Ciencia y Humanismo en la Salud 2015, Vol. 2, No 3, pp.

116-122
revista.medicina.uady.mx

Artículo de Revisión

Síndrome de Burnout: una revisión breve

Lizzette Gómez de Regil1, Damaris F. Estrella-Castillo2
1
Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán. México.
2
Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Yucatán. México.

RESUMEN
En las recientes décadas se ha podido observar como el síndrome de “burnout” o “desgaste
(profesional)”, se ha convertido en un fenómeno psicosocial internacional y de creciente
interés tanto para al público en general como para la comunidad científica. Gradualmente
tanto disciplinas laborales como de la salud física y/o mental se han comprometido a su
estudio, lo cual no ha sido tarea fácil dadas la ambigüedad del término. El presente trabajo es
una breve revisión del burnout incluyendo su definición, síntomas, diagnóstico y propuestas
de tratamiento. Se debate aún si el burnout puede calificar como una enfermedad o un
síndrome diferenciable de otros trastornos psíquicos, o si es tan sólo un síntoma. El concepto
que se tenga de burnout determina los medios e instrumentos para su estudio,
detección/diagnóstico y atención/tratamiento. Si bien existe amplia literatura respecto al
burnout, es innegable que al día de hoy la falta de consenso sobre su definición es el máximo
obstáculo para su estudio tanto a nivel teórico como empírico. A fin de mantener el espíritu
humanista en la atención a la salud es necesario implementar a nivel institucional e individual
estrategias de prevención e intervención.
Palabras clave: Burnout, professional, Revisión

ABSTRACT
In recent decades it has been observed how the burnout syndrome has become an
international psychosocial phenomenon and the focus of increasing interest not only for the
scientific community but also for the general public. Gradually, work- as well as
physical/mental health concerned disciplines have become committed to its study; not an
easy task given the ambiguity of the concept. Here a brief review of burnout is presented,
including its definition, symptoms, diagnosis and proposed treatments. It is still under debate
whether burnout can be considered an illness or syndrome differentiated from other mental
disorders or if it is just another symptom. How burnout is conceptualized determines the
means and instruments for its study, detection/diagnosis and assistance/treatment. Although
literature regarding burnout is vast, the lack of consensus in its definition is, undeniably, the
main obstacle for its study at both, theoretical and empirical level. In order to promote a
humanistic spirit in health services
it is necessary to implement institutional and individual strategies for prevention and
ntervention.
Key words: Burnout, professional, Review

Autor de correspondencia: Lizzette Gómez-de-Regil. Hospital Regional de Alta Especialidad de la

Península de Yucatán (HRAEPY). Calle 7, No. 433 por 20 y 22, Fraccionamiento Altabrisa Mérida, Yucatán,
México, 97130 Tel. +52 (999) 942 7600 Fax +52 (999) 254 3535 Correo electrónico:
gomezderegil@gmail.com.

Fecha de Recepción: 22 de junio de 2015 Fecha de Aceptación: 3 de noviembre de 2015

