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INTRODUCCIÓN

Entender cómo se produce la maldad y como se consigue que cualquier persona


realice ciertos actos antisociales puede ofrecer una base para impedir que hechos
semejantes se repitan.
Este trabajo en ningún momento trata de justificar la maldad, pero sabemos que
si no la tratamos y la comprendemos nunca podremos combatirla. Como afirma
Montalvo (2012) justificar la maldad es aportarle racionalidad y la maldad carece de
racionalidad.
El objetivo de este trabajo es establecer un concepto de maldad intentando
derribar mitos acerca de que está es una característica que poseen sólo algunas personas,
las cuáles se tiende a creer que están trastornadas, para entender porqué las personas
siguen cometiendo actos de maldad contra sus semejantes.
Para abordar pues el estudio de la maldad se ha dividido el trabajo en cuatro
capítulos, de los que avanzo sus contenidos más destacados.
El primer capítulo trata de buscar una definición de maldad, para ello se analizan
las distintas definiciones que aportan autores de psicología social y filosofía entre otros.
Además se realiza una clasificación de distintos factores que ayudan a que las
personas cometan actos de maldad con más facilidad de la que se espera.
Por último se hace una breve diferenciación con conceptos cercanos a maldad pero que
no se deben confundir, al menos en este trabajo.
El segundo capítulo está orientado a la explicación de quienes son los agentes de
maldad. Se pretende ofrecer un marco teórico en el cual observar que no podemos
asegurar que nosotros nunca haríamos tal cosa.
Se diferencia al agente de maldad que realiza la acción y en otro orden al agente
de maldad que ve la acción y no hace nada para evitarla. Para ello nos servimos de un
caso real.
En el tercer capítulo se habla de la maldad actual, porque los actos de maldad
extrema no han acabado, no son solo cosa del pasado.
Se trata de dar una explicación al fanatismo actual y se realiza un análisis del
yihadismo en concreto, además se ven las consecuencias psicosociales de tales actos.
En el cuarto y último capítulo se trata de buscar algunas soluciones propuestas
por diferentes autores para los actos comentados anteriormente.
Se sirve de aportaciones de autores de psicología social en contraposición a la
maldad y programas que se implantan actualmente en contraste al fanatismo y las
consecuencias del yihadismo.
La maldad actual es significativa para los individuos por la cual nos estamos
destruyendo unos a otros, si no entendemos por qué ocurre y en que somos responsables
no podremos afrontarla jamás.
BREVE REVISIÓN HISTÓRICA
La maldad es una cuestión que preocupa a las personas desde siempre.
Se dice desde la perspectiva del cristianismo que los humanos estamos
condenados a vivir en el pecado desde que Eva mordió la manzana prohibida. La
maldad se manifiesta en su hijo Caín (Quiles, Morales, Fernández y Morera, 2014).
La humanidad está llena de actos de maldad desde las sociedades antiguas donde
se esclavizaban personas para la construcción de pirámides en la sociedad egipcia hasta
los actos de terrorismo más actuales como DAESH (al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-
Sham).
Desde la psicología social los experimentos de Zimbardo y Milgram son los más
representativos de este concepto.
Zimbardo (2012) realizó el conocido experimento de la prisión de Stanford en el
que jóvenes estudiantes que habían sido sometidos a pruebas para comprobar que eran
lo más sanos posibles, mentalmente hablando, pasaron a ser divididos entre carceleros y
prisioneros. Se les dio instrucciones a los guardias sobre cómo debían actuar, se les dio
porras y todo aquello relacionado con el uniforme. Se hizo lo mismo con los
prisioneros, arrebatándoles nada más llegar sus ropas, adjudicándoles un numero y con
una cadena que no podrían quitarse bajo ningún momento. El experimento tuvo que ser
concluido mucho antes de lo esperado, ocho días antes, puesto que los guardias se
metieron demasiado en el papel, como explica Zimbardo debido a las causas
situacionales, y se produjeron conductas de abuso, despersonalización…este fue uno de
los experimentos con más polémica relacionado con la maldad en psicología social.
Por otro lado el experimento de Milgram (1982) buscaba saber si los ciudadanos
eran capaces de realizar actos crueles a personas que no conocían. Para ello realizó un
experimento en el cual una persona en una sala tenía el acceso a unos interruptores
eléctricos que supuestamente conectaban con otra persona en otra sala, los sujetos no se
veían pero si se escuchaban. La persona que disponía de los interruptores realizaba
preguntas a la otra y cada vez que se equivocaba le daba una descarga. Naturalmente la
persona no recibía las descargas pero la persona que las ejecutaba pensaba que sí. Se vio
como cada vez las personas daban más voltaje a las descargas y cuando se llegaba a 150
las personas decían que querían abandonar, con la figura de autoridad del experimentador las
personas que daban la descarga acababan el experimento sin dejar
de dar descargas y sin cuestionar el experimento ni poner ninguna resistencia.
Todo esto contribuye al tema de la maldad que nos ocupa y que han sido
aspectos de mucha relevancia en la humanidad, nos ayudan a estudiar y entender la
conducta humana con respecto a conductas sobre la maldad, cual es su posible origen,
quienes son los agentes que la provocan y quienes las posibles víctimas.
CAPITULO I.
¿QUÉ ES LA MALDAD?
Según la RAE, maldad viene del latín malitas que significa cualidad del malo.
Esto nos reseña que los que hacen la conducta de maldad son propiamente las personas.
Es definida como una acción mala e injusta.
Describir el concepto de maldad ha sido siempre una tarea complicada en
psicología social. Los autores difieren en la intensidad del hecho y en el origen de la
conducta.
Quiles, Morales, Fernández y Morera (2014) señalan que “generalmente el
termino maldad se usa para referirse a acciones prototípicas de daño que implican un
perpetrador y una víctima” (p.23).
Autores como Waller o Baumister (En Quiles, Morera, Correa, Leyens, 2010)
insisten en que el mal no sólo se refiere a actos extremos sino que pueden ser daños que
pasan en relaciones diarias, para Baumister además suponen el daño interpersonal
intencional.
Por otro lado Staub (En Quiles et al., 2010) habla de situaciones sumamente
dañosas, persistentes o repetitivas, una forma extrema de agresión.
Goldberg (1999) “entiende la malignidad como actos que producen sufrimientos
inmerecidos” (p.3).
San Agustín (En Goldberg, 1999) piensa que el mal no es un principio activo,
sino una ausencia de virtud.
Desde la ética, algunos filósofos diferencian entre mal banal y mal radical.
Hablar de mal radical seria hablar del mal sin razón, realizado por un agente de forma
gratuita, sin causa aparente. Por otro lado, hablan de mal banal tiendo en cuenta la
mediocridad mental del perpetrador y la racionalidad burocrática inherente al sistema
político (Quiles, Morera, Correa, Leyens, 2010).
Zimbardo (2012) elabora una definición relacionando la conducta de maldad con
la situación en que se encuentre la persona.
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La maldad consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate,
humille, deshumanice o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la
propia autoridad y del poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así
en nuestro nombre (Zimbardo, 2012, p.26).
Zimbardo (2012) se apoya en su experimento de la prisión de Stanford aludiendo
al hecho de que las personas que estaban en los roles de policías y presos eran personas
normales y sanas, “cualquier conducta extrema que hubieran manifestado era síntoma
del poder de la situación, no un síntoma de una patología personal” (p.252).
Según Huneeus y Isella (1996) se considera el mal como una presencia que
cambia nuestras vidas y domina todas nuestras acciones. El mal es tratar a una persona
sin respetar su humanidad.
En lo que la mayoría de los autores coincide es en que se considera la maldad
como un acto deliberado que causa daño a otra persona de forma consciente.
