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Grupo: N° 03
Tema:
EL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO Y SU APLICACIÓN
A SITUACIONES DISTINTAS A UN CONFLICTO ARMADO:
OPERACIONES DE ASISTENCIA HUMANITARIA EN DESASTRES
NATURALES. “LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER”
Integrantes:
Docente:
1
I. LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO EN
EL PERU – DIMENCION JURIDICA DE LOS HECHOS.
1. ANTECEDENTES:
2
en la obligación moral y cultural de conocer nuestra propia historia, difundirla y
promoverla, la memoria no debería ser elaborada solamente por las víctimas sino
por todos los ciudadanos, así como también replantear un posible proceso de
transición a fin de lograr la tan ansiada paz; desconocer nuestra propia historia es
condenarnos a repetirla. Para ello definiremos conceptos básicos como:
Para entender las implicancias del conflicto es importante conocer que el DIH es
una rama Derecho Internacional, que no permite ni prohíbe los conflictos armados,
busca limitar sus efectos con el fin de humanizarlos 1 y se encarga de regular las
relaciones entre los Estados, su aplicación se da en situaciones de conflicto.
1
Cfr. SALMON GARATE, Elizabeth. Introducción al Derecho Internacional Humanitario. Lima: CICR ,
2012, pág. 27
2
Cfr. CICR. Servicio de Asesoramiento en el Derecho Internacional Humanitario. ¿Qué es el Derecho
Internacional Humanitario?, pág. 1.
3
militar, o cuando los pueblos luchan contra la dominación colonial y la ocupación
extranjera y contra los regímenes racistas, en el ejercicio del derecho de los pueblos
a la libre determinación consagrado en la Carta de las Naciones Unidas. B. En
conflictos armados no Internacionales (CANI):
3
Cfr. CICR. Jus in bello ius ad bellum. Introducción. 29-10-2010
4
4. ¿A QUIÉNES PROTEGE EL DIH?
4
CICR. Derecho Internacional Humanitario. Respuestas a sus preguntas. América Lanita, marzo 2015. pág.
16 5 Cfr. TPY. Sala de apelaciones, Decisión Tadic, 2 de octubre de 1995, párr. 127.
5
ONU. Protección Jurídica Internacional de los Derechos Humanos durante los Conflictos Armados, Nueva
York y Ginebra, 2011, pág. 6
6
TPIY. Prosecutor Vs. Furundzija, caso n.° IT-95-17/I-T, Sentencia del 10 de diciembre de 1998, parr.
183. 8 Corte Internacional de Justicia en North Sea Continental Shelf Cases, I.C.J. Reports 1969, pág. 3 9
CRC/C/15/Add.153.
6
Observaciones generales Nº 29 (2001) y Nº 31 (2004), recordó que el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos se aplicaba también en situaciones de
conflicto armado7.
7
Observaciones generales Nº 29 (2001), sobre los estados de excepción, (art. 4), párr. 3, y Nº 31 (2004),
sobre la índole de la obligación jurídica general impuesta a los Estados partes en el Pacto, párr. 11.
8
Cfr. CICR. Servicio de Asesoramiento en Derecho Internacional Humanitario. Derecho Internacional
Humanitario y Derecho internacional de los Derechos Humanos.
Véase en: https://www.icrc.org/spa/assets/files/other/dih_didh.pdf
9
Cfr. SALMON GARATE, Elizabeth. Introducción al Derecho Internacional Humanitario. Lima: CICR ,
2012, pág. 74
10
Cfr. Caso Las Palmeras Vs. Colombia. Excepciones Preliminares. Sentencia de 4 de febrero de 2000. Serie
C No. 67, párrs. 32 a 34. Véase también, Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 25 de
noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 209; Caso de la “Masacre de Mapiripán” Vs. Colombia. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C No. 134, párr. 115, y Caso Masacre de
Santo Domingo Vs. Colombia. Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones. Sentencia de 30 de
noviembre de 2012. Serie C No. 259, párr. 23
7
En el Perú la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución Política de
1993 señala que:
Perú”
Con dicha mención, el Perú resalta que los derechos y libertades reconocidos en
la Constitución deben interpretarse de conformidad con los tratados internacionales
en materia de derechos humanos suscritos por el Estado Peruano. Tal
interpretación, conforme con los tratados sobre derechos humanos, contiene,
implícitamente, una adhesión a la interpretación que de los mismos hayan realizado
los órganos supranacionales de protección de los atributos inherentes al ser
humano y, en particular, el realizado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, guardián último de los derechos en la Región11. El Estado tiene un
interés jurídico en que esos derechos sean protegidos, por lo que estas
obligaciones tienen efectos erga omnes12 , según el Tribunal Internacional de
Justicia las referidas obligaciones pueden resultar, de la ilegitimidad de los actos
de agresión y del genocidio en el Derecho internacional contemporáneo, así como
de los principios y reglas relativas a los derechos fundamentales de la persona
humana, comprendiendo en ellos la protección contra la práctica de la esclavitud y
la discriminación racial13.
11
Tribunal Constitucional del Perú. Habeas Corpus. Exp. N°. 0217-2002-HC/TC
12
CIJ. Recueil, 1970, pág. 32
13
CARRILLO SALCEDO, J. El Derecho internacional en un mundo en cambio, Madrid, 1985, pág. 206 y
JUSTE Ruiz, J.: Las obligaciones erga omnes en Derecho internacional público, en "Estudios de Derecho
internacional. Homenaje al profesor Miaja de la Muela", Madrid, 1979, t. I, pág. 219 y ss.
8
de la esclavitud y la discriminación racial. Las garantías de protección
correspondientes están integradas al derecho internacional general14.
Pero, no debe confundirse efectos erga omnes u "obligaciones de los Estados con
la comunidad internacional en su conjunto" y obligaciones "que nacen con respecto
a otro Estado" pues ya el Asunto Barcelona Traction Light and Power Company
Limited de fecha 5 de febrero de 1970 de la Corte Internacional de Justicia, dispuso
la distinción esencial entre ambos15, estos efectos erga omnes constituyen la
eficacia de las normas de ius cogens16.
Una vez entendido la aplicabilidad del DIH y del DIDH, nos adentraremos a conocer
que paso específicamente en el Perú en la época de los 80 y 90 a fin de evaluar
las consecuencias de este conflicto armado interno en nuestro país.
14
Corte Internacional de Justicia, Barcelona Traction (1970), pág. 33 y 34. Traducción no oficial de José
Burneo (CVR).
15
Cfr. ACOSTA ESTÉVEZ. José B. NORMAS DE IUS COGENS, EFECTO ERGA OMNES, CRIMEN
INTERNACIONAL Y LA TEORÍA DE LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS. Pág. 4.
16
Norma de Derecho internacional general, superior en la jerarquía de las normas, en el orden jurídico
internacional, siendo dada su importancia por la comunidad internacional.
17
Roberto Saba. QUE ES LO SOSPECHOSO DE LAS CATEGORIAS SOSPECHOSAS. Capitulo Xxvii;
Garagarella, Roberto. Teoría y critica del derecho constitucional- Yomo Ii - Buenos Aires 2008; Treacy,
Guillermo
F. CATEGORÍAS SOSPECHOSAS Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD.
18
Comisión de la Verdad y Reconciliación. Informe Final. PRIMERA PARTE: EL PROCESO, LOS
HECHOS, LAS VÍCTIMAS Sección primera: Exposición general del proceso. Tomo I, PÁG. 58, 59 Y 60
9
1. El inicio de la violencia armada (mayo 1980-diciembre 1982): Comprende
desde la primera acción cometida por el Partido Comunista del Perú Sendero
Luminoso en Chuschi, Cangallo, el 17 de mayo de 1980 hasta la disposición
presidencial del 29 de diciembre de 1982 que dispone el ingreso de las fuerzas
armadas a la lucha contrasubversiva en Ayacucho.
19
Cfr. Corte IDH. Caso Villagrán Morales y otros (Caso de los “Niños de la Calle”) Vs. Guatemala.
Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de mayo de 2001. Serie C No. 77, párr. 175; Caso Castillo Páez Vs.
Perú. Excepciones
10
que cuando se violan derechos fundamentales de una persona humana, tales como
el derecho a la vida o el derecho a la integridad física, las personas más cercanas
a la víctima también pueden ser consideradas como víctimas. Debemos tener en
cuenta que este tipo de violaciones a Derechos Humanos han sido bastante
frecuentes en la época de Conflicto. Así mismo dicha Corte tuvo la oportunidad de
pronunciarse sobre la condición de víctima de tratos crueles, inhumanos y
degradantes de una madre como resultado de la detención y desaparición de su
hijo, para lo cual valoró las circunstancias del caso, la gravedad del maltrato y el
hecho de no contar con información oficial para esclarecer los hechos23.
11
La Corte Interamericana ha establecido el deber del Estado de investigar los hechos
mientras se mantenga la incertidumbre sobre la suerte de la persona desaparecida,
y la necesidad de brindar un recurso sencillo y rápido para el caso, con las debidas
garantías. Siguiendo esta interpretación, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos afirmó que este es un derecho que tiene la sociedad y que surge como
principio emergente del derecho internacional bajo la interpretación dinámica de los
tratados de derechos humanos y, en específico, de los artículos 1.1, 8, 25 y 13 de
la Convención Americana20.
Pese a que la violencia tuvo un carácter masivo y estuvo concentrada en las zonas
más marginadas y excluidas de la sociedad peruana, muchos de los testimonios
recogidos por la CVR señalan que los principales actores del conflicto armado
interno desarrollaron un conjunto de prácticas de selección de sus víctimas al
interior de determinados grupos poblacionales. Puesto que generalmente se
realizaban afectaciones a los Derechos de las personas según sus características
raciales, su color de piel, ejerciendo muchas veces otros tipos de violencia como
por ejemplo en el caso de las mujeres cortándoles las trenzas, siendo ello
directamente una violencia de género cuando estamos en situaciones de conflicto
armado, otro aspecto fue la edad, fueron los hombres entre 20 y 49 años quienes
conforman el grueso de las víctimas fatales reportadas a la CVR (más del 55%),
mientras que las mujeres en este aspecto no tuvieron un rango de selección, puesto
que las victimas mujeres de todas las edades suman poco menos del 20%.
Otro indicador de selectividad fue el tamaño del grupo en el que se ejecutaron a las
personas. Como práctica generalizada fueron asesinadas o ejecutadas en grupos
pequeños, generalmente es decir, situaciones donde los principales actores del
conflicto se han dado el trabajo de ubicar dentro de una comunidad a víctimas
específicas para ultimarlas.
20
. Corte IDH. Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Fondo. Serie
C No. 70, párr. 197.
12
caso del conflicto armado guatemalteco, más de la mitad de las personas
reportadas como asesinadas entre 1969 y 1995 murieron en grupos de más de
cincuenta persona21. Aquí un breve testimonio:
Es innegable que entre los años 1982 y 1984, el comportamiento de los patrones
cuantitativos expresados por la CVR evidencian que el conflicto se desarrolló casi
exclusivamente en el departamento de Ayacucho. Sin embargo, conforme el
conflicto adquiere dimensiones nacionales y el PCP-Sendero Luminoso busca
expandir su proyecto político totalitario hacia nuevos espacios, esta organización
comienza a encontrar una resistencia en el mundo campesino o nativo (andino y
selvático) cada vez mayor, la cual es potenciada por la promoción estatal de la
formación de rondas campesinas, como en Soras, Ayacucho, lugar que ante las
exigencias de la guerra, aparecen las manifestaciones públicas de rechazo, al igual
que en Larcay y Paucaray, sobretodo en algunos líderes de las comunidades,
aumentando las tensiones hasta el 26 de noviembre de 1983, cuando el PCP-SL
ejecuta a tres de ellos acusándolos de soplones. Se logra instalar en la zona un
destacamento de sinchis, los cuáles se enfrentarán el 8 de diciembre a una columna
del PCP-SL, muriendo uno de los subversivos. Como consecuencia de estos
21
Ver: Patrick Ball, Paul Kobrak y Herbert F. Spirer. Violencia institucional en Guatemala, 1960 a 1996: una
reflexión cuantitativa. Washington DC: AAAS – CIIDH, 1999, Pág. 65 – 70.
13
acontecimientos, el pueblo de Soras ensaya organizarse en rondas, presionando
además sobre las comunidades vecinas. Esto motivo a que las acciones armadas
de la organización subversiva adquieran un marcado carácter de represalia contra
la sociedad rural. Paralelamente, los agentes del Estado y, en particular, las FFAA,
como parte del cambio de su estrategia contrasubversiva, fueron desarrollando
alianzas más importantes con el campesinado y focalizando su acción represiva en
sectores sociales donde existe una mayor probabilidad de ubicar y eliminar
individuos vinculados más estrechamente con el PCP-SL. Otros lugares que
adoptaron una similar posición de organizarse contra el PCP-SL son los distritos de
Chilcayoc, Chalcos y Belén, como ocurre el 9 de octubre de 1983, cuando un grupo
combinado de 35 efectivos de sinchis y miembros del ejército, llega en tres
helicópteros a la localidad de Ayalca, anexo de Chalcos, obligando a los pobladores
a reunirse en la plaza de armas. Al final de esa reunión, alrededor de 60 personas
fueron encerradas en el local de la iglesia y en el de la Municipalidad. Al día
siguiente, aproximadamente 18 personas seleccionadas entre los detenidos son
conducidas hacia Belén, pero terminan siendo asesinadas en el trayecto, a la altura
de la localidad de Pitecc.
22
Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú. Informe Final. Tomo IV. Primera parte. El proceso, los
hechos y las víctimas. Sección Tercera: Los escenarios de la Violencia. Capitulo I. La violencia en las
regiones, pág. 125.
23
En un intervalo de confianza al 95% cuyos límites inferior y superior son 61,007 y 77,552 personas
respectivamente. Para mayores detalles véase el anexo del presente informe titulado: ¿Cuántos peruanos
murieron?: Estimación del número total de víctimas fatales del conflicto armado interno entre 1980 y 2000. 29
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. No. 013—96—I/TC Lima, de 28 de abril de 1997, Fundamento
Cuarto. En la sentencia el Tribunal no se pronunció sobre el fondo del asunto, considerando a partir de una
argumentación incompatible con la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre las
mismas leyes, que “habiendo quedado agotados todos los efectos derivados de los actos delictivos objeto de la
amnistía”,
15
Audiencia de Huanta. 11 de abril de 2002.
f. Leyes de amnistía.
Un claro de estás leyes de amnistía es el modelo de lo ocurrido con las Las leyes
de Punto Final dadas en, el Gobierno de Raúl Alfonsín donde se determinó la
extinción de las acciones penales por crímenes cometidos con ocasión de la
llamada “guerra sucia” en un plazo de sesenta días. Esta ley era denominada como
de “Punto Final” y suscitó un debate jurídico que intentaba determinar si se trataba
de una reducción retroactiva del plazo de la prescripción de la acción o si era en
realidad una ley de amnistía a la que no se quiso nombrar así. En todo caso, la ley
contenía todos los elementos que la definen como de olvido, perdón o renuncia a
una acción penal que estaba vigente en el momento de su sanción. Pero habiendo
sido la naturaleza de la ley esencialmente política, sus efectos también lo eran. Así,
contra todo lo esperado, se produjeron innumerables procesamientos en el breve
plazo que la ley establecía. Irritados por las “instrucciones” que el Procurador
General de la Nación impartió a los fiscales federales para que estos trataran de
lograr el menor número de procesamientos posible, se dictaron más
procesamientos de la expectativa que se pretendía. Otra caso fue la Ley n.º 23 521
de Determinación de los Alcances del Deber de Obediencia, conocida como la Ley
de Obediencia Debida, la cual surgió para encontrar una solución más definitiva.
Jurídicamente la ley impuso a los jueces el mandato de tener por probados ciertos
actos y asignarles una interpretación determinada que condujera a la absolución o
sobreseimiento de los imputados en la comisión de delitos. Pero en la práctica,
quedaron liberados todos los militares que habían actuado cumpliendo órdenes
superiores. Produciéndose en la comunidad jurídica un intenso debate y acciones
varias que pretendieron su inconstitucionalidad.24.
Estas leyes llamadas de Punto Final y Obediencia Debida (las leyes n.° 23 492 y
23 521) fueron declaradas inconstitucionales por la Corte Suprema de Justicia en
24
IIDH. Contribución de las Políticas de verdad, justicia y reparación a las democracias en América Latina.
ASDI.
TAPPATÁ DE VALDEZ, Patricia. Pasado y Futuro Temas Centrales Del Presente En Argentina. Pág. 51.
17
un fallo de carácter histórico25. Dicho fallo modificó de manera radical el escenario
de la lucha por los derechos humanos. Los juicios pasaron a formar parte de la
preocupación principal del Estado y quienes resultaron beneficiarios de tales leyes
no pueden invocar ni la prohibición de retroactividad de la ley penal más grave ni la
cosa juzgada.
25
Simón, Julio Héctor y otros, sobre privación ilegítima de la libertad, etc., causa n.° 17768. 14/06/2005. 34
Cfr. VENTURA ROBLES, Manuel. La jurisprudencia de la corte interamericana de Derechos Humanos en
materia de acceso a la justicia e impunidad.
26
AMBOS, Kai: Impunidad y Derecho Penal Internacional. Un Estudio Empírico sobre Colombia, Bolivia,
Perú, Chile Argentina. 1ª Edición colombiana, 1997, pág. 29.
27
Cfr. Uprimny Yepes, Rodrigo; Saffon Sanín, María Paula; Botero Marino, Catalina; Restrepo Saldarriaga,
Esteban; ¿Justicia transicional sin transición? Verdad, justicia y reparación para Colombia. Centro de Estudios
de Derecho, Justicia y Sociedad Primera edición Bogotá, D.C. junio de 2006.
18
Corte IDH. La doctrina así establecida es coincidente con los pronunciamientos
realizados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la que se había
pronunciado anteriormente sobre la incompatibilidad de leyes de amnistía, similares
a la peruana, que habían sido promulgados por otros Estados parte en la
Convención28.
