Vous êtes sur la page 1sur 12

“Ninguna institución superior, dentro del Estado, debería poder decir: usted no tiene

derecho a buscar por sí mismo la verdad de los hechos, aquellos que no acepten la versión
oficial del pasado serán castigados. Es algo sustancial a la propia definición de la vida en
democracia: los individuos y los grupos tienen el derecho de saber, y por tanto de conocer
y dar a conocer su propia historia; no corresponde al poder central prohibírselo o
permitírselo.”

Tzvetan Todorov
LOS ABUSOS DE LA MEMORIA.

Porque la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así
como la forma que la eternidad puede asumir en este incesante tránsito. Y aunque nosotros
(nuestra conciencia, nuestros sentimientos, nuestra dura experiencia) vamos cambiando con
los años, y también nuestra piel y nuestras arrugas van convirtiéndose en prueba y
testimonio de ese tránsito, hay algo en nosotros, allá muy adentro, allá en regiones muy
oscuras, aferrado con uñas y dientes a la infancia y al pasado, a la raza y a la tierra, a la
tradición y a los sueños, que parece resistir a ese trágico proceso: la memoria, la misteriosa
memoria de nosotros mismos, de lo que somos y de lo que fuimos. Sin la cual (¡y qué
terrible ha de ser entonces! se decía Bruno) esos hombres que la han perdido como en una
formidable y destructiva explosión de aquellas regiones profundas, son tenues, inciertas y
livianísimas hojas arrastradas por el furioso y sin sentido viento del tiempo.

Ernesto Sábato

SOBRE HEROES Y TUMBAS


Es nuestra opinión que la Memoria en su uso colectivo posee tantas caras
como necesidades, fechas, lugares, recuerdos gratos e ingratos, bien o mal
elaborados, etc. Miradas así las cosas la experiencia de la memoria desde lo
colectivo, es por excelencia buena fuente de análisis de “espacios” de discusión
específicos.

En esta reflexión proponemos una breve mirada a la relación entre la


Historia y la Memoria y de paso un acercamiento a la muerte de Pinochet en 2006
como hecho noticioso, mirando a través de algunos medios de prensa, en los que
puede rastrearse algunos discursos de la memoria que subsisten hoy en día
incluso.

Memoria e Historia

Entre otras, las relaciones que se establecen entre las experiencias de


memoria y experiencias históricas no siempre funcionan en armonía, más aún la
elaboración de ciertas “memorias” muestran que estos dos conceptos en nuestra
opinión son puntos solo colindantes de un entramado más complejo y sutil. No es
equivalente hablar del pasado, al tiempo que lo hacemos de memoria y/o historia,
muchos menos hablar del pasado o del presente como hechos aislados o a la
deriva en el transcurrir del devenir temporal.

Es cierto, hablar del pasado es hablar también de cierta memoria o


memorias, de una Historia o historias, de cierta idea de ese pasado, elaborado, o
recreado según la experiencia particular, conveniencia, militancia, incluso desde
el desconocimiento absoluto, la memoria es un “juego” en el que como propone
Félix Vásquez, nos vemos obligados “…a pensar no en un tiempo en detrimento
de otros, sino a admitir la coexistencia de tiempos indiscutiblemente diferentes”
(Vásquez, 2000, 144), asimismo esta obligación provoca otra de naturaleza
particular que corre en dos ámbitos diferentes, ser verídico y darle sentido a la
elaboración del hacer memoria, Vásquez lo explica sosteniendo que en la vida
cotidiana lo usual es que como individuos “ … Tratamos de elaborar de manera
comprensible una versión del pasado, pero también nos empeñamos en explicar,
justificar y argumentar dicha versión.”

Vistas así las cosas, el pasado, su presencia se nos vuelve a lo menos


ambiguo, pues cohabitan en el múltiples miradas que lo deforman (volviéndolo
ambiguo) o por el contrario lo arraigan (volviéndolo más resistente y persistente).

