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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACIÓN

NACIONAL”
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES CONTABLES Y
JURÍDICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO

ASIGNATURA : TEORIA DEL PROCESO


DOCENTE : ABG. YURMO LUDEÑA
INTEGRANTES :
ELIZABETH ANGULO AQUINO
ESTEFANY ANDREA ZAMALLOA BARAZODA
MARCELA MARCIA CRUZ SEGOVIA
MARINA ESTHER CHACON VARGAS
ALEXANDRA VALENCIA PALOMINO
HEIDY INGRITH GALLEGOS PERALTA

GRUPO :»E»
SEMESTRE : VII
Cusco- Perú
2018
INDICE

PRESENTACIÓN ....................................................................................................................... 3

PRINCIPIO DE INICIATIVA ...................................................................................................... 4

PRINCIPIO DE LA DEFENSA PRIVADA ............................................................................... 5

Derecho de defensa .................................................................................................. 6

La Excepción procesal .............................................................................................. 7

PRINCIPIO DE CONGRUENCIA ............................................................................................. 7

Manifestaciones del principio de congruencia en el proceso civil actual. ................... 9

PRICIPIO DE DIRECCION JUDICIAL DEL PROCESO .................................................... 11

Deberes Procesales De Dirección: .......................................................................... 12

PRINCIPIO DE CONCENTRACION ..................................................................................... 16

PRINCIPIO DE IMPULSO OFICIOSO .................................................................................. 17

PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN .............................................................................................. 18

PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL ............................................................................ 20

PRINCIPIO DE CELERIDAD PROCESAL ........................................................................... 23

CONCLUSIONES ..................................................................................................................... 27

BIBLIOGRAFIA ......................................................................................................................... 29
PRESENTACIÓN

Dr. Yurmo, docente de la Facultad de la Universidad Tecnológica de los Andes,


en la asignatura de Teoría del Proceso.

De conformidad con el syllabus de la asignatura de Teoría del Proceso, se


desarrolló la siguiente investigación monográfica, el mismo que lleva el siguiente
título “PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO” .Esperando que dicha
investigación monográfica cumpla con las exigencias para que de esta manera
poder obtener una opinión favorable.

Con tal fin ponemos el mismo a su consideración.


PRINCIPIO DE INICIATIVA

La iniciación del proceso incumbe a las partes. El órgano jurisdiccional lo


promoverá de oficio sólo cuando la ley lo ordene. Para interponer la acción o
contestarla, es necesario tener un interés legítimo, económico o moral. Puede
demandarse la declaración sobre la existencia o inexistencia de un hecho o de
un derecho.

La iniciativa de parte, suele denominarse “Principio de la demanda privada”, para


significar la necesidad que sea una persona distinta al Juez quien solicite tutela
jurídica.

Dentro de una concepción científica, pero a la vez clásica del proceso, el


articulado, exige que quien ejercita su derecho de acción afirme (no que acredite
o que pruebe) que tiene interés y legitimidad para obrar. Es decir que no tiene
otra solución que recurrir al órgano jurisdiccional, y que el proceso se desarrolla
entre las mismas personas que forman parte del conflicto material o real.
El proceso solo se promueve a iniciativa de parte, la que invocara interés y
legitimidad para obrar. Las partes sus representantes, sus abogados y, en
general, todos los partícipes en el proceso, adecuan su conducta a los deberes
de veracidad, probidad, lealtad y buena fe.
El juez tiene el deber de impedir y sancionar cualquier conducta ilícita o dilatoria.

Este principio informa sobre la facultad de las partes para promover el inicio del
proceso, con el uso de su derecho de acción (demandante o denunciante) y el
derecho de contradicción (demandado o denunciado); derecho de ofrecer sus
pruebas.

Principios de Iniciativa de parte y de conducta procesal. - El proceso se


promueve sólo a iniciativa de parte, la que invocará interés y legitimidad para
obrar. No requieren invocarlos el Ministerio Público, el procurador oficioso ni
quien defiende intereses difusos.
Ningún sistema, aún el publicístico, pueden ser acogidos en su integridad. Así
siempre será indispensable que una persona ejerza su derecho de acción como
punto de partida de la actividad jurisdiccional del Estado.

Hay algunas expresiones que a manera de principios recorren los estudios


procesales:

 Nemo iudex sine actore, no hay Juez sin actor.


 Wo kein klager ist, da ist auch kein richter, donde no hay demandante, no
hay Juez.

La norma tiene sus excepciones, y se refiere al Ministerio Público, al Procurador


Oficioso, y del patrocinio de los intereses difusos bajo el rubro conducta procesal,
se ha englobado un conjunto de principios destinados a regular la corrección de
los intervinientes en el proceso. Los deberes se explican por sí, refiriéndose a la
probidad, lealtad y buena fe. (No así al caso del deber de veracidad ya que es
un tema muy discutido en el proceso civil).

La iniciativa de partes informa sobre la facultad de las partes para promover el


inicio del proceso, con el uso de su derecho de acción (demandante) y el derecho
de contradicción (demandado); derecho de ofrecer su sus pruebas. En general,
toda facultad de disposición de las partes de poder llevar el control del proceso,
es una manifestación de un proceso dispositivo.

El articulado, exige que quien ejercita su derecho de acción afirme que tiene
interés para obrar (que no tiene otra solución que recurrir al órgano jurisdiccional)
y legitimidad para obrar (que el proceso se desarrolla entre las mismas personas
que forman parte del conflicto material).

En este sentido, siempre será indispensable que una persona ejerza su derecho
de acción como punto de partida de la actividad jurisdiccional del estado. Donde
no hay demandante, no hay juez – la iniciativa de partes es necesario no solo
para pedir al juez la providencia, sino también para poner ante su vista los
hechos de la causa.

PRINCIPIO DE LA DEFENSA PRIVADA

En estricto, este principio es un complemento del principio de iniciativa de parte.


Así como el proceso civil exige como punto de partida un acto del demandante,
concretamente la demanda, así también la actitud procesal que vaya a asumir el
demandado pertenece a este, con la misma exclusividad que en el caso de la
demanda. Nada podrá decir el órgano jurisdiccional en respuesta a la pretensión
intentada ante él por el demandante contra el demandado; siempre será este
último quien ejerza si le interesa su derecho de defensa.

Esta situación se hace más evidente en el caso de una de las formas que toma
el derecho de defensa, nos referimos específicamente a la excepción. Esta
institución consiste en el alegato del demandado de que la relación procesal que
el demandante pretende establecer con él se encuentra viciada.

Por razones más ligadas a la tradición que a la utilidad real de las instituciones,
se admite pacíficamente que la interposición de una excepción es un acto que le
corresponde y pertenece con exclusividad al demandado.

CAPPELLEITI expresa que la necesidad de que la excepción sea planteada por


el demandado tiene una tradición secular, cuyo origen la ubica en el derecho
italiano-canónico y en el común. Sin embargo, al momento de sustentar la razón
de esta situación, expresa generalidades que no compartimos1.

Sin perjuicio de participar de la opinión de quienes consideran que el principio


estudiado no es otra cosa que una extensión del principio de la demanda privada,
nos parece absurdo continuar creyendo que la idea de mantener la restricción al
exclusivo ejercicio privado de una institución como la excepción, impide al juez
pronunciarse oficiosamente sobre la validez de una relación procesal o sobre la
posibilidad de expedirse un pronunciamiento válido sobre el fondo.