Se diferencian dos tipos de maldad: maldad cotidiana y maldad extrema. La
maldad extrema entendida como actos en los que se realizan conductas inhumanas y las
cotidianas que no implican conductas tan espantosas.
Se puede entender la maldad como un continuo en el que es posible clasificar las
conductas de mayor a menor intensidad (Morales, Huici, Gómez y Gaviria, 2008).
Nosotros nos vamos a centrar en las de mayor intensidad, es decir, la maldad
extrema.
La maldad extrema ocurre cuando el agente de la maldad excluye moralmente al
otro y lo convierte en prescindible o irrelevante (Morales et al., 2008).
La historia está repleta de actos de maldad. Nos gusta pensar que estos actos son
ejecutados por otras personas, que nosotros seriamos incapaces, pero no nos hemos
visto en una situación así. Como expresa Zimbardo (2012) en el efecto Lucifer “la
mayoría de las personas percibimos el mal como una entidad, una cualidad inherente a
unas personas y no a otras (p.28). La mayoría de nosotros nos creemos especiales y
creemos a ciencia cierta, aunque no se haya dado el caso, que no seriamos capaces de
actuar de forma tan extrema. Zimbardo y otros autores sostienen la idea de que fallamos
al creernos tan benévolos.
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A continuación haremos un análisis de factores que favorecen que las personas
cometan esos actos tan extremos y mientras lo hacemos podríamos preguntarnos si
realmente podemos afirmar que nosotros no hubiéramos cometido actos de maldad
extrema si hubiéramos estado en la situación.
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Factores que favorecen la maldad extrema:
1. Deshumanización:
La deshumanización facilita la conducta de maldad porque no se ve a la
víctima como un igual, no se le ve siquiera de la misma especie, esto nos puede
ayudar a entender porque los nazis llamaban ratas o perros a los judíos en el
holocausto.
Para Harris y Fiske (En Quiles et al., 2014) la percepción deshumanizada
consiste en un error espontaneo a la hora de considerar la mente de otra persona.
Zimbardo (2012) explica que “la deshumanización es un proceso básico
que estigmatiza a los demás y les atribuye una <<identidad carente de valor>>.”
(p.404). Asimismo asegura también que el despojar a los otros de sus
características humanas se realiza mediante los procesos de etiquetas así como
de procesos propagandísticos.
Dos estrategias para deshumanizar:
-Exclusión moral: se trata de considerar a los miembros del otro grupo como
inferiores.
La exclusión moral pasa cuando se trata a la otra persona como diferente y se le
sitúa en una categoría inferior y negativa (Quiles et al., 2014).
-Deslegitimación: considerar a los miembros del otro grupo como un grupo
extremadamente negativo, tratar al otro grupo como algo indeseable,
inaceptable. Para la deslegitimación se necesita el desprecio y el miedo.
Se puede hacer a través de propaganda como ocurrió en el holocausto o como
está ocurriendo actualmente con el terrorismo, por ejemplo desde DAESH donde
se presenta a la sociedad occidental como infieles por su forma de vida contraria
a la yihad, sociedades sin vinculación religiosa.
Según Bar-Tal (En Quiles et al., 2014) hay varias formas de deslegitimar
a un grupo como el uso de categorías negativas para referirse a los miembros del
otro grupo, dotarlos de rasgos no humanos, asegurar que son personas que
transgreden las normas sociales fundamentales entre otras.
2. Miedo y desprecio
El miedo está relacionado con otros factores que favorecen la maldad,
como la ideología, cuando se nos presenta a un grupo como amenaza de nuestras
libertades y garantías básicas o como algo que puede atacarnos de manera
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extrema, aceptamos e incluso justificamos el hecho de despreciarlo, atacarlo,
torturarlo…
Como afirma Zimbardo (2012) “el ser humano es capaz de renunciar por
completo a su humanidad por una ideología irreflexiva.” (p.39).
El miedo es además una de las armas más potentes que tiene el Estado para
conseguir que las personas renuncien a ciertos valores a cambio de la seguridad
que este ofrece (Zimbardo, 2012).
Caus (En Zimbardo, 2012) decía que el miedo es un método; el terror
provoca miedo y el miedo hace que la gente no pueda pensar de manera
racional.
Para que las personas maten en las guerras, el Estado, crea una imagen
del enemigo, de cómo sería estar bajo el dominio de ese enemigo. El estado crea
un condicionamiento mental para que los soldados sientan odio por el
<<enemigo>>. (Zimbardo, 2012).
Como afirma Dalai Lama (1998) “los enemigos no poseen cuerpo físico
con piernas y brazos, ni sostienen armas en la mano, sino que residen en nuestra
mente y nos afligen desde dentro y nos convierten en esclavos” (p.28). Se puede
entender el enunciado como que el miedo esta dentro de nosotros. Hay que tener
especial cuidado con este factor ya que las acciones que se hacen a partir del
miedo pueden ser valoradas como actos al servicio de la humanidad (Lama,
1998).
3. Pertenencia grupal: categorías y construcción de una identidad
El grupo hace que las personas sientan que pertenecen a una identidad
social, eso les da seguridad y facilita la comparación de unos grupos a otros.
Como decía Festinger (1954) la cohesión grupal es la resultante de todas las
fuerzas que actúan sobre los miembros para que permanezcan en el grupo.
La presión del grupo se ha identificado como una fuerza que hace que las
personas actúen de una forma que no harían si no pertenecieran al grupo.
Zimbardo (2012) explica que “los grupos hacen que hagamos cosas que
normalmente no haríamos por nuestra cuenta. Su influencia es indirecta y tiende
a limitarse a ofrecer un modelo de conducta que quiere que imitemos” (p.351).
Esto nos puede ayudar a entender porque personas normales y corrientes
humillaron y abusaron de otras en la prisión de Stanford, porque personas que
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sabían lo que estaba pasando en los campos de concentración no actuaron. La
película La Ola (2008) muestra muy bien la formación del grupo, la identidad, la
comparación con otros y finalmente el etnocentrismo grupal.
Morales et al. (2008) cuentan que la organización del mundo en
categorías a través de las pertenencias grupales incita en las personas la
necesidad de humanizar su grupo y restringir la esencia humana de los
exogrupos.
4. Ideología
La ideología podría definirse como un conjunto de valores que
comparten ciertas personas y hacen que piensen de una manera y no otra. Todos
tenemos una ideología, en términos de maldad hablaremos de la ideología en
cuanto a los valores y nomas aceptadas por todos.
Según Zimbardo (2012) “la ideología es la <<regla suprema>> a la que
nadie se opone y que nadie cuestiona porque parece ser totalmente <<correcta>>
para la mayoría de la gente en un lugar y en un momento concretos” (p.313).
La ideología relacionada con el sistema hace que las personas tengan una
especie de consentimiento a actuar contra las personas que no actúen conforme a
esas normas aceptadas que hemos mencionado anteriormente (Zimbardo, 2012).
La ideología está estrechamente relacionada con el factor de pertenencia
grupal. Pertenecemos a un grupo social con una ideología concreta, lo que hace
que nos comparemos con otros y facilita la cohesión con nuestro grupo y el
distanciamiento con el resto.
Esta idea esta reforzada con la teoría de Heider (1958) de que nos
relacionamos con quienes piensan como nosotros y nos distanciamos de los que
no.
Si la cuestión es cómo consigue la autoridad que las personas hagan esos
actos, Goldberg (1999) nos dice que “el uso de tácticas como cargar el lenguaje,
metáforas hábilmente fraseadas (…) hace al seguidor agudamente accesible a la
sugestión y a las órdenes” (p.255).
O como lo hacían los nazis y fascistas con el uso de la propaganda. Quiles
(2014) “las imágenes proyectadas desde el cine o la televisión pueden a partir de
los encuadres seleccionados, naturalizar estereotipos negativos y estigmas de
ciertos grupos sociales” (p.234).
