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CICLO VII
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El lavado de activos en el Perú
Si tenemos que el indicador estimado por el BID para la Región se ubica entre el
2.5% y el 6.3% del PBI nacional, y nosotros para efectos didácticos tomamos un
promedio de este, nos ubicaremos, en el 4.4% del PBI. Lo que en cifras
absolutas respecto del PBI 2012, asciende a S/.22,836 millones; en términos de
dólares, representa aproximadamente US$8,458 millones.
Cifra que sin lugar a dudas tiene una presencia distorsionadora en el ámbito social
y económico; llegando incluso a convertirse en un elemento perturbador de la
gobernabilidad y de la estabilidad económica en el país. Preocupante cuando
algunos analistas manifiestan que en las últimas elecciones, han estado
presentes recursos del narcotráfico, uno de los delitos precedentes del lavado de
activos.
Este último dispositivo que fue modificado por la Ley 26223 del 30AGO93 agrava
la pena del delito de lavado de dinero proveniente del tráfico ilícito de drogas o
del narcoterrorismo; imponiendo cadena perpetua a todas las hipótesis posibles
de esta forma delictiva. Modifica los artículos 296º-B, y 297º, e incorpora el
artículo 296º C.
El 09 de diciembre de 1996, se promulga la Ley Nº 26702, Ley General del
Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia
de Banca y Seguros. En su artículo Nº 378, incorpora la obligatoriedad de las
empresas supervisadas, a reportar o comunicar Transacciones Financieras
Sospechosas. En el artículo Nº 380, Programa de Cumplimiento Obligatorio por
parte de las empresas del sistema financiero, obliga a las empresas a realizar una
serie de acciones encaminadas a prevenir y detectar el delito de lavado de dinero,
incluyendo la designación de funcionarios a nivel gerencial encargados de vigilar
el cumplimiento de los programas establecidos por las instituciones financieras,
denominados Oficiales de Cumplimiento.
Cuatro años después, el 11 de junio del 2007, se promulga la Ley Nº 29038, por la
cual la Unidad de Inteligencia Financiera se incorpora a la Superintendencia de
Banca y Seguros.
A siete meses de la Ley anteriormente indicada (Nº 28950), en agosto del mismo
año se promulgo el Decreto Legislativo N° 986- Decreto Legislativo que modifica la
Ley N° 27765, Ley Penal contra el Lavado de Activos. Este modificó todos los
artículos de la Ley de Lavado de Activos salvo el artículo 7° referido al “secreto de
las comunicaciones” y el artículo 8° que derogaba los artículos 296- A y 296-B del
Código Penal.
En los delitos materia de la presente ley, no es necesario que las actividades
ilícitas que produjeron el dinero, los bienes, efectos o ganancias, se encuentren
sometidas a investigación, proceso judicial o hayan sido objeto de sentencia
condenatoria. También podrá ser sujeto de investigación por el delito de lavado de
activos, quien realizó las actividades ilícitas generadoras del dinero, bienes,
efectos o ganancias.
La Ley Nº 27765, con sus modificaciones, fenece con la promulgación del Decreto
Legislativo Nº 1106, del 19 de abril del año 2012: Decreto Legislativo de Lucha
Eficaz Contra el Lavado de Activos y Otros Delitos Relacionados a la Minería
Ilegal y Crimen Organizado. El mismo que en sus considerandos incorpora
textualmente lo siguiente que estimamos de suma importancia para la real
interpretación de lo que entiende el Ejecutivo cuando propone la norma:
Para una prestigiosa revista jurídica ([4]) “lavado de activos” representa -si se
quiere- la etapa final de una actividad delictiva previa, ya que en este momento el
delincuente pretende ocultar sus jugosas ganancias económicas y hacerlas
aparecer como lícitas, entonces la legitimación de capitales constituye la
infraestructura financiera del gran negocio criminal; dentro de esta empresa, el
“legitimador” se ocupa de legalizar sus haberes y de reconvertir las ganancias.
En opinión del autor, el delito fuente no importa al lavador, vale decir “no le importa
el qué o quién, solo le importa el cuánto” y el lavado no es el fin, sí es el gran
medio para la obtención de PODER; aquí nuestra mayor atención, por la potencial
presencia de estos delincuentes o sus representantes, no solo en las actividades
sociales y económicas sino también y sobre todo en la actividad política y en los
entes decisorios de un país.