28
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ha pronunciado contra las leyes de amnistía expedidas
en Argentina [Informe No. 28/92 de 1992], en Uruguay [Informe 29/92 de 1992], en Chile [Informe 36/96 de
1996], en Perú [Informes 1/96 de 1996, 42/97 y 43/97 de 1997].
29
El Comité de Derechos Humanos (Naciones Unidas, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos) a
propósito de leyes de amnistía que otorgan impunidad a los responsables de actos de tortura, manifestó : “Las
amnistías son generalmente incompatibles con la obligación de los Estados de investigar tales actos, de
garantizar que no se cometan tales actos dentro de su jurisdicción y de velar porque no se realicen tales actos
en el futuro.” Observación General No. 20, relativa a la prohibición de la tortura y los tratos o penas crueles
(artículo 7 del Pacto). Adoptada durante el 44 período de sesiones, 1992, párr. 15. El Comité se pronunció
(CCPR/C/79/Add. 19, 1993) contra la Ley de Caducidad dictada por el Estado de Uruguay para asegurar la no
punición de responsables de violaciones a los derechos humanos. En lo que se refiere al Perú, declaró
(CCPR/C/79/Add. 67, 1996) : “La amnistía señalada impide la investigación y el castigo apropiado de los
autores de violaciones de los derechos humanos cometidas en el pasado, erosiona los esfuerzos por lograr el
respeto de los derechos humanos, contribuye a crear una atmósfera de impunidad entre los autores de esas
violaciones y constituye un muy grave obstáculo a los esfuerzos por consolidar la democracia y promover el
respeto de los derechos humanos y, por tanto, viola el artículo 2 del Pacto. A este respecto, el Comité reitera
la opinión expresada en su observación general 20 (44) de que este tipo de amnistía es incompatible con [...]”.
Respecto de las leyes de Obediencia Debida y de Punto final promulgadas por el Estado argentino, el Comité
afirmó (CCPR/CO/70/Arg., 2000) la no validez de sus efectos jurídicos puesto que las violaciones a los
derechos humanos perpetradas “deben ser perseguibles durante todo el tiempo necesario y con toda la
retroactividad necesaria para lograr el enjuiciamiento de sus autores”
30
Comité contra la Tortura (Naciones Unidas, Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes), casos 1, 2 y 3 de 1998.
31
“Las personas que hayan cometido o sean acusadas de haber cometido cualquiera de los delitos referidos en
el artículo 4, parágrafo 1, no podrá beneficiarse por ninguna ley de amnistía o medidas de carácter similar que
tengan por objeto eximirlas de cualquier proceso penal o sanción”, artículo 18 de la “Declaración para la
protección de todas las personas contra la desaparición forzada”, aprobada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas mediante Res. 47/133 de 18 de diciembre de 1992.
32
“El Acuerdo [de Paz para Sierra Leona, firmado en Lomé] establece una completa amnistía para los crímenes
perpetrados por los miembros de las fuerzas contendientes en el conflicto desde marzo de 1991 hasta la fecha
de adopción del Acuerdo. He instruido a mi representante especial para firmar el acuerdo con la expresa
salvedad de que las Naciones Unidas sostiene el entendimiento que la amnistía y los perdones contenidos en
el artículo IX no se entenderán aplicables al crimen de genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes
de guerra y otras graves violaciones del derecho internacional humanitario”, Secretario General de las Naciones
Unidas, U.N. Doc. S/1999/836 de 30 de julio de 1999, párr. 7.
33
La Comisión de Derechos Humanos declaró : “Toma nota de que el Representante Especial del Secretario
General consiguió una reserva al firmar el Acuerdo de Paz en el sentido de que las Naciones Unidas entienden
que las disposiciones sobre amnistía del Acuerdo de Paz no se aplicarán a los crímenes internacionales de
genocidio, los crímenes contra la humanidad, los crímenes de guerra y otras violaciones graves del derecho
internacional humanitario, y afirma que todas las personas que comentan o autoricen violaciones graves de los
derechos humanos o del derecho internacional humanitario en cualquier momento son personalmente
19
g. El castigo en la transición Peruana.
(ii) a mayor responsabilidad militar (nivel de mando) o social del victimario 34,
menor posibilidad de perdón;
responsables y han de rendir cuentas por esas violaciones y que la comunidad internacional hará todo lo posible
para enjuiciar a los responsables”. ONU: Doc. E/CN.4/RES/2000/24 de 18 de abril de 2000, párr. 2.
34
Uprimny Yepes, Rodrigo; Las enseñanzas del análisis comparado: procesos transicionales, formas de justicia
transicional y el caso colombiano. Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad Primera edición Bogotá,
D.C. junio de 2006. Pag. 28
20
Además de que las transiciones basadas en perdones “responsabilizantes” logran
equilibrar las exigencias de justicia y las restricciones impuestas por las
negociaciones de paz, resultan compatibles con el Derecho Internacional al
contemplar únicamente perdones proporcionales y necesarios para alcanzar la
paz35 desterrada en conflictos armados.
Este perdón es un tema que debe ser más aplicado en el Estado Peruano pues
todavía no se logra judicializar bien los casos y tampoco se ha logrado determinar
una posible negociación de paz, entre el victimario y las víctima, a fin de resolver
los problemas y dolores con el pasado, mediante el proceso de Justicia
Transicional, el cual debe ser entendido como aquel conjunto de teorías y prácticas
que se derivan de procesos políticos que permiten a las sociedades conciliar el
pasado de atrocidad e impunidad, buscar justicia a las víctimas de dictaduras,
guerras civiles y otras crisis de amplio espectro o larga duración, con el propósito
de avanzar o retornar a la normalidad democrática36.
35
Idem. Pag. 29
36
Cfr. Hernando Valencia Villa Introducción a la justicia transicional. Colombia, 2007 pág.1.
37
Cfr. SALMON GARATE, Elizabeth. Algunas reflexiones sobre DIH y Justicia Transicional: Lecciones de
la experiencia latinoamericana. Lima: CICR , 2012, pág. 2
38
Voto concurrente del juez Diego García-Sayán, Caso Masacres de El Mozote y lugares aledaños vs. El
Salvador, párr.28
21
En contextos de transición a la paz, es posible pensar en estrategias de priorización
de los casos más graves, así como en el uso de penas alternativas o suspendidas39
como la Ley de Justicia y Paz en el Estado Colombiano.
39
Idem. párr. 29 y 30
40
Cfr. Corte IDH. Caso Myrna Mack Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de
noviembre de 2003. Serie C No. 101, párrs. 131 y 134; Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra,
párr. 82; Caso Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de
2007. Serie C No. 166, párr. 128; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de agosto de 2008. Serie C No. 186.
41
Cfr. Corte IDH. Caso Radilla Pacheco Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de Noviembre de 2009. Serie C No. 209, párr. 74.
22
embargo, la Comisión de la Verdad y Reconciliación peruana desestimó, por
ejemplo, conocer de ciertos casos vinculados a la operación Cóndor, aun cuando
la fecha de dichas denuncias referían a secuestros producidos en julio de 1980 (y
por ende, en el marco de la competencia temporal de la Comisión), pero que no
respondían al patrón central de su mandato. En el Perú, las reparaciones están
relacionadas tanto con el momento en el que ocurrieron como en su conexión con
patrones de violencia producidos en el marco del conflicto, pero las reparaciones
son un tema de preocupación hasta la actualidad pues el Registro único de víctimas
de la Violencia en nuestro país es todavía un tema pendiente ya que no considera
víctimas, a los miembros de las organizaciones subversivas, este es un tema
controvertible hasta el día de hoy.
42
Decreto Supremo 015-2006-JUS, art.
22 52 Ley 19.123, art. 29.
23
aspecto simbólico con la construcción de monumentos públicos, museos,
memoriales y otros lugares de memoria, donde se reconozcan los hechos y donde
las víctimas se vean representadas en las obras a construir.
43
Correa, Cristián. Programas de reparación para violaciones masivas de derechos humanos: lecciones de las
experiencias de Argentina, Chile y Perú, pág. 471.
24
II. INFORME FINAL DE LA COMISION DE LA VERDAD Y LA
RECONCILIACION (CVR)
1. ANTECEDENTES:
Los hallazgos de la CVR son impactantes y en los nueve voluminosos tomos del
informe se dio cuenta del desarrollo del proceso de violencia, de los actores del
conflicto, de los crímenes y violaciones de derechos humanos, así como de las
secuelas de la violencia. Asimismo, se incluyó una serie de recomendaciones
orientadas al compromiso final de la reconciliación, las cuales estaban referidas al
desarrollo de reformas institucionales, al Programa Integral de Reparaciones (PIR)
y el Plan Nacional de Intervención Antropológico-Forense. Finalmente, se
estableció una serie de mecanismos de seguimiento de las recomendaciones de la
CVR.
25
por razones de género, además de incluir un capítulo específico sobre violencia
sexual contra las mujeres. De esta manera, y a diferencia de experiencias previas,
la CVR se constituyó en la primera comisión de la verdad en el mundo en
contemplar una perspectiva de género desde el inicio de su trabajo, convirtiéndose
así en un significativo precedente para el establecimiento y trabajo de futuras
entidades de este tipo.
Lo que hacía no mucho era visto como normal y cotidiano, en ese momento era
reconocido como una violación de derechos humanos que, debido a su carácter
generalizado, puede plantearse además como un crimen de lesa humanidad.
La CVR ha constatado que el conflicto armado interno que vivió el Perú entre
1980 y 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso, más extenso y más
prolongado de toda la historia de la República. Asimismo, que fue un conflicto
que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad
peruana.
La CVR estima que la cifra más probable de víctimas fatales de la violencia es
de 69,280 personas.44 Estas cifras superan el número de pérdidas humanas
sufridas por el Perú en todas las guerras externas y guerras civiles ocurridas en
sus 182 años de vida independiente.
La CVR afirma que el conflicto abarcó una proporción mayor del territorio
nacional que cualquier otro conflicto,45 provocó enormes pérdidas económicas
expresadas en destrucción de infraestructura y deterioro de la capacidad
productiva de la población y llegó a involucrar al conjunto de la sociedad.
La CVR ha constatado que existió una notoria relación entre situación de
pobreza y exclusión social, y probabilidad de ser víctima de la violencia. En el
departamento andino de Ayacucho se concentra más del 40 por ciento de
44En un intervalo de confianza al 95 por ciento cuyos límites inferior y superior son 61,007 y 77,552 víctimas, respectivamente.
45La CVR ha recibido reportes de muertes y desapariciones como producto del conflicto armado interno en todos los departamentos,
salvo Moquegua y Madre de Dios. Sólo en Tacna (1) y Tumbes (4), la cifra de víctimas reportadas a la CVR es de un dígito.
26
muertos y desaparecidos reportados a la CVR. Al sumar a ello las víctimas
consignadas por la CVR en los departamentos de Junín, Huánuco,
Huancavelica, Apurímac y San Martín se llega al 85 por ciento de las víctimas
registradas por la CVR.46
La CVR ha constatado que la población campesina fue la principal víctima de la
violencia. De la totalidad de víctimas reportadas, el 79 por ciento vivía en zonas
rurales y el 56 por ciento se ocupaba en actividades agropecuarias. Estas cifras
contrastan con las del censo de 1993 según el cual el 29 por ciento de personas
vivían en zonas rurales y el 28 por ciento de la PEA nacional estaba ocupada en
el sector agropecuario.
La CVR ha podido apreciar que, conjuntamente con las brechas
socioeconómicas, el proceso de violencia puso de manifiesto la gravedad de las
desigualdades de índole étnico-cultural que aún prevalecen en el país. Del
análisis de los testimonios recibidos resulta que el 75 por ciento de las víctimas
fatales del conflicto armado interno tenían el quechua u otras lenguas nativas
como idioma materno. Este dato contrasta de manera elocuente con el hecho de
que la población que comparte esa característica constituye solamente el 16 por
ciento de la población peruana de acuerdo con el censo nacional de 1993.
La CVR ha comprobado que, en términos relativos, los muertos y desaparecidos
tenían grados de instrucción muy inferiores al promedio nacional. Mientras el
censo nacional de 1993 indica que solamente el 40 por ciento de la población
nacional tiene un nivel educativo inferior a la educación secundaria, la CVR ha
encontrado que el 68 por ciento de las víctimas se encontraba por debajo de ese
nivel.
La CVR concluye que la violencia impactó desigualmente en distintos ámbitos
geográficos y en diferentes estratos sociales del país. Si la tasa de víctimas
reportadas a la CVR respecto de la población de Ayacucho hubiera sido similar
en todo el país, la violencia hubiera ocasionado 1 millón 200 mil muertos y
desaparecidos. De esa cantidad, 340 mil hubieran ocurrido en la ciudad de Lima.
La CVR ha constatado que la tragedia que sufrieron las poblaciones del Perú
rural, andino y selvático, quechua y asháninka, campesino, pobre y poco
46
Debe señalarse que quienes hoy viven en esos departamentos son tan pobres que en conjunto concentran tan sólo el 9 por ciento
del ingreso de todas las familias peruanas. Además Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y Huánuco son cuatro de los cinco
departamentos más pobres del país.
27
educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país; ello delata,
a juicio de la CVR, el velado racismo y las actitudes de desprecio subsistentes
en la sociedad peruana a casi dos siglos de nacida la República.
La CVR ha hallado que el conflicto puso de manifiesto graves limitaciones del
Estado en su capacidad de garantizar el orden público y la seguridad, así como
los derechos fundamentales de sus ciudadanos dentro de un marco de actuación
democrático.
La CVR, asimismo, ha encontrado una precaria vigencia del orden constitucional
y el Estado de Derecho, los que en esos tiempos de crisis fueron vulnerados.
28
características terroristas que no conquistó el apoyo duradero de sectores
importantes de peruanos.
E. La CVR considera que el PCP-SL sustentó su proyecto en una ideología de
carácter fundamentalista, centrada en una rígida preconcepción del devenir
histórico, encerrada en una visión únicamente estratégica de la acción
política y, por tanto, reñida con todo valor humanitario. El PCP-SL
desdeñaba el valor de la vida y negaba los derechos humanos.
F. La CVR ha constatado que el PCP-SL logró su cohesión interna a través del
llamado Pensamiento Gonzalo que reflejó el culto a la personalidad de
Abimael Guzmán Reinoso, fundador y dirigente de la organización, a quien
se le consideró la encarnación del pensamiento más elevado en la historia
de la humanidad.
G. La CVR ha determinado que, de acuerdo con su ideología, el PCP-SL adoptó
una estrategia orientada a provocar de manera consciente y constante
respuestas desproporcionadas por parte del Estado sin tener en cuenta el
profundo sufrimiento que ello ocasionaba a la población por la que decía
luchar.
H. La CVR considera que el PCP-SL llevó la ideología fundamentalista y la
organización totalitaria a sus extremos. En su acción subversiva se constata
una trágica ceguera: ve clases, no individuos; de allí, su falta absoluta de
respeto a la persona humana y al derecho a la vida, incluyendo la de sus
militantes. El PCP-SL alimentó en ellos una vena fanática que se convirtió
en su sello de identidad.
I. La CVR ha constatado características terroristas del PCP-SL que se
desplegaron desde un comienzo a través de ajusticiamientos realizados con
sevicia, prohibición de entierros y otras manifestaciones delictivas, incluido
el uso de coches-bomba en las ciudades.
J. La CVR encuentra asimismo un potencial genocida en proclamas del PCP-
SL que llaman a pagar la cuota de sangre» (1982), «inducir genocidio»
(1985) y que anuncian que «el triunfo de la revolución costará un millón de
muertos» (1988). Esto se conjuga con concepciones racistas y de
superioridad sobre pueblos indígenas.
K. La CVR ha encontrado que el PCP-SL se aprovechó de ciertas instituciones
del sistema educativo como principal cabecera de playa y que, a través de
29
ellas, logró expandir su prédica y captar núcleos minoritarios de jóvenes de
uno y otro sexo en diferentes partes del país. Si bien ofrecía a los jóvenes
una utopía que les brindaba identidad totalizante, en el fondo los encerraba
en una organización fundamentalista y opresora a través de cartas de
sujeción a Abimael Guzmán Reinoso.
L. La CVR ha constatado que la prédica del PCP-SL pudo tener aceptación
fugaz, en razón de la incapacidad del Estado y de las elites del país para
responder a las demandas educativas de una juventud frustrada en sus
esfuerzos de movilidad social y de aspiración de progreso.
M. La CVR ha encontrado que el PCP-SL secundó las tesis maoístas y convirtió
a las zonas rurales en el escenario principal del conflicto. Sin embargo, no
tomó en cuenta las necesidades y aspiraciones económicas del
campesinado, ni sus organizaciones propias ni sus especificidades
culturales, y convirtió, más bien, a los campesinos en masa que debía
someterse a la voluntad del partido. La disidencia individual en la masa llevó
a asesinatos y aniquilamientos selectivos, y la disidencia colectiva condujo
a masacres y arrasamientos de comunidades enteras.
N. La CVR ha establecido que la presencia del PCP-SL en los andes y la
respuesta contrasubversiva del Estado revivió y militarizó viejos conflictos
intra comunales e intercomunales. Catalogó como enemigos de clase a los
sectores de la sociedad rural más conectados al mercado o a las redes e
instituciones regionales o nacionales, y decretó su destrucción. Su guerra
campesina contra el Estado se convirtió en muchos casos en
enfrentamientos entre campesinos.
O. La CVR ha constatado que la violencia extrema practicada por el PCP-SL en
las localidades rurales de los andes se extendió también a los centros
urbanos. Lima y otras ciudades fueron también escenarios complementarios
y sufrieron sabotajes, asesinatos selectivos, paros armados y actos
terroristas, especialmente bajo la modalidad de coches-bomba.
