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CRISTIANISMO Y DISIDENCIA – VISIÓN HISTÓRICA

ISRAEL: ORIGEN DE LA IGLESIA.

No podemos comenzar a adentrarnos en la vida de la Iglesia primitiva, sin hacer una


breve, pero necesaria referencia a la historia del judaísmo. La fe de Israel es el útero del cual nace
la Iglesia, que se considera a sí misma como el verdadero Pueblo Mesiánico, en el cual se han
cumplido plenamente las promesas hechas a Israel, el Pueblo de la Antigua Alianza. Por lo tanto,
debemos asomarnos muy someramente a la historia del judaísmo anterior a la irrupción del
Mesías Jesús, para detenernos luego en el judaísmo contemporáneo a la Iglesia primitiva.

EL JUDAÍSMO: DESDE SUS ORÍGENES HASTA LA ÉPOCA ROMANA

La literatura bíblica y la investigación arqueológica ofrecen la primera información


respecto a la historia del judaísmo. En un principio (época patriarcal, desde unos 2.000 años antes
de Cristo), Israel no era monoteísta, sino más bien henoteísta: a pesar de que ellos adoraban a un
solo Dios, no negaban la existencia de otros dioses en el caso de otras naciones. El Antiguo
Testamento muestra un progreso desde el henoteísmo al monoteísmo (creencia de que el Dios de
Israel es el único Dios, al que se debe adoración y fidelidad).
Alrededor del 1700-1600 a.C., algunos clanes hebreos descendientes de Abrahám se
establecen en Egipto. Durante el reinado del faraón Ramsés II o bajo su sucesor, Meneptah, los
inmigrantes hebreos abandonan Egipto bajo la guía de Moisés, es el Éxodo (c. 1230 a.C.); Israel
debió peregrinar largo tiempo por el desierto antes de poder asentarse nuevamente en Palestina; a
la fecha Israel era una confederación de tribus; y más tarde un reino (c. 1000 a.C.). Celebraban,
como una de sus primeras experiencias históricas, el fin de la esclavitud a la que los habían
sometido los egipcios, y muy especialmente la conquista y asentamiento en las tierras de Canaán
(tierra de Israel, c. 1.100 a.C.).
Su máxima deidad era Yahvé, el Dios de los Patriarcas que había sacado a los israelitas de
Egipto, guiándolos hasta la Tierra Prometida. La religión israelita estaba íntimamente
relacionada y enfocada hacia su dependencia agrícola. Se creía que Yahvé era el dueño de la
lluvia que podía garantizar una cosecha fructífera o hambrunas, sequías y pestilencia si la
comunidad se mostraba poco creyente y obstinada. Israel, en su vida normal, se veía a sí mismo
como dependiente de Dios y se obligaban a responderle con sacrificios u ofrendas propiciatorias.
A medida que fue pasando el tiempo, el culto se centró en el santuario real de Jerusalén.
Luego del período de los Jueces y una vez reconquistada la Tierra de Israel, comienza
(alrededor del año 1000 a.C.) el período de la monarquía. Las Doce Tribus constituyen el Reino
de Israel, que en su mayor extensión incluyó el actual Estado de Israel y parte de Jordania y el sur
de Siria. Comenzó su existencia con el rey Saúl a principios del siglo XI a.C., y alcanzó su punto
culminante con sus sucesores, David y Salomón.
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Tras la muerte de Salomón en el 922 a.C., el país se dividió en dos. El nombre de Israel
fue mantenido por el reino del norte con capital en Samaria, que fue destruido por los asirios en el
722 a.C. El reino del sur, conocido como reino de Judá, cuya ciudad principal pasó a ser
Jerusalén, siguió existiendo hasta el siglo VI a.C., cuando fue conquistado por el Imperio
babilónico (586 a.C.); comienza así la época del exilio o de la cautividad en Babilonia, término
aplicado al periodo entre la deportación de los judíos de Palestina a Babilonia por el rey
Nabucodonosor II (586 a.C.) y su liberación el año 539 a.C. por el rey persa Ciro II.
La mayoría de los judíos que vivían en Babilonia no regresó a Palestina al final del exilio,
se convirtieron en una parte de la diáspora, o grupo de judíos disgregados en diversos territorios
fuera de Palestina.
Se desarrolló en este período una verdadera religión monoteísta, en la que el Dios de
Israel era visto como el Dios que dirigía la historia universal y el destino de todas las naciones.
La esperanza mesiánica que surgió a partir del exilio de Babilonia, para lograr restaurar el
reino de Judá bajo el liderazgo de un vástago de la estirpe de David, parece justificarse
plenamente cuando Ciro II el Grande (c. 600-529 a.C.), Rey de los Persas, después de conquistar
Babilonia en el 539 a.C., autorizó la repatriación del pueblo subyugado y la restauración del
Templo de Jerusalén.
Sin embargo, el restaurado Estado de Judá no logró alcanzar totalmente esta esperanza,
porque los persas no permitieron el restablecimiento de la monarquía de Judá, sino únicamente el
establecimiento de un estado administrado por un sumo sacerdote.

LOS MACABEOS Y EL PERIODO ROMANO

La llegada de la cultura griega a Oriente Próximo, que comenzó con la conquista de


Alejandro Magno en el 331 a.C., hizo que la cultura originaria de la zona se pusiera a la
defensiva. La revuelta de los Macabeos1 (165-142 a.C.), que comenzó como una guerra civil
entre judíos helenizados y no helenizados, concluyó en una guerra que logró la independencia
política para el reino de Judá de la dinastía Seleúcida 2; este desorden cultural y político tuvo un
fuerte impacto en la religión judía.
Durante este periodo se compusieron los primeros escritos apocalípticos; estos géneros de
revelaciones crípticas interpretaban la guerra de aquel entonces como parte del conflicto cósmico
entre las fuerzas del bien y las del mal, que acabarían con la victoria de las legiones de Dios. A
todos los judíos que habían llevado una vida honorable y que habían muerto en combate, les
estaba prometida la resurrección del cuerpo el día que Dios celebrara el Juicio Final.
A pesar de que con las victorias de los Macabeos se inauguraron los 80 años de
independencia política de Judá, siguió habiendo desórdenes religiosos. Los miembros de la
familia sacerdotal de los Asmoneos, quienes habían liderado la revuelta, se autoproclamaron
reyes hereditarios y sumos sacerdotes, a pesar de no pertenecer al alto linaje de los antiguos

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Familia de patriotas y gobernantes judíos, que destacó durante los siglos II y I a.C., cuyos miembros son también
conocidos como los Asmoneos (especialmente aquellos que gobernaron desde el 134 a.C.). Los Macabeos dirigieron
al pueblo judío en su lucha por la libertad respecto del poder sirio de los Seléucidas. Sus hazañas y las leyendas que
los rodean se narran en los libros de los Macabeos del Antiguo Testamento.