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5. Obediencia ciega a la autoridad:
Cumplir órdenes nos hace sentirnos menos culpables. Castigar, torturar,
dañar, se aprecian como actos menos salvajes si los realizamos porque alguien
nos lo exige.
Una dictadura pues, no sólo está compuesta por personas horribles,
también por personas normales que “cumplen con su deber” (Playground, 2016).
“Para esto se adiestra a los soldados (…) si el soldado no es consciente de que es
responsable de sus actos, de que esta bajo la influencia de sus superiores, la furia
se desata en una orgia de violaciones” (Zimbardo, 2012, p.521).
Estos son solo unos factores, por supuesto hay muchísimos más, pero nos hemos
centrado en los que más coinciden los distintos autores de psicología.
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Conceptos cercanos a la maldad: diferenciación.
Conviene distinguir estos conceptos próximos a la maldad. Por una parte:
Agresividad: el mal y la agresión implican daño intencional hacia una persona,
lo que lo diferencia es que la agresión es intencional pero la maldad es además
planificada.
El mal no solo implica intencionalidad, también un plan. El mal requiere
conocer la vida, el entorno del sujeto al que se pretende causar daño (Quiles et al.,
2014).
Y por otra parte, la violencia según Staub (En Quiles et al., 2014) explica que
uno de los modos de diferenciar el mal de la violencia es la elaboración de un plan.
De nuevo se considera la maldad como un acto que se planifica.
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CAPITULO II.
LOS AGENTES DE LA MALDAD
“La maldad existe, no hay que cederle todos los actos inexplicables que puede cometer
un ser humano a la locura.”
(Elvira Lindo)
Nos gusta pensar que las personas que cometen actos de maldad no son personas
normales o no están mentalmente sanas.
Se ha especulado sobre si Hitler tenia esquizofrenia (Viana, 2013). y tal vez
pensar este cierto tipo de cosas nos tranquilice y nos hagan pensar que estamos a salvo
porque no cualquiera puede hacernos tal daño.
Actualmente también se habla sobre si los ejecutores de los atentados yihadistas
llevaban estimulantes durante los acontecimientos de Paris o similares. Aunque no
hable de los mismos terroristas, Zimbardo (2012) afirma que “los exámenes forenses de
muchos terroristas suicidas nunca se han hallado indicios de alcohol u otras sustancias.”
(p.388). Lo que indica que los actos de maldad suelen hacerse con una conciencia clara.
Preferimos ver la locura de los criminales como rasgos de la personalidad de
estos, en lugar de aceptar que las fuerzas sociales tienen un papel protagonista en los
actos antisociales, son estas fuerzas sociales las que llevan a personas a cometer actos
criminales.
La realidad tal vez sea más tormentosa. Nos cobijamos frente a prejuicios
egocéntricos que hacen que tengamos la idea de que somos especiales (Zimbardo,
2012).
Zimbardo habla del poder de la situación más que de si la persona es buena o
mala, sea capaz o incapaz de hacer diferentes conductas, esto lo apoya desde su
experimento de la prisión de Stanford donde antes de entrar los sujetos experimentales
fueron analizados para asegurar que fueran personas normales y sanas. Nos aconseja
que dejemos de pensar de una manera dicotómica yo bueno-yo malo (Zimbardo, 2012).
Además de fallar al afirmar que sólo las personas malas son las que cometen
actos de maldad extrema, también fallamos al pensar que las personas actuamos más
por la personalidad que por la situación. Zimbardo se apoya en lo que Ross (1977)
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llamó error fundamental de atribución que aparece cuando las personas atribuimos la
conducta de alguien a causas internas más que a causas situacionales.
Lifton (En Goldberg, 1999). realizó una investigación para demostrar que los
médicos nazis eran personas normales y descubrió que conseguían llevar una vida
normal con los mecanismos psicológicos de entumecimiento psicológico y
desdoblamiento.
Un ejemplo de personas que se creen buenas y hacen actos malos nos lo da
Tarlarn (2009) reflexionando sobre Franco, un hombre que iba a la iglesia los domingos
a la vez que “lleva a la muerte a seres humanos por el hecho de tener pensamientos
distintos a sus intereses” (p.169).
En definitiva, podemos afirmar que todas estas atribuciones de la maldad a la
locura, a los enfermos mentales no son más que defensas que nos tranquilizan; como
dijo Morales (2008) lo que más espanta de la maldad es que en la mayoría de los casos
las lleva a cabo gente corriente.
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Pasividad y omisión de ayuda
Actualmente y desde 1996 existe en España el deber de socorro (Código Penal
de 1995, Título IX del Libro II, integrado por los artículos 195 y 196) lo que quiere
decir que si una persona está en peligro de muerte y otra es testigo y puede hacer algo
por impedirlo y no lo hace puede ser multado e incluso tener una condena de cárcel. Es
decir, podemos ser penados por no hacer nada cuando debemos hacer algo.
Wiesel (En Goldberg, 1999) habla de su experiencia en un campo de
concentración y expresa que lo más espantoso de su sufrimiento fue la indiferencia de
los espectadores más que de la crueldad de los nazis.
Kitty Genovese fue un ejemplo de omisión de socorro. La joven volvía a su casa
en Queens y fue atacada por un hombre, ella pidió ayuda y sus vecinos se asomaron por
las ventanas, solo uno gritó al hombre y este se escondió pero al ver que nadie le
ayudaba tras esperar 15 minutos volvió a atacarla, incluso llegó a violarla (Arteaga,
2010). Kitty murió pero seguramente con la intervención de sus vecinos no hubiera sido
así.
La psicología social se pregunta a partir de ahí porque no tuvieron los vecinos
una conducta pro social y porque con muchos otros ejemplos la gente mantiene una
actitud pasiva. Se llega a tres posibles factores que expliquen este fenómeno (Darley y
Latané, 1968):
1. Difusión de la responsabilidad: suponemos que los demás puedan ser más
competentes para realizar la conducta de ayuda, en cambio cuando estamos
solos somos más proclives a actuar.
Según este concepto cuanto mayor es la cantidad de testigos en una situación de
emergencia, menor es la responsabilidad que siente cada persona de ayudar.
2. Ignorancia pluralista: tiene que ver con la influencia social, si vemos que el resto
de personas permanecen inactivos nos hace creer que a lo mejor la situación no
es de emergencia.
3. Aprensión ante la evaluación: tiene que ver con el miedo a cometer una torpeza
social, el hecho de que sea en un espacio donde hay más gente hace que el
individuo dude de si es capaz o no de ayudar ante tanta gente.
Aparece la ansiedad del individuo que duda que sea capaz de llevar con éxito su
intervención lo que hace que no lleve a cabo la conducta de ayuda. Por otro lado,
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puede aumentar la conducta si el individuo se siente competente y capaz de
actuar bien.
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CAPITULO III.
LA MALDAD EXTREMA EN LOS TIEMPOS MODERNOS
Los tigres sólo matan para comer, nosotros nos hemos exterminado por unos párrafos
(Voltaire, 2006).
Después de ver qué es la maldad y cómo podemos sucumbir a ella, podemos
hablar de la maldad extrema en la que se encuentra la sociedad occidental actual.
Los tiempos han cambiado, pero desgraciadamente la historia no. Como dijo un
sabio “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. Parece que la sociedad
occidental niega las guerras que presencio, las crisis, los campos de refugiados…ya que
como puede verse en el panorama social actual todo está volviendo.
Fanatismo
La sociedad actual se enfrenta a una maldad, a una posible guerra en la cual no
se sabe a quién se ataca ni por quién se es atacado hasta el momento en sí. Hablamos de
fanatismo.
