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Impacto de la Gran Depresión en la sociedad (Arte, Papel de la mujer, las minorías, El


cine, la Música) – Argentina
La crisis generó las condiciones para el surgimiento de un antagonismo fundamental entre
el movimiento obrero urbano y las fuerzas conservadoras vinculadas con los gobiernos
autoritarios de la Concordancia. No todos los sectores de la población argentina resintieron
los efectos de la recesión de la misma manera. Para la clase media la repercusión de la
recesión fue de corta duración: los cambios demográficos (reducción en el número de
miembros de las familias), el acceso a la educación y los patrones de consumo sugieren un
rápido restablecimiento de las tendencias de movilidad social que prevalecían antes de la
Depresión. Por el contrario, la clase obrera se vio afectada por una caída pronunciada de los
salarios y un aumento de la represión estatal.
Esta manera de concebir la década de 1930 sostiene que este retroceso social y político
corrió a la par de profundas transformaciones económicas. Como resultado de la
contracción del mercado agrícola mundial, el sector exportador de Argentina perdió
dinamismo. Cuando comenzó la recuperación económica, hacia 1933, el impulso principal
provino del sector manufacturero dirigido al mercado interno. La recuperación se apoyó en
políticas públicas que, como consecuencia del cambio en la base política del Estado,
favoreció a la élite económica mucho más que durante la época democrática que finalizó en
1930. Después del golpe de Estado que depuso de su cargo a Yrigoyen, el país cayó bajo el
gobierno de la Concordancia, una suerte de frente unificado de las fuerzas de centro y
derecha que habían sido excluidas de la escena con el ascenso al poder de los radicales.
De acuerdo con esta perspectiva, el golpe de Estado liderado por el general Uriburu el 6 de
septiembre de 1930, y luego el empleo sistemático del fraude electoral por parte de los
gobiernos de la Concordancia (1932-1943), aseguraron la primacía de las fuerzas
conservadoras, revirtiendo de esta manera la creciente marginación que estos grupos habían
experimentado desde la primera mitad de la década de 1910, cuando la puesta en vigencia
de un nuevo régimen electoral que favoreció la expansión de la participación popular
convirtió a la Unión Cívica Radical en el actor predominante de la vida política. Por otra
parte, esta interpretación enfatiza que la dictadura de Uriburu, y luego de sus herederos
Justo y Ortiz, fue acompañada de iniciativas dirigidas a reforzar los privilegios de los
grupos propietarios, afectados primero por los gobiernos radicales (1916-1930) y luego por
las consecuencias de la Gran Depresión. De este modo, pues, la restauración conservadora
tuvo un efecto negativo y generalizado sobre el bienestar popular, tanto en el campo como
en la ciudad, afectando las mejoras alcanzadas en este terreno a lo largo de las décadas
previas, y en particular durante los años de gobierno radical.
En el pensamiento popular, los terratenientes adinerados se mantenían como el grupo más
poderoLa Gran Depresión tuvo efectos profundos y negativos en el bienestar popular en el
campo pampeano, el corazón de la economía de exportación agrícola. La mecanización de
la agricultura en los años veinte y el colapso de los precios de los granos y el ganado
durante la Depresión condujeron a una doble contracción en la demanda laboral y el
ingreso. Los grandes terratenientes vieron cómo se contraían sus activos y sus ingresos,
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pero su mayor poder de mercado les permitió transferir gran parte de esta caída a los
agricultores y a los trabajadores asalariados. Una serie de importantes conflictos laborales y
huelgas de agricultores estalló entre 1930 y 1933. Puesto que carecían de una organización
sólida y se encontraban debilitados por la crisis económica, los trabajadores y agricultores
fueron siempre derrotados.
A partir de ahí, la migración se convirtió en una opción más viable que alzar la vozso del
país. La migración, una de las consecuencias más trascendentes de la depresión mundial,
tuvo un profundo efecto demográfico. Entre 1930 y 1947, la población argentina creció de
11 a 16 millones de habitantes. Sin embargo, durante los años treinta, por primera vez en la
historia del país, la población rural (asentamientos con menos de 2 000 habitantes) decreció
hasta alcanzar un nivel similar al de 1914. Las personas que abandonaron el campo
migraron principalmente a las grandes ciudades del litoral, en particular Buenos Aires y sus
alrededores. Entre 1936 y 1943, esta metrópoli absorbió anualmente alrededor de 72 000
migrantes del interior; entre 1943 y 1947 dicho promedio se elevó a 117 000.12 En poco
más de una década, un millón de provincianos se instalaron en Buenos Aires. Este
incremento continuo de la población urbana significó que, hacia mediados de la década de
1940, uno de cada cuatro argentinos residía en la capital federal y su periferia urbana. El
creciente peso demográfico de esta gran metrópoli no pasó inadvertido.
La migración de las provincias pampeanas dominó durante la primera mitad de la década de
1930 (cuando la crisis en la exportación agrícola alcanzó su apogeo) y sumó cerca de las
dos terceras partes del total de migrantes. En la segunda mitad de la década, no obstante, la
migración de las provincias del interior se incrementó significativamente. Para los
habitantes de lugares como Santiago del Estero, Catamarca o La Rioja, abandonar sus
tierras no era una nueva experiencia, pues se remontaba a la época colonial. No obstante,
durante gran parte del siglo XIX y hasta 1930 la gran magnitud de la migración europea
hizo que la migración interna fuera prácticamente imperceptible. Además, gran parte de la
migración interna anterior a 1930 se había dirigido hacia las áreas más desarrolladas y
demandantes de mano de obra en el interior, como Mendoza o Tucumán. Este patrón se
alteró drásticamente a raíz de la Depresión.
En las grandes ciudades que marcaban el rumbo de la vida política y cultural del país, el
creciente peso demográfico de los provincianos contribuyó a la aparición de una atmósfera
cultural más nacionalista e introspectiva. La primera y segunda generaciones de
descendientes de inmigrantes europeos dieron la espalda a sus antepasados y se volvieron
críticos abiertos de los europeos recién llegados.15 El desarrollo de géneros musicales
como el tango y el folclor, junto con el crecimiento de la industria de la radio y de una
industria cinematográfica local, ofreció poderosos medios para la exploración de nuevos
temas relacionados con esta Argentina criolla
En los años treinta, nuevas tensiones sociales y culturales que dividían a la Argentina
europea blanca de su contraparte criolla contribuyeron a difundir visiones que elogiaban las
virtudes de la tierra y satanizaban a la gran ciudad cosmopolita artificial que sólo miraba
hacia Europa. Sin embargo, este camino raramente implicaba un rechazo de la modernidad
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urbana o una condena de la experiencia urbana como tal: para la mayoría de las personas,
incluso los migrantes, la superioridad de la ciudad descansaba no sólo en el dinamismo de
su mercado laboral sino también en las oportunidades que ofrecía para el ocio, el consumo,
el acceso a la educación y a un mejor sistema de salud pública (todos ellos elogiados por la
prensa popular, la radio y el cine).
Durante la dictadura del general Uriburu (1930-1932), los activistas sindicales fueron
criminalizados y perseguidos y las protestas fueron prohibidas. En los primeros meses de la
presidencia de Agustín P. Justo (1932- 1938) se desató una ola de huelgas mediante las
cuales los obreros buscaban recuperar lo que habían perdido. El hecho de que las primeras
huelgas de 1932 ocurrieran en el punto más alto de la recesión y carecieran de apoyo
gubernamental las condenó al fracaso. Prácticamente todas fueron derrotadas: la
información oficial indica que más de 70% de las huelgas no logró obtener sus peticiones.