2
Dinastía de reyes macedonios que reinó en Oriente Próximo desde el siglo IV hasta el siglo I a.C. Se estableció
cuando el Imperio de Alejandro Magno se repartió entre sus generales.
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sumos sacerdotes. Esto, unido a la vida ostentosa que llevaban, propia de la monarquía
helenística, provocó una furiosa oposición de grupos como el de la comunidad de Qumrán.
Liderados por sacerdotes disidentes, esta secta estaba convencida de que el templo de Jerusalén
había sido profanado por los Asmoneos, y se vieron a sí mismos como un templo purificado y
aislado en el desierto.
El grupo de Qumrán probablemente pueda ser identificado con los esenios, que ya
aparecen descritos por el historiador judío Flavio Josefo (37 d.C.-c.101), y por otros escritores de
la época. Josefo también describió otros dos grupos, los saduceos y los fariseos, ampliamente
mencionados en el Nuevo Testamento.
Todas las facciones religiosas de aquel periodo, hacían especial hincapié en reconocer la
autoridad de la Sagrada Escritura, a la que, por supuesto, cada grupo dio su propia interpretación.
Veamos con más detención estos grupos político-religiosos del Israel contemporáneo de Jesús y
de la Comunidad cristiana primitiva.

Los Sumos Sacerdotes: El año 30 d.C. el sumo sacerdote en funciones es Caifás y el jefe de su
familia es su suegro Anás, ex sumo sacerdote. Estos hombres son hechura de los romanos, es
decir, de un modo u otro, conviven con el poder romano.
El Sumo Sacerdote era en Israel el máximo jefe religioso de la nación. La institución del
sumo sacerdocio era muy antigua, comenzando, según el Pentateuco, con Aarón, hermano mayor
de Moisés. En tiempos del segundo Templo de Jerusalén (c. 500 a.C.), el sumo sacerdote llegó a
ser considerado como cabeza visible de la teocracia y representante oficial de la nación respecto a
sus gobernantes persas. El sacerdocio se mantuvo fiel a la familia de Aarón hasta la dominación
de Israel por los griegos y, después, por los romanos, cuando los gobernantes extranjeros
comenzaron a otorgar el cargo a hombres de su confianza.
Al sumo sacerdote judío sólo se le permitía casarse con una mujer israelita virgen, y tenía
prohibido cualquier contacto impuro que pudiera mancillarlo. Sus funciones consistían en esencia
en la administración del Templo y de la religión judía. Sólo él podía entrar una vez al año
(durante la fiesta del Yom Kipur3) al recinto más sagrado del Templo, el Sancta Sanctorum, lugar
donde se guardaba el Arca de la Alianza. Utilizaba vestiduras de gran esplendor, excepto cuando
entraba al Sancta Sanctorum, pues entonces llevaba una sencilla vestidura blanca. Proclamaba las
revelaciones divinas, teniendo el privilegio exclusivo de consultar a Dios. Aunque el sumo
sacerdote no contase con la potestad judicial, se podía apelar a él sobre cualquier asunto, y las
decisiones importantes sobre política necesitaban su consentimiento.

LOS SADUCEOS: era un partido a la vez político y religioso, fiel al ideal sacerdotal centrado en el
Templo. Provenían de los círculos más abiertos a la cultura helenista. Cuando se agrupan, la fe en
la resurrección no había llegado a ser creencia general en los judíos; de ahí que rechazaran la

3
Yom Kipur (‘día de la expiación’), es la más sagrada de las efemérides judías. Yom Kipur es una jornada de
confesión, de arrepentimiento y de plegarias para que se olviden los pecados cometidos durante el año contra las
leyes de Dios y la alianza con Él. Es también el día en que se supone que se decide el destino de cada persona
durante el año siguiente. Las leyes relativas a esta festividad pueden encontrarse en Levítico 16; 23,26-32; 25,9 y en
Números 29,7-11. En la época del Templo de Jerusalén, el sumo sacerdote ofrendaba sacrificios para la expiación de
los pecados. Durante el ritual, colocaba sus manos sobre un carnero mientras confesaba los pecados del pueblo.
Enseguida, el carnero era llevado al campo y lanzado desde un precipicio. Este acto era un símbolo de la expiación y
del perdón de Dios.
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resurrección. En tiempos de Jesús se habían convertido en un partido político-religioso de talante


aristocrático.
Los saduceos surgieron en el siglo I a.C. Reconocían como reglas obligatorias sólo las de
la Torá escrita, rechazando las interpretaciones tradicionales de los escribas y el desarrollo de la
Ley. Rechazaban la tradición farisaica, que representaba un punto de vista religioso y legal más
antiguo. Los saduceos no creían en la resurrección ni en ningún tipo de inmortalidad personal;
rechazaban también a los ángeles y a los espíritus. El movimiento saduceo fue denunciado por
Jesucristo en la frase "estén atentos a la influencia [es decir, la doctrina] de los fariseos y los
saduceos" (Mt. 16, 6-12). Los saduceos desaparecieron con la caída del estado judío, arrasado por
los romanos en el año 70 d.C.

