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Es evidente, como afirman Stanley y Brown, entre otros, que cada persona se
relaciona con los otros, utilizando una de estas tres estructuras de personalidad
-Padre, Adulto, Niño-. Desde luego, es imposible adoptar las tres posturas a la
vez; se entiende que se adoptan de una en una, es decir, cualquiera puede
actuar primero como Adulto, responder después como Padre y reaccionar
inmediatamente como Niño.
Los "Estados del Yo" son circunstancias a partir de las cuales nos relacionamos
con los demás. Dichas circunstancias permiten identificar la existencia de
grabaciones y mandatos en el Yo Padre, el Yo Adulto o el Yo Niño, según el
caso.
En el Estado del Yo Padre residen los conceptos aprendidos de la vida; en el
Estado del Yo Adulto los conceptos razonados de la vida y en el Estado del Yo
Niño, los conceptos sentidos de la vida.*
Eric Berne definió a los Estados del Yo como los "componentes estructurales
de la personalidad y los representa así". Cada Estado del Yo, dijo Berne, tiene
un "sistema de emociones y pensamientos acompañados de un conjunto afín
de patrones de conducta".
EL ESTADO DEL YO PADRE
El Padre es el Estado del Yo constituido por las grabaciones que dejan a través
de la vida las relaciones con el padre, la madre, los abuelos, tíos, hermanos,
maestros, sacerdotes, médicos, jueces y las mismas instituciones, así como la
cultura y las tradiciones.
Las principales funciones del padre son:
Las sensaciones físicas del Estado del Yo Padre son de tipo funcional y se
transmiten por medio de los sentidos: vista, tacto, olfato, gusto y audición, los
receptores de las sensaciones, y se vinculan de manera muy directa al
desarrollo de los mandatos del padre. En otras palabras, en el momento en que
el niño es severamente reprendido por papá, sus cinco sentidos captan
sensaciones ligadas a la actitud del padre, de tal modo que, pasados los años,
puede seguir asociando una sensación física, gestual, táctil, olfativa o auditiva
a los mandatos paternos, aunque el padre no esté presente físicamente. Sobre
el particular, los experimentos de Iván Petrovich Pavlov dan una muestra
elocuente del reflejo condicionado.
Por su parte, las sensaciones emotivas se hayan representadas por
circunstancias de autenticidad, en donde, por decirlo así, el niño actúa sin
pensar, y responden a los estímulos del Estado del Yo Padre o de Yo Adulto.
Entre las manifestaciones emotivas podemos mencionar: la alegría, el afecto, el
sexo, la tristeza, el miedo y la ira.
Conviene ahora que el lector descubra qué tipo de Padre se aloja en él mismo,
cuáles son los mandatos y asociaciones referidas a las grabaciones alojadas
en su mente.
Es indispensable precisar que las sensaciones físicas están determinadas por
la conducción que hagan las neuronas de la sensación producida por el
estímulo externo, al sistema nervioso central, de modo que una respuesta física
emocional al estímulo externo, sea como arco reflejo o como reflejo
condicionado.
Las emociones a que nos hemos referido son emociones auténticas y se
consideran como innatas en la conformación del ser humano; pueden aparecer,
ocultarse o modificarse en relación con las grabaciones permisivas del Estado
del Yo Padre.
Los mensajes negativos se hallan disfrazados en las actitudes y conductas de
los padres. El registro de mandatos tales como: "Cuando los adultos hablan,
los menores se callan"; "no te muevas: me mareas"; "estate quieto, no hagas
ruido", esconden en el fondo el común denominador de la dependencia
paterna.
También hay mensajes positivos como: "te quiero"; "me siento feliz contigo";
"adelante, eres un buen muchacho"; "muy bien, vas por buen camino" y otros
similares.
Cuando predominan los mandatos negativos sobre los positivos, el niño
registra los antecedentes de mecanismos frenadores, los cuales le hacen
sentirse mal y decide, en consecuencia, no vivir, morirse, ser o jugar al
estúpido, no crecer; decide no superar a los padres y quedarse solo, todo ello
alojado en pautas de comportamiento que encuentran en la pérdida del tiempo
no sólo un aliado, sino una forma permanente de vivir muriendo, no en la
concepción de Unamuno, de que "de que la vida es una lucha entre la vida y la
muerte", sino en la forma más triste de confrontar los problemas de la vida:
aproximarse a la muerte.
