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DOCENTE:

Gabriel Efrén Castillo Hidalgo

CURSO:

Taller de Investigación

TEMA:

Marco Teórico

ALUMNA:

Jannet Jessica Delgado Guevara

CICLO:

SEDE:

Filial Chiclayo
I. REVISIÓN DE LITERATURA
1.1 Antecedentes

Cristina, D. (2014) analizo el impacto de los recursos psicosociales en la satisfacción vital de

un grupo de personas mayores de 65 años. Concretamente pretendía conocer el impacto conjunto

de diferentes recursos psicosociales y estudiar el posible papel mediador y moderador de dichos

recursos. Para alcanzar dicho objetivo se utilizó un diseño correlacionar de tipo trasversal en el

cuál la muestra se seleccionó a través de un muestreo de tipo incidental por cuotas no

proporcional. La muestra estuvo compuesta por 406 personas mayores de 65 años (M= 74.88,

DT= 6.75) que vivían en zonas urbanas de Granada. Para estudiar el efecto conjunto de los

recursos psicosociales, de la salud y de las características sociodemográficas en la satisfacción

vital se realizó un análisis de regresión múltiple por pasos. Asimismo se realizaron análisis de

mediación múltiple y de moderación utilizando el procedimiento boostrapping. Los análisis

ponen de manifiesto que, mientras las características sociodemográficas y el estado de salud solo

tenían un impacto modesto en la satisfacción vital de las personas mayores, la personalidad y las

relaciones sociales estaban positiva y moderadamente asociadas con la satisfacción con la vida.

Además el apoyo emocional, el apoyo afectivo y la satisfacción con los amigos mediaban la

relación entre extraversión y satisfacción vital. El tamaño de la red social, la función familiar y el

apoyo tangible mediaban la asociación entre optimismo y satisfacción vital. Para las personas

mayores que tenían limitaciones funcionales sólo el tamaño de la red social y la función familiar

explicaban el efecto indirecto del optimismo en la satisfacción vital. El apoyo social moderaba

además el efecto de la evaluación subjetiva del estado propio de salud en la satisfacción vital. Por

tanto el optimismo, la extraversión y las relaciones sociales son recursos importantes para la

satisfacción vital de las personas mayores.


Alejandra, V. (2001) realizo una investigación para establecer la relación existente entre

satisfacción con la vida y el ajuste a la vejez con la actividad de trabajo, en ancianos de 2

contextos: urbano y rural. Fue seleccionada una muestra al azar de 240 ancianos; 120 de la zona

urbana y 120 de la zona rural; 60 hombres y 60 mujeres; 30 con actividad continua y 30 con

actividad discontinua. Las características de la población fueron: edad entré 60 y 85 años,

escolaridad de hasta 9 grados e ingreso familiar de hasta 3 salarios mínimos. Se aplicó

cuestionario de percepción de enfrentamiento remoto y presente y la evaluación con la vida y

ajuste a la vejez. Los resultados reportan diferencias significativas en ambos, contextos,

encontrando que los ancianos de la zona rural, con educación básica y actividad discontinua,

perciben como más satisfactorio el período de la vejez, en oposición a los de la zona urbana, sin

educación básica y con actividad continua, quienes perciben la vejez como menos satisfactoria.

Andrea, M. (2008) estudio la relación que existe entre los objetivos de vida (OV) y la

satisfacción vital (SV) de los adultos jóvenes de zonas urbanas y rurales. Para ello, se administró

una adaptación local de la Escala de objetivos de Vida de Little (1983) y la Escala de Satisfacción

Vital (Diener y Pavot, 1993) a una muestra de 60 jóvenes adultos de zonas rural y urbana de la

provincia de Mendoza (edad media 28 años).

Se obtuvieron cinco perfiles de OV y se analizaron las diferencias entre las muestras rural y

urbana. Los resultados muestran diferencias en el nivel de SV de los sujetos, las cuales están más

vinculadas al tipo de perfil de OV que a la variable “zona geográfica”.