“El fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un
gen del mal” (Sarasola, 2015, p.13). De la misma forma indica que la naturaleza del
fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. El fanático piensa que si
algo es malo, se debe destruir, se debe acabar con ello y con todo su entorno.
“Nadie actúa pensando que hace el mal” (Sanz y Pinto, 2002, p. 276). Los
fanáticos son personas que consideran que salvan al mundo con sus acciones, son los
buenos de la historia, hacen todo lo necesario por el bien de la humanidad. Para los
fanáticos el fin si justifica los medios.
“El fanático es una criatura de lo más generosa (…) A menudo está más
interesado en los demás que en uno mismo” (Sarasola, 2015, p. 26). Lo que viene a
decirnos Sarasola es que el fanático está tan preocupado por llevar sus ideas a cabo, está
tan seguro de que es lo correcto, está tan seguro de que es lo mejor, que no tendrá en
cuenta los medios para llegar a ese fin que es tan extraordinario.
Normalmente el cabeza del grupo fanático se siente el elegido, tiene una misión
y por eso hace lo que hace, podría relacionarse con ideas delirantes, en concreto ideas
sobrevaloradas que dominan la vida de la persona.
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Esta puede ser una explicación pero como hemos visto anteriormente las
personas que cometen actos malvados suelen ser personas mentalmente sanas, aunque
los actos de maldad extrema suelen asociarse con personas perturbadas ya que no se
encuentra explicación ni racionalización; pero no por eso podemos dársela simplemente
argumentando que “no son personas normales” (Molina, 2009).
Compañeros de Bin Laden lo describían como una persona tranquila que en
ocasiones se alteraba con el enemigo (Sanz y Pinto, 2002). ¿Podemos afirmar
rotundamente que Bin Laden tenía un problema mental y por eso actuaba con tanto
sadismo?; también podría ser que tuviera una ideología irreflexiva combinada con
venganza, y puede también que utilizara los factores vistos en el Capitulo I para
deshumanizar al enemigo y ayudar a que sus aliados no sintieran nada al atacar al
enemigo.
Una vez más, no podemos limitarnos a llamar loco a alguien porque cometa y
haga cometer actos contra la humanidad. Llamarle loco no nos ayudará. Llamarle loco
no nos hará buscar soluciones para que actos de este tipo no se reproduzcan, porque
pensaremos que es una acontecimiento puntual, es un hombre que se volvió loco y
consiguió unos aliados, llamarle loco no nos ayudará porque no entenderemos que
cualquiera podría convertirse en el elegido.
Llamarle loco es fácil y nos tranquiliza pero debemos ver estrategias y formas,
qué hacer para combatir a las personas mentalmente sanas que cometen actos de
violencia extrema. De lo contrario no podremos afrontar tales actos.
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Fanatismo en Europa
En Europa el fanatismo actual viene dado por el terrorismo, entre lo más
presente y conocido, DAESH. El propio colectivo reniega del nombre DAESH porque
es un concepto que no los contempla como estado, amenazan con cortar la lengua a
quienes se refieran a ellos en esos términos.
También conocido como la yihad. Yihad significa máximo esfuerzo. Se entiende
como una lucha, sus aliados buscan reorganizar el mundo a través de la violencia
(Cockburn, 2015).
Su ideología está basada en el salafismo wahabí, un movimiento que predica la
ruptura con las sociedades occidentales, rechaza además la comunidad musulmana real.
Rehúsa de otros formas de adoración islámica (Cockburn, 2015).
“El objetivo del salafismo es la vuelta al mundo musulmán” (Lathion y Haenni,
2011).
Conocido en sus orígenes como EIIL (Estado Islámico de Irak y Levante) y
actualmente ISIS (Estado Islámico).
El cambio de nombre no es casual, corresponde a que en sus inicios pretendía
controlar Oriente y con el poder que ha logrado su objetivo se ha ampliado hacia los
países de Occidente.
Realmente nada en DAESH es casual, es una organización que “tiene mucho
cuidado al elegir sus objetivos y el momento optimo para atacarlos” (Cockburn, 2015).
El objetivo principal de ISIS es implantar la religión islámica en los territorios
donde no existe la confesión islámica.
FACTORES FACILITADORES PARA LA EXPANSIÓN DE ISIS
1. Control del territorio
2. Medios de comunicación
3. Control del petróleo
4. Militancia
5. Corrupción
6. Los soldados que entran se mantienen
Tabla 1. Elaboración propia basado en Cockburn (2015)
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Es muy importante para su expansión el territorio. A pesar de los últimos
reverses que ha sufrido, Estado Islámico de Irak y Levante, controla parte de Siria e Iraq
casi por completo lo que facilita sus operaciones. El control de Iraq se dio gracias a que
era un país corrupto y el poder estaba dividido. Siria fue relativamente fácil de
conquistar debido a que sufre cinco luchas internas a parte de la islámica, es un país que
ya estaba debilitado (Cockburn, 2015).
Por otro lado, viven por y para la guerra, educan a los niños en el uso de armas y
las mujeres son una herramienta para tener hijos y así hacerse más fuertes y grandes.
Se sirven de los medios de comunicación tanto para hacer propaganda como
para manifestar y declarar su compromiso con el estado islámico. Ejemplos como los
videos en los que queman sus pasaportes como símbolo de que no pertenecen a ningún
estado que no sea el Estado Islámico, o videos brutales sobre sus éxitos al conquistar
Siria o Iraq (Cockburn, 2015).
“Sus habilidades en el uso de las comunicaciones modernas e internet superan
por mucho a la mayoría de los movimientos políticos existentes en el mundo”
(Cockburn, 2016, p.110).
Por último, no sorprende que usen el miedo para mantener los soldados que ya
tienen, si un soldado quiere abandonar ISIS sabe que es mejor hacerlo en batalla que por
la mano de su propio movimiento terrorista (Cockburn, 2015).
Jessica D. Lewis (En Cockburn, 2015) describió al Estado Islámico como “una
organización extremadamente vigorosa, resistente y capaz” (p.55).
Desde su visión solo puede idolatrarse a Ala, y por tanto solo puede leerse el
Corán. De hecho consideran que los territorios que controlan actualmente no son suyos,
la Tierra es de Ala.
Pretenden acabar con todos los que no estén registrados en sus pensamientos y
en su idea de religión. Pero como decía Lactancio (en Voltaire, 2006) “la religión
forzada ya no es religión: hay que persuadir no forzar. La religión no se ordena”
(p.232).
El porqué se basan en el Corán para cometer sus actos cuando muchos
musulmanes no terroristas siguen su lectura y no por ello cometen tales actos está
relacionado con dos factores, el primero es la interpretación, las personas interpretamos
de forma diferente un poema, una canción y en este caso el libro sagrado de los
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musulmanes, dividido entre los que consideran que el Corán es la herramienta para
salvar a la humanidad y los que creen que es un pilar en su religión y una herramienta
que ayuda en la oración. En segundo lugar, pueden estar apoyándose en el Corán para
no sentirse responsables de sus actos, el mecanismo que hemos visto anteriormente
acuñado por Milgram, obediencia ciega a la autoridad, si la máxima autoridad es Ala y
en segunda instancia Mahoma, lo que diga el libro sagrado es el responsable de tales
actos.
Las personas que cometen crímenes y se escudan en creencias religiosas o
ideológicas delegan su responsabilidad a un bien mayor, por ello pueden hacerlo,
incluso llegar a pensar que son los buenos de la historia.
Aun así nos cuesta aceptar que de contenidos del Corán (En Martin y
Grosfoguel, 2012) como el siguiente se interprete como una invitación a luchar contra el
diferente:
La diversidad no significa la creación de conflictos (…) significa más bien
conocerse unos a otros. Ser diferente en color o lengua, ser diferente ética o
culturalmente es una señal divina, una señal tan significativa como la creación
de los cielos y la tierra.