Muchas veces la contradictoria evolución del pensamiento procesal se debe a


una tendencia muy arraigada en los juristas de rendir culto a la historia antes que
a las necesidades sociales.

En el caso del derecho procesal, la opción por la tradición en desmedro de la


obtención de justicia es tan dramática como absurda. Si la excepción está ligada
a la validez de la relación procesal, entonces el interés de su declaración es más
intenso y trascendente que el interés de las partes, por tanto, no hay razón para
prohibirle al juez la facultad oficiosa de declarar la invalidez de la relación
procesal.

Por cierto, no hay absolutamente ninguna necesidad de navegar contra la


corriente y pedirle al juez una declaración oficiosa sobre la excepción. Bastará
que el juez detenga la continuación del proceso al existir un defecto u omisión
en algún elemento básico de la relación procesal, para que el objetivo se haya
cumplido, esto es: concederle al juez la facultad de evitar la continuación de un
proceso defectuoso.

Derecho de defensa

El artículo 139°, inciso 14, de la Constitución Política del Perú de 1993,


establece el principio de que toda persona no puede ser privada del derecho
de defensa en ningún estado del proceso, esto incluye también el proceso por
faltas2.

El derecho a la defensa es el derecho fundamental de una persona, física o


jurídica, o de algún colectivo a defenderse ante un tribunal de justicia de los
cargos que se imputan con plenas garantías de igualdad e independencia. Se
trata de un derecho que se da en todos los órdenes jurisdiccionales, y se
aplica en cualquiera de las fases del procedimiento penal (sumario, intermedia
y juicio oral) y civil (alegaciones, prueba y conclusiones).

1
QUAN MONROY GALVEZ, Temas de proceso civil, Lima, Librería Studium, 1987, pág. 222).
2
Constitución política del Perú
Asimismo, se impone a los tribunales de justicia el deber de evitar
desequilibrios en la posición procesal de ambas partes e impedir que las
limitaciones de alguna de las partes puedan desembocar en una situación
de indefensión. Es parte inseparable del concepto conocido como debido
proceso.

La Excepción procesal

"La finalidad que busca la excepción es garantizar la libertad" (Couture: teoría


de que la acción es un derecho de petición). La excepción es una institución
constitucional. ¿Porque razón? Porque la excepción le permite defender su
libertad al ciudadano y porque cuando alguien acciona un pretensión a través
de una demanda contra otro ciudadano le están coartando la libertad.

La excepción es un medio de defensa, de fondo y de forma, por el cual el


demandado opone resistencia a la demanda del actor, resistencia que tiene
la intención. De destruir la marcha de la acción o la acción misma3.

La excepción es la oposición, que sin negar el fundamento de la demanda,


trata de impedir la prosecución del juicio paralizándolo momentáneamente o
extinguiéndolo definitivamente.

PRINCIPIO DE CONGRUENCIA

En relación con la congruencia, el derecho romano expresaba lo siguiente:

“Sententia debet esse conformis, libello; ne eat judex, ultra, extra aut citra
petita partium; tantum legatum quantum judicatum; judex judicare debet
secundum allegata et probatia parlium”.

La sentencia debe estar conforme con la reclamación escrita, para que el


juez no vaya más allá, fuera o más acá de las demandas de las partes;
tanto lo imputado como lo sentenciado; el juez debe juzgar de acuerdo
con las razones alegadas y probadas por las partes4.

Ahora bien, para efectos de entender este trascendental principio, debemos


comenzar señalando que la palabra congruencia proviene del
latín congruentĭa5 que significa coherencia o relación lógica y que, en su sentido

3
Diccionario jurídico
4
Botto, Hugo, La Congruencia Procesal (Editorial de Derecho, 2007), p 151.
5
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, vigésima segunda edición, disponible
en: http://lema.rae.es/drae/?val=congruencia
natural y obvio, la concebimos como la conformidad entre los pronunciamientos
del fallo y las pretensiones de las partes formuladas en el juicio.

Doctrinariamente la congruencia se ha definido como “un principio normativo que


limita facultades resolutorias del juez, por el cual debe existir identidad entre lo
resuelto y controvertido, oportunamente, por los litigantes, y en relación con los
poderes atribuidos en cada caso al órgano jurisdiccional por el ordenamiento
jurídico”.

QUAN MONROY GALVEZ, define como:


"El principio de congruencia judicial exige al juez que no omita, altere o
exceda las peticiones contenidas en el proceso que resuelve. Se
denomina incongruencia citra petita a la omisión en el pronunciamiento de
alguna de las pretensiones. La incongruencia extra petita ocurre cuando
la decisión contiene una pretensión no demandada o está referida a una
persona ajena al proceso. La incongruencia ultra petita es aquella
originada en el hecho que la decisión concede o adjudica más de lo que
fue pedido".6

A su vez, DEVIS ECHANDÍA la define como:

“El principio normativo que delimita el contenido de las resoluciones


judiciales que deben proferirse, de acuerdo con el sentido y alcance de
las peticiones formuladas por las partes (en lo civil, laboral, y contencioso-
administrativo) o de los cargos o imputaciones penales formulados contra
el sindicado o imputado, sea de oficio o por instancia del ministerio público
o del denunciante

o querellante (en el proceso penal), para el efecto de que exista identidad


jurídica entre lo resuelto y las pretensiones o imputaciones y excepciones
o defensas oportunamente aducidas, a menos que la ley otorgue
facultades especiales para separarse de ellas”. Entiende este autor que
“los derechos de acción y de contradicción imponen al Estado el deber de
proveer mediante un proceso y por una sentencia, cuyo alcance y
contenido están delimitados por las pretensiones y las excepciones que
complementan el ejercicio de aquellos derechos”.

En síntesis, se puede sostener que la congruencia es la debida correspondencia


entre las partes que componen un todo. Para nuestra jurisprudencia, el principio

6
QUAN MONROY GALVEZ, Temas de proceso civil, Lima, Librería Studium, 1987, pág. 222).
conforme al cual debe existir conformidad entre todos los actos del
procedimiento, aisladamente considerados, que componen el proceso.

Si bien se pone énfasis por la doctrina en resaltar los nexos entre las
pretensiones sostenidas por el actor y la sentencia, no se puede desconocer que
tiene igualmente aplicación en relación con la oposición, la prueba y los recursos,
teniendo su mayor limitación en cuanto a los hechos de la causa, ya que en lo
referente al derecho aplicable, al juez le vincula al principio iura novit curiat, en
el sentido que el juez conoce y aplica el derecho.

Manifestaciones del principio de congruencia en el proceso civil actual.

Tal como se dijo anteriormente, en nuestro sistema procesal civil este principio
no se encuentra expresamente reglado, pero sabemos que es necesaria su
aplicación al momento de resolver el tribunal sobre el fondo del asunto.

A través de ese acto jurídico procesal, éste principio se manifiesta como una
limitante a las facultades del sentenciador, lo cual en caso de su contravención
acarrea la nulidad del fallo, ya sea, mediante la interposición del recurso de
casación formal o de oficio por parte del Tribunal Superior cuando verifique dicha
anomalía en la sentencia (artículo 775 del Código de Procedimiento Civil).

En efecto, según dispone el artículo 768 del Código adjetivo “El recurso de
casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas
siguientes: 4ª En haber sido dada la sentencia ultra petita, esto es, otorgando
más de lo pedido por las partes, o extendiéndola a puntos no sometidos a la
consideración del tribunal, sin perjuicio de la facultad que éste tenga para fallar
de oficio en los casos determinados por la ley“.

