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Paidós ComunicaciónJ63 Vincent Price

Últimos títulos publicados:

10. P. Pavis . Diccionario del teatro


11. L. Vilches - La lectura de la imagen
La opinión
12. A. Kornblit - Semiótica de los relaciones familiares
13. G. Durandin - La mentira en la propaganda política y en la publicidad
14. C. Mortis - Fundamentos de la teoría de los signos
pública
15. R. Pierantoni • El ojo y la idea
16. G. Deleuze - La imagen-movimiento. Estudios sobre cine J
Esfera pública
. .,
17. J. Aumont y otros - Estética del cine
18. D. McQuail-lntroducción a la teoría de la comunicación de masas y comumcacion
19. V. Mosco - Fantasías electrónicas
20. P. Dubois - El acto fotográfico
21. R. Barthes - Lo obvio y lo obtuso
22. G. Kanizsa - Gramática de la visión
23. P,-O. Costa - La crisis de la televisión pública
24. Q. Duerot - El decir y lo dicho. Polifonía de la enunciación
25. L. Vilches - Teoría de la imagen periodística
26. G. DeIeuze - La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2
27. Grupo IJ. - Retórica general
28. R. Barthes - El susurro del lenguaje
29. N. Chomsky - La nueva sintaxis
30. T. A. Sebeok y J. Umíker-Sebeok - Sherlock Holmes y Charles S. Peirce
31. J. Martínez Abadía - Introducción a la tecnología audiovisual
32. A. B. Sohn, C. Ogan y J. Polich ~ La dirección de la empresa periodística
33. J. L. Rodríguez I1Iera - Educación y comunicación
34. M. Rodrigo AIsina - La construcción de la noticia
35. L. Vilches - Manipulación de la información televisiva
36. J. Tusón ~ El lujo de/lenguaje
37. D. Cassany - Describir e/ escribir
38. N. Chomsky - Barreras
39. :K. Krippendorff - Metodología de análisis de contenido
40. R. Barthes - La aventura semiológica
41. T. A. van Dijk - La noticia como discurso
42. J. Aumont y M. Marie - Análisis del film
43. R. Barthes - La cámara lúcida
44. L. Gomis - Teoría del periodismo
45. A. Mattelart - La publicidad
46. E. Goffman - Los momentos y sus hombres
47. J.~c. Carriere y P. Bonitzer ~ Práctica del guión cinematográfico
48. J. Aumont - La imagen
49. M. DiMaggio - Escribir para televisión
50. P. M. Lewis y 1. Booth ~ El medio invisible
51. P. Weil- La comunicación global
52. J. M. Floch - Semiótica, marketing y comunicación
53. M. Chion - La audiovisián
56. L. Vilches - La televisión
57. W. Littlewood - La enseñanza de la comunicación oral
58. R. Debray - Vida y muerte de la imagen
59. C. Baylon y P. Fabre - La semántica

~ Ediciones Paidós
60. T. H. Qualter - Publicidad y democracia en la sociedad de masas
61. A. Pratkanis y E. Aronson - La era de la propaganda
62. E. Noelle-Neumann - La espiral del silencio
63. V. Price - La opinión pública Barcelona-Buenos Aires-México
Título original: Public opinion Sumario
Publicado en inglés por Sage Publications, Newbury Park, California

Traducción de Pilar Vázquez Mota

Cubierta de Mano Eskenazi

l." edición, 1994


Prefacio 9
Ellen Wartella y Steve H. Chafee
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo
las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
Agradecimientos 11
método o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución
de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
1. Introducción 13
Esquema del libro . . . . . . . . . 14
cultura Líbre 2. Problemas respecto a la opinión pública 17
© 1992 by Sage Publications, Inc. Orígenes de la idea 18
© de todas las ediciones en castellano, El nacimiento de la opinión pública .. 22
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
La opinión pública como objeto de estudio .,. 29
y Editorial Paidós, SAICF, Principales problemas relativos a la opinión pública 30
Defensa, 599 - Buenos Aires 3. El concepto de «público» 39
Multitud, público y masas '. 42
ISBN: 84-493-0067-3 Las cuestiones y los públicos 48
Depósito legal: B-25.12111994
La observación del público 52
Impreso en Hurope, S. L., 4. Conceptualización de opiniones 65
Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Opiniones y actitudes 67
La inferencia de bases psicológicas para las opiniones 71
Impreso en España - Printed in Spain
LA OPINIÓN PÚBLICA
8

Observación de opiniones 83 Prefacio


5. Conceptualización del proceso de la opinión pública 97
Aspectos colectivo e individual 98
La noción de debate público 100
Actores de la política, periodistas y público atento lOS
Observación de la opinión pública 110
Observación del proceso de debate público 117
Conclusión: la opinión pública como concepto comuni-
~ro IW

Bibliografía 123
Índice analítico 139

A través del análisis y la interpretación de las publicaciones


universitarias, especialistas de cada área investigan hasta dónde
se ha llegado en el uso de un determinado concepto y señalan
prometedoras direcciones para trabajos posteriores.
En este volumen dedicado a la opinión pública, Vincent Pri-
ce analiza uno de los temas principales de nuestro campo. La
comunicación, en muchos aspectos, ha estado inextricablemen-
te unida al análisis de la opinión pública durante generaciones,
pero gran parte de los vinculos no se han explicado hasta ahora.
Price aclara las muchas formas en que la opinión pública es, en
lo esencial, un concepto relacionado con el proceso y los efectos
de la comunicación. Para los estudiantes de la comunicación,
esto realza la relevancia del libro; para los que se acercan al
tema procedentes de otros campos, esta característica les pro-
porciona un fácil acceso a las publicaciones sobre comunica-
ción. El análisis de Price ocupa una posición destacada entre los
tratamientos típicos de la opinión pública por parte de los es-
10 LA OPINIÓN PÚBLICA

pecialistas en ciencias políticas, sociólogos y socio-psicólogos. Agradecimientos


El texto empieza con una visión histórica del concepto de
opinión pública tal como surgió en la filosofía de la Ilustración.
Esto implica tener en consideración las variadas concepciones
de lo que significaba público en la teoría democrática clásica.
Este primer estudio va seguido de una cuidada explicación de
los diversos usos, en el siglo XX, de opinión y otros conceptos
relacionados. Queda claro que la aparición de la industria de
encuestas de opinión y la conexión, investigada por los psicólo-
gos, entre opinión y actitud han removido la opinión pública de
sus raíces intelectuales al tiempo que han abierto nuevas y fasci-
nantes líneas de investigación.
El libro integra estas nociones divergentes en un modelo dis-
cursivo de opinión pública, enfocándolo a las interacciones en-
tre (y dentro de) las agrupaciones sociales, lo que anticipa la
discusión sobre cuestiones públicas. Price presenta una inter-
pretación convincente de modelos reunidos basados en datos de
nivel individual y modela «un público» que se define respecto a
una situación. Su modelo revisa lo publicado actualmente y se-
ñala el camíno a futuras investigaciones que quisieran incorpo-
rar el papel de periodistas, políticos y encuestadores en el mode-
lado del discurso público.
El libro yuxtapone el trabajo de historiadores, filósofos, psi-
cólogos, especialistas en ciencias políticas y sociólogos de varias
tendencias y ofrece a los estudiosos en tales disciplinas una vi-
sión de la opinión pública tal y como se utiliza en los estudios He disf~~tado de laayuda de varios colegas y amigos durante
sobre comunicación. Para el estudiante que aún desconoce la la prcparacron de este libro. Las sugerencias editoriales de Steven
materia, proporciona una concisa introducción a un vasto tema Chaffee y Ellen Wartella han sido de gran ayuda como también
y, además, también considera intrincados problemas concep- lo fueron los comentarios sobre b'orradores previos hechos por
tuales que continúan ocupando las mejores mentes de este cam- Jon Cowan,. Sus~n Herbst, Hayg Oshagan, Diana Owen, John
po. Peters, DaVId Ritchie, Caroline Schooler, Howard Schuman,
Elean?r Singer, Michael Traugott y John Zaller. A través de su
ELLEN WARTELLA, editor asociado partlc~pac~ón en mis publicaciones previas sobre el concepto de
STEVEN H. CHAFFEE, director de la serie opiruon publica, Richard Carter y Donald Roberts han realizado
Igualmente valiosas contribuciones. Éstas y otras personas, espe-
clal;n~nte Annette Price, merecen gran parte del crédito del libro;
yo umcamente soy responsable de su contenido. El trabajo sobre
el manuscnto contó con el apoyo parcial del Marsh Center para
el Study .~f Joumalistic Performance del Departamento de Co-
mun~caclOn y del Media and Politics Program del Center for
Political Studies de la Universidad de Michigan.
VINCENT PRICE
1. Introducción

El concepto de opinión pública es uno de los más importan-


tes y vitales de las ciencias sociales. Se aplica extensamente en
psicología, sociología, historia, ciencias políticas y comunica-
ción, tanto en investigaciones universitarias como en el entorno
de su aplicación. Pocos conceptos han creado un interés social y
político y un debate intelectual tan extensos. Pocos tienen, cier-
tamente, unas raíces tan profundas en el pensamiento occiden-
tal. Pueden encontrarse ideas respecto a la opinión pública en la
filosofía del siglo XVIII, en la literatura del Renacimiento, e
incluso en trabajos de Platón y Aristóteles. Las publicaciones
sobre opinión pública abarcan el paisaje completo de la infor-
mación social, desde los argumentos de influyentes teóricos de
la democracia y críticos sociales (por ejemplo, Rousseau, 1762/
1968; Bentham, 1838/1962; Bryce, 1888; Lowell, 1913; Lipp-
mann, 1922) hasta destacados trabajos de sociología y psicolo-
gía social (por ejemplo, Tarde, 1890/1903; McDougall, 1920;
Allport, 1924) y los estudios empíricos seminales sobre los efec-
LA OPINIÓN PÚBLICA
14 INTRODUCCIÓN 15

tos de los medios de comunicación de masas (Lazarsfeld, Berel- les. No es extraño, pues, que los esfuerzos para definir el con-
son y Gaudet 1944' Hovland, Lumsdaine y Sheffield, 1949). cepto vacilen entre puntos de vista opuestos que localizan la
A pesar d~ su us~, el concepto de opinión pública co?tinúa opinión pública en el reino de la colectividad, y definiciones
siendo controvertido. Desde el advenimiento de las técnicas de reduccionistas que la encuentran en los individuos.
encuestas y su aplicación a la opinión pública, a principios del En vista de su compleja, incluso paradójica naturaleza, la
siglo XX, los analistas se han visto continuam~''i'te for~ados a opinión pública se analiza en este libro mayoritariamente en
refinar adaptar y ampliar viejos conceptos y nociones teoncas a forma dialéctica. Este método es evidente en el esquema general
la luz de esfuerzos empíricos de investigación. A lo largo del del libro, que primero trata separadamente y después intenta
camino los investigadores se han enfrentado frecuentemente unir los aspectos colectivo e individual del concepto. La discu-
por sus'aproximaciones conceptuales, e incluso en sus propias sión intenta asimismo aclarar otras dialécticas importantes
definiciones de opinión pública. ¿Es la simple suma de p~ntos -entre estabilidad social y cambio social, entre pensamiento y
de vista individuales (Childs, 1939)? ¿O es, por el contrano, un acción, entre elite y masa- que encuentran su expresión, si no su
nivel colectivo, producto emergente del debate y la discusión resolución, en el concepto de opinión pública. Se previene a los
que no puede «reducirse» a individualidades. (Co,"ley, 1902; lectores que el libro no propone una sencilla y comprensible
Blumer, 1948)? La dificultad de definir la opimon publica como definición de opinión pública. Se propone, en cambio, identifi-
un objeto empírico de estudio quedó mejor expresada, talvez, car los temas principales que circulan a través de las diversas
por Key, en 1961. «Hablar con precisión de opinión pública», publicaciones que invocan el concepto.
escribió, «es un empeño no muy diferente de verselas con el El libro sigue asimismo una trayectoria cronológica. Empie-
Espíritu Santo» (pág.8). . . za presentando algunos de los conceptos más afianzados, cues-
Las publicaciones sobre investigación en torno a la opinión tiones filosóficas y problemas políticos que han modelado el
pública son ya muchas, van en continuo aumento, y dependen pensamiento sobre la opinión pública. El capitulo segundo in-
del debate teórico. Incluso para los investigadores activos de vestiga la historia que hay tras el desarrollo del concepto, espe-
este campo, el trabajo de clasificación de los escritos dedicados cialmente sus orígenes en la filosofía político-democrática de
a la opinión pública puede ser bastante desalentador. Por tal los siglos XVIII y XIX, e identifica algunas de las principales
razón, el presente libro está pensado como un plano para este cuestiones e intereses normativos sobre la opinión pública que
extenso terreno de investigación, diseñado para servir como m- han motivado la investigación científica social.
troducción a los principales caminos conceptuales y los puent~s El capítulo tercero trata aproximaciones conceptuales para
que unen la investigación sobre opinión pública a través de di- el entendimiento de púbiico como una entidad colectiva. En él
versas disciplinas. se investigan concepciones sociológicas -desarrolladas princi-
palmente en la primera parte del siglo XX-que definen al pú-
blico como un grupo social transitorio e imprecisamente orga-
Esquema del libro nizado que emerge de la discusión y debate sobre un asunto.
Esta formulación de público, considerándolo esencialmente
Baker (1990) sugirió que la idea de opinión pública, com~ se como un ejemplo de conducta colectiva, quedó eclipsada por la
concebía durante el siglo XVIII, era implícitamente paradójica. investigación de la opinión en el nivel individual tras el adveni-
Al otorgar el título de «pública» a l~ opinió~, los pensador~s de miento de las técnicas de encuesta y los avances en la medición
la Ilustración implicaban universalidad, objetiVidad y raciona- de la actitud. Sin embargo, una revisión de los agrupamientos
lidad. Por otra parte, el propio concepto de opinión sugiere una colectivos, que se invocan de forma diversa en la investigación
considerable fluctuación y una gran incertidumbre (Baker, 1990, contemporánea sobre opinión pública, sugiere que los modelos
pág. 168). Unir los conceptos de pública y de opinión representó sociológicos tradicionales, al menos implícitamente, aún no nos
un intento filosófico-liberal de unir el «une» y los «muchos», han abandonado.
unir el bienestar colectivo a las ideas y preferencias individua- El capítulo cuarto trata sobre aproximaciones conceptuales
16 LA OPINIÓN PÚBLICA

para el entendimiento de opiniones. El refinamiento de las téc- 2. Problemas respecto a la opinión pública
nicas de investigación y medición de la actitud llevó la investi-
gación sobre opinión pública a la vanguardia de las ciencias
sociales, en América, en los años treinta y cuarenta, y, con este
florecer de la investigación llegó un aumento de la atención
conceptual y teórica hacia la opinión de los individuos y sus
determinantes. Los temas tratados en el capítulo cuarto inclu-
yen las principales propiedades de las opiniones tal como se
conceptualizan y miden en la mayoría de las investigaciones; el
origen y desarrollo de las opiniones a través de la comunicación;
y las relaciones entre opiniones y otros conceptos íntimamente
relacionados tales como actitudes, creencias y valores.
Las principales secciones del libro abordan la opinión públi-
ca en términos de conducta colectiva (capítulo 3) o como un
fenómeno individual (capítulo 4). El capítulo final se dirige ha-
cia un punto de vista integrador de la opinión pública que im-
plique los dos aspectos, colectivo e individual. Se atiende, espe-
cíficamente, a los procesos comunicativos que permiten a las
personas organizarse como público y ejercer su influencia. El
capítulo 5 se enfoca hacia una explicación del concepto de deba-
te, acabando con una revisión sobre las formas en que los inves-
tigadores de la opinión pública intentan observar este proceso
tal como se despliega en el tiempo.

Muchos escritores sobre el tema de la opinión pública co-


mienzan, con bastante razón, por hacerse la pregunta básica:
¿qué entendemos exactamente por opinión pública? Cualquier
búsqueda de una definición clara y simple del concepto se de-
mostrará, sin embargo, infructuosa. En un artículo sobre inves-
tigación de la opinión pública preparado para la International
Encyclopedia 01 the Social Seiences, Davison (1968) anotaba
que no hay «una definición generalmente aceptada» del térmi-
no (pág. 188). La ausencia no se debe, ciertamente, a una falta
de interés. Noelle-Neumann (1984) señala que «generaciones
de filósofos, juristas, historiadores, teóricos de la política, y pe-
riodistas universitarios se han estrujado el cerebro en un intento
de proporcionar una definición clara» (pág. 58). Childs (1965)
consiguió reunir cuatro docenas de definiciones diferentes del
significado de opinión pública, y observó que lo publicado en
este campo está «plagado de intentos entusiastas» (pág. 14).
Admitir que una definición general aceptable del concepto
PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA 19
18 LA OPINIÓN PÚBLICA
mente menos aún revisar la evolución de la filosofía política-
queda fuera de nuestro alcance, no significa, sin embargo, que es, sin 'embargo, útil revisar las formas originarias de uso de este
«opinión pública» sea algo, en ningún sentido, carente de signi- término.'
ficado. El concepto continúa utilizándose en investigación, en Anticipaciones y aproximaciones. Aunque el concepto no se
artículos sobre el gobierno, y en explicaciones de la conducta propuso explícitamente hasta el siglo XVIII, m~chosescntores
social humana, tanto desde el punto de vista científico corno anteriores incluyeron «anticipaciones y aproxrmactones a .la
desde cualquier otro. Y el propio hecho de su uso continuado teoría moderna sobre la opinión pública» (Palmer, 1936, pago
puede considerarse como firme testimonio de la existencia del 231). La filosofía política de la antigua Grecia, por ejemplo,
significado. Más que llegar a una definición simple de la opi- trataba de los peligros y beneficios potenciales del gobierno po-
nión pública, nuestro objetivo es entender sus diferentes usos. pular. Platón menospreció pronto a !~s políticos democráticos,
Como indicó Kaplan (1964): «El significado de un término es considerando la filosofía como la legitima rectora de los asuntos
un asunto de familia entre sus varios sentidos» (pág. 48). humanos y poniendo en cuestión la competencia de cualquier
Los problemas que originariamente dieron vida al concepto grupo nu~eroso de personas para deliberar ~suntos filosóficos.
de opinión pública no son necesariamente los mismos proble- Aristóteles, por otra parte, creía que los senlim~entos colectivos
mas que afectan a su uso hoy en día. Aun así hay muchos temas de la demos podían contribuir, con una especie de sentido co-
comunes que aparecen en artículos sobre la opinión pública, mún a los asuntos políticos (Minar, 1960, págs. 38-39). A pesar
extendiéndose a lo largo de varios siglos. El propósito de este de l~s referencias, en las obras clásicas, a fenó~e?os .'Iue se
capítulo es, en consecuencia, doble. Primero, se revisan los orí- asemejan a la opinión pública, sin embargo, la dlstmc~on mo-
genes históricos de la opinión pública como concepto, obser- derna entre Estado y sociedad en general y entre funcIOn.anos
vando las varias formas en que se aplicó tal idea al formularse especializados y el público común, no formaban parte,. cierta-
modelos democráticos de sociedad en los siglos XVIII y XIX. A mente de la filosofía política de Atenas (Held, 1987, pags. 17-
continuación, avanzando en el tiempo, se comenta la intensa 18). L~ combinación de los términos opinión y pública en un
relación entre el interés por la nueva fuerza de la opinión públi- concepto compuesto, con significado político, aparece mu~ho
ca en la sociedad, y el crecimiento expansivo dejos medios de después, en las filosofías democráticas y liberales del Siglo
comunicación de masas a finales del siglo XIX y principios del XVII.
XX, prestando especial atención a algunas preocupaciones y . Concepciones primitivas sobre la opinión. Bastante. a~tes de
miedos recurrentes sobre el status de la opinión pública moder- su definición en términos liberales y democráticos, existían, en
na. Como veremos en los capítulos subsiguientes, muchas apli- general, dos sentidos discernibles de la palabra opinión, que aún
caciones de la investigación contemporánea no sólo comparten persisten (Habermas, 1962/198?,.págs. 89-90). El pnmer sentr-
el legado conceptual de la opinión pública en su evolución his- do es esencialmente epistemológico y proviene de su uso para
tórica, sino que continúan reflejando las mismas preocupacio- distinguir una cuestión de juicio de un asunto de hecho, o algo
nes fundamentales sobre su solidez. incierto de algo que se sabe ser cierto, sea por demostración o fe.
Esta noción -tomada de la expresión latina opinio y tal vez el

Orígenes de la idea
1. La disertación doctoral de Palmer de 1934 (resumida ?~r Pah~1e~, 1936) es
un análisis muy citado de la historia del interés por la opinión pública. Otros
El concepto de opinión pública es claramente un producto de la tratamientos históricos de utilidad incluyen Speier (1950), Min~r (1960), G~nn
Ilustración. La idea esta íntimamente ligada a las filosofías polí- (1983) Ozouf (1988) y Baker (1990). Tratamientos de la longitud de un hbro
ticas de finales del siglo XVII y del siglo XVIII (por ejemplo, aparec~n en Noelle-Neumann (1984),y H~b~:mas. (1 ?6211989). Aunque men~s
Locke, 1690/1963; Rousseau, 1762/1968) y especialmente a la directamente interesados por la propia oprmon publica, trabajos sobre la teona
democrática, tales como los de Schumpeter (1943), Pateman (1970), D~~l
teoría democrática del siglo XIX (por ejemplo, Bentham, 18381 (1956, 1971, 1985) Y Held (1987, especialmente págs. 13-143). son también
1962). Aunque no es mi intención realizar una revisión del de- valiosos para entender el desarrollo del concepto.
sarrollo histórico del concepto de opinión pública -y, cierta-
21
20 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A I.A OPINiÓN PÚBLICA

sentido primitivo del término- se refleja aún hoy en su uso ban públicos porque se proporcionaba acceso abierto a la fuente
general, cuando alguien se refiere a una aserción en particular ya la plaza del mercado. El concepto fundamen~~ es de ~p~rtu­
como «una cuestión de opinión» más que a un hecho (véase ra o accesibilidad. En su gran mayoría esta nocion contmua en
Hume, 1777/1975, para la distinción entre relaciones de ideas y uso en la actualidad, cuando por ejemplo empleamos la expre-
a~untos de hecho). Cuando se une a la sociedad en general, el sión"hacer público para referirnos al proceso de hacer algo arn-
término toma a veces un sentido peyorativo que se refleja en pliamente accesible. . . ., .
expresiones tales como «opinión común», «opinión general» y Tal vez tuvo mayor predoml~1O el,uso del térml?o «pu~li­
«opinión vulgan (incorporando este último el latín vulgus con co» en referencia a cuestiones de interés gene.ral y, mas específi-
el significado de «gente corriente, la multitud»). A pesar de sus camente, a asuntos relacionados con la admllllstr~Cló? Yel.Es-
connotaciones, a veces negativas, opinión, usado en esta forma tado (Speier, 1950). Este segundo sentido del termmo tiene
epistemológica, se relaciona esencialmente con un estado cog- poco que ver con acceso común, refiriénd~se sm embargo a
noscrtrvo, una forma menor de conocimiento. interés común o bien común. Tal como señala Ozo~f (1 ~88,
Un segundo sentido de opinión, que aparece en algunas con- pág. S2), antes de 1830 los diccionarios franceses opoman.publ~­
sideraciones contemporáneas más estrechamente relacionadas ca no a privé «<privado»), smo a paniculier «<partl~ular, indivi-
con sus connotaciones modernas, la considera equivalente a dual»), La misma idea persiste hoy día en referencia a «trabajos
maneras, morales y costumbres (NoeIle-Neumann, 1979,1984). públicos» y «leyes públicas». Un edlficl? gube~n.amental puede
En estos casos se destaca el papel de la opinión popular como considerarse público, incluso si no esta permitido el a,cceso a
una clase informal de presión y control social. Opinión es equi- nadie. Antes de la evolución del concepto contemporaneo de
valente a reputación, a consideración y a visión general de los gobierno, los equipos personales y actividades delos mandata-
demás, de interés principalmente porque restringe la conducta rios se consideraban públicos. En los escritos medievales, l~rdly
humana (Speier, 1950, pág. 378). Esta forma de entender la «<señorial») y público' se utilizaban como slllómmos Y~ubllcare
opinión quedó cristalizada en los escritos de Locke (1690/ significaba pedir al se:ñor (Habermas, 196211989). Segun la te~­
1975), que identifica tres leyes generales que gobiernan la con- ría del absolutismo neal, predomlllante en Europa antes ~e~ SI-
ducta humana: la ley divina, la ley civil y la «ley de opinión o glo XVIII, el monarca era considerado la ú~ica persona publica:
reputación» (que él denomina «ley del uso» y «ley de la censura «origen y principio die unidad en una SOCiedad partl,culansta»
privada»). Más que considerar la opinión como una forma de (Baker,1990). El térnnino público pasó a refenrse mas tarde al
conocimiento, este sentido del término se enfoca hacia una Estado al evolucionan' hacia «una entidad que nene existencia
aprobación o censura social: opinión como una manera infor- objetiv~ sobre y conura la persona que gobierna» (Habermas,
mal de condonar o condenar. La opinión, bajo esta luz, es gene- 196211989, pág. 11). Hoy día, inspirándose e~ gran man~ra en
ralmente perjudicial y no racional, relacionada con el senti- estas conexiones prinnitivas entre el término publi~o y el bienes-
miento como opuesto a la razón (Ozouf, 1988, págs. SI-S2). tar colectivo, apenas; se puede evitar la asociacion de asuntos
Concepciones primitivas de público. El término públicotuvo públicos con asuntos; gubernamentales.
muchas acepciones diferentes en su uso primitivo pero de nue- Aunque la nociórn de opinión pública no emerge hasta la
. '"
vo aqui, podemos senalar .
dos, en particular, "
que merecen desta- Ilustración, los térmimos opinión y público Ilev~ban con~lgo, an-
carse. La palabra latina publicus fue, con mucha probabilidad, tes de dicho tiempo, ¡múltiples usos qu~ contmuan relacionados
un denvado de poplicus o populus, que queria decir «el pueblo». a nuestro entendimiiento contemporaneo de tales conceptos.
Pero había, al menos, dos sentidos diferentes de «el pueblo» pre- Principalmente opimión se utilizaba para refenrse a racional/
sentes en los primeros usos de la palabra público. En un sentido, cognitivo ya no, raci,onal/proceso SOCial,
. d. ua lid
¡ a d que h a pasa-
.
el término hacía referencia al acceso común, como en «lugar do virtualmente a toldos los escritos SUbSigUientes sobre la OPI-
público». Según Habermas (1962/1989, pág. 6), la res publica nión pública. El térmúno público comparte una dualidad de uso
era cua~quier propiedad generalmente abierta a la población, y similar. Siguiendo la~s famosas palab~as de Abraham Llllc~ln, la
en los tiempos feudales ciertos espacios comunes se considera- palabra «público» ssigmficaba onglllalmente dos cosas. «del
22 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA
23

pueblo» (al referirse a acceso común) y «para el pueblo» (al des de lectores Ylibrerías de segunda mano empezaron a f1~re­
referirse al bien común). Sólo llegó a significar «por el pueblo» cer, y hacia finales del siglo XVII la literatura m.oral y política
(es decir, realizado por la gente corriente, en el sentido en que, a era bastante popular entre las clases cultas (Speier, 1950; Ha-
menudo, pensamos en el término hoy día) mucho más tarde. bermas 1962!l989; Darnton, 1982).
La Reforma fue importante por varias razones, más al1á de
sus efectos en la circulación de la literatura. Las enseñanzas de
El nacimiento de la opinión pública Calvino y Lutero cuestionaron el orden sociopolítico de la auto-
ridad y la jurisdicción papal, de tan larga permanencia. T~l vez
La combinación de público y opinión en una expresión única, de forma más crítica, las enseñanzas protestantes contenían en
utilizada para referirse a juicios colectivos fuera de la esfera del su esencia una nueva concepción individuahsta de la persona.
gobierno que afecten a la toma de decisiones políticas, apareció Sancionaron la autoridad seglar en todo, excepto en los domi-
siguiendo varias tendencias políticas, económicas y sociales nios directamente morales o religiosos de la vida, y apoyaron la
europeas (Speier, 1950; Lazarsfeld, 1957; Ginsberg, 1986). ideade que los individuos son «dueños de sus proPI?S destinos»
Aunque al menos un historiador acredita que los ingleses usa- (Held, 1987, pág. 40). A finales del siglo XVII, las Ideas des~n­
ban frases tales como «opinión del pueblo» y «opinión del pú- cadenadas por la Reforma habian evolucionado hacía filosofías
blico», en época tan temprana como 1741 (Gunn, 1983), se con- liberales más profundas (por ejemplo, Locke, 1690/1963), que
sidera a los franceses, la mayoría de las veces, como inventores afirmaban que los individuos deberían ser hbre~'de seguir sus
y popularizadores del concepto (Habermas, 1962!l989; Noelle- propias preferencias en todos los aspec~os de la vida: religiosos,
Neumann, 1984; Ozouf, 1988). Noelle-Neurnann (1984) acredi- económicos y políticos (Held, 1987, pags. 51-54).
ta a Rousseau como primer usuario de la frase l'opinion publi- Emergencia de una esfera pública. Habermas (l962!l989)
que, hacia 1744, utilizándola en el segundo sentido de opinión indicaba que estas tendencias históricas, íntirnamcnte unidas ~l
anteriormente definido, como referencia a las costumbres y mo- crecimiento del capitalismo y el dominio de una burgu~sla
dos de la sociedad (véase también Baker, 1990). De cualquier europea, con el tiempo dieron como resultado una esfera públi-
forma, hacia 1780 los escritores franceses hacían uso extensivo ca de razonamiento crítico. A lo largo de finales del siglo XVI! y
de la opinión pública para referirse a un fenómeno más político principios del XVIII, una diversidad de nuevas mstItuClOn~s
que social, a menudo en unión con «bien público>, (bien public), sociales empezaron a destacar: los cafés de Inglaterra (se decía
«espíritu público» (esprit public), «conciencia pública» tcons- que había más de 2000 en Londres a principios del siglo XVIII),
cience publique), y otros términos relacionados (Ozouf, 1988, los salones de París, y las sociedades de tertuhas de Ale~ama
pág. S3). (Tistchgesellschaften) (Speier, 1950). Estos SItIOS de reumo~, en
Los hechos históricos involucrados comienzan en época los que la devoción a la literatura y el arte de la conversaClOn se
temprana, en el siglo XV, con el advenimiento de la imprenta tenian en gran estima, lIegaron a converlirse. -especIalmente los
de tipos móviles (Childs, 1965). Este desarrol1o tecnológico per- salones franceses- en lugares donde la autoridad de la argumen-
mitió una amplia difusión de las publicaciones, que se reforza- tación suplantó a la autoridad de un título. Según Habermas, el
ron en el siglo XVI con el incremento de comerciantes y clases público ilustrado del siglo XVIII ganó fuerza pu~hca al consoli-
dirigentes y una expansión de la alfabetización. La última ten- darse la burguesía y empezar a artIcularse una cr.JlJca IIbe~al del
dencia fue impulsada por la Reforma protestante, que creó un Estado absolutista existente, al pnncrpio, a traves de la circula-
amplio público lector, sin mediación formal de la iglesia, con ción de publicaciones políticas y su amplia discusión en salones
respecto a la literatura religiosa escrita en lenguas vernáculas y cafés. El libre intercambio de información y critica, y el razo-
(Speier, 1950, pág. 381). La profesionalización de las artes, es- namiento abierto se convirtieron en los instrumentos de la
pecialmente la literatura, reemplazó el primitivo sistema de me- «afirmación pública» en cuestiones polític~s (Natha~~, 1990,
cenazgo por otro en el cual autores y artistas dependían, para su pág. 625). Con el incremento de una esfera pública política acti-
sustento, del apoyo popular (Habermas, 1962/1989). Socieda- va, la opinión pública emergió como una nueva forma de auto-
24 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA 25

