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Los siete saberes necesarios para la educación desde la perspectiva de

género

Por: Raissa Sánchez

El presente ensayo pretende abordar tres de los siete principios fundamentales de


la educación del futuro, propuestos por el filósofo español, Edgar Morín, en relación
con los principios de igualdad y equidad de género, como contribución a la
perspectiva de género aplicada a la educación.

El eje fundamental de los principios de Morín, ubican al ser humano como universal
y epicentro del reconocimiento necesario entre quienes conforman contextos socio-
culturales, es decir, antepone la noción de persona, de humanidad, ante cualquier
otra categoría de orden social; sea hombres, mujeres, mujeres trans, etc. Lo cual
nos da un direccionamiento esencial para vincular la perspectiva de género con sus
siete principios.

La perspectiva de género nos permite observar cómo opera la discriminación a partir


de las diferencias biológicas y culturales asumidas por los miembros de una cultura,
además, analiza el proceso de construcción de identidades a partir de las
significaciones discursivas y sociales que se le atribuyan a una identidad específica,
ya sea hombre o mujer gay, hombre o mujer transexual… la equidad entre los
géneros implica una mayor sensibilidad humana para entender –comprender- la
diferencia con la finalidad de que esta no sea motivo de estigmatización, violencia
por prejuicio y discriminación.

Antes de comenzar con los tres principios mencionados anteriormente, es


imprescindible destacar el concepto de “Imprinting y normalización”, a los que alude
Morín en el saber número uno, “Las cegueras del conocimiento…” ya que el
determinismo biológico nos habla también de un paradigma que se convierte en una
marca sin retorno (imprinting) en la vida de los seres humanos, es decir, el sexo
como camisa de fuerza a adoptar y construirse conforme al binarismo de género y
sus respectivas orientaciones sexuales normalizadas y normativas. En este sentido
Morín afirma “Hay un imprinting cultural, huella matricíal que inscribe a fondo el
conformismo y hay una normalización que elimina lo que ha de discutirse”; en este
caso, lo que habría de discutirse sería la heterosexualidad obligatoria que se impone
como opción de vida plausible, moral y legal frente a las demás.

Lo anterior nos lleva al saber número VI, “Enseñar la comprensión”, en la que el


autor afirma que hay que estudiar las raíces mismas de las incomprensiones que
nos acechan mundialmente, es decir, sus causas, sus motivaciones que permiten
que se materialicen en patrones de conducta opresores de las libertades
individuales. El autor se limita a mencionar el egocentrismo, el etnocentrismo y el
sociocentrismo, dejando de lado el heterocentrismo o heterosexismo, el cual
constituye una de las principales barreras que afrontan las personas LGTBI para su
debido reconocimiento como seres humanos viables, impidiéndoles su inteligibilidad
cultural. Así si el “Etnocentrismo y egocentrismo nutren las xenofobias y racismos
hasta el punto llegar a quitarle al extranjero su calidad de humano”, se puede decir
que el heterosexismo nutre la homofobia, la transfobia y la bifobia, hasta el punto
de llegar a quitarle al LGTBI su calidad de humano, de tal modo que a las raíces
“ego-socio-céntricas”, se sumarian las raíces Hetero-sexistas-céntricas. Una ética
de la compresión desde la perspectiva de género es una compresión de la
incomprensión que se deriva del heterosexismo cultural.