El artículo transcrito es indicativo del doble cariz que presenta el defecto en caso
de verificarse, esto es: otorgar más de lo pedido, que es la ultra
petita propiamente tal y, el extender el fallo a puntos no sometidos a la decisión
del tribunal, aspecto que conforma la denominada extra petita.

Tanto en nuestro país como en el derecho comparado, se ve en la


denominada ultra petita -más allá de lo pedido-, un vicio que conculca un
principio de la congruencia, rector de la actividad procesal y que se ve atacado,
precisamente, con la “incongruencia” que pueda presentar una decisión con
respecto al asunto controvertido.

Así, la Corte Suprema del Perú en un caso contra una empresa chilena señaló
que: “el principio de congruencia procesal implica por un lado que el juez no
pueda ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos de los
que han sido alegados por las partes y por otro lado la obligación de los
magistrados es de pronunciarse respecto a todos los puntos controvertidos
establecidos en el proceso, a todas las alegaciones efectuadas por las partes en
sus actos postulatorios o medios impugnatorios”.7

Este principio, según nuestra Jurisprudencia, se basa en diversos fundamentos,


ámbitos de aplicación y objetivos. Primeramente, busca vincular a las partes y al
juez al debate y, por tanto, conspira en su contra la falta del necesario
encadenamiento de los actos que lo conforman, a los que pretende dotar de
eficacia. Por consiguiente, se trata de un principio que enlaza la pretensión, la
oposición, la prueba, la sentencia y los recursos, al mismo tiempo que cautela la
conformidad que debe existir entre todos los actos del procedimiento que
componen el proceso.

Si bien, son de vital importancia los nexos que han de concurrir entre las
pretensiones sostenidas por el actor, las excepciones del demandado, la prueba
y los recursos y sentencia que en definitiva se dicte, lo cierto es que el órgano
jurisdiccional no queda circunscrito a los razonamientos jurídicos expresados por
las partes, siendo de su cargo conocer y decir el derecho en lo que concierne al
caso concreto –iura novit curia-, siempre, como se ha dicho, enlazando a las
acciones y excepciones, alegaciones y defensas que las partes hayan sostenido
en el pleito.

En cuanto a los efectos que genera la transgresión de la congruencia, estos se


sitúan, tal como se enunció, en la teoría de la nulidad procesal, que permite
invalidar los actos que la contravienen. Es decir, se sanciona la transgresión de
la congruencia porque constituye una garantía para las partes, un límite para el
juez, que otorga seguridad y certeza a las partes e interviene la posible
arbitrariedad judicial.

En este entendido, para efectos de verificar la presencia de esta infracción la


incongruencia, nuestro Máximo Tribunal ha sostenido que debe analizarse la
cuestión controvertida en el pleito en su integridad, en comparación con la parte
dispositiva de la sentencia, sea que ésta se encuentre en los considerandos
decisorios, como en la resolución del fallo propiamente tal.

Ahora bien, la “incongruencia”, según el profesor español Manuel SERRA, puede


ser considerada:

“como la falta de adecuación entre las pretensiones de las partes


formuladas oportunamente y la parte dispositiva de la resolución judicial”8.

En similar sentido, el Tribunal Constitucional español ha sostenido que la


incongruencia es “un desajuste entre el fallo judicial y los términos en los que las
partes han formulado sus pretensiones que constituyen el objeto del proceso en

7
Caso contra Compañía Chilena de Navegación Interoceánica S. A., Corte Suprema de la República del
Perú, casación Nº 1308-2001, Lima, 07 septiembre 2001 (Publicada el 02 de enero del 2002).
8
Serra, Manuel, Derecho Procesal Civil (Editorial Ariel Barcelona, España) p. 395.
los escritos esenciales del mismo. Al conceder más, menos o cosa distinta a lo
pedido”.

En consecuencia y más allá de lo sostenido, podemos concluir que en nuestro


sistema procesal este principio se ha regulado mayormente vía doctrinal y
jurisprudencial, dejando solo reglamentada en el texto legal su contravención,
sin embargo, aun cuando no se manifieste expresamente y con la nitidez
necesaria en el Código adjetivo, sabemos que el alma y vigor de todo
ordenamiento jurídico, se encuentra también en sus principios, los que, además,
conllevan naturalmente a la idea del justo, racional y debido proceso.

La clasificación que se hace de la incongruencia es la siguiente:

1. Incongruencia por ultra petita (ne eat judex ultra petita partium), que se
produce al otorgar más de lo pedido, circunstancia que puede darse tanto
respecto de la pretensión como de la oposición.

2. Incongruencia por extra petita (ne eat extra petita partium), al extender
el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del tribunal,
que puede incluso estar referida a negar lo que no ha sido solicitado sea
por vía de pretensión u oposición.

3. Incongruencia por infra petita (ne eat judex infra petita partium), defecto
cuantitativo cuando se decide sobre una pretensión en extensión menor
que lo solicitado, sea que se conceda o niegue y en el entendido que se
ha requerido una cantidad determinada y no otra. También concurre si se
otorga menos de lo reconocido por el demandado.

4. Incongruencia por citra petita (ne eat judex citra petita partium), llamada
también omisiva o ex silentio, que se produce al omitir la decisión de un
asunto cuya resolución formó parte de la contienda y no existir
autorización legal que permita así decidirlo, falta de pronunciamiento que
puede ser total o parcial; igualmente al expresar que no se decide una
acción o excepción por incompatibilidad, la cual resulta inexistente o se
reservar el pronunciamiento para otra etapa u otro juicio, en
circunstancias que no fue solicitado en tales condiciones y no lo ordena la
ley.

PRICIPIO DE DIRECCION JUDICIAL DEL PROCESO


El principio de dirección judicial del proceso recibe también el nombre de
principio de autoridad del juez. Su presencia histórica en el proceso civil se
explica como el medio a través del cual se empiezan a limitar los excesos del
sistema privatísticos, aquél en el cual como ya se expresó el juez tiene durante
el desarrollo de la actividad procesal un rol totalmente pasivo, previsto solo para
legitimar la actividad de las partes.

En nuestra opinión, el principio de dirección judicial es la expresión que mejor


caracteriza al sistema publicístico. En él, como sabemos, se privilegia el análisis
e importancia del proceso desde la perspectiva de su función pública, es decir,
como medio utilizado por el Estado para hacer efectivo el derecho objetivo y
concretar finalmente la paz social en justicia.

Chiovenda:

“El juez no puede mantener la actitud pasiva que tuvo en el proceso de


otros tiempos, sino que debe estar provisto de autoridad”.

En aplicación de este proceso, el juez se convierte en director de proceso,


provisto de una serie de facultades para dejar de ser un “CONVIDADO DE
PIEDRA”. Es por ello que este principio consiste en otorgar al juez la aptitud
necesaria para conducir autónomamente el proceso sin necesidad de
intervención de las partes para la consecución de sus fines.

Juan Monroy Gálvez:

“El principio de dirección judicial del proceso recibe también el nombre de


principio de autoridad del juez. El Principio de Dirección de dirección
judicial es la expresión que mejor caracteriza al sistema publicístico,
aquel en el cual como ya se expresó el juez tiene durante el desarrollo de
la actividad procesal un rol totalmente pasivo, previsto solo para legitimar
la actividad de las partes”.

Juez la persona que está investida por el Estado de la potestad de administrar


justicia. Podemos considerar que la Dirección del proceso es un deber, no de
carácter funcional, sino de carácter procesal.