Ríos (2010) sostiene que las personas interpretamos las cosas y sus contenidos
según la propia experiencia.
No sabemos cómo ha sido la experiencia de los primeros yihadistas, pero
sabemos que se aprovechan de personas que se han visto despechadas por el islamismo
o por el contenido europeo (Lathion y Haenni, 2011). O de personas que han perdido su
identidad o nunca han logrado construirla, personas que no son aceptadas por la
sociedad occidental y no pertenecen al país del que vienen sus raíces (Martin y
Grosfoguel, 2012). Aportan seguridad e identificación a esas personas, como era
evidente, se benefician entre otros, de lo más vulnerables.
Seguramente creen una imagen del enemigo, que “es visualizado en los miles de
aviones de guerras que lanzan bombas sin cesar” (Sanz y Pinto, 2002). Porque no
olvidemos que la sociedad occidental también ataca. Crear una imagen del enemigo
ayuda al endogrupo a odiar más al exogrupo y facilita su destrucción.
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“La identificación de enemigos (…) y de sus amenazas está muy extendida entre
los grupos más radicales, que suelen considerar su deber prioritario combatirlos”
(Molina, 2009, p.53).
Las sociedades occidentales estaban tranquilas pensando que ISIS sólo tenía
como enemigos a los musulmanes que no predicaban lo que ellos, pero visto los últimos
acontecimientos en Paris y Bruselas, estamos ante pensamientos ilusorios, defensas
como diría Freud (En Freud, 1973) que sirven al yo como herramientas ante
acontecimientos susceptibles de conducir a la neurosis. Son creencias que nos
tranquilizan y una vez más no nos ayudan.
Podrían ser mecanismos tales como la negación nos apoyamos en ella para no
aceptar lo que ocurre en la realidad exterior (Gamboa, 2011). O el aislamiento que nos
hace evitar experimentar un alto nivel de angustia, o la racionalización por la cual las
personas reemplazarían un hecho real desagradable por uno agradable (Freud, 1973). Es
decir, nos tranquiliza pensar que terroristas como ISIS solo atacan a musulmanes porque
así pensamos que estamos a salvo y no tenemos que tolerar la angustia que nos
generaría pensar que podemos ser los siguientes en su lista. Nos podemos apoyar
también la defensa llamada escisión que divide el mundo en buenos y malos, hemos
creado “una imagen reduccionista y monolítica de nosotros y ellos, las dos culturas
como si fueran dos universos cerrados” (Martin y Grosfoguel, 2012, p.42).
Los Estados también se apoyan en defensas, por ejemplo a Estados Unidos
siempre le ha interesado que Al Qaeda sea vista como el enemigo principal o vista en lo
más alto de la pirámide del terrorismo propiamente dicho. Esto es debido a que cuando
el enemigo tiene nombre es más fácil de atacar, pero reconocer que ISIS es ahora la
organización que manda en el terrorismo, los cuales se alistan a sí mismos y brotan de
cualquier parte, no parece una tarea tan fácil, seria sinónimo de sembrar el pánico
(Cockburn, 2015).
Es cierto que el enemigo principal de DAESH son los musulmanes no
yihadistas, no toleran a nadie que no se adoctrine en sus pensamientos pero menos si
son musulmanes, son considerados como infieles de primer orden.
En un segundo escalón esta la sociedad occidental. Se nos distingue como
sociedades que han perdido su vinculación religiosa.
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Odian además la cultura laica, no es casualidad que donde más ataquen o hayan
atacado hasta el momento haya sido el país de la ilustración, de la igualdad y la
fraternidad.
Odian los gobiernos, consideran que el único gobierno es Ala. Odian las
relaciones interpersonales libres, las consideran impuras. Odian la música, se considera
la música como una forma de idolatrar a artistas, una forma que impide la oración.
Odian la libertad y por supuesto el pensamiento crítico. Y como todo fanático se han
propuesto acabar con todo ello.
Odian todo eso porque consideran que no es lo que Mahoma predicaba y se
escudan en su religión como ultima defensa de que lo que hacen es lo correcto.
Son todos estos odios y desviaciones de la sociedad occidental por la cual atacan y en la
cual se basan para realizar sus atentados.
Los malos somos nosotros, toda la sociedad occidental, nos merecemos lo que
nos pasa por pensar, escuchar Eagles of Death Metal, no rezar todos los días, por
estudiar y por leer. Así lo menciono el terrorista Sidique Jan (En Molina, 2009) que
murió cometiendo un atentado por la siguiente idea “vuestros gobiernos
democráticamente elegidos cometen continuamente injusticias contra mi pueblo en todo
el mundo, y vuestro respaldo hacia ellos os hace directamente responsables, así como yo
soy directamente responsable de proteger y vengar a mis hermanos y hermanas
musulmanes>>.
Consecuencias psicosociales del yihadismo: islamofobia
La islamofobia es un fenómeno que crece debido a acciones como el fanatismo,
su incremento prevalece desde los atentados del 11S, 11M, etc. Además de que mucha
gente no diferencia entre Islam político e Islam religioso (Ibarra, 2007). El islam
político seria el que convierte su religión en una ideología política, en este caso una
ideología irreflexiva.
No dejarse llevar por el miedo y el pánico será fundamental para no generalizar
en quién es un terrorista y quién no. No podemos juzgar a un colectivo por un grupo que
comparte la misma religión.
De lo contrario actos semejantes a lo ocurrido el 29 de abril de 2016 no cesaran.
En el cual un agente de la policía de baja por un dolor lumbar disparó 12 veces contra
un marroquí (Ortega, 2016). Cuando le preguntaron por qué lo hizo su única declaración
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fue “porque antes de que un moro de estos nos reviente de un bombazo, lo reviento yo”
(En Ortega, 2016).
El juez ya ha pedido un informe psicológico. No se niega rotundamente que el
acusado tuviera algún delirio en aquel momento, pero no se tienen en cuenta y deberían
constar todos los prejuicios que prevalecen en la sociedad occidental y que no cesaran si
no se hace algo al respecto; Luis Ángel V., el agente que ataco brutalmente contra un
marroquí, se dejo llevar por esos prejuicios y por el miedo mencionado en el capitulo I
como factor que favorecen actos de este calibre, entre otros.
El Consejo de Europa (en Martin y Grofosguel, 2012) ofreció la siguiente
definición de islamofobia:
El temor o los prejuicios hacia el islam, los musulmanes y todo lo relacionado
con ellos. Ya tome la forma de manifestaciones cotidianas de racismo y de
discriminación u otras formas más violentas, la islamofobia constituye una violación de
derechos humanos y una amenaza para la cohesión social.
“Un lenguaje racista y xenófobo no puede justificarse en la protección de los
derechos fundamentales” (Martin y Grosfoguel, 2012, p. 43).
El tema del islamismo es en parte responsabilidad de la sociedad occidental,
parte de los prejuicios hacen que no aceptemos por completo otras culturas como la
musulmana, hemos puesto nuestro granito de arena para que muchos de ellos sufran
crisis de identidad de las que se hablo en el capitulo 3, de las que se aprovechan los
terroristas para alistar aliados.
Reconocer esa responsabilidad nos puede ayudar a buscar soluciones.
Martin y Grosfoguel (2012) hablan de procesos de construcción identitaria, de
un proceso de sustancialización de la diferencia. El hecho de que no se forme una
identidad en estos grupos tiene que ver con que la sociedad de acogida no acepta
aspectos de la sociedad receptiva, son percibidos como una amenaza, incompatibles,
rechazables e incluso inferiores.