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Gómez-de Regil L y Estrella-Castillo D.
Introducción.
En las recientes décadas se ha podido observar
como el síndrome de “burnout”, traducido al
castellano como “desgaste (profesional)”, se ha
convertido en un fenómeno psicosocial
internacional y de creciente interés tanto para
al público en general como para la comunidad
científica (1,2). Es en el ámbito laboral donde
este concepto surge y se desarrolla al
identificarlo como una causa importante de
bajo rendimiento y ausencia en el trabajo
(1,3,4). Gradualmente tanto disciplinas
laborales como de la salud física y/o mental se
han comprometido a su estudio, lo cual no ha
sido tarea fácil dadas la ambigüedad del
término. Las profesiones dedicadas a la atención
de la salud son particularmente vulnerables al
burnout, y sus signos (agotamiento emocional,
despersonalización, mínimo sentido de logro),
son resentidos también por los
pacientes/usuarios. El burnout contamina la
relación entre el profesionista y el paciente y el
espíritu humanista de servicio a los otros,
disminuyendo la empatía, el altruismo, e incluso
la calidad profesional, a la par que se ven
dañadas la calidad y la seguridad de la atención
al paciente y la satisfacción de éste con el
servicio (5). El presente trabajo es una breve
revisión del burnout incluyendo su definición,
síntomas, diagnóstico y tratamiento. El
contenido de esta breve revisión puede ser de
interés y utilidad para todos aquellos a cargo de
la salud organizacional/laboral y para los
profesionales con la responsabilidad de atender
a aquellos que se vieran afectados.
El concepto de Burnout.
El término burnout fue acuñado en los años 70’s
por el psicólogo estadounidense Herbert
Freudenberger para describir un estado de crisis
psiquiátrica y física a consecuencia de un estrés
severo y altas expectativas en personas que se
desempeñan en profesiones “de ayuda” (de
atención, de cuidado) (3). Inicialmente se
identificó en profesionales cotidianamente al
servicio de personas que requerían cuidados,
como el personal médico y de enfermería. Hoy
día, el término se ha extendido para incluir a
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otras profesiones y/u oficios, cuando también
en el ejercicio de éstas se presentan condiciones
de alto estrés, agotamiento físico y emocional
(1,2), por ejemplo, terapeutas (6), psicólogos
(7), trabajadores sociales (8), maestros (9), e
incluso estudiantes (10,11) y amas de casa (12).
A pesar de la popularidad mediática y científica
del término no se cuenta aún con una
definición. Desde una perspectiva clínica, el
DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales de la Asociación Americana
de Psiquiatría) no lo reconoce, y el CIE-10
(Clasificación Internacional de Enfermedades de
la Organización Mundial de la Salud) lo nombra
“enfermedad consuntiva” y lo clasifica entre los
problemas relacionados con dificultades con el
modo de vida (capítulo XXI, Z73.0)
describiéndolo tan solo como “estado de
agotamiento vital”. Por esto, es práctica común
que en la atención clínica y para fines de
cobertura médica, se le diagnostique como
depresión. Desafortunadamente, al no tener
claramente definido lo que el “burnout” es (o
no es) no se puede diagnosticar y no podemos
conocer objetivamente su prevalencia (1).
Aún sin una única definición, la literatura
muestra un consenso en dos puntos claves para
identificar el burnout: 1) una condición de
alienación, pérdida de motivación y baja
autoestima, agotamiento, despersonalización, y
mínima satisfacción con la realización de tareas,
y 2) ésta condición es consecuencia de un estrés
continuo por la percepción de marcadas
diferencias entre los recursos disponibles y los
que una persona considera como necesarios
para construir una carrera profesional
estimulante y satisfactoria, con relaciones
significativas que promuevan el sentido de
plenitud en su proyecto de vida (3,13).
Síntomas de Burnout.
Como se mencionó anteriormente, el burnout
es un concepto que surge en el campo de la
psicología laboral para identificar un estado de
malestar físico y emocional, crónico o temporal,
por un constante estrés en el trabajo. El síntoma
característico es la sensación de fatiga crónica y
de constante agotamiento, acompañado de
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falta de concentración, decremento en la
memoria y cambios negativos en la
personalidad (desinterés, cinismo, agresividad).
En casos extremos y sin la atención adecuada
puede evolucionar un cuadro de ansiedad y/o
depresivo que lleve al suicidio. Así también se
incrementa el riesgo de adicciones y
enfermedades somáticas (por ejemplo, migraña,
estómago irritable, taquicardia). Entre las
consecuencias sociales se observa el aislamiento
en el lugar del trabajo y/o en la vida privada. En
el ambiente laboral se incrementa un bajo
rendimiento, inasistencias e incapacidades (3).
Sin embargo, a diferencia de otros estados
mentales disfuncionales, como la depresión, el
burnout no tiene un diagnóstico diferencial, por
lo que se cuestiona si es en sí una enfermedad o
tan sólo un síntoma atribuible a trastornos
depresivos, de la ansiedad o somáticos que
puedan requerir tratamiento farmacológico y/o
psicoterapéutico (1,3,14,15). De igual forma se
han de descartar que alguna enfermedad física
