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Cultura y poder
El lugar de la memoria
A propósito de monumentos (Motivos y paréntesis)
Hugo A,
Motivo
Primer paréntesis
2
No resulta impertinente recordar que, por ejemplo, en Paraguay o en Vene-
zuela cerca del 50% de la población es menor de dieciocho años. O que, para un
altísimo porcentaje de los argentinos, chilenos o uruguayos que vivirán su adultez en
el siglo XXI, personajes como Allende o hechos como la guerra de las Malvinas o el
golpe del 27 de junio de 1973 en Uruguay serán meros datos de una historia, si no
remota, muy alejada; mientras que para "nosotros" —los que hemos vivido la mayor
parte de nuestra adultez en el siglo XX- son parte central de la historia de nuestras
respectivas sociedades.
El lugar de la memoria
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3
O, como sugiere Maurice Halbwachs, "la historia comienza cuando la me-
moria termina" (citado por Claudia Koonz, en nota 3, 276). Es decir, cuando la
memoria viva termina, comenzaría la historia.
GO ACHUGAR
I46
Motivo/Estribillo
Segundo paréntesis:
Monumentalización de la memoria o la memoria en piedra
4
La distinción entre memoria pública y memoria oficial resulta de lo señalado
por Hartmann cuando distingue entre la memoria pública y la memoria colectiva.
El lugar de la memoria
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' Eso aconteció, por ejemplo, con el Cuarteto de Nos, grupo musical uruguayo
que tomó la imagen de Artigas y la puso en un contexto "cotidiano", lo que para
varios representantes del poder político significó un agravio a la figura del procer
nacional e incluso provocó que el ministro de Educación y Cultura enviara al parla-
mento uruguayo un proyecto de ley relativo al tratamiento de los "iconos" naciona-
les.
s
Me refiero a las múltiples dictaduras, la revolución cubana y la sandinista, los
movimientos de los sin tierra, los desaparecidos y torturados, las guerras de fronte-
ras, la migración y movimientos como los de Chiapas o los de los campesinos boli-
vianos, al igual que a la presencia masiva de palestinos y coreanos en algunas regio-
nes de América Latina.
El lugar de la memoria
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9
Al respecto, y sólo como una muestra -restringida al ámbito de algunas pu-
blicaciones del mundo anglosajón— de la generalización de la inquietud por el pasa-
do, vale la pena revisar el número de febrero de 1997 de World Press, cuya nota de
tapa, "Healing Nations", se refiere precisamente a la revisión del pasado. También
es significativa la sene de artículos bajo el título "The Future ofthe European Past",
que a febrero de 1997 llevaba seis entregas.
HUGO ACIIHGAK
I 5 2
1
° Esta pregunta por la posicionalidad se halla presente —creo- en la teorización
sobre lo "fronterizo" o el "in between" del que habla Homi K. Bhabha en Location of
Culture, aunque con un interés distinto del expuesto en el presente ensayo.
HUGO ACHUGAR
I 5 4
!
' Una discusión de lo implicado por la idea de "monumento" o una revisión
del debate sobre el movimiento antimonumentos exceden los límites del presente
ensayo. La lectura del trabajo de Koshar me hizo pensar, sin embargo, que el monu-
mento refiere/implica un pasado, una historia, un relato pero al mismo tiempo in-
augura otro, uno propio que es el del monumento. En este sentido, vale la pena
revisar lo planteado por Koshar así como por Gillis en relación con el movimiento
antimonumentalista.
12
Ala noción de "documentos de piedra" se refiere Koshar (218); a partir de
esa expresión nos tomamos la libertad de hablar de "memoria en piedra".
El lugar de la memoria
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Motivo/Estribillo
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Aunque la referencia al monumento es literal, muchas de las reflexiones en
este ensayo resultan válidas para otras formas de representación, como lo podrían ser
una "muestra" o una "exhibición" plástica. En ese sentido, es posible reflexionar en
torno de la política de la memoria implícita en ciertas "muestras" realizadas por
<:() ACHUGAK
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curadores tanto en museos como en otros ámbitos. Aunque es mucho más evidente
en el caso de las "muestras retrospectivas", también es posible analizar las políticas
de la memoria implícitas en "muestras no retrospectivas".
El lugar de la memoria
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Horizonte ideológico en el sentido de Pécheux, pero incluyendo en esta
noción, además, lo que podríamos llamar el horizonte político o la "agenda" política
del lugar desde donde se habla.
