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Interpretar un enunciado implica ver los efectos contextuales de ese supuesto en un contexto
determinado, por lo menos en parte, por anteriores actos de comprensión. Cada supuesto nuevo
es procesado en el contexto de un conjunto de supuestos de los que muchos, a su vez, acaban de
ser procesados. La comprensión implica el procesamiento conjunto de un conjunto de supuestos.
Tener efectos contextuales es una condición necesaria para la relevancia y cuanto mayor son los
efectos contextuales, mayor es la relevancia. Las personas tienen “intuiciones de relevancia” que
pueden distinguir de forma coherente información relevante de información irrelevante. Las
intuiciones de relevancia guardan relación con los contextos y no hay forma de controlar
exactamente qué contexto tendrá una persona en la cabeza en un momento determinado.
Existen tres tipos de casos en los que un supuesto puede carecer de efectos contextuales y ser
irrelevante en un contexto:
1) El supuesto puede aportar nueva información, pero esta información no guarda ninguna
conexión con ninguna información presente en el contexto.
Los efectos contextuales de un supuesto en un contexto determinado no son el único factor que
hay que tener en cuenta para establecer su grado de relevancia. Los efectos contextuales son
ocasionados por los procesos mentales que, al igual que todos los procesos biológicos, implican un
cierto esfuerzo, un cierto gasto de energía. El esfuerzo de procesamiento es un factor negativo: en
igualdad de condiciones, cuanto mayor sea el esfuerzo de procesamiento, menor será la
relevancia.
El contexto que se utiliza para procesar nuevos supuestos es esencialmente un subconjunto de los
viejos supuestos del individuo con el que se combinan otros supuestos nuevos para producir una
serie de efectos contextuales.
Selección de contextos
La organización de la memoria enciclopédica del individuo y la actividad mental en la que
está inmerso limitan la clase de contextos potenciales de la que realmente puede elegirse
un contexto en un momento concreto. Generalmente, se admite que la información
enciclopédica en la memoria a largo plazo está organizada en bloques de algún tipo.
Aunque, no todos los bloques de información enciclopédica son igual de accesibles en un
momento dado. Las personas no llegan a procesar nueva información con la “mente en
blanco”: tienen algún tipo de almacén de memoria a corto plazo, cuyos contenidos nunca
se borran sin más, por lo menos no mientras el individuo este despierto.
Al principio de cada proceso deductivo la memoria del mecanismo deductivo contiene un
conjunto inicial de supuestos. A partir de ahí se derivan todas las implicaciones no triviales
derivables a partir de este conjunto de premisas y se llevan a cabo todos los
reforzamientos que puedan efectuarse. Al final del proceso, si no ha surgido ninguna
contradicción, la memoria del mecanismo deductivo contendrá todas las premisas
originales, probablemente reforzadas y todas las conclusiones recientemente derivadas.
Los demás supuestos que todavía están en la memoria al final del proceso deductivo son
eliminadas de la memoria. Es decir, que en la memoria a corto plazo se almacena el
contexto que no está en uso.
El contexto puede ampliarse “volviendo atrás en el tiempo” y añadiéndole supuestos
empleados o derivados en anteriores procesos deductivos. En el caso de la comprensión
verbal, el oyente podría tener que incluir en el contexto no sólo la interpretación del
enunciado inmediatamente precedentes, sino también la interpretación de enunciados
que han aparecido anteriormente en el intercambio verbal.
Una segunda forma de ampliar el contexto consiste en añadirle las entradas
enciclopédicas de los conceptos que ya están presentes bien en el contexto o bien en el
supuesto que está siendo procesado.
Una tercera forma de ampliar el contexto consiste en añadirle información sobre el
entorno inmediatamente observable. Las personas están registrando constantemente el
entorno físico, a la vez que llevan a cabo tareas conceptuales que pueden estar
parcialmente relacionadas con éste o no estar relacionadas en absoluto.
La elección de un contexto para los procesos inferenciales en general y para la
comprensión en particular está parcialmente determinada por los contenidos de la
memoria del mecanismo deductivo y por la información que puede extraerse de forma
inmediata del entorno físico. Estos factores no determinan un contexto único, sino una
gama de contextos posibles. La selección de un contexto está determinada por la
búsqueda de la relevancia. Los seres humanos intentan procesar la información de la
forma más productiva posible, es decir, obtener de cada nuevo elemento de información
un efecto contextual tan amplio como sea posible, con el esfuerzo de procesamiento lo
más pequeño posible. Las personas esperan que el supuesto que están procesando sea
relevante y por eso, intentan seleccionar un contexto que maximice la relevancia.
