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Las características especiales del paciente anciano, en el que influyen tanto los aspectos

intrínsecos propios del envejecimiento y la particular forma de presentación de la


enfermedad, requieren la aplicación de un sistema de valoración especial.

La evaluación geriátrica se utiliza para describir las condiciones clínicas del paciente
anciano, a través de una historia clínica tradicional y una evaluación física, que hace una
diferencia estructural con otros modelos de atención. Consiste en valorar la función física,
mental y social del paciente, de su cuidador y de su entorno, con la finalidad de planear de
manera adecuada los cuidados y evitar las complicaciones. La evaluación geriátrica puede
mejorar la precisión diagnóstica, permite planear los servicios médi- cos, terapéuticos y
sociales de forma más eficaz, asegura el seguimiento del impacto del tratamiento médico y
los servicios sociales, así como la precisión en la predicción del resultado.

El equipo en la evaluación geriátrica debe ser interdis- ciplinario donde el trabajador social,
enfermeras, médicos, fisioterapeutas, psicólogos, terapistas ocupacionales, odon- tólogos y
nutriólogos formen un equipo cordial, comuni- cativo e imparcial donde cada experto en su
área participe en la meta diagnóstica y terapéutica del paciente anciano.

Este capítulo tiene como finalidad explicar paso a paso cómo llevar a cabo la evaluación
clínica en los pacientes ancianos, misma que podría aplicarse en un medio hospi- talario, en
la comunidad, asilos o en unidades de cuidados prolongados.

OBJETIVO
La valoración del anciano tiene como objetivo el proceso diagnóstico, cuantificar en
términos funcionales las capa-

cidades y los problemas médicos, mentales y sociales del anciano con la intención de
elaborar un plan de promo- ción, prevención, atención, rehabilitación o ambos, según
corresponda. La evaluación geriátrica deberá hacer énfasis en la búsqueda de:

1. Enfermedades relevantes. 


2. Toda la medicación actual, efectos e indicaciones. 


3. Síntomas actuales y su impacto en la funcionalidad. 


4. Cambios de vida recientes y planeados. 


5. Medición objetiva del estado funcional. 



6. Medición objetiva del estado mental. 


7. Estado emocional y motivación personal. 


8. Medición objetiva de la marcha y el equilibrio. 


9. Medición objetiva del estado nutricional y necesida- 



des. 


Además debe incluir información sobre:

10. Situación familiar y posibilidad de apoyo. 


11. Situación actual del cuidador, su actividad y proble- 



mas. 


12. Potencial de rehabilitación y pronóstico 


13. Rastreo preventivo y mantenimiento de la salud. 


14. Actividades que promuevan la salud. 


15. Qué profesionales de la salud deben involucrarse. 


Los beneficios resultantes de la evaluación geriátrica son:

1. En el proceso de atención y cuidados: generar nuevos diagnósticos y reconocer


problemas antes no recono- cidos. 


2. Al egreso de los pacientes hospitalizados: mejores resultados en la evaluación


del estado funcional y evaluación cognitivo/afectiva. 


3. En la utilización de instituciones: mejor ubicación en asilos y residencias, así


como reducción en los días de estancia. 

4. En la utilización y costos de servicios de salud: mayor uso de
atención en domicilio, reducción en la utiliza- ción de servicios hospitalarios y
disminución en los costos de atención médica. 


5. Mejorar la supervivencia del anciano. 


6. Intentar reducir el número de medicamentos. 


La geriatría pone más énfasis en la evaluación como precursora del tratamiento. En EUA,
varias instituciones de salud han subrayado la importancia de determinar la situación
médica, psicológica, social, económica, am- biental, así como el aspecto más importante
conservar su independencia y estabilidad psicológica. La declinación funcional en los
ancianos puede ser lenta, progresiva y también es posible que sea tan sutil que los familiares
y médicos no detecten lo que está sucediendo.