ridad política, con la cual la burguesía podía desafiar al gobier- Otros historiadores han sugerido que los intelectuales de la
no absoluto. Ilustración distaban de ser igualitarios incondicionales (Nat-
Habermas (J 962/1989) destaca las características de iguali- hans,1990). Muchos eran, de hecho, profundamente ambiva-
tarismo y raciocinio de la opinión pública durante la Ilustración lentes respecto al individualismo y el valor de la contestación
(págs. 36-37). Primero, se la considera como procedente del dis- abierta en política. Baker (1990) indica que los pensadores polí-
curso razonado, la conversación activa y el debate. El debate es ticos franceses de mediados del siglo XVIII se mostraban caute-
«público» en el sentido de intentar determinar la voluntad co- losos de la libertad extrema que disfrutaban los ingleses, que
mún, el bien común, no es un simple encuentro de intereses parecía invitar a la división, confrontación sin fin e inestabili-
in di viduales. El debate es, asimismo, abierto; el proceso es «pú-
dad política. Había, pues, una considerable renuencia a la hora
blico» en el sentido de que la participación abierta, si no total-
mente. asegurada, es lo que se desea. Es soberano e igualitario; de aceptar la emancipación completa del individuo (Ozouf,
opera independientemente del status económico y social, abrien- 1988). Rousseau (J 762/1968), aunque decía que el bien común,
d? camino al mérito de las ideas más que al poder político. o «voluntad general», sólo es discernible por medio de la parti-
Finalmente, el debate, si persigue opiniones correctas, debe cipación continua y directa de individuos libres que debaten
Ilustrarse a tra~és de una publicidad de los asuntos políticos y elecciones colectivas, no abogó por la unión de los intereses
sus consecuencias. Como veremos, estas nociones tendrán mu- individuales. Sin embargo, creía que los miembros del pueblo,
cho que ver con los últimos intentos sistemáticos de los sociólo- decidiendo j untos lo que es mejor para su comunidad, sometían
gos (por ejemplo, Park, 1904/1972; Blumer, 1946; MilIs, 1956) sus intereses privados y sus asuntos al bienestar común (véase
por definir de forma más precisa la naturaleza del público como Pateman, 1970, pág. 25; Held, 1987). El problema de cómo
un colectivo social (capitulo 4). Estas características proporcio- adivinar la opinión pública a partir de una masa contradictoria
naron el esquema de lo que se llamaría más tarde el modelo de opiniones individuales era el dilema central de la filosofía
«c!ásico» de opinión pública \Berelson, 1950; Lazarsfeld, 1957), política liberal. La razón innata de la autonomía de la opinión
asi como un conjunto de estandares con los cuales incluso en pública fue una solución. Aunque imprecisos para indicar exac-
las sociedades modernas, se juzga a veces a la opinión pública tamente qué era la opinión pública, una gran mayoría de escri-
(véase Carey, 1978; Peters, 1989). tores indicaba claramente que no era la opinión de la multitud.
Ambigüedades en cuanto al significado de opinión pública. El Era, en cambio, un «tribunal anónimo e impersonal», una nue-
estudio de Habermas (1962/1989) ha tenido mucha influencia va corte que tenía muchos de los mismos atributos -<<infalibili-
aunque los historiadores se han preguntado respecto a la exacti- dad, externalización, y unidad»- que caracterizaban a la anti-
tud de su interpretación, especialmente su lectura marxista de gua autoridad absolutista (Ozouf, 1988, págs. Sl l-S 12; Baker,
la esfe.ra pública como un aspecto del dominio burgués- 1990). Esta noción -que la opinión pública trasciende la opi-
capitalista (Nathans, 1990, pág. 626). Es igualmente debatible si nión individual y refleja un bien común abstracto, más que un
las características de igualitarismo, crítica y racionalidad, ads- mero compromiso de intereses individuales- continuaría influ-
cntas a la opinión pública del siglo XVIII, casan bien con los yendo en el pensamiento sobre la opinión pública hasta bien
puntos de vista sobre la opinión pública que prevalecian (espe- entrado el siglo XX (por ejemplo, Lowell, 1913, págs. 8-10; Be-
cialmente en Francia) en aquel momento. Por ejemplo, el análi- relson, 1950).
SIS de Darnton sobre el periodismo francés del siglo XVIII cues- Los que escribieron al principio sobre opinión pública, rara-
tiona la imagen racional del discurso público. Darnton indica mente fueron explícitos en relación a lo que se referían. Ozouf
que gran parte de las publicaciones políticas que circulaban en (1988, pág. S6) sugiere que la opinión pública fue, con frecuen-
la Francia prerrevolucionaria no eran de una filosofía liberal cia, implícitamente equiparada por los franceses con la opinión.
imparcial, sino bastante sensacionalistas y de un criticismo mo- de «los hombres de letras», refiriéndose a su papel (en gran
ral orientado hacia las celebridades «<politico-pornografía» en parte autoconcedido) de árbitros de los asuntos sociales y políti-
términos de Darnton) que abordaba temas de depravación se- cos. Un segundo «grupo sociológicamente calificado de parla-
xual y corrupción (págs. 34-38). dores de opinión eran los parlements, que se tomaron la licencia
26 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA 27

de hacer circular sus protestas contra el rey en un esfuerzo por la discusión y al libre flujo de información, se suponía que refle-
ganarse el «entusiasmo» público en su favor (pág. S7). Tal como jaba el bien común, y se modeló como un nuevo y poderoso
Ozouf (1988) y Baker (1990) señalan, sin embargo, la opinión tribunal para revisar las acciones del Estado. Pero otros aspec-
pública no se invocó únicamente en el contexto de la crítica a la tos clave de nuestra concepción contemporánea sobre la opi-
monarquía. Baker indica que el concepto arraigó como conse- nión pública tienen sus orígenes en escritos posteriores de la
cuencia de una disipación gradual de la autoridad absoluta. En democracia representativa, tales como los de Madison (1788/
medio de una crisis del absolutismo, la corona francesa así 1966) y especialmente los del teórico «utilitarista» inglés Bent-
como sus oponentes, «inventaron y apelaron a un principio de ham (1838/1962) y Mili (1824/1937).
legitimidad más allá del sistema (existente) para presionar sobre Escritos del siglo XVIII, que emplean generalmente el térmi-
las demandas de sus competidores» (Baker, 1990, pág. 171). El no opinión pública referido a la conducta social, generalmente,
público era principalmente una creación política o ideológica o cuando se refieren a su impacto político, no son claros respec-
sin un referente sociológico claro; proporcionó un nuevo siste- to al mecanismo preciso por medio del cual habría de influir en
ma implícito de autoridad en el que el gobierno y sus críticos los asuntos del gobierno. A lo largo de finales del siglo XVIII y
tenían que pedir el juicio de la opinión pública para asegurarse principios del XIX, sin embargo, los trabajos de Mili y Bentham
sus respectivos objetivos. «Ciertamente uno puede entender los atribuyeron un papel político mucho más formal a la opinión
conflictos de la prerrevolución como una serie de luchas para pública en el gobierno, basado en términos legislativos y electo-
fijar el referente sociológico del concepto en favor de uno u otro rales. En contraste con Rousseau, estos escritores opinan que la
grupo competidor» (Baker, 1990, pág. 186). A pesar de Haber- gente actúa primariamente para satisfacer sus deseos individua-
mas, la opinión pública era más que un simple instrumento de les y para evitar el dolor (Schumpeter, 1943; Held, 1987). La
la naciente burguesía. sociedad consiste, pues, en una serie de indi viduos que intentan
Necker, la persona a la que normalmente se atribuye la po- satisfacer al máximo sus propios intereses y servicios. Se necesi-
pularización de la frase l'opinion publique durante la década de taba un mecanismo que armonizase estos intereses dispares. La
1780/1790, sirvió a la corona francesa como Ministro de Ha- respuesta al problema de resolver intereses distintos y opuestos
cienda (Palmer, 1936, Baker, 1990). De alguna forma, la aplica- fue el gobierno de la mayoría, establecido por medio de eleccio-
ción que Necker hace de la frase es bastante moderna en su nes regulares y plebiscito. La opinión pública, en esta visión
espíritu. Utilizaba el término para referirse a una creciente de- mayoritaria, quedó mejor expresada como «la reunión de inte-
pendencia del status financiero del gobierno con respecto a la reses de los hombres de una comunidad» (Minar, 1960, pág.
opinión de sus acreedores. Necker reconocía que era necesario 36). El Estado había de desempeñar esencialmente el papel de
el apoyo de la elite francesa para el éxito de la política del go- árbitro sobre individuos y grupos que rivalizan en conseguir el
bierno. Con este fin, abogaba por la publicidad total de las acti- máximo de sus intereses por medio de la competencia económi-
vidades estatales. Publicó un informe de las cuentas del gobier- ca y el libre intercambio. De ahí que «el voto libre y el mercado
no iCompte Rendu de 1781) principalmente para calmar a los libre fueran el sine qua non» (Held, 1987, pág. 67).
acreedores públicos y reafirmarles en la seguridad del tesoro Minar (1960) indica que el modelo democrático utilitarista
nacional (Speier, 1950; Baker, 1990). Necker puede, en conse- es la visión moderna más característica de la opinión pública, y
cuencia, haber sido de los primeros en proponer relaciones sis- básicamente subyace en los esfuerzos del siglo XX por medirla
temáticas entre público y gobierno. «Sólo los locos, los teóricos y cuantificarla regularmente a través de la institución del son-
puros, o los aprendices», observó en 1792, «dejan de tener en deo de opinión. Los puntos de di vergencia entre la concepción
cuenta a la opinión pública» (citado en Palmer, 1936). utilitaria de la opinión pública y las primeras nociones de la
Opinión pública y dominio mayoritario. Aunque los cafés y Ilustración residen principalmente en las diferentes propuestas
salones de la Ilustración dieron lugar a la idea original de opi- para determinar el bien común, El primitivo pensamiento libe-
nión pública, los escritos del siglo XVIII dejaron el concepto ral (por ejemplo Rousseau) vio la opinión pública como una
indefinido en muchos aspectos. La opinión pública iba unida a forma de realizar la voluntad común, bien discernida por medio
28 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA
29

de la implicación popular continua en forma de debate igualita- política. Estos teóricos estaban más preocupados, insiste Pateo
rio y razonado. En la nueva formulación, la opinión pública se man (1970), por la habilidad pública para seleccionar o.recha-
resuelve, en cambio, extremando la función de las voluntades zar representantes que por su capacidad de sostener opimones
de individuos diversos, esto es, a través del gobierno de la ma- políticas informadas en cuanto tales (págs. 18-19).
yoria. La idea más fiel a la voluntad general deja paso en la
estructura utilitaria a la idea más comúnmente sostenida. Esto
no quiere decir, ni mucho menos, que el debate público activo La opinión pública como objeto de estudio
no forme ya parte del conjunto. La libertad de prensa fue vigo-
rosamente apoyada por Bentham y Mill, Siguiendo el punto de Hacia mediados del siglo XIX, la mayor parte de las publica-
vista de Necker, Bentham consideró a la prensa como un órgano ciones que trataban sobre opinión pública eran normativas y
especialmente importante de lo que él llamó «el tribunal de la filosóficas en su naturaleza, al ser estudios de política teórica
opinión pública». Volviendo a las nociones de opinión común más que estudios de la propia opinión pública. (Los escritos de
como presión social, pidió la publicidad regular de todas las Necker son una notable excepción.) Aunque la teoría democrá-
actividades del gobierno, como una salvaguarda contra los abu- tica representativa ganó apoyo creciente a lo largo del siglo
sos del poder (Palmer, 1936, pág. 245). Tal visión de la prensa XIX las publicaciones de esta época no eran, en absoluto, fir-
anticipó en forma significativa nuestra noción contemporánea mes'resueltas, al evaluar la competencia de la opinión pública.
de libertad de información y la moderna condición de los me- Los 'partidarios de las reformas liberales democráticas la veían
dios de comunicación como vigilantes públicos (Comisión para «como la voz de la clase media ilustrada, como una salvaguarda
la Libertad de Prensa, 1947; véase también Macaulay, 1898, contra el desgobierno, y como un agente de progreso», mientras
sobre la prensa como cuarto poder). Pero la implicación popu- que críticos más conservadores, la entendían antitét~can,tente,
lar continua en el debate de las cuestiones públicas no fue, en sí como potencialmente peligrosa, superficial y transitoria; en
misma, propuesta como el mejor o el más práctico mecanismo gran medida desinformada, y necesitada de limitaciones prácti-
para determinar el bien común; es más, la resolución de los cas como fuerza política (Palmer, 1936, pág. 247).
deseos populares estriba en la elección de la mayoría, expresada Hacia el final del siglo XIX, la opinión pública se encontró
a través de elecciones regulares. enfrentada a crecientes análisis sistemáticos a la manera empí-
Un segundo cambio en la conceptualización acompañó tam- rica característica de las ciencias sociales en desarrollo (Lazars-
bién a la filosofía democrática mayoritaria. El propio público, feld, 1957). Los escritores estaban intrigados por la «n~eva
definido vagamente en las primeras publicaciones como aque- fuerza» de la opinión pública en la sociedad, que parecia ir
llos miembros de las clases ilustradas que frecuentaban los cafés ganando poder y expandiéndose hacia prácticamente todas las
y salones, se identifica en las nuevas estructuras con el electora- clases sociales con muchos logros en educación y con la apan-
do deseable. Bentham abogaba en sus últimos escritos por el ción de medios de comunicación de masas más eficientes
sufragio universal y las elecciones parlamentarias anuales para (Bryce, 1888; Tarde, 1890/1903; Cooley, 1902; Lowell, 1913).
mantener una vigilancia pública cercana sobre los representan- Al aproximarse 1900, hubo un cambio de enfoque y mét?d~ en
tes, los «diputados» del pueblo (Pateman, 1970). El resultado el análisis de la opinión pública. A consecuencia del crecimien-
fue una considerable expansión en el tamaño y heterogeneidad to de las ciencias sociales en la universidad, los trabajos del siglo
del «público». Algunos sugieren que el modelo de democracia XX sobre opinión pública reflejan con más claridad preocupa-
de Bentham -como el de Rousseau- asume que todo ciudadano ciones sociológicamsicológicas, más que políticas o filosófi-
debería ser competente para formarse opiniones políticas en los cas. Mientras que muchas de las primeras disquisiciones sobre
a~untos urgentes de cada día (por ejemplo, Schumpeter, 1943). opinión pública habían tratado principahnente sobre el proble-
Sin embargo, Pateman (1970) concluye que ni Mili ni Bentham ma filosófico de transmutar deseos individuales e índependien-
abrigaban expectativas especialmente elevadas respecto a la ha- tes en la voluntad del Estado, ahora los analistas vuelven, con
bilidad de este amplio electorado para deliberar activamente en mayor frecuencia, su atención al problema de comprensión de
30 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA 31

aspectos sociales y de conducta de la opinión pública. El interés Aunque, en cierta medida, la investigación científica social y
se ha vuelto hacia «la cuestión de la función y los poderes de la el análisis filosófico normativo de la opinión pública han segui-
opinión pública en la sociedad, los medios con los que puede do caminos separados desde principios del siglo XX, aún hay
modificarse o controlarse, y la relativa importancia de los facto- una importante y animada conexión entre ambos. Los descubri-
re: emocional e !ntelectual en su formulación» (Binkley, 1928, mientos empíricos que tratan sobre cómo se desarrolla y opera
pa? 39.3)..Esta linea de investigación llevó al estudio de la opi- la opinión pública en la sociedad no pueden por menos que
nion publica en nuevos campos académicos: conducta colectiva interpretarse a la luz de cómo consideramos que debería funcio-
y p:~cología social, investigación sobre la actitud y la opinión, nar la opinión pública (Berelson, 1950). Serias consideraciones
análisis de la propaganda, conducta política e investigación so- de las cuestiones normativas subyacentes que conciernen a la
bre los medios de comunicación de masas. opinión pública, han continuado apareciendo a lo largo del siglo
XX; Lowell (1913), Lippmann (1922), Dewey (1927), Lasswell
(1941), Mills (1956), Schattschneider (1960) y Ginsberg (1986),
Principales problemas relativos a la opinión pública son sólo unos pocos ejemplos de tales pensadores.
Para cerrar este capítulo -y fijar una estructura alrededor de
A comienzo~ del siglo XX, muchos de los conceptos subya- los conceptos científico-sociales y las investigaciones aplicadas
centes y distinciones conceptuales que aparecerían en las últi- de los próximos capítulos- consideraremos brevemente algu-
mas publicaciones teóricas e investigaciones empíricas sobre la nos lÍe los principales miedos y preocupaciones que han moti-
opinión pública habían, de una u otra forma, salido ya a la luz vado y sostenido la investigación sobre la opinión pública. Por
(Lasswell, 1957). Aunque basada principalmente en términos mor de la simplicídad, podemos organizar esta discusión alre-
de debate informado y gobierno mayoritario (como un legado dedor de cinco problemas básicos que acosan al público moder-
de la Ilustración y de la teoría democrática representativa, res- no: dos relativos a su potencial superficialidad -falta de compe-
pectIv~mente), la expresi.ón «opinión pública» llevaba consigo, tencia y falta de recursos- y tres relativos a su potencial
también, otros sentidos Importantes. Los escritores de la Ilus- susceptibilidad, hacia la tiranía de la mayoría, hacia la propa-
tración, ~ pesar de su énfasis en la razón' humana y el progreso ganda o la persuasión de masas, y hacia una sutil dominación
de la SOCiedad a través de la educación, no dejaron de compren- por parte de elites minoritarias.
der los asp~ctos no racionales y emocionales de la opinión pú- Falta de competencia. Las reservas respecto a la capacidad
blica. Por ejemplo, Speier (1950) refiere el esfuerzo de algunos del público en general para dirigir los asuntos públicos datan de
pensadores de la Ilustración para establecer espectáculos públi- antiguo, como hemos visto, al menos desde Platón, y fueron
cos y celebraciones nacionales deliberadamente dirigidos a con- importantes durante la Ilustración. Pero tal vez las críticas más
seguir sen~lmlentos patrióticos más que apoyo razonado. A lo fuertes al gobierno de la opinión popular sean producto del siglo
largo del siglo XVIII y XIX, el papel de la opinión general como XX: Public Opinion. de Lippmann (1922), y su secuela The
valedora de tradiciones y costumbres sociales, cumpliendo con Phantom Public (1925). El principal argumento de Lippmann es
la «ley del uso» de Locke, no escapó a la atención crítica (Noe- que la teoría democrática pide demasiado a los ciudadanos or-
lle-Neumann, 1984). Ciertamerqe las huelgas generales y los dinariosJNo puede esperarse de ellos que actúen como legisla-
motines del Siglo XIX dieron a los estudiosos de la opinión qué dores: que sean activos y se impliquen en todos los asuntos
pensar sobre el asunto de la supuesta naturaleza racional de la importantes del momento. Parte del problema, en la estimación
opinión pública. Los aspectos no racionales de la conducta pú- de Lippmann, es la desatención general del público y su falta de
blica fueron CUIdadosamente estudiados en la última parte del interés por las cuestiones políticas. Tal como Bryce (1888) ha-
Siglo XIX por escritores que dedicaron especial atención a la bía observado, «las cuestiones públicas ocupan el tercer o cuar-
conducta imitativa y al «contagio» emocional en las multitudes to lugar entre los intereses de la vida» (pág. 8)., Las personas
(P?r ejemplo, Tarde, 1890/1903; LeBon, 189511960; véase tam- invierten poco tiempo y poca energía en aprender los necesarios
bien Mackay, 184111956; capítulo 3). «hechos no visibles» del mundo político. Complicando el pro-
32 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 33

blema aparece la forma en que las opiniones -basadas en las lección de información (una para cada gabinete federal) con
«imágenes que tenemos en la cabeza», como dijo Lippmann fuentes de fondos independientes, ocupación garantizada, y un
(1922, pág. 3)- se desarrollan. 131 conocimiento exacto de los «acceso a los hechos» sin restricciones, para cumplir tales tareas
asuntos públicos, en los que deben basarse las opiniones sólidas, (1922, pág 386).
es sencillamente inalcanzable para el ciudadano ordinario. El Falta de recursos. Críticos posteriores, aunque no en desa-
mundo político queda «fuera de su alcance, de su vista y de su cuerdo con el retrato general de Lippmann sobre la opinión
mente» (Lippmann, 1922, pág. 29). Los ciudadanos forman sus pública moderna, sin embargo, consideran una excepción su
ideas a partir de informaciones gravemente incompletas, man- valoración de la capacidad del público para el gobierno demo-
teniendo poco o ningún contacto con los hechos reales; filtran lo crático. Con mayor insistencia, Dewey (1927) consideraba que
que ven y oyen a través de sus propios prejuicios y temores. el problema no era la incompetencia por parte del público, sino
Aunque en sociedades más simples el gobierno dirigido por la más bien una falta de métodos suficientes para la comunicación
opinión pública pueda tener éxito, el mundo industrial moder- pública. «Los medios físicos y externos de recoger informa-
no se ha convertido en demasiado grande y complicado. «El ción», observó, «han sobrepasado con mucho la fase intelectual
ciudadano privado de hoy día», observó irónicamente Lipp- de investigación y organización de los resultados» (pág. 180). Al
mann, «llega a sentirse como un espectador sordo de la última contrario que Lippmann, que consideraba que la «Gran Socie-
fila, que debiera mantener su atención fija en la trama general, dad» nunca podría convertirse en la «Gran Comunidad» que se
pero apenas puede conseguir mantenerse despierto» (1925, pág. requería para una auténtica democracia nacional, Dewey
13). (1927) creía que ello era realmente concebible, aunque nunca
La prensa, considerada por los demócratas progresistas un pudiera poseer todas las cualidades de rína comunidad local
instrumento para educar y formar al público (por ejemplo, Coo- (pág. 211). La respuesta, en parte, es la educación. No es necesa-
ley, 1909), sólo contribuye a los males de la opinión pública, rio que la gente tenga el conocimiento y la habilidad necesarios
según el punto de vista de Lippmann. «No es factible», indicó para llevar a cabo investigaciones sistemáticas para cada asunto
terminantemente, «y cuando consideras la naturaleza de las no- general, sugería Dewey, únicamente debían tener la habilidad
ticias, no es ni siquiera pensable... Si se ha de confiar a los de juzgar el conocimiento proporcionado por expertos en tales
periódicos el deber de interpretar toda la vida pública de la asuntos (pág. 209). Estaba de acuerdo con Lippmann sobre que
humanidad, seguro que fracasarán, pues están condenados al las ciencias sociales desempeñarían un papel central en la co-
fracaso, y en cualquier futuro continuarán fracasando» (1922, rrección del Estado democrático, pero Dewey pensaba en un
pág. 362). tipo de papel muy diferente. No proponía un sistema de infor-
Lippmann no fue el primero en señalar la discrepancia entre mación de alto nivel sino, en su lugar, un tipo de ciencia social
la imagen de la participación pública en la democracia -hereda- basada en la comunidad que difundiera sus interpretaciones al
da de los salones y cafés de la época anterior- y los trabajos público por medio de ingeniosas presentaciones en la prensa
sobre la opinión pública en una nación legislativa moderna popular. «La necesidad esencial, en otras palabras, es la mejora
(véase Tocqueville 1835/1945; Bryce, 1888), pero sus escritos de los métodos y condiciones de debate, discusión y persuasión.
fueron notables por su vigor y penetración y, especialmente, por Éste es el problema del público» (Dewey, 1927, pág. 208). En
su recomendación de una radical remodelación de la gobernabi- una línea similar, el título de un capítulo del libro de Lasswell
lidad democrática. Abandonando la esperanza de una opiníón (1941) Democracy Through Public Opinion presenta el asunto
popular competente, Lippmann cree que la opinión pública mo- de forma sucinta: «La democracia necesita una nueva forma de
derna no puede mejorar a menos que una organización inde- hablar».
pendiente y experta, con personal de «ciencias políticas», pueda Otros han considerado también un objetivo principal el pro-
hacer «inteligibles los hechos invisibles» para quienes hubieren porcionar recursos adecuados al público. Schattschneider
de tomar decisiones, y «organizar la opinión pública» para la (1960), por ejemplo, proclamaba que si en realidad hay un pro-
prensa (1922, pág. 32). Soñaba con una red de agencias de reco- blema con la opinión pública, reside en las asunciones pretendi-
34 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 35
das por la teoría democrática clásica (por ejemplo, la necesidad ción (véase Lowell, 1913). Una democracia debe cultivar una
de ciudadanos omnicompetentes), no en el propio público. «La individualidad vigorosa en sus ciudadanos para asegurar que
gente es capaz de sobrevivir en el mundo moderno aprendiendo los asuntos minoritarios sean apoyados adecuadamente.'
lo que necesita saber y lo que no necesita saben>, indicaba (pág. Susceptibilidad a la persuasión. Una cuarta preocupación se
137). Los ciudadanos no necesitan implicarse en todos los deta- centra en la susceptibilidad del público a la persuasión y, en
lles diarios de gobierno. Cuando es necesario, quedan envueltos particular, a llamamientos altamente emocionales y no raciona-
de forma natural en el conflicto, al correr riesgo sus asuntos e les. Esta preocupación parece justificada. Hasta qué punto las
intereses. Lo que los ciudadanos necesitan, sugiere Schattsch- apelaciones emocionales forman parte de la política es algo que
neider, es un sistema político competitivo con un liderazgo puede observarse bastante comúnmente (Kornhauser, 1959;
fuerte, controversia y alternativas claras (pág. 129). Otros críti- Edelman, 1964). Lippmann (1925), para hablar de un modelo
cos han establecido argumentos similares, culpando, de una u temprano, observó que <da consecución de una voluntad gene-
otra forma, no al público sino a la cámara de representantes o a ral de entre una multitud de deseos diferentes no es un misterio
la oficina del editor (por ejemplo, Entman, 1989). La solución, hegeliano, como muchos filósofos políticos han imaginado, sino
se ha sugerido, radica en ofrecer mejores recursos -especial- un arte bien conocido por los líderes, políticos y comités diri-
mente a través de los medios de comunicación- para que los gentes. Consiste esencialmente en el uso de símbolos que unan
utilice el público (Commission, 1947). emociones tras haber sido separados de sus ideas» (pág. 47).
Tirania de la mayoria. Un tercer problema de importancia El éxito de los regimenes fascistas en Europa entre las dos
que concierne a los analistas de la opinión pública es el peligro guerras, a la par que su intenso uso de los medios de comunica-
de que prevalezca una mediocridad en la opinión -el menor ción, alentó un tremendo interés entre los científicos sociales de
denominador común- creada y mantenida por la presión de la América por el análisis de la propaganda y la persuasión. El
mayoría. Desde otro punto de vista, el peligro es que frente a pánico causado por la transmisión de Orson Welles de [fa gue-
amplias mayorías, los puntos de vista de minorías importantes, rra de los mundos, de H.G. Wells, en 1938 (Cantril, Gaudet y
aun siendo válidos, no puedan hacerse valer con fuerza. Este Herzog, 1940) sugiríó que la capacidad de los medios de comu-
temor lo expresó pronto, en el siglo XIX, Tocqueville (1835/ nicación para precipitar la conducta irracional de las masas era
1945), quien advirtió que en una sociedad de iguales, los indivi- considerable. No es de extrañar que, a lo largo de este siglo, la
duos de una minoría quedarían «solos y desprotegidos» frente a investigación sobre opinión pública y el interés sobre la persua-
la mayoría dominante (pág. 138). A lo largo del siglo XX, el sión de masas hayan ido de la mano. Desde 1927, en que Lass-
problema de la conformación respecto a la opinión mayoritaria well publicó su influyente Propaganda Technique in the World
ha sido un tema persistente, en la crítica social y en las ciencias War, hasta bien entrados los años cincuenta, el estudio de la
sociales (White, 1961; Allen, 1975). Noelle-Neumann (1984) opinión pública y la propaganda estuvieron muy estrechamente
reafirmó estas preocupaciones en la investigación sobre la opi- conectados. Muchas de las primeras obras sobre este campo,
nión pública, refiriéndose ¡11 retraimiento de la minoría frente a por ejemplo, llevan la palabra «propaganda» en sus títulos (por
la presión de la mayoría como «una espiral de silencio». ejemplo, Smith, Lasswell y Casey, 1946; Doob, 1948; Katz,
Muchos analistas han advertido que el poder de la mayoría Cartwright, Eldersveld y Lee, 1954).
podría resultar crecientemente problemático con el tiempo. .Dominio de las elites. Aunque algunos habían temido una
«Cuanto más tiempo haya gobernado la opinión pública», suge-
ría Bryce (1888), «más absoluta será la autoridad de la mayoría, 2. El cultivo de la individualidad puede presentar sus propias dificultades.
menos probabilidades tendrán las minorías activas de rebelar- Una de ellas, comentada por Lowell (1913), sucede cuando, tras un debate
se, y más dispuestos estarán los políticos a preocuparse, no de razonable, una irreconciliable minoría rechaza totalmente la opinión de la ma-
formar la opinión, sino de descubrirla y apresurarse a obedecer- yoría. Una democracia requiere, según estima Lowell, un equilibrio entre la
la» (pág. 23). La respuesta al problema, proponen Bryce y otros tolerancia para los puntos de vista de las minorías y la aceptación de la voluntad
de la mayoría(véase su discusión de la doctrinade la armoníade intereses,págs.
críticos, es la apropiada socialización democrática y la educa- 28-29).
36 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA 37

sobreabundancia de poder en manos del público, a muchos incluso suprimir, la argumentación racional o la discusión po-
otros les preocupa que sea demasiado poco. Una quinta causa pular de amplia extensión, característica de una verdadera esfe-
de interés respecto a la opinión pública se enfoca hacia lo que ra pública (págs. 211-222; pero véase también Crespi, 1989,
Ginsberg (1986) ha llamado (da domesticación de las creencias págs. 93-130).
de la masa». Se considera el problema desde el punto de vista de Hay otros asuntos importantes, pero estos cinco han atraído
la creciente pasividad por parte del público, que lo conduce, de forma más continuada la atención. En un nivel general, la
de varias maneras, a su dominio por parte del gobierno y las cuestión clave es si los procesos de la opinión pública en su
elites agrupadas. Mills (1956), por ejemplo, vio la sociedad actuación natural son, de hecho, realmente democráticos en el
americana compuesta de tres estratos jerárquicos: el primero, sentido implícito en las primeras nociones de la Ilustración; en
una fina capa de elites poderosas; el segundo, un grupo estanca- otras palabras, si la «verdadera» opinión pública, o la que influ-
do de fuerzas politicas contrapuestas; y el tercero, una amplia, y ye en la elección politica (Key, 1961), está en realidad formada
cada vez con menos poder, masa de ciudadanos. Lejos de dis- por una comunicación igualitaria, de arriba abajo, de los intere-
frutar de la idealizada y libre discusión del debate democrático, ses públicos y las ideas a los políticos. Cuando volvamos a nues-
Mills indicaba que la población americana había sido transfor- tra discusión sobre el tratamiento científico social de la opinión
mada por los medios de comunicación en un mercado que con- pública, veremos no sólo cómo los investigadores en opinión pú-
sume, más que en un público que produce, ideas y opiniones blica han aproximado sus trabajos conceptualmente sino tam-
(véase también Habermas, 1962/1989; Gitlin, 1978). bién cómo han derramado, de distintas formas, nueva luz sobre
Otros críticos contemporáneos, que ven mecanismos dife- estas importantes cuestiones.
rentes de control de la elite (por ejemplo, Herman y Chomsky,
1988), han descrito más formas de dominio. Ginsberg (1986)
indica que con el advenimiento de la democracia electoral, la
relación tradicionalmente adversa entre el pueblo y el gobierno
se ha suplantado por una relación de dependencia. Ahora las
personas apoyan voluntariamente al Estado, pues se han con-
vertido en crecientemente dependientes de sus servicios. Tal
como lo indica él, «con el desarrollo de las instituciones electo-
rales, la expresión de la opinión de la masa se ha hecho menos
subversiva; cuando los ciudadanos empezaron a ver al gobierno
como una fuente de beneficios, la opinión se hizo fundamental-
mente menos hostil hacia la autoridad central... En resumen, los
regímenes occidentales convirtieron la opinión de la masa, de
una fuerza hostil, impredecible y, con frecuencia, destructiva en
un fenómeno menos peligroso y más tratable» (pág. 58). Gins-
berg ve la propia industria de sondeos de opinión, a pesar de sus
intenciones establecidas de aumentar la voz democrática del
pueblo (Gallup y Rae, 1940), como parte central de este proceso
de domesticación. En lineas similares, Habermas (1962/1989)
indica que los mecanismos de formación del consenso politico
en las naciones democráticas, tales como las elecciones regula-
res y las campañas electorales populares -aunque ciertamente
aseguren una presión periódica sobre el gobierno para satisfacer
las necesidades básicas de la población- no fomentan, y pueden
3. El concepto de «público»

Tal vez la concepción más común de «opinión pública» hoy en


día la equipare a una unión más o menos sencilla de opiniones
individuales, o «lo que intentan medir los sondeos de opinión»
(P. Converse, 1987, pág. S13; Childs, 1939; Minar, 1960).
Cuando comparamos esta noción con las que prevalecían a
principios del siglo XX, el contraste es impresionante. Los pri-
meros analistas estaban mucho más predispuestos a formular la
opinión pública como un fenómeno supraindividual inherente-
mente colectivo o, como señaló Cooley (1909), como «un pro-
ducto cooperativo de comunicacíón e influencia racionalx (pág.
121). Aunque la existencia de los sondeos de opinión tenderá
más tarde a individualizar el concepto -poniéndolo estrecha-
mente en línea con la visión mayoritaria discutida anteriormen-
te- la opinión pública era considerada, por lo general, en los
primeros años del siglo, como una clase especial de producto
social, no como una colección de opiniones públicas diversas,
sino como la opinión de un público.
40 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE (PÚBLICO») 41