Se debe acabar con ese tipo de prejuicios y mitos, de lo contrario no se podrá
construir una sociedad libre y con diversidad.
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El fracaso de la integración tiene que ver con la cantidad de discursos que se
hacen sobre que el Islam es una religión peligrosa y destructiva (Martin y Grosfoguel,
2012). También debemos acabar con esos mitos.
“Europa tiene que redefinir su identidad para acoger al islam” (Martin y
Grosfoguel, 2012, p.11).
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CAPITULO IV.
ALTERNTIVAS A LA MALDAD
No combata al mal y morirá el mundo
(Casablanca)
Después de ver que lleva a la maldad a ejecutarse parece necesario ofrecer y ver
alternativas, soluciones que podemos poner en marcha contra la maldad y en segunda
instancia contra el fanatismo.
PASOS DESCRIPCIÓN
Me he equivocado Admitir que cometer errores es algo
humano.
Estoy atento Exigir que las afirmaciones se justifiquen
con pruebas.
Soy responsable Estar dispuestos a responsabilizarnos de
nuestros actos.
Afirmaré mi identidad personal Impulsar practicas para que los demás se
sientan especiales y se den valor personal
y amor propio.
Respeto la autoridad justa pero me rebelo
contra la injusta
Educar para que las personas sean
corteses si la autoridad está justificada y
no serlo cuando no lo merece
Deseo ser aceptado pero valoro mi
independencia
Aprender a distanciarse del grupo cuando
se considera que sus conductas no van con
las nuestras
Estaré más atento a las formulaciones Como se formula una cuestión hace que
florezcan unas ideas y no otras. La idea es
estar atento a estas formulaciones
No sacrificare libertades personales o
civiles por la ilusión de seguridad
Importante el papel del miedo cuando
actuamos y no sabemos en contra de qué.
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Puedo oponerme a sistemas injustos No resistirse a los cambios
Tabla 2. Elaboración propia adaptada de Zimbardo (2012)
Como puede observarse en la tabla, Zimbardo ofrece una serie de pasos para
prevenir la maldad, se centra en la independencia y potencialidad de las personas, dando
mucha importancia al pensamiento crítico.
Uno de los pasos más importantes es creernos responsables de nuestros actos por
todo lo que ello implica. Creernos responsables de nuestros actos significa que lo que
hagamos tiene que ser porque creemos en ello, no puede estar justificado por el miedo o
por el ansia de seguridad, significa también que debemos pensar y criticar las
situaciones que nos encontremos, significa criticar el sistema y el propio grupo,
significa revelarse cuando veamos las situaciones injustas.
Ser responsable significa “saber cuándo hay que seguir a los demás y cuando hay que
ser leal a una causa” (Zimbardo, 2012, p.555).
Heroísmo
Según la RAE se entiende por heroísmo “esfuerzo eminente de la voluntad
hecho con abnegación, que lleva al hombre a realizar actos extraordinarios al servicio
de Dios, del prójimo o de la patria.”
El heroísmo es el elegido por Zimbardo (2012) para combatir la maldad. El
heroísmo y la atribución de si un acto es considerado heroico o no dependerá de la
persona o el grupo que realice dicha atribución. Es decir, la mayoría de las personas de
Occidente condenarían los actos llevados a cabo por ISIS, pero si es el mismo ISIS
quien hace la atribución de la conducta la considerarían como un acto heroico.
Normalmente un acto es considerado heroico cuando se realiza en beneficio de
los demás o por los principios morales básicos de una sociedad (Zimbardo, 2012).
CRITERIOS PARA QUE UN ACTO SEA CONSIDERADO HEROICO
1. Debe ser un acto voluntario
2. Debe suponer algún riesgo para la persona que lo realiza
3. Se debe realizar en beneficio de otra persona
4. No se debe haber previsto de antemano ningún beneficio
Tabla 3. Elaboración propia adaptado de Zimbardo (2012)
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Al igual que en la maldad, las personas que realizan hazañas de este tipo no son
personas especiales, son personas normales, y por eso es importante saber cómo se
forma para intentar potenciarlo en las sociedades actuales.
“La mayoría de las personas que han realizado un acto heroísmo se niegan a que
se les califique de héroes” (Zimbardo, 2012, p.589).
Lo que se debe fermentar con el heroísmo es que se normalice el hecho, que se
avive la idea de que cualquiera de nosotros puede realizar un acto heroico más de la
idea que es algo meramente extraordinario (Zimbardo, 2012).
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Conducta pro social
La conducta pro social no siempre aparece cuando hay una situación de
emergencia, debemos primero comprenderla para saber cómo potenciarla y hacer que
aparezca más a menudo.
La conducta pro social es un término que depende del grupo de referencia y de
la sociedad a la que pertenece, un comportamiento es pro social o no dependiendo de
quién o quienes lo definan.
Hablamos de tres subcategorías Mansted y Hewstone (En Gaviria, 2003):
Conducta de ayuda: la conducta de ayuda tiene como consecuencia proporcionar
algún beneficio a la otra persona. No todos los tipos de ayuda son iguales ni
tienen los mismos efectos.
Cooperación: dos o más personas se unen para ayudar a una persona y que esta
obtenga un beneficio. Es una conducta referida al grupo donde normalmente este
también obtiene un beneficio.
Altruismo: que las consecuencias de una conducta sean beneficiosas para otras
personas no significa que la conducta se considere altruista.
Para que una conducta se considere altruista tiene que cumplir los siguientes
requisitos (López, Apodaka, Eceiza, Etxebarría, Fuentes y Ortiz, 1994):
1.Beneficiar a otro
2.Ser voluntaria
3.Estar bien definida: significa saber con seguridad que al que estamos
ayudando verdaderamente necesita nuestra ayuda.
4.No deben anticiparse beneficios extrínsecos inmediatos: si se pueden obtener
beneficios intrínsecos como son refuerzos motivacionales de la conducta de
ayuda.
5.Suponer mas costes que beneficios.
Moñivas (1996) considera que toda conducta altruista es pro social aunque no
toda conducta pro social es altruista:
Conducta prosocial altruista Conducta prosocial no altruista
Hacer algo por alguien sin esperar
nada a cambio (la acción
desinteresada).
Hacer algo por alguien sabiendo que
obtendremos algún beneficio.
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Ocultar nuestra identidad cuando
llevamos a cabo algún tipo de ayuda
(dar dinero, objetos para una
subasta…)
Revelar nuestra identidad cuando
llevamos a cabo algún tipo de ayuda.
Arriesgar la vida, espontáneamente,
por un grupo o persona.
Llevar a cabo acciones peligrosas
calculando los beneficios.
Donar órganos en vida. Donar órganos después de muerto.
Adoptar a un niño teniendo hijos
biológicos.
Apadrinar a un niño del tercer mundo.
Tabla 4. Conductas prosociales altruistas y prosociales no altruistas (Moñivas,
1996, p.130)
Modelo de Piliavin y Piliavin (1972): Modelo de Activación y Coste-
Recompensa:
Es un modelo que dice que la decisión final de actuar depende de factores
emocionales y cognitivos. Los factores emocionales serian activados por la ansiedad
que siente la persona al ver a otra necesitar ayuda y los factores cognitivos el análisis
entre los costes y los beneficios. El hecho de realizar o no la conducta depende de la
percepción de la persona sobre los costes:
Si ambos costes son altos: la persona ayudara a la victima pero no de forma
directa. Por ejemplo buscara ayuda de otras personas.
Si ambos costes son bajos: depende la situación, la personalidad, las normas
sociales…
Es un enfoque económico de la conducta humana, que supone que el individuo
sopesa los pros y los contras antes de actuar, y está motivado sobre todo por su propio
interés.