Deberes Procesales De Dirección:

• Mantener la igualdad entre las partes

• Excusarse mediando causal (tercero en la relación litigiosa)

• Prevenir y sancionar todo acto contrario al deber de veracidad, probidad,


lealtad y buena fe.
• Procurar la conciliación de las partes

Llamado también en la doctrina, Principio de Autoridad convierte al Juez en el


conductor del proceso, otorgándole atribuciones e imponiéndole deberes que se
encaminan al logro y alcance de los fines del proceso que conoce. Hay quienes
consideran que constituye un intermedio entre el juez dictador y el juez
espectador; que manifiesta la concepción publicista que tiene la normatividad
procesal vigente.

Al respecto, se ha señalado que: “Si bien es cierto que el artículo II del Título
Preliminar del Código Procesal Civil referido al principio de dirección e impulso
oficioso del proceso, privilegia su importancia desde la perspectiva de su función
pública, sin embargo, no es menos cierto, que este principio no descarta la
actividad procesal de las partes, dado que estas en ningún momento dejan de
ser las principales interesadas en lo que se resuelva, constituyéndose de esta
manera en las impulsadoras naturales del proceso, cuya iniciativa deviene en
indispensable no solo para solicitar al juez la providencia que corresponda al
estado del proceso sino también para exponerle los hechos en que sustentan su
petición.”

El principio de dirección judicial del proceso delega en la figura de juez


constitucional el poder-deber de controlar razonablemente la actividad de las
partes, promoviendo la consecución de los fines del proceso de manera eficaz y
pronta.

El principio de dirección judicial del proceso se redimensiona en el proceso


constitucional, en la medida en que la jurisdicción constitucional no es simple
pacificadora de intereses de contenido y alcance subjetivos, sino del orden
público constitucional en conjunto. Con relación a la Constitución, la jurisdicción
constitucional no actúa ni puede actuar como un órgano neutro, sino, por el
contrario, como su principal promotor.

Artículo II.- La dirección del proceso está a cargo del Juez, quien la ejerce
de acuerdo a lo dispuesto en este Código.

El Juez debe impulsar el proceso por sí mismo, siendo responsable de cualquier


demora ocasionada por su negligencia. Están exceptuados del impulso de oficio
los casos expresamente señalados en este Código.

Se le asigna al juez el deber de la dirección e impulso del proceso, por sí mismo,


siendo responsable de cualquier demora ocasionada por su negligencia.

Tradicionalmente se consideraba que el proceso era exclusividad de las partes,


quienes tenían poder omnímodo no solo con el objeto litigioso sino con el
desarrollo del proceso, de tal forma, que solo la parte interesada, ante
irregularidades formales del proceso, podía cuestionarla. El juez no podía
denunciarlo de oficio porque se decía que este debería permanecer extraño al
proceso, a fin que no pierda su imparcialidad.

Bajo el principio de no intervención del Estado, se concibió al juez como un mero


espectador de la contienda, con el único compromiso de pronunciar un veredicto
al final del proceso, pero, este criterio fue superado por una posición jerárquico-
autoritaria del juez en el proceso. Se empezó a hablar del juez-director, como
una creación de la doctrina para atemperar el rigor del juez- espectador.

El juez director es el juez que es y sabe ser el centro del proceso; de ahí que
también este principio reciba el nombre de principio de autoridad, sin embargo
este nombre se ha dejado de lado, por la deformación que podría provocar la
idea del juez dictador o autoritario, situación que difiere del rol protagónico y
principal que se le asigna en el proceso.

El principio de dirección del proceso es la expresión del sistema publicista,


aparecido junto con el auge de los estudios científicos del proceso, caracterizado
por privilegiar el análisis de este desde la perspectiva de su función pública, es
decir, como medio a través del cual el Estado hace efectivo el derecho objetivo
vigente, concretando de paso la paz social en justicia.

No se trata simplemente de sustituir la actividad de las partes por la del juez sino
que es preciso desplazar al centro de gravedad del proceso, hacer del juez ese
centro, manteniendo incólume el poder de disposición del derecho material a las
partes e incluso la iniciativa de éstas para el inicio del proceso.

Por otro lado, el juez en la dirección del proceso debe operar bajo el principio de
preclusión, que no permite retroceder a etapas ya cumplidas, esto es, extinguida
la oportunidad procesal para realizar un acto, este acto ya no podrá realizarse
más.

La dirección del proceso puede definirse como el conjunto de actos que


corresponde cumplir para colocar al proceso en cada una de las etapas que lo
integran, resolver las diversas situaciones que en ellas se susciten, reexaminar
actos defectuosos o injustos, comunicar a las partes o a los terceros las
resoluciones que se dicten, formar materialmente el expediente, dejar constancia
escrita de actos verbales, expedir certificados o testimonios y asegurar la eficacia
práctica de la sentencia definitiva. En resumen podemos decir:

a) La intervención del juez en el proceso ha estado marcada en su


desarrollo por dos posiciones antagónicas: la privada, que exalta el
principio de no intervención del Estado, del juez espectador; y la pública,
que enarbola una posición jerárquico autoritaria del órgano jurisdiccional
respecto del conflicto y los justiciables.
b) La conducción actual del proceso civil está influenciado por una
concepción publicista que confiere poderes vastos y hasta discrecionales
al juez para el desarrollo formal del proceso, conservando siempre las
partes su poder dispositivo sobre el objeto litigioso.

En relación al impulso procesal por parte del juez, se dice que este es una
manifestación del principio de dirección del proceso y por tanto de la orientación
publicista. Consiste en la aptitud que tiene el juez para conducir autónomamente
el proceso -vale decir sin necesidad de intervención de las partes- a la
consecuencia de sus fines.

No está de más recordar que dentro de una estructura procesal dispositiva, hay
un cerrado monopolio de las partes respecto del avance del proceso, el impulso
procesal busca precisamente quebrar dicha exclusividad".

En ese sentido, véase de la redacción de la norma que no hace referencia a una


facultad, sino a un deber, el mismo que se va a reafirmar posteriormente, en el
inciso 1 del artículo 50 del CPC, cuando enfatiza que el juez dirige el proceso,
velando por su rápida solución, adoptando las medidas convenientes para
impedir su paralización.

Ese deber aparentemente se contradice con la posibilidad que tiene el juez de


declarar el abandono de oficio (ver el artículo 346 del CPC), sin embargo ello no
es así. Hay que precisar que el deber de impulsar de oficio el proceso se agota
en la imposibilidad de realizar alguna actuación procesal, cuya realización
dependa exclusivamente de la parte o las partes; en tanto ello no suceda, el
deber del impulso del proceso por el juez seguirá inmanente.

Por citar, si el proceso se paraliza porque la parte actora no cumple con señalar
la dirección clara y precisa para el emplazamiento del demandado (por citar,
omite señalar el número del departamento o del interior del inmueble para la
notificación) o no cumple con la publicación de los edictos.

En dichos supuestos, operaría el abandono, siempre y cuando transcurra el


plazo legal de los cuatro meses, pues se trata de actuaciones cuya realización
no depende de la actividad del juez sino del diligenciamiento de la parte actora.

Esto implica que agotado el plazo para la contestación de la demanda, sin que
ésta se haya materializado, el juez de oficio, tiene el deber de declarar la rebeldía
del demandado y señalar fecha para audiencia y no esperar que la parte actora
lo solicite para continuar con el trámite del proceso; salvo los casos que por Ley
estén exceptuados del impulso de oficio, como ocurre en los procedimientos de
divorcio por causal o en la responsabilidad civil de jueces (véanse los artículos
480 y 509 del CPC ).