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Sin embargo, como sostiene Habermas en referencia a la situación alemana
posterior a la reumficación, "los años noventa no son los cincuenta. Pero la tentación
de elegir modelos del pasado para interpretar el futuro parece imposible de resistir.
La 'futundad' del pasado pudo haber funcionado como creación autoconsciente de
una constitución. En cambio, el futuro está siendo percibido en la forma del pasado:
'Terminemos con él como ya lo hicimos antes' " {66).
HUGO AC1IUGAR
IÓ2
"Car les methodes impliquent des metaphysiques, elles trahissent a leur insu les
condusions qu 'elles pretendent parfois ne pas encoré connaitre. Ainsi les dernieres pages
d'un livre sont deja dans les premieres. Ce noeud est inevitable. La methode definie id
confesse le sentiment que toute vraie connaisance est impossible. Seuíes les apparences peuvent
se denombrer et le dimat sefaire sentir" (Le mythe de Sisyphe, 26).
El lugar de la memoria
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Tercer final
Bibliografía
George Yádtce
170
A. Olodum
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1
Elizabeth Jelin critica las ONG y otras iniciativas de la sociedad civil por las
mismas razones. Se convierten en intermediarios que no han sido elegidos para des-
empeñar esa función. No son organizaciones representativas. Pero, si se insti-
tucionalizan, se corre el riesgo de que el criterio más importante sea la racionalidad
o la eficiencia. Jelin acaba su crítica notando que la sociedad civil no puede sustituir
al Estado como el promotor más importante de los derechos de ciudadanía y parti-
cipación (Jelin, 411-12). Fernandes está de acuerdo. Más que cualquier otra fun-
ción, presionar al Estado a asumir su responsabilidad -a veces con él— puede ser el
objetivo más democratizante.
GEORGF YÚDICE
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3. Conclusión
Los últimos dos aspectos —hacer que las personas exijan sus dere-
chos y se valoren como ciudadanos— son, acaso, los que Afro Reggae
y Olodum asimilaron a su práctica. Me parece que Agáo da Cida-
dania y Viva Rio han servido como modelos para la acción y como
fuente de discursos sobre sociedad civil. Lo mismo podría decirse
de la centralidad de la cultura en todos estos grupos. Decir ciuda-
danía es decir ciudadanía cultural para los dos teóricos de la socie-
dad civil. Para Fernandes, la acción tiene que ser sobre todo comu-
nicación, uno de los mayores estímulos a la ciudadanía, entendida
aquí como inclusión y participación en la administración de la vida
citadina. Betinho había razonado de una manera muy parecida: "No
será con tanques en las favelas o con puertas reforzadas que los
cariocas lograrán transformar a la ciudad. La invasión que la favela
pide es una invasión de ciudadanía", una "revolución cultural"
(Gongalves, 78).
Pero como ya he sugerido más arriba, la idea del uso de la cul-
tura para la renovación de la ciudadanía y de la ciudad oculta gran-
des desigualdades. Acaso sea posible abrir una perspectiva crítica al
examinar los dos criterios de este giro hacia lo cultural. En primera
instancia, se trata de una desjerarquización de los valores, anclados
en los presupuestos culturales. La propuesta de Afro Reggae, Agáo
da Cidadania y Viva Rio es que la cultura de los habitantes de las
favelas vale tanto como la de los residentes del asfalto. Pero, la se-
Redes de gestión social y cultural
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Bibliografía
3. El papel de la academia
6. El patrimonio fósil
legitimado como memoria oficial, se descubre que más del 95% del
listado lo conforman edificaciones religiosas de la época colonial y
edificios de la oficialidad republicana. Lo indígena, lo negro y lo
mestizo no hacen parte de la memoria oficial. Es como si aquellas
expresiones pertenecieran a otro país.
Es interesante el concepto de "patrimonio de futuro", que em-
pieza a debatirse en estos momentos. "La tierra no es una herencia
de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos", dice un
dicho africano. Aquella sabiduría ancestral parece inspirar la nueva
generación de derechos humanos, es decir, los derechos de las ge-
neraciones futuras, los derechos de quienes están por nacer, que se
convierten en deber para los actuales usuarios del frágil planeta. El
deber de proteger ese patrimonio del futuro.
7. "Lo glocal"
Armando Silva
206
1
Me refiero a Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona, G.Gili, 1981.
