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EL LIBRO

DEL
APOCALIPSIS
Ariel Álvarez Valdés

LAS PALABRAS Y LOS DÍAS


P Pe
1

EL PROBLEMA DEL AUTOR

Cuando analizamos el libro del Apocalipsis vemos


que el autor se presenta cuatro veces con un nom-
bre: Juan (Ap 1,1.4.9; 22,8). La primera cuestión que
surge es saber si se trata de su verdadero nombre o
de un pseudónimo, porque es sabido que los auto-
res de libros apocalípticos judíos solían emplear
nombres de otras personas para firmar sus obras.
Por eso algunos exegetas opinan que la denomina-
ción « Juan» es también un pseudónimo. Pero esta
opinión resulta más bien aislada. La inmensa mayo-
ría de los investigadores defiende la idea de que el
nombre de Juan era el auténtico nombre del autor
del libro. La razón obedece a que mientras los auto-
res de los otros apocalipsis judíos elegían nombres
de personajes famosos de la antigüedad para firmar
sus obras (como por ejemplo Henoc, Moisés, Baruc,
Esdras o Abrahán), con el fin de conferirle mayor
autoridad moral a su escrito, el autor del Apocalip-
sis emplea un nombre sumamente ordinario y fre-
cuente en aquel tiempo'. No tiene, pues, demasiado

' El nombre «Juan» significa «Yahvé ha mostrado gracia•, y era


bastante común en el siglo r. En el Nuevo Testamento, cinco personas
se llaman así: Juan el Bautista (Mt 3,1), Juan el hijo de Zebedeo (Mt
4,21), Juan Marcos (Hch 12,12), Juan el padre de Simón Pedro (Jn 1,42)

9
sentido que hubiera elegido este nombre como También Ireneo de Lyon (t 202) usa varias veces
pseudónimo, ya que con él no lo elevaba a ningún la misma expresión: «Juan, el discípulo del Señor,
rango. Por eso es preferible pensar que Juan es el en el Apocalipsis ... ».
nombre verdadero del autor del Apocalipsis. Por su parte, los escritores eclesiásticos africanos
Ahora bien, ¿ quién era este Juan? El libro no lo Tertuliano (t 220) y Orígenes (t 255) se expresan
aclara. en el mismo sentido. Orígenes decía: «¿ Qué habrá
que decir sobre Juan, el que se recostó sobre el pe-
cho de Jesús? Dejó un solo evangelio, aun cuando
1. Los datos externos confesaba que podía escribir tantos que ni el mun-
do podría contenerlos. Escribió también el Apoca-
Ante este silencio, desde tiempos remotos se ha trata- lipsis tras recibir el mandato de callar y de no escribir
do de identificar. La tradición más antigua, a partir las voces de los siete truenos» (Historia eclesiástica
del siglo n, comenzó a decir que este Juan era el após- VI,25,9).
tol Juan mencionado en los evangelios 2. Así lo afirma Pero ya en el siglo m comenzaron a aparecer las
san Justino (t 165): «Hubo entre nosotros un varón, primeras dudas. El primero en cuestionar la autoría
por nombre Juan, uno de los apóstoles de Cristo, el del apóstol Juan fue un presbítero de Roma llamado
cual, en una revelación que le fue hecha, profetizó Gayo (ca. 210) 1 quien negó directamente que el Apo-
que los que hubieren creído en nuestro Cristo pasa- calipsis fuera una obra cristiana. Poco después, el
rán mil años en Jerusalén; y que después de esto ven- obispo Dionisia de Alejandría (t 265), comparando
dría la eterna resurrección» (Diálogo con Trifón 8114). el lenguaje y las ideas del Apocalipsis con las del
cuarto evangelio, concluyó que estas dos obras no
podían haber sido escritas por la misma persona, de
y Juan el ex sumo sacerdote (Hch 4,6). Por su parte, Flavio Josefa manera que atribuyó el Apocalipsis a algún otro
menciona diecisiete personajes diferentes con ese nombre. Juan 3.
2
Juan era uno de los Doce apóstoles, hijo de Zebedeo y hermano de
Santiago. En los primeros años de su vida parece haber sido pescador
(Me 1,17-20). Posteriormente recibió la llamada a ser discípulo de Jesús
(Mt 4,21-22; Le 5,1-11). Fue uno de los tres elegidos para presenciar 3 Sin embargo, Dionisia no puso en duda la canonicidad ni la inspi-

cómo Jesús le devolvía la vida a la hija de Jairo (Me 5,35-42), cómo se ración del Apocalipsis. Lo único que hizo fue atribuirlo a otro Juari,
transfiguraba en la montaña (Mt 17,1-9) y su agonía en Getsemaní {Mt una figura de segundo orden en la Iglesia primitiva. Los argumentos
26,36-46). Jesús le dio, junto a su hermano Santiago, el sobrenombre de Dionisia han sido retomados por la crítica moderna, que los ha
de Boanerges, que significa «hijos del trueno• (Me 3,17). desarrollado y precisado de un modo más completo y exacto.