P. La CVR señala que la concepción ideológica del PCP-SL implicaba la
destrucción del viejo Estado desde sus cimientos. Ello los llevó al asesinato
de autoridades locales alcaldes, gobernadores, tenientes gobernadores,
jueces de paz y de autoridades nacionales ministros, parlamentarios y otros
30
representantes de los poderes del Estado.47 Del total de reportes recibidos
por la CVR sobre víctimas fatales causadas por el PCP-SL, el 12 por ciento
eran autoridades. Además, el PCP-SL incurrió en el asesinato masivo de
dirigentes sociales, hombres y mujeres, dirigentes comunales, alcaldes
varas, dirigentes campesinos, sindicales, barriales, magisteriales y de
organizaciones de mujeres.
Q. La CVR señala que, por la generalidad y sistematicidad de estas prácticas,
miembros del PCP-SL, y en especial su dirección nacional y su denominada
jefatura, tienen directa responsabilidad en la comisión de crímenes de lesa
humanidad en el marco de ataques armados contra la población civil,
cometidos a gran escala o bien como parte de una estrategia general o
planes específicos. Del mismo modo, estas conductas constituyen, a juicio
de la CVR, graves infracciones a los Convenios de Ginebra, cuyo respeto
era obligatorio para todos los participantes en las hostilidades.48La perfidia
con la que actuó el PCP-SL en el terreno, escudándose en la población civil,
evitando el uso de distintivos y atacando a traición, entre otros métodos
similares como el recurso a acciones terroristas, constituyó un calculado
mecanismo que buscaba provocar reacciones brutales de las fuerzas del
orden contra la población civil, con lo que se incrementaron en una forma
extraordinaria los sufrimientos de las comunidades en cuyos territorios se
llevaban a cabo las hostilidades.
R. La CVR encuentra la más grave responsabilidad en los miembros del
sistema de dirección del PCP-SL por el conflicto que desangró a la sociedad
peruana, por los siguientes elementos:
47
La CVR ha recibido reportes de 930 autoridades locales asesinadas por el PCP-SL, sin embargo, la CVR estima que la cifra real es
mucho mayor.
48
Se refiere a normas del Derecho Internacional Humanitario recogidas en el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra.
31
• Por las prácticas violentas de ocupación y control de territorios rurales y
poblaciones campesinas con un alto costo en vidas y en sufrimiento humano.
49
El acto mismo de levantarse en armas contra un régimen legítimamente elegido es un acto criminal.
33
3.3. LA RESPONSABILIDAD DE LOS APARATOS DEL ESTADO
La CVR señala que las fuerzas policiales tenían el deber de enfrentar a los
grupos subversivos que vulneraban los derechos fundamentales de los
ciudadanos y reconoce la esforzada y sacrificada labor que sus miembros
realizaron durante los años de violencia. Asimismo, rinde su más sentido
homenaje al más de un millar de valerosos miembros de las fuerzas del
orden que perdieron la vida o quedaron discapacitados en cumplimiento de
su deber.
34
La CVR considera que la formación contrasubversiva recibida hasta
entonces por las fuerzas del orden había tenido como referente a
movimientos guerrilleros organizados según el modelo castrista o, en el
mejor de los casos, a grupos armados semejantes a los que por esos años
actuaban en otros países de América Latina. Esta fue la razón principal de
su dificultad para enfrentar a un enemigo vesánico, que se confundía entre
la población civil y era diferente de aquellos grupos subversivos.
La CVR señala que las fuerzas de la policía tuvieron que responder a la
agresión del PCP-SL y, después, del MRTA en condiciones logísticas
precarias, sin entrenamiento adecuado ni rotación suficiente de sus agentes.
Cuando recibieron la responsabilidad de conducir las acciones de lucha
contrasubversiva en Ayacucho, no contaron con un apoyo adecuado del
gobierno.
La CVR considera que las limitaciones de los servicios de inteligencia
policiales no permitieron tener una visión adecuada de lo que acontecía.
Esto, sumado al desconocimiento de la naturaleza del PCP-SL, provocó que
se menospreciara la magnitud del fenómeno en curso. Así, en lugar de enviar
a los agentes más preparados y eficientes de cada institución, se mantuvo
la práctica común en las organizaciones policiales de enviar a agentes no
idóneos a zonas alejadas como forma de castigo.
La CVR ha constatado que una vez declarado el estado de emergencia en
Ayacucho, en octubre de 1981, la intervención del destacamento policial
contrainsurgente denominado los sinchis50 hizo crecer las violaciones de los
derechos humanos, generó resentimientos y distanció a la policía de la
población.
La CVR señala que tanto las dificultades de coordinación para sumar
esfuerzos entre los tres institutos policiales, cuanto la corrupción entre altos
oficiales y en unidades estratégicas, fueron factores externos al conflicto
mismo que impidieron un mejor desempeño policial en los años en que la
subversión aún era débil. Por ello, a pesar de los relativos logros obtenidos
durante el año 1982 con la captura de subversivos, especialmente en las
ciudades, hubo dos acontecimientos que mostraron que la subversión había
50
Unidad contrainsurgente de la antigua Guardia Civil.
35
excedido las capacidades de las fuerzas policiales: el asalto al centro
penitenciario de Huamanga por el PCP-SL y el repliegue de los puestos
policiales en el campo a lo largo de 1982.51
La CVR ha constatado que, con el ingreso de las fuerzas armadas a
Ayacucho y la posterior implantación de los comandos político-militares
(CPM) en las zonas declaradas en estado de emergencia, se impuso la
subordinación de la policía a las fuerzas armadas. Aquélla quedó sujeta a
las funciones establecidas por los jefes militares, por encima de sus propios
comandos y de las autoridades civiles. En este contexto, y a medida que la
ofensiva militar avanzó, agentes de los tres institutos policiales que actuaron
en las zonas de emergencia incurrieron en graves violaciones de los
derechos humanos.
La CVR concluye que la lucha contra la subversión reforzó en miembros de
la policía prácticas autoritarias y represivas preexistentes. La tortura en
interrogatorios y las detenciones indebidas, que habían sido frecuentes en
el trato con la delincuencia común, adquirieron un carácter masivo durante
la acción contrasubversiva. Además, la CVR ha constatado que las
violaciones más graves de los derechos humanos por parte de agentes de
la policía fueron: ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada de
personas, torturas, tratos crueles, inhumanos o degradantes. La CVR
condena particularmente la práctica extendida de la violencia sexual contra
la mujer.
La CVR constata que, a partir de la segunda mitad de la década de 1980, la
unificación de las fuerzas policiales, el seguimiento de sus labores desde el
Ministerio del Interior y la fusión de distintas unidades operativas en la
Dirección de Operaciones Especiales (DOES), contribuyeron a una mejor
coordinación de acciones para la lucha contrasubversiva. Pese a ello, el
sector no atendió ni reforzó lo suficiente a la DIRCOTE, unidad que había
adquirido experiencia a partir de su trabajo concentrado en Lima.
51
Las fuerzas policiales no contaban con un despliegue suficiente de agentes en las zonas rurales. Allí se encontraban destacados
pequeños contingentes de guardias civiles con formación básica que, en muchos casos, no sumaban más de ocho. Básicamente, se
trataba de personal de refuerzo, como los sinchis, que estuvo acantonado en la ciudad de Huamanga, desde donde realizaba viajes en
helicóptero. Pero, incluso con este personal, no se dieron abasto para dar una respuesta en la totalidad de las extensas zonas afectadas
y, debido al riesgo que sus miembros corrían por los ataques, tomaron la decisión de empezar a replegarse en los puestos rurales, con
lo que se unieron varios puestos, sobre todo, en las capitales de provincia.
36
La CVR ha encontrado indicios que vinculan individualmente a agentes de
las fuerzas policiales con el mal llamado «Comando Rodrigo Franco», del
que no se ha podido determinar si era una organización centralizada o una
denominación empleada por actores diversos, no necesariamente
articulados entre ellos.
La CVR puede afirmar que el distanciamiento entre la policía y las
poblaciones tendió a agudizarse conforme se desenvolvía el conflicto
armado interno. Este hecho facilitó el arraigo de una mala imagen del policía
como perpetrador o, en el caso de las zonas cocaleras, como corrupto
vinculado al narcotráfico.
La CVR constata que a partir de 1985 las fuerzas policiales llegaron a tener
un conocimiento más acertado de la organización y formas de acción de los
grupos subversivos, hasta que el trabajo de inteligencia operativa de la
DINCOTE (antes DIRCOTE) logró las impecables capturas de los principales
dirigentes subversivos. Destacan entre ellos las de Víctor Polay Campos, del
MRTA, el 9 de junio de 1992, y la de Abimael Guzmán Reinoso, del PCP-
SL, el 12 de septiembre del mismo año. Estas capturas constituyeron un
factor fundamental para conseguir la derrota estratégica de la subversión y
el terrorismo.
La CVR constata que, a partir del golpe de Estado del 5 de abril de 1992, la
PNP fue sometida a los planes del Servicio de Inteligencia Nacional y
subordinada al poder militar, con un recorte significativo de sus facultades,
una distorsión de sus funciones institucionales y una cúpula involucrada en
la red de corrupción del régimen manejada por Vladimiro Montesinos
37
sentido homenaje a los más de un millar de valerosos agentes militares que
perdieron la vida o quedaron discapacitados en cumplimiento de su deber.
La CVR ha encontrado que las fuerzas armadas aplicaron una estrategia
que en un primer período fue de represión indiscriminada contra la población
considerada sospechosa de pertenecer al PCP-SL. En un segundo período,
esa estrategia se hizo más selectiva, aunque continuó posibilitando
numerosas violaciones de los derechos humanos.
La CVR afirma que en ciertos lugares y momentos del conflicto la actuación
de miembros de las fuerzas armadas no sólo involucró algunos excesos
individuales de oficiales o personal de tropa, sino también prácticas
generalizadas y/o sistemáticas de violaciones de los derechos humanos, que
constituyen crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de
normas del Derecho Internacional Humanitario.
La CVR concluye que, en este marco, los comandos político-militares (CPM),
erigidos en autoridad estatal máxima de las zonas de emergencia, pueden
tener la responsabilidad primaria por estos crímenes. El Poder Judicial debe
establecer el grado exacto de responsabilidad penal de quienes ejercieron
los CPM, ya sea por haber ordenado, incitado, facilitado o encubierto estos
hechos, o bien por haber omitido el deber fundamental de ponerles coto.
La CVR ha constatado que las violaciones más graves de los derechos
humanos por parte de agentes militares fueron: ejecuciones extrajudiciales,
desaparición forzada de personas, torturas, tratos crueles, inhumanos o
degradantes. La CVR condena particularmente la práctica extendida de
violencia sexual contra la mujer. Todos estos actos constituyen una
deshonra para quienes fueron sus perpetradores directos y para quienes, en
su condición de superiores jerárquicos, los instigaron, permitieron o
encubrieron con mecanismos de impunidad.
La CVR señala que en el momento de su intervención en la lucha contra la
subversión, las fuerzas armadas tenían preparación y equipamiento para
enfrentar un eventual conflicto convencional (conflicto externo). Durante los
primeros años de su intervención (1983-1985), carecieron de un adecuado
trabajo de inteligencia sobre la organización, el perfil de los militantes y la
estrategia del PCP-SL. Por decisión de la autoridad civil, su objetivo fue
terminar rápidamente el conflicto, sin tomar en cuenta el costo en vidas
38
humanas. Se plantearon recuperar el dominio territorial, suponiendo que la
población se dividía entre poblados leales al Estado peruano y poblados
subversivos o zonas rojas, sin advertir que estas últimas no eran
homogéneas y contenían por lo general sectores sobre los cuales el PCP-
SL se imponía por la coacción e incluso el terror.
Para la CVR, aunque la intervención militar inicial golpeó duramente la
organización y la capacidad operativa de PCP-SL, 52produjo también una
secuela de violaciones masivas de los derechos humanos y convirtió al
bienio 1983-1984 en el más letal del conflicto, fundamentalmente, en
Ayacucho. Peor aún, la estrategia resultó contraproducente, pues la
represión indiscriminada en las zonas rurales postergó la ruptura entre PCP-
SL y los sectores más pobres del campesinado, y no evitó la expansión de
las acciones armadas a otras zonas del país.
La CVR señala que, en agosto de 1989, las fuerzas armadas aprobaron la
sistematización de una estrategia contrasubversiva. La nueva estrategia
distinguía en los teatros de operaciones poblaciones amigas, neutrales y
enemigas, y no tenía como objetivo principal el control territorial sino la
eliminación de las Organizaciones Político-Administrativas (OPA) o comités
populares senderistas; ganar a la población y aislar a la fuerza militar del
PCP-SL. La estrategia produjo resultados decisivos, como alentar la
reacción del campesinado contra el poder senderista y la masificación de los
comités de autodefensa, que cambiaron las relaciones entre las fuerzas
armadas y el campesinado.
En esta etapa las violaciones de derechos humanos fueron menos
numerosas, pero más deliberadas o planificadas que en la etapa anterior.
Aparecieron, además, escuadrones de la muerte cuya actividad llevó a que
el Perú ocupara en esos años el primer lugar en el mundo en desapariciones
forzadas de personas.
La CVR señala que la nueva estrategia fue aprovechada por un grupo de
oficiales que, a su vez, diseñó planes para una posible interrupción
52
Los documentos del PCP-SL reconocen alrededor de 1,700 bajas entre militantes del partido, el ejército guerrillero popular y las
denominadas masas que los apoyaron, para el período comprendido entre mediados de 1983 y mediados de 1985. Aunque no hay
convicción absoluta al respecto, la CVR considera que parte de los militantes muertos del PCP-SL pueden corresponder al total de 2000
desaparecidos a manos del PCP-SL, sobre los que se puede razonablemente considerar que fueron jóvenes reclutados forzosamente que
nunca más volvieron, posiblemente porque cayeron en enfrentamientos.
39
castrense del proceso político. Parte de esos planes autoritarios serían
retomados posteriormente para el golpe de Estado de 1992. Dichos
proyectos antidemocráticos expusieron a las fuerzas armadas dos grandes
trastornos institucionales: a) el uso de un modelo de política
contrasubversiva y la imagen de una fuerza armada victoriosa para justificar
el golpe de Estado de 1992, y b) una tregua con el narcotráfico al definir al
PCP-SL como enemigo principal, que debía ser aislado del campesinado
cocalero. En algunos casos, y sobre todo a partir del ascenso de Vladimiro
Montesinos, esa tregua se convirtió en alianza.
La CVR concluye que la captura de Abimael Guzmán y la desarticulación del
PCP-SL y el MRTA no lograron evitar que la ética, el prestigio e incluso el
bienestar y la eficiencia de las fuerzas armadas53 quedaran seriamente
mellados por una cúpula que unió su suerte al gobierno dictatorial. Este
proceso de descomposición estuvo caracterizado por la actividad del Grupo
Colina, la persecución de oficiales disidentes, así como por la organización
de un sistema de corrupción, chantaje y espionaje político dentro de las
propias fuerzas armadas bajo la dirección de Vladimiro Montesinos.
La CVR ha encontrado que las fuerzas armadas fueron capaces de extraer
lecciones durante el proceso de violencia, las que le permitieron afinar su
estrategia de manera que ésta fuera más eficaz y menos propensa a la
violación masiva de los derechos humanos. Este aprendizaje se revela
ostensiblemente en el descenso de víctimas por acción de agentes del
Estado precisamente en los años más intensos del conflicto armado interno
(1989-1993), mientras que durante esos mismos años el PCP-SL
desplegaba una desbordante violencia terrorista contra los pueblos quechua
y asháninka, y también contra la población urbana. Ese aprendizaje, junto
con la proliferación de los Comités de Autodefensa, la inteligencia operativa
policial y el respaldo de la ciudadanía, permite explicar la derrota del PCP-
SL.
53
El menoscabo de la eficiencia de las fuerzas armadas en su tarea fundamental de la defensa nacional se reveló en el conflicto del
Cenepa en 1995.
40
3.6. SOBRE LA ACTUACIÓN DE LOS COMITÉS DE AUTODEFENSA
1. La CVR estima que, desde muy temprano, sectores del campesinado más
pobre, aquéllos que según los cálculos del PCP-SL debían haber sido sus
aliados principales, se levantaron contra un proyecto que no compartían y
que se les imponía por la fuerza. Comunidades como Uchuraccay y otras de
las alturas de Huanta se encuentran entre los ejemplos más conocidos. En
algunos casos de modo espontáneo, en otros por iniciativa de las fuerzas
armadas, los productores agrarios del valle del río Apurímac forma-ron los
primeros comités de autodefensa (CADs), que posteriormente se
multiplicaron e infligieron en las áreas rurales su primera derrota estratégica
al PCP-SL.
2. La CVR reconoce el derecho de los campesinos a la autodefensa en el
contexto excepcional planteado por la agresión senderista. Constata, al
mismo tiempo, que en un número significativo de casos la formación de
comités de autodefensa se produjo por la presión y el amedrentamiento de
las fuerzas armadas y/o de otros CADs. En ocasiones, los CADs fueron más
allá de tareas de autodefensa y resultaron, de acuerdo con los hallazgos de
la CVR, responsables de crímenes que deben ser sancionados.
3. La CVR reconoce, sin embargo, que los CADs fueron un factor muy
importante en el desenlace del conflicto armado interno y rinde homenaje a
los ronderos caídos en defensa de sus comunidades y del país. Resalta,
asimismo, que, una vez terminado el conflicto armado, no se convirtieron en
sicarios del narcotráfico, ni pusieron su experiencia militar al servicio de otros
actores implicados en actividades ilícitas. La inmensa mayoría de los
miembros de los CADs se ha reintegrado a sus comunidades, y el país sigue
teniendo una deuda con ellos. El decreto legislativo 741 promulgado a fines
de 1991, y su posterior reglamentación, sólo les reconoce indemnizaciones
a partir de la promulgación de la ley, y ha beneficiado a un reducido número
de deudos.