Esta discusión no es de tono menor pues allí se instala uno de los


problemas metodológicos más repetidos en el estudio de la memoria como objeto
de análisis, por más que la pretensión sea revelarla, explicarla o simplemente
“rescatarla”, en este contexto Erich Hobsbawn sostiene que:

“…en todos nosotros existe una zona crepuscular entre la historia y la


memoria; entre el pasado como un registro generalizado que está expuesto
a una inspección relativamente desapasionada y el pasado como una parte
recordada o un antecedente de nuestra propia vida. La amplitud de esa
zona puede variar, otro tanto variará la oscuridad y la indistinción que la
caracterizan. Pero esa tierra de nadie del tiempo siempre existe. Y es con
mucho la parte más difícil de comprender, tanto para los historiadores como
para los demás” (Hobsbawn, 1998,3, citado en Winn, 2007).

Podremos entender luego el porqué de ese tan paradójico proceso de


flirteo y evasión con que los estudios de la memoria se relacionan con aparecer al
lado de un estatuto de verdad (como definitiva), mientras que en términos de
disciplina histórica, este canon de certeza de hace a veces, urgente ¿paradójica
relación?

El binomio Historia/Memoria representan instrumentos de poder que se


encaminan en un flujo continuo, pero también a espaldas de ellas mismas,
mientras la una pretende instalar cierta “verdad”, la otra la discute, cuando una es
declarada como “oficial” la otra se ubica automáticamente como su antonimia,
cuando la una es disidente la otra…dominante. (Distinción que incluso se da en el
terreno interno “memorias disidentes”, “memorias dominantes”, “historias
oficiales”…etc.)
Par a la historiadora María Angélica Illanes, lo que existe en términos del
binomio Historia/Memoria es la llamada “batalla de la memoria” explicada en la
posibilidad de alterar en términos temporales las oposiciones históricas entre lo
dominante y lo disidente de una memoria especifica o de varias existentes. Si
bien el reconocimiento de esta oposición a nivel de investigación ha centrado su
atención más en aspectos meramente históricos, no es también menos cierto que
como sabemos (y experimentamos a diario) esta historia aun no está resuelta y se
suele abonar más información relevante por parte de ambas trincheras que la que
se puede cotejar.

Darle historicidad a los procesos de memoria significa por otra parte


establecer una trinchera, posicionarse desde ella y entrar a esta “batalla” de la
cual la Illanes sostiene que siendo una “batalla cultural”, esta “…al mismo tiempo
que realiza el acto de la re-escritura de la memoria, deba dar a conocer las claves
de su trama, abrir el debate acerca de su contenido, reabrir el proceso de su
historicidad” (Illanes, 2002, 15).

Si comprendemos estas instancias como procesos históricos que develen


rupturas o discontinuidades desarticuladoras la “batalla” podrá enfrentarse con
buen pie.

Otro antecedente importante en esta relación tan compleja es el carácter


histórico de la memoria, más bien su carácter históricamente relegado en la
posición del “vencido”. Esto no es una simple perogrullada pues delata de forma
clara una condición esencial en la memoria colectiva, que esta necesita cierto
componente cuantitativo para ser creíble o aceptada. Sabemos por los estudios de
“Halbwachs que memoria histórica y memoria colectiva con conceptos en
antagonismo, sabemos también que la memoria colectiva posee un rasgo de
continuidad que como sostiene el mismo Halbwachs, “…retiene del pasado sólo lo
que aún está vivo o es capaz de vivir en la conciencia del grupo que la mantiene.
Por definición no excede los límites de ese grupo” (Halbwchs,1968,214).
Luego, para el “vencido” se vuelve extrañamente urgente “…tensionar las
versiones hegemónicas que imperan de un determinado orden social” (Piper,
2009,152), de aquella urgencia se desprende el carácter subversivo de la memoria
como operación de transformación social, en ello la historia proporciona el carácter
temporal especifico y aquello de lo que la memoria al parecer carecería, esto es
una continuidad que no acabe con la experiencia vital de quienes la defienden. Es
aquí donde la premisa de Vásquez de que memoria es una “acción social”
adquiere verdadero sentido pues esta elaboración es forzosamente una acción
desde el presente y necesariamente compartida socialmente. Esto equivale a decir
también que existe cierto “colectivo social” que traspasado por un acontecimiento
se mira a sí mismo a partir de la gestación de una nueva “realidad”