LOS FARISEOS: eran más rígidos y cerrados que los anteriores. Se reconocían a sí mismos como
una agrupación de hasidim (piadosos). En tiempos de Jesús estaban dominados por el grupo de
los escribas.
Denominados unas veces secta y otras veces, escuela de pensamiento judío, surgen como
grupo o partido independiente en el siglo II a.C. Basaron su identidad en mantener una fuerte
resistencia a todas las influencias griegas o extranjeras que amenazaban con minar la sagrada
religión de sus padres, cumpliendo al pie de la letra lo estipulado por la Ley. Los saduceos se
enfrentaban a los fariseos en asuntos políticos y, en cierta medida, en cuestiones religiosas. Los
fariseos deseaban que el Estado y la totalidad de los asuntos públicos y políticos de Israel
estuvieran regidos y se midieran de acuerdo a la Ley, enfrentándose así con los aristócratas y
saduceos, muy abundantes entre la clase sacerdotal.
La doctrina farisea se basaba en el judaísmo ético, espiritual, y en ocasiones, místico, que
permitió a la religión judía sobrevivir a la destrucción del Templo y del Estado judío por parte del
Imperio romano en el año 70. Posteriormente, el farisaísmo se convirtió en la forma dominante
del judaísmo ortodoxo.

LOS ESCRIBAS: eran “laicos” que actuaban no sólo como copistas, sino como redactores e
intérpretes de la Biblia y de la Ley. Entre los judíos, un escriba era un copista de la Ley o un
secretario que de un modo paulatino se convertía en copista oficial, lo que equivalía, en cierta
forma, a un secretario oficial. El escriba era un hombre culto preocupado por la letra de la Ley y
versado en las Escrituras. Los escribas de los fariseos y de los saduceos representaban diferentes,
y a menudo opuestas, interpretaciones de las leyes del judaísmo. En el siglo I d.C. los escribas
fueron los preservadores del judaísmo tras la destrucción del Templo en el año 70.

LOS ESENIOS: eran también una rama de los hasidim. Entre ellos había círculos similares a una
orden religiosa (con celibato, oración común, comunidad de bienes, etc.). Este grupo religioso
judío, estaba organizado en torno a bases comunitarias profundas y a prácticas de un estricto
ascetismo. La hermandad, que llegó a contar con aproximadamente 4.000 miembros, vivió en
Siria y en Palestina desde el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. Sus principales asentamientos se
encontraban a orillas del Mar Muerto.
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Los esenios no son mencionados ni en la Biblia ni en la literatura rabínica. Toda la


información que se tiene de ellos proviene de los escritos y obras de Filón de Alejandría 4, Plinio
el Viejo5 y Flavio Josefo6.
Las enseñanzas fundamentales de los esenios eran el amor a Dios, el amor a la virtud y el
amor al prójimo. Sus rasgos distintivos más importantes eran la comunidad de bienes y
propiedades (distribuidas de acuerdo con las necesidades de cada uno), la estricta observancia del
sábado y un aseo escrupuloso (dentro del que se incluía el lavarse con agua fría y usar prendas de
vestir blancas). Tenían prohibido jurar, emitir votos (salvo los exigidos para ser miembros de la
orden), sacrificar animales, fabricar armas y participar en el comercio o hacer negocios.
Sus miembros eran reclutados a través de la adopción de niños o bien entre aquellos que
habían renunciado a todos sus bienes materiales. Se exigía una prueba temporal de tres años antes
de que el novicio pudiera emitir sus votos definitivos, que exigían una total obediencia y
discreción. La prohibición de ingerir alimentos impuros constituía una ley que podía llegar a
significar la muerte por inanición.
Los esenios fueron los primeros en condenar la esclavitud, considerándola una violación
de los derechos consustanciales a los hombres; se sabe que, incluso, compraban y luego liberaban
a personas que habían sido hechas esclavas. Su trabajo fundamental se centraba en la agricultura
y en la artesanía.
El estudio del mundo de los esenios reapareció con gran fuerza en 1947, año en que
fueron descubiertos unos antiguos manuscritos hebreos, cerca del mar Muerto, en Qumrán, lugar
que pudo haber sido, en el siglo I d.C., zona de asentamiento de alguna comunidad esenia. Entre
los manuscritos, había un manual de observancias religiosas y vida común, que puede
relacionarse con el modelo de vida de los esenios.
¿Hubo relaciones entre los esenios y la comunidad cristiana primitiva? Por una parte, los
documentos cristianos atestiguan ciertas semejanzas entre algunos aspectos de la comunidad
cristiana de Jerusalén y lo que sabemos de los esenios por los manuscritos del Mar Muerto y los
datos de Filón y Josefo. Pero no sabemos si las prácticas semejantes, que sólo conocemos por lo
que se refiere a la comunidad de Qumrán, se daban también en otros ambientes del judaísmo. Por
otra parte, había comunidades judías en las que no era extraña la comunidad de bienes y los
banquetes comunitarios. Esta parece ser la explicación más probable hasta ahora de las
similitudes que podemos advertir entre ambos grupos.
4

Filón de Alejandría (c. 20 a.C.- 50 d.C.), filósofo judío heleno. Aunque está considerado como el filósofo judío
más importante de su tiempo, Filón hizo tan suyas las doctrinas procedentes de la filosofía griega que debe ser
considerado también como un filósofo helenista que combinó elementos tomados de distintos orígenes dentro de una
unidad original.
5

Plinio el Viejo (c. 23 d.C.-79), escritor y enciclopedista romano, máxima autoridad científica de su época. Escribió
numerosas obras históricas y científicas.

6
Flavio Josefo (37 d.C.-c. 101), historiador judío, nacido en Jerusalén, de linaje real y sacerdotal. Hombre a la vez
instruido y mundano, fue miembro del partido fariseo y también una figura pública que, antes de la sublevación judía
contra Roma (66), tuvo buenas relaciones en la corte del emperador Nerón.
6

Unido a lo anterior, lo cierto y comprobable históricamente, es que tanto la comunidad


judeo cristiana primitiva como los esenios, vivieron insertos en el enrarecido ambiente de fuerte
talante escatológico y apocalíptico de la Palestina del siglo I de nuestra era. El hecho de que
ambos grupos compartiesen un mismo contexto histórico, no prueba necesariamente que tuviesen
nexos permanentes ni que luchasen por los mismos ideales, ni menos que compartiesen la misma
doctrina religiosa.