Apréciese que la norma en comentario, hace referencia a la responsabilidad que


se puede atribuir al juez, "cuando la demora del proceso sea ocasionada por su
negligencia"; en ese sentido, hay que precisar que la Ley Orgánica del Poder
Judicial atribuye responsabilidad disciplinaria al juez que no observe los plazos
legales para proveer escritos o expedir resoluciones dentro de los plazos fijados
(ver el inciso I del artículo 201); sin embargo, la demora en el proceso ocasionada
por su negligencia, podría extenderse hacia la responsabilidad civil del juez,
siempre y cuando el ejercicio de su función jurisdiccional cause daño que
demande reparar.

Sobre el particular, véase la redacción del artículo 509 del CPC que cataloga de
conducta dolosa, "si el juez deniega justicia al rehusar u omitir un acto', criterio
que consideramos sea redefinido hacia la responsabilidad objetiva del Estado,
ante la inejecución de los deberes expresos de los jueces (ver el artículo 50 del
CPC), como lo sostenemos en el comentario pertinente a dicha norma.

Es importante precisar que el impulso de oficio no es una regla general aplicable


a todo proceso civil, sino que de manera excepcional se puede exceptuar de
dicho impulso a los casos expresamente señalados en este Código, como la
prescripción adquisitiva, rectificación o delimitación de áreas o linderos (ver el
artículo 504 del CPC), la responsabilidad civil de jueces (ver el artículo del 509),
en los procesos de divorcio por causal (ver el artículo 480 del CPC), entre otros.
9

PRINCIPIO DE CONCENTRACION

Este principio es un complemento del principio anterior que se ha glosado y


conforme al cual el proceso debe realizarse dentro del menor número de actos
procesales sin perjuicio de la normal regularidad procesal de todos y cada uno
de los actos. Es concentración en la medida que algunas veces y según la
naturaleza del proceso en una sola audiencia se realizan varios actos como
sucede por ejemplo en la actuación de los medios probatorios, audiencia en la
que se ejercita la declaración de parte, la declaración de testigos, y la pericia.

Alzamora Valdez, al referirse a este principio afirma que “la concentración


impone como regularidad procesal que el juicio se desarrolle sin interrupciones,
que no proliferen las cuestiones incidentales y que la sentencia revele todo lo
que ha sido cuestión del debate procesal”

9
JOSÉ CHIOVENDA, Principios de derecho procesal civil, t. II, , Editorial Reus, 1922, pág. 136
El principio de concentración es una consecuencia lógica del principio de
inmediación anteriormente. Cualquier organización judicial fracasaría si la
participación obligada del más importante de sus personajes -el juez ocurriese
en un número indeterminado de actos procesales. Es imprescindible regular y
limitar la realización de estos, promoviendo su ejecución en momentos estelares
del proceso para darle factibilidad a la necesaria presencia del órgano
jurisdiccional.

Tal acumulación de actos procesales, forma de audiencias, no solo determinará


que el juez pueda participar de todas ellas, sino que, además, le otorgará una
visión de conjunto del conflicto que va a resolver.

DEVIS ECHANDÍA comenta este principio de la siguiente manera:

“Para esto se deben procurar los medios de que la relación nacida del
proceso, que, como veremos, se denomina jurídico-procesal y tiene su
propia fisonomía, se desenvuelva sin solución de continuidad y de manera
de evitar que las cuestiones accidentales o incidentales entorpezcan el
estudio de lo fundamental del juicio; lo cual solo se obtiene restringiendo
el derecho de interponer recursos o incidentes de previa definición, lo que
está muy lejos de existir en nuestro procedimiento, pues, por el contrario,
se les da a las partes demasiada facilidad para postergar la solución
definitiva del litigio y hacerlo interminable”. 10

PRINCIPIO DE IMPULSO OFICIOSO

El principio de impulso oficioso puede ser calificado de subprincipio, en tanto es


una manifestación concreta del principio de dirección judicial. Consiste en la
facultad que se concede al juez para conducir y hacer avanzar autónomamente
el proceso -sin necesidad de intervención de las partes- a fin de lograr la
consecución de sus fines.
No está de más recordar que dentro de una estructura procesal privatista hay un
monopolio cerrado de las partes respecto del avance del proceso.

El impulso oficioso busca, precisamente, quebrar dicha exclusividad que, en la


práctica, suele ser el medio a través del cual los procesos se demoran o enredan
sin que el juez pueda evitar tal desperdicio de tiempo, esfuerzo y gasto.

10
DEVIS ECHANDÍA Principios de derecho procesal civil
Sin embargo, es bueno alertar que el impulso oficioso no descarta ni reduce la
importancia de la actividad de las partes, dado que estas no han dejado de ser
las principales interesadas en lo que se resuelva, por lo que es de suyo que
deban ser los impulsores naturales del proceso. A esto se refiere BUNSEN, en
la cita que de él hace MILLAR:
"(...) el juez tiene que vigilar para que el pleito, desde el comienzo hasta
el fin, se lleve en la forma determinada por la ley, para que se distribuyan
equitativamente luz y sombra y puedan utilizar las partes, sin estorbos ni
restricciones, todos los medios de hacer efectivos sus derechos, y en
particular, de producir sus pruebas que le otorguen las leyes".11

Lo que el principio de impulso oficioso propende es que el juez no vuelva a ser


un simple espectador de las motivaciones periódicas o repentinas de las partes;
es decir, que ya no vuelva a estar a merced del ánimo o disposición de ellas,
sino que pueda, durante todo el recorrido del proceso, intervenir en su desarrollo,
conduciéndolo a su fin.

Finalmente, adviértase que atendiendo a la naturaleza particularísima de


algunos derechos materiales, ligados intrínsecamente a algunas calidades
inherentes a su titular -al extremo de ser catalogados de personalísimos- hay
procesos en los cuales no será pertinente la aplicación plena del impulso
oficioso, a pesar de tratarse de un proceso adscrito al sistema publicístico. Así,
por ejemplo, en aquellos referidos al estado civil de las personas, la actividad
oficiosa del juez se encuentra considerablemente limitada, tal como sucede en
el Código Procesal Civil del Perú.12

PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN

Según EISNER, el principio de inmediación es aquel:


"(...) en virtud del cual se procura asegurar que el juez o tribunal se halle
en permanente e íntima vinculación personal con los sujetos y elementos
que intervienen en el proceso, recibiendo directamente las alegaciones de
las partes y las aportaciones probatorias, a fin de que pueda conocer en
toda su significación el material de la causa, desde el principio de ella,
quien, a su término, ha de pronunciar la sentencia que la defina".

11
ROBERT WYNESS MILLAR, op. cit., pág. 83.
12
"Artículo 480.-Tramitación. Las pretensiones de separación de cuerpos y de divorcio por las causales
señaladas en los incisos 1º al 10º del artículo 333 del Código Civil, se sujetan al trámite del proceso de
conocimiento (...).
"Este proceso solo se impulsará a pedido de parte".
El principio de inmediación tiene por finalidad que el juez -quien en definitiva va
a resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre con relevancia jurídica-
tenga el mayor contacto posible con todos los elementos subjetivos
(intervinientes) y objetivos (documentos, lugares, etc.) que conforman el
proceso, más exactamente que configuran el contexto real del conflicto de
intereses o incertidumbre subyacente en el proceso judicial.