41
3.7. EL PROCESO POLÍTICO Y LOS GOBIERNOS
a) La CVR diferencia en primer lugar los años que van entre 1980 y 1992, tramo
que transcurrió bajo regímenes civiles electos democráticamente, del tramo
final de nuestro mandato, posterior al golpe de Estado del 5 de abril de 1992.
Ese cambio de régimen tiene una incidencia directa sobre las
responsabilidades de las máximas autoridades del Estado en torno a las
violaciones de los derechos humanos, pues la centralización del poder incide
en la relación más directa en principio entre el Presidente de la República y
los grupos que operan encubiertos por el poder para perpetrar esas
violaciones.
b) La CVR considera que, dado el desarrollo de los hechos, marcado por la
creciente violencia del PCP-SL, era inevitable que el Estado utilizara sus
fuerzas armadas para hacerle frente y recurriera a declarar estados de
emergencia, considerados por la Constitución vigente para afrontar
situaciones de grave riesgo. La CVR deplora, sin embargo, que los
gobiernos que así lo decidieron, no tomasen las previsiones para impedir los
atropellos de los derechos fundamentales de la población.
c) La CVR es consciente de que todo este actuar de los gobiernos estaba
condicionado, tanto en su debilidad como en su improvisación, por fallas
profundas del Estado: i) su insuficiente cobertura territorial y densidad
institucional; ii) su falta de preparación para enfrentar un conflicto de esas
características; iii) la desconfianza que le provocaban significativos sectores
de sus propios ciudadanos y; iv) una creciente incapacidad para someterse
a los marcos constitucionales y legales de los que acababa de dotarse el
país a través de la Constitución de 1979.
d) La CVR rinde por eso su homenaje a los dirigentes y militantes de los
partidos políticos democráticos que ofrendaron su vida o sufrieron maltrato
por cumplir con honestidad con sus deberes públicos. Nos referimos tanto a
los militantes de los partidos que gobernaron, así como a los que tuvieron
responsabilidad parlamentaria en las regiones y municipios. Debe
destacarse especialmente a las autoridades locales de los lugares más
afectados por la violencia, que mantuvieron la presencia del Estado peruano
42
muchas veces a costa del máximo sacrificio. Ellos deben ser un ejemplo para
todos en esta nueva etapa de búsqueda de democracia.
e) La CVR debe constatar, al mismo tiempo, una muy grave responsabilidad de
los gobiernos de esos años, así como de los partidos que tuvieron
representación en el Parlamento, los gobiernos locales y, entre 1989 y 1991,
los gobiernos regionales. En los primeros doce años del conflicto, las fuerzas
policiales y las fuerzas armadas se hicieron cargo del combate a la
subversión a partir de instrumentos legales aprobados por gobiernos civiles
y dentro del marco de una legislación antiterrorista promulgada por un
Congreso elegido democráticamente.
f) La CVR ha recogido amplia evidencia de cómo en el combate a los grupos
subversivos se cometieron gravísimas y masivas violaciones de los
derechos humanos, lo que involucra en primer lugar a los gobiernos, que
eran los responsables del conjunto de la acción del Poder Ejecutivo, del cual
dependen las fuerzas del orden. Además de ello, los gobiernos civiles
electos incurrieron en la más grave responsabilidad al desatender las
denuncias de violaciones de derechos humanos o, en muchos casos, al
garantizar la impunidad de los responsables de las mismas.
g) La CVR encuentra que el primer punto de inflexión institucional en la
abdicación de la responsabilidad democrática por parte de los gobiernos
estuvo en la creación, por dispositivo legal, de los comandos político-
militares. Ellos subordinaron en la práctica al poder civil en las zonas
declaradas en estado de emergencia, pues terminaron asumiendo la
conducción no sólo militar, sino también política de la lucha
contrasubversiva54.
h) La CVR constata que la ley 24150 colocaba a militares y policías que
actuaban en provincias declaradas en estado de emergencia bajo la
competencia de la justicia militar, lo que favoreció la impunidad de los
agentes del Estado responsables de las violaciones de los derechos
humanos. Del mismo modo, el carácter permanente de una situación de
excepción en cada vez más provincias debilitó la democracia y creó un clima
propicio para las violaciones de los derechos humanos, así como un sentido
54
Esta última pudo haberse dejado en manos de la autoridad civil, o de un ministro o delegado presidencial ad hoc.
43
común de la población y de las autoridades civiles de esas zonas según el
cual el poder reposaba en la autoridad militar.
i) La CVR considera que la abdicación de la autoridad democrática culminó
con la legislación contrasubversiva aprobada después del golpe de Estado
de abril de 1992. De acuerdo con ella, los jefes de los comandos político-
militares no sólo coordinaban y supervisaban, sino conducían las acciones
en los campos no militares. Esa legislación cambió el Sistema de Defensa
Nacional, la ley del Servicio de Inteligencia Nacional y la ley de situación
militar. Esta última permitió que los comandantes generales de las fuerzas
armadas permanecieran en sus cargos aún después de su fecha de retiro.
La nueva legislación incluía, además, penas y procedimientos que violaban
las garantías del debido proceso, así como la Constitución y tratados
internacionales de los cuales el Perú era firmante: penas mínimas
desproporcionadas, nuevas figuras legales como terrorismo A. Indiferencia
y demanda de dureza.
j) La CVR ha constatado, con pesar, que los gobiernos civiles no estuvieron
solos en esta concesión al uso indiscriminado de la fuerza como medio de
combate contra la subversión. Por el contrario, la proclividad de dichos
gobiernos a la solución militar sin control civil estuvo en consonancia con un
considerable sector de la sociedad peruana, principalmente el sector urbano
medianamente instruido, beneficiario de los servicios del Estado y habitante
de zonas alejadas del epicentro del conflicto. Este sector miró
mayoritariamente con indiferencia o reclamó una solución rápida, dispuesta
a afrontar el costo social que era pagado por los ciudadanos de las zonas
rurales y más empobrecidas.
44
el contexto de una difícil transición a un régimen democrático en medio del
peor conflicto armado interno de la historia republicana del país.
La CVR reconoce que el partido Acción Popular tuvo que enfrentar la
subversión en un escenario difícil por la complejidad del Estado
sobredimensionado legado por el gobierno militar, por la debilidad de un
sistema de partidos sin vida democrática significativa, por relaciones cívico-
militares marcadas por la distancia y la desconfianza y por la existencia de
una izquierda de gran tamaño y radicalidad.
La CVR recuerda que, en ese contexto, el presidente Belaunde propuso
diversas políticas de frente amplio, que sólo fueron aceptadas por su aliado,
el Partido Popular Cristiano. Los demás partidos optaron por mantener sus
propios perfiles. Ese desacuerdo dificultó enormemente la elaboración de
una respuesta unitaria a la amenaza subversiva.
La CVR encuentra que el conflicto armado interno fue considerado por varios
meses como un problema marginal que había tomado por sorpresa al Estado
y a todas las fuerzas políticas del país. Una vez que el incremento del
número de acciones subversivas armadas lo volvió inocultable, el gobierno
de Acción Popular y la oposición perdieron un valioso tiempo en atribuir las
responsabilidades de los hechos a partir de sus propias agendas políticas.55
Debe señalarse que el tiempo perdido en diagnósticos errados o interesados
fue crucial para el asentamiento del PCP-SL en diversas áreas del campo
ayacuchano, sin una respuesta estatal organizada por el gobierno.
La CVR constata que el gobierno optó por enfrentar al PCP-SL con las
fuerzas policiales y con medidas de excepción que se prorrogaron
ininterrumpidamente. Las limitaciones de las fuerzas policiales, divididas en
tres instituciones sin coordinación entre ellas, desprovistas de equipamiento
básico y sin el respaldo de una política contrasubversiva coherente
generaron, en poco tiempo, un rechazo de la población que fue trasladado
hacia el gobierno. Éste, ante la actividad cada vez más violenta del PCP-SL,
optó por ceder la conducción de la lucha contrasubversiva a las fuerzas
armadas a fines de 1982.
55Los principales actores políticos lanzaron acusaciones cruzadas que denunciaban la autoría de actos terroristas simultáneamente al
gobierno cubano, a la izquierda legal y al gobierno, incluso a militares velasquistas o de ultraderecha.
45
La CVR considera que la decisión adoptada por el gobierno de Acción
Popular inició un proceso de militarización que duró más de una década y
que tuvo graves consecuencias para el país. Con el establecimiento de
comandos político-militares y ante la inoperancia del poder político para
contribuir en la lucha contrasubversiva en los campos no militares, se
produjo una subordinación de hecho de las autoridades civiles locales a las
estrategias contrasubversivas de las fuerzas armadas.
La CVR ha establecido que la creación de los comandos político-militares y
la intervención de las fuerzas armadas se realizaron sin tomar las
previsiones indispensables por parte de la autoridad civil para salvaguardar
los derechos fundamentales de la población, lo que produjo como
consecuencia numerosas violaciones de los derechos humanos de manera
sistemática y/o generalizada.
La CVR concluye que el gobierno de Acción Popular toleró estas violaciones
de los derechos humanos haciendo caso omiso de las numerosas denuncias
por diversas fuentes gubernamentales y de la sociedad civil. Tal es el caso
de matanzas como las de Putis, Pucayacu y Cabitos, entre las más notorias.
Asimismo, durante ese período de gravísima violencia, el Parlamento, con
mayoría del partido del gobierno, no nombró ninguna comisión
investigadora. La única comisión fue nombrada por el Ejecutivo para
investigar la matanza de ocho periodistas en la comunidad de Uchuraccay,
donde la CVR ha constatado que murieron, además, 135 campesinos
quechuas en el transcurso del año posterior a la masacre, la mayoría a
manos del PCP-SL.
La CVR encuentra que esa injustificada tolerancia del gobierno de Acción
Popular hacia los atropellos a los derechos fundamentales de la ciudadanía
se sustentaba en la intención y la expectativa de acabar con la subversión
en el corto plazo, sin considerar su costo en vidas humanas. Dicha política
fue ratificada por la ley 24150 promulgada en 1985.
La CVR encuentra responsabilidad política en el gobierno de Acción Popular
por su tolerancia a las violaciones de derechos humanos cometidas por parte
del Estado, principalmente contra la población indígena, la más desprotegida
46
y marginada del país, y halla en ella una lamentable muestra de esos hábitos
de discriminación y racismo existentes en la sociedad peruana.
Las cifras de la CVR revelan que, según un análisis por año, entre 1983 y
1984 se pro-dujo la mayor cantidad de muertes de todo el conflicto, causadas
por las campañas de asesinatos del PCP-SL y la cruenta respuesta oficial,
que según los cálculos de la CVR dejaron 19,468 víctimas fatales, es decir,
28 por ciento del total estimado para todo el conflicto armado interno. Estas
cifras pasaron casi inadvertidas para el resto del país, debido a las graves
fracturas étnicas de nuestra sociedad.
47
La CVR considera, sin embargo, que la llamada «masacre de los penales»
ocurridas los días 18 y 19 de junio de 1986 en los centros penitenciarios de
Lurigancho y El Frontón marcó una inflexión en el esfuerzo del gobierno del
PAP por imponer desde el poder civil un nuevo esquema de respeto de los
derechos humanos por las fuerzas del orden. La CVR ha constatado que, a
partir de los sucesos mencionados, las fuerzas armadas actuaron con mayor
autonomía en su actividad contrasubversiva, sin que el Poder Ejecutivo ni el
Poder Legislativo las proveyeran de un marco legal para ello.
La CVR encuentra grave responsabilidad política en el gobierno del PAP en
relación con estos casos, sin perjuicio de otras responsabilidades
individuales que sean determinadas en otras instancias judiciales nacionales
o internacionales.
La CVR considera el encubrimiento de la matanza de Cayara, ocurrida en
mayo de 1988, como paradigmático de la nueva actitud del partido de
gobierno frente a la actuación de las fuerzas armadas en la lucha
contrasubversiva. La comisión investigadora conformada en el Senado de la
República, presidida por el parlamentario del PAP Carlos Enrique Melgar,
dictaminó que la matanza no había ocurrido, mientras que la minoría de
dicha comisión y un fiscal aseguraban lo contrario. El dictamen, no obstan-
te, fue aprobado por la mayoría aprista. Las investigaciones de la CVR
confirman la matanza de Cayara y encuentran responsabilidad política en el
PAP por colaborar en el encubrimiento de dicha masacre.
La CVR ha constatado que el gobierno del PAP puso en marcha un proceso
de reorganización de las tres instituciones policiales existentes, atendiendo
a reclamaciones sobre la crisis de corrupción e ineficiencia. Ello derivó en lo
que más adelante sería la policía nacional. El PAP tuvo un especial interés
en controlar a la policía a través del Ministerio del Interior. En el proceso se
crearon nuevas unidades como la Dirección de Operaciones Especiales
(DOES), preparada para la lucha contrasubversiva y se fortaleció el trabajo
de inteligencia contra el terrorismo.
La CVR estima que la aguda crisis económica y política que vivió el Perú a
partir de 1988 favoreció el desarrollo de las agrupaciones subversivas y la
vorágine de violencia. El fracaso del programa económico y el inicio de la
hiperinflación llevaron a una situación de grave inestabilidad en el país.
48
Desde el fallido intento de estatización de la banca, el gobierno perdió el
respaldo de los grupos empresariales y financieros del país. Las marchas y
contramarchas en las políticas económicas agudizaron la tensión social
existente, agravada por el colapso de los servicios básicos. El PCP-SL
aprovechó esos espacios de descontento para iniciar sus propias marchas
de protesta hasta en la misma capital.
La CVR ha recogido testimonios que sugieren la existencia de policías
vinculados a actividades de escuadrones de la muerte y comandos
paramilitares utilizados contra presuntos subversivos. Una serie de sucesos,
como la aparición del mal llamado «Comando Rodrigo Franco», el
enfrentamiento entre una patrulla del Ejército y una columna del MRTA en el
paraje de Los Molinos, el ataque del PCP-SL al puesto policial de Uchiza, la
vacancia de cargos municipales en 1989 y el escape de los miembros del
MRTA del penal Castro Castro en 1990, entre otros, potenciaron la imagen
de desgobierno y caos en el país. Al mismo tiempo, sin embargo, se llevaron
a cabo tres elecciones nacionales entre noviembre de 1989 y junio de 1990.
El descontento de las fuerzas armadas fue grande, por lo que se produjo
inclusive un intento de golpe de Estado. La CVR concluye que, al producirse
la crisis, el gobierno perdió el control de la política contrasubversiva, salvo
en algunas áreas del trabajo policial que fueron muy exitosas como la del
Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que, a la postre, rendiría los mayores
frutos en cuanto a capturas de líderes subversivos.
56
Cambio 90 fue desactivado después de las elecciones de 1990 y nunca tuvo vida orgánica. Nueva Mayoría fue sólo una sigla para
presentarse a las elecciones de 1995. El Frente Perú al 2000, que debió respaldarlo en las elecciones del 2000, falsificó más de un millón
de firmas para inscribirse en el Jurado Nacional de Elecciones.
49
subversión, encargó los asuntos económicos a grupos de tecnócratas y
asumió como suya la estrategia contrasubversiva de las fuerzas armadas
perfilada a finales de la década de 1980. Igualmente, convocó a operadores
de inteligencia militar; el más conocido de los cuales fue Vladimiro
Montesinos. Con la participación de éste, el nuevo régimen comenzó a
fortalecer el Servicio de Inteligencia Nacional y se aseguró la lealtad de las
cúpulas militares para convertirlas en pilares de su gestión.57
La CVR concluye que el golpe de estado del 5 de abril de 1992 significó el
colapso del Estado de Derecho y mostró además la debilidad del sistema de
partidos; el golpe contó con el apoyo de la mayoría de la opinión pública. En
medio de la ofensiva urbana del PCP-SL, sectores importantes de todos los
estratos sociales se mostraron dispuestos a trocar democracia por seguridad
y a tolerar las violaciones a los derechos humanos como el costo necesario
para terminar con la subversión.
La CVR ha constatado que, a partir de 1992, la nueva estrategia
contrasubversiva puso énfasis en la eliminación selectiva de las
organizaciones político-administrativas (OPA) de los grupos subversivos.
Vinculado a Vladimiro Montesinos actuó un escuadrón de la muerte
denominado «Colina», responsable de asesinatos, desapariciones forzadas,
y masacres con crueldad y ensañamiento. La CVR posee indicios
razonables para afirmar que el presidente Alberto Fujimori, su asesor
Vladimiro Montesinos y altos funcionarios del SIN tienen responsabilidad
penal por los asesinatos, desapariciones forzadas y masacres perpetradas
por el escuadrón de la muerte denominado «Colina».
La CVR sostiene que la DINCOTE, gracias a la experiencia acumulada
desde fines de la década anterior y el énfasis puesto en el trabajo de
inteligencia, mostró por esa misma época facetas más constructivas y
eficaces, que desembocaron en la captura de Víctor Polay, principal
dirigente del MRTA, y en la de Abimael Guzmán y miembros del Buró Político
del Comité Central del PCP-SL, el 12 de septiembre de 1992. La CVR
concluye que las capturas de los líderes máximos del PCP-SL y del MRTA
57
Un punto de inflexión fue la permanencia de Nicolás de Bari Hermoza Ríos como Comandante General luego de su pase a retiro a fin
de 1991 y hasta 1998.
50
no fueron utilizadas por el gobierno para acelerar la derrota de la subversión,
sino para obtener réditos electorales.
Asimismo, la CVR señala la utilización dada al operativo Chavín de Huántar,
que se realizó para rescatar a las personas secuestradas por el MRTA en la
residencia del embajador del Japón en diciembre de 1996. La CVR expresa
su repudio a esa acción terrorista que mantuvo cautivos durante más de
cuatro meses a decenas de personas. Reconoce el derecho del Estado a
rescatar a los rehenes allí recluidos y saluda el heroísmo y la eficiencia de
los comandos que culminaron con éxito el operativo de rescate, y rinde
homenaje a los miembros del Ejército fallecidos en dicha acción, así como
al doctor Carlos Giusti, vocal de la Corte Suprema que falleció durante la
operación. Condena, sin embargo, las ejecuciones extrajudiciales que se
habrían producido, injustificadas por tratarse de personas rendidas, y
comparte el rechazo de la opinión pública a las imágenes de Alberto Fujimori
paseándose entre los cadáveres en la residencia recién rescatada.
