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Recordando que ante todo somos seres humanos, que tenemos necesidades y
metas, las aceptemos, o no racionalmente. Una de las necesidades principales es
El Vació Personal de emociones, sentimiento y caricias que deben ser llenados, ya
que esto determina y organiza todos los procesos mentales y comportamiento total
direccionado con motivación al logro.
TEORIA DE JAMES-LANGE
La teoría de James-Lange enfatiza la importancia de los eventos sensoriales
periféricos en la emoción. Provocó numerosos estudios que intentaban vincular
emociones con respuestas corporales, un enfoque que presenta un interés
permanente en este campo.
TEORIA DE CANNON-BARD
La teoría de Cannon se centra en cerebro y emoción, tema que dio origen a
numerosos estudios acerca de los efectos de las lesiones cerebrales y de la
estimulación eléctrica cerebral de la emoción.
TEORÍA COGNITIVA
2. INTELIGENCIA EMOCIONAL
Son tres los subsistemas fisiológicos que según Davidoff (1980) están
relacionados con las emociones, el SNC, el sistema límbico y el sistema nervioso
autónomo. Durante los procesos emocionales se consideran particularmente
activos a los siguientes centros del SNC:
3. LA EMOCIONES EN LA NIÑEZ
El patrón general emocional no sólo sigue un curso predecible, sino que también
pronosticable, de manera similar, el patrón que corresponde a cada emoción
diferente. Por ejemplo, los "pataleos" o "berrinches" llegan a su punto culminante
entre los 2 y 4 años de edad y se ven reemplazados por otros patrones más
maduros de expresiones de ira, tales como la terquedad y la indiferencia.
Las variaciones se deben también, en parte, a los estados físicos de los niños en
el momento de que se trate y sus niveles intelectuales y, en parte, a las
condiciones ambientales. Las variaciones se ven afectadas por reacciones
sociales, a las conductas emocionales. Cuando esas reacciones sociales son
desfavorables, como en el caso del temor o la envidia, las emociones aparecerán
con menos frecuencia y en forma mejor controlada que lo que lo haría si las
reacciones sociales fueran más favorables; si las emociones sirven para satisfacer
las necesidades de los niños esto influirá en las variaciones que ya se han
nombrado.
Los niños, como grupo, expresan las emociones que se consideran apropiadas
para su sexo, tales como el enojo, con mayor frecuencia y de modo más intenso
que las que se consideran más apropiadas para las niñas, tales como temor,
ansiedad y afecto. Los celos y berrinches son más comunes en las familias
grandes, mientras que la envidia lo es en las familias pequeñas.
Los padres que manifiestan la ternura y el amor, producen efectos muy positivos
en sus hijos. En lo cognitivo, estos serán alumnos más eficaces, con mayor
concentración y con menores interferencias afectivas. En el plano social, causarán
una mejor impresión y serán más hábiles para relacionarse.
Mientras que algunos niños en esta etapa tienen una madurez óptima, cuentan
con herramientas para socializarse sin dificultad y disfrutan del hecho de hacerlo
con sus compañeros en la escuela, otros carecen de preparación para lo que
deben enfrentar, porque no solo no han alcanzado las autonomías que necesita un
niño de esa edad escolarizado, sino que tampoco han adquirido la habilidad para
escuchar, expresar o manifestarse.
A partir de los 7 u 8 años los niños son muy distintos; ya se observan en ellos
características que los van a acompañar en el curso de su vida adulta. Ejercen sus
impulsos de rivalidad pero en general, carecen de fantasías destructivas. (Torres,
2007).
Les es difícil compartir con otros, provocan y molestan para evitar que el otro haga
su trabajo, vulgarizan el trato hacia los compañeros del otro sexo, hacia los
docentes y directivos, humillan a uno o dos compañeros en forma sistemática y,
cuando ven que éstos pueden reaccionar los amenazan.
Como inicia otra etapa de su crecimiento, se sienten grandes y capaces; pero van
descubriendo los peligros, se sienten vulnerables, pierden la seguridad y confianza
que tenían.
También comienzan las agrupaciones, a los 10 años las pandillas y los grupos
desarrollan poder y pueden logar desorganizar con éxito a un docente, una clase,
un grupo (Torres, 2007).
Los estudios sobre las causas de la agresión son múltiples, sin embargo, se hace
referencia a los que han tenido mayor significancia:
Es importante destacar que las teorías del desarrollo o aquellas que construimos a
partir de los hechos observables son frutos de estipulaciones que realizamos y
que, en general, se basan en hipótesis e ideas que han sido sometidas a pruebas
empíricas. La verdad es siempre relativa a los valores que predominan en la
cultura, a la ética de los ciudadanos, al momento histórico y al contexto
sociocultural especifico.
La agresión de un niño hacia otros niños o hacia sus padres puede sr el resultado
de lo que en psicología se llama “trastornos reactivos”; nombre que reciben
aquellas conductas que se pueden vincular con un hecho en concreto. Por
ejemplo: la agresividad que aparece casi simultáneo con el embarazo de la madre
o el nacimiento de un hermanito.
Es frecuente que el niño actúe agresivamente de manera continua, lo cual resulta
peligroso para el contexto en el que vive. En ese caso, es conveniente tener en
cuenta la cantidad (cuánto hace le niño de eso) y la cualidad (cómo lo hace, con
que lógica, para qué le sirve, para quién).