La idea sostenida por el principio es que la cercanía con el drama humano


encerrado en el proceso, le va a proporcionar al juez mayores o mejores
elementos de convicción para expedir un fallo que se adecue a lo que realmente
ocurrió u ocurre, es decir, a la obtención de una decisión justa.

La tendencia a usar y abusar de la escritura dentro del proceso es el medio a


través del cual se alentó y asentó -en la evolución del proceso civil- el principio
de mediación. Esto significa que durante mucho tiempo -todo el medioevo hasta
fines del siglo XVIII- se consideró como pertinente y adecuado precisamente lo
contrario de lo que ahora se postula.
Es decir, se estimó que mantener al juez alejado de los protagonistas del
conflicto y de todo aquello que constituyan elementos objetivos de este es lo que
precisamente iba a permitir al juzgador la expedición de decisiones imparciales
y justas.

En todo caso, antaño se afirmó que la separación del juez respecto del
conocimiento del conflicto contenido en el proceso judicial que debía resolver
garantizaba que no iba a estar afectado por sus propios sentimientos, impulsos,
deseos, es decir, por su condición humana. Así lo describe CAPPELLETI:
"El juez no entraba en contacto directo, "inmediato", con las partes ni, en
particular, con las pruebas (testigos, cosas, lugares), a causa de la
desconfianza en la oportunidad o equidad de semejante contacto directo
e inmediato. Se prefería que al juez le llegase solamente el eco atenuado
e impersonal de los escritos redactados en el momento del examen de los
testigos, así como el de la inspección de los lugares, etc.".13

El Código Procesal Civil del Perú14 ha optado por regular el principio de


inmediación. Al hacerlo, ha privilegiado también la oralidad, es decir, el medio o
instrumento a través del cual se produce el contacto entre el juez y los
protagonistas directos o indirectos del proceso, así como con los hechos
materiales que interesan al conflicto real que subyace en el proceso judicial.

La opción por la oralidad, contra lo que podría creerse, no descarta la necesidad


de la escritura. Al contrario, esta sigue siendo hasta el momento el medio más

13
MAURO CAPPELLETTI, El proceso..., op. cit., págs. 89 y 90.
14
Artículo V.-Principio de inmediación, concentración, economía y celeridad procesales.
idóneo que el intelecto humano ha creado para perpetuar y acreditar la
ocurrencia de un hecho o la manifestación de una voluntad.
DEVIS ECHANDÍA refiere la existencia de tres clases de inmediación:
“la subjetiva, la objetiva y la de actividad. La primera está referida a la
cercanía del juez con los protagonistas directos o indirectos de la relación
procesal; la segunda, a la comunicación cercana entre el juez y los hechos
o cosas materiales ligadas a la relación procesal-conocer los detalles del
bien litigioso, y la tercera, la inmediación de actividad, se presenta cuando
en el desarrollo del íter procesal, la actuación de un medio de prueba
produce la información necesaria como para acreditar un hecho o
situación distinta, pero igualmente discutible, al interior del proceso”.

Para concluir, debe destacarse que el principio de inmediación es tal vez el más
importante dentro de un sistema publicístico. Asilo es, por lo menos, para el
Código Procesal Civil peruano, en donde encontramos un artículo que exige que
la sentencia deba ser expedida por el mismo juez que participó en la audiencia
de pruebas, pero si tal hecho fuese imposible, el nuevo juez está facultado a
pedir la repetición de la audiencia. Esta norma recoge una corriente de opinión
que comparten destacados procesalistas y diversos códigos importantes.

PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL

El Principio de Economía Procesal, es mucho más trascendente. De hecho, son


muchas instituciones del proceso que tienen como objetivo hacerlo efectivo. Por
ejemplo: el abandono o la preclusión.
El concepto economía, tomado de su acepción de ahorro, está referido a 3 áreas:
1. tiempo
2. gasto
3. esfuerzo

El principio de economía procesal es mucho más trascendente de lo que


comúnmente se cree. De hecho, son muchas las instituciones del proceso que
tienen como objeto hacer efectivo este principio. Es el caso del abandono o de
la preclusión, por citar dos ejemplos.

"DEVIS ECHANDÍA": extiende su irradiación a muchos casos más. El concepto


economía, tomado en su acepción de ahorro, está referido a su vez a tres áreas
distintas: ahorro de tiempo, gasto y esfuerzo. Intentemos una explicación
separada de cada una de estas.

El tiempo cumple un rol esencial y envolvente en el proceso. Casi no es posible


encontrar algún proceso en donde, adicionalmente al conflicto que tienen las
partes, no exista otro referido a la urgencia que una de ellas tiene de acabar
pronto el proceso, necesidad que es inversamente proporcional a la misma
urgencia de la otra, pero de prolongado.

El cumplimiento de los actos con prudencia, es decir, ni tan lento que parezca
inmovilidad ni tan expeditivo que se renuncie al cumplimiento de formalidades
indispensables, es la expresión adecuada de este principio. Esta es la economía
de tiempo.

La economía degasto es la necesidad de que los costos del proceso no impidan


que las partes hagan efectivos todos sus derechos al interior de este. Lo
expresado no obsta para reconocer que un Estado pobre y con una fuerte
dependencia externa -el caso de los países latinoamericanos, por ejemplo-, no
puede darse el lujo de tener una administración de justicia absolutamente
gratuita.

Sin embargo, la economía procesal en este rubro debe tender a evitar que las
desigualdades económicas que presenta nuestra sociedad, sean lo
suficientemente determinantes como para que quien se encuentre en una
condición inferior deba soportar las consecuencias procesales por dicho estado.

La economía de esfuerzo está referida a la posibilidad de concretar los fines del


proceso evitando la realización de actos que, aun' estando regulados, tienen la
calidad de innecesarios para tal objetivo.

De alguna manera, un recuento de la evolución histórica del proceso nos enseña


que esta ha consistido en solventar métodos para lograr su simplificación, esa
búsqueda es la llamada "economía de esfuerzo".
PODETTI define esta "economía de esfuerzo" al expresar:
"Como economía de esfuerzo, este principio no es menos importante y
decisivo para la obtención de una buena justicia. La supresión de trámites
superfluos o redundantes, aminorando el trabajo de los jueces y auxiliares
de la justicia y simplificando cada proceso en particular, debe
necesariamente incidir en forma decisiva sobre la buena justicia". El
Código Procesal Civil del Perú acoge también este principio.

La economía procesal es un principio formativo del proceso que consiste en que


en el desarrollo del procedimiento se buscará obtener siempre el máximo
beneficio, con el menor desgaste del órgano jurisdiccional.
Manifestaciones

 Las acciones al igual que las excepciones deben deducirse en una sola
oportunidad
 Oportunidad para rendir la prueba
 Limitaciones a la prueba de testigos (6 por parte) y a la confesión (2 veces)
 Imposibilidad de acreditar tachas mediante testigos.
Según Chiovenda, es la obtención del máximo resultado posible con el mínimo
de esfuerzo. Este principio de refiere no sólo a los actos procesales sino a las
expensas o gastos que ellos impliquen. Modalidad: más que un solo principio es
un conjunto de principios con los cuales se consigue aquél. Entre ellos se
encuentran:
El de Concentración: consiste en reunir todas las cuestiones debatidas o
el mayor número de ellas para ventilarlas y decidirlas en el mínimo de
actuaciones y providencias. Así, se evita que el proceso se distraiga en
cuestiones accesorias que impliquen suspensión de la actuación principal.
El de Eventualidad: guarda estrecha relación con el de preclusión, pues
toma como referencia las fases o términos del proceso. Consiste en que
si en determinada etapa o estanco del proceso una parte puede realizar
varios actos, debe llevarlos a cabo de manera simultánea y no sucesiva,
esto es, todos en el mismo lapso y no primero uno y luego otro.