Los Zelotes: formaban otra facción religioso-política judía, conocida por su resistencia fanática
al dominio romano en Judea durante el siglo I. Los zelotes surgieron como grupo político durante
el reinado (37-4 a.C.) de Herodes el Grande.
En el año 6 d.C., cuando Judea pasó bajo dominio directo de Roma y las autoridades
ordenaron elaborar un censo para aplicar impuestos, los zelotes, dirigidos por Judas de Galilea,
convocaron a la rebelión. Aducían que reconocer la autoridad del emperador pagano de Roma
significaría repudiar la autoridad de Dios y someterse a la esclavitud. Un grupo extremista de
zelotes, denominados sicarios (los hombres daga) adoptaron una resistencia violenta, asesinando
romanos y judíos notables que promovían la cooperación con la autoridad de Roma. La rebelión
llevada a cabo por los zelotes ese año fue sofocada enseguida y muchos de ellos murieron, pero
otros continuaron preconizando la resistencia inflexible a los romanos. Uno de los discípulos de
Jesús, Simón, era un zelote (Lc. 6,15).
Según Flavio Josefo, los zelotes desempeñaron un papel importante al promover y apoyar
la sublevación general judía contra los romanos que comenzó el año 66 d.C. Aunque siguieron
atacando a otras facciones judías, lucharon con valentía en defensa de Jerusalén hasta su caída en
el año 70 d.C. Otro grupo de zelotes defendió la fortaleza de Masada ante el asedio de las tropas
romanas hasta el año 73 d.C., cuando prefirieron el suicidio antes que rendirse

Los ancianos del pueblo. Era una especia de aristocracia laica, muy cercano a los círculos
del sacerdocio del Templo y con gran presencia en el Sanedrín.

¿En qué creía un judío piadoso en tiempos de Jesús?

 Un Dios: Un judío piadoso, contemporáneo de Jesús, era monoteísta. Admitía, ante


todo, la existencia de un único Dios, vivo y personal, santo e inaccesible pero
también cercano a sus criaturas y providente.

 Una Ley: Afirmaba que el Dios de Israel había revelado su voluntad a su pueblo en
la Ley, Ésta constituía el vínculo que unía a los judíos entre sí.

 Un pueblo: Israel era el pueblo de Dios porque el Señor había hecho una alianza
con él, después de haberlo liberado de la esclavitud de Egipto, en el año 1.200 a.C.
aproximadamente.
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¿Qué hacía un judío para practicar su religión?

 Celebrar las Fiestas religiosas. Las tres fiestas de peregrinación son las más
importantes: reúnen al pueblo junto al Templo y refuerzan la fe común.
La pascua celebra la liberación de Egipto. En esta ocasión acuden unos 200.000
peregrinos a Jerusalén. La tarde del 14 de Nisán se inmola en el Templo a los
corderos que come la familia. La fiesta se prolonga durante ocho días.
Pentecostés, cincuenta días más tarde, fue primero la fiesta de la cosecha, pero pasó
a ser la celebración del don de la Ley en el Sinaí, fiesta de la renovación de esa
alianza.
La fiesta de las tiendas es la más espectacular. Para recordar la estancia en el
desierto, cada familia se hacía una choza de ramas en los alrededores de la ciudad.

 Dar culto en el Templo. El Templo de Jerusalén era el otro polo de la vida judía.
En él se celebraba a diario el culto a Yahweh. Los sacerdotes desempeñaban las
tareas litúrgicas y ofrecían los sacrificios. El Templo significaba la presencia
permanente del Señor en medio de su pueblo. En el tiempo de Jesús, se trataba del
segundo Templo, reconstruido luego del retorno del cautiverio en Babilonia. Es
segundo Templo era más grande que el primero, pero carecía de las tablas de la Ley,
perdidas después del exilio.

 Cumplir la Ley religiosa. Dada por Dios a Moisés, debía ser explicada y adaptada
a las circunstancias cambiantes de la vida. Ello dio lugar a la ley oral o tradiciones
de los padres. El trabajo de interpretación y adaptación de la Ley escrita fue
realizado por los escribas, que ejercían funciones de teólogos y juristas. En tiempos
de Jesús muchos pertenecían al partido fariseo y gozaban de una gran autoridad ante
el pueblo.

 Respetar el descanso del sábado. Es, con la circuncisión, la práctica más sagrada.
El descanso estricto, con ciertas actividades muy limitadas y minuciosamente
reglamentadas, tenía que permitir al hombre descansar y alabar a Dios.

 Acudir a la sinagoga. La palabra designa la reunión de los creyentes. Como nuestra


palabra “iglesia”, pasó luego a designar el edificio en donde se reúne la comunidad.
Más aún que el Templo de Jerusalén, lejano para muchos (por la diáspora) y adonde
sólo iban (teóricamente) en las fiestas. La sinagoga, es el lugar donde se forja la fe y
la piedad del pueblo. El culto comprende una lectura de la Ley, iluminada por un
texto de los profetas y seguida por una homilía.

CONFIGURACIÓN CULTURAL DE LA IGLESIA PRIMITIVA


Diversas corrientes, como la Escuela de Historia de las Religiones, ha insistido en
que el nacimiento del cristianismo se puede comprender como una combinación de
elementos de diversas religiones del siglo I. De este modo, la fe cristiana primitiva sobre
Jesús sería una mezcolanza de los recuerdos de la actividad de Jesús, algunos elementos
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judíos, y algunos conceptos de las religiones paganas. Este argumento ha sido popularizado
recientemente por El Código Da Vinci, que afirma que la divinidad de Cristo es el producto
de una “fusión de religiones” realizada por el Emperador Constantino mediante decisiones
del Concilio de Nicea I en el año 325 (siglo IV). Según esto, para los primeros cristianos,
Jesús habría sido considerado un simple hombre, que producto de una votación muy
estrecha, pasó a ser considerado como un ser divino; habría intervenido en todo este
proceso la necesidad política del Emperador de unir el Imperio en torno a su persona,
reforzando así el poder imperial con el lazo de una nueva fuerza religiosa aglutinante: la fe
en la divinidad de Cristo.
Ante esto, vale la pena considerar la fisonomía cultural de las primeras comunidades
cristianas, junto con considerar el medio ambiente cultural helenista y la realidad política
del Imperio romano, pues dentro de sus límites se desarrolló principalmente la fe cristiana.