10 11
A partir de aquí, la autoría apostólica del Apoca- de influencias semitas, lo que nos revela que su len-
lipsis fue objeto de grandes discusiones. Por eso ac- gua materna era el arameo 5•
tualmente la mayoría de los exegetas sostiene, sobre e) Se considera un «profeta» (1,3; 22,6.9). O sea,
la base de los datos externos, que no es posible pos- pertenecía a aquel grupo de cristianos que, en la
tular al apóstol Juan como autor del Apocalipsis. Iglesia primitiva, aparecen con el don de la profecía
(como vemos en Hch 11,27; 13,1; 1 Cor 12,10.28; 14,1-
4.24.29-33; Ef 4,11).
2. Los datos internos del libro f) Se considera además «hermano y compañero
de la tribulación» de los destinatarios (Ap 1,9). Por
Para averiguar, entonces, quién escribió este libro tanto, estaba vinculado a las Iglesias de la provincia
no queda más remedio que hacer un análisis inter- romana de Asia (hoy Turquía), en la costa occiden-
no de la obra y ver qué podemos deducir de él. Las tal del mar Egeo, que es donde se encontraban los
conclusiones son las siguientes: destinatarios. Ciertamente, en esa región gozaría de
a) Debido a su nombre Juan, era alguien de ori- gran autoridad (2-3).
gen judío. g) Era buen conocedor del Antiguo Testamento,
b) Nunca se atribuye el título de «apóstol». Por el como se ve por las numerosas alusiones y citas que
contrario, menciona a estos en tercera persona (Ap hace de él.
18,20; 21,14), como si él no formara parte de ese círcu- h) En el momento de escribir se encuentra en la
lo. Este es un indicio de que, con toda probabilidad, isla de Patmos (1,9), frente a las costas de Asia Me-
no pertenecía al grupo apostólico 4 • nor, pequeño territorio que actualmente pertenece a
c) Se llama a sí mismo «siervo de Dios» (1,1), un Grecia.
título honorífico propio del Antiguo Testamento. Es Hasta aquí los datos que podemos deducir del
la única característica que él mismo se atribuye. autor mediante el análisis interno. Más de esto es di-
d) Era de origen palestinense, pues está familiari- fícil precisar.
zado con el templo judío y con el culto de Jerusalén
(8,3-4; 11,1-2.19). Además escribe en un griego cargado

4 Además, el evangelio de Marcos da a entender que el apóstol Juan s Por otra parte, cuando cita el Antiguo Testamento, lo hace siempre
murió antes del 70 (cf. Me 10,35-40), mientras que el Apocalipsis, como según el texto hebreo y no el texto griego, muy usado por los primeros
veremos, fue escrito alrededor del año 95. cristianos:

12 13
3. Su relación con el cuarto evangelio - La expresión «poner la morada» (Ap 71 15; 1
13,6, y Jn 1,14) solo aparece en estos dos libros 11
Una vez precisado que el Apocalipsis fue escrito por ningún otro del Nuevo Testamento.
un cristiano de nombre Juan, pero que no era el - La cita de Zac 12,10, que solo figura en esta d ,
apóstol de Jesús, debemos plantear una segunda pre- obras {Ap 1,7 y Jn 19,37), y casualmente aml>,1
gunta: este autor, ¿es el mismo que escribió el cuarto hallan en una forma diferente de la versión gr 11 1
evangelio? Se trata de una cuestión más importante llamada de los LXX. .
que la anterior, ya que acarrea consecuencias exegé- - La idea de la ausencia de Templo para lo:,; 1111
ticas significativas: si se trata del mismo autor, en- mos tiempos (Ap 21 1 22 y Jn 41 21).
tonces las ideas teológicas que encontramos en uno - Finalmente, el mismo gusto por el empl(•o el
de estos libros nos ayudarán para aclarar las del otro. simbolismo y la alegoría.
Numerosos estudiosos responden afirmativamente Pero, si bien es cierto que entre el Apocalip 1
a esta cuestión y defienden que ambas obras proceden el evangelio de Juan se dan semejanzas notalih
de la misma mano, debido a las semejanzas y afinida- también es verdad que se observan marcadas d f
des notables que hay entre ambos libros. Por ejemplo: rendas, lo cual ha llevado a la mayoría de los 1• t11
- La designación de Jesucristo como «Palabra de diosos a afirmar que difícilmente pueden prol'1•1 lc 1
Dios». Es original del Apocalipsis (Ap 19,13) y la en- ambos libros de una misma mano. Veamos esta I I
contramos también en Juan (Jn 1,1.14). ferencias.
- La metáfora de la novia aplicada al pueblo de a) En primer lugar el estilo literario y lingü íst 11 11
Dios (Ap 21 1 2.9; 22 1 17). Está también en el cuarto de ambos textos. Mientras el evangelio de Juan,. 1.1
evangelio (Jn 3,29). escrito en un griego correcto, elegante y acept,il,I, ,
- La vida nueva como «agua viva». Se encuentra en el Apocalipsis se encuentra plagado de error s H' , 1
Juan (4,10; 7,38) y en el Apocalipsis (7,17; 21,6; 22,1.17). maticales, incoherencias y solecismos. Es evid1•111,
- Jesucristo como «cordero». Ningún otro libro que su autor pensaba en arameo y escribía en ),\111 •
del Nuevo Testamento emplea este símbolo, mien- go, del que tenía conocimientos rudimentarios.
tras que lo hallamos en el Apocalipsis (28 veces; por b) En segundo lugar, muchas palabras que n• 1il
ejemplo 5,6; 6,1; 7,9) y en Juan (1,29.36) 6 • tan claves en el evangelio de Juan casi no apan•c 1·11
en el Apocalipsis. Por ejemplo:
6
Aunque no se trata del mismo término. El Apocalipsis emplea arníon, - El verbo «creer». Aparece 98 veces en Ju.111 y
mientras que Juan usa amnós. nunca en el Apocalipsis.