Vaneska, A. (2015) analizo la percepción de la calidad de vida de una persona de la tercera, la

misma que es parte de varios grupos sociales. Analizar qué factores le garantizan una vida plena a

pesar de los años que tiene. Cuáles son las cosas que hacen que su vida sea digna y que la
impulsa a hacer la diferencia entre muchas otras personas que tienen las mismas condiciones de

vida y llevan una vida sedentaria. Será que el apoyo que recibe y requiere son las adecuadas para

continuar con sus actividades. Con este trabajo se intenta contribuir a la valoración y

enriquecimiento de un grupo de personas que tradicionalmente se halla alejadas del ajetreo diario

de las personas jóvenes y que muchas veces son alejadas de sus propias familias y sus actividades

por ya no ser capaces de realizar muchas actividades.

Patricia, R. (2017) Si bien muchos de estos resultados han sido reafirmados por los hallazgos

de otros estudios llevados a cabo en distintas culturas (Oishi, 2000), en nuestro contexto existen

muy pocas investigaciones que busquen indagar acerca de la realidad del adulto mayor y de

aquellos aspectos de su vida y de su entorno que le permitan sentirse más feliz y satisfecho con su

vida.

Por ello, nos preguntamos sobre la relación existente entre el soporte social y la satisfacción

vital en un grupo de individuos que asisten a un programa dirigido al adulto mayor, llevado a

cabo por el municipio de un distrito de Lima Metropolitana.

Asimismo, con el objetivo de enriquecer el conocimiento acerca de lo que implica una vida

satisfactoria en edades avanzadas, se busca evaluar la satisfacción del adulto mayor respecto a

áreas específicas e identificadas como relevantes dentro de esta etapa de vida.

Se espera que los resultados que se encuentren puedan ser relevantes para futuras

investigaciones, así como para los programas de prevención y promoción de la salud en personas

de la tercera edad, los cuales están constantemente interesados en detectar aquellos elementos que

promuevan el mayor bienestar para esta población.


Karen, R. (2011) objetivo general Determinar cuál es la relación entre la capacidad funcional

y la autoestima de los adultos mayores asistentes al Centro de Salud San Juan de Miraflores. El

presente estudio es descriptivo-correlacional, de corte transversal, y la muestra estuvo constituida

por 46 adultos mayores. Se utilizó como instrumentos la Escala de Lawton y Brody y la escala de

Autoestima de Rosenberg aplicando la técnica de entrevista – encuesta previo consentimiento de

los adultos mayores. Se concluyó que no existe relación entre la capacidad funcional y la

autoestima de los adultos mayores asistentes al C.S. San Juan de Miraflores. La población adulta

mayor ha crecido en los últimos años y se prevé un crecimiento mayor, en el Perú, en el año

2020, esta población será del 11% de la población total, con 3,613 000 y, para el año 2025, será

de 4,470 000 adultos mayores. El envejecer es un proceso fisiológico y progresivo con decline en

las funciones orgánicas y psicológicas con pérdida de las capacidades sensoriales y cognitivas,

por el cual todas las personas participan desde su nacimiento, siendo diferentes para cada

individuo. Los cambios mencionados propician una reducción en la capacidad funcional para

ejecutar las actividades del diario vivir.

1.2 Bases teóricas:


1.2.1 Autoestima:
1.2.1.1 Definición: La autoestima es un complejo y dinámico sistema de percepciones,

creencias y actitudes de un individuo sobre sí mismo. La autoestima es un factor de la

personalidad que marca los caminos del éxito o del fracaso de cada persona. La

autoestima proporciona a las actitudes que le permiten afrontar con valor y decisión

todas las dificultades de la vida. La persona que posee una autoestima elevada tiene

muchas posibilidades de triunfar y, en general suele sentirse muy feliz. Según

Schwartz, la felicidad de las personas y su ajuste a la vida depende básicamente de

cómo las personas se observan a sí mismas. La autoestima corresponde a un aspecto


complejo de la personalidad. Han sido muchas las definiciones dadas a este término.

Coopersmith se refiere a la autoestima como "la evaluación que él individuo hace y

mantiene cotidianamente con respecto a sí mismo, o sea, expresiones y actitudes de

aprobación o desaprobación, indica la amplitud de la cual el individuo se cree capaz,

importante, feliz y digno". Para William James (1963), "la autoestima es el valor de

los sentimientos hacia sí mismo, los cuales están determinados por el área que va del

talento actual a las potenciales supuestas".

En la actualidad, científicos del desarrollo humano, como Peretz, Elkins, Rogers,

Maslow, Bettleheim, afirman que la autoestima es una parte fundamental para que el

hombre alcance su plenitud y autorrealización que es la plena expresión de sí mismo.