Durante los primeros años, es decir, durante el período fundacional en el que se


desarrolló la fe cristiana, se pueden distinguir tres grupos de creyentes en Jesús, desde el
punto de vista de sus procedencias culturales:

Los judeo cristianos de lengua aramea. Es decir, los judíos de lengua aramea que han
creído que Jesús es el Mesías. Tienen su origen y sede en Jerusalén (Hechos 6,1 los
llama los hebraioi)

Los judeocristianos de lengua griega. Es decir, los judíos de lengua griega que han
creído que Jesús es el Mesías. Tienen también su origen en Jerusalén (Hechos 6,1 los
llama los helenistas). Los helenistas no son propiamente griegos, sino judíos de lengua
griega, los que naturalmente, no todos serán cristianos (ver Hechos 9,29).

Los etnocristianos (del griego, etnos = pagano, gentil, no judío). Son cristianos
provenientes no del judaísmo, sino del paganismo. No son de Jerusalén y su lengua,
cultura y religión de nacimiento es griega o de ambiente helenizado.

Estos dos grupos, los dos primeros, nacieron junto con el cristianismo, y sólo ellos
pudieron ser relevantes para el desarrollo de la fe en Cristo de los primeros cincuenta años;
es decir, del período que va entre la Pascua de Jesús y el inicio de la redacción de las cartas
de San Pablo, que son los escritos más antiguos del NT.

Los etnocristianos sólo comenzaron a tener una cierta presencia minoritaria en las
comunidades a partir del llamado Concilio de Jerusalén del año 48, y sólo después del año
70, con la destrucción de Jerusalén, pudo haber comunidades mayoritariamente
etnocristianas.
Veamos algo sobre la destrucción de Jerusalén del año 70. El año 66 ha habido una gran
la rebelión de los judíos contra la autoridad romana, lo que provocó que el emperador Tito,
hijo del emperador Vespasiano, conquistara y arrasara la ciudad en el 70 d.C.
Esta catástrofe puso fin a la historia de la Jerusalén antigua. Este acontecimiento
impactó también a las comunidades cristianas. Posteriormente, en el año 132, hubo un
último y fallido intento de rebelión judía, comandado por Simón Bar kokeba, que terminó
con la destrucción definitiva de Jerusalén; esto significará un cambio más severo todavía
9

sobre las comunidades cristianas. Volvamos ahora a la comunidad cristiana primitiva, sus
conflictos internos y con el judaísmo.

Inicialmente debió haber habido mucho intercambio, no exento de tensiones, entre las
comunidades judeocristianas de lengua aramea y las de lengua griega, particularmente en
Jerusalén. Las tensiones entre ambos grupos se centraron en la forma de observar la Ley
mosaica y no en la cristología. Este intercambio lo posibilitaron los judeocristianos
bilingües como Pablo, Bernabé, Pedro, Felipe, Juan Marcos o Silas, entre otros, así lo
demuestran las cartas de Pablo. Incluso no se puede descartar que, entre los seguidores
directos de Jesús en los primeros años, haya habido judíos de habla griega.

Las primeras dificultades.


Lucas, el autor de los Hechos de los Apóstoles, es un historiador, no en el sentido
moderno del término (nadie lo era en la época), sino en sentido clásico: sobre la base de una
cuidadosa investigación previa, compone un relato razonado de los acontecimientos
(narración). Lucas ha averiguado con diligencia y narra los acontecimientos (Lucas 1, 1-4).
El libro de los Hechos no es un documento histórico fundamentalmente hablando; sin
embargo, tampoco nos muestra una historia idealizada de la primera comunidad cristiana;
sino que su narración nos presenta las tensiones y problemas de los cristianos primitivos.
Lo cual hace fiable el relato desde el punto de vista histórico, pues nos muestra datos
incómodos de la vida de la Iglesia primitiva. Si Lucas hubiese inventado su relato, su
narración hubiese sido muy diferente. La presencia de las noticias incómodas en el martirio
de Esteban y en el inicio de la misión confirma que estos datos históricos son fiables.

El martirio de Esteban y la sucesiva persecución a la Iglesia, que tiene como


consecuencia el inicio de la misión a los gentiles, son acontecimientos históricos que nos
ayudan a conocer los primeros pasos de la fe en Jesús y los conflictos en la Iglesia
primitiva. El martirio de Esteban está datado alrededor de los años 32 y 34 y nos muestra el
fuerte conflicto entre la comunidad cristiana naciente y algunos representantes del judaísmo
oficial. ¿Cómo se origina la controversia? Veamos Hechos 6, 8-10:

“Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba entre el pueblo grandes prodigios y


señales. Se levantaron unos de la sinagoga llamada de los Libertos, cirenenses y
alejandrinos, y otros de Cilicia y Asia, y se pusieron a disputar con Esteban; pero no
podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”.