14
- La palabra «mundo». La encontramos 78 veces no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios»
en Juan, siempre con sentido dualista, es decir, de (Jn 3,18). Y también: «El que cree en el Hijo ya tiene
oposición a Dios; en el Apocalipsis solo figura 3 ve- vida eterna» (Jn 3,36a). O sea, que el juicio final, la vida
ces, y con un sentido universal. eterna, la resurrección de los muertos, tienen lugar
- Otros términos como «luz», «tinieblas», «ver- ahora, en el presente. En cambio, en el Apocalipsis,
dad» o «amor», que resultan fundamentales para la según sostienen muchos autores, encontramos una
teología de Juan, en el Apocalipsis casi no aparecen. «escatología futura», es decir, habla de que la salvación
- El Espíritu Santo, fuertemente personificado y vendrá en un futuro, que Dios salvará a la humani-
que tanta importancia tiene en los discursos de des- dad en un tiempo por venir 7 •
pedida de la última cena en Juan, en el Apocalipsis Estas diferencias de estilo, de lenguaje y de teolo-
apenas si está esbozado, y más bien como «los siete gía nos indican que nos encontramos ante dos auto-
espíritus de Dios». res diferentes. Por eso, quienquiera que haya sido el
c) En tercer lugar, las ideas teológicas de ambos Juan que compuso el Apocalipsis no pudo haber
libros resultan diferentes. Por ejemplo: sido la misma persona que redactó el evangelio de
- Si bien Jesucristo es presentado en ambas obras Juan. Pero, por otra parte, el hecho de que haya tan-
como «cordero», Juan le atribuye la función de qui- tas semejanzas entre ambas obras nos muestra que
tar los pecados del mundo (Jn 1,29.36); en cambio, ambos autores procedían de una misma comuni-
en el Apocalipsis adquiere la forma de un guerrero dad, quizá de una misma escuela catequística, lla-
escatológico (Ap 6,1; 17,14). mada «escuela joánica» o «círculo joánico », situado
- En el evangelio de Juan encontramos lo que se en la antigua ciudad de Éfeso. De él procederían no
llama la «escatología realizada», es decir, aquellos solo el Apocalipsis y el cuarto evangelio, sino otros
acontecimientos referidos al final de los tiempos tres libros más del Nuevo Testamento: las llamadas
(eso se entiende por «escatología») aparecen como primera, segunda y tercera cartas de Juan. Por eso a
sucedidos ya ahora, en el presente, como si ya se estas cinco obras se les suele dar el nombre de «cor-
hubieran realizado. Por ejemplo, Juan afirma: «El pus joánico».
que escucha mi palabra y cree en el que me ha en-
viado ya tiene vida eterna y no incurre en juicio,
sino que ha pasado de la muerte a la vida» (Jn 5,24).
O, si no : «El que cree [en el Hijo de Dios] no es juz-
gado; pero el que no cree ya está juzgado, porque 1 Aunque, como veremos, no es nuestra opinión.

16 17
2

LA FECHA DE COMPOSICIÓN

1. Documentos externos

El Apocalipsis constituye un caso único entre los es-


critos del Nuevo Testamento por estar fechado ya
desde la más antigua tradición. El primer testimo-
nio lo tenemos en Ireneo de Lyon (t 202) 1 quien afir-
ma que el libro fue compuesto durante los últimos
años del emperador romano Domiciano (81-96) 1 es
decir, hacia el año 95. En esta afirmación lo siguie-
ron después Clemente de Alejandría (t 210) Oríge- 1

nes (t 255) Victorino de Pettau (t 304) Eusebio de


1 1

Cesarea (t 340) y san Jerónimo (t 420). Y fue la opi-


nión general que se mantuvo hasta el siglo XIX.
En contra de esta creencia casi unánime surgie-
ron también en la antigüedad algunas voces discor-
dantes. Así, una redacción más temprana para el
Apocalipsis, es decir, en tiempos de Nerón (54-68) 1
viene sugerida por los Hechos de Juan (un libro apó-
crifo compuesto hacia el año 150) por el Canon de1

Muratori (ca. 170) 1 por Tertuliano (t ca. 240) 1 y por

1
Tertuliano, en su obra Prescripciones contra todas las herejías, afirma
que el apóstol Juan fue arrojado a una caldera de aceite hirviendo sin que
sufriera daño alguno. Y, aunque no dice en qué época sucedió este
hecho, al narrarlo en el contexto de la muerte de Pedro y Pablo en

19
l 1,il1I11111 (1 111 11) , lJlla fecha anterior aún, en la 2. Análisis interno
, 11111 , il, 11•111pl I id r Claudia (41-54), ha sido pro-
1