Esto ocurre, por ejemplo, en relación con una providencia, cuando contra ella
puede interponerse el recurso de reposición y el de apelación. Como el término
para interponer dichos recursos es común, la parte interesada puede optar
exclusivamente por cualquiera de ellos, o bien proponer los dos, caso en el cual
debe hacerlo conjuntamente: la reposición como principal y la apelación como
subsidiaria.

Esto significa que la apelación sólo se concede en el supuesto de que la


reposición no prospere. Lo que la ley prohíbe es que primero se interponga la
reposición, para luego, si es negada, proponer la apelación, pues el término para
ésta ya se encuentra vencido.
El de Celeridad: consiste en que el proceso se concrete a las etapas
esenciales y cada una de ellas limitada al término perentorio fijado por la
norma. En observancia de este principio se descartan los plazos o
términos adicionales a una determinada etapa, esto es, los que se surten
como complemento del principal y las prórrogas o ampliaciones. También
implica que los actos se surten en la forma más sencilla posible, para
evitar dilaciones innecesarias.

En aplicación de este principio, el Código de Procedimiento Civil establece


limitaciones a las prórrogas; otorga al juez la facultad de señalar ciertos términos,
fijando el estrictamente necesario, y consagra medios sencillos para efectuar la
notificación de las providencias.

El de Saneamiento: consiste en que las situaciones o actuaciones afectadas de


nulidad sean susceptibles de ser convalidadas por la parte en cuyo favor se
establece.
La nulidad es una sanción que la norma prevé para determinadas situaciones o
actuaciones irregulares y cuando con ellas se viola el derecho de defensa de una
de las partes. Pero la nulidad no siempre se impone, pues es viable que la parte
afectada como consecuencia de ella la convalide, esto es, que mediante cierta
conducta no se aplique esa sanción y, por ende, la actuación sea válida, que es
lo que se denomina saneamiento.

La tendencia actual es la de consagrar en la norma positiva el mayor número de


nulidades susceptibles de saneamiento. Por ejemplo, si el demandado ha sido
indebidamente citado o emplazado y éste no lo alega en la primera actuación
que realice, tal irregularidad queda convalidada.

El de Gratuidad de la Justicia: como la justicia es un servicio que presta el Estado


a la colectividad, a él le corresponde sufragar todos los gastos que esa función
entraña, como proporcionar los locales y elementos necesarios, atender la
remuneración de los funcionarios y empleados, etc.

Aunque el principio, en su acepción más amplia, incluiría las expensas o gastos


que implique el proceso, esto entre nosotros no tiene vigencia, por cuanto recae
sobre las partes, sobre todo en aquellas ramas en donde se rige el sistema
dispositivo, como acontece con el civil, concretamente en lo relativo a honorarios
de peritos, secuestros, gastos de diligencias, etc.

En nuestro medio, en ese aspecto, se ha registrado un considerable avance,


puesto que el empleo de papel sellado que se exigía en el civil y el contencioso
fue eliminado. Además, tradicionalmente no hay lugar a expensas en el campo
penal y son reducidas en el laboral15.

PRINCIPIO DE CELERIDAD PROCESAL

El Principio de Celeridad, es la expresión concreta de la economía por razón de


tiempo. Por otro lado, se expresa a través de diversas instituciones del proceso;
por ejemplo: la perentoriedad o improrrogabilidad de los plazos o el impulso del
proceso por parte del Juez.

Así como la oralidad es la expresión material del principio de inmediación, el


principio de celeridad es la manifestación concreta del principio de economía
procesal por razón de tiempo que describimos anteriormente. El principio de
celeridad procesal se expresa a través de diversas instituciones del proceso
como, por ejemplo, la perentoriedad o improrrogabilidad de los plazos o
en principios como el de impulso oficioso del proceso.

15
INTRODUCCIÓN AL PROCESO CIVIL de Juan Monroy Gálvez
Este principio se presenta en forma diseminada a lo largo del proceso, por medio
de normas impeditivas y sancionadoras a la dilación innecesaria, así como a
través de mecanismos que permiten el avance del proceso con prescindencia de
la actividad de las partes. El hecho trascendente e indiscutible es que una justicia
tardía no es justicia. Para ratificar esta concepción, el sistema publicístico busca
proveer alas justiciables, a través de las instituciones reguladas, de una justicia
rápida.

Si es buena o mala, esta calidad será responsabilidad de todos sus


protagonistas. La concreción del principio de celeridad procesal a través de otras
instituciones Procesales es el método regular de hacerla efectiva.
Así lo expresa el mismo PODETTI:
"(...) en tres direcciones principales dentro del proceso actual, debe
encaminarse la reforma que intente restablecer el principio de celeridad.
Ellas son: los plazos para la realización de actos procesales por las partes,
el régimen de la prueba y los plazos para que los jueces dicten
resoluciones". Como en el caso de los principios anteriores, el de
celeridad procesal también está acogido en el Código Procesal Civil
peruano

Principio de economía procesal: El principio de economía procesal es


mucho más trascendente de lo que comúnmente se cree. De hecho, son
muchas las instituciones del proceso que tienen como objeto hacer
efectivo este principio. Es el caso del abandono o de la preclusión, por
citar dos ejemplos.
DEVIS ECHANDÍA extiende su irradiación a muchos casos más:
“El concepto economía, tomado en su acepción de ahorro, está referido a
su vez a tres áreas distintas: ahorro de tiempo, gasto y esfuerzo.
Intentemos una explicación separada de cada una de estas”.

El tiempo cumple un rol esencial y envolvente en el proceso. Casi no es posible


encontrar algún proceso en donde, adicionalmente al conflicto que tienen las
partes, no exista otro referido a la urgencia que una de ellas tiene de acabar
pronto el proceso, necesidad que es inversamente proporcional a la misma
urgencia de la otra, pero de prolongado. El cumplimiento de los actos con
prudencia, es decir, ni tan lento que parezca inmovilidad ni tan expeditivo que se
renuncie al cumplimiento de formalidades indispensables, es la expresión
adecuada de este principio.

Esta es la economía de tiempo. La economía degasto es la necesidad de que


los costos del proceso no impidan que las partes hagan efectivos todos sus
derechos al interior de este. Lo expresado no obsta para reconocer que un
Estado pobre y con una fuerte dependencia externa el caso de los países
latinoamericanos, por ejemplo-, no puede darse el lujo de tener una
administración de justicia absolutamente gratuita.

Sin embargo, la economía procesal en este rubro debe tender a evitar que las
desigualdades económicas que presenta nuestra sociedad, sean lo
suficientemente determinantes como para que quien se encuentre en una
condición inferior deba soportar las consecuencias procesales por dicho estado.

La economía de esfuerzo está referida a la posibilidad de concretar los fines del


proceso evitando la realización de actos que, aun' estando regulados, tienen la
calidad de innecesarios para tal objetivo.