Con el solo afán de complejizar las cosas ¿Qué pasa cuando el enunciante
de una memoria o de varias se confrontan?, ¿Qué ocurre cuando el que fue
“vencido” gana un espacio como nuevo actor en una “memoria dominante”? ¿Qué
ocurre cuando la anterior “memoria dominante” queda relegada a una versión
tergiversada de una experiencia que “antes” les fue tan natural e indiscutible?

¿Cuál es la reacción, en suma de los que ostentaron el privilegio de la memoria y


perdieron la “batalla”

De estos cuestionamientos nos ocuparemos en parte analizando un


episodio que por sí mismo no resulta particularmente decisivo pero si relevante
para conocer los posicionamientos desde los cuales nuestra historia
contemporánea se ha elaborado, proceso que por cierto continua en debate
abierto. Nos referimos a la muerte de Augusto Pinochet en Diciembre de 2006,
acontecimiento en el que podemos rastrear muchos y diversos posicionamientos
de la construcción de nuestra memoria colectiva.

La muerte de Pinochet en los medios


Desde la instauración de los gobiernos democráticos una de las
pretensiones mas compartidas por el espectro político chileno ha sido, terminar el
llamado proceso de transición a la democracia, a este muchos le dieron muerte
utilizando para ellos hechos particulares, una nueva constitución, la detención de
Pinochet, la muerte de Pinochet, la mesa de diálogo, etc. Esfuerzos vanos todos
ellos pues a cada momento la disputa por una “verdad” (consensuada o no)
definitiva aparece en el debate1.

Nuestra primera afirmación es que este proceso, aun no está terminado, sin
vergüenza de no decir nada nuevo, si podemos afirmar que esta situación se debe
en gran parte a la decisión de la elite política de salvaguardar en una especie de
pacto de silencio (Winn, 2007,20) aquello que es sin duda el episodio más
polémico de la dictadura militar, esto es la violación a los derechos humanos. Este
“pacto” sin embargo camina cojo, pues la irrupción de grupos y asociaciones que
se han hecho protagonistas al tiempo que conseguido numerosos avances en este
ámbito. Bajo este contexto el desarrollo de la política, por extensión de las visiones
que desde la civilidad se tiene al respecto, es bastante confrontado y a veces
indefinido.

En este escenario sin duda la figura en vida del ex-dictador provocó no


pocas tensiones, muchas de ellas en momentos (por cierto) bastante inoportunos
como también muchas otras airadas reacciones a favor o en contra de las
apariciones de este verdadero “relojero” de los tiempos post-dictadura.
Esporádicamente Pinochet saltaba a la palestra a propósito de juicios, (incluso la
posibilidad abortada del suyo propio) declaraciones, conmemoraciones del 11 de
Septiembre, etc. Si bien su influencia se fue apagando en la medida que su vida
también lo hacia su muerte, trajo de vuelta muchas discursividades que en favor
de los equilibrios políticos parecían olvidadas, o profundamente dormidas.

1
Sin ir más lejos durante el transcurso del primer gobierno de derecha luego de la dictadura el
tema de la dictadura militar y su “gestión” han aparecido a propósito de declaraciones,
formulaciones políticas y/o discusiones de medidas que tengan alguna elación especialmente en lo
referente al tema de la violación a los derechos humanos.
De esas discursivas y su relación con los procesos de memoria colectiva
nacional es que pretendemos en parte dar una pequeña cuenta.