¡ 1111 111 p111 Epll'uuio de Salamina (t 403) Y para los


2
• A comienzos del siglo x1x, el avance de los es111d 111
1 1 111po , de Trajano (98-117) tenemos el testimonio bíblicos llevó a los exegetas a investigar de un rnod o
d1• l I obra Synopsis de vita et marte prophetarum, crítico las evidencias internas del Apocalipsis ¡>11, .t
dl l'ilrnicla a Doroteo de Gaza (t 565), y de Teofilacto. ver si estas corroboraban los datos externos ap rl n
' in embargo, estas voces aisladas no lograron modi- dos por la tradición 3• Y la conclusión a la qu S<'
fj ar durante diecisiete siglos la opinión predomi- llegó fue que un análisis interno del texto sugier
nante de la fecha de Domiciano. más bien la época de Nerón como fecha de composi-
ción de la obra. Esto hizo que, en el siglo x1x, la opi-
Primeros emperadores nión general cambiara y la mayoría de los autores se
romanos volcara en defender la fecha más temprana, la del
reinado de Nerón, es decir, entre el año 64 (en que
1) Augusto (31 a. C. - 14 d. C) tuvo lugar la persecución contra los cristianos) y el
2) Tiberio (14-37) año 70 (en que fue destruida Jerusalén).
3) Calígula (37-41) Los datos del análisis interno aportados para apo-
4) Claudia (41-54) yar la fecha temprana son, entre otros:
5) Nerón (54-68) a) Las referencias al Templo de Jerusalén (en Ap
(Galba, Otón y Yitelio) 11), lo cual hace suponer que este todavía existía
6) V espasiano (68-79)
cuando se escribió; y, por tanto, sugiere. una fecha
7) Tito (79-81)
anterior al año 70.
8) Domiciano (81-96)
b) La lista de los siete reyes (en Ap 17,9-10). Allí se
dice que «cinco han caído, uno es y el otro no ha lle-
tiempos Nerón hace suponer que fue en esta misma época. De hecho,
cuando san Jerónimo repite esta noticia de Tertuliano sobre el apóstol
Juan, dice expresamente que ocurrió en tiempos de Nerón. 3 Como la mayoría de los apocalipsis judíos son pseudonímicos, sus
2
Como la época de Claudio es demasiado temprana para que Juan autores rara vez contaron detalles y circunstancias de la época en la
pudiera dirigirse a unas comunidades de Asia tan desarrolladas, muchos que escribieron. Pero dos antiguos apocalipsis cristianos parecen ser
estudiosos creen que, cuando Epifanio habla de «Claudio», en realidad una excepción a esta regla: el Apocalipsis de Juan y el Pastor de Hermas.
se refería a Nerón, cuyo nombre completo era Nerón Claudio César Estos no son pseudonímicos, y sus autores no parecen encubrir las
Druso Germánico. circunstancias en las que los redactaron.

20 21
gado aún». Si consideramos a Julio César como el Pero, a comienzos del siglo xx, la postura de los crí-
primer emperador de Roma, quienes le siguen son ticos volvió a cambiar; y, sobre la base de nuevos
Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón 4 • Y si análisis internos, los exegetas volvieron a la tesis
los cinco primeros han caído en el momento en que que sitúa la composición del Apocalipsis en los últi-
Juan escribe, el que está reinando entonces es Nerón. mos años del reinado de Domiciano. Estos análisis
c) Las referencias a la Bestia (en Ap 13) 1 así como son los siguientes:
a su mortal herida, que aparece mencionada tres ve- a) Según los nuevos estudios no hay nada en el
ces (Ap 13,3.12.14). Estas se interpretan como una libro del Apocalipsis que obligue a suponer una
clara alusión a Nerón, que se suicidó el 9 de junio gran y extendida persecución contra los cristianos
del 68, y a los posteriores rumores que circularon en contemporánea al autor. Por tanto, que Domiciano no
el Imperio de que iba a regresar de la muerte o de haya sido un gran perseguidor de los cristianos
que en realidad no había muerto. no es un argumento en contra de la fecha de compo-
d) La falta de evidencias ciertas de que el empera- sición durante su reinado. Más aún, el hecho de que
dor Domiciano fuera un perseguidor de los cristia- el Apocalipsis no refleje una vasta persecución cris-
nos. Un nuevo examen de algunas fuentes antiguas tiana se vuelve un testimonio en contra de quienes
permitió trazar una imagen diferente del gobernan- suponen que el libro se escribió en tiempos de Ne-
te romano y llevó a muchos a la conclusión de que rón, por ser esta precisamente una época de fuerte
Domiciano no persiguió a los cristianos, tal como se hostilidad.
afirma, sino que fue la tradición cristiana la que b) El nombre «Babilonia», con el que se denomi-
erróneamente le dio esa característica a su persona. na a Roma en el libro (Ap 14,6; 16,19; 17,4; 18,2.10.21),
Por tanto, las menciones de violencia referidas en el es empleado también en la literatura apocalíptica
Apocalipsis encajarían mejor en tiempos de Nerón. judía, pero siempre en obras posteriores al año 70 5 •
Todas estas conclusiones llevaron a los estudiosos En efecto, después de esta fecha es cuando el símbo-
a priorizar las evidencias internas por encima de las lo de Babilonia se vuelve apropiado para designar a
aportaciones de la tradición, de manera que a lo lar- Roma, puesto que, al igual que Babilonia había des-
go de todo el siglo XIX se mantuvo la opinión de la truido la capital judía en el año 587 a. C, así también
fecha neroniana para la redacción del Apocalipsis. Roma destruyó Jerusalén en el 70 d. C.