Esta tendencia a concebir la opinión pública en términos descendiente directa de las ideas de la Ilustración del siglo
supraindividuales era parte integrante de la época. Los estudio- XVIII, previamente comentadas. Pero la estructura analítica
sos de la vida psicológica y social humana a comienzos del siglo propuesta por Park (1904/1972) Yreelaborada por Blumer (1946)
XX, tanto en Europa como en América (por ejemplo, Tarde, representó un avance en varios aspectos importantes. Se desa-
189011903; James, 1890; Baldwin, 1893; LeBon, 189511960; rrollaba a partir de un interés científico general por comprender
Cooley, 190211909), estaban claramente intrigados por las im- las relaciones sociales humanas, tratando de entender la opi-
portantes manifestaciones de conducta colectiva tipificadas en nión pública a la luz de su significado sociológico más amplio.
ese período: multitudes espontáneas, huelgas, manifestaciones Más importante aún, fusionó ideas filosófico-políticas previas
masivas y disturbios. Los analistas estaban igualmente fascina- sobre la opinión pública (por ejemplo, la noción de que la opi-
dos por el papel que los modernos medios de comunicación nión pública expresa la «voluntad general») con modernas
-especialmente la prensa- parecían desempeñar a la hora de preocupaciones psicológico-sociales, formando, en consecuen-
configurar y guiar la «psicología de las masas». Los primeros cia, un puente de unión con los últimos estudios científico-
intentos de proporcionar un tratamiento científico social a la sociales de las actitudes y las opiniones (capítulo 4). El modelo
opinión pública se presentaron sobre un telón de interés intelec- discursivo de orientación sociológica continúa vertiendo luz
tual general en fenómenos tales como la conducta de las masas y conceptual sobre las formas en que la opinión pública es funda-
las multitudes. mentalmente comunicativa por naturaleza (Price, 1988) y nos
El objetivo de este capítulo es revisar estos primeros e influ- proporciona una posición ventajosa para supervisar las diferen-
yentes tratamientos del público: concepciones que identificaban tes entidades que, en la investigación contemporánea sobre la
la opinión pública como bastante próxima a la conducta colecti- opinión pública, se equiparan de formas distintas con el públi-
va, y la enfocaban básicamente explicando la naturaleza socio- co. El objetivo de la última parte de este capítulo es revisar, a la
lógica del público como un grupo estructurado imprecisa y tran- luz de estas concepciones sociológicas del público, el amplio
sitoriamente (véase Park, 190411972; Biumer, 1946; Davison, campo de agrupaciones colectivas -tales como elites, público
1958; Foote y Hart, 1953). Es esencial en estos tratamientos la hostil, público atento y público general- que seinvocan general-
noción de que la opinión pública podía observarse como parte mente en la investigación empírica de la opinión. La intención
de un proceso sociológico más amplio, como un mecanismo a no es argumentar a favor o en contra de ninguna concepción
través del cual las sociedades estables se adaptan a las circuns- concreta del público (véase Key, 1961), sino simplemente seña-
tancias cambiantes por medio de la discusión y el debate. Se lar las formas en que investigadores y analistas continúan em-
presta igualmente una especial atención al concepto de asunto pleando una variedad de conceptos de nivel colectivo y defini-
público, singularmente a la forma en que «el público», como ciones operacionales al describir y analizar al público."
una entidad social en desarrollo, se forma, teóricamente, a tra-
l. Esfuerzos analíticos como los de Park y Blumer figuran de una manera
vés del tiempo, por medio de argumentos espontáneos, la discu- destacada en el establecimiento de la conducta colectiva como lfn subcampo
sión y la oposición colectiva respecto a un asunto. Por estas vital en la sociología americana, campo que se ha desarrollado independiente-
razones, escritos posteriores se han referido a veces a esta con- mente de la investigación sobre la opinión pública (véase Turner y Killian,
ceptualización del público como un modelo discursivo (Young, 1957: Blsner, 1972).
1948; Bogardus, 1951; Price y Roberts, 1987; Price, 1988). 2. Key(1961), de formasimilar,resistela tentación de argumentar sobreuna
definición de conjunto de el público, contentándose con decir que, «en una cues-
Aunque la estructura conceptual tiene ya casi un año, continúa tión dada, el público operativo puede consistir en una asociación altamente
conformando, a veces de forma indirecta, el pensamiento actual estructurada, mientras en otro asunto las opiniones pueden difundirse a través
sobre la opinión pública en una variedad de disciplinas (en cien- de un amplio público sin una organización especialx (pág. 11). Pero esta valora-
cias políticas, por ejemplo, véase Nimmo, 1978, págs. 238-240; ción de las primeras concepciones sociológicas del público es mucho menos
optimista que la ofrecida aquí. Key rechazó algunas de las principales nociones
Cobb y Elder, 1983, caps. 5 y 6). del modelo discursivo (por ejemplo, que el público se forma y organiza por
Con su fuerte énfasis en la opinión pública como procedente medio de la discusión que rodea a un asunto concreto, citando a Davison
del debate, esta formulación sociológica es, en muchos aspectos, (1958» como orgánico por naturaleza y de «utilidad más poética que practica»
42 LA OPINIÓN PÚBLICA
EL CONCEPTO DE «PÚBLICO») 43

Multitud, público y masas multitud. Primera, el anonimato consistente en formar parte de


una multitud relaja las limitaciones civilizadas sobre los instin-
Es útil tener en mente que las concepciones sociológicas de tos básicos de las personas. Segunda, las emociones y las accio-
«público», originalmente, se desarrollaron junto con la nueva nes se extienden rápidamente por imitación espontánea y
ciencia psicológica de la multitud, a finales del siglo XIX y prin- «contagio» (véase también Tarde, 189011903). Tercera, y más
cipios del XX. Moscovici (1985) indica que la totalidad de la importante, la «personalidad consciente se desvanece» bajo la
psicología social moderna puede seguirse a través de los intere- influencia de una multitud, y el individuo queda sujeto a la
ses surgidos en este período sobre la «masificación» de la socie- persuasión y la sugestión inconsciente, es decir, queda esencial-
dad y sus males concomitantes: estallidos violentos, pánico ma- mente hipnotizado por la voluntad colectiva de la multitud (Le-
sivo y otras vívidas indicaciones de las «transformaciones Bon, 1895/1960, pág. 27; Park, 190411972, pág. 50). Es este
radicales» que las personas pueden experimentar en entornos estado hipnótico el que permite a la multitud actuar al unísono,
colectivos (pág. 347). El rompecabezas que había de resolverse a menudo con efectos terroríficos.
consistía en el hecho de cómo individuos por lo demás civiliza- Los análisis posteriores de la conducta colectiva no compar-
dos podían transformarse en multitudes coléricas o manifestan- tieron necesariamente las terribles caracterizacíones de la vída
tes entusiastas. Esta cuestión fue analizada por LeBon (1895/ en la «era de las multitudes», y la mayoría abandonó su marco
1960) en su influyente libro La Psychologie des Foules, en el conceptual hipnótico. Sin embargo, continuaron no menos inte-
cual buscaba sentar las bases para una ciencia de la psicología resados por las asociaciones multitudinarias, imprecisamente
de la multitud. Aunque el concepto de multitud se invoca rara- estructuradas, y las diversas funciones sociales a las que servían
mente hoy en día, aclara y refleja algunas de las características (por ejemplo Blumer, 1946). Al desarrollarse el campo de estu-
esenciales de dos conceptos colectivos contemporáneos: las ma- dio de la conducta colectiva, se tomó en consideración, no sólo
sas y el público. a las multitudes sino también muchas formas semejantes, tales
La multitud. Al argumentar sobre el estudio científico de las como las modas, las manías ylos movimientos sociales. Foote y
multitudes, LeBon (1895/1960) observó que el ascenso de las «cla- Hart (1953) indicaron que diversos tipos de conducta colectiva,
ses populares» en la vida política era, tal vez, el desarrollo más incluyendo fenómenos multitudinarios, podían estar implica-
significativo de la sociedad moderna (pág. 9). Vio a la multitud dos en la formación de la opinión pública, especialmente en sus
como uno de los principales mecanismos con los que estas cla- primeros estadios. Sugirieron que los analistas sacarían prove-
ses, de forma creciente, presionaban para conseguir sus deman- cho de la atención a estos procesos colectivos relativamente in-
das, con intensificación de la destrucción y la violencia. «El definidos, preparatorios o provisionales, de los cuales emergen,
derecho divino de las masas», observó, «está a punto de reem- finalmente, los modos de acción social más organizados y racio-
plazar al derecho divino de los reyes» (pág. 10). Una compren- nales, tales como el debate público (pág. 309). Sin embargo,
sión científica de estas multitudes, y su forma de conducta, ha- muchos conceptos del campo de la conducta colectiva, tal como
bría de ocupar, por esta razón, un lugar primordial en el estudio la propia idea de multitud, no se han utilizado nunca demasia-
de la sociedad moderna. do en estudios de la opinión pública. Al contrarío, «multitud»
«La ley de la unidad mental de las multitudes» de LeBon se ha servido principalmente como concepto contrario al que se
basaba ampliamente en los descubrimientos psicológicos del define como «el público».
momento, especialmente en las ideas de hipnosis y sugestión El público. El logro conceptual de Park (190411972) es que
inconsciente. Identificó tres causas básicas de la conducta de la consideró a la multitud y al público como fundamentalmente
similares en un aspecto clave: ambos son mecanismos de adap-
tación social y cambio, formas sociales transitorias utilizadas
por grupos sociales para «transformarse» en nuevas organiza-
(págs. 8-9). Generalmente, menosprecia los esfuerzos para conceptualizar al ciones. Por otra parte, el público y la multitud pueden servir,
público como «una especie de asociación imprecisamente organizada u otra
fantasmal entidad sociológica» (pág. 15). ambos, como caminos iniciales para la creación de entidades
44 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 45

sociales totalmente nuevas; en otras palabras, métodos por los una actividad prescrita, se empeña en un esfuerzo para llegar
que personas de diferentes grupos establecidos pueden organi- a una acción, y en consecuencia se ve forzado a crear su acción»
zarse en grupos nuevos (pág. 79). Tanto la multitud como el (pág. 190).
grupo son dominados por una especie de fuerza colectiva, o En consecuencia, según Blumer, argumentación y contra-
voluntad general, propuso Park, pero se trata de una fuerza que argumentación se con vierten en los medios por los cuales se
aún no ha asumido el status de norma social clara. No pueden, modela la opinión pública (pág. 191). Para que esta discusión
en consecuencia, considerarse una sociedad. La multitud y el se realice, es necesario un lenguaje común de términos funda-
público no son grupos formalmente organizados, sino un «esta- mentales, un «universo de discurso». Las personas y grupos.in-
do preliminar empírico» en el proceso de formación de un gru- volucrados necesitan ser capaces de tener en cuenta las posicio-
po (pág. 80). nes de los otros y deben tener la voluntad de comprometerse
Por otro lado, hay diferencias conceptuales importantes en- para determinar un transcurso de la acción colecti va aceptable
Te la multitud y el público. Park (1904/1972) sugirió que la (pág. 191). Sin embargo, Blumer se dio cuenta enseguida de que
multitud está marcada por la unidad de experiencia emocional el debate público podía darse en un marco desde «altamente
(según LeBon), mientras que el público está marcado por la emocional y lleno de prejuicios» hasta «altamente inteligente y
oposición y el discurso racional. La multitud se desarrolla como serio» (pág. 192). Siguiendo a Lippmann (1925), sugirió que el
respuesta a emociones compartidas; el público se organiza público se forma generalmente, por una parte, a través de gru-
en respuesta a un asunto. Entrar en la multitud requiere única- pos de interés que tienen un interés inmediato por la forma en
mente <da capacidad de sentir y ernpatizar», mientras que unir- que se resuelve un asunto y que participan bastante activamen-
se al público requiere también «la capacidad de pensar y razo- te para conseguir sus peticiones, y por otra parte, «un grupo más
nar con otros». La conducta del público puede, al menos independiente y con actitud de espectador», La alineación final
parcialmente, guiarse por una campaña emocional compartida, de los miembros del público menos interesados (que no desinte-
pero «cuando el público deja de ser crítico, se disuelve o se resados) determina, finalmente, cuál de los puntos de vista que
transforma en multitud» (pág. 80). compiten será el que predomine. En sus esfuerzos por conseguir
El concepto de público como una entidad colectiva elemen- apoyo, los grupos interesados pueden subvertir parcialmente el
tal recibió, tal vez, el tratamiento conceptual más completo por discurso racional intentando despertar emociones y proporcio-
parte de Blumer (1946), quien amplió y aclaró los primitivos nando mala información. A pesar de ello, en la visión de Blumer
análisis de Park. Blumer propuso que «el término público se (1946), «el auténtico proceso de discusión fuerza a una cierta
utilice para referirse a un grupo de gente que a) están enfrenta- cantidad de consideración racional- que ayuda a asegurar una
dos por un asunto, b) se encuentran divididos en su idea de conclusión más o menos racional. Así pues, <da opinión pública
cómo enfocar el asunto, y e) abordan la discusión del asunto» es racional, pero no necesariamente inteligente» (pág. 192).
(pág 189; véase también Milis, 1956, págs. 303-304, para una La masa. Tal como Park anteriormente, Blumer (1946) ob-
definición similar). El desacuerdo y la discusión alrededor de servó que bajo condiciones de excitación emocional común, el
un asunto concreto hacen existir a un público. Un problema público podría transformarse en una multitud, dando lugar, en
fuerza a la gente a actuar colectivamente para dar una respues- consecuencia, a «un sentimiento público» más que a una opi-
ta, pero les faltan tradiciones, normas o reglas que indiquen nión pública. Sin embargo, indica que en los tiempos moder-
claramente qué tipo de acción ha de llevarse a cabo. Como la nos, el peligro de que el público se convierta en multitud es
multitud, el público «carece de los rasgos característicos de una menos inquietante que el peligro de que pueda verse «despla-
sociedad» (Blumer, 1946, pág. 189) Ysus miembros no tienen zado por las masas» (Blumer, 1946, pág. 196). Un tercer agru-
papeles de status fijos (recuérdense las nociones igualitarias pre- pamiento colectivo elemental, la masa, se distingue en varias
dominantes en el pensamiento del siglo XVIII). Como indicó formas importantes de la multitud y el público. La masa se com-
Blumer, «el público es una especie de grupo amorfo cuyo tama- pone de indi viduos anónimos y se distingue por tener una inte-
ño y número de miembros varía según el asunto; en vez de tener racción y comunicación entre sus miembros realmente muy pe-
46 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 47

queña. Es extremadamente heterogénea, e incluye personas de La preocupación de Blumer fue elaborada por Milis (1956),
todos los estratos de la sociedad y «de todas las profesiones» que indicó que la masa había suplantado al público en la vida
(Blumer, 1946, pág. 185). La masa es muy dispersa geográfica- política americana. Haciéndose eco de la visión «discursiva»
mente. Está más imprecisamente organizada que la multitud o del público, Milis observó que los canales de comunicación en-
el público, y sus miembros son incapaces de actuar concertada- tre un verdadero público eran abiertos y estaban dispuestos a
mente. responder, permitiendo a muchas personas tanto expresar opi-
Lo que une a las masas no es la emoción compartida (como niones como recibirlas. Basándose en la noción de soberanía en
en la multitud) ni el desacuerdo o la discusión (como en el pú- la formación del público, propia de la Ilustración (capítulo 2),
blico), sino un foco de interés común o atención, algo que atrae indicó que las instituciones autoritarias de la sociedad no pene-
a la gente fuera de los límites de su experiencia restringida. «El tran en el público, que es «en consecuencia, más o menos autó-
objeto del interés de las masas», sugiere Blume (1946), «consis- nomo en su funcionamiento» (pág. 304). Lamentablemente, en
te en atraer la atención de la gente fuera de su cultura local y su la estimación de Milis, las condiciones modernas aparecen mu-
cho más favorables a la masa que a la opinión pública, por
esfera vital, dirigiéndola hacia un universo más amplio, hacia
cuatro razones básicas:
áreas que no están definidas o cubiertas por reglas, regulaciones
o expectativas» (pág. 186). La atención compartida es un vínculo
En una masa, a) son muchas menos las personas que expre-
único entre los miembros de la masa; no actúan bajo la guía de san opiniones que las que las reciben, pues el conjunto de públi-
ningún tipo de voluntad colectiva. Dado que son incapaces (o no cos se convierte en una colección abstracta de individuos que
tienen intención) de comunicarse entre ellos, excepto en la forma recibe impresiones de los medios de comunicación. b) Las co-
más limitada, se ven conducidos a actuar separadamente. La municaciones que prevalecen están tan organizadas que es difí-
masa «consiste meramente en un conjunto de individuos que son cil o imposible para un individuo responder de forma inmediata
diferentes, independientes, anónimos» y que actúan en respuesta o con algún efecto. e) La realización de la opinión en acción está
controlada por las autoridades, que organizan, y controlan los
a sus propias necesidades (págs. 186-187). Blumer presentó va- canales de tal acción. d) La masa no tiene autorización de las
rios ejemplos de masas en la vida contemporánea: aquellos «que instituciones; por el contrario, agentes de las instituciones auto-
se excitan ante cualquier acontecimiento nacional, los que se in- rizadas se incorporan a esta masa, reduciendo cualquier autono-
teresan por un juicio criminal que aparece en la prensa, o los que mía que pudiera haber en la formación de opinión por medio de
participan en grandes migraciones» (pág. 185). la discusión (pág. 304).
Blumer sugiere también que la conducta de las masas devie-
ne crecientemente significativa en la vida industrial y moderna En consecuencia, según los cálculos de Mills, hay pocas dis-
urbana al «haber impulsado a los individuos a alejarse de las cusiones públicas auténticas en la vida política moderna, y cual-
raíces costumbristas y haberlos empujado a un mundo más am- quier discusión que tenga lugar no puede considerarse propia-
plio», junto con la creciente movilidad, los medios de comuni- mente soberana, en el sentido de que su «universo de discurso»,
cación de masas y la educación (pág. 187; Kornhauser, 1959; para usar la expresión de Blumer, se ha visto en gran medida
Escarpit, 1977). Peor aún, consideró al público como gradual- circunscrito por los medios de comunicación. Otros investiga-
mente sobrepasado por la masa: «El creciente desarraigo de la dores han adoptado un punto de vista mucho más optimista con
gente con respecto a la vida local, la multiplicidad de asuntos respecto a la comunicacion pública (Katz y Lazarsfeld, 1955),
públicos, la expansión de las agencias de comunicación junto pero la distinción básica conceptual entre masa y público sigue
con otros factores, ha conducido a las personas a actuar cada siendo muy compartida (véase Graber, 1982).
vez más por selección individual, más que participando en una
discusión pública» (pág. 196). Como resultado, sospecha Blu-
mer, el público y la masa estarán cada vez más entremezclados y
serán más difíciles de diferenciar.
48 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE {(PÚBLICO» 49

Las cuestiones y los públicos punto, porque «la gente a menudo no sabe lo que quiere en una
situación» (pág. 317). Hacia el final de la primera fase, sin em-
La concepción sociológica del público contempla a éste bargo, el problema ha cristalizado en un asunto reconocido y la
como una colectividad imprecisamente organizada que surge gente implicada, el público de este asunto, tiene alguna idea de
del transcurso de la discusión en torno a una cuestión. En con- lo que quiere. Pero pueden no saber aún suficientemente bien
traste con la masa, que se basa únicamente en una atención cuál es la mejor forma de conseguirlo. Entonces tenemos el se-
común hacia algún asunto y que está formada por respuestas gundo estadio, la fase de propuesta, en el que se formulan una o
idiosincráticas formadas lejos de cualquier debate o discusión, más líneas potenciales de acción como respuesta al problema.
el público se distingue por una resolución colectiva de algún De nuevo, una considerable ambigüedad rodea el proceso, pues
problema por medio de argumentos y réplicas. U na inferencia surgen y se descartan muchas ideas. Aunque más claramente
mayor de esta concepción, ya evidente en las observaciones de discursiva que el primer estadio, la fase de propuesta aún impli-
Blumer (1946) y Mills (1956), es que el público discursivo repre- ca «algunas de las características de la conducta colectiva: mo-
senta sólo una pequeña porción del electorado moderno (AI- vimientos a tientas, emociones efimeras, ondas esporádicas de
mond, 1950; Berelson, Lazarsfeld y McPhee, 1954; Rosenau, rumores y presiones, clamor desorganizado» (pág. 313). En este
1961; Key, 1961; Devine, 1970; Neuman, 1986). Otra impor- punto del proceso, según Foote y Hart, los miembros del públi-
tante inferencia es que un público no es una entidad fija. Cam- co tantean colectivamente las dimensiones del problema y de-
bia en cuanto a su tamaño y su composición al tiempo que terminan una o varias formas de resolverlo.
primero se identifica un asunto, se varía con la discusión, y A continuación viene la fase política, estadio durante el cual
finalmente se resuelve (Blumer, 1946,1948; Price y Roberts, los méritos y debilidades de las propuestas alternativas, que ya
1987). han sido determinadas, se debaten activamente. Es la fase más
Fases del desarrollo. El modelo discursivo formulado por claramente identificable como discurso público, en la que los
Park y Blumer es esencialmente desarrollista por naturaleza, y miembros más activos del público buscan el apoyo de aquellos
mantiene que la opinión pública se forma a través de una se- menos involucrados, intentando conseguir un consenso para
cuencia de estadios (Bryce, 1888, Foote y Hart, 1953; Davison sus propuestas. Los encuestadores controlan activamente las
1958).' Según estas líneas, Foote y Hart (1953) identifican cinco opiniones sobre el asunto durante esta fase, y en los medios de
fases colectivas en la formación de la opinión pública. La pri- comunicación aparecen editoriales y cartas de apoyo o de oposi-
mera es lafase del problema, en la que alguna situación es consi- ción a propuestas específicas. La fase política, finalmente, cul-
derada problemática por una persona o grupo determinado y mina con una decisión para acometer un plan específico de ac-
con el tiempo se considera generalmente como tal. En este pri- ción, iniciando, en consecuencia, la fase programática, durante
mer estadio, una falta de definición rodea tanto al problema cuyo transcurso se realiza la acción aprobada. Finalmente, hay
como a sus consecuencias, y por esta razón el público pertinente un quinto estadio, la fase de valoración, en el que se realizan
es indeterminado. Tal como sugieren Foote y Hart, «público y evaluaciones periódicas de la efectividad de la política llevada a
problema surgen juntos en el transcurso de una interacción» cabo, especialmente por parte de las minorías de no convenci-
(pág. 312). Tal interacción es rudimentaria y provisional en este dos que se formaron durante el debate público. Incluso si la
política es generalmente un éxito, sugieren Foote y Hart (1953),
3. Incluso antes de comienzos de siglo, Bryce (1888, págs. 2-5) describió la «la gente puede encontrar que lo que buscaba no era lo que se
formación de la opinión pública como procedente de una secuencia de etapas quería, después de todo, o que el éxito a la hora de satisfacer
notablemente similar a aquellas más tarde identificadas por sociólogos tales deseos previos ha dado lugar a problemas imprevistos» (pág.
como Foote y Hart (1953) y Davison (1958). Más recientemente, analistas de 318).
una gran variedad de campos han propuesto etapas de.desarrollo de la opinión
pública que son aproximadamente comparables con las de Foote y Hart (1953)
Actores y espectadores. A lo largo de estas fases de desarrollo,
descritas anteriormente. Véase, por ejemplo, Downs (1972), Nimmo (1978, el público cambia de tamaño, aumentando desde los pocos que
págs. 238-240) y VanLeuven y Slater (1991). primero se dieron cuenta del problema hasta los muchos que
50 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «(PÚBLICO)) 51

finalmente participaron de alguna forma en su resolución (Da- Extensión del debate público. El éxito a la hora de conseguir
visan, 1958). El público cambia también en su composición, una audiencia mayor se da en parte, y quizá principalmente,
ampliándose desde aquellos más directamente implicados en la debido a los esfuerzos concertados de los actores para hacer
definición del asunto, los que formulan propuestas y debaten públicas sus pugnas y desacuerdos. Numerosos analistas han
sus méritos, hasta otros muchos que simplemente siguen la es- observado que la política consiste, en gran manera, en la crea-
cena según se desarrolla. Lippmann (1925) y Blumer (1946) ción y supresión de asuntos: la consecución de público para
consideran al público, por naturaleza, formado esencialmente problemas específicos, o la definición de problemas de tal for-
por dos niveles: los elementos activos y los elementos relativa- ma que el público no se forme en su entorno (Cobb y Elder,
mente más pasivos. Lippmann habla generalmente de actores y 1983, cap. 5; Taylor, 1986). Tal como indica Schattschneider,
espectadores. Los actores son aquellos que -tanto si son funcio- <<10 que sucede en política depende de la forma en que la gente
narios como si son ciudadanos interesados- intentan influir di- se divida en facciones, partidos, grupos, clases, etc.» (pág. 62).
rectamente en el curso de los asuntos políticos. Se dan cuenta de Siguiendo estas líneas, las recientes in vestigaciones experimen-
los problemas, proponen soluciones, e intentan persuadir a los tales sugieren que alterar las imágenes de los medios de comuni-
demás de su punto de vista. Los espectadores, por otra parte, cación sobre los grupos sociales que componen las partes opues-
componen la audiencia de los actores, siguiendo sus acciones tas de un determinado asunto, puede producir diferencias en la
con diversos grados de interés y actividad (Dewey, 1927; AI- forma de responder de la audiencia (Price, 1989). Los actores
mond, 1950; Schattschneider, 1960). Pero la distinción entre gastan considerable energía intentando presentar el conflicto en
actores y espectadores en el público no es definitiva, y «hay, con la forma que mejor convenga a sus intereses.
frecuencia, una mezcla de los dos tipos de conducta» (Lipp-
Por otro lado, los asuntos no surgen únicamente debido al
mann, 1925, pág. 110)4 Además, los miembros de estos dos
estratos, no claramente delimitados, cambian con cada asunto. esfuerzo de los actores. «Se hacen millones de intentos», obser-
Tal como indica Lippmann, «los actores de un determinado va Schattschneider (1960), «pero un asunto tiene lugar única-
asunto son espectadores en otro, y los hombres pasan continua- mente cuando se produce la batalla» (pág. 74). ¿Por qué unos
mente de uno a otro lado» (pág. 110). asuntos tienen éxito en conseguir una audiencia amplia y otros
Aunque difícil de definir con límites precisos, la distinción no? Las posibles líneas de escisión política entre el electorado
entre actores y espectadores es, sin embargo, importante para son numerosas, y según Schattschneider, la constelación de po-
los analistas de la opinión pública. Los asuntos públicos surgen, sibles escisiones ayuda a determinar si un problema específico
en gran parte, de las acciones recíprocas de estos dos elementos. despierta finalmente mucho interés y divide al electorado. Mu-
Cuando hablamos de asuntos públicos, nos referimos general- chos conflictos potenciales de la comunidad no consiguen con-
mente a cuestiones en pugna entre los actores (grupos o indivi- vertirse en asuntos porque se ven desacreditados por fuertes
duos, dentro o fuera del gobierno) que han conseguido obtener antagonismos (pág. 68), pero otros asuntos son «fácilmente re-
una audiencia más amplia entre los espectadores. Los asuntos lacionables con grupos de adhesiones semejantes en la misma
pueden originarse en pequeños grupos de personas que están en dimensión general» (pág. 74). Las propias características de un
desacuerdo sobre alguna cuestión o que presionan para conse- asunto, tales como su complejidad, importancia social o impli-
guir un cambio; pero un problema o un desacuerdo no se con- caciones a largo término, pueden también influir en la probabi-
vierte en una preocupación extendida -un asunto público- has- lidad de que se extienda desde el círculo de los inmediatamente
ta que no consigue el interés y la atención de un grupo más interesados hacia un público más amplio (Cobb y Eldel, 1983).
amplio (Da visan, 1958; Lang y Lang, 1983; Taylor, 1986). Hasta cierto punto, estas características de un asunto pueden
manipularse en el transcurso de un debate público. La clave del
4. Siguiendo la terminología de Blumer, podríamos decir que la conducta del éxito político, arguye Schattschneider, reside en las formas en
público es, en el extremo más activo del espectro, verdaderamente pública (en el que los actores definen el problema y las acciones alternativas
sentido discursivo) y, en el otro extremo del espectro, más comparable con la (1960, págs 67-70). Los primeros estadios de la formación de la
conducta de masas (véase la discusión de la relación elite-masa, a continua-
ción).
opinión pública -la fase del problema y la fase de la propuesta-
52 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 53

determinan principalmente qué facciones del electorado se acti- modo, en un desafío de vital importancia para la investigación
varán y en consecuencia hasta qué punto y con qué profundidad sobre la opinión pública.
se dividirá el público durante la fase politica. Al intentar responder a este desafío, los primeros investiga-
Tras la resolución de un asunto. En la conclusión de la fase dores que abordaron el estudio empirico sistemático de la opi-
politica, una vez que el asunto está debatido y decidido, su pú- nión pública (por ejemplo, Allport, 1937) acabaron por descar-
blico, teóricamente, retrocede debido al agotamiento y la reduc- tar muchas de las nociones principales del modelo discursivo.'
ción de la comunicación. Pero las asociaciones, alineaciones y Relacionado como está con el concepto del público como una
escisiones formadas a través de la respuesta pública al problema entidad cambiante y amorfa, el modelo sociológico se demostró
específico persisten; los elementos del público más altamente mal pertrechado para cualquier modo de descripción empírica
activos y organizados, una vez formados, pueden funcionar por (P. Converse, 1987). Cuando se emprendieron la investigación
largos períodos de tiempo, consiguiendo, finalmente, un status de sondeo y las encuestas de opinión, en los años treinta, la
casi institucional (por ejemplo, grupos de interés, tales como la tarea desalentadora de observar empíricamente al público
American Association of Retired People, o la National Rifle como un grupo fluido y complejamente estructurado, de forma
Association). El público remanente de un asunto forma, de este consecuente con el modelo sociológico, llevó a su sustitución
modo, la materia prima para nuevos asuntos y nuevos públicos. por una aproximación mucho más manejable, esencialmente
.Del proceso de tratar públicamente una sucesión de asuntos, se una acepción global, «una persona, un voto», una formulación
deduce la existencia de los partidos politicos y otros grupos de consecuente con las nociones mayoritarias de la opinión públi-
interés altamente organizados, con las doctrinas e ideologías ca (capitulo 2) y con los ideales democráticos populistas (véase
que representan. Estos grupos relativamente estables y las orga- Gallup y Rae, 1940).
nizaciones forman un trasfondo lentamente cambiante sobre el El modelo global más simple era ciertamente más práctico.
que se suceden los ascensos o caídas de los asuntos específicos y Aunque los investigadores, periódicamente, presentan objecio-
sus públicos. Tal como sugiere Park (\ 9041 1972), los públicos nes y se resisten a este avance en la conceptualización (princi-
permiten a estos grupos estables adaptarse y cambiar, igual que palmente el propio Blumer en 1948), hay pocas dudas de que
favorecen la formación de nuevas asociaciones colectivas. permite a los investigadores realizar análisis empiricos sistemá-

