los mismos fines hacia los cuales se esfuerza por llegar toda criatura viviente: la
conservación del individuo y la perpetuación de la especie. Pero en el hombre hay una
diferencia, no en los fines, sino en los medios. Los medios del hombre son medios
culturales: la cultura es el modo de vivir del animal humano.