La CVR afirma que en los años siguientes, diversos hechos, algunos ciertos,
la mayo-ría manipulados en los medios de comunicación, sirvieron para
crear y recrear exageradamente el terrorismo como una amenaza latente,
para justificar el autoritarismo del régimen y para desprestigiar a los
opositores. La interceptación telefónica a políticos opositores, el acoso al
periodismo independiente, el sometimiento y perversión final de la mayoría
de medios de comunicación, los atentados y crímenes incluso contra
miembros del propio SIN, así como la desvirtuación de operaciones legítimas
como el mencionado operativo Chavín de Huántar, llevan el sello del
gobierno autoritario de Alberto Fujimori.
Por lo expuesto, la CVR sostiene que en los últimos años del gobierno de
Fujimori el conflicto armado interno fue manipulado con la finalidad de hacer
que el régimen permaneciera en el poder. Ello sumió al país en una nueva
crisis económica y en abismos de corrupción, descomposición moral,
debilitamiento del tejido social e institucional, y una profunda desconfianza
en la esfera pública. Todos estos rasgos constituyen, por lo menos en parte,
secuelas de la forma autoritaria en que se resolvió el conflicto y configuran
uno de los momentos de mayor oprobio de la historia de la República.
51
3.11. LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA
53
3.12. EL PODER LEGISLATIVO
56
sumaron: una clara intromisión en la capacidad de autogobierno a partir de
ceses masivos de magistrados, nombramientos provisionales y la creación
de órganos de gestión ajenos a la estructura del sistema judicial, además de
la inoperancia del Tribunal Constitucional.
La CVR deja constancia de la deficiente legislación que aplicaba el sistema
judicial. Entre 1980 y 1992 incidieron fuertemente en esta situación: la
tipificación amplia e imprecisa del delito de terrorismo y la mediatización de
la labor del Ministerio Público en la etapa de investigación preliminar,
subordinando la labor garantista del fiscal. Luego del golpe de Estado de
1992, la situación se agravó debido a que la nueva legislación antiterrorista
se caracterizaba por la sobre criminalización del terrorismo a través de la
flexibilización del concepto y la creación de tipos penales nuevos con los que
se procesaba en distintos fueros y se imponían penas distintas por la misma
conducta; la falta de proporcionalidad de las penas; la seria limitación de la
capacidad de defensa de los detenidos; y la atribución de competencia a los
tribunales militares en el juzgamiento de los delitos de traición a la patria.
La CVR ha constatado que, abdicando su propia competencia, el Poder
Judicial, a través de la Corte Suprema, falló en toda ocasión en que los
acusados eran miembros de las fuerzas armadas, a favor de la justicia
militar, donde los casos por lo general se sobreseían, se prolongaban
innecesariamente o terminaban generando condenas benévolas.
Otra práctica generalizada que la CVR ha comprobado consiste en que los
operadores de justicia incurrieron en falta contra su deber de cautelar los
derechos de los ciudadanos al declarar improcedentes los recursos de
habeas corpus. El tribunal de garantías constitucionales vigente hasta 1991
evitó sistemáticamente llegar a sentencias fundadas. Esta situación
contribuyó en no poca medida a que las detenciones arbitrarias culminasen
en torturas, ejecuciones arbitrarias y desapariciones forzadas.
La CVR considera que la dictadura de Alberto Fujimori pretendió legalizar de
forma espuria la impunidad a las violaciones de los derechos humanos
realizadas por agentes del Estado, logrando que el Congreso Constituyente
Democrático aprobase por mayoría dos leyes de amnistía que vulneraban
disposiciones constitucionales y tratados internacionales soberanamente
57
ratificados por el Perú. Salvo una honrosa excepción, 58que consistió en
inaplicar la norma por vulnerar disposiciones constitucionales y tratados
internacionales, los jueces renunciaron a su facultad de aplicar el control
difuso de la constitucionalidad de las leyes.
La CVR ha constatado que el resultado de la aplicación estricta y acrítica de
la legislación antiterrorista de 1992 permitió que en el procesamiento de
detenidos no se garantizara la imparcialidad de los juicios. Cientos de
personas inocentes tuvieron que sufrir largas condenas, la violación de las
garantías al debido proceso arrojó una sombra de duda sobre los procesos
realizados. El descrédito sufrido por el sistema judicial durante el régimen
presidido por Alberto Fujimori desembocó en un favor a los verdaderos
subversivos cuando, años después, el Estado tuvo que realizar nuevos
juicios a partir de pruebas escasas. De otro lado, los sentenciados por
terrorismo sufrieron las condiciones vejatorias de la dignidad humana de las
cárceles en las que los recluyeron, que no conducían en absoluto a su
rehabilitación. La situación carcelaria, en efecto, poco atendida por los
jueces de ejecución penal, dio lugar a motines y masacres en 1985, 1986 y
1992.
La CVR debe indicar que el Ministerio Público salvo honrosas excepciones
abdicó su función de controlar el estricto respeto a los derechos humanos
que debía observarse en las detenciones y se mostró insensible a los
pedidos de los familiares de las víctimas. Por el contrario, se omitió el deber
de denunciar crímenes, se investigó sin energía y se realizaron muy
deficientes trabajos forenses; todo lo cual coadyuvó a la situación de
descontrol e impunidad. Bajo la dictadura de Fujimori, la obsecuencia del
Ministerio Público ante los imperativos del Poder Ejecutivo fue total.
58Prueba de que era posible objetar esta impunidad la constituye la valiente actitud de la doctora Antonia Saquicuray, que conoció el
caso Barrios Altos, sustentando la inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía.
58
constan los asesinatos de dirigentes sindicales, empresarios y funcionarios
de empresas.
La CVR estima que mientras el PCP-SL exacerbó los conflictos laborales y
se propuso como objetivo la destrucción de los sindicatos existentes, el
MRTA buscó utilizar los sindicatos para sus fines subversivos.
La CVR concluye también que las prácticas o concepciones
antidemocráticas en sindicatos y gremios empresariales condujeron a la
descalificación mutua a lo largo del conflicto armado, lo que ocasionó el
cuestionamiento de la representatividad y legitimidad de las organizaciones
gremiales.
La CVR ha constatado que el papel del Estado como árbitro entre los
conflictos laborales fue de marcada ineptitud, pues una burocracia ineficiente
y propensa a la corrupción, la ausencia de reglas claras, una legislación
engorrosa, entre otros factores, dificultaron las negociaciones y provocaron
que los problemas se agravaran.
59
3. La CVR ha comprobado que, en ese contexto, el PCP-SL buscó
instrumentalizar las instituciones educativas: universidades, colegios
secundarios, institutos superiores e incluso academias preuniversitarias. El
sentido común dogmático y la ambigüedad de los grupos radicales frente a
la violencia le fueron favorables. A través del amedrentamiento o la
cooptación logró ubicar maestros en colegios donde le interesaba realizar
una labor proselitista. Aprovechando y alimentando una versión maximalista
de la autonomía universitaria, accedió en algunos casos a las direcciones de
Bienestar Universitario o, al menos, encontró un santuario en viviendas y
comedores. Allí desarrolló un proselitismo sustentado en prácticas como el
clientelismo y la movilización de los sentimientos de discriminación y agravio
de los estudiantes pobres y provincianos, que utilizaban mayormente esos
servicios. A esa población universitaria, carente redes sociales en sus
lugares de estudio, les ofrecía además identidad y sentido de pertenencia.
4. La CVR encuentra una grave responsabilidad del Estado: i) en el descuido
de la educación pública en medio de un conflicto que tenía al sistema
educativo como importante terreno de disputa ideológica y simbólica; ii) en
el amedrentamiento y/o la estigmatización de comunidades enteras de
maestros y estudiantes de universidades públicas, especialmente de
provincias59; iii) en el deterioro de la infraestructura de servicios de varias
universidades públicas; iv) en haber permitido graves violaciones de los
derechos humanos de estudiantes y profesores por el hecho de ser tales. 60
5. La CVR repudia los crímenes cometidos contra estudiantes, profesores y
trabajadores, al margen de su filiación política. Condena especialmente la
matanza de más de cien estudiantes, profesores y trabajadores de la
Universidad Nacional del Centro (UNCP), por los diferentes actores de la
guerra incluyendo escuadrones de la muerte enfrentados en un fuego
cruzado y confuso. Condena, asimismo, la masacre de ocho estudiantes y
un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y
Valle, La Cantuta, en julio de 1992 y la posterior amnistía de los
perpetradores, miembros del escuadrón de la muerte denominado «Colina»
59
Aunque poco aplicada, en la década de 1990 la ley de «apología del terrorismo» legalizó el amedrentamiento al magisterio
60
De acuerdo a testimonios recogidos por la CVR, del total de víctimas producidas por agentes del Estado durante el conflicto, el 3 por
ciento fueron maestros y el 2.4 por ciento estudiantes universitarios o de institutos superiores.
60
en 1995. Señala, a partir de sus investigaciones, que además de las ya
mencionadas, las universidades de San Cristóbal de Huamanga, Hermilio
Valdizán de Huánuco, Callao, Huacho y San Marcos, entre otras, resultaron
afectadas por la estrategia contrasubversiva de detenciones-desapariciones
y destrucción de infraestructura y, durante el régimen autoritario de la
década de 1990, por la instalación de bases militares en los campus
universitarios.
61
autoridades eclesiásticas de Ayacucho, Huancavelica y Abancay no hayan
cumplido con su compromiso pastoral.
La CVR ha concluido que las iglesias evangélicas cumplieron también un
valioso papel de protección de los derechos humanos, principalmente, a
partir de sus instancias de coordinación nacional. Reconoce, asimismo, el
valor de los pastores que cumplieron esa labor de defensa de la vida en
zonas periféricas de las grandes ciudades y en zonas rurales muy apartadas.
Constata también que un número significativo de campesinos evangélicos
participaron en comités de autodefensa que enfrentaron a la subversión. Sin
embargo, lamenta que algunas comunidades evangélicas no se hayan
hecho eco de la defensa de los derechos humanos.
La CVR rinde homenaje a sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles católicos
y evangélicos que pagaron con su vida su labor pastoral durante el conflicto
armado interno.
62
en el Estado, cuyas acciones se en-marcan dentro de un ordenamiento legal
que deben respetar, que es además signatario de tratados internacionales y
debe, sobre todo, responder por la seguridad de sus ciudadanos. Sin
embargo, a mediados de la década de 1980, los organismos que
conformaron la CNDH establecieron sus diferencias con las organizaciones
de fachada de los grupos subversivos.61Posteriormente, se negaron a
defender legalmente a militantes o líderes de dichos grupos e influyeron
activa y exitosamente en el movimiento internacional de derechos humanos
para que sus organismos incluyan dentro de sus críticas y monitoreo a los
grupos subversivos, tanto peruanos como de todo el mundo.
La CVR ha constatado también que, a diferencia de otros países donde se
dieron conflictos armados internos, las organizaciones de víctimas existieron
en condiciones de debilidad. Ello porque en la mayoría de los casos las
víctimas eran campesinos pobres, con poca conciencia de sus derechos,
con un difícil acceso a la justicia, con débiles redes sociales y con escasos
contactos urbanos. Esta debilidad favoreció la impunidad de los
perpetradores de crímenes y violaciones de los derechos humanos.
En este contexto, la CVR destaca y reconoce la persistencia de la Asociación
Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del
Perú (ANFASEP), conformada en su abrumadora mayoría por mujeres
ayacuchanas quechua hablantes de escasos recursos. Aun en los peores
momentos, con tenacidad y valentía, dichas mujeres mantuvieron viva la
llama de la esperanza en la recuperación de sus seres queridos y en la
aplicación de justicia para los responsables de su desaparición.
61
Como los llamados «Abogados Democráticos».
63
arriesgaron la vida y, desgraciadamente, en varias ocasiones la perdieron.
La CVR rinde homenaje a los periodistas asesinados durante el conflicto
armado interno en cumplimiento de su deber. Hace mención particular a los
mártires de Uchuraccay, primeros periodistas caídos en el cumplimiento de
su deber en circunstancias especialmente trágicas. Asimismo, reconoce de
manera especial la contribución al esclarecimiento de hechos y a las
denuncias de crímenes y violaciones a los derechos humanos por parte de
los periodistas que en las provincias declaradas en estado de emergencia
cumplieron su deber abnegadamente y en condiciones muy adversas.
b) En lo que se refiere a la cobertura y la línea editorial, la CVR constata que
desde inicios de la década de 1980 los medios de comunicación condenaron
la violencia subversiva, aunque con matices según las inclinaciones políticas
de cada uno, lo que implicaba evaluaciones diferentes de la situación o de
los objetivos de las organizaciones subversivas. Sin embargo, los medios no
tuvieron la misma posición en cuanto a la investigación y a la denuncia de
las violaciones de los derechos humanos. Reconoce que hubo un valioso y
arriesgado trabajo de investigación y denuncia; pero, al mismo tiempo,
señala que hubo medios que sostuvieron una posición ambigua e incluso
llega-ron a avalar la violencia arbitraria del Estado.
c) En lo que se refiere al modo de la cobertura realizada, la CVR ha encontrado
que en muchos medios se cayó en una presentación cruda, desconsiderada
frente a las víctimas, que no favoreció la reflexión y sensibilización nacional.
Forma parte de este problema el racismo implícito en los medios, resaltado
en el informe final.
d) Así pues, en muchos medios, el tema de la violencia subversiva y
contrasubversiva no fue tratado de una manera tal que significara un aporte
significativo a la pacificación del país. La CVR considera que dos factores
condujeron a ese resultado: i) la adopción inopinada de una lógica de la
violencia, que terminó por imponer un tratamiento poco sensible de los
temas, y ii) la primacía de una lógica comercial, que en los peores casos
condujo al sensacionalismo y que se complicó a finales de la década de 1990
con el fenómeno de mega corrupción y compra de medios.
64
5. SOBRE LAS SECUELAS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO
66
j) La CVR llega a la convicción de que las secuelas del conflicto armado interno
pesan como una grave hipoteca sobre nuestro futuro y afectan
decisivamente nuestra construcción como comunidad nacional de
ciudadanos libres e iguales en un país democrático y plural, que avance por
el camino del desarrollo y la equidad. Considera, asimismo, que el primer
paso para superar esas secuelas es que el país conozca en toda su
magnitud las dimensiones del horror vivido entre 1980 y 2000.
La CVR, a partir del informe que entrega al país, estima que, si bien pudo
alegarse ignorancia o incomprensión frente al drama que se vivió en los
primeros años del conflicto, ello no es más posible. Enterados los poderes
del Estado y los ciudadanos y ciudadanas a quienes va dirigido nuestro
informe de las sobrecogedoras dimensiones de lo ocurrido, resulta
indispensable, si queremos vivir civilizadamente en paz y en democracia,
reparar, en la medida de lo posible, los gravísimos daños que se han
ocasionado.
La CVR considera que su misma existencia y el mandato que recibió de
proponer reparaciones constituye ya el inicio de un proceso de resarcimiento
y de dignificación de las víctimas.
Para la CVR la reparación tiene profundas implicancias éticas y políticas, y
es un componente importante del proceso de reconciliación nacional. Al ser
las víctimas del conflicto en su abrumadora mayoría campesinos, pobres,
indígenas, tradicionalmente discriminados y excluidos son ellos los que
deben recibir atención preferente por parte del Estado.
Para la CVR, la reparación implica revertir el clima de indiferencia con actos
de solidaridad que contribuyan a la superación de enfoques y hábitos
discriminatorios, no exentos de racismo. Aplicadas con equidad, las
reparaciones deben, asimismo, generar confianza cívica, restableciendo las
relaciones dañadas entre los ciudadanos y el Estado, de modo que se
consolide la transición y gobernabilidad democráticas y se prevengan
nuevos escenarios de violencia.
67
La CVR presenta al país un Plan Integral de Reparaciones donde se
combinan formas individuales y colectivas, simbólicas y materiales de
resarcimiento. El Plan debe ser financiado creativamente por el Estado, pero
también por la sociedad y la cooperación internacional; él pone énfasis en:
i) las reparaciones simbólicas, el rescate de la memoria y la dignificación de
las víctimas; ii) la atención a la educación y a la salud mental; iii) las
reparaciones económicas individuales y colectivas (programas de
reconstrucción institucional, desarrollo comunal, servicios básicos y
generación de ingresos).
La CVR considera que una parte esencial del proceso de reparación es la
justicia. Ningún camino hacia la reconciliación será transitable si no va
acompañado de un ejercicio efectivo de la justicia, tanto en lo que concierne
a la reparación de los daños sufridos por las víctimas cuanto en lo relativo al
justo castigo a los perpetradores y el consiguiente fin de la impunidad. No se
puede construir un país éticamente sano y políticamente viable sobre los
cimientos de la impunidad. A través de los casos que entrega al Ministerio
Público, de la identificación de alrededor de 24 mil víctimas del conflicto
armado interno y de los hallazgos de sus investigaciones en general, la CVR
busca ampliar sustancialmente los argumentos para sustentar el reclamo de
justicia de las víctimas y de sus organizaciones, así como de los organismos
defensores de los derechos humanos y de los ciudadanos en general.
Asimismo, la CVR ha elaborado un Registro Nacional de Sitios de Entierro
sobre la base de la información obtenida durante sus investigaciones. Al
término de su mandato, la CVR ha registrado 4,644 sitios de entierro a nivel
nacional, habiendo realizado tres exhumaciones y constataciones
preliminares en 2,200 de ellos. Estas cifras que superan ampliamente las
estimaciones anteriores, confirman la importancia que tiene impulsar y
ejecutar el Plan Nacional de Intervenciones Antropológico Forenses que
propone la CVR. Asimismo, la CVR se ratifica en la importancia fundamental
del trabajo antropológico forense para alcanzar justicia, identificar las
posibles víctimas y procesar el duelo por nuestros compatriotas
desaparecidos.