Una vez que sabemos que es la conducta altruista y que a priori no es fácil que
aparezca, nos centramos en cómo podemos trabajar con ella para que aparezca más a
menudo.
El contexto escolar parece que es uno de los lugares más relevantes para fomentar
su aparición.
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“La escuela es el agente socializador sin dudas por excelencia dentro de una comunidad,
(…) los niños se impregnan de los valores culturales que los dirigentes eligen
transmitir.” (Fingermann, 2011).
Existen trabajos en este ámbito que están comprometidos en tres objetivos (Ruiz,
2005):
1. Disminuir las conductas negativas y antisociales a partir del incremento de
comportamientos prosociales. Existen varios programas de intervención como
son:
Programa del pensamiento prosocial en un contexto educativo (Lopez, et
al., 2002), que pretende dar apoyo a estudiantes con riesgo de exclusión
social.
2. Prevenir las conductas agresivas y problemáticas. Actualmente hay varios
programas, entre otros:
Estudio de Cashell (2001). Es una especie de aprendizaje por
observación donde los niños aprenden unos de otros y se refuerzan entre
ellos.
Estudio de Skinner (2002). Para prevenir la conducta social negativa se
refuerza la conducta prosocial que ha tenido un estudiante delante de
toda la clase.
3. Incrementar el repertorio conductual proposocial-altruista. Existen los siguientes
programas de intervención:
Programa de Desarrollo de la Conducta Prosocial-Altruista de López et
al. (1994). Es un programa que tiene en cuenta el punto de vista del otro,
la cooperación, la empatía y el concepto de ser humano.
Programa de Roche (1995, 1998, 1999). Se desarrolla sensibilización
cognitiva y una aplicación para la vida real. Es un programa que no solo
se realiza en la escuela; hay fiestas, viajes y jornadas deportivas.
Estos objetivos pueden ser conseguidos con unas recomendaciones (Espejo, 2005):
Establecer un ambiente agradable y utilizar un método centrado en el
compromiso.
Fomentar el trabajo en grupo. Esto puede realizarse poniendo metas en común
entre los alumnos.
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Reforzar la conducta deseada con comentarios positivos.
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En cuanto al fanatismo
Como Osgood señalaba (En Alzate, González y Sánchez, 2007) para
establecer buenas políticas que nos permitan desarrollar enfoques para acabar con los
conflictos se necesita tener en cuenta una serie de variables:
-Relatividad social: o lo que Osgood llama percepción sesgada de lo que es
equitativo. Se refiere a que el proceso de construcción social pasa por tres fases, en la
primera la persona considera que algo es normal y bueno según su visión del mundo y
no acepta la de los demás, en la segunda fase acepta la relatividad de los demás pero no
la propia y en la tercera se aceptaría la propia, pero rara vez ocurre.
-Negación o defensa del yo: desde esta variable se entiende que las personas
evitamos pensar o hablar sobre cosas que nos hacen sufrir o nos crean malestar. Por
ende también evitamos pensar o comentar aspectos más grandes que el individuo como
puede ser una nación o un grupo que piensa de forma diferente.
-Toma de decisiones: es una variable que opera desde lo que pensamos de los
otros, es decir, cuando cavilamos sobre lo que los “otros” van a hacernos hasta el punto
de que nos lo creemos y es entonces cuando tomamos una decisión que quizás no hacía
falta, esa decisión esta sesgada y no parece que sea una de las mejores decisiones que se
tomen en el campo de las negociaciones.
-Psico-lógica: es la variable que se da cuando polarizamos diferentes aspectos en
buenos y malos. Así es como asociamos lo bueno con personas que nos gustan y lo
malo con personas que nos disgustan. La psico-lógica nos plantea un mundo en el que si
pensamos que nosotros somos los buenos está claro que los otros son los malos. Se
atribuyen así rasgos negativos en los demás y comienza un proceso de deshumanización
desde el que se facilita la destrucción del otro.
Osgood (En Alzate, González y Sánzhez, 2007) desarrolló así el GRIT
(Graduated and Reciprocated initiatives in tension reduction) un programa destinado a
reducir la tensión más que a disuadir. Se dio cuenta de que al disuadir lo que se
consigue es que el enemigo no ataque por miedo a la represalia pero no se consigue
acabar con el conflicto. Así pues, el programa pretende acabar con la tensión de ambas
partes incrementando la confianza mutua y aumentando así la seguridad. Para ello se
sirve de dos criterios:
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-Mantenimiento de la seguridad: se trata de tener en cuenta la reciprocidad del
enemigo.
-Inducción de la reciprocidad: en la que se debe dejar claro y en público cuáles
son nuestros propósitos de forma totalmente sincera, estos anuncios tienen que ser una
invitación a la reciprocidad.
“Tomar un café juntos es maravilloso y luchare por ello (…) pero el problema
no se va a solucionar tomando café” (Sarasola, 2015, p.45).
Tampoco se va a solucionar con amor. Aunque puede ser muy reconfortante,
incluso bonito ver y escuchar imagine en el centro de Paris un día después de los
atentados de ISIS, eso no nos salvará, ni cambiara las ganas de los terroristas de atentar
contra Europa, de hecho puede que alimente más sus ganas.
El fanático sólo tiene una visión y un objetivo. La imaginación es pues un arma
poderosa para reducir al fanático. Una persona capaz de ver lo que sus ideas implican
puede hacer que un fanático sea un fanático a medias. La inyección de la imaginación
viene de la mano de la literatura (Sarasola, 2015).
En una guerra no hay que elegir un bando. Una guerra no es un cuento de
buenos y malos (Sarasola, 2015). Hay que estar del lado de la paz. Y no puede haber
paz mientras no se atienda la cuestión de los refugiados.
Miles de personas que no pueden simplemente decir DAESH en ciertos
territorios porque se juegan que se les corte la lengua, y en cambio en otros tener
sobreinformación. No puede haber paz si no hay paz entre los que queremos la paz.
Se necesita de un acuerdo, un compromiso y eso no quiere decir fracaso. No tener un
acuerdo es sinónimo de fanatismo y muerte (Sarasola, 2015).
El problema viene cuando no se quiere un compromiso ni mucho menos un
acuerdo.
Está claro que después de crear una imagen del enemigo, el enemigo es lo más
vil, con lo cual cabe pensar que será vil en todo momento, no mantendrá su palabra,
aunque haya un acuerdo, aunque ceda.
“No hay salida para esta manera de pensar más que el enfrentamiento violento” (Sanz y
Pinto, 2002, p.283). esta manera de pensar evita cualquier acuerdo y compromiso de
paz, haciendo que los conflictos sean cada vez más graves (Sanz y Pinto, 2002).
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Por otro lado, lo único que podrá hacerse según Voltaire (En Savater, 2015) será
enseñar a las futuras generaciones para que aprendan valores más tolerantes y sanos.
Cultivar el pensamiento debe ser un acto que todos deben aprender, es un acto que hay
que sacar a la calle, para ello hay que apoyarse en una serie de condiciones (Savater,
2015):
1. Visión histórica: se refiere al interés de los que tienen el poder y la ignorancia
del pueblo que les da ese poder.
2. Fe racional: se refiere a que cuando creemos que algo es bueno, deseamos que
las personas a las que queremos lo tengan. Y eso está bien si no se llega al
extremo de dárselo aunque no lo quiera.
3. Disciplina
4. Instrumento de combate: el instrumento es el pensamiento. Voltaire piensa que
todos llegaríamos a él si no nos obligaran a pensar de una manera determinada.
5. Un público: apoyarnos en las personas de la calle es esencial. “Ponerlos a ellos
de parte de las ideas filosóficas basta para transformar la sociedad entera”
(Savater, 2015, p. 25).