Padre Crítico
El Padre Crítico se caracteriza por la grabación de mandatos autoritarios,
sancionadores, impositivos e incluso venenosos, que dejan en la mente infantil
los padres, maestros, hermanos, tíos, abuelos, etcétera. Dichos mandatos se
alojan en el Padre Crítico. Provienen, o al menos dan la impresión de originarse
en sujetos con tal autoridad y poder, que es imposible dejar de cumplirlos.
Dentro de las funciones del Padre Crítico según Kertész destacan:
Sancionar imperfecciones y reclamar acciones fallidas.
Recriminar comportamientos que no se apeguen a la norma.
Reprimir física o mentalmente la indisciplina.
Supervisar con celo y perfeccionismo el comportamiento de los demás.
Reclamar circunstancias adversas que no compaginen con sus propios
valores.
Indagar en el comportamiento de otras personas el origen de sus
motivaciones.
Imponer con violencia verbal o de expresión, normas y mandamientos
referidos a actitudes y aptitudes.
Juzgar severamente las circunstancias que confluyen al desarrollo de las
acciones de los demás.
El Padre Crítico envía mandatos con fuerza intensa y los saca de su propia
opinión: han de cumplirse sin discusión ni posibilidad de enmienda. Son
órdenes, instrucciones, sugerencias, recomendaciones, consejos o simples
insinuaciones. Fuera del mandato no hay nada más. Por ejemplo, el Padre
Crítico señala: "siéntate y come"; "no toques ese jarrón"; "quítate, que me
estorbas"; "limpia ahora"; "estudien la lección"; "la junta es en este momento,
ahora mismo"; "no me importa nada: el informe debe estar enseguida"; "haz lo
que te digo y no repliques"; "vete", "lárgate". Los mandatos verbales citados se
acompañan, generalmente, con gesticulaciones características, tales como
mirada penetrante, ceño fruncido, rictus labial autoritario, rictus facial que
denota superioridad y actitudes como: señalar con el dedo índice, golpear
sobre la mesa y hablar con tono de voz irritado.
Cuando predomina el Padre Crítico en la mujer como ama de casa, ejerce sus
funciones de manera diversa: golpea a los niños, lanza improperios contra la
servidumbre, critica a las vecinas, pierde tiempo y energías profiriendo sin ton
ni son críticas al sistema o se va demasiado a los detalles, desaprovechando el
tiempo en arreglar con excesivo cuidado las colchas, olvidando que es más
importante hacer la comida.
En comunicación, la regla mínima de que "al buen entendedor pocas palabras",
ha resultado una verdadera patraña; quien rige sus actos de comunicación a la
sombra de este principio, tiene altísimos riesgos de fracasar, porque nadie más
alejado de la verdad que aquel que considera al interlocutor o a los asistentes a
una junta con el mismo marco de referencia.
Al reflexionar sobre los mandatos positivos o negativos del Padre Crítico,
advertimos los roles de autoridad y la forma en que se ejerce. El Padre Crítico y
el Padre Protector -como se verá más adelante- graban en sus hijos mandatos
positivos o negativos que conformarán su personalidad.
En el círculo superior de la figura anterior, se advierte claramente que hay un
Padre Crítico Positivo y otro Negativo; así como también, un Padre Protector
Positivo y otro Negativo.
El Padre Crítico Positivo mantiene fuerzas y opinión propias, hace cosas para
él y para los demás, sin que por ello disminuya el desarrollo de sus semejantes
ante la vida; da a conocer la autoridad sin menoscabo de la individualidad;
manifiesta su satisfacción al ver cumplidos sus mandatos, y obtiene el
reconocimiento de quienes recibieron sus indicaciones. Además, impulsa al
ama de casa a ser ordenada, a tener una alacena con inventarios, a no confiar
en la memoria la lista de las cosas que comprará en el mercado; la lleva a
establecer métodos de planeación hogareña en donde, respetando órdenes de
importancia, la señora programa actividades para ciertos días de la semana.
Las expresiones: "Aquí se hace lo que yo digo y ya", "Aquí mando yo, los
demás obedecen", "Siéntate y come", "Tú no sirves para nada", "Nunca serás
un hombre", "Jamás serás mujer", son, entre otras, unas de las grabaciones en
que se originan. Con este tipo de frases y actitudes se envía un mandato oculto
al interlocutor, quien frena su capacidad de niño para vivir, crecer, divertirse,
aprender, defenderse y ser él mismo.