Las personas LGTBI han sufrido de discriminación producto de la incomprensión de


sujeto a sujeto que plantea Morín, la cual debería ser promovida por los sistemas
educativos vigentes, en miras de una verdadera educación para la compresión
humana y sus múltiples manifestaciones y subjetividades, “la comprensión entre las
personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la
humanidad” . Es usual que la agenda política y cultural de las personas LGTBI este
mediada por estereotipos, prejuicios que encuentran sus puntos álgidos en
cuestiones morales y éticas justificadas precisamente en el impriting del paradigma
del sexo como condicionantes de las identidades de género pasando por alto una
verdad ineludible: no hay un yo anterior –una identidad de género- al discurso y a la
cultura.
La indignación economiza examen y análisis. Como dice Clément Rosset: «la
descalificación por razones de orden moral evita cualquier esfuerzo de inteligencia
del objeto descalificado de manera que. Un juicio moral traduce siempre un rechazo
al análisis e incluso al pensamiento” ». Como señalaba Westermarck: «El carácter
distintivo de la indignación moral sigue siendo el instintivo deseo de devolver pena
por pena » (citado por Morín, 1999).
El saber número II, “Enseñar la condición humana”, es vital para evitar la violencia
epistémica y el analfabetismo de género concerniente al sexo y las dos únicas
posibilidades que se contemplan (hombres y mujeres), dejando por fuera realidades
también pertenecientes a la condición humana, como lo son los intersexuales, los y
las transexuales... Tal discriminación en el conocimiento sería producto del discurso
hegemónico correspondiente al binarismo de género. Enseñar la condición humana
implica antes reconocer la heterosexualidad como régimen político y como
institución que permea todas las esferas sociales generadoras de verdad y sentido,
en especial, la educación que aún concibe la heterosexualidad como condición
innata al ser humano, relegando al repudio y estigmatización a todo lo que se salga
de la norma o matriz heterosexual.

Existen muchas variaciones cromosómicas más de 45 variantes, que comprenden


una concepción del género mucho más amplia y variada de lo que suele hacerse a
nivel social. (Massanet, 2012).

En este sentido, en general los planteles educativos se encargan de consolidar la


exclusión, la invisivilización y el silencio de las identidades de género no normativas,
en la medida en que difunden parámetros socializadores conforme a estereotipos
basados en género que hagan evidente las significaciones sociales del sexo, o lo
que Butler llama, normas reguladoras del sexo con la finalidad de materializar el
sexo del cuerpo y la diferencia sexual en aras de consolidar el imperativo
heterosexual. (Butler, 1999).

“Enseñar la condición humana”, consiste en pluralizar las concepciones de género


en la educación partiendo del principio de no estigmatización y no prejuicio, a lo que
parefraseando a Morín, es concebir la unidad compleja de lo humano, que hasta
hace muy poco tiempo, estuvo reducida a un sustrato puramente bio-anatómico,
dejando por fuera el cosmos psíquico, mental, emocional, afectiva, intelectual y
espiritual que lo constituye. “Comprender lo humano, es comprender su unidad en
la diversidad, su diversidad en la unidad”, donde unidad es lo genéticamente la
especie humana que compartimos todos los humanos, nuestra humanidad común;
diversidad es la propia singularidad anatómica, fisiológica, psíquica…la diversidad
cultural” y podemos agregar, nuestra diversidad de identidades de género y de
orientaciones sexuales, además, atendiendo la perspectiva de género podemos
utilizar el ejemplo de Morín de la siguiente manera: La comprensión nos pide, por
ejemplo, no encerrar, no reducir un ser humano a su sexo (a su crimen).

…todo ser humano lleva en sí cerebral, mental, sicológica, afectiva, intelectual y


subjetivamente caracteres fundamentalmente comunes y al mismo tiempo tiene sus
propias singularidades cerebrales, mentales, sicológicas, afectivas, intelectuales,
subjetivas… Es pertinente, en cambio, concebir una unidad que asegure y favorezca
la diversidad, una diversidad que se inscriba en una unidad. (Morín, 1999),
Por último, se alude al saber número VII, “La ética del género humano”, hace
referencia a una antropo-ética que consiste en comprender al ser humano desde
sus dimensiones como individuo-sociedad-especie, es decir, desde la perspectiva
de género se ha entendido a los seres humanos como género/cultura/sociedad,
sexo/naturaleza/especie, entendiendo por individuo, su identidad y sus
interacciones como producto de la sociedad y la cultura predominantes en toda
democracia.

Sin embargo, podemos considerar que la plenitud y la libre expresión de los


individuos-sujetos constituyen nuestro propósito ético y político sin dejar de pensar
también que ellos constituyen la finalidad misma de la triada individuo, sociedad
especie. La complejidad humana no se comprendería separada de estos elementos
que la constituyen: todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo
conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del
sentido de pertenencia con la especie humana. (Morín, 1999).