Tomando en cuenta las definiciones anteriores, se considera como autoestima los

sentimientos y actitudes de la persona hacia sí n1isma. La persona, en su evaluación

de sí misma, puede verse con orgullo o vergüenza, considerar que posee valor o falta

de él. Las actitudes con relación a sí mismo incluyen también creencias, convicciones,

ideales, aspiraciones y compromisos. De acuerdo con algunos estudios citados por

Ortuño (1978), las personas con autoestima alta presentan una serie de características

tales como: mayor control de sus impulsos, se auto refuerzan con mayor frecuencia,

refuerzan a otros más a menudo, se autoafirman, son persistentes para la búsqueda de

soluciones constructivas, son poco agresivos, tienen una actitud positiva hacia su

propio cuerpo, la autoestima se desarrolla cuando se han satisfecho adecuadamente las

necesidades primarias de la vida. Además la autoestima puede desarrollarse

convenientemente cuando los niños y adolescentes experimentan positivamente cuatro

aspectos:
Vinculación: resultado de la satisfacción que obtiene el adolescente al establecer

vínculos que son importantes para él y para los demás.

Singularidad: resultado del conocimiento y respeto que el adolescente siente por

aquellas cualidades o atributos que le hacen especial o diferente, apoyado por el

respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades. Poder:

consecuencia de la disponibilidad de medios, de oportunidades y de capacidad en el

adolescente para modificar las circunstancias de su vida de manera significativa.

Modelos o pautas: puntos de referencia que dotan al adolescente de los ejemplos

adecuados, humanos, filosóficos y prácticos, que le sirven para establecer su escala de

valores, sus objetivos, ideales y modales propios.

Estas cuatro condiciones deben estar siempre presentes para que se desarrolle y se

mantenga la autoestima.

1.2.1.2 Niveles y características de la autoestima: Además de existir características de la

autoestima, según Coopersmith, también se pueden dividir en niveles, los cuales

poseen sus características propias, de cada área explorada para el individuo.

a) Autoestima Alta:

Sí mismo general: Valoración de sí mismo y mayores aspiraciones, estabilidad,

confianza y atributos personales. Habilidades para construir defensas ante la crítica y

designación de hechos, opiniones, valores y orientaciones favorables respeto de sí

mismo.

Social Pares: Seguridad y mérito personal en las relaciones interpersonales; se

perciben a sí mismo como significativamente más populares; establecen expectativas

sociales de aprobación y receptividad por parte de otras personas; habilidades en

relaciones con amigos y extraños en diferentes marcos sociales.


b) Autoestima Promedio.

Sí mismo general. Revela la posibilidad de mantener una autoevaluación de sí mismo

muy alto, pero en una situación dada la evaluación podría ser realmente baja.

• Social Pares. Tiene buena probabilidad de lograr una adaptación social normal.

c) Autoestima Baja.

Sí mismo general: Reflejan sentimientos adversos hacia sí mismos, inestabilidad y

contradicción.

Social Pares: Experimenta dificultades para reconocer acercamientos afectuosos o de

aceptación; espera la convalidación social de su propia visión adversa de sí mismo;

tiene pocas esperanzas de encontrar aprobación y por esa razón tiene una necesidad

particular de recibirla; es más propenso a tener simpatía por alguien que lo acepta.

La autoestima se fortalece, pues, cuando el alumno es · querido y respetado, si sus

padres escuchan sus ideas, lo ayudan a salir adelante, le dan fortaleza para independizarse.

El conocimiento de. la valía personal puede proporcionarle al niño, la fortaleza interior

necesaria para superar los infortunios durante el crecimiento Según Coopersmith, "los

niños y niñas forman imágenes de sí mismas, basadas en la forma en que son tratados por

personas allegadas que les son significativas, como los padres, maestros y maestras,

compañeras y compañeros.

La autoestima es un fenómeno de la actitud favorable o desfavorable, que el individuo

tiene hacia sí mismo, es decir, un grupo de cogniciones y sentimientos, así como los

componentes del mismo. Para dicho autor, son los mismos que los de las actitudes; un

aspecto afectivo que se equipara junto con la evolución y aspecto cognitivo que representa

la conducta que se dirige hacia él mismo".