Debido a la escasez de información, es difícil estimar el grado de incidencia que pudo tener
la Gran Depresión en el índice de empleo entre hombres y mujeres (aunque hay evidencia
que sugiere que las mujeres fueron las primeras en ser despedidas), pero también porque,
con algunas excepciones como la industria manufacturera textil, no era frecuente encontrar
hombres y mujeres laborando en los mismos sectores (o, dicho de otro modo, muchos
sectores eran específicos para hombres o mujeres).
Las mujeres incursionaron en la vida pública a través del sistema educativo. La gran
mayoría de estas señoritas optaba por las escuelas del magisterio, donde se preparaban
como maestras. Sin embargo, el hecho de que el número de inscritos en escuelas
comerciales y técnicas haya crecido dos veces más rápido que en los más tradicionales
Colegios Nacionales (que fueron el preámbulo a las universidades y las profesiones
liberales), o en las escuelas del magisterio, sugiere que se estaba llevando a cabo una
expansión de la educación hacia los estamentos más bajos de la sociedad.
Las mujeres, en especial las trabajadoras sociales y las enfermeras, se encontraban al frente
de los servicios sociales, lo que demuestra no sólo la incorporación de las mujeres al
Estado, sino también la profesionalización creciente del papel y trabajo tradicional de las
mujeres.
NUEVO PAPEL DE LA MUJER:
-emancipación de la mujer durante este periodo:
-incorporación al trabajo y toma de conciencia de su papel social.
-reclamación de su derecho a la igualdad y por extensión, del derecho a voto.
-nuevo rol social de la mujer:
-se pone en cuestión el modelo familiar tradicional, basado en la autoridad del marido
(machismo). –
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sin embargo, estos cambios fueron muy lentos y progresivos, por lo que los modelos
sociales clásicos continuaron siendo mayoritarios (hogar, esposa, madre).

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