5. Allport (1937) rechazó, en general, la concepción discursiva de la opinión


La observación del público pública, no como una ficción absoluta, sino como un camino sin salida para la
investigación. Bajo tal modelo, indicó, la opinión pública «se considera como
El público es una entidad difícil de identificar de forma pre- un nuevo producto que emerge de una discusión integrada en un grupo, un
cisa. Está imprecisamente organizado a través de la comunica- producto del pensamiento individual concertado que es diferente del promedio
o consenso de puntos de vista y de la opinión de cualquier individuo» (pág. 10).
ción que rodea a un asunto, incluye un estrato activo y uno El rechazo de Allport del modelo discursivo proviene de varias cuestiones. Pri-
pasi vo, cambia en tamaño y forma según se desarrolla, y tiene o mero, el enfoque en productos que emergen de la interacción de grupos parece
deja de tener existencia al mismo tiempo que un asunto. No es invitar al sofisma de separar el pensamiento de las mentes de los individuos.
extraño que las declaraciones generales respecto a la naturaleza Segundo, y quizá más importante, estos productos emergentes no son fácilmen-
del público sean problemáticas. Como indica Key (\ 961), «en te identificados por medio del análisis empírico. «Simplemente decimos que, si
existe tal producto emergente, no sabemos dónde está, cómo puede descubrirse,
un determinado asunto, el público puede ser un sector de la identificarse o comprobarse, o con qué valores ha de juzgarse» (pág. 11). Pero
población; en otro, un sector bastante diferente. No puede espe- expresa cierta ambivalencia. Más tarde, por ejemplo, Allport habla de los aspec-
rarse muchas coincidencias entre los profundamente interesa- tos transitorios de la opinión pública en términos bastante similares a los pro-
dos por la politica referente a la caza en las tierras altas y aque- puestos en el modelo discursivo (págs. 16-18). Y en una extensa nota a pie de
página, discute posibles alineaciones colectivas como fuerzas dentro del públi-
llos interesados por las prácticas de despido de los fontaneros» co, reconociendo que si estas fuerzas realmente existen, entonces «una formula-
(pág 15). Cómo identificar públicos tan absolutamente diferen- ción que hemos rechazado por estéril deviene válida, e incluso necesaria, como
tes a través de asuntos de amplia extensión se convierte, de este un principio de trabajo para la investigación» (págs. 21-22).
54 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 55

ticos de opiniones y actitudes en la población en general (capí- de observación, sólo dice algo sobre la forma típica de interpre-
tulo 4). Pero el cambio de perspectiva tuvo consecuencias. El tar tales observaciones. Como veremos más tarde, no todos los
nacimiento de las encuestas de opinión y la investigación de investigadores -ni siquiera encuestadores- son partidarios es-
sondeo redirigió la atención hacia intereses psicológico-sociales trictos del modelo de una persona, un voto.
por oposición a intereses ampliamente sociológicos, y colocó los La realidad del asunto es que los analistas de «el público»,
problemas de medición de la opinión a escala individual en el hoy día, podrían equipararlo, a través de diferentes situaciones
centro del campo. Tal como observó Bogart (1972), «el mundo de investigación, con colectividades muy diferentes. Algunos lo
de la opinión pública en el sentido actual, empezó con las en- equiparan con aquellas personas y grupos que participan activa-
cuestas Gallup de mediados de los años treinta, y es imposible mente en el debate público de una cuestión concreta; otros con-
para nosotros retrotraemos al significado de opinión pública tal sideran al público más generalmente como aquel sector de la
como lo entendían Thomas Jefferson en el siglo XVIII, Alexis población que aparece informado o atento sobre las cuestiones
de Tocqueville y Lord Bryce en el siglo XIX, o incluso Walter públicas en general; otros aún pueden equiparar ampliamente al
Lippmann en 1922» (pág. 14). público con el electorado o más ampliamente aún, con la pobla-
¿Es, sin embargo, «imposible retrotraernos», como dice B6- ción como conjunto." .
gart? De muchas maneras, el modelo sociológico de público, El público en general. U na concepción extendida de público
aunque eclipsado por nociones globales con el advenimiento del es la de que corresponde a una población dada en su totalidad.
sondeo, nunca se ha abandonado totalmente. Si bien es cierto En el número inaugural de la revista insignia de la materia,
que estamos predispuestos a entender la opinión pública como Public Opinion Quarterly, Allport (1937) presentó un resumen
lo que «los sondeos intentan medir», investigadores rigurosos que influyó mucho sobre la investigación futura sobre la opi-
del fenómeno (incluyendo aquellos que contribuyeron material- nión pública. Decía que cualquier concepto de público que no
mente al avance de las técnicas de sondeo) han continuado es- sea totalmente inclusivo -que no incluya a cada individuo de
forzándose por resolver los tipos de procesos colectivos analiza- una población dada- es demasiado ambiguo. Allport concep-
dos por Park, Blumer y otros (véase, por ejemplo, Berelson, tualizó el público como una población definida por la jurisdic-
1950; Stouffer, 1955). Los estudiosos contemporáneos de la ción geográfica, comunitaria y política, o por otros límites.
opinión pública no están necesariamente forzados, sólo por Como indicó «las opiniones son reacciones de individuos; no
adoptar el método de sondeo, a considerar la opinión pública pueden asignarse al público sin convertirse en ambiguas e inin-
como una reunión de «opiniones de igual valor de individuos teligibles para los investigadores» (pág.9). La identific~ción d~l
dispares» (véase Blumer, 1948). La tecnología de las encuestas público que hace_Allport con la totalidad de la población, arrai-
de opinión ha contribuido, sin embargo, a tal concepción, pero gó con fuerza en los círculos de investigación y pudo pronto
no requiere forzosamente que los analistas apliquen un modelo considerarse como la noción subyacente de la mayoría de las
conceptual concreto a los datos recogidos por medio de encues- prácticas actuales de encuesta (véase también Childs, 1939,
tas. Existe la opción de obtener otras mediciones de la opinión 1965).' Philip Converse (1987) observa que la adopción volun-
pública, por ejemplo, entresacando grupos selectos del mues- taria'de esta concepción del público no solamente se debió a su
treo total o ponderando diferencialmente según la importancia, practicabilidad. Los pioneros de las encuestas d~ opinión e in-
la implicación o la participación activa (véase Schuman y Pres- vestigación de sondeos, que comenzaron a trabajar en los anos
ser, 1981, cap. 9). O si se cree que ciertos aspectos colectivos de treinta -George Gallup, Elmo Roper y Archibald Crossley, en-
la opinión pública no pueden observarse en absoluto a través
de mediciones de los individuos integrantes, pueden emplearse 6. La organización de esta discusión se debe en parte a las útiles ideas pro-
otras técnicas tales como los análisis de contenidos (capítulo 5). porcionadas por Steven Chaffee. ., .
7. En la práctica, raramente se muestrea a toda la población. Siempre s: la
Decir que el dominio del sondeo ayuda a establecer concepcio- delimita de alguna forma, por ejemplo, utilizando sólo a las personas de ..8 anos
nes globales de la opinión pública no es decir nada respecto a la o más, excluyendo a los que no tienen casa o los que residen en instrtucrcnes, o
adecuación inherente de las técnicas de sondeo como un modo incluyendo sólo a las personas con teléfono.
56 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «(PÚBLICO~~ 57
tre otros- «eran de sólidos principios democráticos y estaban Esto no quiere decir que las opiniones recogidas del público
encantados de proporcionar un medio para que la voz del pue- en general sean, en ningún sentido, carentes de significado o de
blo pudiera oírse claramente» (P. Converse, 1987, pág. S15). El importancia para la resolución de las cuestiones públicas. Inclu-
compromiso de considerar al público como un conjunto de to- so las pseudo-opiniones irreflexivas, aunque evidentemente no
dos los miembros de la sociedad fue una decisión democrática reflejan las opiniones públicas que disfrutan de una amplia con-
populista.
sideración o debate, pueden ser esfuerzos significativos para
Pero el «público en general» cuando se le equipara con la
responder a las preguntas de la encuesta (Bishop y otros, 1980;
población general, no es claramente un público en el sentido
más tradicional del término. Cincuenta años de investigación Schuman y Presser, 1981). Más aún, el mero hecho de que los
de sondeos han confirmado abrumadoramente las primeras sos- sondeos de opinión tengan un papel institucionalizado en la
pechas de Bryce (1888) y Lippmann (1922) acerca de que el esfera política (Sabato, 1981) ha dado probablemente a la opi-
grueso de la población general es desinteresada y está desinfor- nión de masas un impulso creciente en la configuración de la
mada sobre la mayoría de las materias que podrían considerarse política. Aunque se reconoce que la opinión de masas es superfi-
asuntos públicos (véase, por ejemplo, Erksine, 1962, 1963; Ti- cial, y se ha observado que en algunos casos se separa considera-
mes Mirror Center for the People and the Press [Times Mirror], blemente de la opinión pública efectiva (por ejemplo, el asunto
1990). Key descubrió en 1961 que casi el 10 % no presta aten- del control de armas; véase Schuman y Presser, 1981), la pobla-
ción en absoluto ni siquiera a las más evidentemente visibles ción en su totalidad continúa equiparándose con el público en
campañas presidenciales. La concurrencia de votantes en elec- muchos estudios.
ciones presidenciales es actualmente cercana al 50 %. Neuman El público que vota. Otra entidad comúnmente identificada
(1986) llegó a la conclusíón de que aproximadamente el 66 % de con el público es el electorado, un colectivo masivo e indiferen-
la población americana tiene poco o ningún interés en la políti- ciado que representa como máximo el 70 % de la población
ca (pág. 10; Kinder y Sears, 1985). Según algunas estimaciones, occidental y en algunos casos (por ejemplo en las elecciones
una cantidad tan alta como el 33 % de las opiniones recogidas municipales) una parte aún menor. Directamente alineado con
en los sondeos de población general son simplemente las res- la teoría democrática representativa (capítulo 2), el electorado
puestas que se les pasa por la cabeza, ofrecidas sin dedicarles es una de las definiciones operacionales más comunes del públi-
ninguna reflexión o discusión previa (Bishop, Oldendick, Tuch- co, y los resultados electorales son, tal vez, el ejemplo más visi-
farber y Bennett, 1980; Graber, 1982; Neuman, 1986). Es, en ble de la opinión pública en la sociedad occidental.
consecuencia, dífícil aceptar que toda la población sea un grupo Dada la variabilidad en la afluencia de votantes a las di-
comprometido en una consideración o discusión seria de la ma- versas elecciones, el problema de identificar aquel sector de la
yoría de los asuntos. Los puntos de vista dados a los encuestado- población general más dispuesta a votar en un caso específico
res son, a menudo, desorganizados, desconectados, respuestas presenta dificultades para los encuestadores: un ejemplo simpli-
individuales, formadas fuera del foro del debate público. En ficado del problema más amplio inherente al hecho de situar
otras palabras, son opiniones de la masa. Tal como señaló Cres- empíricamente públicos variables, como se concebía en el mo-
pi (1989), «entendiendo la opinión pública como la Suma de las delo sociológico, a lo largo de asuntos diferentes. Aún más, la
opiniones de los individuos que componen el electorado, más capacidad de las encuestas de opinión para predecir los resulta-
que como una fuerza que emerge de una sociedad organizada, dos de las elecciones ha sido durante mucho tiempo considera-
los encuestadores, implícita, si no explícitamente, definen su da corno una indicación de su validez general. Si la afluencia
trabajo como la medición de la opinión pública en la sociedad fuera uniformemente alta, las muestras de la población general
de masas» (pág. 11).8 podrían funcionar bastante bien. Pero una fuente de error reco-
nocida para predecir los resultados de las elecciones es la baja
8. Por otro lado, los sondeos permiten estimar cuánta gente no tiene ninguna afluencia de votantes (Crespi, 1989; Cantril, 1991). Puesto que
opinión respecto a un asunto, lo que no es, en ningún caso, una información muchos de los que responden a los sondeos masivos no están
trivial (capítulo 4). predispuestos a votar, los encuestadores, a veces, intentan iden-
58 LA OPINiÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 59

tificar a los no votantes cuando realizan sus proyecciones. Se pañas e incluso a mantener un interés continuado por el flujo de
han desarrollado técnicas estadísticas para ajustar los sondeos acción entre campañas» (pág. 544). Como resume Devine
estimativos preelectorales con el fin de tener en cuenta la proba- (1970, pág. 34), «el público atento se concibe como un público
bilidad de voto (por ejemplo, Traugott y Tucker, 1984), pero importante para el sistema político americano». Es éste el grupo
hasta ahora pocas organizaciones de sondeo las han adoptado que presta una atención continuada a los asuntos políticos, se
(Crespi, 1989). implica seriamente en asuntos públicos, y habla ocasionalmente
No hay duda de que el acto de votar es una clara expresión con los demás sobre estas cuestiones. Estos son los espectadores
conductista de la opinión y puede incluso considerarse como sobre los que escribió Lippmann (1925).
una forma de participación en un debate público (si bien limita- La investigación sobre la atención a las noticias políticas
do por las alternativas electorales específicas ofrecidas). Sin em- confirma la idea de que hay un estrato razonablemente estable
bargo, el hecho de que una persona haya votado en una elección de la población que presta atención a los asuntos públicos. Es
no debe, en ningún caso, considerarse como una indicación de cierto que para distintos tipos de historias la medida de la
'que se haya ocupado activamente de considerar las posibilida- audiencia atenta varía, pero para las noticias políticas más típi-
des en juego. Las investigaciones indican que muchos votantes cas, los grupos atentos son bastante pequeños (Robinson y
van a votar sin mucha información que guíe su elección. «La Levy, 1986; Times Mirror, 1990). Price y Zaller (1990) analiza-
imagen de votantes desinformados ante la cabina, mirando fija- ron modelos sobre conocimiento de las noticias a través de 16
mente hacia sus pies en busca de claves que les ayuden en su noticias referentes a tipos muy variados (desde asuntos sobre
decisión de voto no es, según todas las probabilidades, una hipér- política internacional hasta noticias sobre el juicio al telepredi-
bole» (Neuman, 1986, pág. 173). O como dice Key (1961) «una cador Jim Bakker y la actriz Zsa Zsa Gabor). La mejor y más
parte sustancial de la ciudadanía... "puede preocuparse" por consecuente predicción de conocimiento, incluso para las histo-
cómo se desenvuelven las elecciones, y puede tener un cierto rias no políticas, resultó ser una medición global de conoci-
"interés" en las campañas. Esta implicación suele llevar implícito miento político de fondo. El conocimiento y la atención de los
un cierto sentido de compartir el proceso político ... aunque las asuntos públicos parecen ir de la mano, y la población parece
actividades asociadas con este sentido de la implicación son de estar bien estratificada respecto a ese continuum información/
tipo diferente de aquéllas de los públicos altamente atentos cuyos atención (Neuman, 1986; Price y Zaller, 1990).
miembros están especialmente bien informados y en contacto ¿De qué modo identifican los investigadores como grupo a
bastante directo con los procesos políticos» (pág. 547). un público atento? Devine (1970) utiliza cinco medidas de reco-
-El público atento. Del 70 % aproximado de la población ge- nocimiento: interés general en política, interés en campañas de
neral que vota, al menos ocasionalmente, sólo el 50 % está gene- elecciones nacionales, hablar sobre política, exposición a las no-
ralmente atento a los asuntos públicos (véase Devine, 1970)-, En ticias de los periódicos sobre política, y lectura sobre política en
reconocimiento al hecho de que el electorado incluye a muchas las revistas. Sobre esta base, clasificó aproximadamente un ter-
personas que generalmente no están implicadas ni son acti va- cio del total de la población como generalmente atento (pág. 55,
mente políticas, Almond (1950) indica que es necesario obser- véase también Kingdon, 1970). Devine encontró que el grupo es
var un grupo mucho más pequeño de ciudadanos para obtener bastante heterogéneo, aunque, como podía esperarse, las varia-
respuestas realistas a preguntas sobre el modo en que la opinión bles socioeconómicas están claramente correlacionadas con la
pública configura la política actual. En su análisis sobre forma- pertenencia al público atento. Los miembros de este grupo son
ción política exterior, identifica un grupo que llama público mucho más activos que los otros en los debates públicos, se
atento, «que está informado e interesado por los problemas de unen con mayor probabilidad a las manifestaciones o llevan
política exterior, y que constituye la audiencia para las eli- emblemas de las campañas, y tienen diez veces más probabili-
tes de la política exterior» (pág. 138). Más generalmente, Key dades que los demás de escribir sobre temas de interés público
(1961) postula que un pequeño número de ciudadanos de entre (Devine 1970, pág. 119). Dado esto, podríamos esperar que un
la población tenderá a «manifestar un gran interés por las cam- examen de cartas al director daría un número desproporciona-
60 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «(PÚBLICO» 61

do de miembros del público atento. Con todo, este grupo se opinión (es decir, entre el público atento) en busca de seguidores
distingue principalmente por su atención a los asuntos públicos y conversos para sus causas.
más que por su actividad. Analistas como Almond y Key, generalmente, equiparan la
El público activo. Un escalón más arriba en la escala del opinión de elite con la opinión efectiva. El público activo es más
interés y actividad pública, hay un grupo mucho más pequeño directamente responsable de configurar la acción gubernamen-
que podríamos llamar el público activo, que puede llegar hasta el tal. Como dice Almond, «casi podría decirse "Quien moviliza a
15 % del público atento (véase Neuman, 1986). Aquí tenemos a las elites moviliza al público". Tal formulación estaría al menos
los actores del esquema conceptual de Lippmann (1925). Como más cerca de la verdad que algunas de las ardientes proclamas
de los ideólogos de la democracia» (1950, pág. 138). Por su gran
en la distinción previa entre el público general y el público aten-
influencia en muchas decisiones políticas, la división interna y
to, sin embargo, la demarcación entre los activistas políticos y el
la competición entre las elites es importante para el funciona-
público tipo espectador «debe considerarse más una zona gris miento de un gobierno democrático (Dahl, 1961). Se discute,
que una línea definida» (Key, 1961, pág. 543). El compromiso sin embargo, la interpretación de descubrimientos empíricos
de este grupo en asuntos políticos incluye tanto medios forma- que apoyen este asunto (véase Dahl, 1985). Aunque las clases
les de participación política -contribución monetaria, perte- altas contribuyen, de hecho, desproporcionadamente al público
nencia organizativa y asistencia a mítines- como una participa- activo, pueden encontrarse activistas procedentes de todas las
ción informal muy activa, tal como discusiones públicas y clases (Key, 1961; Boynton, Patterson y Hedlund, 1969; Neu-
debates con los demás. man, 1986). La heterogeneidad de la elite es crucial, porque si
El término elite se utiliza bastante frecuentemente para refe- las elites se convierten en grupos demasiado cohesivos, esto
rirse a estos miembros más activos de la población (Campbell, realmente anulará cualquier oportunidad para la elección públi-
Converse, Miller y Stokes, 1960). Por ejemplo, Key (1961) en- ca. En otras palabras, debe haber pluralismo entre las elites: una
tiende la elite política «en un sentido amplio que incluye los multiplicidad de centros de poder, con cierta autonomía e inde-
líderes políticos, funcionarios gubernamentales, activistas de pendencia económica (Key, 1961, pág. 540; pero véase también
partido, creadores de opinión, y otros de este estrato vagamente Milis, 1956).
definido de la sociedad que habla y actúa en roles políticos» Asuntos públicos. Las caracterizaciones del público atento y
(pág. 259). Esta concepción encaja bastante bien con la visión del público activo sugieren -y varios descubrimientos empíri-
de Lippmann de los actores. Como indica Key, «la elite política cos parecen confirmarlo- la existencia de estratos generales en-
-Ios que hablan, los que persuaden, los que defienden, los que se tre la población, más o menos delimitados por crecientes nive-
oponen- media entre el mundo de acontecimientos remotos y les de interés, atención y participación en los asuntos públicos a
complejos y la masa del público» (pág. 261). De forma similar, través de una variedad de asuntos (Neuman, 1986). Pero elmo-
cuando Almond (1950) usa el término elite, se refiere al «estrato delo sociológico de público, recordaremos, postula una fluctua-
de población relacionado con la política que da estructura al ción bastante considerable en el tamaño y composición de los
público» (pág. 138). Dentro de este estrato, Almond distingue diferentes públicos para los problemas variados. Ciertamente,
varias clases diferentes de elites: los líderes políticos del gobier- la variabilidad de la afluencia de votantes en las elecciones pres-
no (las elites políticas), miembros de los cuerpos profesionales ta alguna credibilidad a la idea de que la actividad y el interés
que disfrutan de poderes especiales por su familiaridad y con- público crecen y decrecen con los diferentes asuntos, y estas
tacto con el gobierno (elites burocráticas), los representantes de fluctuaciones en el tamaño del público pueden ir de la mano
grupos privados de orientación política (grupos de interés), y las de fluctuaciones en su organización. Las nociones de asuntos
elites de las comunicaciones, que incluyen no sólo a los medios públicos y públicos especiales se refieren a este fenómeno (Al-
de comunicación de masas, sino también a los líderes de opi- mond, 1950). Las diferencias en los distintos asuntos pueden
nión efectivos, que utilizan canales interpersonales, clérigos, lí- extenderse a espectadores y actores; si así fuere, podríamos ha-
deres de las órdenes fraternales y clubs, etc. (pág. 139-140). Es- blar separadamente de públicos activos respecto a un asunto y
tos miembros del público activo compiten en el mercado de públicos atentos respecto a un asunto.
62 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 63
Parece, así, haber variabilidad a través de los asuntos, por claramente la variable importancia de los diferentes asuntos
ejemplo, en la composición del componente activo o de elite del públicos para diferentes grupos dentro de la población general.
público. Réferencias al «estrato de elite de la sociedad» pueden Krosnick descubre que, aunque sólo un pequeño porcentaje de
frecuentemente oscurecer el hecho de que muy diferentes secto- ciudadanos concede un alto nivel de importancia a cualquier
res de la población pueden devenir activamente comprometi- asunto específico, cerca de la mitad de la población americana
dos en intentar resolver diferentes problemas. Los grupos orga- concede gran importancia a, al menos, un problema. Además,
nizados se unen claramente para asuntos concretos. Operation encuentra sólo débiles interrelaciones entre las medidas de la
Rescue, por ejemplo, existe Como respuesta al debate del abor- importancia de diferentes asuntos, sugiriendo que hay públicos
to, y Mothers Against Drunk Driving se formó para tratar sobre discretamente atentos estimulados por problemas diferentes.
otro problema bastante distinto. No hay duda de que hay ten- Por otra parte, hay también evidencias que apoyan la perspecti-
dencias globales para que los individuos partículares se convier- va de que el públíco atento es relatívamente estable a través de
tan en generalmente activos, o no, en política. Pero no pueden los asuntos. Recientes investigaciones en liderazgo de opinión,
olvidarse las sustanciales diferencias en la composición de la por ejemplo, han descubierto que ser un líder de opinión en un
elite para cada asunto especifico (Key, 1961). campo está relacionado con ser líder también en otro campo
Está menos claro si el público atento es, en forma similar, (Katz y Lazarsfeld, 1955; Marcus y Bauer, 1964). La cuestión de
específico respecto a los asuntos. Parece haber variabilidad de la estabilidad generala de la especificidad distributiva del pú-
un asunto a otro en la composición y tamaño de las audiencias blico atento es conceptualmente importante, aunque esté lejos
interesadas. Como indica Key (1961), más allá del público ge- de una respuesta empírica. Ciertamente, influiría en la forma en
neralmente atento, con interés en un conjunto de aconteci- que uno trata de vérselas pragmáticamente con la opinión pú-
mientos políticos, «existe una población compleja de públicos blica, como, por ejemplo, en el diseño de campañas políticas.
especiales cuyas atenciones se centran más o menos continua- U na campaña puede concebir su audiencia como el público ge-
mente en agencias específicas gubernamentales o campos polí- neralmente atento (como posiblemente hacen muchas campa-
ticos» (pág. 544). Ser miembro de un público atento respecto a ñas), o intentar una aproximación más específica apelando a
un asunto puede basarse parcialmente en estar, por lo general, aquellas personas que están especialmente atentas a un proble-
bien informado, pero también en un interés especial sobre un ma dado.
problema en particular o un conjunto de asuntos. Problemas Nuestro breve resumen, en consecuencia, señala varias ob-
diferentes tienen consecuencias para diferentes personas; así servaciones interesantes. Primera, hay un grado relativamente
pues, los públicos pueden formarse de forma natural a partir alto de coherencia entre el modelo sociológico de público, como
de aquellos grupos más directamente afectados (Dewey, 1927). se formulaba en la primera parte del siglo XX, y el esquema
Un curioso ejemplo de este fenómeno lo proporcionó el debate conceptual que emerge de las recientes investigaciones empíri-
del congreso norteamericano en 1989 sobre el posible rechazo cas. Los cuatro principales conceptos colectivos comúnmente
del catastrófico programa de salud del gobierno. Las personas invocados en la investigación de la opinión pública -el público
de más de 64 años estuvieron interesadas, probablemente, general, el electorado, el público atento y la elite o público acti-
unas dos veces más que el resto de la población. A pesar de vo- corresponden aproximadamente a un continuum de masa a
ello, entre los mayores había también una fuerte relación entre público. Dentro del tercer público -el público atento- es donde
el conocimiento general de las cuestiones públicas y el conoci- encontramos entremezclados la masa y el público que Blumer
miento del debate de la seguridad social. Aproximadamente el (1946) predijo. Aunque pudiéramos concebirlos útilmente
75 % de las personas mayores mejor informadas tenían con- como cuatro estratos generales de la población, hay también
ciencia del asunto, mientras que sólo el 20 % de los que esta- ciertas evidencias de que estos grupos -especialmente el públi-
ban peor informados generalmente estaban al corriente de ello co activo- están, a menudo, compuestos de modo distinto para
(Price y Zaller, 1990). diferentes problemas, tal como sugiere el modelo tradicional.
La reciente investigación de Krosnick (1990) indica también U na segunda observación es que cada una de estas cuatro
64 LA OPINIÓN PÚBLICA

colectividades -tanto si se consideran formalmente como públi- 4. Conceptualización de opiniones


co como si no- puede desempeñar un papel significativo en la
formación de la opinión pública (véase Lang y Lang, 1983). En
este sentido, la búsqueda de el público tiene probabilidades de
resultar vana. Equiparar al público con uno de estos grupos
puede oscurecer la contribución de los otros en el proceso. Cier-
tamente, miembros del público activo (grupos de interés y elites
organizadas) disfrutan de una influencia desproporcionada en
la política y merecen una atención más sistemática por parte de.
la investigación de la opinión pública (como indica Key, 1961; Y
Graber, 1982). Pero al prestar atención a los actores, no debe-
mos olvidar el papel de los espectadores, o como Bryce (1888)
indicó hace más de un siglo, «la acción refleja de la clase pasiva
sobre la clase activa» (pág. 11). Es en la interacción entre estos
grupos -cómo se forman y cambian con el tiempo- donde de-
ben, posiblemente, buscarse las respuestas concernientes a la
formación colectiva y el impacto en la opinión pública (Lang y
Lang, 1983). El capítulo cinco considerará esta posibilidad con
mayor detalle.

Los años treinta representaron un importante giro en el pen-


samiento respecto a la opinión pública, marcado por un aleja-
miento general del punto de vista que lo consideraba como un
fenómeno colectivo, supraindividual (Cooley, 1909), hacia una
perspectiva más individualista que lo considera como un con-
junto de opiniones dentro de una población designada (Childs,
1939). Esta variación de enfoque fue propiciada, principalmen-
te, por dos importantes avances metodológicos interrelaciona-
dos, que configuraron no sólo la investigación sobre la opinión
pública sino la totalidad de la ciencia social americana. El pri-
mero fue el desarrollo de la medición psicológica, especialmen-
te el desarrollo de las técnicas cuantitativas para medición de
las actitudes (Thurstone, 1928; Thurstone y Chave, 1929; Li-
kert, 1931). La disponibilidad de tales técnicas permitió a los
investigadores interesados en opiniones y actitudes (a menudo
consideradas como esencialmente la misma cosa) realizar in-
vestigaciones empíricas sistemáticas de sus propiedades, deter-
minantes y relaciones con la conducta.
66 LA OPINIÓN PÚBLICA
CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 67
Un segundo avance clave fue la aplicación de la teoría del Opiniones y actitudes
muestreo científico a la investigación social, tanto en la teoría
como en la práctica. El sondeo social se había ya usado antes de La historia de la investigación de la opinión pública es pro-
este momento, principalmente para obtener datos objetivos ta- bablemente inseparable de la historia de la investigación sobre
les como información relativa a las condiciones económicas de la actitud. De hecho, los dos términos se utilizan, a menudo, de
diferentes localidades (Flerning, 1967, pág. 344; J. Converse,
forma intercambiable (véanse Berelson y Steiner, 1964, pág.
1987). A finales de los años veinte y los años treinta, los investi-
gadores, equipados con nuevos dispositivos para medir actitu- 557; McGuire, 1985). Doob (1948) equiparó directamente opi-
des y opiniones, se embarcaron también en el muestreo del fe- niones y actitudes en su definición de opinión pública: «Se re-
nómeno subjetivo (Lynd y Lynd, 1929). El uso de técnicas de fiere a las actitudes de las personas sobre un determinado asun-
muestreo científicamente diseñadas -aunque bastante toscas to cuando son miembros de un mismo grupo sociab (pág 35).
para los niveles de hoy en día- permitió a Gallup, Crossley y Childs (1965) describió una opinión como «una expresión de la
Roper predecir con cierta exactitud el resultado de las eleccio- actitud por-medio de palabras» (pág. 13).'
nes presidenciales de 1936, basándose en relativamente pocas Aunque se tiende a usar los d-;'s términos de forma intercam-
entrevistas, mientras descomunales pero fortuitas «encuestas biable, ocupan posiciones conceptuales de alguna forma dife-
de voto», llevadas a cabo por muchos periódicos y revistas del rentes. Las opiniones y las actitudes, con frecuencia, se con-
momento, sobre todo el prestigioso Literary Digest, erraron el trastan en las publicaciones, y se ha dicho que difieren concep-
resultado (Crossley, 1937). tualmente en, al menos, tres formas. Primera, a las opiniones se
>La combinación del avance en las mediciones y los mues- las ha considerado habitualmente como observables, respuestas
treos colocó a los investigadores en posición de estudiar opinio- verbales ante un asunto o cuestión, mientras que una actitud es
ne~'Y actitudes, en grandes poblaciones, y también de recoger lo una predisposición secreta o una tendencia psicológica. Segun-
que se consideraba, cada vez más, como una lectura muy exacta do, aunque ambas, actitud y opinión, implican aprobación o
de la opinión pública en asuntos de importancia política y so- desacuerdo, el término actitud se dirige más hacia el afecto (es
cial. A principios de los años cuarenta, grandes centros de inves- decir, gustos o fobias fundamentales), y la opinión. más intensa-
tigación de sondeos se establecieron en las universidades, des- mente, hacia el conocimiento (por ejemplo, una decisión cons-
pachos gubernamentales e industrias privadas (J. Converse, ciente de apoyar u oponerse a alguna política, político o grupo
1987; Sudman y Bradburn, 1987). La revista Public Opinion político). Tercero, y tal vez más importante, una actitud se con-
Quarterly se publicó por primera vez en 1937, y la American ceptualiza tradicionalmente como una orientación global, per-
Association for Public Opinion Research (AAPOR) se estable- durable, hacia una clase general de estímulos, mientras que una
ció diez años después. Ambas se convirtieron en claves para el opinión se considera más situacionalmente, perteneciendo a un
intercambio de descubrimientos cuantitativos de estudios de asunto concreto en un entorno conductista específico.
opinión y actitud, así como de investigación sobre sondeos.
(Davison, 1987). l. Podrían citarse otros numerosos ejemplos de actitud y opinión usados de
Desde los comienzos, la investigación sobre la opinión pú- forma intercambiable. Por ejemplo, Berelson y Steiner (1964, pág. 557) obser-
blica había puesto gran énfasis en cuestiones concernientes a van que los términos opinión, actitud y creencia «no tienen significado fijo en
cómo conceptualizar las opiniones individuales (Allport, 1937; las publicaciones, pero en general se refieren a las preferencias de una persona
Riesman y Glazer, 1948; Wiebe, 1953) y cómo medirlas adecua- por una ti otra postura de un asunto controvertido de competencia pública: un
asunto político, una idea religiosa, una posición moral, un gusto estético, una
damente (Cantril, 1944; Lazarsfeld, 1944; Payne, 1951; Sudman cierta práctica (del tipo de cómo educar a los niños). Las opiniones actitudes y
y Bradburn, 1974; Schuman y Presser, 1981). En este capítulo, creencias... son juicios racionales y/o emocionales sobre tales cuestiones». In-
discutiré cada una de estas dos amplias cuestiones por orden, tentaremos aquí distinguir entre opiniones, actitudes y creencias de forma con-
empezando con una revisión de la primera adaptación del con- secuente con las tendencias de uso mayoritario y lo suficientemente precisa
cepto a la investigación. En especial, me centraré en el estrecho como para evitar confusiones conceptuales. Debe reconocerse, sin embargo,
que el perfil presentado aquí está lejos del convencionalmente establecido en las
parentesco conceptual que une a la opinión con la actitud. investigaciones diarias.
68 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACiÓN DE OPINIONES 69