" Historia social de la literatura y el arte. Madrid, Guadarrama, 1974.
Lo público frente a lo global
2 0 7
208
Tres dimensiones
de lo público de fin de siglo
5
Vida propia: esbozo para un análisis biográfico social (Mimeo). Traducción del
Instituto Goethe, Bogotá, 1998.
Lo público frente a lo global
2 i i
2 1 2
' "II Nuovo Mondo: un destino del' imagine"_en Dars, N° 154, Milán, 1998.
8
Un ruido secreto: el arte en la era postuma de la cultura. Murcia, Palabras de
Arte, 1996. Algunas de sus reflexiones se presentaron en el Seminario Internacional
sobre Arte Público, Medellín, octubre de 1997.
ARMANDO SILVA
214
216
12
Por ejemplo, lo que argumenta Ordi Borjam en "Ciudadanía, gobierno local
y espacio publico", Unesco, N° 24, julio de 1998.
Lo público frente a lo global
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13
Partes de este texto los escribí para El Tiempo en la columna "Ciudad Imagi-
nada", septiembre de 1998.
ARMANDO SILVA
2 i 8
220
15
Ugo la Pietra, "L oggeto e il suo destino" en Dars, N° 154, Milán, 1998.
16
Derrida en Archive Fever. A Freudian Impresión. Conferencia dictada el 5 de
junio de 1994, en la Universidad de Irvine, California.
Lo público frente a lo global
2 2 I
1
' E l Tiempo, septiembre 13de 1998, según Le Monde del día anterior.
18
En nota escrita con Vinton Cerf, tomada de Internet del diario El País y
reproducida en Colciencias.
A R M A N D O SILVA
2 2 2
Roberto Folian
1
Hemos desarrollado esto en trabajos previos, p. ej., "Dominación y legitima-
ción democrática en América Latina", en nuestro libro Crisis:postmodernidad, filo-
sofía y crisis política, Aique/Rei/IDKAS, Buenos Aires, 1993.
Inflexión postmoderna y calamidad neoliberal
2 2 7
4
H. Marcuse, El hombre unidimensional, Joaquín Mortiz, México, 1969; E.
Fromra, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica,
México.
ROBKRTO FOLLARl
2 3 o
5
M. Auge, Los no-lugares (espacios del anonimato), Gedisa, Barcelona, 1994.
Inflexión postmoderna y calamidad neoliberal
2 3 i
6
J. Baudrillard, El otro por sí mismo. Anagrama, Barcelona, tí
ROBERTO FOLLARI
2 3 2
7
S. Freud, "Lo siniestro", en Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid, tomo
III.
s
P Sollers, Prefacio en J. Derrida. Delagramatología, Siglo XXI, México, 1978.
Inflexión postmoderna y calamidad neoliberal
2 3 3
2 34
hasta los votos que consigue Le Pen. Fuimos notando que el dibu-
jo de jóvenes sin ideales duros se parecía demasiado al de aquellos
sin ideales a secas. Fuimos notando que del abandono del fanatis-
mo ideológico/político se pasó al abandono de toda preocupación
por lo colectivo. Que la falta de normas rígidas se fue carica-
turizando hacia la imposibilidad de toda introyección de alguna res-
ponsabilidad o deber. Fuimos advirtiendo que el sujeto desmigajado
se parecía bastante a un maleable sujeto amorfo, carente de toda ca-
pacidad de negación, de toda capacidad de proyectar, de todo im-
pulso constructivo. El entusiasmo inicial con los nuevos rumbos
dejó de parecer plausible.
Yi desde hace varios años advertíamos estos fenómenos, de modo
que acuñamos la noción de "inflexión postmoderna" para referir-
nos a las modificaciones habidas al interior de esta condición". La
característica del nuevo tiempo no es difícil de discernir. Por su-
puesto, no se trata de una imposible vuelta atrás en el tiempo: la
modernidad -añorada por muchos- no retorna, y es bueno que así
sea, porque si la historia la sepultó fue en la medida en que su ra-
zón excluyente la hacía rígida y tendiente al autoritarismo del Uno.
Pero ya tampoco vuelve la postmodernidad festiva del momento
inicial, superada de hecho por el acaecimiento de nuevos proble-
mas y contradicciones, planteados a partir de las nuevas positividades
en acto. Estamos, pues, ante un nuevo momento, situado dentro
1
' "Muerte del sujeto y ocaso de la representación" fue nuestro Informe de
investigación al Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Cuyo
(Mendoza, Argentina), por actividades iniciadas en 1994, donde se planteaba ya el
tema de la inflexión; ha sido publicado en Relea, 2, CIPOST, Universidad Central de
Venezuela, Caracas, 1997.