Al efectuar una evaluación geriátrica se podrá obte- ner indicios útiles a partir de algunas
circunstancias en la consulta:

. a)  ¿El paciente vino solo o con un miembro de su familia? A menudo, los miembros
de la familia se muestran pre- ocupados porque el paciente se ha vuelto olvidadizo,
inactivo, deprimido o incapaz de vivir solo, conducir un automóvil o caminar fuera
de casa. 


. b)  ¿Por qué acude al consultorio? Los parientes suelen responder a las preguntas por
el paciente cuando consi- deran que éste padece demencia o depresión. También es
posible que el paciente y su familia proporcionen diferentes versiones del motivo de
la consulta, y sus respuestas permiten ver cómo cada uno de ellos ve el problema y
cómo se ven entre sí. 


. c)  ¿Cuál es el motivo de la consulta? Los padecimientos crónicos o las enfermedades


no diagnosticadas pueden ser responsables de la declinación física o intelectual.
Reconozca las prioridades del paciente, puede ser im- portante tratar el dolor de las
articulaciones antes de iniciar el tratamiento de otras alteraciones. 


. d)  ¿El paciente ha perdido peso o parece estar desnutri- do? Pregunte: “¿Qué
comió ayer?” “¿Ha perdido peso en el último año?” revise la cavidad bucal porque la
falta de dientes o el mal estado de ellos, las enfermedades de las encías o de las
dentaduras postizas mal ajustadas dificultan la alimentación adecuada. 


. e)  ¿El anciano puede caminar solo o necesita ayuda? El hecho de observar al


paciente caminar, sentarse, levan- tarse de una silla, subir o bajar de la mesa de
exploración o utilizar escaleras puede señalar problemas ortopédicos o neurológicos
obvios. Esto puede ser indicio de pérdida de la condición física. 


. f)  ¿Qué tipo de medicamentos está tomando el paciente? Para permanecer al tanto de


los fármacos que los pa- cientes ancianos toman, pida que lleven al consultorio una
bolsa que contenga todos los medicamentos que estén tomando. Algunos médicos
consideran que esto debe repetirse en cada consulta. Formule preguntas acerca del
consumo de bebidas alcohólicas, tabaco o toxicomanías. 


Estado funcional
“El punto central” en la evaluación geriátrica. El estado funcional se encuentra por lo
común afectado en el pa- ciente anciano, donde causas potenciales incluyendo los cambios
relacionados con la edad, factores sociales y la propia enfermedad podrían contribuir a su
deterioro.

La observación directa de la funcionalidad es el método más exacto para la evaluación


funcional; sin em- bargo, suele ser impráctico para los modelos de atención médica, por lo
tanto, es poco utilizado. En la actualidad el autoinforme de las actividades básicas de la vida
diaria (ABVD) y las actividades instrumentadas de la vida diaria (AIVD) se utiliza para
observar funcionalidad, no es tan exacto comparado con la observación directa y debe co-
rroborarse si es posible por un informante, acompañante o cuidador. El objetivo de obtener
información específica sobre la declinación funcional puede orientar a determinar las
necesidades, cuidados de salud médicos o quirúrgicos (p. ej., reemplazo quirúrgico de
rodilla o terapia de reha- bilitación) especiales para el anciano.

El decline funcional en AIVD por ejemplo, podría ser un signo temprano de depresión,
demencia, riesgo de caídas, incontinencia, deterioro visual y otras enfermeda- des como
arterial coronaria, si no se encuentra una causa reversible para este deterioro funcional. La
pérdida de la funcionalidad en ABVD es signo frecuente de empeo- ramiento de una
enfermedad o combinado al impacto de la comorbilidad o un estado terminal; sin embargo,
muchas personas ancianas con deterioro funcional para ABVD pueden estar en casa con
servicios apropiados, o en asilos donde se pueda ofrecer asistencia de acuerdo a las
necesidades de éstos.