Las opiniones como expresiones. Fleming (1967) acreditó a nes que pueden expresarse si se propone o se sigue una determi-
Thurstone (1928) como uno de los primeros que diseñó una nada dirección» (pág. 17; véase también Allport, 1937, pág. 15).
distinción conceptual precisa entre actitud y opinión. Al tratar Aunque las publicaciones sobre definición de la opinión públi-
el problema de medir actitudes, Thurstone observó que éstas no ca, con frecuencia, se comprometen formalmente con una defi-
son nunca directamente accesibles para el investigador. Deben nición de las opiniones como expresiones verbalizadas, debe-
inferirse de las «opiniones» verbalizadas, o de otra conducta mos admitir que en la práctica los investigadores operan
pública. Thurstone concebía una actitud como una disposición generalmente con una visión mucho menos restrictiva.
latente a responder ante una situación de una forma dada, y una Las opiniones como algo meditado. La distinción inicial de
opinión como la respuesta en sí. Las opiniones eran, en resu- Thurstone (1928) respecto a la indicación manifiesto-latente no
men, indicadores manifiestos de las actitudes no observadas, sólo fue responsable de la di visión eventual en dos posturas
La forma de Thurstone de distinguir las opiniones de las conceptuales diferenciadas para opinión y actitud. También fue
actitudes era más metodológica que sustancial y, como observó importante el hecho de que la opinión se considerara como un
Fleming (1967), «el propio Thurstone ignoraba repetidamente juicio consciente, generalmente visto como más «raciona!.» y
la distinción que el había trazado entre ellas, e instintivamente menos afectivo en su construcción que una actitud (Fleming,
hablaba de "actitud" cuando sus propios preceptos requerían 1967, pág. 361). Uno decide una opinión, mientras una actitud
"opinión"» (pág. 348). Sin embargo, pronto aparecieron en las no se entiende generalmente Como formada conscientemente o
publicaciones manifestaciones explícitas que delimitaban la de- decidida casi de la misma forma. Por el contrario, una actitud
finición de opinión según estas líneas: las opiniones tenían que se siente como un impulso afectivo, una inclinación a responder
verbalizarse o expresarse mediante cualquier otra forma de ma- positiva o negativamente a algo.
nifestación de apoyo u oposición hacia alguna acción (Allport, Aquí muestra su persistencia la conexión entre opinión y
1937; Childs,1939). debate razonado que se estableció durante la Ilustración. Inclu-
A pesar de este refinamiento en su significado, el concepto so aunque no se mantenga que las opiniones necesitan forjarse a
de opinión continúa aplicándose de forma más o menos cohe- través de la discusión (lo que las convertiría en opiniones públi-
rente con la actitud, refiriéndose tanto a estados psicológicos cas en el sentido tradicional) permanece una tendencia a consi-
internos como a conductas. Por ejemplo, aunque Allport (1937) derarlas como más pensadas que las actitudes. Establecido en
insiste en que las opiniones han de expresarse, sugiere que el los términos más simples, las opiniones son juicios y las actitu-
análisis de la opinión pública no debe descuidar las opiniones des son el puro «agrado y desagrado» (Bem, 1970) que alimenta
que las personas pueden tener pero no expresar (pág. 15). Esto aquellos juicios. '
implica claramente que las opiniones puede ser tanto juicios Una vez más, ha de admitirse que la distinción no es espe-
mentales secretos como conductas abiertas. Más aún, a pesar de cialmente firme. Los analistas se muestran, a veces, remisos a
un compromiso definicional de las opiniones como expresiones concederle demasiado cálculo o reflexión a las opiniones, que
abiertas los analistas de la opinión pública continúan hablando a veces parecen reflejar sentimientos intensos más que fría deli-
también de opiniones no expresadas, privadas, internas y laten- beración. Como observamos en el capítulo 2, el término «opi-
tes (Doob, 1948; Lane y Sears, 1964; véase Hennessey, 1985, nión» lleva consigo, incluso en sus usos más tempranos, conno-
págs. 11-12). La distinción tiene un cierto significado teórico, taciones tanto no racionales y afectivas como racionales, de
pues se argumenta, con frecuencia, que únicamente las opinio- manera especial cuando se aplica a colectividades como «la gen-
nes expresadas o «públicas» pueden tener fuerza política (All- te común». Más aún, los psicólogos han conceptualizado tradi-
port, 1937, pág. 20). Para ser efectivas, las opiniones han de cionalmente las actitudes como ambas cosas, cognitivas y afec-
expresarse. Pero también aquí los límites pueden a veces ser tivas en su composición; con el reciente modelo de la
borrosos. Como indicó Key (1961), «los gobiernos pueden (y a perspectiva cognitiva en la psicología social, esta tendencia, si
veces lo hacen) conceder peso a la opinión latente; al anticipar cabe, es cada vez más pronunciada (Markus y Zajonc, 1985).
una acción, necesitan hacer una estimación del tipo de opinio- Así pues, aunque se considera que actitud y opinión difieren en
70 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 71

términos de su relativo equilibrio de afecto versus cognición, vio la relación, una actitud es una orientación intuitiva inme-
ninguno de los términos se identifica enteramente con un extre- diata y una opinión es una elección meditada entre alternativas
mo o el otro. específicas dadas en un entorno social específico (véase tam-
Las opinionescomo adaptaciones de las actitudes ante asun- bién Hovland, Janis y Kelley, 1953). '
tos especificos. Una tercera distinción general entre actitudes y
opiniones -que resume las anteriores- considera las actitudes
como parte de la materia prima, los bloques de construcción La inferencia de bases psicológicas para las opiniones
que forman las opiniones. Fleming (1967) sostiene que la elec-
ción realizada por encuestadores como Gallup y Roper de utili- Tal como sugiere todo lo anterior, el uso del término «opi-
zar el término «opinión pública" con referencia a sus resultados nión>' es variable. U nas veces se refiere a fenómenos conductis-
de encuesta (más que a las actitudes públicas o políticas) ayudó tas, y otras veces a fenómenos psicológicos. En lo inmediato, en
a marcar una cierta distancia conceptual entre actitud y opi- un nivel superficial, podemos hablar de opinionesabiertas, pú-
nión. Aquí encontró su expresión natural (capítulo 2) la tradi- blicas, que son juicios expresos sobre acciones específicas o ac-
cional asociación entre opinión pública y gobierno. El resultado ciones propuestas de interés colectivo, realizados en un entorno
fue que la distinción inicial de Thurstone, manifiesto-latente, conductista específico" Éstos son los datos principales recogi-
dio un importante paso más allá. U na vez adoptada por los dos en la investigación de la opinión pública, cuyo entorno con-
encuestadores, opinión;;e convirtió en el término generalmente ductista es una entrevista de sondeo. Claramente, sin embargo,
aceptado para una posición expresa en favor o en contra de una las opiniones pueden expresarse en discusiones informales car-
cuestión política. Las opiniones fueron, en consecuencia, el fe- tas escritas a funcionarios o a directores de periódicos, la deci-
nómeno conductista inmediato que había de explicarse (posi- sión de voto, participación en manifestaciones, huelgas labora-
ciones respecto a una cuestión), mientras que el término actitud les, etc. Podemos. hablar en forma separada de !'J?iniones
se reservó para referirse a los motivos más profundos subyacen- secretas que son JUICIOS formados en la mente sobre acciones
tes a tales conductas (Fleming, 1967, pág. 349). Las opiniones concretas o acciones propuestas de interés colectivo, Aunque
ya no fueron los suplentes para medir las actitudes; fueron pro- este tipo de opinión se infiere, a menudo, de las respuestas a
ductos conceptualmente diferentes de las actitudes. encuestas, discutiremos brevemente unas cuantas razones por
Se hicieron muy pocos esfuerzos para distinguir de forma las que tal interpretación no es tan poco complicada como al
precisa los dos conceptos según estas líneas, sin embargo, hasta principio pudiera parecer. Como las opiniones expresadas, los
que Wiebe (1953) intentó explicar su relación en detalle. En su
formulación, una actitud representa una predisposición estruc-
tural: una orientación permanente para responder a algo de for- Wiebe (1953). Thurstone, poniendo su principal interés-en la medición de la
actitud, opinaba de la distinción opinión-actitud principalmente en términos de
ma favorable o desfavorable. Una opinión. 'por otra parte, se la relación epistémica entre una observación empírica (opinión) y su referente
desarrolla como respuesta a una cuestión concreta en una situa- conceptual no observado (actitud). El análisis de Wiebe proponía una relación
ción específica, es «Una decisión que adapta las actitudes rela- teotica más sustantiva entre los dos como conceptos únicos.
cionadas con un asunto a la percepción que tiene el individuo 3' Las personas, naturalmente, pueden tener opiniones sobre más o menos
de la realidad en la cual la conducta debe tener lugar>' (pág. cualquier cosa, pero nuestra definición, de acuerdo con la práctica general, se
I!mita a los juicios sobre «acciones o propuestas de acción de.interés general»,
333). En consecuencia, opiniones y actitudes pueden muy bien Estas pueden distinguirse de las opiniones privadas (Key, 1961, pág. 11),que no
diverger, especialmente cuando un problema pone en juego dos se relacionan en forma alguna con los intereses públicos. Esta definición de
o más actitudes potencialmente conflictivas.' Tal como Wiebe ninguna forma implica que las opiniones públicas se interesen necesariamente
por cuestiones de política gubernamental. En tanto que los juicios traten sobre
2. Thurstone (1928) reconoció que las opiniones podrían ser imperfectos alguna forma de preocupación colectiva pueden considerarse, según esta definí-
indicadores de la actitud, porque las personas podrían, en algunas ocasiones, ción, una opinión pública. La naturaleza de la expresión no ha de ser necesaria-
ocultar sus verdaderos sentimientos. Esto sugería un abismo conceptual entre mente verbal, mientras sea «posible traducirla fácilmente en palabras» (Allport,
opiniones y actitudes, bastante parecido al identificado posteriormente por 1937, pág. 14).
72 LA OPINiÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 73

juicios secretos se conceptualizan como respuestas a asuntos expresada o abstenerse totalmente de dar opiniones, en lugar de
específicos, es decir, pertenecen a políticas específicas que se tener puntos de vista claramente formados o actitudes fuertes
refieren a algún problema compartido. Más globales que las opi- (Noelle-Neumann, 1979, 1984).
niones expresadas y que las opiniones secretas, son las actitudes Más allá del problema de potenciales desemparejamientos
que, según la conceptualización de Wiebe (1958), se infieren entre las opiniones expresadas y los puntos de vista encubiertos,
como predisposiciones permanentes que responden positiva o hay un problema aún más fundamental. Una persona no necesi-
negativamente a una clase general de estímulos.' ta haber desarrollado ningún juicio subyacente o preferencia
Las opiniones expresadas, los juicios secretos y las actitudes -rnenos aún mantener una perdurable predisposición para con-
ducirse hacia una clase de objetivos- para expresar una opi-
pueden estar relacionados, pero hay razones importantes por
nión. Las investigaciones han ilustrado claramente que la gente
las que merecen distinguirse conceptualmente. Primero, las se muestra deseosa de ofrecer sus opiniones sobre los asuntos
personas pueden expresar opiniones que difieran notablemente incluso cuando no parezcan existir juicios internos o actitudes
de los puntos de vista que mantienen de forma privada, espe- respecto a ellos. Es decir, como se indicó en el capítulo 3, los que
cialmente si están expuestos a presión social (Asch, 1951). Por responden a encuestas, a veces, proporcionan a los entrevista-
ejemplo, en las recientes elecciones americanas, en las que can- dores juicios repentinos o pseudo-opiniones.
didatos negros se habían presentado a las elecciones contra opo- Converse (1964, 1970) encontró que la mayoría de las opi-
nentes blancos, los sondeos de opinión exhibieron considera- niones de las personas que responden a las encuestas son extre-
bles cambios en el recuento del apoyo expresado a los madamente inestables, En lugar de dar las mismas respuestas a
candidatos, dependiendo de la raza del entrevistador del son- las mismas preguntas de opinión en 1956, 1958 y 1960, muchas
deo (Edelman y Mitofsky, 1990). Los blancos entrevistados por personas cambiaron de idea con una pauta bastante aleatoria.
negros estaban más predispuestos a decir que apoyaban al can- Los entrevistados eran también notablemente inconsecuentes
didato negro que los blancos entrevistados por otros blancos en sus puntos de vista políticos: muchas personas podían tomar
(Keeter, 1990; Finkel, Guterbock y Borg, 1991). Cuando se una posición decididamente liberal respecto a un asunto, y des-
espera oposición, algunas personas pueden alterar su posición pués expresar un punto de vista conservador en el siguiente
(Converse, 1964, págs. 227-231). Converse concluyó que las
4. Como se ha observado anteriormente, esta reciente distinción no es am- mediciones sobre opiniones políticas, en muchos sondeos, lejos
pliamente compartida por los investigadores de la opinión, o al menos no se de reflejar puntos de vista políticos cristalizados, pueden fácil-
refleja claramente en el uso diario. Una defensa de la prácticade usar opinión y
actitud de forma intercambiable es el argumento de que para propósitos prácti-
mente reflejar elecciones mentales a cara o cruz. Otros investi-
cos no son empíricamente distinguibles (McGuire, 1985, pág. 241). En otras gadores atacaron la interpretación de Converse, atribuyendo la
palabras, puesto que generalmente dependemos en la medición de opiniones de inestabilidad de las respuestas de sondeo a errores de medición
la valoraciónde las actitudes, ¿cómo podemos separarlas? ¿Cómo puede dife- más que a una falta de opiniones bien formadas (Achen, 1975),
rir la medida de una actitud de la de una opinión? Ciertamente, las medidas o argumentando que la intensidad de la política durante los
fisiológicas, tajes como la respuesta galvánica de la piel, la contracción de las
pupilas, o la tensión facial muscular, no deben confundirse con opiniones, aun- años sesenta había producido muchos más pensamientos «ideo-
que todas ellas se hayan empleado para medir actitudes. Concedemos, sin difi- lógicos» y opiniones en el electorado (Nie, Yerba y Petrocik,
cultad, que las distinciones conceptuales trazadas aquí entre opiniones y actitu- 1976). De acuerdo con la tesis de Converse, los estudios experi-
des han de traducirse aún a distinciones operacionales precisas. Por otro lado, mentales indican que una considerable proporción de personas
pueden surgir algunas confusiones importantes del hecho de interpretar opinio-
nes como actitudes, principalmente por la posterior historia moderna del con-
que responden a las encuestas expresan puntos de vista en asun-
cepto en sociopsicología. Uno se pregunta, por ejemplo, que si las expectativas tos sobre los cuales no tienen información o sobre los que no
de estabilidad general en las opiniones individuales no hubieran sido tan difíci- han meditado (Bishop y otros, 1980). Incluso estas opiniones,
les de desvanecer, quizá los investigadores no hubieran equiparado directamen- con mala información y sobre la marcha, pueden, sin embargo,
te opiniones con actitudes. Hay pocas cosas en la historia del propio concepto ser conjeturas instruidas que se forman sobre disposiciones sub-
de opinión -enraizado como está en intercambio, debate y argumentación- que
apoyen tal expectativa, y aun así se ha vislumbrado como uno de los principales yacentes y, en consecuencia, no ser totalmente al azar (Schuman
asuntos de la investigación. y Presser, 1981, pág. 159).
74 LA OPINIÓN PÚBLICA
CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 75

Tal investigación ha inducido al escepticismo sobre la inter- Neuman, 1986; Luskin, 1987).' Si los puntos de vista políticos
pretación de una opinión expresada como un referente empíri- no están generalmente organizados en un sistema o ideología
co directo de una actitud no observada (siguiendo a Thurstone) principal, entonces, ¿cómo están organizados? U na respuesta
o incluso como una adaptación meditada de varias actitudes en común a esta pregunta implica otro concepto, popular hoy en
día en psícología social y cognitiva, llamado esquema. Un es-
un entorno conductista específico (siguiendo a Wiebe). Se su-
quema es «una estructura cognitiva que representa el conoci-
giere, en cambio, que las opiniones expresadas deben tomarse
miento general de uno sobre un concepto dado o un campo de
únícamente por lo que manifiestamente son: conductas superfi- estímulo» y que incluye «tanto los atributos de un concepto
ciales que no necesariamente implican una decisión subyacente c~mo las relaciones entre los atributos» (Fiske y Taylor, 1984,
o una actitud. Ésta ha sido, en efecto, la tendencia general al pag 13). En otras palabras, un esquema puede relacionarse con
conceptualizar opiniones, al menos aquéllas recogidas en en- cualquier estructura informativa. Puede considerarse como un
cuestas típicas sobre asuntos públicos (Zaller y Feldman, 1987). sistema inferido de ideas relacionadas sobre cualquíer concepto
Los investigadores han abandonado la noción de que reflejan en concreto, sea este concepto una persona (por ejemplo,
una estructura psicológíca preexistente (es decir, una actitud), «Juan»), un grupo (por ejemplo, «los abogados»), un aconteci-
aceptando la idea de que son, con frecuencia, creaciones más miento (por ejemplo, «ir a clase»), o incluso alguna nocíón abs-
transitorias. Las opiniones pueden reflejar sólo respuestas efí- tracta (por ejemplo, «libertad»), Los investigadores han forma-
meras, ensambladas al momento. do hipótesis sobre una variedad de formas estructurales para los
Aunque menos inclinados que los investigadores primiti- esquemas. Algunos proponen sistemas jerárquicos de proposí-
vos a ver las opiniones sobre asuntos públicos como una co- ciones interconectadas (equivalentes a teorías), mientras otros
rrespondencia exacta con las actitudes fijadas respecto a ellas, proponen estructuras asociativas más simples como secuencias
los estudiosos contemporáneos de la opinión pública no han de sucesos (o guiones, Abelson, 1981).
perdido, en ningún caso, el interés por los apuntalamientos La investigación psicológica ilustra que un esquema, una
psicológicos de las opiniones expresadas. Con este fin, una vez activado, proporciona una especie de taquigrafía mental del
gran variedad de conceptos teóricos -entre ellos, esquemas, pensamiento y la percepción. Presta atención a ciertas caracte-
valores e identificaciones de grupo- se invocan en los informes Jísticas del entorno, forma una base con inferencías sobre acon-
sobre formación y cambio de opiniones. Como la actitud, com- tecimientos y personas, y tambíén facilita un catálogo informa-
parten las características generales de a) ser inferidos, no direc- tívo de personas en la memoría (Físke y Taylor, 1984; Markus y
tamente observables; b) interpretados como más básicos y fun- Zajonc, 1985). Teóricamente, la esquematízación influye en la
damentales que las opiniones, que son situacionales y formación de la opinión de varias maneras¡ 'Primero, los esque-
superficiales; y e) usados como explícación teórica para las mas constituyen filtros perceptuales a través de los cuales ha de
expresiones públicas de opinión. Aunque los significados de pasar la información relevante respecto a una cuestión pública.
estos términos son tan variables como el de la propia opinión Graber (1984) aplica esta noción a una serie dé entrevistas en
(los artículos psi ca sociológicos sobre cada uno de ellos po- profundidad con un grupo de residentes del área de Chicago,
drían fácilmente llenar un volumen por sí mismos), son útiles concentrándose en cómo procesan las noticias. Sus entrevista-
para considerarse como indicativos del pensamiento actual so- dos parecían emplear una esquematización simple sobre los
bre la naturaleza de las opiniones. asuntos públicos -pequeños pero organizados conjuntos de
Esquema. La declaración de Converse (1964) acerca de que creencias.resoecto a las personas y los políticos- para recoger
la mayoría de los americanos no posee ningún sistema bíen inte- detalles especificas del caudal de información facilitada por los
grado de actitudes respecto a la política -es decir, ninguna ideo-
logía política liberal o conservadora que encuadre sus puntos de 5. Aunque Converse utiliza el término creencia, analiza (como hacen otros
vista- ha contado, principalmente, con apoyo empírico, y ha científicos-políticos que estudian los sistemas de creencias de la masa) la organi-
zaciónde.--aPiniones. como se describe aquí.
llegado a aceptarse de forma general (Kinder y Sears, 1985;
76 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 77

medios de comunicación. Graber argumenta, de acuerdo con kanis y Greenwald, 1989). Las actitudes son, según esta concep-
sugerencias anteriores de Lane (1962), que las personas «frag- ción, «haces» de creencias interconectadas respecto a un objeto
mentan» sus pensamientos respecto a las cuestiones políticas: particular fusionado en un sentimiento global -bueno o malo-
realmente interpretan diferentes cuestiones públicas, pero en su respecto a él. Pratkanis y Greenwald (1989, pág. 249) proponen
mayoría interpretan cada cuestión de forma separada, ayuda- que una actitud está representada en la memoria por a) las ca-
dos por una variedad de esquematizaciones, sin inspirarse en racterísticas de un objeto y las reglas de aplicación (por ejemplo,
una ideología o filosofía global, política en su construcción. «Un abogado es alguien que estudió leyes»), b) un resumen eva-
Segundo, los esquemas pueden forman la base para las infe- luativo de tal objeto (por ejemplo, «No me gustan los aboga-
rencias hechas en respuesta a informaciones sobre cuestiones dos»), y e) una estructura de conocimiento que apoya la evalua-
públicas. Un esquema activado trae a la mente un conjunto de ción (por ejemplo, un conjunto de creencias respecto a los
ideas interrelacionadas y así altera las asociaciones que las per- abogados). Como todo esquema, las actitudes sirven como ins-
sonas hacen al considerar información nueva. Gillovich (1981) trumentos perceptuales y cognitivos que ayudan a organizar los
proporciona un ejemplo especialmente claro. Las personas que pensamientos sobre los objetos. Su función principal, sin em-
intervinieron en su estudio leyeron varios guiones que descri- bargo, se considera que es heurística; simplifican la tarea de
bían una hipotética crisis militar que implicaba a una nación evaluar objetos. Las actitudes, también teóricamente, realizan
extranjera y, además, estaban experimentalmente preparados de otras funciones respecto a la personalidad. Pueden ser defenso-
tal forma que pudieran desencadenar un «esquema Vietnam» ras del ego, por ejemplo, realizando su papel al establecer, man-
(por referencia a helicópteros Chinook, invasiones de ataque tener e intensificar el sentido de autovaloración de una persona
rápido, etc.) o un «esquema segunda guerra mundial» (refirién- (Pratkanis y Greenwald, 1989; véanse también Smith, Bruner y
dose a transportes de tropas e invasiones relámpago). Gillovich White, 1956; Katz, 1960).
descubrió, como se había previsto, un mayor apoyo para la in- En caso de que tales estructuras de actitud existan realmen-
tervención militar de los Estados Unidos en la hipotética crisis te, su función heurística reducirá tremendamente la necesidad
entre aquellos que leyeron la versión tipo segunda guerra mun- constante y onerosa de evaluación de la nueva información.
dial, presumiblemente porque formaron asociaciones más favo- Como sugieren Smith, Bruner y White (1956, pág. 41), las acti-
rables al conflicto e infirieron un resultado positivo. No es sor- tudes permiten a las personas medir una situación y hacer un
prendente que las formas en que las noticias formulan de juicio, bueno o malo. Cuando una actitud fuertemente sosteni-
manera esquemátíca las cuestíones públícas, estén ganando da respecto a un obj eto concreto, se evoca, se puede formar un
considerable interés entre los investigadores de la opinión juicio rápidamente en la mente, de tal forma que la información
(Iyengar, 1987; Iyengar y Kinder, 1987; Gamson y Modigliani, subsiguiente queda sujeta a una interpretación selectiva. Una
1989). Por ejemplo, descripciones televisivas de la pobreza, en demostración temprana de este fenómeno la. proporcionaron
términos de víctimas individuales en vez de en términos de Cooper y Jahoda (1947), quienes descubrieron que las caricatu-
circunstancias y tendencias de ámbito nacional, pueden condu- ras diseñadas para ridiculizar el prejuicio racial fueron interpre-
cir a los espectadores a pensar en términos de causas de la po- tadas de formas muy poco intencionadas por personas con mu-
breza de nivel individual y no de nivel de sistema (por ejemplo, chos prejuicios. Quizás en defensa de sus egos, las propias
hábitos de trabajo en vez de fuerzas económicas). Esto puede, a personas representadas en los dibujos los interpretaron como
su vez, influir en sus evaluaciones expresadas respecto a la ac- un apoyo a sus propias actitudes de prejuicio. Pueden encon-
tuación del gobierno en este problema, tales como los índices de trarse ejemplos más recientes del posible papel de la actitud en
la buena actuación del presidente (lyengar, 1987, 1990). la formación de la opinión. Por ejemplo, la evidencia concer-
Las teorías sobre procesamiento de información esquemáti- niente a la respuesta pública respecto a la crisis del SIDA -que
ca han tenido un profundo impacto en la investigación sobre la se identifica generalmente con la comunidad homosexual- in-
opinión pública. Incluso el concepto de actitud ha sido reciente- dica que aquellas personas con predisposición negativa hacia
mente recreado como una subclase especial de esquema (Prat- los homosexuales fueron menos receptivas que otras a la infor-
78 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 79
mación científica sobre cómo se transmite la enfermedad. Estas nes sobre la actuación de Ronald Reagan como presidente, in-
personas se muestran también dispuestas a apoyar severas polí- cluso después de controlar, por identificación con un partido,
ticas restrictivas respecto a los pacientes de SIDA (Stipp y Kerr, las tendencias liberales o conservadoras y los factores socioeco-
1989; Price y Hsu, 1992). nómicos. Tal como sugieren Kinder y Sears (1985), la investiga-
Valores. Como las actitudes, los valores se conceptualizan ción sobre el papel de los valores esenciales en la configuración
como creencias evaluadoras, pero tienen una cualidad prescrip- de la opinión pública es muy tentadora. En principio, observan,
tiva especial (Rokeach, 1973). Los valores son creencias respec- los valores esenciales «mantienen una posición intermedia en-
to a lo que es deseable, sea como un fin o un estado (Rokeach los
tre las amplias estructuras de referencia ideológica que los ro-
llama valores terminales, por ejemplo: «Todo el mundo debe
dean, que han demostrado ser de poca utilidad para compren-
tener iguales oportunidades de prosperar»), o como un medio
hacia un fin (lo que Rokeach denomina valores instrumentales, der el pensamiento político público de Estados Unidos, y las
por ejemplo «Las personas deben prosperar según su propio opiniones específicas sobre temas concretos y sobre candidatos,
trabajo»). Los valores funcionan teóricamente como pautas que van y vienen como cambian las estaciones» (pág. 676).
para la conducta personal o social y, en general, como planes Identificaciones de grupo. Otra construcción teórica que se
que guían la acción personal. Rokeach los distingue de las acti- considera, a veces, subyacente a la formación de opinión es el
tudes en varias formas. Primero, mientras una actitud se refiere propio autoconcepto, que en gran medida se basa en las diversas
a una organización de varias creencias enfocadas a un solo obje- identificaciones de grupo de la persona. Los psicosociólogos se
to, un valor es una sola creencia que concierne a un fin O estado han interesado mucho por la forma en que la unión con los
deseado o forma de conducta preferida. En vez de estar unido a grupos puede influir en los pensamientos y conductas de las
un objeto, un valor se refiere a un objeti vo. Según esta concep- personas (como testifica la cantidad de artículos sobre grupos
ción, los objetos específicos sé evalúan en situaciones específi- de referencia; por ejemplo, Hyman, 1942; Hyman y Singer,
cas cuando influyen en la consecución de objetivos valorados, 1968). Shibutani (1955) expresó que tal vez el problema princi-
Los valores sirven como pautas explícitas para juzgar estados y pal de la psicosociología moderna sea descubrir qué perspectiva
conductas, según Rokeach, mientras que las actitudes simple- de grupo emplea una persona al definirse y reaccionar en situa-
mente implican agrados y desagrados. Puesto que las personas ciones diversas (pág. 569). Turner (1985,1987) define el auto-
tienen únicamente tantos valores como creencias respecto a fi- concepto',como un sistema integrado cognitivo que incluye dos
nes o estados deseables o modos de conducta, es probable que subsistemas primarios: la identidad personal, o creencias sobre
éstos se cuenten «sólo por docenas, mientras las actitudes se la unicidad de las propias características, gustos personales y
cuentan por miles» (pág. 18). Los valores son también, según atributos (por ejemplo: «Soy honesto», o «Soy perezoso»), y la
indica Rokeach, más importantes para la personalidad que la identidad social, compuesta de creencias sobre la propia perte-
mayoría de las actitudes. nencia a varios grupos o categorías sociales formales l' informa-
Los valores han sido incorporados a la investigación sobre les (por ejemplo, «Soy católico», o «Soy padre»). En otras pala-
los efectos de los medios de comunicación (Ball-Rokeach, Ro- bras, el autoconcepto es el sistema de creencias organizado de
keach y Grube, 1984) y empleados, más generalmente, en estu- una persona sobre sus propias características sociales y persona-
dios sobre la opinión pública (Rokeach, 1960, 1968, 1973; Feld- les.
man, 1983). Feldman (1988) descubrió que las mediciones del Aunque se conceptualiza como una simple estructura cogni-
apoyo hacia algunos valores políticos básicos podrían explicar tiva organizada, el autoconcepto, en su forma de operar, es
una cantidad sustancial de variaciones en las opiniones sobre adaptable y específico para una situación. Sólo unos elementos
políticas públicas específicas. Un compromiso con el valor de concretos se activan en un determinado momento (Tajfel y Tur-
igualdad de oportunidades, por ejemplo, se relacionó amplia- ner, 1979; Turner, 1982). Un entorno conductista, especial-
mente tanto con posiciones políticas sobre una variedad de mente uno que implique conflicto o competición dentro del
cuestiones internas, como con un amplio campo de evaluacio- grupo, puede provocar autoidentificación como miembro del gru-
80 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 81

PI'! esta perspectiva de grupo se adopta, entonces, percibiendo y Teóricamente, cuando se presenta cualquier asunto, única-
respondiendo al entorno. En la formulación de Turner, las iden- mente se activan esquemas, o actitudes, o valores o adhesiones
tidades del grupo activado funcionan como esquema de grupo de grupo, seleccionados. Una vez activados, sin embargo, estos
que puede dirigir tanto el proceso perceptual como el de infe- materiales base son el factor principal que configura los juicios
rencia. Los investigadores de la opinión pública han encontrado internos y las opiniones expresadas. Sin embargo, ellos solos no
apoyo empírico para estas proposiciones. En casos de conflícto determinarían completamente la respuesta. Nuevas informa-
o competición de grupo, los miembros que interactúan con los ciones asequibles sobre el problema (por ejemplo, creencias que
grupos contendientes desarrollan percepciones exageradas o aún no se han integrado en estructuras existentes) y percepcio-
«extremas» percepciones de las normas de la opinión con la que nes sobre cómo responderían al problema los amigos y los gru-
compiten (Mackie, 1986; Price 1989). La investigación indica pos que se valoran, desempeñan también un papel importante
también que el aumento de la importancia de un grupo concreto (Allport, 1937; Wiebe, 1953; Davison, 1958). Las opiniones se
conduce a las personas a expresar opiniones de grupo más este- basan parcialmente en el propio sistema establecido de valores
reotipadas (Charters y Newcomb, 1952; Kelley, 1955; Reid, y parcialmente en un esfuerzo por dar significado a una nueva
1983; Price, 1989). situación, a un asunto público. En el transcurso de la medita-
Como sugiere Price (1988), la identificación social puede ción sobre un problema concreto, las creencias y actitudes acu-
estar íntimamente implicada en la formación de opiniones so- den a la mente y se combinan con cualquier nueva información
bre asuntos públicos, dado que se pide a los miembros del públi- asequible. En el contexto de un entorno conductista específico
co espectador que se alineen con uno u otro de los grupos acti- (por ejemplo, una encuesta, una fiesta, o una discusión durante
vos, dentro del «sistema en conflicto», de la política de elite el desayuno), estas ideas se conforman en una opinión expresa-
(Schattschneider, 1960). En otras palabras, las identidades de da. Esta combinación podría parecerse a lo que Abelson (1968)
grupo de las personas, con frecuencia, sobresalen en conexión llama una opinión molécula compuesta de tres átomos: a) una
con los asuntos públicos por la naturaleza de base de grupo de creencia (por ejemplo, «Esta proposición requerirá nuevos im-
muchos debates políticos. No es de extrañar que Converse puestos»), b) una actitud (por ejemplo, «Odio los impuestos»); y
(1964), al examinar las respuestas a preguntas abiertas en en- e) la percepción de algún tipo de apoyo social (por ejemplo,
cuestas sobre cuestiones políticas, descubriera que cerca del «Todo el mundo odia los impuestos»),
50 % de una muestra de alcance nacional se refería a sus propias Así, una opinión expresada resulta, teóricamente, de una es-
afiliaciones de grupo o de intereses de otros grupos, mientras pecie de cálculo mental. Pero unos cuantos aspectos importantes
sólo el 3 % o 4 % de la población utilizaba abstracciones ideoló- de este cálculo deberían tenerse en cuenta. Primero, no necesita,
gicas tales como «liberab o «conservador». Para grandes por- en absoluto, ser complicado. La investigacíón en torno a los tipos
ciones del electorado, concluyó Converse, los lazos de grupo son de atajos o «juicios heurísticos» que las personas emplean para
importantes para sus pensamientos políticos. tomar decisiones en condiciones de incertidumbre, ha estableci-
. >Formación de opiniones. Hay, sin duda, un solapamiento do que los juicios. con frecuencia, se ven fuertemente determina-
conceptual entre los términos esquema, actitud, valor e identifi- dos por muy pocas -quizás una sola- informaciones realmente
cación de grupo. Todos se refieren a estructuras de información sobresalientes (Tversky y Kahneman, 1982; Taylor, 1982). Dado
que reflejan diferentes aspectos del proceso de información que que una opinión calculada depende en gran medida de las creen-
pueden influir en el cálculo y expresión de opiniones. El grado cias específicas, las actitudes, los valores o las identificaciones de
en que estos diferentes conceptos y procesos puedan delimitarse grupo evocadas por la mente, las diferencias entre entornos con-
operacionalmente de forma precisa continúa siendo incierto ductistas específicos producen muy diferentes opiniones, incluso
(McGuire, 1985, pág. 241). Lo cierto es que el estudioso de la por parte de la misma persona.
opinión pública encontrará a todos y cada uno de ellos mencio- Segundo, las expresiones públicas de opiniones deben tener
nados en los esfuerzos por explicar cómo y por qué las personas tanto que ver con la configuración de las estructuras cognitivas
expresan sus opiniones particulares. internas como a la inversa (Bem, 1970). Las personas pueden
82 LA OPINIÓN PÚBLICA
CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 83