Inflexión postmoderna y calamidad neoliberal
23 5
12
P ej., M. Hopenhayn, "Tribu y metrópoli en la postmodernidad latinoame-
ricana"; J.M. Barbero, "Hegemonía comunicacional y descentramiento cultural",
ambos en Enfoques sobre postmodemidad en I Latinoamérica, recopilación de R. Lanz y
R. Folian, Caracas, Editorial Sentido, 1998.
ROBERTO FOLLARI
2 36
13
J. Derrida, Espectros de Marx (el estado de la deuda, el trabajo del duelo y la
nueva Internacional), Editorial Trotta, Madrid, 1995; el rechazo de algunos de sus
discípulos, representado en Asensi, M.: Espectropoética (Derrida lector de Marx),
Universitat de Valencia, España, 1994.
Inflexión postmoderna y calamidad neoliberal
2 37
14
G. Vattimo, Más allá de la interpretación, Paidós/ICE, Barcelona, 1995, el
capítulo "Religión".
15
J. Lyotard, Moralidadespostmodemas, Léenos, Madrid, 1996, epígrafe, p. 7.
ROBERTO FOI.LARI
23 8
16
Planteos -muy conocidos hoy- del Banco Mundial. Véase al respecto (con
especial referencia al tema educativo, pero dentro de una interpretación de conjun-
to) J. Coraggio, "Las propuestas del Banco Mundial para la educación: ¿sentido
oculto o problemas de concepción?", en J. Coraggio y R. Torres: La educación según
el Banco Mundial, CEM/Miño y Dávila Editores, Buenos Aires, 1997.
17
F Hinkelammert, Crítica a la razón utópica, DEI, San José de Costa Rica,
1986. Allí, el autor disecciona las falacias autojustificatorias del credo neoliberal,
para el cual siempre se estaría mejor si se hubiera privatizado más.
18
J. Ghéhenno, El fin de la democracia (La crisis política y las nuevas reglas del
juego), Paidós, Barcelona, 1995.
Inflexión postmoderna y calamidad neoliberal
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mos. Pero sí se requiere, en todo caso, una reforma del sistema político
que modifique las normas en pro de mayores grados de participa-
ción directa, revocabilidad de los mandatos, decisiones colectivas so-
bre los temas centrales. Si continúa la privatización del espacio pú-
blico, si se mantiene el uso y abuso individual de las canonjías del
poder político, si se siguen perpetuando en los cargos unos pocos
cientos de personas en cada país, el futuro es —si se quiere- a la vez
esperable e imprevisible. Es esperable que haya estallido de lo social,
porque no se encuentran canales de metabolización de las deman-
das, ni de salida de las presiones. Es imprevisible qué grados de vio-
lencia pueda este proceso conllevar, y adonde pueda acabar desde el
punto de vista de la organización institucional. De modo que más
vale prevenir ahora que lamentar luego.
Ya el neoliberalismo no es -entonces- promesa económica ni le-
gitimación política. Su agotamiento es una evidencia. Y tampoco
cuenta con una condición cultural favorable: si su auge coincidió con
el de la postmodernidad inicial y festiva, su caída gradual coincide
con el final de la postmodernidad celebratoria. Tampoco existe ya el
puro retorno a la privacidad, ni el total abandono de los proyectos
políticos, en los mismos términos de hace diez años. Las ideologías
retornan en nuevo formato: caso paradigmático es el Olivo con su
color verde en reemplazo del rojo histórico del Partido Comunista
(símbolo de cambios programáticos y procedimentales concretos), o
Tomás Borge señalando la necesidad de apelación al capital privado,
en coincidencia con Cuauhtémoc Cárdenas19.
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Ejemplos los vemos todos los días; tal es el caso de declaraciones de Tomás
Borge, el ex comandante sandinista, en el encuentro de partidos políticos de Puebla,
México, mayo de 1997; o las declaraciones a cadenas televisivas internacionales de
Cuauhtémoc Cárdenas, líder del PRD mexicano, previas a las elecciones de julio de
1997 en ese país que lo llevaran a ganar la alcaldía del Distrito Federal.
ROBERTO FOI.I.ARI
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