Además en el afán de dar mayores explicaciones a este rasgo de cada individuo, este

autor ha venido desarrollando un programa sistemático de investigación y señala la

importancia que para el desarrollo de la autoestima en los niños y niñas tienen la

interacción de sus padres. Así se ha encontrado que el nivel de autoestima, ya sea alta o

baja, se relacionan especialmente con tres condiciones:

 Debe existir una total aceptación del niño y niña por parte de los padres.

 Es necesario que reciban instrucciones claras y definidas, evitando ambigüedades.

 Debe haber respeto por su individualidad.

1.2.1.3 Componentes de la autoestima: Para Murk y Alcántara, la autoestima tiene tres

componentes; ellos son:

Cognitivo: se refiere a la opinión que se tiene de la propia. Personalidad y de las

conductas.

Afectivo: se refiere a la valoración de lo positivo y negativo que hay en el individuo;

es un sentimiento de capacidad personal, pues implica un diagnóstico del propio

merecimiento o valor como ser humano. Este elemento consiste en una

autoestimación que nace de la observación propia de uno mismo y de la asimilación e

interiorización de la imagen y opinión que los demás tienen y proyectan de nosotros.

Conductual: se refiere a la autoafirmación y a la autorrealización dirigida hacia el

llevar a la práctica un comportamiento consecuente, lógico y racional.

1.2.1.4 Dimensiones de la autoestima: Existe una valoración global acerca de uno mismo, lo

que puede traducirse como una percepción de sí mismo, una es sentirse valioso y

querible, es decir estar contento de ser como es; por el contrario, un sentimiento

negativo de no aceptación acerca de uno mismo sintiéndose poco valioso y no

querible.
Dimensión Física: Abarca ambos sexos, es el hecho de sentirse atractivo físicamente.

Incluye en los niños sentirse fuerte y capaz de defenderse y en las niñas sentirse

armoniosa y coordinada.

Dimensión Ética: Se relaciona al hecho de sentirse una persona buena y confiable o

mala y poco confiable. La dimensión ética en los niños depende de la forma en que se

interioriza los valores y normas y de cómo se ha sentido frente a los adultos cuando

las has transgredido o ha sido sancionado.

1.2.2 Auto concepto y autoestima.

El Auto concepto definido por Pastor, Balaguer, Atienza y García-Merita (2001):

Se refiere a las auto descripciones cada vez más abstractas guiadas por las recién

adquiridas habilidades cognitivas Asimismo, Harter (1990 y 1999) menciona que a

estas edades se adquiere la capacidad de formar autopercepciones en un mayor

número de contextos (por ejemplo, en el colegio, en casa, etc.) y roles (por ejemplo,

como estudiante, como deportista, etc.) que en etapas anteriores.

Es decir el Auto concepto se refiere a las percepciones que el individuo tiene de sí

mismo en distintos contextos o dimensiones donde interactúa.

Para Kimmel y Weiner (1998) "el Autoconcepto es la opinión que uno tiene de su

persona y es un conjunto de ideas y sentimientos que uno tiene de sí mismo".

En el caso de los adolescentes Harter (1988) define que el Autoconcepto tiene las

siguientes dimensiones: la escolar, la social, la amistad, el atractivo Romántico, la

conducta, el deporte, el físico y el campo laboral (Pastor 2001)

Pastor et al. (2001) menciona que Harter (1988) describe estas dimensiones del Auto

concepto de la siguiente forma:


 La física se refiere a la imagen corporal del individuo, está definida por su

satisfacción con su cuerpo.

 La amistad es la capacidad de compartir con personas pensamientos,

sentimientos y objetos.

 La conducta por las acciones correctas o incorrectas que el sujeto lleva a cabo.

 La escolar por su inteligencia, el conocimiento, el contestar rápido y eficiente

un examen.

 La deportiva se relaciona directamente con su práctica, aptitud y facilidad de

llevarlo a cabo.

 La social con la facilidad para hacerlo, el número de amigos y la aceptación

que el percibe de los demás.

La relación entre Autoconcepto y Autoestima es una idea original de James (1892) a

la que más tarde Harter (1988) incorpora en sus estudios. Harter define la Autoestima

como la autovalía global.