4 Así enumera los emperadores, por ejemplo, Flavio Josefa (en Anti- s Como, por ejemplo, en el Cuarto libro de Esdras (3,1-2.28-31), Segundo
güedades judías 18,19). libro de Baruc (10,1-3; 11,1; 67,7) y los Orác~los Sibilinos (5,143 .159-160).

22 23
c) El primer día de la semana, que aparece como los cristianos por delitos comunes y por el incendio
«domingo» (Ap 1,10), se llamó así después del año 71. de Roma -no por negarse al culto al emperador-, y
d) La situación histórica que reflejan las siete solo los persiguió en la ciudad de Roma. En cambio,
Iglesias de la provincia de Asia (Ap 2-3) ofrece nu- bajo Domiciano fue la primera vez que los decretos
merosos argumentos para datar el Apocalipsis en la imperiales afectaron a los cristianos fuera de Roma.
época de Domiciano. Por ejemplo: f) En el libro, la potencia enemiga de los cristia-
- Se supone que el cristianismo está bastante di- nos «tiene títulos blasfemos » (Ap 13,1). Ahora bien,
fundido en esas regiones, ya que aquí se mencionan el primer emperador que llevó títulos blasfemos, es
varios centros cristianos importantes de la región. decir, reclamó honores divinos para sí, fue Domicia-
Y eso debió de haber llevado bastante tiempo. no. Además, en Asia Menor -donde se hallaban las
- Las comunidades cristianas tienen ya una histo- comunidades del Apocalipsis-, ese culto fue muy
ria bastante larga, como la de Éfeso (Ap 2,4), Sardes floreciente, lo que ocasionó graves conflictos. Inclu-
(Ap 3,3) y Laodicea (Ap 3,15-18), que han perdido el so Domiciano exigió hacia el final de su vida que se
fervor inicial. le rindiera homenaje con el título de «Señor y Dios
- Laodicea goza de gran riqueza y bienestar (Ap nuestro » (Dominus et Deus noster), contra lo quepa-
3,17). Y fue completamente destruida por un terre- rece reaccionar el autor del Apocalipsis al decir que
moto en el año 60. es un título exclusivo del Dios cristiano (Ap 4,n).
- Las tribulaciones actuales que están viviendo Desde entonces, el reinado de Domiciano es el
los cristianos provienen de los judíos (Ap 2,9; 3,9). que ha captado la opinión mayoritaria entre los es-
Y la enemistad con ellos se produjo sobre todo a tudiosos actuales. Sin embargo, numerosos autores
partir del año 80. mantienen aún la fecha temprana de Nerón, mien-
e) El libro parece indicar que ya hubo una perse- tras otros han reeditado la fecha de Trajano o han
cución entre los cristianos (Ap 6,9-n; 17,6). Sin propuesto variantes como la del gobierno de Galba,
duda, tuvo que haber sido la de Nerón, en el año 64, Otón, Vespasiano o Tito. Algu nos incluso piensan
que fue la primera, al culpar Nerón a los cristianos que habría que postular dos ediciones del Apocalip-
por el incendio de Roma. Ahora Juan prevé una sis: una en la década de los 60 y otra más tardía, en
nueva amenaza, que asolará las Iglesias de Asia y de tiempos de Domiciano.
la cristiandad (Ap 2,10; 3,10) con cárcel y muerte Como conclusión, creemos que la opinión de
para los que se mantengan fieles. Estas circunstan- Sweet sobre la época de composición del libro re-
cias no pueden ser las de Nerón, quien persiguió a presenta un punto de vista equilibrado: «La fecha

24 25
más temprana puede ser correcta, pero la evidencia
interna no es suficiente para contrapesar la firme 3
tradición procedente de Ireneo » 6 • Por tanto cree-
CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE SE
mos, junto con una la larga lista de autores, que la
ESCRIBIÓ EL APOCALIPSIS
composición del Apocalipsis debe fecharse en tiem-
pos del emperador Domiciano. Y como Domiciano
reinó entre el 13 de septiembre del año 81 y el 18 de
septiembre del año 96, una fecha bastante aproxi- Hasta hace un tiempo, los autores mencionaban
mada puede ser entre los años 90 y el 95. como trasfondo histórico del Apocalipsis un período
Sin embargo, una época más temprana o más tar- de grave y sangrienta persecución. Sin embargo,
día no influiría demasiado en la exégesis de nuestro hoy se tiende a matizar bastante el cuadro de violen-
trabajo. Más importante es, en cambio, tratar de acla- cia que antiguamente solía describirse como marco
rar las circunstancias en las que dicho libro nació. obligado del libro. Vamos a ver, en primer lugar, las
circunstancias de la reclusión de Juan en la isla de
Patmos y luego analizaremos las características de la
persecución contra los cristianos en el Apocalipsis.