De alguna manera, un recuento de la evolución histórica del proceso nos enseña


que esta ha consistido en solventar métodos para lograr su simplificación, esa
búsqueda es la llamada "economía de esfuerzo".
PODETTI define esta "economía de esfuerzo" al expresar:
"Como economía de esfuerzo, este principio no es menos importante y
decisivo para la obtención de una buena justicia. La supresión de trámites
superfluos o redundantes, aminorando el trabajo de los jueces y auxiliares
de la justicia y simplificando cada proceso en particular, debe
necesariamente incidir en forma decisiva sobre la buena justicia". El
Código Procesal Civil del Perú143 acoge también este principio.

Principio de celeridad procesal, así como la oralidad es la expresión material del


principio de inmediación, el principio de celeridad es la manifestación concreta
del principio de economía procesal por razón de tiempo que describimos
anteriormente. El principio de celeridad procesal se expresa a través de diversas
instituciones del proceso como, por ejemplo, la perentoriedad o
improrrogabilidad de los plazos o en principios como el de impulso oficioso del
proceso.

Este principio se presenta en forma diseminada a lo largo del proceso, por medio
de normas impeditivas y sancionadoras a la dilación innecesaria, así como a
través de mecanismos que permiten el avance del proceso con prescindencia de
la actividad de las partes. El hecho trascendente e indiscutible es que una justicia
tardía no es justicia. Para ratificar esta concepción, el sistema publicístico busca
proveer alas justiciables, a través de las instituciones reguladas, de una justicia
rápida.

Si es buena o mala, esta calidad será responsabilidad de todos sus


protagonistas. La concreción del principio de celeridad procesal a través de otras
instituciones procesales es el método regular de hacerla efectiva.
Así lo expresa el mismo PODETTI:
"en tres direcciones principales dentro del proceso actual, debe
encaminarse la reforma que intente restablecer el principio de celeridad.
Ellas son: los plazos para la realización de actos procesales por las partes,
el régimen de la prueba y los plazos para que los jueces dicten
resoluciones". Como en el caso de los principios anteriores, el de
celeridad procesal también está acogido en el Código Procesal Civil
peruano.

Está representado por las normas que impiden la prolongación de los plazos y
eliminan trámites procesales superfluos y onerosos. Así, la perentoriedad de los
plazos legales o judiciales16consiste en que el proceso se concrete a las etapas
esenciales y cada una de ellas limitada al término perentorio fijado por la norma.
En observancia de este principio se descartan los plazos o términos adicionales
a una determinada etapa, esto es, los que se surten como complemento del
principal y las prórrogas o ampliaciones. También implica que los actos se surten
en la forma más sencilla posible, para evitar dilaciones innecesarias.

En aplicación de este principio, el Código de Procedimiento Civil establece


limitaciones a las prórrogas; otorga al juez la facultad de señalar ciertos términos,
fijando el estrictamente necesario, y consagra medios sencillos para efectuar la
notificación de las providencias.
Asimismo, en virtud del Principio de Celeridad, se entiende que la economía del
tiempo procesal está edificada sobre un conjunto de institutos orientados a
conseguir una pronta solución de las contiendas judiciales (lo cual está
estrechamente relacionado con el derecho a ser juzgado en un plazo razonable,
que es un elemento del debido proceso), impidiendo la inercia de las autoridades
judiciales, partes, abogadas y abogados y servidores judiciales.

Hasta ahí se mantiene la redacción del Proyecto, ahora se ha adicionado la


siguiente directriz: “El Juez no podrá aplazar una audiencia o diligencia ni
suspenderla, salvo por razones que expresamente autorice el presente Código”;
mandato que está indudablemente dirigido a efectivizar la celeridad procesal
como condición esencial de la administración de justicia, quedando así proscritas
las suspensiones de audiencias o diligencias pertinentes, sin que el Código lo
autorice, o circunstancias de fuerza mayor, debidamente justificadas, así lo
ameriten.

En otras palabras, “los jueces y tribunales deben dirigir y resolver los casos
sometidos a su conocimiento dentro de los plazos previstos por ley y, para el
caso de no estar normados, desarrollar los actuados procesales dentro de un
término razonable, por cuanto sus dilaciones indebidas y retardaciones
injustificadas atentaran los derechos fundamentales de las partes que van
exigiendo mayor celeridad en la tramitación de sus causas” (Cfr. Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº 0110/2012, de 27 de abril de 2012)17.

16
Enciclopedia jurídica
17
LA GACETA JURÍDICA Principios del Nuevo Código Procesal Civil
CONCLUSIONES

 El principio de defensa privada que es un complemento de la iniciativa de


parte que se da por la acción del demandante al demandado, por
consiguiente este principio de defensa privada nos da la relación que tiene
el demandado sobre su derecho de derecho de defensa así también nos
referimos específicamente a la interposición de una excepción que es un
acto que le corresponde y pertenece con exclusividad al demandado ante
una demanda establecida.

 El principio de congruencia constituye, junto a otros, uno de los pilares en


base a los cuales se estructura el proceso para un avance coordinado y
eficaz hacia la solución jurisdiccional del asunto, además que este
principio judicial exige al juez que no omita, altere o exceda las peticiones
contenidas en el proceso que resuelve.

 El principio de dirección judicial del proceso delega en la figura de juez


constitucional el poder deber de controlar razonablemente la actividad de
las partes, promoviendo la consecución de los fines del proceso de
manera eficaz y pronta.

 Principio de concentración es una consecuencia lógica del principio


anterior; es imprescindible regular y limitar la realización de actos
procesales, promoviendo la ejecución de estos en momentos estelares
del proceso.

 El impulso oficioso es un principio procesal la cual permite que en los


casos determinados, el juez no permita la paralización del proceso por la
inacción de los interesados, asimismo el juez tiene que vigilar para que el
pleito, desde el comienzo hasta el fin, se lleve en la forma determinada
por la ley.

 Lo que podemos concluir es que el principio de inmediación tiene por


finalidad que el juez va a resolver el conflicto de intereses o la
incertidumbre con relevancia jurídica asimismo que tenga el mayor
contacto posible con todos los elementos subjetivos (intervinientes) y
objetivos (documentos, lugares, etc.) que conforman el proceso.

 Los principios procesales son aquellas premisas máximas o ideas


fundamentales que sirven como columnas vertebrales de todas las
instituciones del derecho procesal.
 La acción es el poder jurídico de hacer valer una pretensión ante el
órgano jurisdiccional. "Solo se habla de acción cuando refiere a la
actividad procesal de estado. Por lo tanto sólo puede hablarse de
acción, cuando hay proceso y corresponde a aquel a quien se le prohíbe
obrar por sí mismo. Se advierte la presencia en ella de tres elementos:
sujetos, objeto y causa.

 La Excepción, Vocablo derivado del latín exceptio, excepción.


Actualmente se pueden destacar dos significados de la excepción: en
Sentido abstracto y en Sentido concreto.

 La Pretensión Es la afirmación que hacen los sujetos de derecho de


merecer la tutela jurídica y la aspiración de ser protegidos. Toda
pretensión admite ser descompuesta para su estudio en los distintos
elementos que la conforman, los sujetos, El objeto de la pretensión y La
causa de la pretensión.
BIBLIOGRAFIA

 http://blog.pucp.edu.pe/blog/seminariotallerdpc/2009/10/15/
principios-

 http://files.uladech.edu.pe/docente/17906995/TEORIA_GE
NERAL_DEL_PROCESO/Sesión%2003/PARTE3.pdf

 https://es.scribd.com/document/247065850/Principios-
Codigo-Procesal-Civil

 QUAN MONROY GALVEZ, Temas de proceso civil, Lima,


Librería Studium, 1987.

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