La evaluación funcional incluye tres dominios:

• Actividades básicas de la vida diaria ABVD. 


• Actividades instrumentadas de la vida diaria AIVD. • Movilidad. 



Existen algunos aspectos a tomarse en cuenta; la evalua- ción funcional no es
sólo dominio de los profesionales de salud, es decir, antes de evaluarlo se deberá
interrogar sobre lo normal o anormal para él o ella en cuanto a su función
social, ya que algunas familias encuentran discrepancias entre lo normal o
anormal en el envejecimiento o en el sujeto y se podrían ocultar problemas
médicos. 

¿QUÉ ES EVALUACIÓN FUNCIONAL? 

La valoración funcional es el proceso que se utiliza para recoger información
sobre la capacidad del anciano de llevar acabo sus actividades habituales de
manera indepen- diente; es la evaluación de cómo el anciano se maneja día a día
y quizás el desarrollo de estrategias para conservar su calidad de vida. 

Una valoración funcional adecuada debe incluir ABVD (bañarse, vestirse,
alimentarse, trasladarse, conti- nencia-aseo); y AIVD (labores del hogar como
cocinar, 


lavar ropa y limpieza; actividades relacionadas con la utilización de transporte y compras; y


actividades cognos- citivas que incluyen manejo del dinero, cuentas, uso del teléfono,
administración de medicamentos); las cuales son necesarias para la supervivencia de un
individuo solo, en la comunidad y en su medio. El tercer dominio incluye la capacidad de
movilidad, y se refiere a la funcionalidad de las extremidades inferiores para moverse, en
esta área se evalúan: marcha, paso, balance de pie y sentado, así como la habilidad para
trasladarse y subir escalones, esta parte de la evaluación puede incluir la fuerza y resistencia
muscular, así como el tipo de paso (cuadro 3-1).

Existen numerosos instrumentos para la evaluación funcional:

Actividades básicas de la vida diaria (ABVD):

• Método de Katz (Katz et al., 1963).



• Índice de Barthel (Mahoney, Barthel, 1950); es el ins-

trumento de medición de las ABVD más usado por la mayoría de los autores británicos y
recomendado por la Sociedad Británica de Geriatría.

Actividades instrumentadas de la vida diaria (AIVD):

• Escala geriátrica de Lawton y Brody (Lawton, Brody, 1969); se utiliza en todo el mundo y
en múltiples es- tudios siguiendo el marco conceptual de funcionalidad.

Movilidad:
Desempeño físico:

• SPPB (short physical performance battery) o prueba corta de desempeño físico.


(Guralnik, 2007).

Equilibrio, movimiento y marcha cronometrada:

• Tinetti (Tinetti , 1939).



• Escala de Rosow-Breslau. (Rosow, Breslau, 1966). • Marcha cronometrada.

Discapacidad:
• Índice de Nagi (Nagi, 1965). ACTIVIDADES BÁSICAS
DE LA VIDA DIARIA
Índice de Katz

Creado en 1958 por Sidney Katz et al., en The Benja- mín Rose Hospital (un hospital
geriátrico y de enfermos crónicos de Cleveland, Ohio, EUA) los cuales estudia- ron la
habilidad funcional en un grupo de pacientes con fractura de cadera y a partir de esto
formularon un instrumento para evaluar el pronóstico del anciano ante una enfermedad
crónica o aguda, así como los resultado de un tratamiento determinado, el instrumento
evalúa las capacidades de la persona para cubrir sus necesidades básicas de la vida diaria.

El índice de Katz es el instrumento más apropiado para evaluar el estado funcional del
anciano para desempe- ñar las actividades de la vida diaria en forma independien- te. Los
médicos usan la escala para detectar problemas en el desempeño de estas actividades y
planificar la atención en forma acorde. El índice clasifica la suficiencia del des- empeño en
las seis funciones de: bañarse, vestirse, asearse, transferencia, continencia de esfínteres
y alimentación en términos de independencia-dependencia agrupándolas a continuación en
un solo índice (A J Cruz et al., 2006).

