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Los síntomas del estrés postraumático son muy diversos pero pueden dividirse en 3 grandes
grupos:
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síntomas de ansiedad. En algunos casos estas pesadillas son tan desagradables que la
persona evita irse a dormir y comienza a padecer insomnio. A veces, los problemas para
iniciar el sueño no están relacionados con el temor a sufrir pesadillas durante la noche.
Una de las quejas más comunes es la de “no poder sacarse de la cabeza lo que pasó”, a
pesar de hacer esfuerzos constantes para intentar lograrlo. Estos pensamientos
desagradables pueden generar reacciones de ansiedad (palpitaciones, sudoración, etc.), ira,
vergüenza y tristeza, que en algunos casos llegan a ser muy intensas. Estos tres síntomas
muchas veces son disparados por, determinada hora del día, determinados olores o ruidos,
el encuentro con determinadas personas, el aniversario del trauma, etc. y pueden hacerle
pensar a la persona que está perdiendo el control, potenciando aun más su malestar.
Síntomas de activación
La persona que sufre de estrés postraumático puede tener reacciones de sobresalto cuando
alguien las toca por la espalda o les pasa cerca sin querer. Por esta razón, a veces evitan
lugares con mucha gente. También experimentan un nerviosismo constante como si
estuvieran siempre “en guardia”. Esto puede derivar en una constante inquietud e
irritabilidad (Ej. reacciones exageradas de ira). Otros síntomas comunes son las dificultades
para concentrarse y el insomnio. En algunos casos, el insomnio puede reflejar el miedo de la
persona a dormirse y despertarse en medio de una pesadilla.
Evitación
La persona con estrés postraumático hace esfuerzos por evitar los pensamientos o
sentimientos asociados con el trauma. También es frecuente que evite aquellas situaciones,
actividades, cosas o personas que le puedan recordar lo sucedido (Ej. una persona que tuvo
un accidente puede evitar pasar por puentes similares a aquel en el que se accidentó).
En muchos casos, la persona tiene la sensación de estar distanciada emocionalmente de su
entorno, llegando a sufrir muchísimo por no poder tener sentimientos de alegría o placer
aún en presencia de aquellas personas que más quiere. Por ejemplo, una persona que ha sido
víctima de violación puede tener dificultades para sentir alegría al abrazar a su marido. En
algunos casos dicen que “es como si no pudiera sentir nada por nadie”.
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Otras reacciones comunes luego del trauma
Muchas personas dicen que después de haber pasado por una situación tan traumática,
sienten que “ya no son la misma/o de antes”. La imagen de sí mismo se vuelve muy
negativa y se reprochan diciéndose cosas tales como “no reaccioné a tiempo, no puedo
confiar en mí, tendría que haberlo previsto”. En otras ocasiones, la persona puede sentir
vergüenza porque reaccionó de una manera distinta a la que pensó que iba a hacerlo antes
del trauma. La continúa aparición de pesadillas o pensamientos negativos sobre el trauma
hacen que piense que se está volviendo loco o que está perdiendo el control, aumentando la
sensación de vulnerabilidad. Esta sensación de pérdida de control y de locura puede
aparecer también cuando la persona no puede sentir lo mismo que sentía antes por personas
que nunca le hicieron daño o bien cuando sienten que todo lo que ven a su alrededor es
como si no tuviera vida, como si viera una foto.
También la visión que tiene del mundo sufre un cambio drástico, llegando a sentir que no
puede confiar en nadie, que en cualquier momento algo malo le va a pasar. Los sentimientos
de desconfianza son más frecuentes en personas que sufrieron traumas provocados
intencionalmente por otra persona. En otros tipos de traumas como por ejemplo, accidentes
de tránsito, los sentimientos de desconfianza se limitan a cuestiones relacionadas con el
manejo (Ej. mirar varias veces por el espejito mientras maneja o mirar repetidamente antes
de cruzar la calle) y el desplazamiento en transporte público. Estos cambios en la forma de
pensar lo conducen a evitar muchos lugares que antes del trauma consideraba como seguros
(Ej. ir al supermercado, ir al cine, visitar amigos que viven lejos de la casa, salir de noche,
manejar en una ruta).