Pastor (2001) menciona que Harter dice que la Autoestima está influida por la

percepción de competencia o adecuación a las diferentes dimensiones del

Autoconcepto, estando esta relación mediatizada por la importancia que la persona

concede a esa dimensión. Es decir que aquellas áreas o dimensiones del Autoconcepto

que son consideradas más importantes por el adolescente poseerán una influencia

mayor en su nivel de Autoestima o Autovalía.

Los estudios de Harter y otro grupo de investigadores (1969-1994) han comprobado,

que la confianza en sí mismos de los niños se puede ver incrementada cuando

consiguen la aprobación de adultos que son importantes en su vida. En la

preadolescencia (8 a 14 años), dice Harter (1988), las categorías que más a menudo
suelen asociarse con la Autoestima son: el talento académico, la aceptación por parte

de los compañeros, la conducta y la apariencia física.

1.2.3 La Formación De La Autoestima Del Adulto Mayor

La autoestima del adulto mayor, se forma con la valoración que se haga de la

percepción que se tiene de sí mismo, en la cual intervienen factores como, las capacidades

físicas, las capacidades mentales y el aspecto externo del adulto mayor, que se va

afectando con el paso de los años. La pérdida de éstas capacidades y de aspecto, crean en

el individuo temores y afectan de modo negativo su autoestima, ya que se sienten

improductivos, muchas veces pierden su independencia, y esto tiene repercusiones en la

formación de su autoestima.

La autoestima alta, en esta edad, es muy necesaria para que el individuo pueda

sobrevivir en sus relaciones familiares y sociales. Y cuando la persona mayor siente que

vale poco, se vuelve apático, indiferente hacia sí mismo y quienes le rodean. Para este tipo

de personas es difícil ver, escuchar o pensar con claridad y tienden a sufrir el maltrato y el

desprecio de otros. Por estas situaciones, es por las que se puedan dar las situaciones de

aislamiento de los adultos mayores; asimismo, por la forma en que son concebidos y

tratados por la sociedad. Al mismo tiempo, hay veces que la familia y los amigos, obligan

al individuo a un retiro social y familiar para evitar enfrentamientos desagradables que

afecten más su autoestima (en Díaz, Mejía y Nishimura, 1992).

Cuando las personas mayores están desempleadas, su independencia económica se

pierde, y ahora tiene que depender económicamente de otros, lo sitúa en desventaja en

cuanto a su derecho de opinión y decisión sobre su comportamiento. En cambio, cuando

es pensionado, la situación en la que se encuentra es diferente, ya que si está en

condiciones de recibir directamente el dinero, se puede decir, que es independiente; pero


si algún familiar es el encargado de administrar el dinero, esto lo puede llevar a una

condición de dependencia. De igual forma, la autoestima, tiene que ver con la condición

económica en que se encuentre el adulto mayor, ya que repercute en la forma de valorarse.

Otro contexto es el que se da, si el individuo acepta su edad y la pérdida de sus

capacidades, porque entonces lo puede reflejar a las personas que lo rodean, y es mucho

más posible que lo acepten como es, lo cual hace que la autoestima del adulto mayor sea

retroalimentada y así acepte su lugar en la familia y en la sociedad.

1.2.3.1 Las Pérdidas Del Adulto Mayor Y Su Repercusión En La Autoestima: Sucede,

que entre las pérdidas que tienen los adultos mayores están las pérdidas físicas, entre

ellas podemos mencionar, el hecho de que las células envejezcan, los órganos y los

sistemas también; en el organismo se producen inevitablemente unos cambios

somáticos, siendo los más significativos: la disminución de la agudeza visual y

auditiva, cambios degenerativos en las articulaciones, osteoporosis, deformaciones

corporales, envejecimiento de las células epiteliales, con su pérdida de elasticidad, la

arteriosclerosis con pérdida de riego sanguíneo en todo el organismo que afecta a los

órganos vitales con disminución de sus funciones, siendo más sensibles a esta falta el

cerebro y el corazón disminuyendo la capacidad mental, psíquica y física, la pérdida

de la memoria de fijación y la facilidad de la memoria de evocación, alteraciones del

sueño y disminución de la función sexual.