hacer uso activo de diferentes oportunidades de expresar opi- presar una opinión sobre el asunto puede ser un nuevo paso
niones variadas, como una forma de tomar decisiones. Esto es hacia un punto de vista más cristalizado o decidido (Price y
lo que el modelo discursivo de la opinión pública (capítulo 3) Roberts, 1987). Sólo cuando una opinión secreta ha cristalizado
implicaría en el nivel individual. Igual que el público necesita podrán las opiniones expresadas mostrar altos niveles de cohe-
tiempo para responder colectivamente a un problema, así tam- rencia en las distintas situaciones. La lección de la investigación
bién un juicio secreto de un individuo respecto a un asunto sobre las pseudo-opiniones es que dichos juicios cristalizados se
puede también necesitar algún tiempo para desarrollarse, ga- dan con demasiada poca frecuencia entre la población general,
nando coherencia y estabilidad en respuesta a meditaciones so- al menos sobre las cuestiones típicas de interés de los analistas
bre el problema, a la recogida de información, a la considera- políticos.
ción de los diversos aspectos del asunto y a su examen en
conversaciones con los demás (Price y Roberts, 1987; Hochs-
child, 1981). Observación de opiniones
La sensibilidad ante este fenómeno conduce a los investiga-
dores a hablar de la opinión considerando que tiene varios esta- Dadas tales complejidades, los intentos de observar las opi-
dos de «definición» o «cristalización» (Bryce, 1888, págs. 4-5; niones pueden comprensiblemente implicar mucho más que
Katz, 1940; Kelman, 1974; Berelson y otros, 1954, pág. 183; una grabación directa de ni vel superficial de respuestas del tipo
Crespi, 1989, págs. 59-60). En el transcurso de la formación de «sí/no». Aunque el dato fundamental para la investigación de la
un juicio interno coherente, una persona puede muy bien expre- opinión pública es justamente una expresión de apoyo u oposi-
sar un conjunto de diferentes opiniones en una variedad de ción a alguna política o candidato, los investigadores tienen
entornos conductistas (Atkin y Chaffee, 1972). Tal modelo pue- buenas razones para comprobar estas preferencias establecidas
de reflejar no tanto una serie de pseudo-opiniones, como la inte- más cuidadosamente y aprender más sobre los juicios secretos,
racción natural de la cognición y la conducta a lo largo del tiem- SIlos hay, que subyacen en dichas expresiones. Además de des-
po. Como sugería Kelman (1974), acción y reflexión meditada cubrir cuándo dice situarse una persona en pro o en contra de
se despliegan juntas, con frecuencia en una forma dialéctica. Al una propuesta, el analista riguroso de la opinión pública busca
discutir un asunto, las personas hacen, presumiblemente, una aprender mucho más. ¿Cuánta y qué tipo de información apoya
serie de intentos de expresar su punto de vista evolutivo. Al esta opinión? ¿Hay valores o actitudes subyacentes a ella? ¿Con
mismo tiempo, pueden inferir activamente sus ideas y juicios al qué firmeza se sostiene? ¿Tiene sus raíces en alguna identifica-
observar su propia conducta (Bem, 1970). Las opiniones expre- ción concreta de grupo? ¿Qué probabilidad tiene de cambiar?
sadas pueden constituir, de esta forma, tests de conductas que Ya hemos observado anteriormente que la investigación so-
a~uden a una persona a encaminarse hacia un juicio definitivo" bre la medición de la opinión ha sido desde hace tiempo vital
bien formado, sobre la materia. El proceso discursivo de la for- para este campo.' Esta línea de investigación puede verse, bajo
mación de la opinión no es sólo un fenómeno de nivel interper-
sonal o colectivo, sino que se da también en el nivel individual. iniciales van marcadas por una cierta ambivalencia (Hochschild, 1981). Una
El primer encuentro de alguien con un problema nuevo produ- progresión desde la incertidumbre hasta una opinión cristalizada puede descri-
cirá con probabilidad una opinión relativamente impulsiva e bir bien el proceso típico de formación de la opinión"
irreflexiva.' Pero cada oportunidad de pensar sobre ello y ex- 7. Schuman y Presser (1981) apuntan, sin embargo, que esta investigación se
ha dado en ciclos. Durante los años cuarenta, se realizaron muchos estudios
experimentales sobre los términos utilizados en las preguntas y la forma de las
preguntas (Cantril, 1944; Payne, 1951). Estos estudios demostraron hasta qué
6. Esto no quíere decir que las respuestas iniciales a un asunto nuevo sean
punto las distribuciones marginales de las respuestas podían alterarse incluso
n~cesariamente provisionales. Si un problema concreto evoca actitudes espe-
por mínimos cambios en los términos. En parte debido a que estos efectos
cialmente fuertes que se inclinan claramente hacia una respuesta concreta, en-
llegaron a ser ampliamente reconocidos -si bien no completamente comprendí-
tonces la opinión inicial puede muy bien serfuertey determinada. Pero10cierto
dos-, los años cincuenta y sesenta produjeron una investigación mucho menor
es que para muchas personas, al tratarsobre muchas cuestiones, las respuestas
84 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 85

un cierto prisma, dedicada a fines puramente prácticos: obtener El objeto de enfoque específico seleccionado por un entrevista-
una indicación exacta de una opinión. Ciertamente, algunos do puede traer a la mente un conjunto diferente de ideas,
estudios metodológicos, especialmente en los años treinta y Las frases o palabras usadas en las cuestiones sobre opinión
cuarenta, tenían este objetivo en mente. Desde finales de los alteran, aunque sea muy ligeramente, el enfoque de la opi-
setenta, sin embargo, la investigación sobre medición de la opi- nión dada en respuesta, Incluso pequeños cambios en el léxico
nión se ha orientado más hacia la opinión (Bishop, Oldendick y utilizado en la pregunta pueden a veces producir variaciones
Tuchfarber, 1978, 1982; Schuman y Presser, 1981; Sudman con consecuencias en los resultados. Por ejemplo, unos cuantos
y Bradburn, 1982; Tourangeau y Rasinski, 1988; Schwarz, experimentos han mostrado de forma coherente que la propor-
1990). Al descubrir cómo influye en las personas el cambio de ción de personas que apoya la libertad de expresión es aproxi-
palabras, qué diferencia causa el orden de las preguntas, y cómo madamente un 20 % más alta cuando responde a la pregunta
influye la variación de las opciones de respuesta en las opinio- «¿Cree usted que los Estados Unidos deberían prohibir los dis-
nes dadas, los analistas se colocan en mejor posición para enten- cursos públicos contra la democracia?» que cuando se les pre-
der la naturaleza de las opiniones. Una revisión de algunas de gunta «¿Cree usted que los Estados Unidos deberían permitir
las cuestiones clave en la medición de la opinión es instructiva, discursos públicos contra la dernocracia?» (Rugg, 1941; Schu-
pues cada una tiene importantes implicaciones conceptuales.' man y Presser, 1981). Smith (1987) descubrió que el uso de la
¿De qué trata? Por definición, una opinión debe ser sobre expresión personas a cargo de la asistencia social en oposición a
algo, Las preguntas diseñadas para obtener opiniones deben personas pobres en preguntas sobre el gasto federal tendía a pro-
centrar con éxito la atención de las personas en asuntos o pro- ducir respuestas notablemente menos generosas, aproximada-
blemas específicos. Converse y Presser (1986) acentúan la nece- mente un 40 % menos. El efecto se explica como un producto de
sidad de proporcionar una estructura común de referencia para las diferentes creencias y actitudes presumiblemente evocadas
las preguntas de encuesta, de tal forma que todos los entrevista- por las dos expresiones. Una referencia a la asistencia social
dos puedan reaccionar al mismo estímulo al formular su res- provoca nociones de despilfarro gubernamental y burocracia,
puesta, Puede presentarse una diversidad de dificultades. Algu- mientras el término «pobre» no las provoca, Las referencias a la
nas son obvias, como en el comúnmente reconocido problema asistencia social pueden evocar también actitudes raciales en
de los elementos de encuesta de doble fondo, que hacen más de mayor cantidad que las referencias a la pobreza,
una simple pregunta (por ejemplo, «¿Debería permitirse a los Los efectos documentados del uso de un determinado léxico
espectadores de menos de 17 años ver películas violentas o ex- son abundantes (Cantril, 1944; Payne, 1951; Schuman y Pres-
plícitamente sexuales?»). Pero otros casos pueden ser más suti- ser, 198\), Sin embargo, los efectos del léxico de la pregunta
les, como cuando una política se asocia con un grupo o un indi- son, con frecuencia, impredecibles, y en algunos casos pregun-
viduo, por ejemplo «¿Apoya usted o se opone a la política del tas ostensiblemente predispuestas no consiguen producir los re-
presidente Clinton en Oriente Medio?», Esta situación permite sultados anticipados. Schuman y Presser (1981), por ejemplo,
respuestas selectivas a dos estímulos: la política y el presidente presentaron experimentos donde frases aparentemente inten-
(a veces llamado problema de prestigio; Rugg y Cantril, 1944), cionadas en preguntas sobre la libertad de expresión, tales como
referencias a personas cuyas ideas se consideran dañinas y peli-
grosas, no afectaron al modelo de respuesta, Tampoco la susti-
en preguntas y respuestas de sondeo. No fue hasta la mitad de los años setenta tución de la aséptica frase poner fin a un embarazo por tener un
cuando los investigadores, una vez más, dirigieron una sistemática atención a aborto en cuestiones sobre el derecho al aborto tuvo ningún
analizar el impacto de las variacionesen los términos de las preguntas, el orden, impacto apreciable.
las opciones de respuestas, etc. (véase Schuman y Presser, 1981, págs. 1-10). Algunas variaciones en el enfoque de la pregunta sí que pro-
8. Evidentemente, intento una revisión no exhaustiva de lo que es un corpus
de publicaciones amplio y en expansión. Sudmany Bradburn (1974) YSchuman
ducen resultados sistemáticos e interpretables, Por ejemplo, el
y Presser (1981) tocaron la mayoría de los asuntos básicos. Una colección más apoyo entre los americanos a las libertades civiles en abstracto
reciente de ensayos es la de Hippler, Schwarz y Sudman (1987). es bastante alto, del mismo modo que el apoyo para las realiza-
86 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 87

ciones políticas específicas de aquellos principios generales es Por esta razón, los investigadores de la opinión, a menudo,
mucho más bajo (McClosky, 1964; Roll y Cantril, 1972). Las intentan medir reacciones a una variedad de propuestas que se
personas están, con frecuencia, dispuestas a apoyar principios basan en el mismo problema general, para conseguir una mejor
tales como libertad de expresión, incluso cuando prefieren no apreciación de las tendencias principales de la persona al res-
apoyar algunas aplicaciones aparentemente claras de tales prin- ponder ante un problema (construyendo, muchas veces, escalas
cipios, tal como permitir la libre expresión de los comunistas de opinión de múltiples ítems en vez de apoyarse en una sola
(Prothro y Grigg, 1960). El cambio de pregunta varia el foco de pregunta). Las elecciones alternativas pueden captarse median-
atención y en consecuencia el asunto en cuestión también varia: te diferentes formatos de pregunta. Las propuestas que compi-
en este caso desde la bastante agradable noción de «libertad de
ten pueden colocarse ordenadamente, evaluarse las alternativas
expresión» a la perspectiva menos atractiva de «propaganda co-
por medio de parejas de comparaciones, o utilizarse preguntas
munista».
¿Cuáles son las posibilidades de elección? Las preguntas no abiertas (Converse y Presser, 1986).
sólo se centran en un asunto o problema concreto, sino que son Las medidas utilizadas en la investigación sobre la opinión
también elecciones sobre lo que se debe hacer. Expresan una pública, generalmente tienen una doble calidad básica, favor u
preferencia sobre un curso de acción concreto. En la práctica, oposición. Esto puede reflejar, tanto como cualquier otra cosa"
los investigadores de la opinión no solicitan directamente las la controvertida naturaleza del debate público, que tiende a re-
preferencias populares, no al menos en el sentido de preguntarle solverse en campos opuestos (Noelle-Neumann, 1970).9 Entre
a las personas sobre sus propias soluciones preferidas a los pro- los formatos más comúnmente empleados está la pregunta equi-
blemas públicos. En su lugar, a los encuestados se les ofrece librada que opone dos alternativas. Por ejemplo, una pregunta
habitualmente una o dos propuestas que han surgido en debate del National Election Studies utiliza este formato equilibrado:
público y que se consideran opciones políticas viables, y se pide «Algunas personas piensan que hombres y mujeres deberían
a los encuestados que indiquen su apoyo u oposición a aquellas desempeñar igual papel en la sociedad, mientras otras opinan
propuestas. En el caso de candidatos que se presentan para el que el lugar de la mujer es el hogar... ¿Usted qué opina?». En
gobierno, simplemente se les pregunta a cuál preferirían. tales casos, las alternativas contraequilibradas deben seleccio-
Qué tipo de elecciones y cuántas de ellas referentes a un narse con cuidado para asegurarse de que son propiamente
problema dado deben ofrecerse a los encuestados son preguntas opuestas e igualmente extremas; de otro modo, acabarán con-
de importancia metodológica y conceptual. Hay una tendencia, virtiéndose en dos preguntas diferentes o proporcionando una
al menos en encuestas comerciales, a confiar en respuestas del elección intermedia, inherentemente ambigua (Rosenstone y
tipo sí o no a preguntas sencillas como indicadores de la opinión Diamond, 1990).10
pública sobre diferentes asuntos, una práctica que Crespi
(1989) sugiere que refleja un modelo implícito de voto de la 9. Se ha observado generalmente que el debate público consta de dos posi-
opinión pública. Pero como observa Crespi, «las opiniones que ciones y que la opinión pública, aunque inicialmente desorganizada, finalmente
se simplifica, en líneas bipolares, en dos alternativas que co~piten (véase
subyacen a la conducta de voto no pueden descubrirse con una Bryce, 1888). Si las opiniones son, en cierto modo, naturalmente bipolares en la
simple pregunta» (pág. 77). Se necesitan, insiste, en cambio, naturaleza, es algo que aún no se ha investigado demasiado. Pero hay al me~os
una variedad de preguntas que se enfoquen hacia diferentes una cierta evidencia de que las estructuras conocidas que subyacenen lasactitus
aspectos de un problema y que aborden puntos de vista de las des y opiniones son generalmente bipolares en su forma (Judd y Kulik, 1980~
Hymes, 1986; véase Pratkanis y Greenwald, 1989, págs. 264.266~. ..
personas sobre las formas alternativas de tratarlo. Riesman y 10. La alternativa más simple es utilizar cuestiones diferentes, sm equilibrar,
Glazer (1948) reaccionaron de forma similar a opciones de res- que pregunten sobre el acuerdo respecto a una sola proposición (por ejemplo
puesta simplificadas. «Deberíamos, al menos, asumir que pue- «¿Cree usted que hombres y mujeres deben des~mpeñar.:l mismo papel?»),
de existir otra estructura de opinión», dicen, «en la que cada mejor que forzar una elección entre dos alternativas equilibradas. Pero estas
cuestión tenga muchos lados, y muchas perspectivas desde las preguntas no equilibradas están sujetas a un problema diferente, generalmente
conocido como decir si, o respuestas de aquiescencia. Es decir, las personas
que observarse, cada una matizada con di versos grados de signi- tienden a estar de acuerdo con las proposiciones. Para estropear aún más las
ficado e influencia» (pág. 634). cosas, los entrevistados con menor nivel educacional son más proclives a la
88 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 89

La elección de un formato y la elección de alternativas de tentes, pues pesan directamente sobre la capacidad del público
respuesta influirán de alguna forma en el modelo consiguiente en general para sostener opiniones (capítulo 2). Hay también
de resultados. Schuman y Presser (1981) observan que las per- implicaciones prácticas para describir la opinión pública: ¿qué
sonas, una vez que aceptan ser entrevistadas, «aceptan también opiniones han de tenerse en cuenta? Dado que muchas personas
el sistema de las preguntas e intentan trabajar rigurosamente no parecen seguir en absoluto las controversias públicas, los ana-
dentro de ese sistema» (pág. 299). Estos analistas consideran el listas intentan a veces discernir qué segmentos de la población
impacto causado por la forma de la pregunta principalmente en tienen base informativa para una opinión y cuáles no.
términos de limitación de pregunta. Es decir, las opciones pro- En algunas ocasiones, los investigadores intentan valorar la
porcionadas por el investigador son aquellas que la mayoría de provisión de información asequible a una persona para formar
los entrevistados seleccionarán, aunque hubieran podido selec- una opinión, haciendo preguntas erróneas sobre el problema.
cionar una forma de respuesta diferente si se les hubiera ofreci- Pero la identificación del conocimiento relevante es complica-
do. Cualquier formato, proponen Schuman y Presser (1981), da. La información considerada relevante por el investigador
limitará, de algún modo, las respuestas." puede no serlo para el entrevistado y viceversa. Generalmente,
¿Está bien meditada? Una dimensión clave de una opinión los analistas se basan en la propia estimación de las personas
es la cantidad de información que la apoya. Hemos observado respecto a su capacidad de proporcionar una opinión. Un méto-
lo notablemente bajos que son los fondos de información apa- do básico es mencionar un explícito «No lo sé» como opción de
rentemente al alcance de la mayoría de las personas como para respuesta. Una aproximación similar es la utilización de cues-
ser considerados al formar sus juicios sobre cuestiones públicas. tionesfiltro, preguntando si el entrevistado ha oído o meditado
Como señalan Lane and Sears (1964), «uno de los más interesan- sobre el asunto antes de hacerle la pregunta. Estos procedimien-
tes aspectos de la opinión sobre cuestiones públicas es el grado tos reducen en gran medida, frecuentemente, la proporción de
con que las personas mantienen "firmes" puntos de vista sobre personas que ofrecen su punto de vista. La investigación de-
asuntos de los que apenas tienen información» (pág. 11). Las muestra que ofrecer «No lo sé» como una categoría de respuesta
preguntas alrededor del nivel de información de apoyo son insis- asequible, habitualmente produce un incremento de un 20 %
entre los que no dan opinión (Schuman y Presser, 1981).12
Hay otras razones, quizá más importantes, para consid~rar
aquiescencia que los mejor educados, y en consecuencia, esto influye sistemáti- el marco de ideas que la gente es capaz de evocar al meditar
camente en la distribución de la opinión en tales cuestiones. La evidencia sugie-
re que las preguntas no equilibradas que utilizan respuestas del tipo sí-o-no, o a sobre asuntos públicos. Las consideraciones concretas que una
favor/en contra, producen generalmente resultados bastante similares a las pre- pregunta trae a la mente determinan qué tipo de opinión se
guntas equilibradas, aunque pueden evitarse las escalas de respuestas acuerdo/ expresa. Zaller y Feldman (1987) pidieron a entrevistados
desacuerdo, dado que aparecen específicamente unidas a una propensión a la en un estudio que elaboraran sus respuestas a preguntas de OPI-
aquiescencia (Schuman y Presser, 1981). Hay también una cierta evidencia de
que una serie de cuestiones equilibradas en ramificación y distribuidas en mu-
nión describiendo, con sus propias palabras, «el tipo de cosas
chas categorías (por ejemplo, siete) totalmente etiquetadas, aunque necesiten que les viene a la mente» cuando meditaban sobre los asunto~
más tiempo que otros formatos de pregunta, producirán los resultados más implicados' en un 50 % de los casos este procedimiento se llevo
fiables (Krosnick y Berent, 1990). a cabo antes de que las personas respondieran, y en otro 50 % de
11. La elección entre preguntas abiertas o cerradas proporciona un caso los casos se hizo retrospectivamente, tras responder a la cues-
aparte. Hay pocas dudas acerca de que la selección concreta de respuestas en
una pregunta cerrada limita los resultados. Pero es también cierto que las pre-
tión. El resultado sugiere que las personas -incluso relativa-
guntas abiertas pueden limitar a los entrevistados, bien sea por fracasar en el mente desinformadas- no generan sus opiniones en un vacío
intento de recordar las respuestas que podrían haber seleccionado, o por no informativo. Hubo un promedio de cuatro comentarios sustan-
hacerles conscientes del amplio margen de respuestas posibles (véase Schuman
y Presser, 1981, cap. 3). Entrevistados con nivel educativo relativamente bajo,
por ejemplo, pueden no estructurar espontáneamente sus respuestas a pregun- 12. Es interesante que la creciente proporción de respuestas del tipo «No lo
tas abiertas en la misma forma o tan elaboradamente como los entrevistados sé» tienda a no influir en las proporciones relativas de personas que favorecen o
con mejor nivel educativo o los investigadores. se oponen a propuestas concretas (Schuman y Presser, 1981, caps. 4, 6).
90 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 91

tivos por cuestión opinada, y virtualmente todos los entrevista- opinión se sostiene. Hay varias dimensiones relacionadas pero
dos dieron al menos una consideración inteligible. Alrededor conceptualmente distintas que debemos considerar a este res-
del 30 % ofrecieron pensamientos que observaban ambas posi- pecto: intensidad (la fuerza de los sentimientos de alguien res-
ciones frente al asunto. El proceso se repitió con las mismas pecto a un asunto concreto), destacabilidad (lo mentalmente
personas un mes después, y cerca del 33 % expresaron pensa- accesible que es una opinión dada), importancia (cuán crítico se
mientos en pugna respecto al mismo asunto. Como afirman considera que es el asunto o la opinión), y certeza (qué seguri-
Zaller y Feldman, <da misma persona puede responder a la mis- dad se tiene de que la opinión es correcta).
ma pregunta, en dos ocasiones diferentes, como si fueran dos A la intensidad de opinión se le ha dedicado la mayoría de la
preguntas distintas... Una pregunta sobre los servicios del go- atención empírica y puede enjuiciarse de distintas formas. Un
bierno puede evocar un espectro de intereses especiales y de procedimiento implica dos pasos. Primero, se requiere la opi-
exageradas burocracias en una entrevista, y una imagen de edu- nión de.una persona (a favor o en contra), seguida de una segun-
cación, seguridad social y seguridad aérea en otra» (pág. 11). da pregunta sobre con qué fuerza cree en ella. Más comúnaún
Como vimos anteriormente, es posible que una sola persona es un procedimiento de un solo paso, que pide a los entrevista-
proporcione opiniones opuestas sin cambiar las actitudes o dos que indiquen sus opiniones en escalas de cinco o siete pun-
creencias subyacentes, si el sistema de referencia para la cues- tos que van desde «intensamente de acuerdo» a « intensamente
tión ha variado de alguna forma. Una mayor provisión de infor- en desacuerdo» (aunque, según Converse y Presser [1986], esta
mación asequible, dado que multiplica la gama de ideas que práctica puede confundir la opinión extremada con la intensi-
puede convocar la mente, podria producir menos coherencia en dad del sentimiento). Las mediciones de intensidad son analíti-
diferentes ocasiones, al menos hasta que se determina un juicio camente bastante útiles para los investigadores de la opinión,
cristalizado. pues les permiten la separación de los entrevistados en aquellos
¿Están bien organizadas? Una cuestión conexa concierne a cuya opinión está profundamente enraizada y aquellos cuya res-
lo bien organizadas que pueden estar las opiniones de una per- puesta está ligeramente sostenida (Riesman y Glazer, 1948).
sona. Una vez formada en la mente, una opinión puede inte- Los estudios indican que las opinigUfj§ intensas son más esta-
grarse fuertemente con otras opiniones, conectarse imprecisa- bles a través del tiempo y también más altamente interrelacio-
mente o aislarse completamente (Lane y Sears, 1964). Una nadas (es decir, más altamente organizadas) que las opiniones
persona puede intentar conscientemente mantener un conjunto débilmente sostenidas (Schuman y Presser, 1981).
coherente de puntos. de vista interrelacionados sobre las cues- La destacabilidad e importancia de una opinión se abordan,
tiones públicas, mientras otra puede abrigar una colección de frecuentemente , como intercambiables, aunque deben distin-.~
. .

opiniones que han sido escasamente meditadas en relación unas guirse conceptualmente (Krosnick, 1988a p~g. 196). Una opr
con otras. Referencias a la organización de las opiniones en la nión es destacada cuando es el foco de atención y es Importante
investigación se refieren no tanto a las estructuras subyacentes cuando es objeto de interés. Los dos atributos están, tal vez,
de cualquier juicio dado.como al contexto cognitivo de tal opi- causalmente relacionados; cuanto más tie~po se pasa consld~­
nión: cómo se integra, si lo hace, con otras opiniones. Como rando algo, más importante parece. A la Inversa, cosas consi-
observó Converse (1964), muchas personas no mantienen opi- deradas importantes pueden acaparar una gran parte de nuestra
niones que se organicen de forma consecuente con una ideolo- atención. Krosnick (1988a) indica que las personas están gene-
gía global liberal o conservadora. Las opiniones pueden, en ralmente enteradas de y son capaces de transmitir cuán impor-
cambio, organizarse en «conjuntos de opiniones» o grupos de tantes consideran que son los distintos asuntos. Ha descubierto
opiniones relacionadas, manteniéndose cada grupo en un aisla- que la estabilidad, a través del tiempo, de las opiniones s~bre
miento relativo (Lane y Sears, 1964). O simplemente pueden programas de bienestar social, gastos de defensa, distensión y
desperdigarse. garantías de empleo, es claramente superior para aquellos entre-
¿Con qué fuerza se sostienen? Otro conjunto de característi- vistados que confiesan que tales asuntos son para ellos per~o­
cas se relaciona de una u otra forma con la fuerza con que la nalmente importantes (Krosnick, 1988b). Además, las opimo-
92 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 93

nes sobre aquellos asuntos que las personas consideran impor- Schuman y Presser (1981) han investigado esta cuestión
tantes parecen desempeñar un rol más trascendental en su eva- considerando dos asuntos: el derecho al aborto y el control de
luación de las realizaciones del gobierno (Krosnick, 1988a, armas, comparando diferentes medidas de intensidad de senti-
1990). miento, importancia (lo que denominan centrality) y compro-
Quizá no se haya explorado tanto empíricamente la certeza miso de acción (medido por el envío de cartas y donaciones
con que se sostiene una opinión, es decir, hasta qué punto con- monetarias). Los dos asuntos produjeron resultados diferentes.
fía una persona en que su opinión es correcta. Esta dimensión En el caso del derecho al aborto, la intensidad de la adhesión y
puede juzgarse de varias formas, tales como preguntarle hasta la importancia predijeron altos niveles de acción política, y de
qué punto está segura de su punto de vista o qué probabilidad forma uniforme para las personas a favor de las dos posibles
cree que tiene de cambiar de opinión. Riesman y Glazer propu- posturas respecto al asunto. Pero en el caso del control de armas
sieron incluso en 1944, que «puede experimentarse con esto hubo un desequilibrio interesante. Los entrevistados que se
haciendo recusar o argumentar al entrevistado con la respues- oponían a la existencia de licencias de armas -decididamente
ta» (pág. 635); sin embargo, esta técnica puede ser bastante in- una minoría- traducían sus sentimientos subjetivos de impor-
cómoda y los resultados potencialmente erróneos. Un tipo de tancia en acción política, mientras las personas del grupo mayo-
personalidad beligerante puede confundirse con una opinión ritario que estaban a favor del control de armas no lo hacían.
firmemente sostenida, y un introvertido puede ser una persona Schuman y Presser (1981) conjeturaron que la National Rifle
de principios estables. Probablemente la certidumbre será co- Association colaboró a movilizar a la oposición al control de
rrelativa a la cantidad de información (por ejemplo, el número armas. Factores organizativos nos recuerdan que no debemos
de creencias) que apoya una opinión, aunque la propia confian- asumir que en el nivel individual la intensidad, importancia o
za en aquellas creencias subyacentes será de importancia críti- certeza conducirán necesariamente a una implicación activa.
ca. Un hecho bien puede valer muchas informaciones de veraci- La opinión pública efectiva que depende en gran medida de la
dad desconocida. actividad política puede muy bien diverger del conjunto total
¿Conducirá a comprometerse en una acción? Una cuestión de la opinión expresada.
muy relacionada con la fortaleza de la opinión es si una opinión, ¿Cómo se relaciona con otras personas? Las percepciones de
una vez forjada en la mente, encontrará una salida en una deter- apoyo u oposición social pueden ser críticas para la formación y
minada acción política. Las opiniones expresadas verbalmente expresión de opiniones. Como observó Allport (1937), «puede
-incluso cuando parecen firmemente sostenidas- pueden no es- suponer una considerable diferencia en la propia conducta,
tar de acuerdo con las opiniones expresadas a través de acciones apoyando u oponiéndose a una medida concreta, si se es cons-
tales como unirse a grupos de protesta, escribir sobre asuntos ciente, o incluso se imagina, que otros reaccionan de igual ma-
públicos, o dar dinero para una causa. Cantril (1948) observó nera» (pág. 18). Igualmente, puede tener consecuencias la im-
que las opiniones abstractas o intelectuales pueden no traducirse presión de que los otros reaccionan de forma diferente, en otras
en «opiniones sobre las que se basen juicios y acciones concre- palabras, que se es una minoría aislada (Noelle-Neumann,
tas» (Cantril, 1948, pág. 41). Por ejemplo, hay más personas que 1984). Básica también para la opinión de una persona es la
aprueban la forma de actuar de un presidente que las que dicen comprensión de quién está de cada lado, qué tipo de personas
que le votarían en unas elecciones «si se realizasen hoy» (Crespi, están a favor de la proposición y qué tipo de personas se oponen
1989). Se ha publicado mucho sobre las relaciones en general de a ella. Las percepciones de un individuo de las alineaciones
la actitud respecto a la conducta (Kelman, 1974; Schuman y sociales y las escisiones dentro del público constituirán el con-
Johnson, 1976; Liska, 1975; Cushman y McPhee, 1980; Cialdini, texto social dentro del cual se forman las opiniones (Price,
Petty y Caccioppo, 1981; J. Cooper y Croyle, 1984), pero la pre- 1988, 1989).
gunta actual es más específica en su naturaleza. ¿Se traducirá un Noelle-Neumann (1984) indica que no es posible una com-
juicio a favor de una determinada política en acciones políticas prensión total de la opinión pública a menos que se examinen
comprometidas a asegurar tal fin? también las estimaciones subjetivas del clima de opinión. Esto
94 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 95

puede realizarse preguntando a las personas, además de sus pro- tamente al propio proceso de medición. Las opiniones tienen
pias opiniones, qué suponen que las otras personas o grupos variados términos de revelación. Pueden expresarse fácilmente
piensan sobre cuestiones específicas, cuál creen que será la ten- en un entorno y suprimirse totalmente en otro. Los investigado-
dencia futura de la opinión pública, o qué parte finalmente ga- res de la opinión, que se han sensibilizado mucho ante esta
nará (Noelle-Neumann, 1984; Glynn y McLeod, 1984; Glynn, cuestión, han adoptado la práctica común de intentar llevar al
1987; Glynn y Ostman, 1988). Estas estimaciones subjetivas máximo la relación entre entrevistador y entrevistado. Se inten-
son objeto de distorsiones perceptuales sistemáticas que pueden ta habitualmente, por ejemplo, mediante el uso de un lenguaje
provocar que la realidad percibida diverja de la realidad objeti- común y seleccionando entrevistadores que encajen tanto como
va del conjunto de opiniones (Fields y Schuman, 1976). Por sea posible en las características sociales del entrevistado. Algu-
ejemplo, cuando el enfrentamiento político entre los grupos de nos investigadores han sugerido, sin embargo, que una relación
la comunidad es muy visible, las personas menos implicadas demasiado intensa entrevistador-entrevistado puede también
pero atentas pueden desarrollar una percepción exagerada de la producir respuestas menos válidas (Hyman, Cobb, Feldman,
polarización de opinión entre el público (Pearce, Stamm y Hart y Stember, 1954; Dohrenwend, Colombotos y Dohren-
Strentz, 1971; Grunig y Stamm, 1973). Davison (1983) ha suge- wend, 1968; Weiss, 1968).
rido, y la evidencia parece confirmarlo, que las personas tien- Para resumir, los investigadores de la opinión tienen, al me-
den a sobreestimar el impacto que un acontecimiento concreto nos, siete preguntas conceptuales importantes de que ocuparse
o un mensaje puedan tener en la opinión pública en conjunto; al recoger e interpretar opiniones observadas:
este fenómeno se llama efecto de la tercera persona (Cohen, l. ¿De qué trata exactamente? ¿Cuál es el enfoque de la opi-
Mutz, Price y Gunther, 1988; Lasorsa, 1989; Mutz, 1989; Per- nión?
loff, 1989). Las percepciones distorsionadas de la opinión pú- 2. ¿Qué elecciones alternativas han estructurado o limitado
blica pueden influir en la disposición de las personas a discutir la respuesta?
sus ideas, alterando, en consecuencia, la dinámica de la comu- 3. ¿Está bien considerada la respuesta?
nicación del público y de la formación de opinión (Noelle- 4. ¿Cómo se relaciona esta opinión, si lo hace, con otros
Neumann, 1979)." puntos de vista?
Las circunstancias sociales y las expectativas no sólo confi- 5. ¿Con qué fuerza se mantiene? ¿Con qué grado de certe-
guran la formación de opinión sino que también afectan direc- za?
6. ¿Qué oportunidades hay de que resulte en una acción de
13. Hay evidencia de que las personas, implícitamente, se comparan con los
compromiso político?
demás cuando responden a encuestas, incluso con preguntas sobre conductas 7. ¿Cuál es el contexto social percibido dentro del cual se ha
relativamente inocuas, tales como la totalidad de horas que emplean viendo la formado y expresado esta opinión?
televisión. Schwarz (1990), tras extensos estudios sobre las alternativas de res- Las respuestas a estas preguntas no son, en ningún caso, fáci-
puesta ~frecidas por las preguntas en las encuestas, concluyó que la gama de les de obtener, pero están esencialmente implicadas en los es-
~ternatlvas de respuesta ofrecidas es interpretada generalmente por los entre-
vistados como un reflejo de la distribución de respuestas en la población en fuerzos por ensamblar las opiniones individuales, una vez ob-
general (véase también Schwarz, Strack, Muller y Chassein, 1988). Como dice servadas, en una imagen compuesta de la opinión pública.
Schwarz (1990), «los extremos de la escala se asume que representan los extre- Volveremos a esta tarea en el capítulo 5.
mos de la distribución y los valores del centro de la escala se considera que
representan la conducta usual o media» (pág. 281). En consecuencia los entre-
vistados utilizan la escala como su estructura social de referencia al estimar su
propia respuesta. Pueden, igualmente, realizar variadas inferencias respecto a
ellos mis?1os, comparando su propia respuesta con la distribución implicada
por la sene de la escala de respuestas (por ejemplo, si se consideran como televi-
dentes ~mpedernido.s: con referencia a la población en general, tienen mayor
tendencia o probabilidad de considerar la televisión como importante para
ellos).
5. Conceptualización del procesode la opinión pública

Nuestro análisis sobre este punto ha separado los aspectos


colectivo e individual de la opinión pública, tratándolos se-
cuencialmente, y más o menos independientemente, en los dos
últimos capítulos. Aunque este orden de presentación sigue la
tendencia histórica de conceptualizar la opinión pública y los
servicios como una útil organización heurística, tiende a supo-
ner un cierto estado de la cuestión. De hecho, los aspectos colec-
tivo e individual de la opinión pública nunca se han separado
diestra o fácilmente en la investigación.
Ha habido, sin duda, un cambio general, de la postura colec-
tiva a la individual, en la conceptualización de la opinión públi-
ca (Carey, 1978; Price y Roberts, 1987; P. Converse, 1987). Esta
oscilación fue parcialmente un movimiento de alejamiento de
nociones abstractas, y difíciles de investigar, de la opinión pú-
blica como un complejo orgánico total, hacia una aproximación
más manejable que comienza con una muestra representativa
de opiniones individuales «en toda su estrechez y firmeza» (P.
98 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 99