A los individuos se les asigna un sí/no respecto a la independencia para cada una de las seis
funciones. En cuanto al modo de aplicación puede llevarse a cabo por un evaluador médico,
enfermera o trabajadora social. El tiempo de aplicación es de 20 min y es necesario recibir
entrenamiento. El concepto de independencia en este índice es distinto al de otras escalas.
Se considera indepen- diente a una persona que no precisa ayuda o utiliza ayuda
mecánica y dependiente a aquella que necesita ayuda de otra persona, incluyendo la
mera supervisión de la actividad. Si una persona no quiere realizar una actividad o no la
realiza se considera dependiente aunque pudiera hacerla en teoría. Se basa en el estado
actual de la persona y no en la capacidad de realizarla (A J Cruz et al., 2006).

Validez y confiabilidad. En los 35 años desde que se desarrolló el instrumento, ha sido


modificado y sim- plificado y se han usado diferentes enfoques respecto a puntajes. Sin
embargo, su utilidad para evaluar el estado funcional en la población de mayor edad se ha
demostrado en forma constante.

Fortalezas y limitaciones. A pesar de que el índice Katz (ABVD) es sensible a los cambios
en el estado de sa- lud declinante, la escala es limitada respecto a su capacidad para medir
pequeños incrementos en los cambios que se observan en la rehabilitación de los adultos
mayores, (esto deberá seguirse por una evaluación geriátrica completa cuando es
apropiado). El índice Katz es muy útil para la creación de un lenguaje común acerca del
funcionamien- to del individuo entre todo el equipo involucrado en la atención del anciano.

Lenguaje: Existe una versión única publicada en inglés. Sin embargo, se ha traducido al
español, francés, portugués y más idiomas.

Población: población geriátrica en asilos, hospitales o en la comunidad (cuadro 3-2).


Índice de Barthel

En 1965, Mahoney y Barthel, publicaron el índice de Barthel (cuadro 3-3), el cual consta de
10 parámetros: alimentación, baño, vestido, aseo personal, deposición, micción, uso de
retretes, traslado en silla de ruedas a la cama, deambulación y escalones. Cada uno de
ellos mide la capacidad de la persona para su independencia o dependencia. La puntación
máxima de independencia es de 100 y la de máxima dependencia es de 0. Los cambios se
producen de 5 en 5, pues no es una escala continua. En 1993 se publicó su traducción al
español. Al inicio el índice de Barthel se evaluó mediante observación directa, luego se
generalizó para la obtención verbal de la información, de manera directa del individuo o
bien directamente a través de su cuidador principal; ambos métodos ofrecen confiabilidad
(Mahoney, Bartel, 1965).

El tiempo medio requerido en su aplicación es de 5 min. Una gran ventaja del índice de
Barthel es que permite estudiar y analizar no sólo la puntuación global, sino también cada
una de las 10 actividades medidas. Los parámetros de continencia, transferencia y movilidad
han demostrado tener gran poder de predicción de fragilidad.

Para facilitar su interpretación, los resultados pueden agruparse en categorías:

• Dependencia importante (menor de 45). 


• Dependencia moderada (45 a 60). 


• Dependencia leve (igual o mayor de 65). 



Estudios previos han demostrado que un índice de Bar- thel menor de 25 al
ingreso hospitalario se correlaciona con un aumento de la mortalidad a los 15
días y a los seis meses después de una enfermedad cerebrovascular. Es de fácil
aplicación; es un poco más sensible a los cambios en 


la funcionalidad, comparado con el índice de Katz, éste provee más información acerca de
la movilidad, es un buen parámetro para ofrecer un plan terapéutico específico de
rehabilitación (Mahoney, Bartel, 1965).