La sociedad también los rechaza, porque su eficacia no es la de antes y entorpecen la

vida vertiginosa del hombre de hoy, muchas personas consideran que sus reflejos son tan

lentos que sólo sirven de estorbo, que su imagen tampoco es placentera y que sólo crean

dificultades con su inutilidad por eso la sociedad ha de procurarles centros especializados,

residencias idóneas, centros de recreo con arquitectura especial. Antes de ser molesto, de
ser un estorbo y de crear problemas, la sociedad los ha excluido de su trabajo habitual,

estén o no en condiciones de seguir laborando. Muchos de ellos son conscientes, en sus

últimos años, de que su rendimiento no es el mismo que antes, que hay otros más jóvenes

a su lado que lo realizan mejor y más rápido y esta forma de pensar influye directamente

en la redefinición de su autoestima.

Aunque el primer tipo de pérdida más seria es la muerte de uno mismo, o un cambio

radical en el cuerpo, como el perder la vista, un miembro o una enfermedad física

deteriorante, como el cáncer, la esclerosis múltiple y otras, que afectan la apariencia o la

fuerza vital; el segundo tipo de pérdida, es la separación de personas significativas en

nuestra vida por muerte, divorcio o abandono. Un tercer tipo de pérdidas, incluye los

cambios normales del desarrollo en la vida, algunos ejemplos son los cambios

relacionados con la edad que ocurren en el cuerpo, como el perder cabello, reducción de

energía, o aún convertirse en abuelo. Cada una de estas pérdidas en medida de la

severidad, causa dolor y angustia, las cuales tienen una respuesta normal que es el duelo,

siendo éste un estado de intranquilidad incómodo y doloroso, que si se reprime o se niega

y se interioriza, puede conducir a una seria enfermedad física y/o emocional.

Lo que es cierto, es que el adulto mayor vive en la esperanza de perder los menos

objetos posibles y de conservar los más que se pueda; pero la mayoría de las pérdidas que

se dan en esta etapa de la vida, tienen que suceder y lo único que se puede hacer es

aprender a vivir con ellas, para que no tengan un efecto negativo en la autoestima de los

adultos mayores.

1.2.3.2 La Redefinición De La Autoestima Del Adulto Mayor Virginia Satir, comenta que

los seres humanos pueden crecer y cambiar a lo largo de su existencia, esto es un poco

más difícil al pasar de los años y en ocasiones requiere de más tiempo, todo depende
de nuestra voluntad de aferrarnos a ciertas actitudes; los primeros pasos, son: conocer

que existe la posibilidad de un cambio y comprometernos con él; por lo dicho, vemos

que en cualquier edad y aún en la edad mayor podemos cambiar la imagen y la

valoración que se tiene de sí mismo, en la cual influyen los cambios físicos,

psicológicos y sociales, ya mencionados.

En ésta edad, que Virginia Satir llama “los últimos años”, es de vital importancia tener

una alta autoestima, ya que permite continuar descubriendo los recursos que no habían

sido tomado en cuenta hasta ese momento.

Nancy O´Connor (1990), indica que todos los cambios significativos en la vida

implican un proceso de duelo, ya que le decimos adiós a una parte del antiguo ser, a viejas

formas, a caminos familiares; lo antepuesto es muy importante debido a que se toman en

cuenta todos los cambios que le suceden al adulto mayor y cada que acontezca uno de

esos cambios, lo va a inducir a la redefinición de su autoestima. Entonces, la redefinición

de la autoestima se da cuando ocurre una pérdida y si no se está preparado, ésta

redefinición se da de forma negativa.

1.2.4 Satisfacción con la Vida en el Adulto Mayor

Desde hace muchos años atrás, y en especial durante la última década, numerosos

autores y estudiosos se han preguntado acerca del significado de la “buena vida” y de lo

que ésta constituye. Además de la inteligencia, las buenas condiciones económicas, el

placer y la facultad para querer a los demás, se ha identificado que una característica

importante de la calidad de vida es la capacidad que tiene cada individuo para pensar que

está llevando una buena vida o que ésta vale la pena. Esta perspectiva es conocida como

el “bienestar subjetivo”, constructo que ha sido coloquialmente llamado “felicidad”

(Diener, 2000; Casullo, 2002).


Ahora bien, mientras en el pasado se ha concebido al bienestar subjetivo como un

constructo unidimensional, investigaciones como las de Pavot y Diener (1993) han

identificado que dicho constructo es más bien bidimensional. Estos autores han planteado

que el bienestar subjetivo está constituido por un componente afectivo (dividido en afecto

placentero y displacentero) y por un componente cognitivo, siendo este conocido como

satisfacción con la vida.