El Padre Crítico Negativo envía, además, mensajes de lástima o de burla en
forma descarada o encubierta. En los mensajes de lástima, el padre envía al
niño, aunque muchas veces de manera velada, una sensación que lo hace
sentirse desvalido y desamparado. Es frecuente comprobar en la universidad
un sinnúmero de estudiantes que fracasa principalmente por los mandatos del
Padre Crítico Negativo; otro porcentaje de deserción escolar se debe a que en
su niñez se forzó al estudiante, pese a su voluntad, a tener calificaciones altas,
y sus padres, al enterarse de los resultados escolares bajos, emitían mandatos
que iban desde la actitud de tristeza: "Sufro cada vez que tengo que ver tus
notas", hasta los de franca recriminación violenta: "Idiota, te lo dije, no sirves
para nada".
Los mensajes burlones del Padre Crítico Negativo hacen que el niño se sienta
desvalorado, y lo programan, casi siempre, para ser un individuo inadecuado al
medio en que se desarrolla. Además, como en los mandatos mencionados,
llevan una pésima planeación del tiempo y se convierten en desperdicio de
energía y recursos.
Padre Protector
-Proveer alimento.
-Proporcionar educación.
-Orientar hacia una moral.
-Adaptar al infante a la sociedad.
-Dar cariño y amor.
-Apoyar de distintas formas.
-Propiciar el diálogo al mismo tiempo que las corrientes de acercamiento
recíproco.
-Proporcionar información adicional a los estímulos y caricias físicas
positivas.
Otros mandatos fáciles de identificar del Padre Protector Negativo son: "No
salgas sola con un hombre", "Hazte acompañar por tu hermano". En estos dos
imperativos, el mensaje oculto es: "No confíes en los hombres", "Los hombres
son malos o perversos" y en el fondo llevan una actitud de compasión y
sobreprotección hacia las hijas. Los comentarios entre los maestros o entre
ejecutivos son: "Mira, pobrecito niño: por más que se esfuerza no aprende";
"Jorge tiene gran empeño pero siempre ha sido un problema en mi
departamento", "No cabe duda que es un buen empleado: lástima que no tiene
iniciativa".
El desconocimiento que tienen las figuras paternas de la programación que los
niños adoptan como consecuencia de sus mandatos negativos, constituyen una
pérdida irreparable de tiempo.
Ahora bien, ¿por qué, si el individuo nace con emociones auténticas, cuando
crece, aún en la intimidad, no aparecen con la misma facilidad que en el niño?
¿Por qué al hombre le resulta particularmente difícil expresar su tristeza con el
llanto, y a la mujer no? ¿Por qué la mujer no puede expresar con naturalidad su
afecto en nuestra cultura? ¿Por qué se reprime la ira y provoca resentimientos?
¿Cuáles son las razones por las que el miedo no debe expresarse
ampliamente, sobre todo, en el sexo masculino? ¿Cuáles son los motivos por
los que la alegría no se siente en ocasiones? La respuesta se encuentra en la
adaptación y represión que de las figuras parentales programan en la vida de
relación que la persona lleva socialmente.
Desde niño el sujeto recibe de la figura paterna mandatos represivos a la
reacción auténtica de llorar de tristeza. Cuando llora, el padre o la madre lo
reprimen y lo increpan: "Los hombres no lloran", "Tú eres hombre", "Quita esa
cara" u otras expresiones similares.
Niño Sumiso
Niño Rebelde
El Niño Libre
Por otra parte, el Adulto actúa también positiva o negativamente, esto es,
dentro de los sistemas de conductas ok o no ok.
El Adulto ok busca y almacena información adecuada a la realidad, y utiliza
este acopio de datos para razonar y tomar decisiones, pero siempre considera
que lo que haga o diga, no lo perjudique ni a él ni lesione a los demás. Con
esta conducta, el individuo se hace responsable y es autónomo.
El Adulto no ok, por el contrario, carece de información y no se preocupa por
obtenerla, o lo que es peor, acepta una mala información programada en la
irrealidad, cuyo razonamiento, falso e inadecuado, se basa en hechos y
pensamientos que lo conducen a una actitud deshonesta. Además, acepta los
mensajes del Padre no ok y del Niño no ok, de manera que, los deberes y
sentimientos captados en forma inadecuada, influyen en las decisiones que el
individuo toma ante sí mismo y para con los demás.