En este saber Morín contempla la democracia como aquella que permite el respeto
por la diversidad y la pluralidad de las ideas –identidades de género- sobre todo de
las minorías, sobre la dictadura de las mayorías, ante este hecho que se aplica a la
inversa se hace evidente la necesidad de regeneración de la democracia, como
también debido a la deshumanización y deslegitimación a la que son sometidos
grupos humanos históricamente discriminadas como las personas LGTBI, de tal
forma que la antropo-ética solo es posible en nuevos escenarios democráticos que
conciban “la relación entre el individuo cultural y la especie humana como un todo”.
Una sociedad planetaria donde el género predominante y universal sea el género
humano.
la expansión y la libre expresión de los individuos constituyen nuestro propósito ético
y político para el planeta ; ello supone a la vez el desarrollo de la relación individuo-
Sociedad en el sentido democrático, y el desarrollo de la relación individuo- especie
en el sentido de la realización de la Humanidad ; es decir que los individuos
permanecen integrados en el desarrollo mutuo de los términos de la triada individuo-
sociedad-especie.

Enseñar la condición humana III

La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en
la condición humana,
es imposible concebir la unidad compleja de lo humano por medio del pensamiento
disyuntivo que concibe nuestra humanidad de manera insular por fuera del cosmos
que lo rodea, de la materia física y del espíritu del cual estamos constituidos, ni
tampoco por medio del pensamiento reductor que reduce la unidad humana a un
substrato puramente bio-anatómico.
El humano es un ser plenamente biológico y plenamente cultural que lleva en sí esta
unidualidad originaria.
Comprender lo humano, es comprender su unidad en la diversidad, su diversidad
en la unidad. Hay que concebir la unidad de lo múltiple, la multiplicidad del uno.
Existe también una diversidad propiamente biológica en el seno de la unidad
humana ; no sólo 27 hay una unidad cerebral sino mental, síquica, afectiva e
intelectual.
El campo individual En el campo individual, hay una unídad/diversidad genética.
Todo humano lleva genéticamente en sí la especie humana e implica genéticamente
su propia singularidad anatómica, fisiológica. Hay una unidad/diversídad cerebral,
mental, sicológica, afectiva, intelectual y subjetiva : todo ser humano lleva en sí
cerebral, mental, sicológica, afectiva, intelectual y subjetivamente carácteres
fundamentalmente comunes y al mismo tiempo tiene sus propias singularidades
cerebrales, mentales, sicológicas, afectivas, intelectuales, subjetivas.. .
ertos. Aquellos que ven la diversidad de las culturas tienden a minimizar u ocultar la
unidad humana; aquellos que ven la unidad humana tienden a considerar como
secundaria la diversidad de las culturas. Es pertinente, en cambio, concebir una
unidad que asegure y favorice la diversidad, una diversidad que se inscriba en una
unidad.
Enseñar la comprensión capítulo
VI
Educar para la comprensión humana es otra ; ahí se encuentra justamente la misión
espiritual de la educación : enseñar la comprensión entre las personas como
condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.
La comprensión humana sobrepasa la explicación. La explicación es suficiente para
la comprensión intelectual u objetiva de las cosas anónimas o materiales. Es
insuficiente para la comprensión humana. Esta comporta un conocimiento de sujeto
a sujeto.
Etnocentrismo y egocentrismo nutren las xenofobias y racismos hasta el punto llegar
a quitarle al extranjero su calidad de humano. Hetro-sexistas-centricas
La indignación economiza examen y análisis. Como dice Clément Rosset : «la
descalificación por razones de orden moral evita cualquier esfuerzo de inteligencia
del objeto descalificado de manera que. un juicio moral traduce siempre un rechazo
al análisis e incluso al pensamiento” ». Como señalaba Westermarck : « El cara’cter
distintivo de la indignación moral sigue siendo el instintivo deseo de devolver pena
por pena ».
El espíritu reductor
La indignación economiza examen y análisis. Como dice Clément Rosset : «la
descalificación por razones de orden moral evita cualquier esfuerzo de inteligencia
del objeto descalificado de manera que. un juicio moral traduce siempre un rechazo
al análisis e incluso al pensamiento” ». Como señalaba Westermarck : « El cara’cter
distintivo de la indignación moral sigue siendo el instintivo deseo de devolver pena
por pena ».
La comprensión nos pide, por ejemplo, no encerrar, no reducir un ser humano a su
crimen,