68
CASO HUANTA
EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES DE CREYENTES EVANGÉLICOS EN
CALLQUI (1984)
1. CONTEXTO HISTORICO:
Ante las acciones permanentes del PCP – SL, el gobierno del Arquitecto
Fernando Belaúnde decretó el Estado de Emergencia en las provincias de
Huamanga, Huanta, La Mar, Cangallo y Víctor Fajardo el 12 de octubre de
198162.Si bien al principio la Guardia Civil estuvo a cargo del control de la zona,
el 29 de diciembre de 1982 el gobierno prorrogó el estado de emergencia y
encargó el control del orden interno a las Fuerzas Armadas63. En enero de 1983
se estableció el Comando Político Militar en Ayacucho, encargando al General
EP Roberto Clemente Noel Moral la responsabilidad de luchar contra la
subversión. En este esquema, la provincia de Huanta quedó bajo el control de la
Marina de Guerra del Perú.
62
El Peruano. Decreto Supremo Nº 026-81-IN promulgado el 10 de octubre de 1981.
63
El Peruano. Decreto Supremo Nº 068-82-IN promulgado el 29 de diciembre de 1982.
69
Fuerzas Armadas, en particular de la Infantería de Marina que el 21 de enero de
1983 estableció su Cuartel General en el Estadio Municipal de la ciudad de
Huanta, bajo el mando del Capitán de Corbeta AP Álvaro Artaza Adrianzén.
Entre las seis y las ocho de la noche del 1 de agosto de 1984, alrededor de
veintisiete personas se encontraban reunidas en el local de la Iglesia Evangélica
Presbiteriana de la Comunidad de Callqui, desarrollando actividades de culto
religioso. Se trataba de mujeres y varones adultos así como de diez menores de
edad aproximadamente.
64
Base de datos de la CVR. Resultados al 99.45% de los testimonios recogidos por la CVR.
65
CVR. Unidad de Investigaciones Especiales. Ayacucho, 30 de enero de 2003. Testimonios de Maura Alejandra Quispe Rojas, Norma
Quispe Valencia, Sabina Valencia Rojas y Concepción Chávez
66
Ibíd.
70
pobladores, todos ellos varones adultos que fueron conducidos a la parte exterior
de la iglesia. Las demás personas fueron obligadas a continuar cantando cada
vez más fuerte. La señora Sabina Valencia Torres declaró en la audiencia pública
llevada a cabo por la Comisión en la ciudad de Huanta el 11 de abril de 2002, que
los militares “Me agarraron, entonces “¡Canta, carajo! ¡Canta, carajo!” con mucha
voz decían, hablando así. Agarrándome, sin permitirme que me mueva en ninguna
dirección”. La misma declarante recordó que, mientras se llevaba a una serie de
detenidos fuera del templo y cuando empezaron a escucharse disparos, los fieles
continuaron sus alabanzas y cantaron:
Transcurridos algunos minutos, y mientras los fieles continuaban con sus himnos,
se escucharon disparos de arma de fuego y la detonación de un artefacto
explosivo que hizo retumbar las paredes del local. Cuando los militares se fueron,
los pobladores observaron que en el patio se encontraban las seis personas
muertas, tiradas en el suelo sobre varios charcos de sangre; incluso, se podía
observar restos humanos esparcidos a raíz de la explosión.
71
Las víctimas fueron identificadas como Paulino Cayo Ccoriñaupa, Florencio
Huamanyalli Oré, Melquiades Quispe Rojas, José Yañez Quispe, Constantino
Yañez Huincho y Máximo Huamanyalli Huancas.
68
El jefe de la Base Contraguerrillas (BCG) de Huanta reconoció que después de
recibir la información confidencial, ordenó a dicho oficial que se dirigiera con una
patrulla a las comunidades de Callqui y Nisperosniyocc con el fin de verificar la
información recibida.
Durante la incursión, los militares tenían un guía que fue identificado por los
pobladores como Jesús Vilca Huincho. Esa noche, el guía tenía el rostro cubierto
con pasamontañas y era quien atribuía o no la calidad de presunto subversivo a
los pobladores.
Los testigos de los hechos han declarado que los miembros de la patrulla portaban
una radio por medio de la cual informaban a sus superiores de los detalles y
67
Este hecho fue sostenido ante el Juez Instructor Sustituto de Marina de Huamanga por el inculpado Capitán de
Corbeta AP Álvaro Artaza Adrianzén, Jefe del Destacamento de la Marina de Huanta y La Mar, y por los testigos Teniente
1ro AP Augusto Gabilondo García del Barco, Jefe de la Base Contraguerrillas de Huanta y el Teniente 2do AP Luis Alberto
Celis Checa, Jefe de la Patrulla que ingresó a la comunidad de Callqui.
68
Informe S/N de fecha 2 de agosto de 1984, Expediente No 172-85. Tomo III. Fojas 77.
72
circunstancias de la incursión. Dijeron haber escuchado que los efectivos de la
Marina informaron que en la iglesia habían encontrado a los subversivos y que
pedían un vehículo para trasladarlos a la base en Huanta. Una testigo dijo ante la
CVR que pudo escuchar la siguiente expresión: “aquí hemos encontrado reunidos
a senderistas”. Otro testigo señaló que cuando los marinos informaron por radio
que no se encontraba Concepción Chávez pero que había ocho hombres, la
respuesta fue “mátenlos”69. A través de las comunicaciones, el testigo se dio
cuenta de que existía un militar con grado de capitán, que portaba una radio portátil
y que coordinaba con los demás.
Los protocolos de necropsia demostraron que las víctimas tenían heridas de bala
sólo en la parte superior del cuerpo. Dos de ellos no tenían uno de sus miembros
inferiores, presumiblemente por la explosión. Cuatro cadáveres presentaban
heridas penetrantes y punzo cortantes.
Cabe señalar que sobre el particular, el Auditor General71 del Consejo Supremo
de Justicia Militar dijo que las heridas punzo cortantes fueron causadas por los
mismos pobladores de Callqui, con el fin de responsabilizar de la muerte de las
seis personas a las fuerzas del orden. Dicho funcionario señaló:
69
Expediente N° 13-85. Tomo I. Fojas 264.
70
Oficio N° 434-84-MP-FPMH
71
Expediente No 172-85. Tomo III. Fojas 157-158
73
Que es de público conocimiento las estrategias psicológicas
que ejercen los subversivos para desprestigiar a la Fuerza
Armadas, más aún que ningún personal naval estuvo presente
en el momento del reconocimiento de los cadáveres, ni
tampoco como se señala anteriormente, las fuerzas navales
no reconocieron las bajas por perseguir los demás
subversivos, presumiéndose en todo caso que las heridas
punzo cortantes fueron inferidas en los cadáveres por
miembros de la población evangélica adepta a los grupos
sediciosos”.
72
La denuncia apareció publicada en el diario Ojo el 22 de agosto de 1984.
73 Expediente N° 13-85. Tomo I. Fojas 93
74
El homicidio calificado está tipificado en el artículo 152º del Código Penal de 1924. Cabe decir que en Huamanga,
este proceso fue acumulado al seguido por las fosas de Pucayacu (expediente N° 30-84), pero en junio de 1985, se
ordenó la desacumulación (Expediente No 13-85. Tomo IV. Fojas 14) del proceso.
74
El 16 de octubre de 1985 el Fiscal Provincial de Huamanga, doctor Jorge
Romaní Luján, emitió su dictamen señalando que los inculpados eran
responsables del delito de homicidio calificado y que habían actuado con
alevosía y ventaja ante indefensos evangelistas que el momento en que fueron
sorprendidos por la patrulla de infantes de la Marina, se encontraban en el
templo rindiendo culto a Dios, mediante cánticos y oraciones. Estos
evangelistas fueron confundidos con elementos subversivos, sólo por la
información que recibieron los efectivos del orden, información que no fue
contrastada ni confirmada.
75
Expediente No 172-85. Tomo V. Fojas 3
75
Huamanga, argumentando que se había iniciado una investigación por los
hechos a cargo del juzgado de Instrucción Sustituto de Marina en Ayacucho.
Cabe resaltar la intensa presión que ejercieron las autoridades militares sobre el
Juez Ad Hoc de Huamanga para resolver la contienda de competencia a favor
del fuero militar, tanto de parte del Presidente del Consejo de Guerra Permanente
de Marina, Capitán de Navío AP Luis Polar Echeandía77 como el Vicealmirante
AP José Carcelén Basurto, Director General de Personal.
76
Expediente No 172-85. Tomo V. Fojas 5vta
77
Expediente 172-85. Tomo V. Fojas 20.
78
Expediente 172-85-TomoII .Fojas 130
76
El Capitán de Corbeta AP Álvaro Artaza Adrianzén, el Teniente 2do. Luis Alberto
Celis Checa (jefe de la patrulla que realizó el operativo en Callqui) y el Teniente
1ro. Augusto Gabilondo García del Barco (jefe de la Base Contrasubversiva de
Huanta), afirmaron que las muertes de los seis pobladores se produjeron en un
enfrentamiento con subversivos. Sostuvieron que al llegar, la patrulla fue recibida
con disparos desde una de las casas, por lo cual se rodeó la vivienda. Al verse
cercados, los ocupantes trataron de darse a la fuga.
El Teniente 2do. Celis Checa declaró ante el Fuero Militar que él dio la voz de
alto, la cual fue ignorada. Posteriormente, se hicieron algunos disparos al aire y
los sujetos que se encontraban en el interior de la casa prosiguieron su fuga
mientras seguían disparando, produciéndose un enfrentamiento. Según el citado
oficial, dado que el enfrentamiento se produjo en horas de la noche, no se pudo
comprobar el número de bajas, ya que luego de culminar la persecución la
patrulla regresó directamente a Huanta, en las primeras horas de la madrugada79.
79El 2 de agosto de 1984, en el Informe s/n, el Jefe de la Patrulla que actuó en las comunidades de Callqui y Nisperoniyocc, Teniente
Segundo AP Luis Alberto Celis Checa, puso en conocimiento del Jefe de la Base Contraguerrillas de Huanta, Teniente Primero Augusto
Gabilondo García del Barco, los resultados del operativo militar denominado “CAIMAN XIII”. El Teniente Primero AP Augusto
Gabilondo García del Barco, confirmó estos hechos en su informe ante el Jefe del Destacamento de Infantería de Marina de Huanta
y La Mar, Capitán de Corbeta AP Álvaro Artaza Adrianzén.
En primer lugar, el jefe de la patrulla que realizó el operativo en Callqui señaló que
el día de la incursión se produjeron bajas en el grupo de los atacantes y que el
número no pudo ser verificado debido a la oscuridad y a que la patrulla tenía que
perseguir a los subversivos. Sin embargo, el jefe del Destacamento de Infantería
de Marina de Huanta y La Mar señaló que la muerte de las seis personas se produjo
como resultado del supuesto enfrentamiento y que si los efectivos de la Marina no
pudieron identificarlos fue porque las víctimas no tenían documentos.
Por otro lado, se sostuvo que, cuando los presuntos subversivos iniciaron la huida
del lugar, la patrulla decidió continuar la persecución hasta la madrugada del día
siguiente y que no ingresó a la comunidad. Sin embargo, luego se afirmó que esa
82
Expediente No 172-85. Tomo III. Fojas 159
83
Expediente No 172-85. Tomo III. Fojas 161
78
noche se levantó un Acta de Incautación del hallazgo de “dos quesos rusos 84 y
propaganda incitando a la lucha armada” en la comunidad85.
Por otra parte, el jefe de la patrulla que realizó el operativo en Callqui señaló que
después de perseguir a los presuntos subversivos regresó a su base en el
Estadio de Huanta, en la madrugada del 2 de agosto de 1984. Sin embargo, el
Jefe del Destacamento de Infantería de Marina de Huanta y La Mar, sostuvo que
retornó a la Base de Huanta a las ocho de la mañana.
84
Explosivos.
85
Expediente No 172-85. Tomo II. Fojas 137
79
Constantino Yañez Huincho, de 24 años de edad, natural de la provincia
de Huanta, Ayacucho, soltero.
Los oficiales a cargo del destacamento de Infantería de Marina de Huanta que
ejecutaron el Plan Operativo “CAIMAN XIII” fueron el Capitán de Corbeta AP
Alvaro Artaza Adrianzén, el Teniente 1º AP Augusto Gabilondo García del Barco86,
el Teniente 2do, AP Luis Alberto Celis Checa, jefe de la patrulla que incursionó en
la comunidad de Callqui, quien prestó servicios en el Destacamento de Infantería
de Marina de Huanta desde el 15 de junio hasta el 15 de agosto de 1984 87,
actuando con ayuda del guía Jesús Vilca Huincho.
86 Oficio No 12250 MINDEF/K-6/CVR de fecha 28 de Febrero de 2003, remitido por el Vicealmirante Gonzalo GAMBIRAZO Martín,
Secretario General del Ministerio de Defensa, a la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
87 Oficio No 12250 MINDEF/K-6/CVR de fecha 28 de Febrero de 2003, remitido por el Vicealmirante Gonzalo GAMBIRAZO Martín,
89
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sentencia de 16 de agosto de 2000. Caso Durand y Ugarte. Párr. 117. P. 44.
80
derechos humanos no pueden ser consideradas delitos militares o de función,
porque estos actos no tienen ninguna relación con la institución militar o castrense.
81
III. ESPECTRO DE LA VIOLENCIA PERIODO 2003 A LA FECHA. CASOS
EMBLEMÁTICOS
En materia de violación del DIH, en el ámbito de nuestro país, son conocidos pocos;
y estos son:
4.1- AMBITO POLITICO:
Por unanimidad:
Por unanimidad,
Por unanimidad,
5. el Estado violó las obligaciones previstas en el artículo 8 de la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, en
perjuicio de Rafael Samuel y Emilio Moisés Gómez Paquiyauri, en los
términos de los párrafos 153 a 156 de la presente Sentencia.
Por unanimidad,
Por unanimidad,
Por unanimidad,
Por unanimidad,
Y DISPONE,
Por unanimidad, que:
B) SENTENCIA:
LA CORTE, DECLARA QUE:
Por unanimidad,
Y DISPONE,
12. El Estado debe asegurar, dentro del plazo de un año, que las 10
personas declaradas como víctimas ejecutadas o de desaparición forzada
en la presente Sentencia se encuentren representadas en el monumento
denominado “El Ojo que Llora”, en caso de que no lo estén ya y de que los
familiares de las referidas víctimas así lo deseen, para lo cual debe coordinar
con dichos familiares la realización de un acto, en el cual puedan incorporar
una inscripción con el nombre de la víctima como corresponda conforme a
las características de dicho monumento, en los términos del párrafo 236 de
la presente Sentencia.
14. El Estado debe proveer a todos los familiares de Hugo Muñoz Sánchez,
Dora Oyague Fierro, Marcelino Rosales Cárdenas, Bertila Lozano Torres,
Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Richard Amaro Cóndor, Robert Edgar
Teodoro Espinoza, Heráclides Pablo Meza, Juan Gabriel Mariños Figueroa
y Felipe Flores Chipana, previa manifestación de su consentimiento para
estos efectos, a partir de la notificación de la presente Sentencia y por
el tiempo que sea necesario, sin cargo alguno y por medio de los servicios
nacionales de salud, un tratamiento adecuado, incluida la provisión de
medicamentos, en los términos del párrafo 238 de la Sentencia.
16. El Estado debe pagar a Andrea Gisela Ortiz Perea, Antonia Pérez
Velásquez, Alejandrina Raida Cóndor Saez, Dina Flormelania Pablo Mateo,
Rosario Muñoz Sánchez, Fedor Muñoz Sánchez, Hilario Jaime Amaro
Ancco, Magna Rosa Perea de Ortiz, Víctor Andrés Ortiz Torres, José Ariol
Teodoro León, Bertila Bravo Trujillo y José Esteban Oyague Velazco, en el
plazo de un año, las cantidades fijadas en los párrafos 214 y 215 de la
presente Sentencia, por concepto de compensación por daños materiales,
en los términos de los párrafos 246 a 248 y 250 a 252 de la misma.
Y DISPONE,
13. El Estado debe pagar a los señores Wilson García Asto y Urcesino
Ramírez Rojas, en el plazo de un año, por concepto de la indemnización por
daño material, las cantidades fijadas en los párrafos 261, 262 y 263 de la
presente Sentencia, en los términos de los párrafos 288, 291, 292, 294 y
295 de la misma.
14. El Estado debe pagar a los señores Wilson García Asto y Urcesino
Ramírez Rojas, Napoleón García Tuesta, Celia Asto Urbano, Elisa García
Asto, Gustavo García, María Alejandra Rojas, Marcos Ramírez Álvarez y
Santa, Pedro, Filomena, Julio, Obdulia, Marcelino y Adela, todos ellos
Ramírez Rojas, en el plazo de un año, por concepto de la indemnización por
daño inmaterial, la cantidad fijada en el párrafo 270, 271, 273 y 275 de la
presente Sentencia, en los términos de los párrafos 255, 288, 290, 291, 292,
293, 294 y 295 de la presente misma.
15. El Estado debe pagar, en el plazo de un año, por concepto de las costas
y gastos generados en el ámbito interno y en el proceso internacional ante
el sistema interamericano de protección de los derechos humanos, la
cantidad fijada en el párrafo 287 de la presente Sentencia, la cual deberá
ser entregada a los señores Wilson García Asto y Urcesino Ramírez Rojas,
en los términos de los párrafos 289, 291, 292, 294 y 295 de la misma.