Converse, 1987, págs. Sl3-S 16). Lo que los teóricos de la men- investigarlos y seguirlos independientemente puede limitar el
talidad colectiva intentaban crear conceptualmente de arriba análisis de la conducta politica. Esta separación fomenta una
abajo, los investigadores empiricos intentaron construirlo, tendencia, bien sea a adoptar un modelo reduccionista, que in-
como si fuera ladrillo a ladrillo, de abajo arriba. La tendencia tenta explicar el fenómeno colectivo enteramente en términos
refleja también los esfuerzos determinados de contrarrestar las de procesos individuales, o a adoptar el punto de vista de que
afirmaciones subjetivas y autoservidas sobre la opinión del pú- grupos y colectividades deben, de alguna forma, tratarse como
blico con sondeos más desapasionados y representativos de los una totalidad y explicarse únicamente en términos de sus cuali-
puntos de vista populares. dades integrales, supraindividuales.
La mayoría de los investigadores actuales reconocen el valor Aceptar tal división es fracasar en cuanto a considerar seria-
de los datos de opinión de nivel individual conseguidos a través mente la simultaneidad de la acción colectiva e individual. La
de investigaciones de sondeo como un útil primario para estu- acción de grupo, sostiene Eulau, surge a la vez que las acciones
diar la opinión pública. Sin embargo, otros tantos reconocen de los miembros individuales dentro del grupo. Por ejemplo,
que un teórico control de la opinión pública y la forma en que cuando un comité de admisión de una facultad universitaria
funciona en la sociedad requiere también atención al más am- debate los méritos de un aspirante, determina su «opinión» y
plio proceso colectivo dentro del cual las opiniones individuales «decide» admitir al estudiante, la decisión del grupo se desplie-
se forman y expresan. El analista de la opinión pública continúa ga simultáneamente al pensamiento individual, la formación de
enfrentándose al reto de intentar entender procesos politicos y opinión y la toma de decisión dentro del comité. A mayor esca-
sociales de gran escala: la constitución del público alrededor de la, la decisión de una comunidad de recaudar un nuevo impues-
problemas compartidos, la negociación de propuestas politicas to, para edificar refugios para los desprotegidos, se despliega
enfrentadas, la aparición de asuntos y la formación de coalicio- simultáneamente a muchas acciones individuales (prestar aten-
nes entre elites politicas, ensombrecidas por coaliciones más ción, pensar, hablar y decidir) que llevan a cabo los cuerpos
amplias entre sus seguidores o detractores entre el público es- públicos dentro de la comunidad. Muchas unidades diferentes,
pectador. En el transcurso del intento de observar estos proce- indi viduales y colectivas, actúan juntas. En el transcurso de una
sos, sin embargo, el investigador inevitablemente se enfrenta a acción colectiva, hay una reciprocidad continua entre las con-
la necesidad de entender fenómenos individuales: la atención ductas individuales y las estructuras sociales dentro de las cua-
prestada a asuntos públicos, la determinación de qué asuntos les se desarrolla. Como señala Chaffee (1975), «es la acción de
son personal o socialmente relevantes, la adquisición de infor- los individuos lo que da vida a las propiedades estructurales
mación, la formación de opiniones en la mente de las personas, de los sistemas politicos, así como estos últimos, a su vez, limi-
y la traducción de estas opiniones en acciones politicas. tan las conductas individuales» (pág. 86).
Podemos muy bien conceptualizar la opinión pública como
surgiendo de un proceso colectivo, pero, si no reunimos infor-
Aspectos colectivo e individual mación sobre los individuos del público y sobre cómo se com-
portan, nuestras ideas sobre el proceso de surgimiento queda-
La investigación sobre la opinión pública debe, de alguna rán, en su mayor parte, en mera especulación. Por otro lado,
forma, cubrir siempre los intereses colectivos e individuales. la investigación que se limita a las opiniones de los individuos
Tal vez sea inevitable un campo de investigación bifurcado, que investiga la conducta en colectivos, pero descuida la conducta
incluya unas personas que estudien el proceso sociológico y de los colectivos (véase Eulau, 1986, pág. 77). Se necesita alguna
otras de una inclinación más psicológica que estudien las opi- forma de hacer inteligibles los procesos de formación de la opi-
niones individuales. Es más, la mayoría de las ciencias sociales nión pública, por medio de observación, medición y análisis,
parecen haberse desarrollado en especialidades de nivel especí- sin descomponerlos en procesos de opinión de individuos dife-
fico (Paisley, 1984). Como señala Eulau (1986), sin embargo, la renciados.
tendencia a separar la teoría en niveles individual y colectivo e Sin pretender una solución sencilla a este dilema, podemos
100 LA OPINIÓN rÚBUCA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 101

considerar de una forma más integradora los aspectos colectivo Dinámica de la toma de decisión en un grupo. La dinámica
e individual de la opinión pública.' Mejor que estudiar públicos colectiva de formación y cambio de opinión es más fácil de
u opiniones per se, conceptualizaremos los procesos de comuni- entender en el nivel interpersonal o de pequeño grupo, donde
cación por medio de los cuales se constituyen los públicos y los conceptos de discusión y debate son directamente aplica-
dentro de los cuales se forman las opiniones sobre cuestiones bles. Los psicosociólogos han estudiado durante mucho tiempo
públicas. El concepto de debate público, como observamos en el las formas en que las personas interactúan al resolver los desa-
capítulo 2, está fuertemente entrelazado con el concepto de opi- cuerdos en entornos comunicativos frente a frente, y especial-
nión pública. Con todo, las nociones de discusión y debate, aun- mente la influencia social en estas situaciones (Lewin, 1948;
que no problemáticas como descripciones de comunicación in- Cartwright y Zander, 1953). Moscovici (1985) propone que la
terpersonal y formación de opinión en pequeños grupos cara a influencia social se «fundamenta en la pugna y los esfuerzos por
cara, pueden requerir traducción cuando se aplican a procesos a conseguir un consenso» (pág. 353). Cuando se da un conflicto o
gran escala de formación de la opinión pública. Examinamos
pugna dentro de un grupo, los miembros intentan mitigarlo y
aquí más cuidadosamente las formas de discusión y debate que
controlarlo por medio de la discusión, restaurando así el con-
caracterizan públicos amplios y heterogéneos (tales como «el
público americano») y los diversos tipos de unidades compo- senso del grupo o creando un nuevo consenso. El conflicto entre
nentes, colectivas e individuales, que entran en el proceso. Re- miembros del grupo estimula la discusión y, a través de ella, la
visaremos también algunas de las formas en que los investiga- formación o cambio de opinión dentro del grupo. Los intentos
dores de la opinión intentan observar el debate público. por resolver los desacuerdos son a la vez exploratorios y persua-
sivos, mientras las personas indagan sobre el asunto, reflexio-
nan sobre sus propias ideas al respecto, y consideran las ideas,
La noción de debate público opiniones y motivos de los demás. Estos procesos de comunica-
ción y cambio de opinión, propone Moscovici (1976), son nece-
Como observamos en el capítulo 3, los públicos se constitu- sarios para que los grupos sobrevivan. Permiten a la colectivi-
yen por problemas compartidos (o podríamos decir que las per- dad adaptarse a nuevas condiciones sociales (compárese con el
sonas constituyen públicos cuando se unen en consideración a modelo conceptual del público discutido en el capítulo 3).
las formas de responder ante un problema compartido). Puesto La investigación sobre la toma de decisiones de grupo ilustra
que el público es una colectividad dinámica, que se organiza en la dependencia mutua entre los aspectos colectivo e individual
torno a un asunto discutiendo sobre él, las relaciones entre de la formación de una opinión discursiva. Las relaciones den-
miembros activos dentro del público están en continuo cambio. tro del grupo -tales como el tipo de desacuerdo del momento-
El término debate público intenta describir una masa de gente pueden ser críticas para determinar la forma en que proceden la
que se organiza en público; en otras palabras, personas que re- influencia social y la toma de decisión individual. Cuando se
conocen un problema, que producen ideas en conflicto sobre lo cuestiona un punto de vista de una mayoría firmemente atrin-
que hay que hacer, considerando tales alternativas, e intentan- cherada, por ejemplo, se presiona a los que se desvían para que
do resolver el asunto a través de la creación de un consenso se conformen, dado que los miembros individuales de la mayo-
sobre una línea de acción. ¿Cómo podemos conceptualizar estas ría se sienten fuertemente comprometidos a hacer cumplir la
actividades? norma (Allen, 1965). Por otro lado, cuando una minoría persis-
tente defiende una posición que se desvía y la mayoría no está
l. Los problemas teóricos y metodológicos de tratar con niveles de análisis firmemente comprometida con su posición, puede crearse in-
de investigación (frecuentemente llamados micro-macro asuntos) son muchos y certidumbre sobre la corrección de la norma en las mentes de la
han atraído considerable atención de las ciencias sociales. Los artículos recopi- mayoría de los miembros; la incertidumbre, a su vez, puede
lados en Knorr-Cetina y Cicourel (1981) y en Alexander, Giesen, Munch y
Smelser (1987) exploran muchas de las cuestiones fundamentales. Para discu-
conducir a la conversión de todo el grupo hacia el punto de vista
siones generales sobre niveles de análisis en la investigación de la comunica- de la minoría (Moscovici, 1976, 1985). Otras características del
ción, véase Pan y McLeod (1991) y Nass y Reeves (1991). grupo, tales como la disparidad entre opiniones sostenidas por
102 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 103

distintas facciones, tienen también implicaciones conductistas nión (en el caso de un comité de admisión, puede ser el director
en un nivel individual. Cuando hay muchos puntos de vista de admisiones), mientras rebajan otras opiniones (por ejemplo,
expuestos, ninguno de ellos fuertemente sostenido o que consti- la de los miembros más noveles y menos experimentados). Las
tuya una clara mayoría, los miembros tienden a converger por características estructurales del grupo pueden producir diferen-
medio de un proceso de cálculo del término medio del grupo tes ni veles de participación. Algunos (en el ejemplo, los miem-
(Moscovici, 1985) o un acuerdo (Riecken, 1952). Desavenen- bros más noveles) pueden seguir la discusión con atención e
cias más profundas entre mayorías bien definidas y facciones interés, pero permanecer reticentes. Un miembro puede prestar
minoritarias, sin embargo, conducen a intentos por parte de la gran atención a ciertos asuntos (por ejemplo, la admisión de
mayoría de influir en la minoría, al menos hasta cierto punto solicitantes desventajosos) y, como consecuencia, enzarzarse
(Schachter, 1951). Cuando los desacuerdos devienen demasia- agresivamente en el debate sobre aquellas cuestiones. En otros
do grandes, los íntentos de influencia social pueden cesar total- asuntos, sín embargo, la participación de la misma persona pue-
mente, y los miembros desviados quedar condenados al ostra- de ser menos intensa. En otras palabras, incluso en pequeños
cismo o abandonados (Festinger, 1950). ,Ji
grupos, la distinción entre actores y espectadores (capítulo 3)
En cada una de estas situaciones, diversas características del importante para comprender la dinámica de la formación y
colectivo (por ejemplo, la existencia previa de una norma de cambio de opinión.
grupo, hasta qué punto los miembros de la mayoría se sienten Debate público en entornos sociales mayores. Los analistas,
fuertes respecto a su punto de vista, o el grado de escisión mayo- con frecuencia, aplican también los términos discusión y debate
ría/minoría) se asocian con diferentes modelos en las respuestas a la formación de la opinión pública a gran escala. Se debe ser
conductistas individuales (por ejemplo, aumento o disminu- extremadamente cuidadoso, sin embargo, al hacer la analogía
ción de comunicación o cambios en la certeza o intensidad). de grupos cara a cara con grandes públicos. El modelo concep-
Estas respuestas conductistas contribuyen a la reestructuración tual del público como un grupo que ha establecido una discu-
de las relaciones de grupo (por ejemplo, expulsión del grupo de sión (capítulo 3) dirige nuestra atención, provechosamente, ha-
los miembros desviacionistas, realineaciones de la opinión, cia procesos interdependientes en la formación de la opinión
conversión a una nueva norma de grupo, etc.). En el transcurso pública que pueden ser similares en líneas generales a aquellos
de un debate de grupo, ocurren dos fenómenos interrelaciona- que encontramos en grupos de comunicación más pequeños
dos: primero, se acumulan ideas en el dominio público del gru- (Price y Roberts, 1987; Price, 1988; véase Blumer, 1948). Pero
po, que constituyen una reserva de sistemas compartidos de nuestra tarea al explicar este proceso de comunicación macros-
referencia sobre el problema y propuestas para resolverlo. Se- cópico es, al menos, doblemente complicada.
gundo, los miembros responden a estas ideas y propuestas de Primero, la gran variedad de individuos y grupos que pue-
forma privada y/o pública. Pueden alinearse con una de las pro- den desempeñar un papel, y los papeles más diferenciados que
puestas, apostar por una postura a favor o en contra de otros desempeñan, hacen la descripción y el análisis mucho más difi-
miembros del grupo. El debate permite que ocurran tales proce- cil. Los miembros del grupo incluyen, por ejemplo, a políticos
sos. A través de la discusión se intercambian ideas e informa- individuales, comités gubernamentales, grupos organizados de
ción, que permiten al grupo establecer un entendimiento co- presión, miembros menos directamente implicados del público
mún, y si es necesario, puntos de referencia para construir el activo (por ejemplo, los que escriben cartas y los contribuyen-
asunto en cuestión. La discusión sirve también como medio tes), e incluso miembros más ampliamente dispersos del públi-
para la expresión y negociación de corrientes de opinión dentro co atento que sigue el proceso con interés pero que sólo actúa en
del grupo. participación directa con su voto o en las encuestas de opinión.
Incluso en el nivel de un grupo pequeño, la resolución de los En muchos asuntos, una gran proporción de la población no se
desacuerdos por medio de debate no es siempre (o tal vez ni implica nunca, o si lo hace, es de forma mínima, de manera que
siquiera usualmente) igualitaria. Las diferencias de poder y las no influye en el resultado.
normas de comunicación pueden dar un peso extra a una opi- Segundo, los medios de comunicación empleados en el de-
104 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 105
bate público son casi inversos. Hay discusiones informales -dis- los intercambios culturales en los salones del siglo XVIII de
persas y no demasiado frecuentes- entre miembros individua- París, pero son, como mucho, metáforas imprecisas para descri-
les del público. El gobierno e instituciones educativas propor- bir los medios de comunicación de masas altamente organiza-
cionan ocasionalmente escenarios más formalizados para el de- dos de los públicos modernos. La maquinaria electoral de las
bate. Los medios de comunicación de masas proporcionan pun- democracias representativas y los partidos políticos constan en-
tos comunes y un cierto intercambio, si bien de una naturaleza tre las primeras disposiciones desarrolladas (capítulo 2). Estas
mucho menos interactiva, entre los diferentes grupos. Los pú- instituciones se han complementado con formas más interacti-
blicos a gran escala difieren tremendamente de los pequeños vas tales como campañas de cartas escritas a las masas, encues-
grupos cara a cara en cuanto a las tecnologías utilizadas por sus tas de voto y otros rápidos mecanismos de realimentación o
miembros para comunicarse. Los públicos grandes, geográfica- feedback (véase Beniger, 1986, cap. 8). A pesar de estos sofisti-
mente dispersos, requíeren formas más sistemáticas de partici- cados medios de comunicación, sin embargo, los vínculos lite-
pación colectiva, no simplemente débiles coaliciones interper- ralmente interactivos entre todos los miembros de un público
sonales, sino organizaciones políticas formales y partidos. Estas realmente grande no son posibles, sin lugar a dudas, de la mis-
organizaciones pueden comunicar las opiniones populares ha- ma forma en que se realizan en los grupos pequeños y localiza-
cia arriba, a las agencias encargadas de actuar en nombre del dos (Price y Roberts, 1987). Las modernas tecnologías de la
público; pueden también comunicar las opiniones de la elite comunicación pueden haber permitido la ampliación de la con-
hacia abajo, sirviendo como canales para informar, persuadir y ciencia del público (Cooley, 1909), pero no se han acercado a
activar a los miembros del público atento. Los grandes públicos crear ningún tipo de juicio global de ámbito urbano (véase Ar-
requieren medios de intercambio de ideas más sistemáticos: no terton, 1987, sobre la «tcledcmocracia»).
simplemente discusiones libres, sino intercambio de opinión a
través de los medios de comunicación y recogida organizada de
opinión y distribución (por ejemplo, editoriales, cartas y en- Actores de la política, periodistas y público atento
cuestas de opinión), para establecer el fondo de consideraciones
compartidas en el campo público. Aunque los modelos de liderazgo se muestran incluso en las
La dependencia de los medios de comunicación para el de- discusiones de pequeños grupos, la diferencia entre líderes y
bate público introduce comunicaciones prejuiciadas que no seguidores -entre actores de la política y espectadores de la polí-
aparecen en los pequeños grupos. Los participantes en un deba- tica- surge como una de las características principales de un
te cara a cara no necesitan apoyarse en intermediarios para sa- debate público a gran escala (capítulo 3). Los actores de la polí-
ber qué está pasando, enviar mensajes o seguir las deliberacio- tica (o elites) son aquellas personas que intentan hacer variar la
nes del grupo. Los canales de los medios de comunicación que conducta del colectivo. Los actores, dentro y fuera del sistema
sirven como medio para el debate público son, sin embargo, político establecido, y con frecuencia organizados en grupos de
muy diferentes. A pesar de los intentos de una transmisión obje- presión, crean asuntos públicos, en primer lugar, formulando y
tiva, los medios son selectivos al determinar qué tipos de men- después defendiendo políticas alternativas. El debate público se
sajes se retransmiten. Más allá de su papel de facilitar la recogi- refiere principalmente a un debate entre actores de la polltica
da e intercambio de ideas, los comunicadores de masas asumen contendientes, que se retransmite por los medios de comunica-
también un papel mucho más dirigente al intentar configurar y ción para que las personas del público atento lo observen y me-
moldear la opinión. Las elites de los medios de comunicación diten (y, mucho menos frecuentemente, participen). Aunque la
no son transportadores pasivos del debate y la información pú- implicación del público activo (miembros de la prensa inclui-
blica, sino también participantes activos (véase más abajo la dos) se dirige a formular un plan escogido para actuar y persua-
discusión sobre la función de «correlación» de los medios de co- dir a los otros de sus méritos, la implicación de los espectadores
municación). del público activo consiste principalmente tanto en meditar so-
Los términos debate y discusión podrían haberse aplicado a bre lo que leen o ven, como en formar y expresar (a veces) opi-
106 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 107

niones sobre la cuestión. Los espectadores se distinguen entre el lo que otros piensan, y formar ideas respecto a lo que se habría
público por varias razones: pueden estar especialmente intere- de hacer. Es el sostenimiento de las opiniones lo que caracteriza
sados sobre el asunto concreto, habitualmente siguen las noti- a sus miembros (capítulo 4).
cias y les gusta hablar sobre asuntos públicos, o pueden verse El poder político de un público atento se ejerce directamente
cogidos por casualidad en una situación social (por ejemplo, en un momento dado (por ejemplo, en unas elecciones), pero
una conversación en el trabajo) en que sean solicitadas sus opi- también se ejerce indirectamente y de forma más continuada a
niones respecto al caso. través de percepciones de los actores políticos que representan
Público como espectador. Aunque el tamaño relativo del para la audiencia y que calibran su propia eficacia en el mundo
público acti vo y del público atento puede variar según los dife- político por los indicadores de la respuesta del público. Baker
rentes asuntos, en cualquier asunto dado los espectadores so- (1990) indica que la idea de opinión pública surgió en el siglo
brepasan ampliamente a los actores. La perspectiva de audien- XVll1 en gran medida como una invención política, una especie
cia asumida por la gran mayoría que toma parte en un debate de autoridad que podía utilizarse para legitimar una determina-
público es digna de atención. Carey (1978) ve el eclipse del pú- da política o propuesta. Las elites han usado la opinión pública
blico como una competencia del díscurso acti vo en la sociedad como un arma retórica en el debate político desde entonces. Los
moderna. Los medios de comunicación de masas, según Carey, actores se esfuerzan intensamente por interpretar la opinión del
han transformado al «publico lector -un grupo de personas que público atento (por ejemplo, a través de encuestas de segui-
hablaban entre ellos de forma crítica y racional- en una audien- miento), quizá tanto como lo hacen por intentar configurarla y
cia de lectores y oyentes» (pág. 854; véase también Milis, 1956). dirigirla (véase Sabato, 1981). Aunque las elites puedan no ne-
Pero esta característica estructural de los públicos a gran escala, cesitar un amplio apoyo para sus políticas, la mayoría quisiera,
para mejor o para peor, no es, ciertamente, nada nuevo. Bryce al menos, tener una indicación de que no hay una oposición
ya lo observó en 1888. Las masas contribuyen al gobierno de, insuperable a su causa. Las propuestas de los actores adquieren
mocrático, decía Bryce, no tanto con ideas en contienda o polí- un considerable peso cuando se asocian con cierta evidencia de
ticas (que los líderes políticos extraen entre ellos) sino con un que el público está de su lado (o de que un número considerable
«sentimiento» respecto a las acciones y propuestas de sus líde- de personas, incluso aunque no sea una mayoría, les apoya). Por
res, que, cuando se expresa públicamente -por medio de voto, ejemplo, la evaluación de la aprobación pública puede ser una
manifestaciones, cartas u otros medios de comunicación-, lirni- fuente importante de influencia presidencial en el congreso (Ri-
.ta la conducta de los actores (Bryce, 1888, págs. 7-8). En el mismo vers y Rose, 1985). El poder político del público atento se basa,
sentido, Lang y Lang (1983) observan que las opiniones de los pues, <<00 tanto en lo que hace, sino en las percepciones de los
que forman el público atento son básicamente «expresiones de actores políticos de lo que podría hacer» (Price y Roberts, 1987,
aprobación o censura» dirigidas hacia los individuos o grupos pág. 805; Key, 1961; Lang y Lang, 1983, págs. 22-25).
activos en política (pág. 23). Sin embargo, un público atento es El papel desempeñado por los periodistas. Los periodistas, al
algo más que una audiencia.? Sus miembros aportan no sólo cubrir los acontecimientos políticos y siguiendo las actividades
atención sino también meditación respecto al asunto en cues- de los actores políticos, permiten a los públicos atentos formar-
tión. Un público atento es una audiencia que se ocupa lo sufi- se alrededor de desacuerdos con la elite. A este respecto, los
cientemente de un asunto como para pensar sobre él, descubrir medios de comunicación realizan una función de vigilancia
para sus audiencias (véase Lasswell, 1948). Esta función vigi-
2. El término público se ha usado, ciertamente, de vez en cuando, en una lante de la prensa es, tal vez, el servicio público más importante
forma que lo considera como sinónimo de audiencia o seguimiento. Los ejem- que se le atribuye y que reclaman los medios de comunicación.
plos incluiríanreferencias al público del golf, los aficionados al cine y similares, Se refleja bastante comúnmente en los nombres de ciertos pe-
o referencias a los fans de unacelebridaddel mundo del espectáculo (eel público
que la adora»), A 10 largo de nuestro estudio hemos usado el concepto de una riódicos: sentinel, monitor. clarion, observer e intelligencer.
forma más distintiva, confinándolo a asuntos de desacuerdo general o interés Como agentes de vigilancia, los periodistas intentan alertar al
compartido, en otras palabras, a asuntos y cuestiones públicas. público de los problemas. Presentan noticias sobre la conducta
108 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 109

de las elites políticas -sus acciones, presumibles intenciones y proceso. Las noticias sobre otros actores políticos ofrecen a las
desacuerdos internos- ante la atención de sus audiencias. Al elites un área para aprender, comprender y reaccionar respecto
hacer esto, los reporteros proporcionan el principal mecanismo a los demás. Las elites políticas usan los medios de comunica-
para permitir a un público atento seguir el entorno político, al ción no sólo para comunicarse con sus seguidores y opositores
menos el limitado por factores institucionales, profesionales y del público atento sino también para hablar entre ellas. Declara-
organizativos (Breed, 1955; Roshco, 1975; Ettema, Whitney, ciones que pronuncian ostensiblemente para el público general
y Wackman, 1987). La prensa es, después de todo, dependiente (conferencias de prensa y apelaciones al público a través de los
en gran manera de los actores políticos para obtener noticias, la medios de comunicación) son, con frecuencia, mensajes inten-
mayoria de las cuales se establecen en virtud de hábiles relacio- cionados para las otras elites (véase Lang y Lang, 1983; Linsky,
nes públicas en forma de emisiones, entrevistas y conferencias 1986).
de prensa. Los noticiarios proporcionan, en consecuencia, un impor-
El periodismo tiene también una función de correlación para tante medio por el que los miembros del público se comunican.
el público atento, ayudándole a coordinar sus propias respues- y tal vez más importante aún, el periodismo permite a los acto-
tas internas al entorno político (véase Lasswell, 1948). Es decir, res y espectadores políticos interactuar. Las noticias proporcio-
los noticiarios reúnen puntos de vista e ideas que contrastan nan una relación continua de 10 que se está desarrollando en el
dentro del público atento, comunican a sus miembros 10 que plano de la elite política (vigilancia para el público atento, co-
piensan los demás, y en consecuencia ayudan a organizar su rrelación para el público activo). El periodismo también regis-
reacción colectiva. Schramm (1964, pág. 38) asociaba esta fun- tra cómo reacciona la audiencia hacia el modo en que se realiza
ción a los consejos tribales en sociedades menos desarrolladas, el juego (correlación para el público atento, vigilancia para los
que solicitan los puntos de vista y debaten las alternativas inten- actores). Como las elecciones, encuestas y fiestas políticas,
tando coordinar las acciones de un pueblo. Aunque Price y Ro- los medios de comunicación de masas son mecanismos-tal vez
berts (1987) llaman a esto la función encuesta de los medios de hoy día los mecanismos dominantes- que permiten al público
comunicación, se ejerce no sólo (o incluso principalmente) por llevar a cabo su tarea.
medio de encuestas de opinión, sino también a través de cartas Como se ha observado, los medios de comunicación son
al director, entrevistas hechas por reporteros en las calles, y algo más que los portadores del debate público. Además de pro-
otras caracterizaciones informales de la opinión pública. En re- porcionar los canales a través de los que los actores cruzan sus
sumen, los medios de comunicación permiten al público atento mensajes, los medios de elite promulgan sus propios puntos de
seguir la huella a los actores políticos (vigilancia) y organizar sus vista a través de análisis políticos partidistas y a través de apo-
respuestas hacia ellos (correlación). yos editoriales a políticas y candidatos. Este papel activista de
El periodismo realiza también estas dos mismas funciones los medios, especialmente periódicos, asegura el continuo inte-
para las elites respecto al público activo. La misma noticia o rés sobre posibles partidismos en las prácticas editoriales y en
comentario puede realizar funciones opuestas, dependiendo de las noticias, debido a los conocimientos políticos de ejecutivos
una perspectiva concreta: como espectador o como actor en el de las cadenas, publicistas, productores y periodistas comunes.
proceso. Las caracterizaciones de los medios de comunicación Los críticos conservadores acusan, frecuentemente, a los me-
de la opinión entre el público atento (que ayudan a correlacio- dios de comunicación de partidismo liberal, diseñando estudios
nar sus respuestas internas) son simultáneamente un medio de que sugieren que los periodistas, especialmente aquellos de los
vigilancia para las elites (ayudándoles a seguir las reacciones del medios de elite, son desproporcionadamente liberales (Lichter
público atento). Los actores prestan gran atención a las noticias y Rothman, 1981; véase también Noellc-Neurnann, 1984). Pero
para ver cómo se considera 10 que están haciendo. Hasta qué los cánones del periodismo ejercen una estricta limitación con-
punto los medios de comunicación de masas ayudan a correla- tra el partidismo, y la inclinación liberal en la cobertura de noti-
cionar las respuestas de las elites hacia los asuntos es algo que cias actual es mucho más difícil de establecer (Robinson, 1983;
puede ser menos aparente, pero no menos importante para el Merten, 1985). Si hablamos de editoriales, donde no existe tal
110 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 111

censura contra el partidismo, se puede presentar fácilmente el la opinión pública, en forma de encuestas de opinión comercial,
caso opuesto de partidismo conservador. U na revisión del apo- participa institucionalmente en el debate público. La preocupa-
yo periodístico en las elecciones presidenciales norteamerica- ción práctica por la investigación comercial se centra en propor-
nas desde 1972, por ejemplo, demuestra un modelo coherente cionar a las audiencias medias o a los clientes de elites políticas
de apoyo más fuerte a los candidatos republicanos que el refleja- datos exactos y puestos al día de sondeos basados en los asuntos
do en la predilección por los partidos o los modelos de voto de del momento. Aunque hay también preocupaciones normati-
la población en general (Stanley y Niemi, 1988, pág. 59). vas. Algunos encuestadores han presionado para educar a
Los críticos también están preocupados por la capacidad de los consumidores sobre la susceptibilidad de las encuestas a los
la prensa de llevar a cabo con éxito sus papeles de vigilante y errores, defendiendo al mismo tiempo el diseño de encuestas
correlacionador. A los ojos de algunos observadores, la prensa que contribuyan más útilmente al debate público (Crespi, 1989;
parece más interesada, y tiene más éxito, en llamar simplemen- Cantril, 1991). Los investigadores universitarios añaden a estos
te la atención que en servir como vigilante efectiva de los asun- intereses varios objetivos teóricos y metodológicos, tales como
tos públicos o como foro de debate libre (Lasswell, 1948; La- la comprensión de los matices de la medición de la opinión, de
zarsfeld y Merton, 1948; Carey, 1978; Bagdikian, 1985). la formación y el cambio de la opinión pública, de la influencia
Lasswell (1948) aducía que los medios de comunicación ensam- en ésta del contenido de los medios de comunicación (incluyen-
blan más fácilmente conjuntos de atención que públicos intere- do los resultados públicos de las encuestas), y del papel que
sados e implicados en los asuntos políticos. Lazarsfeld y Merton desempeña en la formación política. Sin tener en cuenta sus
(1948) especulaban sobre la posible disfunción narcotizadora de motivos, estos investigadores comparten intereses básicos en la
la comunicación de masas. Un caudal continuo de atractiva observación de la opinión pública, cómo toma forma y cambia
información sobre asuntos públicos, teorizan, puede permitir a en el transcurso de un debate público. Aunque tanto los investi-
las personas quedarse demasiado asentadas en su papel especta- gadores sobre la opinión universitarios como los comerciales se
dor. Al destacar lo único, lo inusual, y lo reciente, el periodismo apoyan enormemente en métodos de encuestas de muestreo,
puede ganar la atención de la audiencia, pero como efecto supri- utilizan también otras técnicas de observación, dependiendo de
me la implicación y actividad del público. Estar informado o los objetivos particulares en cuestión.
una «información hacia el interior» puede sustituir al hecho de Los indicadores de la opinión pública se obtienen de muchas
estar interesado y activamente implicado (Riesman y Glazer, fuentes, generalmente por medio de una de estas tres técni-
1948).3 Como sugirió Dewey (1927) el reto más dificil pero vital cas:
del periodismo -Lippmann (1922) diría su reto imposible- es o Entrevistas estructuradas, reuniendo autoinformes de indi-
primero llamar la atención y despues activar al público. viduos, grupos u organizaciones (usadas principalmente en son-
deos de muestras representativas, pero también en entornos ex-
perimentales).
Observación de la opinión pública «Análisis de contenido de plataformas políticas, memoranda
organizativos, correspondencia privada, o noticias y editoria-
El interés por el proceso del debate público, la preocupación les.
sobre su calidad, y las preguntas sobre su papel en la realización »Entrevistas en profundidad o discusiones de grupo relativa-
política, alimentan una gran variación de aplicaciones específi- mente poco estructuradas con funcionarios, elites organizati-
cas de la investigación. La investigación sobre la aplicación de vas, activistas o grupos interesados.
Aunque ninguna de estas observaciones es suficiente para
3. A pesar de la persistente especulación sobre la posible intervención de los describir la opinión pública en su totalidad -objetivo que exce-
medios de comunicación a la hora de cultivar la pasividad pública, los críticos
de los medios de comunicación no presentan evidencia clara de tal efecto. Es
de con mucho nuestro propósito-e, cada una puede contribuir de
más, como se observaba en el capítulo 3, la atención a las noticias va de la mano forma diferente a conseguir una visión de la opinión pública en
de más altos -no más bajos- niveles de participación política. un momento determinado, así como a través del tiempo. Cada
112 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 113

observación es una instantánea de la opinión pública, tomada nión pública como de poseer varias descripciones posibles. Hay
desde un ángulo diferente. Estas imágenes nos permiten obser- una variedad de mediciones que pueden describir las opiniones
var partes diferentes de un mismo proceso general. La bondad individuales, no sólo su inclinación a favor o en contra, sino
de cada imagen, o grupo de imágenes, que tomamos como re- también el ni vel de apoyo informativo, intensidad, estabilidad,
presentación de la opinión pública, dependerá de si nuestro ob- importancia, etc. (capítulo 4). Estos datos pueden usarse en la
jetivo es hacer el proceso político más sensible a la mayoría de investigación sobre la opinión pública no simplemente para es-
puntos de vista (Gallup y Rae, 1940), ampliar el campo del tudiar las formas en que se desarrollan y varían las opiniones en
debate público (Crespi, 1989, págs. 102-104), comprender las un nivel individual, sino también para describir las opiniones
estructuras de referencia de las personas para las cuestiones po- en conjunto y los cambios a través del tiempo. Las representa-
líticas (Gamson y Modigliani, 1989), o identificar a aquellos ciones empíricas totales sobre la opinión pública pueden ex-
cuyas opiniones son más influyentes en la dirección de la políti- traerse de cualquiera de estas clasificaciones o dimensiones
ca (Dahl, 1961; Key, 1961, cap. 21; Cook y otros, 1983). analíticas, siempre que, naturalmente, se hayan reunido las ade-
Utilización de los datos de sondeo. Uno de los principales cuadas mediciones de sondeos.' El equilibrio del apoyo en una
usos de los datos de sondeo de la población en general es la comunidad respecto a las dos posturas sobre un asunto, puede
descripción resumida de la opinión pública. El descriptor senci- analizarse, no simplemente en términos de los porcentajes rela-
llo más común utilizado es la proporción de gente a favor de un ti vos que expresan el apoyo u oposición a unas determinadas
determinado candidato o propuesta cuando se enfrenta con una propuestas (como un informe típico de encuesta) sino también
pregunta del tipo apoyo/oposición (Cantril, 1991). en vista de los ni veles comparativos de intensidad de opinión,
El porcentaje de respuestas de apoyo a una determinada po- certeza, o la proporción de actividad política observada en cada
lítica o candidato, sin embargo, representa sólo una faceta de la postura sobre el asunto (Schuman y Presser, 1981, recuérdese el
opinión pública, tal como la inclinación, en pro o en contra, es capítulo 4).
sólo una dimensión de la opinión en el nivel individual. Pueden La razón para centrarse en una característica específica de la
observarse muchas otras variables por medio de la investiga- opinión pública procede de las preocupaciones teóricas sustan-
ción de sondeo. Por ejemplo, una incertidumbre aproximada de tivas. Algunas investigaciones sobre la opinión pública, por
nivel colectivo análoga a la de nivel individual podría indicar el ejemplo, se han centrado no en la opinión de la gente per se sino,
grado de descontento o consenso. Imaginen muestras de opinio- en su lugar, en conjuntos de agendas de asuntos, los temas sobre
nes individuales de dos comunidades, y la distribución de aque- los que las personas tienen opinión (Cohen, 1963). El estudio
llas opiniones dentro de cada comunidad, como ordenadas en sobre la preparación de la agenda investiga hasta qué punto la
una escala desde «fuerte acuerdo» a «fuerte desacuerdo», Un atención del público hacia un problema específico depende del
estado de profundo desacuerdo en una comunidad se observa- volumen de la cobertura de noticias que se le dedica (Cohen,
ria como una distribución en forma de U de puntos de vista 1963; McCombs y Shaw, 1972; Weaver, Graber, McCombs y
individuales, una distribución, digamos, en la que aproximada-
mente la mitad de las personas están en fuerte oposición y apro- 4. La suma de mediciones individuales para describir unidades colectivas es
ximadamente el mismo número están intensamente a favor. Un extremadamente útil en los análisis, pero no sin añadir sus riesgos conceptuales
potenciales (Eulau, 1986; Priee, Ritchie y Eulau, 1991). La transformación de
estado de consenso en la segunda comunidad, por otra parte, se
propiedades de unidades de un nivel al próximo (por ejemplo, de los individuos
observaría como una distribución con forma de campana con al grupo) deriva, frecuentemente, en características que no son isomórficas en
una fuerte tendencia central y relativamente pocas personas en los distintos niveles. Como ilustraron Lazarsfeld y Menzel (1961), por ejemplo,
los extremos de la escala. No quisiéramos hablar de estas comu- un jurado no es decisivo en el nivel colectivo, pero lo es en el nivel individual
nidades como representativas en sus estados colectivos de opi- (de hecho, el caso es bastante opuesto; los miembros de un jurado están dema-
siado decididos a comprometerse). Con cuidado, sin embargo, un analista pue-
nión, aunque las posiciones medias o promedio podrían muy de identificar y explorar muchas propiedades útiles, distributivas y relacionales
bien ser similares. de un colectivo de unidad relevante, utilizando los datos recogidos de sus subu-
No se trata tanto de tener conceptos competitivos de la opi- nidades.
114 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLIC:t\ 115