la enajenación por una idea, una fe, que da la convicción absoluta de su verdad,
anula cualquier posibilidad de comprensión de la otra idea, de la otra fe, de la otra
persona.
aquel que está amenazado de muerte por un fanático comprende por qué el fanático
quiere matarlo, sabiendo que éste no lo comprenderá jamás. Comprender al
fanático que es incapaz de comprendernos, es comprender las raíces, las formas y
las manifestaciones del fanatismo humano. Es comprender por qué y cómo se odia
o se desprecia. La ética de la comprensión nos pide comprender la incomprensión.
Si sabemos comprender antes de condenar estaremos en la vlá de la humanización
de las relaciones humanas.
La ética de la comprensión pide argumentar y refutar en vez de excomulgar y
anatematizar.
Si sabemos comprender antes de condenar estaremos en la vlá de la humanización
de las relaciones humanas.
LA CONCIENCIA DE LA COMPLEJIDAD HUMANA La comprensión hacia los
demás necesita la conciencia de la complejidad humana. Así, podemos extraer de
la literatura novelesca y del cine la conciencia de que no se debe reducir un ser a la
mínima parte de sí mismo, ni al peor fragmento de su pasado.
La interiorización de la tolerancia La verdadera tolerancia no es indiferente a las
ideas o escepticismos generalizados; ésta supone una convicción, una fe, una
elección ética y al mismo tiempo la aceptación de la expresión de las ideas,
convicciones, elecciones contrarias a las nuestras. La tolerancia supone un
sufrimiento al soportar la expresión de ideas negativas o, según nosotros, nefastas,
y una voluntad de asumir este sufrimiento. Existen cuatro grados de tolerancia: El
primero, expresado por Voltaire, nos obliga a respetar el derecho de proferir un
propósito que nos parece innoble; no se trata de respetar lo innoble, se trata de
evitar que impongamos nuestra propia concepción de lo innoble para prohibir una
palabra. El segundo grado es inseparable de la opción democrática: lo justo de la
democracia es nutrirse de opiniones diversas y antagónicas; así, el principio
democrático ordena a cada uno respetar la expresión de las ideas antagónicas a las
suyas. El tercer grado obedece al concepto de Niels Bohr, para quien el contrarío-
de una idea profunda es otra idea profunda; dicho de otra manera, hay una verdad
en la idea antagónica a la nuestra, y es esta verdad la que hay que respetar. El
cuarto grado proviene de la conciencia de las enajenaciones humanas por los mitos,
ideologías, ideas o dioses así como de la conciencia de los desvíos que llevan a los
individuos mucho más lejos y a un lugar diferente de donde quieren ir. La tolerancia
vale, claro está, para las ideas no para los insultos, agresiones o actos homicidas.
La única y verdadera mundialización que estaría al servicio del género humano es
la de la comprensión, de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.
se necesita poder pasar a una metaestructura de pensamiento que comprenda las
causas de la incomprensión de las unas con respecto de las otras y que pueda
superarlas.
Aún por más tiempo (cf. capitulo III) la expansión y la libre expresión de los
individuos constituyen nuestro propósito ético y politíco para el planeta ; ello supone
a la vez el desarrollo de la relación individuo c) sociedad en el sentido democrático,
y el ,desarrollo de la relación individuo cs especie en el sentido de la realización de
la Humanidad ; es decir que los individuos permanecen integrados en el desarrollo
mutuo de los términos de la triada individuo c) sociedad ++ especie.
a disyunción (aquí entre lo humano y lo natural). Uno y otro paradigma impiden
concebir la unidualidad (natural ++ cultural, cerebral +-+ síquica) d
El poder imperativo y prohibitivo de los paradigmas, creencias oficiales, doctrinas
reinantes, verdades establecidas determina los estereotipos cognítivos, ideas
recibidas sin examen, creencias estúpidas no discutidas, absurdos triunfantes,
rechazos de evidencias en nombre de la evidencia y hace reinar bajo los cielos
conformismos cognitivos e intelectuales. Todas las determinación
Bajo el conformismo cognitivo hay mucho más que conformismo. Hay un imprin ting
cultural, huella matricial
que inscribe a fondo el conformismo y hay una normalización que elimina lo que ha
de discutirse. El imprinting es un término que Konrad Lorentz propuso para dar
cuenta
El imprinting (marca sin retorno) cultural marca los humanos desde su nacimiento,
primero con el sello de la cultura familiar, luego con el de la escolar, y después con
la universidad o en el desempeño profesional. Así, la selección sociológica

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