CAPITULO II
Marco teorico
Conforme al artículo 137 de la Constitución Política del Perú, es posible que las FF.AA
estén llamadas a intervenir en el mantenimiento y/o restablecimiento del orden interno
en casos de Estado de Emergencia cuando, a criterio del Gobierno, exista un caso de
perturbación de la paz o del orden interno, de catástrofe o de graves circunstancias
que afecten la vida de la Nación. Existe una Ley publicada el 18 de Mayo de 2004, Ley
N°28222 que establece que la autoridad política o la autoridad policial podrá solicitar
la intervención de las FF.AA por un plazo no mayor de 30 días cuando se produzcan
actos de terrorismo o de violencia consistentes en atentados, ataques armados a
entidades públicas o privadas o servicios públicos en los que se utilice armamento de
guerra o artefactos explosivos o cuando se descubran elementos suficientes de peligro
real o inminente de su perpetración que exceda la capacidad operativa de la PNP. El
Reglamento de la Ley N°28222 aprobado por Decreto Supremo N°024-2005-DE-SG
publicado el 28 de Octubre de 2005, establece que la autoridad policial o política
deberá solicitar dicha intervención al Ministerio del Interior quien, previa evaluación, la
formalizará ante el Presidente del Consejo de Ministros. El Presidente de la República
autorizará la intervención de las FF.AA mediante Resolución Suprema refrendada por
los ministros del Interior y de Defensa. Se prevé que el accionar de las instituciones
castrenses es de apoyo a la labor de la PNP para contribuir y garantizar el
funcionamiento de entidades, servicios públicos esenciales, el resguardo de puntos
críticos vitales para el normal desarrollo de las actividades de los ciudadanos
afectados. El empleo de la fuerza por parte de los miembros de las Fuerzas Armadas
se encuentra regulado por el Decreto Legislativo N°1095 publicado el 1er de
septiembre de 2010 que establece que la intervención de las FF.AA. en labores de
control y/o restablecimiento del orden interno es posible en tres supuestos: -
Operaciones militares en zonas declaradas en Estado de Emergencia frente a grupos
hostiles; - Acciones militares en zonas declaradas en Estado de Emergencia ante otras
situación de violencia; - Apoyo a la PNP en zonas no declaradas en Estado de
Emergencia en casos como a) tráfico ilícito de drogas, b) terrorismo, c) protección de
instalaciones estratégicas para el funcionamiento del país (servicios públicos
esenciales) y d) otros casos constitucionalmente justificados cuando la capacidad de
la PNP sea sobrepasada. Cada supuesto establece la posibilidad de utilizar la fuerza
por las FF.AA. en escenarios de conflictividad social violenta. Operaciones militares
en zonas declaradas en Estado de Emergencia frente a grupos hostiles En el primer
supuesto, las FF.AA. están habilitadas para realizar operaciones militares, esto es,
“actividades que realizan para enfrentar la capacidad armada de grupos hostiles en el
marco del Derecho Internacional Humanitario” tal como lo define el Decreto. Este
primer supuesto ~ 21 ~ corresponde a escenarios calificados como Conflictos Armados
No Internacionales (CANI) que se desarrollan dentro de un mismo país, en territorios
declarados en Estado de Emergencia. En este marco, las FF.AA. están llamadas a
intervenir en situaciones donde se enfrentan grupos armados no gubernamentales que
luchan entre sí o contra las fuerzas gubernamentales con un grado de intensidad que
excede el nivel propio de los actos de violencia aislados y esporádicos y cuyos grupos
armados presentan un importante nivel de organización colectiva de modo que pueden
llevar a cabo operaciones armadas sostenidas en el tiempo y concertadas. Por lo tanto,
se trata de un escenario en el cual el Estado enfrenta al nivel máximo de agresión
violenta interna. Sin embargo, el aspecto más controversial en este caso está
relacionado con la definición de “grupo hostil” que aparece en el artículo 3 del D.L.
N°1095. En efecto, en el Decreto, el grupo hostil es considerado como “la pluralidad
de individuos en el territorio nacional que se caracterizan por: estar mínimamente
organizados; tener capacidad y decisión de enfrentar al Estado, en forma prolongada
por medio de armas de fuego, punzocortantes o contundentes en cantidad; participar
en las hostilidades o colaborar en su realización”. La ambigüedad de los términos
usados en el Decreto para referirse a una situación de CANI puede generar confusión
a la hora de interpretar el Decreto y por lo tanto, definir cuándo se está haciendo frente
a un “grupo hostil”. De acuerdo al Derecho Internacional Humanitario, no se le puede
considerar a una situación de violencia ocasionada por un conflicto social,
caracterizada por manifestaciones públicas de los ciudadanos, como parte de este
primer supuesto de uso de la fuerza por parte de las FF.AA ya que no constituye un
caso de CANI. Por el contrario, los grupos sociales que participan en un conflicto social
violento representan un escenario de tensión o de disturbio interno que no se rige por
el DIH, sino por el DIDH puesto que no constituyen grupos organizados y armados
cuya meta es enfrentar al Estado tal como se define en el Decreto. Por consiguiente,
es necesario que se complemente el Decreto Legislativo proporcionando orientación y
reglas que permitan la correcta interpretación del concepto de “grupo hostil” en el
marco del DIH y del DIDH. Acciones militares en zonas declaradas en Estado de
Emergencia ante otras situación de violencia En este segundo supuesto, las FF.AA.
llevan “acciones militares” en los territorios formalmente declarados en estado de
emergencia en los cuales no existe un “grupo hostil”. En este contexto, la PNP está
encargada del control del orden interno mientras que las FF.AA. cumplen una función
de apoyo a los efectivos policiales. El Decreto prevé que se aplican las reglas del DIDH
en este caso. A diferencia del supuesto anterior, el presente rige escenarios de
disturbios internos y otras situaciones de violencia interna, que no alcanzan la
dimensión y la intensidad de un CANI pero que requieren la declaración de un estado
de emergencia debido a su intensidad y magnitud que afectarían de forma grave
bienes jurídicos prioritarios para el Estado y la sociedad. Conforme lo recalca la
Defensoría del Pueblo, se trata de casos de “perturbación de la paz o del orden interno,
de catástrofe o de graves circunstancias que afecten la vida de la Nación” 14 tal como
lo regula la Constitución Política del Perú en el artículo 137. De todas maneras, este
supuesto no corresponde al ámbito de aplicación del DIH por lo cual se regula por las
reglas del DIDH. Apoyo a la PNP en zonas no declaradas en Estado de Emergencia
en casos como a) tráfico ilícito de drogas, b) terrorismo, c) protección de 14 Defensoría
del Pueblo, Violencia en los conflictos sociales, Informe Defensorial N°156, 26 de
Marzo de 2012. ~ 22 ~ instalaciones estratégicas para el funcionamiento del país
(servicios públicos esenciales) y d) otros casos constitucionalmente justificados
cuando la capacidad de la PNP sea sobrepasada En este supuesto, no se hace
referencia a un Estado de Emergencia a diferencia de los dos casos anteriores. Por lo
tanto, se pueden excluir escenarios de violencia protagonizando a “grupos hostiles” y
situaciones de disturbio interno u otra forma de violencia interior. Conforme a lo
establecido en el Decreto Legislativo N°1095, las FF.AA. están facultadas para brindar
apoyo a la PNP en zonas no declaradas en estado de emergencia en los siguientes
supuestos: - Tráfico ilícito de drogas - Terrorismo - Protección de instalaciones
estratégicas para el funcionamiento del país (servicios públicos esenciales) - Otros
casos constitucionalmente justificados cuando la capacidad de la PNP sea
sobrepasada Cabe señalar que se ha desatado controversia acerca del último
supuesto referido a la intervención de las FF.AA. en “otros casos constitucionalmente
justificados cuando la capacidad de la PNP sea sobrepasada”. En efecto, una
sentencia del Tribunal Constitucional N°002-2008-PI/TC de fecha 9 de septiembre del
2009, recaída en el proceso de inconstitucionalidad emprendido en contra de la Ley
N°29166 que aprueba las reglas de empleo de la fuerza por parte de las FF.AA,
sustentó los tres primeros supuestos vinculados al tráfico de drogas, al terrorismo y a
la protección de instalaciones estratégicas para el funcionamiento del país cuando se
sobrepasa la capacidad operativa de la PNP. No obstante, el último supuesto no está
previsto en la sentencia jurisprudencial ya que el Tribunal Constitucional consideró que
la intervención de las FF.AA. debe ser excepcional por lo cual es preciso que se limiten
los casos en los cuales puedan intervenir. De igual modo, se exhortó al Congreso de
la República a que esclarezca las circunstancias en las que las FF.AA. pueden actuar
para mantener el orden interno en zonas no declaradas en estado de emergencia,
especialmente los criterios que permitan determinar cuando la PNP se encuentra
excedida en su capacidad operativa, los plazos mínimo y máximo durante los cuales
las FF.AA están habilitadas para apoyar a la PNP y los mecanismos para garantizar la
observancia y el respeto a los derechos fundamentales. Por ende, es evidente que el
Decreto Legislativo N°1095 no tomó en cuenta lo establecido en el pronunciamiento
del Tribunal Constitucional del 2009. Mientras que la intención del Tribunal
Constitucional parece ser la de limitar los supuestos en los que pueden intervenir las
FF.AA., el Decreto deja abierta la posibilidad de que actúen las FF.AA en casos que
no han sido contemplados por la sentencia jurisprudencial al establecer el empleo de
la fuerza por las FF.AA en otros supuestos distintos a los considerados por el Tribunal
y al no detallar los elementos e indicadores que permitan determinar si la PNP se ve
sobrepasada en sus atribuciones, el plazo de intervención de las FF.AA, los
mecanismos de control político y jurisdiccional aplicables a estas situaciones así como
los mecanismos necesarios para garantizar la observancia de los derechos humanos,
tal como ha sido requerido por el Tribunal Constitucional. La limitación del uso de las
fuerzas armadas en situaciones de control y/o de restablecimiento del orden interno se
justifica por el hecho de que las FF.AA. reciben un entrenamiento específico que
obedece a una lógica de combate muy diferente a los métodos de protección y control
de los civiles propios de los agentes policiales. ~ 23 ~ Por último, según lo señalado
por la Defensoría del Pueblo15, sería apropiado que el Decreto N°1095 especifique lo
referido por las “instalaciones estratégicas para el funcionamiento del país”, haciendo
referencia a un listado taxativo de dichos puntos estratégicos de modo que se limite la
intervención de las FF.AA a la protección de determinado tipo de instalaciones. Las
FF.AA cuentan con una Nueva Ley del Comando Conjunto de las FF.AA. establecida
mediante el Decreto Legislativo N°1136 publicado el 10 de diciembre de 2012, que
reconoce que las FF.AA están facultadas para “participar en el mantenimiento y control
del orden interno durante los estados de excepción y en los casos que los disponga el
Presidente de la República conforme a la Constitución Política del Perú y la ley de la
materia” y pueden estar llevados a “asumir el Comando Único de las Fuerzas Armadas
y Policía Nacional cuando el Presidente de la Republica declare el estado de
emergencia con el control del orden interno a cargo de las Fuerzas Armadas”. Además
se dispone que el Jefe de Comando Conjunto de las FF.AA. está encargado de
“disponer las acciones correspondientes para la participación de las FF.AA en el
control del orden interno, en el ámbito de su competencia, de acuerdo a la normatividad
vigente”. Cabe señalar que las FF.AA cuentan con un Manual para las Fuerzas
Armadas, elaborado por el Ministerio de Defensa a través del Centro del Derecho
Internacional Humanitario y Derechos Humanos de las Fuerzas Armadas de la
Dirección General de Educación y Doctrina. Aprobado por la Resolución
Viceministerial N° 048-2010/DE/VPD el 21 de Mayo de 2010, el Manual busca
“promover el estudio, investigación e integración del DIH y del DIDH a fin de garantizar
su irrestricto respeto por parte del personal de las instituciones armadas”. Marco legal
que regula el empleo de la fuerza en el ámbito de la seguridad privada o Sobre el uso
de la fuerza por los proveedores de seguridad privada Tal como lo señala el
Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Seguridad y el Respeto a los Derechos
Humanos16, se han producido cambios en la estructura institucional relacionada con
la seguridad privada en el país en diciembre de 2012. En efecto, el 10 de diciembre
del 2012, fue publicada la Ley N°1135, Ley de Organización y Funciones del
MININTER en virtud de la cual la supervisión del cumplimiento de las políticas en
materia de los servicios de seguridad privada, armas, municiones, explosivos y
productos pirotécnicos de uso civil recae en el MININTER. De la misma manera, el 7
de diciembre del 2012, se publicó el Decreto Legislativo N°1127 que reestructuró la
Dirección General de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y
Explosivos de Uso Civil (DISCAMEC) convirtiéndola en la Superintendencia Nacional
de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil
(SUCAMEC), la cual es la entidad competente a nivel nacional para supervisar,
controlar, regular y sanciones las actividades en el sector de los servicios de seguridad
privada. Adicionalmente la SUCAMEC tiene competencia para regular los aspectos
relacionados con la 15 Defensoría del Pueblo, Violencia en los conflictos sociales,
Informe Defensorial N°156, 26 de Marzo de 2012. 16 Diagnóstico Nacional sobre la
Situación de la Seguridad y el Respeto a los Derechos Humanos. Referencia particular
al sector extractivo en el Perú, Embajada de Suiza, Socios Perú: Centro de
Colaboración Cívica e Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Noviembre 2013. ~ 24 ~ fabricación y el comercio de
armas, municiones, explosivos y productos pirotécnicos de uso civil. La legislación
actualmente vigente con respecto a la regulación del servicio de seguridad privada
incluye la Ley N°28879, Ley de Servicios de Seguridad Privada publicada el 18 de
Agosto de 2006 y su Reglamento, Decreto Supremo N°003-2011-IN publicado el 31
de Marzo de 2011 que define el concepto de “seguridad privada” como “aquel servicio
prestado por empresas especializadas destinadas a cautelar y proteger la vida e
integridad física de las personas, a las instalaciones públicas o privadas y a la
seguridad para el normal desarrollo de eventos”. Existen varias modalidades y distintos
servicios de seguridad privada circunscritos a la persona o al perímetro de la
instalación que se busca proteger. La referida Ley dispone que el personal
desempeñándose en las empresas especializadas en vigilancia privada debe ser
seleccionado y contratado de acuerdo a la capacitación que han recibido en un centro
especializado autorizado, evidenciada por un certificado de capacitación. Sin embargo,
tal como lo señala el Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Seguridad y el
Respeto a los Derechos Humanos17, “la DISCAMEC nunca terminó de constituir un
centro de formación o capacitación de los agentes de seguridad privada”. Asimismo,
las empresas están obligadas a “controlar y supervisar el desarrollo de las actividades
del personal, poseer licencias empresariales de propiedad de las armas y municiones
que no son de guerra, identificando los tipos de armas y municiones que emplean en
función de las modalidades de servicios que prestaban y poseer infraestructura
adecuada para el resguardo y la custodia de las armas y municiones que no son de
guerra”. En la mencionada norma, se les prohíbe a las empresas de seguridad privada
que desempeñen funciones que competen a la PNP o a las FF.AA., que establezcan
redes de información constituidos con la finalidad de descubrir faltas o delitos, ni que
realicen acciones de espionaje industrial o comercial. No obstante, conforme lo
menciona el Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Seguridad y el Respeto a
los Derechos Humanos, dicha norma establece que “las empresas de seguridad
privada están obligadas a colaborar, a requerimiento del Poder Ejecutivo, con sus
efectivos cuando se decretaba el régimen de excepción constitucional para prestar
apoyo y colaboración a la PNP”. De igual modo, el Reglamento de la Ley dispone que
“en los casos que sea requerido por la PNP para el ejercicio de sus funciones, el
personal operativo que presta servicios de seguridad privada tiene la obligación de
brindar la colaboración, el auxilio y el apoyo necesarios, de conformidad a las
disposiciones legales vigentes”. Por lo tanto, la norma deja claro que el personal
operativo que presta servicios de seguridad privada no tiene el carácter de autoridad
pública de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia. De esa manera, se delimita
con claridad el ámbito y alcance del servicio de seguridad privada y el marco legal que
se le puede aplicar. En lo referido al uso de la fuerza por las empresas de seguridad
privada, es posible aseverar que no se encuentra regulado por ninguna norma interna
o internacional. Tampoco existen protocolos que constituyan un marco de actuación
encaminado a orientar al personal operativo de dichas empresas en distintos contextos
de intervención. Lo anterior puede resultar paradójico en la medida en que se les
permite a las empresas de seguridad privada que adquieran armas de fuego pero no
se regula su empleo por el personal operativo. Tal situación lleva a afirmar que 17
Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Seguridad y el Respeto a los Derechos
Humanos. Referencia particular al sector extractivo en el Perú, Embajada de Suiza,
Socios Perú: Centro de Colaboración Cívica e Instituto de Democracia y Derechos
Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Noviembre 2013. ~ 25 ~
“mientras la PNP y las FF.AA. (instituciones que tienen por función principal tutelar la
vida y seguridad personal de la población) deben seguir estrictas normas acerca del
uso de la fuerza (siendo incluso para la PNP un recurso de último ratio), las empresas
de seguridad privada (cuya función principal es velar por la propiedad de la empresa
que las contrata) no encontrarían límite (al menos en la legislación nacional) a la
posibilidad de utilizar armas de fuego” 18 . Asimismo, la regulación del uso de la fuerza
por los instrumentos internacionales, especialmente el Código de Conducta y los
Principios Básicos, no se aplicaría al personal operativo de las empresas de seguridad
privada ya que no es considerado como funcionarios públicos encargados de hacer
cumplir la ley. Por lo tanto, es posible afirmar que las empresas de seguridad privadas
no se encuentran vinculadas por los principios y reglas internacionales referidas al uso
adecuado de la fuerza tanto más cuanto que dichos principios no podrían aplicarse en
forma integral a los agentes de seguridad privada por no ser FEHCL y, en
consecuencia, por no tener los mismos objetivos que los FEHCL. Es cierto que se ha
formulado un Anteproyecto de Ley N°0283-2014-IN, Ley de Servicios de Seguridad
Privada elaborado por la SUCAMEC de fecha 28 de febrero de 2014 con la finalidad
de atender la tendencia al incremento comercial de los servicios de seguridad privada
en los últimos años y la diversificación de las modalidades propias de este ámbito, lo
cual “general una mayor necesidad de fiscalización y control por parte del Estado, a
través de la SUCAMEC”. Uno de los objetivos principales de dicha propuesta
legislativa reside en la necesario reformulación y actualización de las disposiciones
contenidas en la Ley N°28879, Ley de Servicios de Seguridad Privada (2006). Sin
embargo, la propuesta de reforma y actualización de la normatividad vigente en
materia de servicios de seguridad privada no parece contemplar el establecimiento de
una regulación del uso de la fuerza, especialmente en lo que atañe al empleo de armas
de fuego, por los agentes operativos de seguridad privada. Por lo tanto, es
recomendable que se priorice, dentro de la SUCAMEC, la elaboración de tal norma
que abarque disposiciones específicas relativas al uso adecuado de las armas de
fuego por el personal operativo. o Sobre el uso de las armas de fuego El monopolio
del uso y tenencia de las armas de guerra lo tienen la PNP y las FF.AA. conforme lo
establece el artículo 175 de la Constitución Política del Perú. De acuerdo con la Ley
N°28879, el personal operativo de las empresas que brindan servicios de seguridad
privada solo puede utilizar armas y municiones que no son de guerra (artículo 36). Por
ende, el personal operativo de las empresas que brindan servicios de seguridad
privada pueden hacer uso de las armas y municiones de uso particular reguladas por
la Ley N°25054, Ley que norma la fabricación, comercio, posesión y uso por
particulares de armas y municiones que no son de guerra y por su Reglamento,
Decreto Supremo N°007-98-IN, los cuales definen las armas de fuego de uso particular
como “aquellas que por sus características, diseño, procedencia y empleo, son
autorizadas por la ley para defensa personal, seguridad, vigilancia armada, caza,
deporte y colección”. 18 Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Seguridad y el
Respeto a los Derechos Humanos. Referencia particular al sector extractivo en el Perú,
op. cit. ~ 26 ~ La Ley N°25054, en su artículo 10, establece que son armas de uso
particular autorizadas para seguridad y vigilancia armada las “armas de fuego cortas
cuya munición desarrolle una energía en boca de cañón no mayor de 80 kilográmetros;
escopetas diseñadas para fines de seguridad; armas de caza, fuera del radio urbano”.