o algún medicamento puedan dar una mejor
explicación al malestar, antes de calificar un
estado de burnout (1). Hoy día parece poco
probable que se reconozca al burnout como un
diagnóstico clínico y sin embargo, es la sociedad
en general, cada vez más expuesta al estrés
laboral, quien lo acredita como un fenómeno
psicológico que requiere atención profesional
inmediata.
Para la óptima valoración del burnout se
requiere la opinión multidisciplinaria del
paciente, el médico general y el especialista,
psicólogo y otros profesionales de la salud. Se
ha evaluar posibles discapacidades o
disfunciones, consumo de sustancias y de ser
posible contar con pruebas de laboratorio
generales y de los sistemas endócrino e
inmunológico. De igual forma, la valoración
psiquiátrica es indispensable para descartar
otros trastornos (3).
Cuestionarios de Burnout.
El primer instrumento y el más ampliamente
utilizado es el Inventario Maslach de Burnout.
Éste consiste en 22 ítems que se presentan en
formato de escala Likert con 7 opciones de
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respuesta (de 0 a 7) que hacen referencia a la
frecuencia con que se experimentan ciertos
pensamientos o sentimientos, desde “nunca”
hasta “todos los días”. Los ítems se agrupan en
tres dimensiones: agotamiento emocional (9
ítems, puntuación de 0 a 54),
despersonalización (5 ítems, puntuación de 0 a
35), y realización personal (8 ítems, puntuación
de 0 a 48). En general se considera una
puntuación igual o mayor a 34 como indicador
de burnout (16).
El cuestionario “Burnout Measure” (17) incluye
21 ítems con 7 opciones de respuesta en escala
Likert para medir tres dimensiones:
agotamiento físico, emocional y mental. La
versión breve reduce la escala a 10 ítems (18).
En ambas versiones se obtiene un puntaje
global sin punto de corte establecido.
El cuestionario SMBM (Shirom-Melamed
Burnout Measure) incluye 14 ítems sobre fatiga
física, agotamiento emocional y desgaste
cognitivo en una escala Likert de siete puntos y
es una versión posterior al SMBQ (Shirom-
Melamed Burnout Questionnaire) de 22 ítems
con cuatro escalas: fatiga física, desgaste
cognitivo, tensión y apatía (19).
El cuestionario OLBI (Oldenburg Burnout
Inventory) (20) consta de 16 ítems con 4
opciones de respuesta, de “totalmente de
acuerdo” a “totalmente en desacuerdo”.
Contempla dos dimensiones, desapego y
agotamiento, cada una con 8 ítems.
El Cuestionario para la Evaluación del Síndrome
de Quemarse por el Trabajo (CESQT) incluye 20
ítems que se distribuyen en 4 dimensiones
denominadas: ilusión por el trabajo (5 ítems),
desgaste psíquico (4 ítems), cinismo (6 ítems) y
culpa (5 ítems). Los ítems se evalúan en una
escala Likert de 5 grados que va de 0 (Nunca) a
4 (Muy frecuentemente: todos los días). Bajas
puntuaciones en ilusión por el trabajo junto a
altas puntuaciones en desgaste psíquico y
cinismo suponen altos niveles de burnout (21).
Cabe mencionar que este cuestionario fue
diseñado en idioma castellano y se han
reportado buenas propiedades psicométricas en
muestras mexicanas (22,23).
Estos cuestionarios son sólo algunos y los más
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comúnmente utilizados. Se ha de resaltar que
éstos han sido elaborados con fines de
investigación y su uso en la práctica clínica debe
ser complementado con otros estudios como se
mencionó en el apartado anterior. Una
limitación importante de estos cuestionarios
viene de la falta de una clara definición de
burnout, por lo que su validez de constructo es
difícil de establecer y de comparar. De tal
forma, un diagnóstico de burnout basado
exclusivamente en el uso de alguna de estas
escalas no es recomendable.
Burnout y depresión.
Ciertos síntomas atribuidos al burnout coinciden
con un cuadro depresivo, por ejemplo:
cansancio extremo, ánimo decaído y bajo
rendimiento. Por otra parte, algunos síntomas
son propios del burnout. Por ejemplo,
alienación, particularmente del trabajo. En la
depresión los pensamientos y sentimientos
negativos no se limitan a la esfera laboral, sino
que afectan a todas las áreas de la vida. Así
mismo, baja autoestima, desesperanza y
tendencias al suicidio, son característicos en la
depresión pero no en el burnout (1).
Existe evidencia de que, si bien depresión y
burnout se correlacionan, estos son constructos
diferentes (24). Sin embargo, otros estudios
empíricos (25) y de revisión sistemática de
literatura (26,27) sugieren que la evidencia
empírica a favor de dos constructos
diferenciados es inconsistente y poco favorable,
posiblemente a consecuencia de un consenso
diagnóstico para burnout y de la
heterogeneidad de los trastornos depresivos. El
punto de diferenciación, si es que existe, entre
burnout y depresión, es un importante debate
actual, con importantes implicaciones para la
prevención y el tratamiento, psicoterapéutico y
farmacológico.
Burnout (Desgaste/profesional) y Burden
(Sobrecarga del cuidador).
El burnout surge en el ámbito de la psicología
laboral particularmente de las profesiones de
ayuda. Actualmente, con el incremento en el
porcentaje de personas tanto de la tercera edad
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como de aquellos con enfermedades crónicas y
degenerativas, se requiere cada vez más el
involucramiento de algún familiar como
cuidador primario. El familiar que asume este