El acto agresivo o violento, constituye la única forma que tiene el niño de expresar
afectos e ideas no elaborados.
Demostrar afectividad no es una tarea siempre fácil. Muchas veces las prisas o la
rutina hacen que no nos fijemos en su importancia para los niños. El rostro es una
parte de nuestro cuerpo que puede proporcionarles información sobre el grado de
aceptación y el humor. A través del rostro, el tono de voz y el movimiento corporal
el niño puede captar distintas emociones que le proporcionen respuestas ante lo
que él hace.
Toda vez que exista la tarea de realizar un diagnóstico en el trabajo con niños, el
dibujo es una puerta de entrada, porque es también una forma de lenguaje; se le
considera un sistema connotativo.
Al pedir al menor que realice un dibujo, se pretende que el mismo revele la vida
mental del sujeto y nos auxilie a la hora de comprender cómo las operaciones
inconscientes se encuentran implícitas en las expresiones gráficas que el paciente
ofrece a quien tiene por misión traducirlas.
6. EL CONTEXTO FAMILIAR
Llamamos “contexto familiar” al espacio que habitamos junto con quienes nos
aseguran los afectos y las rutinas que nos posibilitan vivir y desarrollarnos. Estar
en familia es vivir relacionado con otros, existir para otros a la vez que los otros
existen para nosotros; es hablar y que nos hablen, escuchar y ser escuchado,
mirar y ser mirado, tocar y ser tocado, amar y ser amado. La forma que cada uno
tiene de vivir el contexto familiar se traslada a otros espacios, es transversal a
otras experiencias de socialización.
El contexto familiar tiene pautas y costumbres particulares, y en él se construye un
aparato psíquico grupal. No solo el amor tiene lugar en la familia, también el odio,
la rivalidad, los celos, la envidia; afectos que surgen en la relación con otros a
causa de la lucha por ocupar y defender el propio lugar. En dicho entorno, los
afectos se viven con intensidad y suele instalarse la agresión entre sus miembros,
que se lleva a otros ámbitos.
El contexto familiar no es ajeno a la intrusión de agresividad y violencia
proveniente: del espacio social próximo (las injusticias que un miembro siente que
sufre en su trabajo, en la escuela, en el club, con los vecinos); de los problemas
sociales que nos atraviesan (la desocupación, la marginación, la pobreza); del
espacio social remoto que ingresa a los hogares a través de los medios masivos
de comunicación.
Los actos agresivos, violentos o simplemente molestos que producen los menores
en el hogar son un llamado a los adultos a acompañarlos, atenderlos, pensarlos;
les piden con sus acciones que se conecten con ellos, que les expliquen, que
satisfagan sus necesidades.
Algunos llegan a los primeros años de la escuela primaria con estas demoras, las
cuales no implican solo la existencia de un niño inmaduro, sino sin herramientas
internas para compartir con otros y recibir enseñanza formal. Suele tratarse de
padres interesados en prolongar la vida infantil del hijo, o agobiados de trabajo y
responsabilidades que impiden contar con tiempo suficiente para hablarle al niño,
enseñarle y lograr que desarrolle autonomía.
Los padres y los niños hablan poco y casi no se refieren a sus estados anímicos,
enojos, gustos. En general, ni siquiera se les han explicado cuestiones básicas de
funcionamiento que los implican directamente. No se les ha contado cómo se fue
integrando la familia, cómo se comunican entre ellos. Carecen de instrumentos
para expresar sus afectos.
En la infancia, las luchas que se establecen entre los hermanos abren el camino al
intercambio con otros y suelen tener aspectos positivos para la socialización;
antes de que se transformen en la única forma de comunicación, sus vidas corran
riesgo o uno de los niños está muy feliz, es conveniente implementar formas de
desviar la agresión, enseñarles a expresar con palabras su incomodidad antes de
enojarse, apelar al humor, rendirse sin degradarse o derrotar sin humillar, desviar
la fuerza de la pulsión agresiva hacia una dialéctica constructiva.
7. EL CONTEXTO ESCOLAR
Las víctimas son descalificadas y socialmente estigmatizadas a tal punto que, con
frecuencia, no lo denuncian a sus padres o tutores, docentes, a otros compañeros,
debido a la vergüenza asociada a la sensación de culpabilidad. Incluso al
consultar, suelen solicitar a sus padres que no comenten el hecho de que no
tienen amigos; entienden este factor como deteriorante de su personalidad. En las
niñas y adolescentes es observable la sintomatología de los trastornos narcisistas,
el quiebre del orgullo de su femineidad. La vivencia de humillación/culpabilidad
que impregna a los menores suele conducirlos a intentar silenciar el dato que
constituye el motivo del pedido de auxilio.
Hay niños que tiene serias dificultades para adaptarse a la institución escolar. Ya
sea por su situación de marginación social (abandono de los padres, carencia de
alimentos o vivienda, etc.) o de conflicto emocional. Muchos de ellos concurren a
escuelas de horario continuo donde reciben asistencia educacional y social
(alimentos, ropas, útiles escolares). Las instituciones que los contienen se
muestran muy ocupadas en resolver día a día dificultades serias de conducta que
impiden el desarrollo de las actividades académicas. Los niños rompen muebles,
huyen por las ventanas o caminan por los techos, dicen impropiedades, retienen
objetos ajenos o agreden físicamente, y se ríen de ello con ironía.