A este listado, le Reglamento de la Ley le suma la “escopeta de tiro por tiro; la carabina,
fusiles o rifles semiautomáticos hasta punto cuarenta y cuatro pulgadas para uso fuera
del radio urbano en la modalidad de tiro por tiro; la combinación carabina-escopeta
que no exceda las especificaciones indicadas para ambos casos” 19 . De la misma
manera, el artículo 12 establece que las municiones autorizadas para uso de seguridad
y vigilancia son la “munición de plomo para armas de fuego cortas la que puede estar
parcial o totalmente recubierta en latón, cuya energía en boca de canon típico no sea
superior a 80 kilográmetros; cartuchos para escopetas, cargados con munición de
plomo que no exceda del diámetro de 9.1 mm o 0.36 pulgadas; cartuchos cargados
con munición de jebe; munición no expansiva para las armas de caza autorizadas” 20
. El Reglamento de la Ley N°25054 dispone que las municiones para armas de
vigilancia armada son los “cartuchos permitidos para armas de defensa personal;
cartuchos cargados con munición de jebe; cartuchos permitidos para caza, excepto las
del tipo expansivo”. Cabe indicar que las armas utilizadas por los agentes de seguridad
privada están supeditadas al tipo y al lugar del servicio prestado. Además, es
importante indicar que las armas usadas por los agentes operativos son de propiedad
de la empresa. Tal como lo señala el Diagnóstico Nacional21, “la legislación sobre
seguridad privada y la que regula el uso y fabricación de armas de uso civil no regula
el uso de armas no letales en la actividad del servicio de seguridad privada”, lo cual se
considera que constituye un vacío importante en el marco legal aplicable a la seguridad
privada. La legislación vigente con respecto al uso de armas de fuego por el personal
operativo que presta servicios de seguridad privada está relacionada con el
Reglamento de la Ley N°28879, Ley de Servicios de Seguridad Privada del 2006, la
cual hace referencia a la Ley que normal la fabricación, comercio, posesión y uso por
particulares de las armas y municiones que no son de guerra, Ley N°25054, su
Reglamento y normas afines. Sin embargo, ninguna de estas normas alude
expresamente al empleo de armas de fuego por el personal operativo de seguridad
privada con lo cual está permitido sostener que el empleo de armas de fuego en el
marco del servicio de seguridad privada no se encuentra regulado por ninguna norma
o protocolo de actuación en forma clara y precisa. IV. Un balance de los avances y
retrocesos en la normatividad interna y las políticas públicas relacionadas con uso de
la fuerza Este capítulo apunta a presentar los logros más destacados con miras a
ajustar el marco legal interno a los requisitos establecidos en los instrumentos
internacionales que regulan el uso de la fuerza. Si bien es cierto que se han dado
desarrollos positivos y mejoras esenciales en ese 19 Ley N° 25054.- Norma la
fabricación, comercio, posesión y uso por particulares de armas y municiones que no
son de guerra, con fecha de 19 de Junio de 1989. 20 Ley N° 25054.- Norma la
fabricación, comercio, posesión y uso por particulares de armas y municiones que no
son de guerra, op.cit. 21 Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Seguridad y el
Respeto a los Derechos Humanos. Referencia particular al sector extractivo en el Perú,
op. cit ~ 27 ~ sentido, siguen planteándose mayores retos que dificultan el proceso de
adecuación de la legislación peruana relativa al empleo de la fuerza por los efectivos
que ejercen funciones de policía a las reglas y estándares internacionales establecidos
en la materia.
DECRETO LEGISLATIVO
N° 1186
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
POR CUANTO:
TÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES
CAPÍTULO I
OBJETO Y ALCANCE
TÍTULO II
DE LA FUNCIÓN POLICIAL
CAPÍTULO I
EL USO DE LA FUERZA
A. RESISTENCIA PASIVA
1. RIESGO LATENTE. ES LA AMENAZA PERMANENTE NO VISIBLE PRESENTE
EN TODA INTERVENCIÓN POLICIAL.
A. NIVELES PREVENTIVOS
1. PRESENCIA POLICIAL.- ENTENDIDA COMO DEMOSTRACIÓN DE AUTORIDAD
DEL PERSONAL DE LA POLICÍA NACIONAL UNIFORMADO, EQUIPADO, EN
ACTITUD DE ALERTA Y REALIZANDO UN CONTROL VISUAL, QUE PREVIENE Y
DISUADE LA COMISIÓN DE UNA INFRACCIÓN O UN DELITO.
B. NIVELES REACTIVOS
1. CONTROL FÍSICO.- ES EL USO DE LAS TÉCNICAS POLICIALES QUE
PERMITEN CONTROLAR, REDUCIR, INMOVILIZAR Y CONDUCIR A LA PERSONA
INTERVENIDA, EVITANDO EN LO POSIBLE CAUSAR LESIONES.
2. TÁCTICAS DEFENSIVAS NO LETALES.- ES EL USO DE MEDIOS DE POLICÍA
NO LETALES PARA CONTRARRESTAR Y/O SUPERAR EL NIVEL DE AGRESIÓN
O RESISTENCIA.
CAPÍTULO II
CIRCUNSTANCIAS Y CONDUCTA EN
EL USO DE LA FUERZA
TÍTULO III
DERECHOS Y RESPONSABILIDADES
CAPÍTULO ÚNICO
DERECHOS Y RESPONSABILIDADES
PRIMERA.- REGLAMENTO
EL PODER EJECUTIVO, MEDIANTE DECRETO SUPREMO REFRENDADO POR EL
MINISTRO DEL INTERIOR REGLAMENTA EL PRESENTE DECRETO LEGISLATIVO
EN UN PLAZO MÁXIMO DE NOVENTA (90) DÍAS, CONTADOS A PARTIR DE SU
PUESTA EN VIGENCIA.
CUARTA.- FINANCIAMIENTO
LA IMPLEMENTACIÓN DE LO DISPUESTO EN EL PRESENTE DECRETO
LEGISLATIVO SE FINANCIA CON CARGO AL PRESUPUESTO INSTITUCIONAL
DEL MINISTERIO DEL INTERIOR, SIN DEMANDAR RECURSOS ADICIONALES AL
TESORO PÚBLICO.
POR TANTO:
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
1.- Antecedentes.-
Un Régimen de Excepción puede ser definido como aquel Régimen que adopta un
Estado Constitucional, cuando se presentan en todo su territorio o parte de él,
circunstancias que afectan gravemente el orden interno, por lo que se adoptan
medidas urgentes y excepcionales, como la restricción de determinados derechos
fundamentales de las personas, por un tiempo determinado, a fin de lograr la
estabilidad y gobernabilidad.
Como su mismo nombre lo indica, este régimen debe ser excepcional, además de
temporal (se establece por un tiempo determinado).
A nivel internacional la Convención Americana de Derechos Humanos y el Pacto
Interamericano de Derechos Civiles y Políticos de San José de Costa Rica los cuales
han sido ratificados por el Estado Peruano -por lo tanto de obligatorio cumplimiento en
el país- se ha contemplado la posibilidad de que los Estados partes establezcan
medidas excepcionales -o Regímenes de Excepción como se les llama- en
determinadas circunstancias, en los cuales se pueden suspender determinadas
obligaciones.
Por su parte, en el artículo 4.1 del Pacto Interamericano de Derechos Civiles y Políticos
señala: “En situaciones excepcionales que pongan en peligro de la vida de la nación y
cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en el Presente
Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente limitada a las
exigencias de la situación, suspenda las obligaciones contraídas en virtud de este
Pacto, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás
obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación
alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen
social”
De similar manera, de la revisión del artículo 4.2 del PIDCyP se colige que durante un
Régimen de Excepción no se autoriza a suspender lo regulado en los artículos 6,7, 8
(párrafos 1 y 2), 11, 15, 16 y 18 del referido Pacto. Esto es, no se puede suspender los
siguientes derechos: a la vida (art. 6), a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes, así como a no ser sometido sin libre
consentimiento a experimentos médicos o científicos (art. 7); el derecho a no ser
sometido a esclavitud y a servidumbre, así como la prohibición de la trata de esclavos
(art. 8, párrafos 1 y 2); el derecho a no ser encarcelado por el solo hecho de no poder
cumplir una obligación contractual (art. 11); derecho a no ser condenado por actos u
omisiones que en el momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho
nacional o internacional, derecho a que no se imponga pena más grave que la aplicable
en el momento de la comisión del delito (art. 15); el derecho a la personalidad jurídica
(art. 16); derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, este
derecho incluye la libertad de tener o adoptar la religión o las creencias de su elección,
así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o
colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de
los ritos, las prácticas y la enseñanza (art. 18).
a) El Estado de Emergencia
Según el artículo 137.1 de la CP93, el Estado de Emergencia se declara en
caso de perturbación de la paz o del orden interno, de catástrofe o de graves
circunstancias que afecten la vida de la Nación.
El Estado de Emergencia se declara por el Presidente de la República, con
acuerdo del Consejo de Ministros. El plazo del Estado de Emergencia no debe
exceder de sesenta días.
Sí se puede prorrogar el Estado de Emergencia, para lo cual se requiere de
nuevo decreto y se entiende que se hará cuando subsisten al término de
sesenta días, las circunstancias que motivaron la declaratoria del referido
Estado Excepcional.
Si desaparecen las circunstancias que motivaron su declaración se puede
levantar el Estado de Emergencia.
Durante un estado de emergencia se pueden restringir o suspender los
siguientes derechos:
Actualmente los desastres naturales también son percibidos como parte de nuevos
riesgos y amenazas de seguridad nacional en oposición a las amenazas tradicionales
(ataques de ejércitos foráneas o grupos armados internos).
90
KAHHAT, Farid. Desastres naturales y Fuerzas Armadas. Disponible en www.americaeconomia.com,
consultado el 15 de junio de 2017.
b) El Estado de Sitio.
El Estado de Sitio se declara cuando se presentan circunstancias más graves que las
que permiten declarar el Estado de Emergencia. Así, en el artículo 137.2 de la CP93
se señala que el Estado de Sitio se puede decretar en caso de invasión, guerra
exterior, guerra civil, o peligro inminente de que se produzcan.
El Estado de Sitio también debe ser declarado por el Presidente de la República, con
acuerdo del Consejo de Ministros, y el plazo de su instauración no puede exceder de
cuarenta y cinco días (artículo 137.2 de la constitución de 1993).
Si se mantienen las circunstancias que motivaron su declaración puede ser
prorrogado, en aplicación de lo prescrito en la parte final del artículo 137 de la CP93,
su prórroga no se hace con un nuevo Decreto del Ejecutivo, como se hace para el caso
de prórroga del Estado de Emergencia, sino que se tendrá que aprobar por el
Congreso, el cual, al decretarse el Estado de Sitio, debe reunirse de pleno derecho.
Al haberse cumplido el tiempo por el cual fue decretado o si desaparecen las
circunstancias que motivaron su declaración se puede levantar el estado de sitio.
En el Decreto que declara el Estado de Sitio debe señalarse qué derechos no se
restringen o se suspenden. Se entiende que los derechos que no se hacen mención
en el respectivo Decreto quedan restringidos.
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que existen determinados derechos que no
pueden restringirse ni siquiera en un Régimen de Excepción, por haberse así dispuesto
en Tratados Internacionales de Derechos Humanos, suscritos y ratificados por el
Estado peruano, tal como se ha explicado en la pregunta 3 del presente artículo.
En el artículo 200, penúltimo párrafo de la constitución vigente, se ha señalado que “el
ejercicio de las acciones de hábeas corpus y amparo no se suspende durante la
vigencia de los regímenes de excepción a que se refiere el artículo 137 de la
Constitución” (subrayado nuestro) Se agrega, luego, “cuando se interponen acciones
de esta naturaleza en relación con derechos restringidos o suspendidos, el órgano
jurisdiccional competente examina la razonabilidad y la proporcionalidad del
acto restrictivo. No corresponde al juez cuestionar la declaración del estado de
emergencia ni de sitio”
91LINGAN CABRERA, Luis Martín. Los estados de excepción en el Perú: El Estado de Emergencia y el Estado de
Sitio. Publicado el 12 de diciembre de 2011. Disponible en: http://luislingaderechoypolitica.blogspot.pe/2011/12/los-
regimenes-de-excepcion-en-el-peru.html
durante el referido Régimen de Excepción, podrá interponerse, entonces, un proceso
de amparo ante el Juez competente.
Según se señala en el párrafo final del artículo 23 del Código Procesal Constitucional,
la suspensión de los derechos constitucionales tendrá vigencia y alcance únicamente
en los ámbitos geográficos especificados en el decreto que declara el régimen de
excepción.
Por su parte, en el artículo 4.3 del PIDCyP se ha señalado que “Todo Estado Parte en
el presente Pacto que haga uso del derecho de suspensión deberá informar
inmediatamente a los demás Estados Partes en el Presente Pacto, por conducto del
Secretario General de las Naciones Unidas, de las disposiciones cuya aplicación haya
suspendido y de los motivos que hayan suscitado la suspensión. Se hará una nueva
comunicación por el mismo conducto en la fecha en que haya dado por terminada tal
suspensión”
92
VINUESA Raúl Emilio. Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, diferencias y
complementariedad, publicado el 28 de junio de 1998, disponible en
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/5tdlj8.htm, consultado el 14 de junio de 2017.
93
ANTELA GARRIDO, Ricardo. Estados de emergencia y estados de excepción, publicado el 30 de noviembre de
2016, disponible en http://ricardoantelag.blogspot.pe/2010/11/estado-de-emergencia-y-estado-de.html,
revisado el 14 de junio de 2017
debidamente declarado, están: (i) Obligar a personas privadas para que
cooperen con las autoridades competentes para la protección de
personas, bienes y lugares, pudiendo imponerles servicios
extraordinarios por su duración o por su naturaleza, con la
correspondiente indemnización de ser el caso; (ii) Limitar o racionar el
uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad, así
como tomar las medidas necesarias para asegurar el abastecimiento de
los mercados y el funcionamiento de los servicios y de los centros de
producción; (iii) Hacer erogaciones con cargo al Tesoro Nacional que no
estén incluidas en la Ley de Presupuesto; y (iv) Requisar los bienes
muebles e inmuebles de propiedad particular que deban ser utilizados
para restablecer la normalidad , previa orden escrita y específica del
Presidente de la República o de la autoridad competente designada, los
cuales serán restituidos al término de la emergencia, sin perjuicio de la
indemnización debida por el uso o goce de los mismos .
En este país, a diferencia del nuestro h ay tres tipos de estados de
excepción: el de ALARMA, cuando se produzcan catástrofes,
calamidades públicas u otros acontecimientos similares que pongan
seriamente en peligro la seguridad de la Nación o de sus ciudadanos; el
de EMERGENCIA ECONÓMICA ; y el de CONMOCIÓN INTERIOR O
EXTERIOR.
En el caso concreto de desastres naturales, una vez que se declara el
Estado de Emergencia, se permite la activación de recursos técnicos,
humanos, financieros o materiales, con el objeto de enf rentar
eficazmente los efectos dañosos causados por el fenómeno natural o
tecnológico que ha generado el desastre. Asimismo, las autoridades
administrativas podrán ejercer las competencias que legalmente les
corresponden, y en particular, las previstas en las normas del régimen
especial que se determinen, hasta tanto se disponga que ha retornado la
normalidad.
Durante el Estado de Emergencia, le corresponde a la Dirección Nacional
de Protección Civil y Administración de Desastres, en conjunto con los
entes gubernamentales establecidos para tal fin, coordinar el suministro
de información sobre las medidas y recomendaciones pertinentes a los
entes privados y a la opinión pública, así como elaborar el Plan de Acción
Específico antes señalado, para el retorno a la normalidad.