ACTIVIDADES INSTRUMENTADAS DE LA VIDA DIARIA (AIVD)


Índice de Lawton y Brody
Existen numerosas escalas de medición de AIVD. La más recomendada y usada es la Escala
del Centro Geriátrico de Filadelfia de Lawton (cuadro 3-4). Consta de ocho parámetros: uso
de teléfono, realización de compra, pre- paración de comida, cuidado de la casa, lavado
de ropa, uso de medios de transporte, manejo de medicamentos y de asuntos
económicos. Se les asigna un valor numérico 1 (independiente) o 0 (dependiente). La
puntación final es la suma del valor de todas las respuestas. Oscila entre 0 (máxima
dependencia) y 8 (independencia total).

La escala de Lawton es útil para detectar los primeros grados de deterioro funcional en los
ancianos que viven en sus domicilios e institucionalizados. Esta escala se recomienda para
la evaluación del adulto mayor que se considera en un nivel de fragilidad, ya sea por una
enfer- medad crónica o por estar recuperándose de un periodo de inmovilidad.

Validez y confiabilidad. La validación se realizó en una mayor es de 65 años de edad,


ambulatorios o ins- titucionalizados incluyó: validez concurrente entre tres instrumentos; la
escala médica de clasificación física, el cuestionario del estado mental y la escala de ajuste
del comportamiento, que es de adaptación intelectual, per- sonal, así como de
comportamiento social.

El instrumento ha sido modificado y adaptado con diferentes enfoques respecto a


puntuación. Sin embargo, su utilidad para evaluar el estado funcional de las personas para el
desempeño de las actividades más complejas de la vida diaria se ha demostrado de manera
constante. Existen

varios tipos de validez y en el caso de la escala de AIVD se ha confirmado que su validez es


de relevancia en el con- texto clínico, para focalizar y planificar servicios de salud y para
evaluar los mismos. Permite detectar de manera precoz el plan terapéutico y determinar la
necesidad de un cuidador. El evaluador puede ser un profesional de la salud, trabajadora
social, enfermera, entre otros. El tiempo de aplicación es de alrededor de 5 min. El
entrenamiento requiere de una sesión de medio día para la evaluación de tres aspectos:
presentación, observación, discusión antes y después de la apreciación. La descripción: se
obtiene de la información del paciente si éste tiene sus funciones

cognoscitivas conservadas; de otra manera mediante el personal de la institución o de sus


familiares.

Fortalezas y limitaciones. El principal inconveniente de la escala de AIVD radica en su


énfasis en tareas que en forma habitual han sido aprendidas y practicadas por las mujeres
urbanas, siendo esto un obstáculo cuando se aplica a los ancianos hombres o a los ancianos
en áreas rurales, donde las actividades instrumentales de supervivencia tienen variaciones
importantes. La escala puede y debe adaptarse para que refleje de manera más fiel el tipo de
actividad que los ancianos consideran indispensables para poder vivir en forma
independiente en áreas rurales o semirrurales.

PRUEBAS DE DESEMPEÑO FÍSICO


Prueba corta de desempeño físico
La prueba corta de desempeño físico o Short physical performance battery (SPPB).
Definición de las medicio- nes del desempeño. Una medición objetiva del funciona-
miento físico es un instrumento de evaluación mediante el cual se le solicita al individuo
que realice movimientos o actividades específicas, las cuales son evaluadas de una manera
objetiva y normalizada empleando criterios predeterminados, que pueden incluir el recuento
de las repeticiones o la medición cronometrada de la actividad, según sea el caso.

Se han elaborado dos grandes modelos teóricos de la trayectoria del desempeño físico que
van desde la en- fermedad hasta la discapacidad. El primero proviene de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y va de la

enfermedad a la deficiencia, a la discapacidad y termina en minusvalía. El segundo, que es


el más utilizado por los geriatras e investigadores, sigue un recorrido que comienza en la
enfermedad, pasa por la deficiencia y las limitaciones

funcionales y termina en la discapacidad.