rol no suele tener formación alguna como
profesional de la salud ni recibir remuneración
económica, más aún, desempeña esta labor
permanentemente, sin horarios ni tiempos de
descanso pues generalmente es quien vive con
el paciente. El burnout puede verse como la
progresión de una constante sobrecarga
(Burden) hasta el punto en que la experiencia
de cuidado no es viable ni saludable para el
familiar cuidador y el paciente (28). Burden se
define como un estado psicológico resultado de
la combinación de trabajo físico, presión
emocional, restricciones sociales y dificultades
económicas que se dan por el hecho de cuidar a
un familiar enfermo (29). Si bien ambos
conceptos son estados de malestar psicológico y
pueden tener síntomas somáticos asociados,
Burnout y Burden no son equivalentes. La
investigación, tanto en cuidadores formales
como informales (30–32) ha encontrado que
ambos conceptos se relacionan entre sí, son
claramente diferenciables y de gran importancia
para la protección del bienestar del cuidador.
Atención y tratamiento.
Desde una perspectiva preventiva se proponen
por una parte estrategias enfocadas a la
institución, como la creación y preservación de
un ambiente saludable (estilos de comunicación
y liderazgo, manejo del tiempo), reconocimiento
del desempeño (verbal, económico, social) y la
capacitación a personas en puestos de
liderazgo. Para un trabajo individual o de
pequeños grupos se ha propuesto técnicas para
mejorar la tolerancia al estrés, de relajamiento,
de asertividad, promover actividades de ocio
(deporte, cultura, naturaleza), relaciones
personales estables (familia, amigos, pareja),
reducir la frustración por falsas expectativas, y
el manejo del aspecto religioso/espiritual. Para
grupos de personas en ocupaciones de riesgo
(por ejemplo, médicos, enfermeras, cuidadores
primarios), programas de monitoreo y atención
temprana, y en caso de presentarse síntomas
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psiquiátricos, terapia farmacológica y/o
psicoterapia (3).
Una revisión sistemática de la literatura (33)
encontró que entre varios tipo de terapia
incluyendo musicoterapia, Qigong, y terapia
física, la terapia cognitivo conductual reportaba
evidencia más consistente de su eficacia. A
pesar de que numerosos estudios han
procurado analizar objetivamente la utilidad de
los tratamientos propuestos los resultados son
sólo preliminares y bastante limitados en su
diseño y poco comparables entre sí.
Humanismo y burnout.
Un trato humanista hacia el paciente por parte
de los profesionales de salud - sensible al origen
cultural, valores y preferencias del paciente -, es
esencial en una atención de calidad. Sin
embargo, aún las mejores intenciones con el
tiempo pueden irse diluyendo por la sobrecarga
de compromisos laborales, económicos y
familiares. Se ha observado que actitudes
humanistas en el trabajo, por ejemplo, buscar
un balance entre las tareas, involucrarse como
tutor en la enseñanza de la profesión y buscar
conectarse con los pacientes en un plano
personal y respetuoso, no sólo da significado a
la labor profesional sino que funciona como un
antídoto para el burnout. Prácticas humanísticas
no son innatas, pueden ser
enseñadas/aprendidas y son modelos para
estudiantes y futuras generaciones de
profesionales. Los efectos positivos tanto para
el profesional (prevención de burnout), como
para el paciente y los estudiantes
colaboradores, son incentivos significativos para
una práctica humanista en el ámbito de trabajo
(34).
Si bien hábitos humanistas previenen el
burnout, también el efecto contrario es
evidente; el burnout en profesionales de la
salud pone en riesgo el humanismo en el
servicio - desánimo en el ejercicio de la
profesión, desinterés por continuar
capacitándose, apatía ante las necesidades de
los demás, y poca o nula identificación con las
metas institucionales. Por esto, la
implementación de estrategias de prevención,
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detección e intervención a nivel organizacional
es tarea necesaria; de lo contrario, el burnout
continuará causando errores en el desempeño,
ausentismo, renuncias laborales y conductas no
profesionales, dañando no sólo el estado de
salud física y emocional del profesional, sino
también el del paciente, y la relación entre
ambos (5).
Conclusiones.
El Burnout ha sido reconocido como un factor
importante para el desempeño; aunque
inicialmente se detectó en los profesionales
dedicados a la atención y cuidado de otros,
gradualmente su estudio se ha extendido tanto
para otro tipo de ocupaciones como para
cuidadores informales. Se debate aún si el
burnout puede calificar como una enfermedad o
un síndrome diferenciable de otros trastornos
psíquicos, o si es tan sólo un síntoma. El
concepto que se tenga de burnout determina
los medios e instrumentos para su estudio,
detección/diagnóstico y atención/tratamiento.
Si bien existe amplia literatura respecto al
burnout, es innegable que al día de hoy la falta
de consenso sobre su definición es el máximo
obstáculo para su estudio tanto a nivel teórico
como empírico. A fin de mantener el espíritu
humanista en la atención a la salud es necesario
implementar a nivel institucional e individual
estrategias de prevención e intervención.
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