Del texto se deduce que el protagonismo de la pelea lo tuvieron los judíos de lengua
griega residentes en Jerusalén, que consideraron inadmisible la predicación de Esteban. Las
razones las vemos en Hechos 6,11-14: las palabras de Esteban son considerabas blasfemas.
Los testigos falsos no mienten, sino más bien tuercen el sentido de las palabras de Esteban,
quien citando a Isaías (66,1-2), resta valor al Templo: Jesús es superior al Templo y a la
Ley, las dos instituciones más sagradas del judaísmo; ver Hechos 7, 55-58: Esteban
confiesa la fe en la divinidad de Jesús.
De paso este acontecimiento, nos demuestra que ya muy temprano (año 32-34), la
joven comunidad cristiana tenía convicciones muy sólidas sobre la divinidad de Jesús, y
esto no era sólo en un plano teórico, sino que implica dar la propia vida por esta fe que
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rompe con el judaísmo, que ha comenzado a perseguir a los creyentes en Jesús. El mismo
Pablo será en su juventud, un celoso judío y fariseo, perseguidor de los cristianos.
La muerte del primer mártir tiene consecuencias inmediatas: la persecución de la
joven comunidad, la huida de los judeocristianos helenistas de Jerusalén, y el sucesivo
inicio de la misión a los paganos realizada por los que escapaban de la persecución. Según
el relato de Lucas, la misión a los gentiles no fue iniciada por los apóstoles, sino por judíos
de lengua griega, que huyendo de la persecución desatada por el martirio de Esteban,
comenzaron la actividad misionera en Samaria, Fenicia, Chipre y Antioquía. Esta
descripción no es un relato idealizado, se trata más bien de datos incómodos: no son los
apóstoles de Jesús los que deciden y comienzan la misión, sino los judeocristianos de
lengua griega, que, huyendo de la persecución del judaísmo oficial, comienzan a predicar
en tierras paganas (Hch 11,19-20).

Es decir, la persecución debió afectar al grupo de los judeocristianos helenistas, así


se comprende que los apóstoles hayan permanecido en Jerusalén. Esta persecución supone
que las convicciones que llevaron a Esteban a la muerte eran compartidas por un grupo
considerable de judeocristianos helenistas. De otro modo, con la muerte de Esteban, las
cosas se hubiesen calmado. Por lo tanto, este martirio no debió ser el único, pues las
alusiones a Saulo como perseguidor dan una idea de la magnitud de la persecución judía,
incluso fuera de los límites de Palestina (Gál 1,13). Es importante hacer notar que, a partir
del año 34, ya hay judeocristianos helenistas que realizan una misión dirigida a los
“griegos”, es decir, a los paganos.

El judaísmo del siglo I

Necesariamente debemos encuadrar la vida de la comunidad cristiana primitiva en


el contexto general del judaísmo del siglo I, muy complejo y entreverado. Algunos grupos
judíos fueron especialmente hostiles: los sumos sacerdotes y el partido de los saduceos,
según indican los Hechos de los Apóstoles. Se trata de dos grupos distintos, muy hostiles
contra el judeocristianismo helenista.
El año 30 el jefe de la familia de los sumos sacerdotes en ejercicio es Anás, suegro
del sumo sacerdote en ejercicio, Caifás. Estos hombres son condescendientes con los
odiados invasores romanos. Por su parte, los sumos sacerdotes se muestran especialmente
celosos de su influencia sobre el pueblo (Hch 5,17); los saduceos son más contrarios a las
innovaciones religiosas, rechazan todo mesianismo. Ambos grupos tienen intereses
comunes, pues son aristócratas y magnates.

Frente a la desatada hostilidad de los sumos sacerdotes contra los judeocristianos


helenistas, la posición de los fariseos es más compleja. Un notable miembro del Sanedrín,
el fariseo Gamaliel defiende a los Doce (judeocristianos de lengua aramea). En cambio, en
la persecución contra los cristianos helenistas y Esteban, los fariseos son protagonistas. Esta
diferencia es notable: los fariseos eran proclives a los cristianos “hebreos” y hostiles a los
cristianos “helenistas”; reprochaban a estos últimos su desinterés respecto a la
independencia judía, del Templo que era su símbolo y de la estructura legal de Israel (Hch
6,13-14). Esto también nos habla de la actitud de los cristianos hebreos; había entre ellos
fariseos convertidos; pero por lo general, eran judíos creyentes en Jesús fieles a la patria
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judía, fieles al culto del Templo, estrictos observantes de la Ley de Moisés. Ellos, sin duda
formaron el grupo más importante de la primera comunidad, y atraían las simpatías de los
fariseos por su celo con respecto a la Ley. A este medio pertenecen los Doce. Los vemos
fieles al culto del Templo. Pero su misión los obliga a estar por encina de los partidos. En
realidad, el jefe de los cristianos “hebreos” es Santiago, “el hermano del Señor” (Gál 1,19),
a quien hay que distinguir de los dos apóstoles de este nombre. Las tensiones entre los
cristianos helenistas y los cristianos hebreos, están implícitamente expresadas en que el
libro de los Hechos (escrito por un cristiano de lengua griega, como Lucas), apenas
menciona a Santiago; dejando así en muy segundo plano lo que constituía la parte más
importante de la Iglesia primitiva de Jerusalén. Esto se debe a que Lucas es discípulo de
Pablo y éste tuvo serias divergencias con Santiago y su comunidad (Gál 2,12). Como
además la comunidad de los cristianos “hebreos” prácticamente desapareció después del
desastre nacional judío del año 70, no es extraño que su recuerdo terminara por borrarse.
Sin embargo, la influencia dominante en las primeras décadas de la Iglesia es la de Santiago
y de la Iglesia judeo cristiana de Jerusalén.

Volvamos a la persecución de los judeocristianos helenistas. Sabemos que el


judaísmo del siglo I no era monolítico. Entre los diversos grupos judíos, como fariseos,
saduceos, celotas y esenios, había diferencias doctrinarias de mucha importancia, que, sin
embargo, no provocaban grandes conflictos. Había un amplio pluralismo doctrinal dentro
del judaísmo. Entonces, ¿qué provocó un enfrentamiento tan agudo como para llevar a
Esteban a la muerte? ¿Hubo algunos creyentes en Jesús que comenzaron a darle un puesto
en la estructura religiosa que el judaísmo consideró inaceptable? Es muy probable.
Podemos reconstruir la polémica sobre la base de los cargos que se formulan contra
Esteban.