La muerte de Pinochet, ocurre el día 10 de diciembre de 20062 , aquel día


Domingo, Chile se convierte en el foco mundial de la noticia.

A nivel nacional las reacciones se sucedían a cada minuto, esa misma


vorágine de información especialmente la televisada (que parecía haber tenido
“mini-documentales ad hoc” dentro de un pack para ser usados ese día), tendía a
la confusión, no de los hechos obviamente sino de la cercenada idea que del
difunto se elaboraban y ofrecían.

Para efectos de esta reflexión hemos privilegiado el testimonio de la prensa


del “día después”, el lunes 11 de Diciembre en apartados pequeños y de días
sucesivos para buscar en ellos algún atisbo o derechamente una mirada de
nuestra “memoria nacional” vinculada al contexto especifico.

El diario El Mercurio bastión de la derecha y instigador insigne del golpe de


1973, titulaba en su primera pagina ”Profundo impacto en Chile y el mundo” y en
mayúsculas “MURIÓ PINOCHET”, esta primera pagina destacaba en sus
columnas entrevistas a Sergio Rillón en calidad de su más cercano asesor, a
Pablo Rodríguez hablando de su situación judicial y en una esquina el aviso de
una edición especial titulada “Pinochet 1915-2006, la era de un general”, justo bajo
este anuncio se consignaba que el gobierno no rendiría honores de Jefe de
Estado al general (r ) por decisión expresa de la presidenta Michelle Bachelet,
finalmente ubicada al costado inferior izquierdo adjuntando una foto de unas
barricadas en la Alameda, el decano consignaba “ Violentos incidentes, con
barricadas de fuego celebraron detractores en la Moneda”.

En nuestro juicio la elaboración de esta portada es abiertamente militante


(no podía ser de otra forma), pero sorprende por lo menos en dos ámbitos, el
primero la decisión firme y coherente de dar cuenta de un hecho de manera
sesgada, posicionándose políticamente y en segundo lugar la organización visual
2
Paradójicamente este día es el día internacional de los derechos humanos.
a través de una portada que defendía cierta memoria resignada pero viva aún, al
del opresor, la de una “memoria dominante” que se forjó en torno a la idea de un
gobierno “ fundacional” que salvó al país de una hecatombe inminente, cuestión
que se comprueba con el acápite “sus detractores celebraron..”, estableciendo
nuevamente esa dicotomía tan perniciosa de mirar a unos como los civilizados y a
otros como los barbaros. En resumen, nada nuevo.

El cuerpo C de este diario daba lugar a lo obvio, impresiones de políticos y


ex-colaboradores, pasando por las entrevistas exclusivas ya nombradas y las
reacciones de la jefatura militar, así como también la mirada de la familia y las
ultimas horas del Dictador (palabra que no se usa en la edición, solo a propósito
de las declaraciones de dirigentes comunistas y dirigentes de agrupaciones de
Derechos Humanos). De la edición especial, una verdadero tributo a la “obra” del
General, solo nos baste con consignar la columna que habla de la historia
económica de su gobierno, del talón de Aquiles (las violaciones a los derechos
humanos), del legado de la nueva institucionalidad, todos escritos en abierta
alabanza al fallecido general.

Diario La Tercera a su vez, también prefirió el termino General (r) y sin la


condescendencia de El Mercurio, fijaba sus fichas en análisis de tipo político de
sus cronistas quienes sostenían abiertamente sus opiniones en mayor grado
orientadas al concurso de la idea más consensuada y menos dañosa a favor de
retomar los equilibrios, cuestión retratada en su editorial que en un fragmento,
decía como sigue “…mas allá de los juicios que la sociedad haga de su régimen y
de su legado, es de esperar que ahora se empiece a dejar atrás las divisiones que
han marcado y regido al país desde los años 70” (La Tercera, 11/12/2006, 3.), la
alusión a los años setenta como el origen de una espiral de divisionismo, resulta a
lo menos…particular.