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¿Cuándo aparecen los síntomas?
Los síntomas aparecen muy frecuentemente en los primeros momentos después del trauma
y pueden ser reacciones completamente normales. Cuando muchos de estos síntomas tienen
lugar dentro del primer mes después del trauma, la persona recibe el diagnóstico de
trastorno por estrés agudo, en cambio, si muchos de ellos siguen estando presentes después
de un mes el diagnóstico pasa a ser el de trastorno por estrés postraumático.
En una minoría de casos los síntomas sólo aparecen después de varios meses y hasta años
después del trauma. En estos casos el cuadro es llamado trastorno por estrés postraumático
de inicio tardío, y suele aparecer en personas que ya tenían algunos síntomas del cuadro.
Las personas que desarrollan Trastorno por estrés postraumático tienen altas probabilidades
de recuperarse parcial o totalmente. Después de tres meses de haber sufrido el trauma,
aproximadamente más de la mitad de las personas se recuperan sin ayuda profesional,
siendo dicha recuperación aún mayor en casos de traumas en donde no hubo violencia
interpersonal. En la actualidad, se considera que si una persona no se recupera luego de tres
meses, la probabilidad de salir del problema sin ayuda profesional especializada es baja. En
estos casos el estrés postraumático se ha vuelto crónico, y puede durar muchos años.
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• Tenga paciencia, su apoyo es necesario para disminuir esa sensación de soledad que
invade a la persona.
• Trate de no angustiarse y busque orientación para mejorar la comunicación con su ser
querido. En algunos casos puede ser necesario hacer terapia familiar.
• Recuerde que no todos se recuperan al mismo ritmo, el tratamiento puede durar más
tiempo de lo que usted desea o espera.
Terapia Cognitivo-Conductual
La forma de tratamiento psicológico más estudiado para el estrés Postraumático es la terapia
cognitivo-conductual, que ha recibido extensa apoyatura empírica acerca de su eficacia.
Esta modalidad de tratamiento constituye la primera elección según distintos consensos de
expertos en esta patología. En la actualidad existen tratamientos cognitivo-conductuales
especialmente desarrollados para las personas con estrés postraumático. Sin embargo, de
acuerdo a las características del paciente y la presencia de posibles problemas asociados, es
necesario combinarla con un tratamiento farmacológico.
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Algunas personas traumatizadas se culpan por haber pasado por esa situación traumática.
Por ejemplo, el padre que manejaba el coche se culpa por no haber hecho la maniobra
correcta para salvar a su hijo de un accidente mortal. Mediante la estrategia de confrontar
los recuerdos traumáticos en un contexto seguro y luego emplear estrategias cognitivas para
evaluar la precisión de esta forma de pensar, los pacientes pueden procesar la experiencia
traumática, liberarse de las pesadillas y de los recuerdos sobre el trauma.
Medicación
Las medicaciones serotoninérgicas son las más frecuentemente empleadas para el
tratamiento de los síntomas postraumáticos. Su eficacia ha sido probada en estudios
controlados. Sin embargo, la diversidad de síntomas del estrés postraumático y la variedad
de problemas severos que acompañan al cuadro (ver problemas asociados) requieren
muchas veces que la estrategia farmacológica se enfoque en tratar estas patologías
asociadas que pueden interferir en el tratamiento psicológico.
El tratamiento farmacológico muchas veces se emplea cuando la persona presenta síntomas
de ansiedad o de depresión son muy intensos, cuando es posible que la persona vuelva a
sufrir un trauma o esté en situación de amenaza. Estos tratamientos deben ser realizados
siempre bajo prescripción médica.