Al primer mártir cristiano se le acusa de pronunciar palabras blasfemas contra


Moisés y contra Dios, de hablar contra el Templo y contra la Ley, y de afirmar que Jesús
destruirá el Templo y cambiará las leyes. Por lo tanto, la predicación de Esteban debió
afirmar la superioridad de Jesús sobre la Ley y el Templo, dos de los pilares más sagrados
del judaísmo. Ambos, el Templo y la Ley, están en el centro de la estructura religiosa judía,
y, por lo tanto, la preeminencia de Jesús por sobre el Templo y la Ley de Moisés, a los
oídos de un judío ortodoxo sonaba inaceptable; era un motivo suficiente para justificar el
violento altercado relatado por los Hechos de los Apóstoles. Un hecho de tal importancia
explica la encarnizada persecución realizada por los judíos ortodoxos, entre ellos el piadoso
fariseo Saulo.
Al judaísmo lo ofendía la afirmación de los cristianos de poner en el centro de la
religión a Jesús, arrebatándole a la Torá (la Ley) y al Templo el lugar de preeminencia que
ocupaban en la religión de Israel. Es decir, para el cristianismo primitivo (judeo
cristianismo, lo sabemos, sean de lengua griega o aramea), el punto de referencia definitivo
para la relación con Dios y la salvación, ya no era la Ley de Moisés ni el Templo, sino
confesar a la persona de Jesús de Nazaret como Mesías y Salvador, el Mesías crucificado.
En definitiva, Jesús ocupa el lugar del Templo y de la Torá y los supera.
De acuerdo con los datos que se pueden deducir de los Hechos de los Apóstoles,
estas convicciones cristológicas debieron hacerse explícitas muy pronto, unos dos o tres
años después de la Pascua de Jesús, primero en las comunidades judeocristianas greco
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parlante de Jerusalén. Por eso los primeros afectados por las persecuciones habrían sido los
judíos seguidores de Jesús de lengua griega (los cristianos helenistas).

Por otra parte, queda claro que ya antes de Pablo hubo misión a los gentiles llevada
a cabo por los judeocristianos helenistas que huyen de Jerusalén por la persecución después
del martirio de Esteban. Los nuevos cristianos frutos de esta misión, no fueron obligados a
observar la Ley de Moisés y por tanto su cristología es anterior a Pablo, que no puede ser
entonces el inventor del cristianismo, como se lo ha querido presentar. Esto indica que muy
temprano, allá por el año 33, hay ya un cristianismo con una identidad capaz de suscitar una
oposición tan severa como la que se describe en el Nuevo Testamento y de realizar una
revolucionaria misión a los gentiles que desvaloriza la centralidad de la Ley y del Templo.

Los “cristianos hebreos”

El líder de esta comunidad en sus inicios es Santiago “el primo del Señor”. En la
epístola a los Gálatas entrevemos su importancia y su tendencia judaizante y conservadora.
Algunos documentos posteriores apócrifos procedentes de medios judeo cristianos
(“cristianos hebreos”) nos revelan ciertos elementos de la vida y fe de estas comunidades.
Por ejemplo, el Evangelio de los Hebreos, que es un evangelio apócrifo del que sólo se
conservan unas pocas citas hechas por autores como Clemente de Alejandría, Orígenes,
Eusebio de Cesarea y San Jerónimo. El texto más antiguo que lo menciona es ''Adversus
haereses'' (''Contra los herejes''), de San Ireneo de Lyon (muerto hacia el 202): critica a los
ebionitas7 por aceptar la autoridad de un solo evangelio "que es según San Mateo".

El único punto conocido en que el texto difiere de los evangelios canónicos es la


referencia al Espíritu Santo como madre de Jesús. Orígenes, comentando el evangelio de
Juan, dice lo siguiente: "Y si alguien acepta el Evangelio de los Hebreos, donde el Salvador
en persona dice: Poco ha me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos y

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Nazarenos, grupo judeocristiano del siglo IV, cuyos miembros mantenían la observancia del ritual judío,
incluyendo la circuncisión, el shabat y las leyes con respecto a la alimentación. También creían en la
divinidad de Cristo y en el apostolado de san Pablo. Los nazarenos se diferenciaban de otro grupo de
cristianos de origen judío, los ebionitas, tanto en sus creencias como por su negativa a aceptar que los
cristianos no judíos pudieran mantener la observancia de los ritos del judaísmo.

Ebionitas (del hebreo ebyon, ‘pobre’), nombre que durante los siglos II y III recibieron los miembros de un
grupo de cristianos de origen judío, que mantuvo muchas creencias del judaísmo. Se supone que la secta se
originó cuando fue suprimida la antigua Iglesia de Jerusalén, en el 135 d.C., por orden del emperador romano
Adriano. Algunos de los judíos cristianos emigraron hacia el este, cruzando el río Jordán hasta Perea (hoy en
territorio jordano), autoexcluyéndose del cuerpo central de la Iglesia cristiana. En un principio, adoptaron un
credo farisaico muy conservador, pero después del siglo II algunos de ellos fueron adoptando una mezcla de
esenismo, gnosticismo y cristianismo. Según los escritos de san Ireneo, se diferenciaban de los cristianos
ortodoxos en su rechazo a la divinidad de Cristo y por considerar a san Pablo un apóstata, porque había
declarado la supremacía de las enseñanzas cristianas sobre las leyes mosaicas. En el siglo III, Orígenes
clasificó a los ebionitas en dos grupos: aquellos que creían en el nacimiento virginal, y aquellos que lo
rechazaban. Para ambos grupos, era sagrado tanto el shabat judío como el día cristiano del Señor, y añoraban
el establecimiento del reino mesiánico en Jerusalén. Se sabe que en el siglo V, en Siria y en Palestina, existían
aún algunos miembros de este grupo.
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me llevó al monte sublime del Tabor, se quedará perplejo al considerar cómo puede ser
madre de Cristo el Espíritu Santo, engendrado por el Verbo. Pero tampoco esto le es a éste
difícil de explicar". Varios comentaristas han encontrado la explicación de este pasaje en el
hecho de que la palabra hebrea ''ruah'' (espíritu) es de género femenino. Otros han sugerido
que en el texto subyace una identificación entre la Virgen María y el Espíritu Santo. El
nombre de María, sin embargo, no se menciona en el pasaje citado por Orígenes.

¿Qué huella dejaron los judeocristianos de lengua aramea (los “hebreos”) en el NT?
Rasgos de este cristianismo de raíz rabínica encontramos en los escritos de Pablo,
numerosas prescripciones morales o fórmulas litúrgicas presentes en los evangelios, tienen
un sabor del judaísmo rabínico.