La deficiencia se define como una disfunción combi-

nada con anomalías estructurales en sistemas corporales específicos, tales como el aparato
locomotor o el cardio- vascular. Las limitaciones funcionales son restricciones en el
desempeño de actividades físicas y mentales, que incluyen la deambulación, agarrar y
levantar objetos; estas reflejan alteraciones en habilidades que conforman los elementos
fundamentales de las actividades diarias. Por último, la discapacidad es la dificultad para
realizar las actividades de la vida diaria, y esto incluye no sólo el cuidado personal, sino
también las tareas domésticas, el desempeño profesional y las actividades recreativas.

La prueba corta de desempeño físico (SPPB por sus siglas en inglés) (cuadro 3-5) fue creada
para utilizarse en The Established Populations for Epidemiologic Studies of the Elderly
(conocido como estudio EPESE). Este estudio epidemiológico longitudinal fue financiado
por el Instituto Nacional del Envejecimiento (NIA) de EUA y abarcó a varias poblaciones
del territorio.

Esta prueba tiene tres componentes. Primero, pruebas cronometradas de balance en posición
de pie. Éstas se hacen en tres posiciones: pies paralelos, en semitándem y en tándem. El
segundo componente es un recorrido a pie cronometrado de cuatro metros, y el último es el
mo-

vimiento de levantarse de una silla, al inicio en un único intento y si la persona lo puede


hacer se le pide que lo repita cinco veces lo más rápido posible (figura 3-1).

Se ha mantenido la información actualizada sobre el estado funcional de los pacientes en


Iowa, EUA, (EPESE) en el año posterior a la evaluación del desempeño físico y sus
actividades en el hogar. Las observaciones más sor- prendentes son que a medida que
mejora el desempeño, desciende el riesgo de ser recluido en un hogar de ancianos,
de manera que quienes obtuvieron puntuaciones de 11 o 12 registraron tasas muy bajas de
admisión en asilos para ancianos en comparación con las personas que obtuvieron
puntuaciones más bajas.

Las personas no discapacitadas obtuvieron cuatro o más en la puntuación global. Se observa


un gradiente muy claro de riesgo de presentar discapacidad para realizar actividades básicas
de la vida diaria (ADL, por sus siglas en inglés) y un riesgo muy bajo en las personas cuyas
puntuaciones fueron 10, 11 y 12. Se ha observado un gra- diente del riesgo que se relaciona
con la discapacidad para la movilidad, con valores inferiores de discapacidad para las
personas con mejor puntuación en el desempeño físico.

Cuando se consideran las indicaciones, la proporción de individuos que permanecen sin


discapacidad a los cuatro años encuentran un gradiente muy fuerte, con proporciones muy
altas de personas que permanecen sin discapacidad entre quienes obtuvieron puntuaciones
de 11 y 12, tasas mayores de discapacidad en quienes obtuvieron valores bajos en la
puntuación global.

Esta situación es importante por dos razones: primero, porque demuestra que aun entre las
personas mayores que no informan alguna discapacidad existe una amplia gama de
funcionamiento físico el cual está relacionado con los resultados que se obtienen en cuanto a
la discapacidad. La segunda razón importante es que este enfoque permite identificar a las
personas sin discapacidad que se encuen- tran en mayor riesgo de desarrollar alguna
discapacidad física, buenos candidatos para intervenciones que tienen por objeto evitar la
progresión del padecimiento.