Como se ha mencionado en el capitulo III, ISIS se nutre de una sociedad ciega, la
solución que aportan Sanz y Cañon (2002) tiene que ver una vez más con cultivar el
pensamiento crítico. Potenciar la cultura y la libertad.
“Ignorar el fanatismo es lo que ha puesto en peligro el bienestar y el progreso. El
arma más eficaz hubiera sido y será y deberá ser la formación de valores críticos, la
preparación intelectual, el compañerismo y la participación” (Sanz y Pinto, 2002,
p.285).
Según Martin y Grosfoguel (2012) la clave para acabar con el fanatismo y el
terrorismo está relacionada con la libertad.
Según Freud (1931) el objetivo de la lucha es que el enemigo cambie su opinión o
su postura. Para resolver conflictos de este tipo debe haber una unión del grupo de
manera permanente, esto es difícil porque incluso dentro de comunidades pequeñas
existen conflictos por distintos intereses. La posibilidad de resolver conflictos aumenta
cuando el grupo tiene necesidades y fines comunes.
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Por otro lado habla de que el individuo se mueve tanto por lazos afectivos como por el
impacto de la violencia. El hombre debería hacer desaparecer el segundo factor lo que
haría aumentar los lazos afectivos contra los hombres y combatiría la guerra.
En última instancia para acabar con las guerras se debería establecer un poder central,
instaurar ese poder significa otorgarle poderío suficiente, de lo contrario no serviría de
mucho.
Los que viven la lucha y la guerra día tras días consideran que la única salida es
un conflicto violento (Cockburn, 2015).
Muchos países de occidente consideran que lo que se debe hacer es bombardear
la zona controlada por ISIS. La realidad es que se conseguiría empobrecer aun más a la
población civil, de la que ISIS que aprovecha, además se provocaría a ISIS
consiguiendo aumentar sus hostilidades hacia Occidente. En otro orden, el bombardeo
no haría que el resto de personas se pusieran en contra de ISIS (Cockburn, 2015).
Un cese al fuego entre de Estados Unidos y las fuerzas de Bashar al-Assad,
presidente de Siria, podría fortalecer la militancia. Una tregua entre los gobiernos
permitiría dedicar los esfuerzos de ambos contra ISIS, reduciría los odios y los miedos
de los que se nutre el Estado Islámico. Es poco probable que exista una tregua pero
parece una de las soluciones más ventajosas (Cockburn, 2015).
Programas
Para frenar la intolerancia, que como en otros crímenes del odio, es la esencia
del fanatismo, aparecen una serie de programas para intervenir e intentar minimizar el
problema.
UNITED (Red Europea para la Acción Intercultural) realiza campañas para
conmemorar los cristales rotos y construir un futuro mejor (Ibarra, 2007).
El movimiento contra la intolerancia describe que la educación sobre el
Holocausto es un elemento fundamental para representar la intolerancia y ver qué
consecuencias tiene actuar desde el odio. En España se llevan a cabo actividades de este
tipo en más de 1500 institutos transmitiendo historias de personas concretas (Ibarra,
2007).
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A través de CIVITAS (Iniciativa contra el extremismo de derecha en los nuevos
Leander alemanes) se han propulsado varios programas que informan sobre racismo y
tienen como objetivo promover la igualdad, sensibilizar a la población y promover una
cultura democrática basada en los derechos humanos, entre ellos (Ibarra, 2007):
Proyectos de estructura
Equipos de asesoría móvil contra extremismo derecha
Desde Acción de jóvenes por la tolerancia se pretende promover una cultura con
tolerancia y de no violencia. Para ello se basan en una serie de métodos (Ibarra, 2007):
Proyectos educativos y de sensibilización
Campañas informativas
Educación para la tolerancia
Investigaciones y estudios de opinión
Asesoramiento legal a grupos vulnerables
Movilización ciudadana
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42
Tolerancia
Como último recurso para combatir conflictos y para combatir la maldad parece
de vital importancia mencionar la tolerancia.
Como se ha comentado anteriormente educar en valores debe ser fundamental en
cualquier estado, pero más aún en aquellos lugares donde no se permite la libertad de
expresión o el pluralismo político, esto parece estar atacando directamente a los valores
sobre la tolerancia (Aguilera, 2008).
Es interesante entender la tolerancia como un principio que no se rige por un
pensamiento absoluto, ni único. Lo único que la tolerancia considera como única verdad
es el valor por la vida. La tolerancia es una virtud necesaria e imprescindible para crear
una sociedad pluralista y abierta (Aguilera, 2008).
Para conseguir la tolerancia debemos relacionarnos con gente que piense de
forma diferente a nosotros, necesitamos a los demás para ver, descubrir y corregir
nuestros propios errores. Para asentar del todo la tolerancia deberíamos admitir que la
verdad es siempre relativa (Aguilera, 2008). No siempre somos nosotros los que
tenemos razón y no siempre es nuestro grupo el bueno. Admitir que el otro tiene sus
razones y sus verdades es un primer paso para el pluralismo y la diversidad, y sobre
todo para la adquisición de la tolerancia.
La tolerancia no significa respetar la opinión del otro.
La tolerancia en palabras de Voltaire (En Tello, 2010) no crea licencias “no
estoy de acuerdo con lo que dices pero luchare hasta el fin para que puedas decirlo”, la
tolerancia es una actitud que se debe tener para acoger la realidad del resto de personas
con el que no se está de acuerdo, es un medio para evitar conflictos, pero no
necesariamente es un medio en el que haya que estar de acuerdo.
Sería absurdo pensar que hay que educar en valores de pluralidad y por otro lado
estar todos de acuerdo en todo. Lo que se busca con la tolerancia es crear pensamiento
crítico a partir del dogma de que ese pensamiento no es único, ni necesariamente el
mejor simplemente porque sea el nuestro, el de nuestro grupo o el de la mayoría.
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43
CONCLUSIONES
Tras el trabajo expuesto estamos completamente seguros de que se necesita
mucho trabajo para actuar en contra de la maldad.
1. Lo primero que se debe hacer es concienciar a las personas de que los actos
de maldad no salen de la nada, y no aparecen únicamente por brotes
psicóticos. Las situaciones en muchas ocasiones nos llevan a actuar de una
manera que creíamos no seriamos capaces de realizar.
2. Tener un pensamiento crítico será fundamental. Está bien tener una
ideología, un grupo y una identidad pero no podemos simplificar y pensar
que nuestro pensamiento es el mejor, nada bueno sacaremos de ahí.
3. Ser conscientes de la responsabilidad de nuestros actos nos hará pensar dos
veces antes de actuar en contra de alguien. No delegar en ningún momento lo
que hacemos a un bien superior debe ser prioritario.
4. Eliminar los prejuicios y mitos en contra de otras minorías étnicas es
también un trabajo que debemos realizar. Dejarnos llevar por ellos y por el
miedo nos llevara de nuevo a la maldad.
5. Enseñar en un entorno con diversidad y tolerancia puede parecer una utopía
después de todo pero es posible si trabajamos en ello.
6. Personalmente he echado en falta algunas alternativas al fanatismo. Los
autores exponen una y otra vez la necesidad de crecer en valores de
diversidad y respeto entre otros, pero no exponen alguna para combatir al
fanatismo ya existente.
Las alternativas de este carácter se reducen a seguir realizando actos
violentos y de seguir en guerra.
7. Los autores que no proponen esa alternativa y proponen un acuerdo entre las
partes en conflicto son criticados por otros que aseguran que ningún fanático
quiere ni aceptará un acuerdo. Esto me hace preguntarme si realmente no hay
alternativa y el futuro que nos espera es tan oscuro como puede parecer.
8. Como último recurso aparece la tolerancia, virtud sin la cual parece que no
puede haber una sociedad libre y con aceptación de todos los miembros y
culturas.
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