Diario La Nación de abierta adscripción gubernamental en su portada en


negro colocó aquella foto tan famosa del dictador en gafas sobre un fondo negro,
titulando PINOCHET 1915-2006, a pie de página la consigna “nunca más” y la
imagen de una hoja dándose vuelta. La editorial por otra parte sentenciaba en su
primer párrafo “Ni después de muertos de puede matizar con los dictadores” (La
Nación, 11/07/2006, 2) con lo que su posicionamiento era claro y tajante, en este
medio de prensa la palabra “dictador” se repitió en todas los textos de los cuales el
diario se hacía responsable. La página 3 del diario a su vez se dedicaba a
enumerar 9 actos que se retrataron como parte del “Prontuario del Dictador”.

Otros medios como La Cuarta y Las Ultimas Noticias, solo reprodujeron lo


que los antes mencionados medios ofrecieron como información del suceso, igual
cosa para los medios más representativos de la prensa regional.

Entre las muchas declaraciones de muchos actores rescatamos algunas a


favor de “leer” en ellas discursos de memoria atingentes al hecho, y por ende al
proceso en su totalidad.

Diario La Nación por ejemplo reprodujo en una columna declaraciones de


dirigentes representativos del régimen dictatorial.

Entre ellos la siguiente declaración del diputado Iván Moreira: “Yo pensé,
presidenta Bachelet que su gobierno y Ud. habían perdonado, pero me doy cuenta
que siempre ha subsistido el odio y la venganza, ese mismo odio y venganza que
estamos viendo hoy en las calles de Santiago” (La Nación, 10/12/2006, 10), en la
misma edición Hernán Guiloff, presidente de la Fundación Pinochet sostenía “Ha
muerto el presidente Pinochet, ha perdido Chile hoy uno de sus hijos más
notables”(La Nación, 10/12/2006, 11).

La Tercera a su vez rescata las palabras de Viviana Díaz, dirigente de la


Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos quien al respecto
comentaba: “Pinochet se ha muerto y se ha llevado parte de la información a su
tumba. Ha muerto un dictador responsable de tantas muertes en nuestro país” (La
Tercera, 11/1272006, 12).

Las reacciones en general se publicaban de manera equitativa para quienes


representaban una y otra postura, hay sin embargo un medio que sorprendió por
su independencia informativa, el periódico The Clinic, publicación que debe su
nombre justamente a la institución que cobijo a Pinochet en su estadía en
Inglaterra, cuando el dictador fue notificado de los procesos que le seguían en
persecución internacional.

The Clinic puso una portada muy en la lógica del sarcasmo, una foto del
riostro del cadáver de Pinochet que sentenciaron con la alocución “Liz Taylor” 3, a
contratapa, la misma foto con un pie de página que rezaba “Cuidaíííto….”. en su
editorial, a su vez titula “¿muerta la perra, se acaba la leva?” (The Clinic,
14/12/2006, 5), firmada por Patricio Fernández.

Dentro de la publicación, se suceden entrevistas y columnas de personajes


tan disímiles como el historiador Gabriel Salazar, la periodista Mónica González, el
ex ministro de Pinochet Francisco Javier Cuadra, Hermogenes Pérez de Arce(fan
número 1 del finado subtitula The Clinic), Armando Uribe, lo que otorga una
mirada diversa y en abierta provocación y desenfado, cuestión que un lector
asiduo podría no menos que agradecer.

Del tema podríamos discurrir por diferentes ámbitos de análisis pero nos
interesa sentar algunos puntos específicos en un primer acercamiento.

Podemos en primer lugar dejar claro que la sentencia de que la Memoria se


hace desde el presente, es sin duda una cuestión que se revela y se construye a
cada momento pero que hay cierto margen de acción privilegiado para sostenerlo,
el llamado factor social del recuerdo, narración que lleva en sí caracteres afectivos
que dibujan en el relato que autojustifica al ser evocado.

