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Universidad Central de Venezuela

Psicología evolutiva

Sara Jaspe

Seminario I

Para 1989 es aprobada la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, reuniendo
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que se debe adjudicar a todos
los niños. Después de esto y ya para el año 2000 en Venezuela, se crea la Ley Orgánica
para la Protección del Niño y el Adolescente que hace énfasis en concebir al niño y a la
niña como sujetos de derecho y no como objetos.

Si nos remitimos a la lectura de un Autor como Ferran Casas podemos encontrar que la
historia conceptual del término infancia es sumamente amplia; las representaciones sociales
se transforman con el transcurrir del tiempo, y la infancia como concepto y representación
no es la excepción.

El autor al hacer referencia a “Aquello que la gente dice o considera que es la infancia” es
en alusión a la imagen colectivamente compartida que tiene una población determinada
sobre este concepto, que históricamente va evolucionando y que como realidad social se
constituye de saberes cotidianos sometidos al cambio y que genera procesos que limitan la
experiencia de los sujetos.

Ante la palabra-estimulo infancia los ciudadanos de un territorio dado o los miembros de


determinado grupos sociales o culturales desarrollan automáticamente una serie de
asociaciones de ideas que configuran un conjunto de conocimientos lógicos, compartidos
por la mayoría de miembros de esa comunidad
Casas, 1998, 25
La lectura señala que el concepto moderno de infancia se remonta a la Revolución
Industrial y que la etimología de la palabra remite más bien a un concepto negativo de
infancia que niega el uso de razón, el discernimiento y la competencia o madurez. Esto
sucede porque efectivamente las representaciones sociales sobre la infancia son elementos
del contexto psicosocial (no escindido del espacio ni del tiempo) de la sociedad donde
crecen, se relacionan e interactúan los niños y las niñas.

A lo largo del tiempo los adultos han sido quienes han cargado de prejuicios, percepciones
y atribuciones a los niños, y a menudo estas ideas estereotipadas no se ajustan a la realidad.
Estas predisposiciones que todo grupo de adultos tiene sobre los niños influye en el
comportamiento, las aspiraciones colectivas y lo que se es de esperar en el presente y el
futuro de los niños.
Para el autor lo ideal sería construir una epistemología de la infancia que dejara de dar por
sentado la opacidad que rodea al uso y la acción cotidiana de los términos que se han dado
por sentado dentro de una sociedad. Propone la psicología social para reconstruir la infancia
y los espacios de las relaciones intrafamiliares, las interacciones generales de la población
con la infancia y las imágenes privilegiadas y las pautas de relaciones que se modelan por
parte de os medio de comunicación, como espacios privilegiados para esa construcción
(Ver Casas, 1998)

En el caso de Venezuela por ejemplo la cuestión primeramente nos invita a analizar el


contexto socio histórico que gesta el concepto que hoy en día nuestras leyes y la misma
sociedad maneja sobre la infancia, ya que este responde es a la realidad actual de niños y
niñas venezolanas y del estado de sus relaciones con la familia y el entorno sociocultural.
La infancia venezolana debe ser definida en términos de la propia sociedad y cultura para
que el referente conceptual también tenga sentido con el referente de la realidad.

Abordar la infancia en Venezuela es abordar una imagen mental compartida que está
atravesada por actitudes, estereotipos y sobre todo por el conocimiento cotidiano y
compartido de una población. Nuestro autor hace referencia a cómo las representaciones
sociales son dinámicas en relación con la vida cotidiana, los medios de comunicación y la
ciencia, y que por lo tanto están sujetas a transformarse conceptual y relacionalmente.
“Mejorar la situación de la infancia, cambiar las cosas a mejor para niños y niñas dista
mucho de significar lo mismo para distintas personas” (Como se cita en Casas, 1998)

Quiere decir que el conocimiento sobre la infancia no es el mismo y no es usado para lo


mismo en distintos contextos. En el caso de Venezuela habría que ver cuál es el
reconocimiento social del problema (si lo hay, y siempre lo hay), y evaluar cuál es el
contexto ideológico y los valores en donde se produce y aplica dicho conocimiento para
mejorar la situación, en este caso, de los niños y las niñas venezolanas.

¿En qué circunstancias los problemas de la infancia pasan a ser considerados problemas
sociales? (Ver Casas, 1998) Esto es un problema que ha venido evolucionando con el
tiempo porque en un principio se ha tenido que dejar de pensar en los problemas de infancia
como sólo concernientes a la familia y su intimidad.

Entender que el desarrollo humano pasa por distintas fases y no todas relacionadas con la
edad, saldar las dificultades de comunicación entre adultos y niños (sobre todo porque
parece que la identidad colectiva del adulto se construyó en oposición a la infancia y no con
esta) y desechar ideas sociales que no admiten o reconocen las capacidades de los niños son
algunos de los procesos que generan nuevas formas de abordar la infancia y los problemas
como el abuso que pueden sufrir los niños.” Reconocer la infancia desde la propia
perspectiva de la infancia”
Algunos describen al niño como un adulto en miniatura es decir de una forma negativo
sin tener en cuenta su potencial, otros lo rechazan no en razón de su insuficiencia
cognitiva sino en tanto que su naturaleza pecaminosa portadora de malos instintos
Ajuriaguerra, 1978,7
Nuestro autor recalca que así como el contexto presente anteriormente mencionado, la
infancia y su problematización requiere también de una revisión por la historia, en este caso
occidental, del concepto de la infancia, de la representación que el adulto se hace de esta y
de la relación madre-hijo a través del tiempo.

Esto nos lleva a preguntarnos si los sentimientos acerca de los niños han existido siempre,
cuál fue el momento de concepción del niño como diferenciado y a diferenciar niño de
infancia, el primero como sujeto concreto y lo segundo como “cierta clase de edad” (Ver
Ajuriaguerra, 1978)

“Reconocer al niño como un ser diferenciado depende de los modelos de civilización”


(Ajuariaguerra, 1978, 8). El recorrido histórico sobre la infancia inicia paradójicamente con
el infanticidio tan común en la Antigüedad. Sólo hasta el siglo XVIII surge una nueva
concepción de la infancia donde el niño es diferenciado e incluso idealizado.

El autor cita a Hoyd de Mause para retratar la relación adulto niño en tres modalidades:
relación proyectiva, invertida y empática, siendo las dos primeras las que alimentaron
mayormente las ideas de los adultos sobre los niños. Acá es cuando surge la pregunta “¿El
amor materno filial debe considerare como universal o es una invención?” (Ver
Ajuriaguerra, 1978). Acá el autor hace una revisión de ciertos factores socio-históricos así
como la falta de datos que hablen o retraten la cuestión de los sentimientos en torno a los
niños.

No son rasgos psiclogicos inherentes a una naturaleza en si los que en principio


caracterizan al niño sino la textura de estas redes y la línea de fuerza que desde el interior
aseguran su equilibrio
Ajuriaguerra, 1978, 18

Bibliografìa citada
Ajuriaguerra, J. (1973). Ciencias del Hombre. Cuaderno Nº1. Cap. I. El niño en la
historia. Problemas psicológicos (pp. 5-20)
Casas, F. (1998). Infancia: Perspectivas Psicosociales. (pp. 23-41) Barcelona: Paidós.

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