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Desde sus inicios el ser humano ha ido ampliando su entendimiento del mundo, los objetos,
personas y fenómenos que en él se dan, y junto a esta comprensión ha predominado una
complejización de absolutamente todas las actividades que realiza, desde la forma en la que
se adquieren los alimentos, hasta la forma en la que se consumen los mismos. Estas
actividades y su complejización se han ido definiendo en función de las necesidades
fisiológicas y sociales que el ser humano posee. Dentro de las actividades sociales que
realiza el ser humano podemos encontrar una, que es fundamental para el funcionamiento
de las sociedades en las que se ha congregado, esta actividad es el trabajo, el cual tiene una
relación directa con la economía la cual con el paso del tiempo también se va visto
organizado en función de las necesidades de la época.
La organización actual del sistema laboral y la economía mundial causan efectos sobre
todas las actividades que realiza una empresa, de igual forma importa bastante el ambiente
interno y externo de dichas empresas, el ambiente interno y externo se entiende como, el
conjunto de factores y fuerzas que operan dentro y fuera de la organización y que afectan a
la misma, respectivamente (Robbins & Coulter, 2014). De esta forma, las organizaciones
son empujadas a buscar estabilidad, crecimiento y una ventaja real frente a sus
competidores. Dentro de los factores que permiten a las empresas obtener los recursos para
seguir funcionando dentro de un ambiente competitivo están las estrategias, que ya se han
mencionado. La estrategia de una organización o empresa consiste en las medidas
competitivas y los planteamientos comerciales empleados competitivamente por los
administradores de manera productiva, que mejoran el rendimiento y permiten el
crecimiento del negocio (Thompson, 2012). Dichas estrategias no pueden ser formuladas al
azar, la organización debe pasar por un riguroso proceso de análisis de diversas variables,
dentro y fuera de la empresa, para poder definir como cumplirá sus objetivos. De igual
manera, las estrategias no pueden simplemente emplearse, deben ser evaluadas
minuciosamente y en el caso de ser necesario, deben ser ajustadas de tal manera que se
acomoden a los cambios esperados o inesperados. El proceso de evaluación de estrategias
es complejo y delicado (David, 2013) y es justamente en esta parte donde juegan un papel
muy importante los criterios Rumelt.
Resulta crítico entender en este punto que es imposible saber si una determinada estrategia
va a lograr cumplir los objetivos para los que fue pensada en primer lugar, mucho menos es
posible si quiera garantizar su funcionamiento. No obstante, Rumelt estableció cuatro
importantes criterios a tomar en cuenta en el momento que se busque realizar una
evaluación de estrategias en cualquier organización, los cuales son: congruencia,
consonancia, viabilidad y ventaja (David, 2013).
El criterio de congruencia hace referencia a la importancia que se debe emplear para que la
estrategia sea congruente con los demás elementos de la empresa, es decir que todos
apunten en la misma dirección, y que además aporten los unos a los otros, el éxito de un
departamento nunca puede significar la pérdida del otro (David, 2013), este criterio supone
un pilar importante en las estrategias, y es de vital importancia tomarlo en cuenta dada la
gran cantidad de conflictos que se suscitan durante el proceso de planificación estratégica.
Por otro lado, el criterio de consonancia se refiere al hecho de que los estrategas deben
poder analizar un conjunto de tendencias así como las tendencias individuales, es decir que
ellos deben poder tomar en cuenta toda la gama de variables que suceden en el ambiente
externo que causan la tendencia hacia un determinado hecho o suceso (David, 2013), al
tomar en cuenta esta variable pueden ganar una ventaja considerable frente a la empresa
que no analice este ámbito. Ahora bien, ¿de qué nos sirve todo el análisis y la formulación
de estrategias si las mismas no pueden aplicarse correctamente? Justamente este
cuestionamiento permite tomar en cuenta el siguiente criterio, el cual se denomina
viabilidad, hace referencia a la posibilidad real que tiene una empresa de emplear la
estrategia (David, 2013), es decir, toma en cuenta si la empresa posee todos los recursos
necesarios para su aplicación, o si es viable hacerlo tomando en cuenta el ambiente externo
e interno. Por último, el criterio final, denominado ventaja, centra su atención en la
obligación que tiene cada una de las estrategias formuladas en brindar y conservar de
alguna manera una ventaja competitiva en un área de actividad determinada, la ventaja se
ve facilitada al posicionar los recursos de tal manera que sean más efectivos que al estar
simplemente combinados (David, 2013). Además, toma en cuenta la importancia de
defender dicha ventaja, ya que se darán intentos por mermarla, eliminarla y superarla.
● Thompson, A., et al. (2012). Administración Estratégica, Teoría y Casos. (18ª Ed).
México: McGraw Hill.