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El príncipe moderno
El príncipe no es una obra sistemática del pensador florentino sino un libro viviente (9)
“en el que la ideología política y la ciencia política se fundan en la forma dramática del
mito”.
Gramsci se interesa por el estilo, por la forma mediante la cual Maquiavelo presenta a la
“voluntad colectiva” personificado en un príncipe, en lugar de tratar con principios
abstractos. El pensamiento político es materia viva, drama personificado.
El mito tiene una función indispensable en la praxis, ya que se trata de operar sobre la
voluntad de un pueblo.
(10) “Una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y pulverizado para
suscitar y organizar su voluntad colectiva.”
George Sorel había subrayado la importancia del mito respecto a la acción política
centralizada en la huelga general. Lo que quiere hacer Gramsci es llevar el mito del
terreno del sindicato y la huelga al terreno más constructivo del partido político.
(12) “El príncipe moderno, el mito-príncipe, no puede ser una persona real, un
individuo concreto; sólo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en
el cual comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada
parcialmente en la acción. Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo histórico y
es el partido político: la primera célula en la que se resumen los gérmenes de voluntad
colectiva que tienden a devenir universales y totales.”
(13) “¿Cuándo puede decirse que existen las condiciones para que se pueda suscitar y
desarrollar una voluntad colectiva nacional-popular?, o sea efectuando un análisis
histórico (económico) de la estructura social del país dado y una representación
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“dramática” de las tentativas realizadas a través de los siglos, para suscitar esta voluntad
y las razones de sus sucesivos fracasos.”
Para eso hay que comprender muy bien la historia de Italia, el devenir real de sus
instituciones políticas y económicas. Hay que conocer bien el terreno sobre el que se
realizará la praxis, como Maquiavelo recomendaba al príncipe.
Si no se pudo crear todavía una voluntad colectiva nacional-popular, tuvo mucho que
ver una particular formación “económica-corporativa” feudal, muy poco progresiva y
atada a Italia como sede de la Iglesia.
(13) “Faltó siempre, y no podía constituirse, una fuerza jacobina eficiente, precisamete
la fuerza que en las otras naciones ha suscitado y organizado la voluntad colectiva
nacional popular fundando los Estados modernos.”
Gramsci se pregunta por la relación que hay entre estas condiciones y las “fuerzas
hostiles” asociadas a la aristocracia terrateniente. Las fuerzas positivas se forman sobre
todo en grupos urbanos, asociados a la industria y a una comprensión elevada de lo
histórico-político. Pero es indispensable que las grandes masas de campesinos
confluyan en esa fuerza política.
(15) “Una parte importante del Príncipe moderno deberá estar dedicada a la cuestión de
una reforma intelectual y moral, es decir, a la cuestión religiosa o de una concepción del
mundo.”
El jacobinismo que demanda Gramsci en este texto implica por un lado la creación de
esta voluntad popular, la organización y centralización necesarias para su
funcionamiento y su difusión “dramática” a través del partido.
(15) “¿Puede haber una reforma cultural, es decir una elevación civil de los estratos más
bajos de la sociedad, sin una precedente reforma económica y un cambio en la posición
social y en el mundo económico?”
(15) “El Príncipe ocupa, en las conciencias, el lugar de la divinidad o del imperativo
categórico, deviene la base de un laicismo moderno y de una completa laicización de
toda la vida y de todas las costumbres.” Debe transformarse en un nuevo “tú debes”.
La ciencia de la política
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Maquiavelo aporta ante todo la autonomización de la ciencia política respecto de la
moral, de la religión, pero esta concepción no pudo convertirse aún en “sentido común”.
Pero Gramsci sostiene que lo que está haciendo Maquiavelo es la educación política del
pueblo, le enseña los medios necesarios para los fines que se plantea. Los que
gobiernan, ya tienen este saber, se forman en la pragmática del poder.
En discusión con Croce, no pensará este problema tan hegelianamente, sino en el eje
estructura-superestructura. La política es el primer grado de lo superestructural.
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Aquí aparece el concepto de “bloque histórico” (originalmente de George Sorel), que
trata de pensar justamente la relación entre estructura y superestructura como una
unidad, como un bloque que entonces incluye un momento de la economía y un
momento de la ideología, la política y de la cultura. Esto es un momento de la historia.
(21) “No se puede concebir una pasión organizada permanentemente sin que se
convierta en racionalidad y reflexión ponderada y deje por lo tanto de ser pasión, la
solución sólo puede encontrarse en la identificación de política y economía.”
Esta identificación entre ambos niveles (bloque histórico) no impide poder distinguir
entre ellos.
Elementos de política