1. La reclusión de Juan en Patmos

El autor afirma que, en el momento de escribir su


libro, se hallaba «en la isla llamada Patmos » (Ap
1,9). Se trata de un pequeño islote situado frente a
las ciudades de Éfeso y Mileto, en el mar Egeo. Mide
apenas 12 kilómetros de largo por 5 de ancho, y está
formado por tres colinas, unidas entre sí por dos ist-
mos, cuya anchura no llega a veces a los 300 metros.
En total son 34 km2 de rocas perdidas entre el cielo
y el mar, a 50 kilómetros de la costa occidental de
6
J. P. M. SWEET , Revelation. Filadelfia, Trinity Press, 1979, p. 27. Turquía. Se trata de un lugar carente de toda histo-

26 27
ria y despojado de cualquier simbolismo. Por eso mayoría de los exegetas. Ahora bien, si Juan se ha-
resulta difícil suponer que el autor, al mencionarla, llaba preso en Patmos debemos averiguar en qué
haya pensado en un lugar simbólico. Se trata, sin condiciones legales se hallaba. También aquí las figu-
duda, de un dato históricamente cierto aportado por ras jurídicas posibles de su encarcelamiento, según
Juan. el derecho romano vigente en aquel tiempo, son
Sin embargo, no hay consenso sobre el motivo tres:
de su presencia en la isla. La razón que él mismo da a) Damnatio ad metalla. Era la condena a trabajos
es «a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de forzados en las minas. Este castigo, que solo podía
Jesús» (Ap 1,9). Esta frase ha sido interpretada de tres ser impuesto por el tribunal del emperador, se reser-
maneras distintas por parte de los exegetas: vaba para las personas de rango inferior, sobre todo
a) Juan se hallaba en la isla de Patmos voluntaria- para los esclavos. Era el castigo más grave que había
mente, «a causa de la Palabra de Dios», es decir, pre- después de la pena de muerte. El condenado dejaba
dicando la Palabra de Dios y dando testimonio de de pertenecer a su familia y, junto con sus posesio-
Jesús. Sin embargo, a pesar de que la isla se encon- nes, se convertía en propiedad del Estado. Se le mar-
traba ya habitada en tiempos de Juan, no parece ha- caba con un hierro candente, se rasuraba su cabeza
ber sido un objetivo misionero demasiado apeteci- y debía trabajar el resto de su vida encadenado bajo
ble, especialmente para él, que más bien muestra custodia militar. Pero una condena a trabajos forza-
preferencia por las áreas urbanas en su tarea evan- dos en las minas es difícilmente imaginable en una
gelizadora. isla como Patmos, donde no existen minas y donde
b) Juan había ido a Patmos a buscar revelaciones las pequeñas canteras que hay solo proveen a las ne-
«a causa de la Palabra de Dios», es decir, porque la cesidades de los habitantes locales. Además, un con-
Palabra de Dios - una profecía- le había indicado denado a tan rudas labores difícilmente hubiera po-
que fuera a esta isla. dido dedicarse a la literatura.
c) Juan estaba en la isla exiliado «a causa de la b) Deportatio ín insulam. Era el simple confina-
Palabra de Dios», es decir, prisionero por parte de miento en una isla. Se aplicaba a los condenados
las autoridades romanas debido a alguna causa rela- que pertenecían a clases sociales un poco más eleva-
cionada con su predicación de la Palabra de Dios. das y que, por tanto, disponían de recursos econó-
Esta tercera explicación, defendida ya por mu- micos propios como para mantenerse y no tener
chos Padres de la Iglesia, es la que aparece como la que depender financieramente del Estado. Se trata-
más evidente, y por eso es la aceptada por la inmensa ba de una condena perpetua e incluía además la pér-

28 29
dida de la ciudadanía, la confiscación de sus bienes Finalmente, no se conoce ningún texto antiguo que
y la pena de muerte en caso de que quebrantara el enumere a Patmos entre las islas designadas por las
exilio. autoridades romanas como lugar de confinamiento;
c) Relegatio in insulam. Al igual que la deportatio ni tampoco se conoce el caso de ningún otro prisio-
era el confinamiento en una isla, pero para conde- nero que hubiera sido desterrado a Patmos.
nados de clases sociales altas. Se diferenciaba en Si, pues, por una parte admitimos como cierta la
que, mientras la deportatio era una condena perpe- presencia de Juan en Patmos debido a una pena de
tua, la relegatio podía ser temporal. Además no in- reclusión, por otra no podemos encuadrar su situa-
cluía la pérdida de la ciudadanía, ni la confiscación ción jurídica en ninguna de las figuras penales co-
de bienes, ni la pena de muerte en caso de su trans- nocidas. No nos queda otra salida que suponer alguna
gresión. circunstancia legal excepcional para su presencia en
La dificultad para aceptar tanto la deportatio la isla. En este sentido hay una hipótesis que creemos
como la relegatio, en el caso de Juan, reside princi- que es la que mejor explica este enigma Según
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palmente en que este difícilmente habría sido un ella, durante el período helenístico, Patmos, junto
prisionero de clase alta, y menos aún con recursos con otras islas del Egeo, formaba parte del territorio
económicos como para financiar su permanencia en de Mileto, no de Éfeso, como generalmente se supo-
la isla, tal como preveían las leyes romanas'. Ade- ne. Esta jurisdicción estaba conformada por la ciu-
más, en ambas deportaciones se solía llevar al pri- dad de Mileto, la región circundante y las demás is-
sionero hacia lugares remotos, bien distantes de las occidentales. De esta manera, Patmos era una
los sitios donde este vivía o trabajaba. Si Juan des- pequeña fortaleza, bien defendida, que protegía la
empeñaba su labor misionera en Asia, difícilmen- entrada marítima por el flanco occidental de la ciu-
te podría haber sido exiliado en Patmos, a tan solo dad. Además de sus habitantes contaba con una
50 kilómetros de donde había tenido su residencia. guarnición de milesios cuyo comandante oficiaba
de gobernador de la isla. Ahora bien, como ya vi-
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Algunos autores suponen que Juan pertenecía a una clase social
mos, si Juan hubiera sido condenado por las autori-
alta, e incluso lo imaginan miembro del grupo de los saduceos, basán- dades romanas provinciales no habría sido enviado
dose en el testimonio de Polícrates de Éfeso (t 190), según el cual Juan a Patmos, sino a algún otro lugar «oficial» mucho
era sacerdote y usaba en la frente la «lámina de oro» (el pétalon o mitra
de los sacerdotes judíos). Pero, para las autoridades greco-romanas de
Asia Menor, un título religioso judío como el que supuestamente
ostentaba Juan no habría tenido ningún valor. ' Propuesta por H. D. Saffrey en 1975.