Principio de relevancia
La relevancia es un principio cognitivo, universal de carácter gradual, no discreto y que se
encuentra en estrecha relación con el modelo de comunicación ostensivo inferencial.
Para tener éxito, un acto de comunicación ostensiva tiene que atraer la atención del
oyente (ostensión se relaciona con señalamiento, es decir de carácter intencional y
dirigido), en ese sentido un acto de comunicación es un solicitud de atención.
Un emisor ostensivo comunica necesariamente que el estímulo que está utilizando es
relevante para el oyente. En otras palabras, un acto de comunicación ostensiva comunica
automáticamente una presunción de relevancia.
Presunción de relevancia óptima:
a) El conjunto de supuestos que el emisor desea hacer manifiesto al destinatario es
suficientemente relevante como para que al destinatario le merezca la pena procesar el
estímulo ostensivo.
b) El estímulo ostensivo es el más relevante que el emisor podría haber utilizado para
comunicar.
Los destinatarios de un acto de comunicación ostensiva son los individuos cuyo entorno
cognitivo está intentando modificar el emisor. En la comunicación de masas un estímulo
puede incluso estar dirigido a cualquiera que lo encuentre relevante.
Diferencias entre la teoría de la relevancia y el enfoque de Grice:
El principio de la relevancia es mucho más explícito que el principio de
cooperación y las máximas de Grice.
Grice supone que la comunicación implica un grado de cooperación mayor del que
suponen Sperber y Wilson.
Para SyW el único propósito que un verdadero emisor y un oyente bien dispuesto
tienen necesariamente en común es el de conseguir una comunicación
satisfactoria, es decir, que el oyente reconozca la intención informativa del
emisor. Grice supone que por encima del objetivo de conseguir una comunicación
satisfactoria, la comunicación tiene que tener “un propósito o un conjunto de
propósitos comunes, o, por lo menos, una dirección mutuamente aceptada”.
El principio y las máximas de Grice son normas que el emisor y el oyente deben
conocer para poder comunicarse adecuadamente. Generalmente, los emisores
cumplen las normas, pero también pueden infringirlas para alcanzar determinados
efectos. El principio de relevancia, por el contrario, es una generalización sobre la
comunicación ostensivo-inferencial. Los emisores y los oyentes no necesitan
conocer el principio de relevancia para comunicarse, no siguen el principio de
relevancia y no podrían violarlo aunque quisieran. El principio de relevancia se
aplica sin excepción: todo acto de comunicación ostensiva comunica una
presunción de relevancia.
Al explicar la conversación, Grice parte desde lo que se dice explícitamente y lo
que se implica. No se da ninguna explicación de la comunicación explícita;
básicamente se da por supuesto que lo que funciona es el modelo de código,
donde el código se concibe como un conjunto de convenciones. Las implicaturas
se explican como supuestos que el oyente debe construir para preservar la idea de
que el hablante ha obedecido a las máximas o, por lo menos, al principio de
cooperación. El principio de relevancia pretende explicar la comunicación
ostensiva en su totalidad, tanto explícita como implícita.
De acuerdo a Bradford y Johnson “las ideas que no forman parte de un esquema, al no poder
integrarse en el esquema no son codificadas y consiguientemente no pueden recordarse”. Pero el
que algo no pueda integrarse plenamente en el conjunto no significa que quede por completo
desconexionado y por lo tanto, perdido.
Con todo esto se llega a la conclusión que el conocimiento previo juega un papel muy importante
en la comprensión, aunque no es suficiente con poseer conocimientos generales o específicos, es
además necesario que esos conocimientos sean activados.
b) Inferencias: ningún texto es completamente explícito, sino que de manera expresa solo
contiene aquella información que el autor considera suficiente para que el oyente o lector pueda
construir a partir d lo dado una representación semántica plenamente relacionada e integrada,
mediante el uso de inferencias que relacionan de un modo explícito unas proposiciones con otras
mediante nexos de diferentes tipos: temporales, espaciales, causales, motivacionales, etc y unos
elementos de una proposición con los de otra descubriendo que son elementos co-referenciales.
Se distingue entre:
El sujeto construye las inferencias (y resuelve problemas de referencia) en el momento que las
necesita recurriendo a sus conocimientos previos.