En segundo lugar el axioma de Vásquez de la memoria como acción social,


y su elaboración desde el presente, establece otro punto cardinal, los diálogos de
las memorias, puede que los relatos de unos y otros, parezcan dos discursos
contrapuestos, pero son necesariamente complementarios, se requieren para
oponerse, y esa dialéctica es siempre hecha desde el presente, desde la
continuidad “artificial” de diálogos, “No dialogantes” pero hermanados, ocasión en
la que conviven por ejemplo los relatos de Viviana Díaz y el de Iván Moreira, o una
3
Listo, ya está, en lenguaje coloquial.
entrevista a Hermogenes Pérez de Arce en un periódico que hace sátira sin culpa
ni vergüenza de un hecho que está más cercano a la circunspección con que
enfrentamos a la muerte.

El recurso a la memoria, (como otros)4 parece ser un lugar común puesta


en boca de quienes propician a través de ella cierta banalización de episodios y
procesos de todo tipo, y por otro lado de quienes sacralizan los mismos sucesos,
alejándolos de paso de todo cuestionamiento. Esta tesis defendida por Tzvetan
Todorov (Todorov, 2000) en su primera variante sostiene que la sacralización
conlleva cierta “inacción” lo que le restaría de paso la capacidad crítica al ejercicio
de la memoria, mientras que la segunda variante de la banalización, que asimila
los hechos del presente al pasado, dificultando la relación que se establece con
las identidades en juego, otorgando sentidos erróneos al pasado.

Finalmente en este contexto, y a manera personal, me quedan dos


imágenes grabadas y que hablan de la continuidad de los procesos históricos y los
ejercicios de recuperación de la memoria, que son las actuaciones de los nietos de
Pinochet que el día del entierro de Pinochet, da un discurso encendido,
beligerante y provocador (que le costaría su degradación de la institución
castrense) y el segundo el acto de suma rebeldía del nieto de Prats, que luego de
hacer una fila de horas para mirar el ataúd del dictador, al pasar por su lado,
simplemente, lo escupe. Conformando ambos nudos opuestos y a la vez tan
íntimamente ligados de una memoria que es, que nos es absoluta y totalmente
viva hasta hoy.

Como para desdecir al presidente Piñera quien hace pocos días en


entrevista a un medio español, señalara que en su juicio a “…algunas historias
mejor hay que dejarlas dormidas”

Jaime Rodríguez Manríquez.

Julio de 2010.

4
Hoy, términos como Cultura, Patrimonio, Sociedad, etc.
Bibliografía

Halbwachs, Maurice, La mémorie collective, PUF, Paris, 1968.

Illanes, Maria Angelica, La batalla de la memoria, Ariel/Planeta, Santiago, 2002.

Piper, Isabel, Investigación y acción política en prácticas de memoria colectiva, en


Vinyes, Ricard (ed.) El Estado y la Memoria. Ediciones RBA Llibres, Barcelona,
España, 2009. Págs. 151-172.

Todorov, Ttzevan, Memoria del bien, tentación del bien, Indagación sobre el siglo
XX, Península, Barcelona, 2002

Vásquez, Felix, La memoria como acción social: Relaciones , significados e


imaginarios. Editorial Paidós, Barcelona, 2000.

Winn Peter. “El pasado está presente. Historia y memoria en el Chile


contemporáneo”, en Anne Pérotin-Dumon (dir.). Historizar el pasado vivo en Anne
Pérotin-Dumon América Latina.
http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.php

Diarios y revistas

La Tercera, edición de lunes 11 de diciembre de 2006.

El Mercurio, edición de lunes 11 de diciembre de 2006.

La Nación, edición de lunes 11 de diciembre de 2006.

The Clinic, edición especial de jueves 14 de diciembre de 2006.

Vous aimerez peut-être aussi