Mientras los primeros se refieren a las reacciones emocionales, la satisfacción se

refiere al resultado de la apreciación que un individuo haga acerca de su vida, proceso que

incluye juicios cognitivos mediante los cuales se evalúa la calidad de vida en base al

conjunto de criterios que cada individuo elija. Dentro de este proceso, la persona realiza

una comparación entre sus aspiraciones y logros alcanzados, experimentando mayor

satisfacción a medida que la discrepancia entre ambos se acorta (Casullo & Solano, 2000).

Sin embargo, es importante resaltar que la satisfacción también se verá influida por

factores tales como el temperamento, la personalidad o el nivel educativo.

Asimismo, otra diferencia importante entre el componente afectivo y el cognitivo

(satisfacción) es que mientras las reacciones afectivas suelen ocurrir como respuestas a

factores inmediatos o de corta duración, el índice de satisfacción es reflejo de una

evaluación de vida a largo plazo. De este modo, los estados afectivos parecerían entonces

más pasajeros, mientras que la satisfacción vital resultaría más estable e incluso menos

influenciada por los estados de ánimo (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1999). Dado esto,

dentro de la perspectiva del bienestar subjetivo la satisfacción vital resulta ser el

componente más adecuado para ser estudiado (Casullo, 2002).

De otro lado, resulta importante destacar que la satisfacción con la vida puede ser de

dos tipos: global o por dominios. La primera se refiere a la satisfacción que el individuo
tiene acerca de toda su vida, mientras la segunda se refiere a la satisfacción que tiene en

los aspectos específicos de la misma, tales como el trabajo, la salud, la relación con sus

familiares, etc. Si bien se ha llegado a un consenso acerca de la importancia de cada uno

de estos componentes, es probable que cada persona le asigne un peso distinto a cada uno

en base a sus propios criterios. Por tanto, al querer conocer la satisfacción de vida de un

grupo de individuos, resulta más beneficioso evaluar el juicio global que estos hacen

acerca de su vida en vez de aquel que puedan tener en cada uno de los dominios

específicos previamente mencionados (Pavot & Diener, 1993).

Sin embargo, Krause (1991) ha planteado que el poder estudiar la relación entre la

satisfacción global y la satisfacción por dominios también resulta importante, sobre todo

en la etapa adulta mayor, porque esto permite comprender la manera en que las

sensaciones de satisfacción vital emergen durante dicha etapa.

De otro lado, si bien hasta la actualidad no se han desarrollado modelos que intenten

explicar a profundidad y con precisión la construcción de la satisfacción vital, la literatura

indica que existen ciertos factores que inciden en el nivel de satisfacción experimentado.

1.2.4.1 Factores relacionados a la Satisfacción Vital en el Adulto Mayor

Variables demográficas: En primer lugar, en cuanto a la edad, los resultados del estudio

de Alarcón (2001) indicaron que la satisfacción de vida no declina con el paso de los

años. Incluso, se encontró que los adultos de 50 y 60 años mostraron mayores niveles de

bienestar que los menores. Según el autor, estos resultados son importantes pues indican

que si bien el adulto mayor debe afrontar muchos cambios durante el proceso de

envejecimiento, ello no reduce necesariamente sus niveles de satisfacción. Esto encuentra

relación con los hallazgos de Martinez (2004), quien encontró que los adultos mayores se

encuentran satisfechos con la vida, incluso por encima de adolescentes y adultos jóvenes.
En cuanto al rol del género, Alarcón (2001) indicó que este tampoco tiene efectos

sobre el bienestar subjetivo ni sobre la satisfacción vital. No obstante, el mismo autor

señala que al hablar de género y bienestar, resulta muy importante tomar en cuenta que las

fuentes de felicidad suelen ser muy distintas en el caso de hombres y mujeres. Esto

concuerda con investigaciones como la de Atchely (1976. En Hollis, 1998), quien a partir

de un estudio con adultos mayores, encontró que si bien no habían diferencias

cuantitativas entre ambos, si existían diferencias cualitativas que resultaron muy

significativas. Así, mientras los hombres enafatizaban más la importancia del status social

como un elemento importante para su satisfacción vital, las mujeres enfatizaban la

importancia de tener más relaciones interpersonales. Estos resultados han sido

encontrados en otras investigaciones acerca de los sentimientos satisfactorios como las de

Forest (1996) y French, Gekoski y Knox (1995. En Hollis, 1998).