El doctor Guralnik ha utilizado los indicadores de la EPESE para las limitaciones


funcionales como resultados en diversos estudios; por ejemplo, pueden usarse para analizar
los efectos de las enfermedades y deficiencias en los resultados funcionales. También se
puede usar para eva- luar las consecuencias funcionales de un factor de riesgo o de una
intervención. En este caso, se puede observar el efecto libre de influencias ambientales, las
cuales pueden incidir mucho en la discapacidad. Se ha demostrado que estas mediciones
tienen buenas propiedades psicométricas, como sensibilidad, especificidad y capacidad de
respuesta al cambio. No obstante, hay que tener en cuenta que su aplicación tiene la
desventaja de que cuando se observan cambios en las mediciones de limitación funcional,
puede ser difícil interpretar de manera exacta cómo se relacionan con los problemas de la
vida cotidiana. Esta es un área que necesita más investigación.

ÍNDICE PARA EVALUAR LA MARCHA Y EL EQUILIBRIO


El movimiento es un componente esencial en la vida del adulto mayor, pues todos sus
sistemas corporales funcio- nan con mayor eficacia cuando está activo. La pérdida de
capacidad de marcha y equilibrio son indicadores de alto riesgo para la salud del individuo.
La inactividad y la inmovilidad resultan problemas comunes en la población adulta mayor
de edad más avanzada. De ahí que sea im-

portante fomentar la movilidad y cuando la situación lo indique hacer una evaluación del
equilibrio y la marcha del adulto mayor.
Movilidad

La capacidad de las personas de edad para preservar su funcionalidad depende en buena


medida de su motrici- dad. La detección temprana de incapacidades en el área motriz
posibilita la intervención de rehabilitación. El examen neuromuscular estándar suele ser
insuficiente para identificar problemas en este nivel y se requiere la observación directa del
desempeño motor.

Escala de Rosow y Breslau

En 1966, Rosow y Breslau desarrollaron la escala de Guttman para medir la capacidad


funcional de las perso- nas mayores, lo que ha demostrado ser adecuado para la
investigación social del envejecimiento en la población. El análisis en la escala de Guttman
está organizado de forma jerárquica, por lo que la afirmación a una pregunta impli- cará
respuestas positivas a otros elementos de la escala.

La escala de Rosow y Breslau fue diseñada para exa- minar la salud funcional con nivel de
integración social. Rosow y Breslau estaban interesados principalmente en la percepción de
sus limitaciones de salud y el funciona- miento social (Rosow y Breslau, 1966) del
entrevistado. Su estudio, que es más sociológico que médico, incluye tres preguntas que
producen seis categorías de respuesta (Rosow et al., 1966).

Las respuestas son subjetivas y dan una puntuación productiva en la escala donde 3 mejor, 0
a 1 = peor (cua- dro 3-6).

Equilibrio
Escala de Tinetti

Una evaluación clínica de la marcha debe incluir la obser- vación del equilibrio utilizando la
escala de Tinetti como guía (cuadro 3-7).

Para los pacientes que ya no son ambulatorios puede ser útil observar su capacidad para
efectuar transferencias de la cama al sillón o al servicio sanitario y observar su balance en la
posición de sentados.

Evaluación de la marcha

La marcha requiere para ejecutarse de:

• Integridad articular. 


• Coordinación neuromuscular. 


• Integridad de las aferencias propioceptivas, visuales y 



vestibulares. 

Su deterioro es frecuente (una persona de cada cinco, mayores de 75 años de
edad tienen algún tipo de dete- rioro). Los afectados tienen un mayor riesgo de
caer. La evaluación clínica debe incluir el interrogatorio acerca de caídas
recientes y sus consecuencias y la ejecución de la prueba de marcha. 

Existen diferentes escalas de actividades de la vida diaria de observación
directa, su uso en la práctica diaria está muy limitado a estudios de
investigación, ya que su realización consume bastante tiempo, y algunas de ellas
se aplican en el estudio de pacientes con caídas y osteoartritis. 

Pruebas breves de equilibrio y marcha que son extraí- das de pruebas más
extensas pueden mostrar alteraciones. Tenga en cuenta la siguiente evaluación
cuya ejecución requiere unos segundos. 

