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Francisco
Javier
Hernández M.
Metáforas perdidas, breves comentarios.
I.
Es imposible permanecer indiferente frente a estos versos entresacados del poema que
abre, y le da título al libro. Lo valioso de una metáfora o de una imagen se da a través de
la capacidad de evocación de activar en nosotros la emoción que no es otra cosa que
admirar la capacidad del poeta al nombrar de otra manera los seres y los sentimientos
que todos padecemos y/o gozamos.
Poema a poema voy descubriendo, a través de la citada emoción, versos que nos llevan
al estremecimiento, a la duda, a la incertidumbre, pero también a cierta paz anhelada, al
optimismo de una posibilidad amorosa, pero también al pesimismo de la imposibilidad
del amor verdadero. Su poesía se mueve en los linderos de lo cierto y lo incierto, de la
seguridad y la utopía. Mundo donde nada está definido, situación existencial que el
poeta siente como imperativo, siempre imposible, de reordenar, de darle sentido, de
definir sus mundos interiores y exteriores.
Hay poemas, como el titulado “43 preguntas” donde el poeta traslada su angustia
individual, su incertidumbre personal frente a lo incierto y al absurdo, al mundo de la
historia reciente, preguntándose:
En el poema que cito hace evidente su indignada preocupación por la tragedia absurda
de Ayotzinapa.
Luego, en este péndulo, entre la angustia personal y la mirada preocupada puesta en los
demás, nos dice en el poema titulado Nocturnal:
En este poema dedicado al ser amado, ahora ausente, la incertidumbre del temor ante
la pérdida definitiva, es patente:
En el rito amoroso, excepcionalmente se filtra cierta culpa, cierta insinuación del amor
clandestino con sus dosis de autoreclamo o de pecado:
“…las horas se derriten a tus pies, igual que el aire y los rosales…”
“…soy el único dueño de todos los oficios
cuando estoy entre tus brazos y tu alma...”
En fin, serian innumerables los hallazgos a los que me he venido refiriendo en relación al
trabajo de Francisco Javier Hernández, poeta a quien hoy descubro, y cuya palabra joven
y vital, nos atrapa desde la lectura del primer poema. Su libro enriquecerá el coro de
voces en esta frontera y seguramente se proyectará mucho más allá de este espacio y
de este tiempo, por lo cual no dudo en invitarlos a disfrutar la sabiduría poética de sus
hallazgos.
Enrique Cortazar
Juárez – El Paso
Otoño 2016
DEDICATORIA:
A Mi Torre Eiffel…
Metáforas Perdidas
Le cierro los ojos a la tarde
y busco versos esparcidos en el aire,
el tiempo inclemente me reclama mi apatía
escupo en su cuaderno con metáforas perdidas
Voz
Desde el momento de nacer
a Liza le regalaron los dioses
una voz muy especial,
fuerte y dulce, clara y limpia
como el agua de cascada
La noche de tu pelo
ya no intenta volver a enredarse
con la calidez de dos almohadas
que hoy les nacen espinas
donde alguna vez sembraste
sueños y esperanzas
La tarde es benévola
acariciando tu fantasma.
Sempiterno
Los ademanes de tus ojos
me transportan hasta un cielo nuevo
de suspiros y rosas
Y los mortales
(el espejo y yo)
sembramos fantasías
color púrpura
La tarde displicente
poco a poco dice adiós
dejando renacer a la pasión.