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más distante. Por tanto, Juan debió de haber sufrido ciera a la clase económicamente alta (deportatio y
un conflicto con la municipalidad de Mileto. ¿ Cuál relegatio).
habría sido ese conflicto? Podemos suponerlo: sabe- Debemos concluir, pues, que Juan fue llevado a
mos que en esa época no había aún comunidades la isla del Egeo en condiciones legales que descono-
cristianas en la ciudad de Mileto 3• Y Juan intentó cemos, porque le aplicaron las leyes particulares mi-
propagar precisamente allí el cristianismo, lo cual lesias, pero en condiciones tales que pudo trabajar
le provocó inconvenientes con el gobierno local mile- en la obra literaria que lleva su nombre.
sio al ser denunciado por los judíos del lugar.
Esta hipótesis tiene un doble mérito. En primer
lugar vincula el conflicto de Juan con la ciudad de 2. La persecución en el libro del Apocalipsis
Mileto, de la cual dependía Patmos, y que, por tanto,
explica mejor la deportación del vidente a aquella Los estudiosos señalan que lo que llevó al autor del
isla en vez de vincularlo con la ciudad de Éfeso, Apocalipsis a componer su obra no fue necesaria-
como generalmente hacían los autores, y que dejaba mente una persecución a gran escala ni tampoco el
·, 1
sin aclarar el porqué del traslado de Juan a Patmos. acecho de conflictos políticos internacionales, sino
En segundo lugar propone que se habría tratado de más bien algún acontecimiento perturbador mode-
un conflicto local, interno, entre Juan y los funcio- rado, local, que castigó al entorno particular de Juan
narios de Mileto. Ahora bien, como sabemos que las y de las Iglesias de Asia Menor. O sea, que la crisis
municipalidades griegas no estaban sujetas a las le- más o menos cruenta que se refleja en las páginas
yes centrales romanas y cada distrito se regía según del libro consistió en alguna amenaza limitada al
sus propias normas, es más fácil entender por qué ambiente del autor y de los destinatarios de su libro.
Juan fue deportado a Patmos sin ser condenado a Y, debido a ese conflicto local, Juan debió de hallar-
trabajos forzados (damnatio) y aunque no pertene- se preso en Patmos, del mismo modo que las Igle-
sias a las que escribe debieron de estar sufriendo la
misma crisis local.
3 Según Hch 20,17-38, cuando hacia el año 68 Pablo se reunió con
los ancianos de Éfeso en Mileto no parece existir allí ninguna comu- Ahora bien, en el Apocalipsis se notan dos dife-
nidad cristiana, pues al encuentro no asistió nadie de la ciudad. Tam- rentes enfoques sobre el tema de la persecución. En
poco el Apocalipsis parece conocer Iglesia local alguna en Mileto, la la primera parte del libro (Ap 1-n), los textos refle-
ciudad más cercana a Patmos. Solo a partir del siglo II se sabe de una
presencia cristiana allí, como sugiere 2 Tim 4,20 y lo confirma el libro
jan una violencia más bien reducida y limitada; la
apócrifo Hechos de fuan (18-19; 37). persecución aparece como un fenómeno local, mode-