La crisis del judeocristianismo (los “hebreos”)

El período que va del año 40 al 70 está marcado, en relación con la comunidad


cristiana primitiva, por dos hechos fundamentales:

1. Se va a exasperar el nacionalismo judío contra la odiada dominación romana; dicho


nacionalismo ejercerá una fuerte presión sobre los judeocristianos de lengua
aramea. La situación desembocará, como sabemos, en la rebelión judía contra Roma
y finalmente, en el desastre nacional del año 70, con la toma de Jerusalén y la
destrucción del Templo por parte de las legiones de Tito. Israel dejará de existir
como Estado hasta 1948. La caída de Jerusalén asestará un golpe mortal al judaísmo
en general y el judeocristianismo en particular.

2. Por otra parte, durante este mismo período, gracias al impulso de Pablo y otros
misioneros helenistas, el cristianismo va ganando terreno en los medios paganos, lo
cual lleva progresivamente a los cristianos de esos medios a desligarse del contexto
judío. Al final se llegará a un cambio de la situación. el judeocristianismo de lengua
aramea, núcleo germinal del cristianismo primitivo, tenderá a desaparecer arrastrado
por el desastre nacional de Israel; mientras que el cristianismo paulino iniciará su
vertiginoso desarrollo en medio de los paganos y dentro de los límites del Imperio
romano fundamentalmente, aunque no exclusivamente. En los umbrales de esta
época tiene lugar el concilio de Jerusalén, que marca la pauta.

El año 49 está marcado por dos episodios que nos revelan la crisis entre los dos grupos
fundacionales de la comunidad cristiana: judeocristianos de lengua aramea (los “hebreos”)
y los judeocristianos de lengua griega (los “helenistas”); los acontecimientos son el
concilio de Jerusalén y el incidente de Antioquía.
El año 48 Pablo, junto con Bernabé, han vuelto a Antioquía; el apóstol expuso a la
comunidad los resultados conseguidos entre los paganos de Asia (Hch 14,27) y las nuevas
perspectivas misioneras. Los gentiles convertidos al cristianismo no eran obligados a las
observancias judías (circuncisión, sábado, etc.); pero, “gente venida de Judea” desconcierta
a la comunidad antioquena, diciendo que la circunsición es obligatoria para todos. El hecho
de que los cristianos, que todavía son considerados como parte de la comunidad judía,
admitan a incircuncisos, es visto como una traición a los ojos del judaísmo. Por eso, bajo la
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presión de judíos nacionalistas, pretenden algunos judeocristianos mantener la pertenencia


de los cristianos a la comunidad judía, signo de lo cual es la circuncisión.

El peligro consistía en solidarizar al cristianismo con el destino histórico y catastrófico


del antiguo Israel. Pablo y Bernabé comprenden la situación y se oponen a las exigencias
judaizantes. Ante la gravedad de la situación, la comunidad de Antioquía decide presentar
el asunto a los Apóstoles en Jerusalén (Hch 15,2); enviando a Pablo, Bernabé y Tito a
Jerusalén. Allí son recibidos por los apóstoles y ancianos, renovándose la discusión.
Algunos judeocristianos de origen fariseo defienden la importancia de la circuncisión de los
gentiles que se conviertan. Pedro en nombre de los Apóstoles y Santiago en nombre de los
ancianos, zanjan la cuestión a favor de Pablo: los paganos sólo están obligados a abstenerse
de comer la carne inmolada a los ídolos, de las carnes ahogadas y de la fornicación. Esta
importante decisión marca la ruptura del cristianismo primitivo con la comunidad judía,
ruptura que se irá acentuando en los años siguientes. Los acontecimientos venideros verán
la progresiva desaparición del judeocristianismo arameo y la difusión del cristianismo en
los ambientes de cultura helenista. La comunidad madre de Jerusalén se disolverá en el
creciente nacionalismo judío, compartiendo con éste el destino trágico marcado por la
destrucción de Jerusalén y del Templo del año 70.

El cristianismo paulino se abre a la misión entre los paganos; tal como lo narran los
Hechos de los apóstoles, Pablo y sus colaboradores son los protagonistas de esta misión.
Las Epístolas paulinas también dan cuenta de esta expansión por el mundo helenista.
Entre el 50 y el 53 Pablo fundó las Iglesias de Macedonia (Filipos, Tesalónica) y de
Acaya (Corinto); Hechos nos muestra de manera trágica la creciente oposición que durante
este período encontró Pablo por parte de judíos y de judeocristianos; es decir, el
nacionalismo judío lo perseguirá y logrará primero el arresto de Jerusalén del año 58 y por
fin el martirio en Roma en el 67.
Unos años antes, el 62, las cosas se habían agravado también en Palestina. El 62, en
Jerusalén, es lapidado Santiago, obispo de la ciudad. Aquí serán los fariseos quienes,
temiendo la influencia de Santiago sobre el pueblo, habrían decidido su muerte. Esto revela
la creciente animosidad contra los creyentes en Jesús, pues éstos se oponían a seguir el
mesianismo violento antirromano. En el 66 este nacionalismo judío llega a su paroxismo:
comienza la rebelión contra la todopoderosa Roma. La comunidad cristiana se retira a
Pella, al otro lado del Jordán, lo cual equivalía para ella a dejar de ser solidaria del destino
nacional de Israel. Esta comunidad judeocristiana estaba dirigida por Simeón, el primo de
Jesús, que había sucedido a Santiago. Este gesto, más que ningún otro, señala la ruptura
definitiva de la Iglesia primitiva con el judaísmo.

La comunidad de Jerusalén había intentado hasta el final mantener su contacto con el


judaísmo y trabajar en su conversión a Cristo. A pesar de esto, había sido perseguida por
ellos. Y ahora deja a Israel marchar hacia su destino trágico. El año 70, sabemos que Tito se
apodera de Jerusalén, asesina a gran parte de la población judía y destruye el lugar más
santo del mundo, donde moraba la gloria de Yahvé: el Templo de Jerusalén.

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