Eyal, 1981; Iyengar y Kinder, 1987; Iyengar, 1990). En estudios Utilización del análisis de contenidos. Aunque la investiga-
sobre el desconocimiento plural, los investigadores han reunido ción de sondeo es el método más común de observar y estudiar
las percepciones de las personas sobre los puntos de vista de los la opinión pública, no es en modo alguno el único sistema. Sub-
demás para describir el clima o ambiente general de opinión productos que se producen de forma natural en el debate públi-
percibidos, que pueden compararse con distribuciones de la co proporcionan a los analistas observaciones en absoluto obs-
opinión real. Esto permite la descripción de una situación bas- tructoras desde diferentes ángulos. Los reglamentos oficiales,
tante compleja: hasta qué punto el colectivo percibe correcta- memoranda, informes y minutas de los encuentros públicos son
mente su propio estado de opinión (O'Gorman, 1975; Fields y de bastante utilidad para estudiar la conducta de los actores de
Schuman, 1976; O'Gorman con Garry, 1976; véase también la la política (Cook y otros, 1983). El contenido de los medios
espiral de silencio, Noelle-Neumann, 1984; y el efecto de tercera de comunicación populares puede investigarse como estímulo
persona, Davison, 1983). Otras investigaciones se centran en el
persuasivo que configura la reacción pública ante un asunto
nivel de conflicto entre las opiniones dentro de las comunida-
des, lo que se relaciona con la estructura de la comunidad (Ti- (Fan, 1988), como inputs para la realización política (Cook y
chenor, Donohue y Olien, 1980). En resumen, los investigado- otros, 1983), o como el fondo compartido de información del
res pueden describir algo más que la simple dirección global de campo público (Gamson y Modigliani, 1989). Estos materiales
los estados de opinión colectivos, del mismo modo en que in- proporcionan datos que complementan los recogidos por medio
tentan determinar mucho más sobre las opiniones individuales de entrevistas de sondeo. Para el análisis de tales contenidos,
que simplemente qué postura favorece la gente. son ventajosos los métodos cuantitativos (Holsti, 1969; Krip-
Aunque las descripciones de la opinión pública basadas en pendorff, 1980), pero otras aproximaciones interpretativas pue-
sondeos se diseñan principalmente sobre los datos recogidos de den igualmente ser de utilidad (Gamson y Modigliani, 1989).
individuos en estudios sobre la población en general, no es nece- El análisis del contenido de los medios de comunicación
sario limitar el seguimiento a este tipo de aplicación. Pueden desempeña un papel destacado en la investigación de la opinión
seguirse también grupos que pueden desempeñar un papel en la pública. Aunque Allport (1937) prevenía, tempranamente, con-
configuración de la opinión pública, tales como organizaciones tra el peligro de malinterpretar opiniones que aparecen en la
profesionales o empresariales, bien sea por medio de sus porta- prensa como opiniones públicas (lo que él denominaba el «pe-
voces oficiales (Namenwirth, Miller y Weber, 1981), o por me- riodismo-falacia»), reconocía, sin embargo, que las noticias y
dio de sus miembros (Granberg, 1984). Las elites políticas, que descripciones editoriales sobre la opinión pública podrían con-
comprenderían únicamente una pequeña proporción de una vertirse en autorreforzadoras (pág. 21). Los puntos de vista
muestra de la población general, pueden seguirse de forma inde- ofrecidos por los medios de comunicación no han de confundir-
pendiente. Los investigadores han sometido a encuesta, por se conceptualmente, sin lugar a dudas, con los de sus audien-
ejemplo, a directores de periódicos (Olien, Tichenor, Donohue, cias, pero hay buenas razones para sospechar que aquéllos tie-
Sandstrom y McLeod, 1990), expertos en política exterior (Ro- nen un papel significante en la formación de éstos. A lo largo de
senau, 1963), líderes comerciales (Russett y Hanson, 1975), la última década, los investigadores han comenzado a controlar
funcionarios del gobierno (Jennings, 1969) y lobbyists o grupos las tendencias reunidas en el contenido de los medios de comu-
de presión políticos (Milbrath, 1963). En un estudio sobre las nicación y a estudiar sus relaciones con las tendencias en la
elecciones estadounidenses al congreso de 1958, Miller y Stokes opinión de la audiencia, calculada por medio de encuestas
(1963) encuestaron a importantes miembros del congreso y sus (MacKuen y Coombs, 1981; Page, Shapiro y Dempsey, 1987;
oponentes respecto a asuntos de la campaña, percepciones de Fan y Tims, 1989). Fan (1988) había desarrollado un modelo
las opiniones de sus constituyentes, y sus ideas sobre qué podía «ideodinámico», adaptado de las ciencias biológicas, para pre-
influir en el voto. Las técnicas de sondeo y medición- en conse- decir los resultados de las votaciones en la campaña electoral a
cuencia pueden utilizarse para enjuiciar muchos rasgos de dife- partir de un análisis de contenidos de la Associated Press. El
rentes unidades -colectivas o individuales- que desempeñan modelo de Fan, que estimaba el impacto de los mensajes positi-
un papel en el proceso de formación 11" la opinión pública. vos o negativos sobre los candidatos basándose en factores tales
116 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 117

como el número de mensajes en el entorno de las noticias y el das se utilizaron en muchos estudios primitivos sobre los efec-
tamaño de la población-objetivo, parece producir una estima- tos de los medios de comunicación, tales como el estudio de
ción de voto muy acertada. Sus controvertidos métodos y los maratones de radio (Merton, Fiske y Curtis, 1946/197\), para
resultados provocaron de nuevo preguntas sobre la autonomía «ayudar a configurar la interpretación de los datos cuantitati-
de la opinión pública y sobre si ésta es una reproducción más o vos» de encuestas representativas (pág. 555). Las entrevistas
menos mecánica de la opinión de la elite expresada a través de enfocadas se utilizaban principalmente para generar nuevas
los medios de comunicación (capítulo 2). ideas e hipótesis, que se sometían más tarde a nuevas pruebas
La investigación sobre opinión pública ha realizado también por métodos más definitivos. En tales casos, los procesos más
una aproximación más interpretativa al análisis del contenido interpretativos y cualitativos se usan como complemento más
de los medios para formarse una idea sobre la manera en que los que como alternativas a técnicas más estructuradas.
medios de comunicación estructuran los términos del debate La investigación con grupos enfocados es especialmente po-
público. Gamson y Modigliani (1989), por ejemplo, lo centran pular en estudios sobre las actitudes y conducta de los consumi-
en i~ntificar las culturas que rodean a los diferentes asuntos. dores (Calder, 1977), pero también tiene aplicación en la inves-
Cada asunto, dicen, tiene su propio «catálogo de metáforas, tigación sobre la opinión pública. Se reúnen grupos de gente
tópicos, apelaciones a los principios y similares» (pág. 2). Los para discutir juntos un tema concreto, y se graban y estudian sus
participantes en un debate público tropiezan con ello, no como interacciones. Aunque estas técnicas sacrifican la representati-
puntos individuales, sino como esquemáticas agrupaciones de vidad (una fuerza innegable de las técnicas de muestreo), la
ideas o conjuntos interpretativos. Por «cultura de un asunto», utilización de preguntas abiertas en grupos enfocados puede
Gamson y Modigliani entienden «el conjunto completo de pa- ayudar al investigador a comprender los procesos mentales uti-
quetes interpretativos que son asequibles para darle sentido» lizados para llegar a las opiniones (Hochschild, 1981; Graber,
(pág. 2). Para investigar la evolución de estos paquetes y las 1984). Gamson (1988) apoya los grupos enfocados como parte
culturas de los asuntos, analizan una amplia gama de contenido de una metodología constructista para evaluar la opinión públi-
de los medios de comunicación, incluyendo las noticias de las ca. Dice que los investigadores necesitan alguna forma de hacer
cadenas de televisión, artículos de revistas, tiras cómicas, y co- «visibles los esquemas subyacentes, preferiblemente permitién-
lumnas de las publicaciones sindicadas, siguiendo un solo tema donos una ojeada al proceso mental implicado» (pág. 20). Esto
cada vez. puede realizarse observando conversaciones de grupos parejos
Uso de técnicas de sondeo menos estructuradas. Si el análisis (discusiones entre amigos o conocidos en casa de uno de los
de contenido tiene sus comparativamente más estructuradas y miembros) enfocadas a un tema de interés público y guiadas por
más interpretativas versiones cualitativas, lo mismo sucede con un facilitador. Las transcripciones de estas conversaciones son,
los intentos de medición del pensamiento público. Además de después, interpretadas por el analista, en parte para ver qué
las formas más estructuradas de entrevistas, tales como las elementos del discurso de los medios de comunicación se han
de preguntas cerradas, más generalmente halladas en largos convertido en parte del equipo de herramientas del público
cuestionarios para muestras grandes, los investigadores, a ve- para entender los asuntos públicos (Gamson, 1988).
ces, utilizan aproximaciones menos estructuradas, como entre-
vistas en profundidad y grupos enfocados.
La relación entre hacer preguntas altamente estructuradas Observación del proceso de debate público
-con categorías de respuesta definiti vas y predeterminadas- y
entrevistas más flexibles -dejando la estructura de respuestas No importa qué técnicas de observación se utilicen, estudiar
y preguntas a gusto del entrevistado- es algo ya muy reconocido la dinámica del debate público -Ia forma en que actores y espec-
en la investigación de la opinión pública desde hace muchos tadores interactúan a través del tiempo- es bastante estimulan-
años (Skott, 1943; Link, 1943; Lazarsfeld, 1944; Merton y Ken- te. En 1948, Blumer acusó a la investigación sobre la opinión
dall, 1946). Merton (1987) observa que las entrevistas enfoca- pública de estar fracasando totalmente en su trabajo. Aducía
118 LA OPINIÓN PÚBLICA
EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 119
que los encuestadores estaban «obstinados en la naturaleza fun- sobre las noticias publicadas por los medios de comunicación
cional de la opinión pública en nuestra sociedad» (pág. 543), en el área de Chicago, siguiendo las huellas de su influencia
enfocándola en opiniones individuales para la exclusión de gru- tanto en la opinión pública como en los políticos. Aprovechan-
pos funcionales y canales organizados de influencia política. do los avisos sobre los informes de noticias de próxima investi-
Sugería que los investigadores empezaran investigando a los gación, los investigadores recogían información en determina-
políticos, determinando qué formas específicas de expresión dos puntos varias veces, antes y después de que los medios de
atraían su atención e influían en sus acciones. La investigación comunicación revelaran un problema. Realizaron sondeos
podría entonces proceder «siguiendo estas expresiones hacia de muestreo fortuito del área metropolitana de Chicago y entre-
atrás a través de sus diversos canales y, al hacerlo, observar los vistas con muestras intencionadas de líderes de grupos de inte-
canales principales, los puntos de importancia clave y la forma rés, periodistas y políticos. Analizaron documentos legislativos,
en que cualquier expresión dada se ha desarrollado y consegui- presupuestarios y reguladores, portadas de los medios de comu-
do un respaldo organizado a partir de lo que inicialmente debía nicación, transcripciones de escuchas y otras grabaciones. Los
de ser una condición relativamente amorfa» (Blumer, 1948, investigadores estudiaron, por ejemplo, un programa de televi-
pág. 549). sión sobre el cuidado de la salud en casa, fraudes y abusos, una
Hyman (1957) se hizo eco del interés de Blumer. Aunque la serie en un periódico local sobre violación, dos reportajes de la
in vestigación ha hecho considerables progresos en teoría psico- televisión local sobre brutalidad policial y emplazamiento de
lógica sobre la formación y cambio de la opinión, Hyman afir- desechos tóxicos. Se encontraron influencias en las audiencias,
ma que tiene mucho'menos que decir sobre procesos sociales a en las elites políticas o en soluciones políticas, en cada caso,
gran escala o sobre las relaciones entre la opinión pública y los pero estas influencias quedaban lejos de ser uniformes en los
procesos de gobierno. Esto es así porque los investigadores rara- distintos asuntos. El papel de la opinión popular, en particular,
mente recogen datos en series temporales, que sigan el desarro- variaba. Las noticias que parecían producir la respuesta política
llo de la opinión pública sobre un asunto concreto o la interac- más fuerte -una sobre el cuidado de la salud en casa y el fraude-
ción de la opinión pública con el sistema político forma!. Los parecían haberlo hecho, en gran medida, sin participación de
datos de encuesta, observa, se recogen sólo cuando un asunto ha público activo. Se influyó en la política incluso antes de que la
salido al foro público y sólo en tanto que dicho asunto continúe noticia fuera presentada al público, a través de los esfuerzos
presionando. Los datos sobre las fases ínicial y final del debate colaboradores de políticos y periodistas investigadores (Cook y
público son, en gran manera, inasequibles (capítulo 3). Para que otros, 1983). Sin embargo, cuando el programa salió al aire tuvo
avance la teoría de la opinión pública se necesitarían datos so- efectos apreciables, tanto entre los miembros del público atento
bre el transcurso de la vida de un asunto (Hyman, 1957). como entre las elites políticas. La principal respuesta de los po-
Hasta ahora, el campo ha ido respondiendo en una variedad líticos, sin embargo, puede que fuese prioritaria en anticipación
de formas a las llamadas de Blumer y Hyman para una investi- a la esperada influencia del programa (un resultado que podría
gación orientada hacia el proceso. Son ejemplares los estudios haber sido la intención del programa desde el principio; véase
llevados a cabo por un equipo de investigación interdisciplinar Davison, 1983).
en la Northwestern University (Cook y otros, 1983; Protess,
Leff, Brooks y Gordon, 1985; Leff, Protess y Brooks, 1986;
Protess y otros, 1987).5 Han realizado una investigación típica

5. Otro ejemplo notable de las ciencias políticas es la investigación de Bartels tels caracteriza el sistema primario, por todas sus particularidades visibles,
(1988) acerca del ímpetu de los candidatos en las primarias presidenciales nor- como un mecanismo efectivo para la elección del público, en el que <das diver-
teamericanas. Bartels analiza el proceso de nominación como un proceso diná- sas preferencias individuales pueden configurarse y modificarse por la interac-
mico, en el cual las preferenciasdel público se forman y varían en respuestaa la ción social para producir, si no un consenso, al menos una mayoría auténtica
cobertura de los medios de comunicación y las maniobras de la campaña. Bar- para una única alternativa» (pág. 307).
120 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 121

Conclusión: la opinión pública como concepto comunicativo blea ciudadana, siempre que tengamos en mente que aunque
algunas de ellas disfrutan de un flujo de debate libre, hay otras
Las cuestiones alrededor de la opinión pública -normativa, en las que prácticamente no aparece, en las que poderosos líde-
teórica y empírica- han persistido durante dos siglos y sin duda res y coaliciones organizadas dominan, y en los que se silencia o
alguna continuarán. En este libro hemos considerado los con- se rechaza a las personas con puntos de vista minoritarios. En-
ceptos generales que subyacen a tales cuestiones, más que las tre las acusaciones a la investigación sobre la opinión pública,
respuestas que se han propuesto. Esta revisión no tiene la inten- tal vez la principal sea descubrir qué analogías se acercan más a
ción de proporcionar una definición singular de la opinión pú- describir cómo conducimos por lo general nuestros asuntos pú-
blica. En su lugar, intenta identificar los temas básicos que apa- blicos.
recen en los diversos escritos que utilizan el concepto.
Tal vez el tema más importante que emerge de nuestras in-
vestigaciones es la íntima conexión de la opinión pública con
los procesos de discusión, debate y toma de decisiones colecti-
va. Esta conexión se ha seguido, en el capítulo 2, hasta los oríge-
nes de la opinión pública y su primera historia como concepto
político-filosófico. Los lazos con la discusión y el debate se con-
servaron a \lavé1; ée la consigureme adaptación 'Y e\abtJlacitm
de la opinión pública como construcción sociológica (capítulo
3) y, aunque en menor medida, psicológica (capítulo 4). Dados
estos vínculos, la opinión pública -ya se contemple en térmínos
filosóficos, políticos, sociológicos o psicológicos- sigue siendo
fundamentalmente un concepto de la comunicación. El capítu-
lo 5 sugiere que el debate público se da principalmente en virtud
de interacciones entre los actores de la elite política y sus espec-
tadores atentos, facilitadas en varias importantes formas por la
prensa.
Conceptualizar la opinión pública en términos de procesos
discursivos tales como los que se esbozan aquí, no debe confun-
dirse con la adhesión a ningún modelo popular de toma de deci-
siones políticas. La base democrática del concepto de opinión
pública es indiscutible; mucho menos lo es la base democrática
de las decisiones políticas diarias, incluso cuando se han ex-
traído del debate público. La discusión puede, desdichadamen-
te, implicar un proceso demasiado deliberativo, demasiado
igualitario (el debate aún más). Las decisiones que se apoyan en
la opinión pública se hacen por medio de publicidad y comuni-
cación, pero la comunicación es, simplemente, una herramienta
tanto para la persuasión como para la recogida de información,
potencialmente útil tanto para controlar las opiniones como
para solicitarlas. El debate público, no importa cuán esclarece-
dor o razonado sea, implica cada uno de estos procesos, en algu-
na medida. Podemos comparar el debate público con una asam-
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Abelson, R. P., 77, 83 Bentham, J., 15


Achen, c., 75 Berelson, B., 16, 26, 27, 33, 50, 56,
Alexander, J. e, 102 69, 84
Alleo, V. L., 36, 103 Berent, M. K., 90
Allport, F. H., 15, 55-57, 68-71, 83, Binkley, R. c., 32
95, 117 Bishop, G. F., 58, 59, 75, 86
Almond, G., 50, 52, 60, 62, 63 Blumer, H., 16,26,42·51,55,56,65,
Arterton, F. c., 107 105, 119
Asch, S. E., 74 Bogardus, E. S., 42
Atkin, C. K., 84 Bogart, L., 56
Borg, M. J., 74
Bcynton, G. R., 63
Bagdikian, B., H., 112 Bradbum, N. M., 68, 86
Baker, K. M., 16,23,24,27,28,109 Breed, W., 110
Baldwin, J. M., 42 Brooks, S. c., 120
Ball-Rokeach, S. J., 80 Bruner, J. S., 79
Bartels, L. M., 120 Bryce, J., 15,31,34-36,50,56,58,
Bauer, R. A., 65 66, 84, 108
Bem, D. J., 71, 83, 84
Beniger, J. R., 107
Bennett, S. E., 58, 59, 75 Cacioppo, J. T., 94
138 LA OPINIÓN PÚBLICA ÍNDICE ANALÍTICO 139

Calder, B, J., 119 Donohue, G. A., 116 Habermas, J., 21-26, 28, 38 Lang, G. E., 52, 66, 108-111
Campbell, A., 62 Doob, L. W., 37, 69, 70 Hanson, E. e, 116 Lang, K., 52, 66, 108-111
Cantril, A. H., 59, 87, 113, 114 Downs, A., 50 Hart, C. W., 42, 45,50,51,97 Lasorsaz, D. L., 96
Cantril, H., 37, 68, 86, 87, 94 Hedlund, R. D., 63 Lasswell, H. D., 32, 33, 35, 37, 109-
Carey, J. W., 26, 99, 108, 112 Held, D., 21, 25, 27, 29 112
Cartwright, D., 37, 103 Edelman, M., 37, 74 Hennessey, B. e, 70 Lazarsfeld, P. F., 16,24,26,31,49,
Casey, R. D., 37 Elder, C. D., 42, 53 Herman, E. S., 38 50,65,68,84,112,118
Chaffee, S. H., 84, 10 I Eldersveld, S., 37 Herzog, R, 37 LeBon, G., 32, 42-46
Charters, W. W., 82 Elsner, H., Jr., 43 Hippler, H. J., 86 Lee, A. M., 37
Chassein, B., 96 Entman, R. M., 36 Hochschild, J., 84, 119 Leff, D., 114, 117, 120
Chave, E. J., 67 Erksine, H. G., 58 Holsti, O. R., 117 Levy, M. R., 61
Childs, H. L., 16, 19,24,41,57,67- Escarpit, R., 48 Hovland, C. l., 16,73 Lewin, K., 103
69 Ettema, 1. S., 110 Hsu, M. L., 80 Lichter, S. R., 111
Chomsky, N., 38 Eulau, H., 100 Hume, D., 22 Likert, R., 67
Cialdini, R. 8., 94 Eyal, C. H., 116 Hyman, H. H., 81, 97, 120 Link, H. c., 118
Cicourel, A. V., 102 Hymes, R. W., 89 Linsky, M., 111
Cooh, R. W., 42, 53 Lippmann, W., 15,33-35,37,47,52,
Coob, W. J., 97 Fan, D. P., 117 56,58,61,62,112
Cohen, B., 115 Feldman, J. J., 97 Iyengar, S., 78, 116 Liska, A. E., 94
Cohen, J., 96 Feldman, S., 76, 80, 91 Locke, J.,20, 22, 25, 32
Colombotos, J., 97 Festinger, L., 104 Lowell, A. L., 15,27,31,33,37
Comisión para la Libertad de Pren- Fields, J. M., 96, 116 Jahoda, M., 79 Lumsdaine, A. A., 16
sa, 30, 36 Finkel, S. E., 74 James, W., 42 Luskin, R. e, 77
Converse, J. M., 68, 86, 89, 93 Fiske, M., 119 Janis, I. L., 73 Lynd, H. M., 68
Converse, P. E., 41, 55, 57, 62, 75, Fiske, S. T., 77 Jennings, M. K., 116 Lynd, R. S., 68
76, 82, 92, 99 Fleming, D., 68, 70-72 Johnson, M. P., 94
Cook, F. L., 114, 117, 120 Foote, N. N., 42, 45, 50, 51 Judd, C. M., 89
Cooley, C. H., 16,31,34,41,42,67, Macaulay, T. B., 30
107 Mackay, C., 32
Coombs, S. L., 117 Gallup, G., 38, 55, 114 Kahneman, D., 83 Mackie, D. M., 82
Cooper, E., 79 Gamson, W. A., 78, 114, 117-119 Kaplan, A., 20 Mackuen, M. B., 117
Cooper, J., 94 Garry, S. L., 116 Katz, D., 37, 79, 84 Madison, J., 29
Crespi, l., 39, 58-60, 84, 88, 94, 113, Gaudet, H., 16, 37 Katz, E., 49, 65 Marcus, A. S., 65
114 Giesen, B., 102 Keeter, S., 74 Markus, H., 71, 77
Crossley, A. M., 57, 68 Gillovich, T., 78 Kelley, H. H., 73, 82 McClosky, H., 88
Croyle, R. T., 94 Ginsberg, B., 24, 33, 38 Kelman, H. e, 84, 94 McCombs, M. E., 115, 121
Curtin, T. R., l20-l21 Gitlin, T., 38 Kendall, P. L., 118 McDougall, W., 15
Curtis, A., 119 Glazer, N., 68, 88, 93, 94, 112 Kerr, D., 80 McGuire, W. J., 69, 82
Cushman, D. P., 94 Glynn, C. J., 96 Key, V. O., Jr., 16, 39, 43, 50, 54, 58, McLeod, D. M., 116
Goetz, E. G., 114, 117, 120-121 60, 62-66, 70, 109, 114 McLeod, J. M., 96
Gordon, M. T., 117, 120 KiIlian, L. M., 43 McPhee, R. D., 94
Dahl, R. A., 63, 114 Graber, D. A., 49, 58, 66, 77, 115, Kinder, D. R., 58, 76, 78, 81 McPbee, W., 50, 84
Darnton, R., 25, 26 119 Kingdon, J. W., 61 Merten, K., 111
Davison, W. P., 20, 42, 50-52, 68, 83, Granberg, D., 116 Knorr-Cetina, K., 102 Merton, R. K., 112, 118
96, 116, 121 Greenwald, A. G., 79 Kornhauser, W., 37,48 Milbrath, L., 116
Dempsey, G. R., 117 Grigg, C. M., 88 Krippendorff K., 117 Miller, P., l20-12l
Devine, D. J., 50, 60, 61 Grube, J. W., 80 Krosnick, J. A., 64, 93, 94 Miller, R. L., 116
Dewey, J., 33, 35, 52, 64, 112 Grunig, J. E., 96 Kulik, J. A., 89 Miller, W. E., 62, 116
Diamond, G. A., 89 Gunn, J. A. W., 24 Mills, C. W., 26, 33, 38, 46, 49, 50,
Dohrenwend, B. P., 97 Gunther, A., 96 63, 108
Dohrenwend, B. S., 97 Guterbock, T. M., 74 Lane, R. E., 70, 78, 90-92 Minar, D. W., 21, 29, 41
140 LA OPINIÓN PÚBLICA ÍNDICE ANALÍTICO
141

Mitofsky, W, J" 74 Rae, S., 38, 55, 114 Stipp, H., 80 Tversky, A., 83
Modigliani, A" 78,114,117,118 Rasinski, K. A., 86 Stokes, D. E., 62, 116 Tyler, T. R., 114, 117, 120-121
Molotch, H, L, 114, 116-117, 120- Reeves, B., 102 Stouffer, S. A., 56
121 Reid, F. M., 82 Strack, F., 96
Moscovlci, S., 44, 103. 104 Riecken, H. W., 104 Strentz, H., 96 VauLeuven, J. K., 50
Muller, G., 96 Riesman, D., 68, 88, 93, 94, 112 Sudman, 68, 86 Yerba, S., 75
Munch, R., 102 Ritchie, L.,IIS
Mutz, D. c., 96 Rivers, D., 109
Roberts, D. F., 42, 50, 84, 85, 99, Tajfel, H., 81 Wackman, D. B., 110
105, 107, 109, 110 Tarde, G., 15, 31, 32, 42, 45 Weaver, D. H., 115
Namenwirth, J. Z., 116 Robinson, J. P., 61 Taylor, D. G., 52-53 Weber, R. P., 116
Nass, C. l., 102 Robinson, M. J., 111 Taylor, S. E., 52-53, 77, 83 Weiss, e H., 97
Nathans, B., 25, 27 Rokeaeh, M., 80 Thurstone, L. L., 67, 70-72, 76 While, R. W., 79
Neuman, W. R., 50, 58, 60, 61, 63, Roll, C. W., 88 Tichenor, P. J., 116 White, W., 36
77 Rose, N. L, 109 Times Mirror Center for the People Whitney, D. e, 110
Newccmb, T. M., 82 Rosenau, J" 50, 116-117 & the Press, 58, 61 Wiebe, G. D., 68, 72-76
Nie, N. H., 75 Rosenstone, S. J., 89 Tims, A. R., 117
Niemi, R. G., 112 Roshco, B., 110 Tocqueville, A. de, 34, 36, 56
Nimmo, D., 42 Rothman, S., 111 Tourangeau, R., 86 Young, K., 42
Noelle-Neumann, E" 19, 22, 24, 32, Rousseau,J. J., 15,20,24,27,29,30 Traugott, M. W., 60
36,75,89,95,96, 116 Rugg, D., 87 Tuchfarber, A. J., 58, 59, 75, 86
Russett, B. M., 116 Tucker, e, 60 Zajonc, R. B., 71, 77
Turner, J. e, 81 Zaller, J., 61, 64, 76, 91
O'Gorman, H. J., 116 Turner, R. H., 43 Zander, A., 103
Oldendick, R. W., 58, 59, 75, 86 Sabato, L. J., 59, 109
Olien, C. N., 116 Sandstrom, K. L., 116
Ostman, R. E., 96 Schachter, S., 104
Ozouf M., 22-24, 27 Schattschneider, E. E., 33, 35, 52·53,
82
Schramm, W., 110
Page, B. l., 117 Sehuman, H., 56, 59, 68, 75, 86-90,
Paisley, W., 100 93-96, 115
Palmer, P. A., 21, 28, 30, 31 Schumpeter, J. A., 29, 30
Pau, Z., 102 Schwarz, N., 86
Park, R. E., 26, 43, 45-47, 50, 54, 56 Sears, D. O., 58, 70, 76, 81, 90-92
Pateman, c., 27, 31 Shapiro, R. Y., 117
Patterson, S. c., 63 Shaw, D. L., 115
Payne, S. L, 68, 87 Sheffield, F. D., 16
Pearce, W. B., 96 Shibutani, T., 81
Perloff, R. M., 96 Singer, E., 81
Peters, J. D., 26 Skott, H. E., 118
Petrocik, J. R., 75 Slater, M. D., 50
Petty, R. E., 94 Smelser, N. J., 102
Pratkanis, A. R., 78-19 Smith, B. L., 37
Presser, S., 56, 59, 68, 75, 86-90, 93- Smith, M. B., 79
95, 115 ISmith, T. W., 87
Price, Y., 42, 43, 50, 53, 61, 64, 80- Speier, H., 22-25, 28, 32
85,95,96,99,105-107, 109, 110 Stamm, K. R., 96
Protess, D. L, 114, 116-117 Stanley, H. W., 112
Prothro, J. W., 88 Steiner, G. A., 69
Stember, e H., 97

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