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rado, y por tanto más creíble. En cambio, en la se- ción de Nerón del año 64. Pero no creemos que sea
gunda parte (Ap 12-20), la persecución se presenta así. Primero, porque estos degollados aparecen en el
mucho más magnificada, exagerada, con dimensio- relato sin conexión con el ambiente de Roma, ya
nes mundiales e incluso míticas. que el texto no menciona para nada a Babilonia
Los textos de la primera parte, donde encontra- (como hace, por ejemplo, en Ap 17,6; 18,24, donde
mos una persecución más bien moderada, son: las víctimas sí parecen ser mártires de la época de
1) Ap 2-3. En las cartas a las comunidades de Nerón). Segundo, porque la reclamación de justicia
Asia, Juan solo habla de amenazas de persecución a por parte de los degollados parece aludir a un suce-
tres de las siete Iglesias: la de Esmirna (2,10), Pérga- so sangriento ocurrido en un pasado cercano que
mo (2,13) y Filadelfia (3,8.10). En dos de ellas se trata aún dejó abiertas las heridas, mientras que la perse-
de un hecho ya pasado (Pérgamo y Filadelfia), y solo cución neroniana había tenido lugar hacía más de
en una de un evento futuro (Esmirna). En todas treinta años. Y tercero, porque el dramatismo de la
ellas solo se menciona un único mártir, Antipas, de visión lleva a pensar que la violencia tuvo lugar en
la comunidad de Pérgamo (2,13) 4 • Y el peligro más un sitio cercano al autor y a los lectores, mientras
grave que acecha a las Iglesias, y del que las previe- que la persecución de Nerón, en Roma, remitiría a
1 1 ne el autor, parece provenir de su propio interior. un lugar geográfico muy distante de los dolientes
En Éfeso es la aparición de falsos apóstoles (2,2) y lectores. Por todo esto más bien hay que pensar que
herejes (2,6) y la falta de amor (2,4); en Tiatira es el los degollados de Ap 6,9-11 no son los muertos de una
surgimiento de falsos maestros (2,20); en Laodicea persecución a gran escala, sino que se trata de már-
es la indiferencia (3,15) y el apego a las propias ri- tires locales asesinados con motivo de algún peque-
quezas (3,17); en Esmirna y Filadelfia es la denuncia ño conflicto interno.
de los judíos locales (2,9; 3,9). En cambio, los textos que hablan de una violen-
2) Ap 6,9-11. Los degollados a causa de la Palabra cia amplia y generalizada, y que aparecen en la se-
de Dios, que claman venganza desde el altar al abrir- gunda parte del Apocalipsis (12,11; 13,7.10.15-17;
se el quinto sello, suelen ser identificados por la ma- 16,6; 17,6; 18,24; 19,2; 20,4), son de otra modalidad.
yor parte de los exegetas con mártires de la persecu- La persecución adquiere ahora rasgos gigantescos y
desproporcionados, como si se tratara de un fenó-
4 Algunos autores piensan que la muerte de Antipas se debió más
meno a gran escala, mucho más vasto y extendido.
bien a un linchamiento popular, como el que estuvo a punto de sufrir
La figura misma del perseguidor aparece mitologi-
Pablo en Corinto (según Hch 18,12-17). zada, es decir, con rasgos simbólicos, y también las

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características de su actividad y su crueldad se en- perador 6 • Para otros se trató de una crisis interna
cuentran agrandadas. Las visiones descritas en esta entre líderes cristianos, o el peligro de la pérdida de
sección están amplificadas en un mar de exageracio- identidad como grupo, o la atracción de los cultos
nes, y las imágenes resultan exuberantes y desmedi- paganos, o alguna persecución por parte de la pobla-
das. Es como si el autor, en esta segunda parte, hu- ción pagana local, o tal vez una persecución percibi-
biera querido universalizar el problema local de da premonitoriamente más que una persecución
Asia Menor descrito en la primera sección 5• real. Sin embargo, ninguna de estas hipótesis ha lo-
Por eso creemos que no es exacto afirmar, como grado imponerse 7 •
hacen muchos autores, que Juan escribió el Apoca-
lipsis con el telón de fondo de una grave y sangrien-
ta persecución contra los cristianos. Más bien el li-
bro parece reflejar una modesta crisis local, más o
menos cruenta, ocurrida en las comunidades cristia-
nas de la provincia romana de Asia en tiempos del
emperador Domiciano, pero no por parte del empe-
rador directamente. Esta crisis habría afectado a
Juan, confinándolo en la isla de Patmos, y ocasio-
nando algunas muertes a las Iglesias particulares.
¿ Cuál es el trasfondo de esta persecución? ¿ En
qué consistió? Los autores han intentado precisarla
formulando diversas hipótesis. Para algunos no era
más que la amenaza a la que estaban expuestos los
cristianos en su vida diaria a causa del culto al em-
6 Quienes sostienen esto hacen notar que, en esa época, varias ciu-
dades de Asia Menor tenían templos imperiales con la presencia de
5 Por eso muchos autores hoy sostienen que el Apocalipsis no se sacerdotes, imágenes del emperador, sacrificios en su honor e himnos,
escribió en una época de persecución, si bien esta pudo haber ocurrido todo lo cual significaba una constante amenaza flotando en el ambiente.
en el pasado y estuviera por suceder en el futuro, sino más bien en una 7 Entre los elementos de esta crisis asiática debemos señalar: 1) el
situación de angustia e incertidumbre general. Y que los textos que conflicto con los judíos; 2) la antipatía mutua con la población gentil;
hablan de ella son más bien expresiones literarias que teológicas, debido 3) la tensión entre cristianos ricos y pobres; 4) la presión pública del
a la retórica temperamental de fuan, que manifiesta su exasperación culto imperial; 5) la destrucción de ferusa lén; 6) el recuerdo atemori-
mediante su lenguaje. zador de la persecución de Nerón.

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