Finalmente, en cuanto al estado marital, Diener, Suh, Lucas y Smith, (1999) citan las

investigaciones llevadas a cabo por Kurdeck (1991) y Mastekaasa (1995), quienes

encontraron que las personas casadas reportan sentirse más felices que aquellas que son

solteras, divorciadas o viudas. Incluso, dichos autores encontraron que las correlaciones

entre el matrimonio y el bienestar subjetivo son altas aun cuando las variables de edad e

ingreso económico hayan sido controladas.

Ahora bien, se debe tomar en cuenta que la satisfacción vital no sólo se relaciona con

el estado conyugal, sino también con la calidad del matrimonio (Alarcón, 2001). En este

sentido, se ha encontrado que la estructura de la relación, la expresividad emocional y el

compartir roles son indicadores de una mayor satisfacción de vida para cada miembro de

la pareja (Gottman & Levenson, 1986; King, 1993; Hendrix, 1997. En Diener, Suh, Lucas

& Smith, 1999).


En el caso de los adultos mayores, si bien el matrimonio puede ser satisfactorio,

autores como Vega (1995) han indicado que las personas de 70 a 90 años se consideran

menos felices en sus matrimonios que aquellas que tienen 63 a 69 años, quizás porque la

edad avanzada y las dolencias físicas pueden incrementar las tensiones entre los miembros

de la pareja.

Participación y Soporte Social: En cuanto a la participación social, se ha encontrado que

esta se asocia con el proceso de envejecimiento satisfactorio y la satisfacción vital

(Bowling & Farquhart, 1996). Cuando esto no sucede (cuando se tienen pocos contactos o

se está inactivo la mayor parte del tiempo), las personas pueden sentirse solitarias y ver la

vida desde una perspectiva más negativa. Dentro de la misma línea, Ianuzelli y England

(2000) encontraron que durante la etapa de envejecimiento, la interacción social y las

actividades de ocio tales como asistir a clubes recreacionales estaban relacionadas a una

mayor satisfacción vital. Los hallazgos de Harlow y Cantor (1996) apuntan en la misma

dirección e indican además que la participación social es una variable importante sobre

todo para los jubilados en relación a sus niveles de satisfacción.

La relación entre la integración social y la satisfacción también ha sido encontrada por

Pinquart & Sörensen (2000. En Fry, 2001), Elliot & Sheldon, 1997 y Elliot, Sheldon &

Church (1997. En Oishi, 2000). Estos últimos demostraron que el tipo de actividad que

realizan los adultos mayores, así como la motivación intrínseca para involucrarse en ellas,

tienen un gran impacto positivo sobre su bienestar, en especial en cuanto a la satisfacción

de vida.

Asimismo, Vega (1995) señala que el contacto y las relaciones interpersonales

estimulan la mente y tienen grandes efectos beneficiosos sobre el desarrollo personal y la

satisfacción vital en los adultos mayores. Esto concuerda con las investigaciones llevadas
a cabo por Bowling & Farquhart (1991), quienes indicaron que la satisfacción vital del

adulto mayor estaba relacionada a la cantidad de contactos, la amplitud de su red social y

el número de confidentes dentro de la misma.

En cuanto a las diferencias de género relativas al impacto del soporte social sobre la

satisfacción vital, los resultados de las investigaciones parecen no ser concluyentes.

Así, por ejemplo, la investigación de Freysinger et al., (1993. En Hollis, 1998) indicó

que la reducción de la red social durante la etapa adulta mayor tenía efectos negativos

sobre el bienestar de la mujer, pero no sobre el del hombre. Por el contrario, Ryff (1989.

En Oishi, 2000) identificó que durante la adultez media y la adultez mayor, tanto hombres

como mujeres mencionaron que el poder mantener relaciones significativas con los otros

constituía uno de los factores más importantes para su bienestar y su satisfacción vital.

Los hallazgos de Castro y Sánchez-López (2000) coinciden con esto último, demostrando

que los vínculos con personas cercanas son la fuente de mayor soporte para los adultos

mayores, actuando como redes de apoyo y barreras contra el estrés y otros trastornos

psicológicos.

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