Prueba de la marcha cronometrada 

Existe bibliografía que evidencia que las pruebas de mar- cha cronometrada son
indicadores útiles de movilidad funcional en personas mayores (Chris Worsfold,
Janet M Simpson, 2001). Hay poco consenso sobre cómo deben realizarse estas
pruebas; sin embargo, los parámetros de la prueba han sido revisados y un
procedimiento estándar para la gestión de los mismos en las personas mayores
ha surgido. Esta prueba en la actualidad es muy útil, un caminar más lento se
asocia con mayor probabilidad de discapacidad, inestabilidad postural y riesgo
de caídas (Goldie et al., 1996). Guralnik et al., en 1994 encon- traron que
velocidades lentas de marcha se asocian con mayores niveles de discapacidad y
un mayor riesgo de mortalidad y de admisión en asilos de ancianos (Guralnik et
al., 1994). 

Al inicio se utilizaban las pruebas cronometradas de 10 m; sin embargo, se llegó
a la conclusión de que no eran lo suficiente útiles, pues requerían muchos
espacio y los paciente se sentían inseguros, por lo cual, en la actualidad se utiliza
una prueba cronometrada de menos metros (3 y 4 m). Al llevar a cabo esta
prueba es importante redu- cir cualquier temor por parte del paciente a la caída
que se pudiera llevar a cabo en el proceso de la prueba. A tal fin los sujetos
caminan por un corredor que se ajusta con cuidado para proporcionar ayuda si
se sienten inestables (Chris Worsfold, Janet Simpson, 2001). 

Preparación para la prueba 

Es necesario acondicionar un área de 3 o 4 m según sea el caso, para llevar a
cabo la prueba, en la pared se acon- 


iciona con una línea de medición y un piso de superficie lisa. De preferencia se debe limitar
el paso a otras personas con el fin de evitar distracciones. Se debe marcar con una franja el
inicio y el final de la banda de medición.

Cerca de un metro de distancia y paralela a la banda de medición es necesario disponer de


mesas y sillas, así como otros muebles de ejercicio a fin de ofrecer un apoyo continuo al
paciente.

Instrucciones iniciales para el paciente


El paciente debe permanecer sentado en una silla que esté cercana a la banda de medición
antes de empezar la prueba.

Una vez ahí usted le dará las instrucciones: pronto va a ponerse de pie. Cuando usted está
de pie diré: “ahora”. Entonces usted va a levantarse de la silla y a ritmo cómodo y sin prisas
empezará a caminar. No se detenga hasta que haya alcanzado la otra silla. Puede usar ayuda
para caminar o sostener la pared o los muebles, si así lo desea y lo hace de manera
cotidiana. ¿Tiene claro lo que vas a hacer?

Medición

Lo más apropiado es utilizar cronómetros, deben revisar- se cada 0.01 s para comprobar la
exactitud de éstos. El tiempo comienza cuando la punta del primer pie cruza la primera
franja vertical y se detiene cuando el talón del último pie cruza la segunda franja vertical.
Los resultados de prueba cronometrada de 4 m serán evaluados con base en el punto de
cohorte del SPPB mencionado al inicio.

Índice de Nagi

Al igual que los demás presenta uno de los primeros marcos conceptuales estudiados sobre
funcionalidad; sin embargo, este modelo ignora otros aspectos importantes en los pacientes
ancianos como lo es el soporte social, la percepción de la salud y el grado de motivación
que con- tribuye al desarrollo del deterioro funcional, a pesar de esto el modelo de Nagi es
aceptado por la OMS (cuadro 3-8).

El estado nutricional es una condición dinámica que acompaña al ser humano durante toda
la vida, el propio proceso del envejecimiento fisiológico, las alteraciones metabólicas y
alimentarias, las enfermedades agudas y crónicas, el deterioro de las capacidades
funcionales, la polimedicación y la situación socioeconómica influyen de alguna manera
sobre él.

Los diferentes cuestionarios o instrumentos para va- lorar el estado nutricional en su


mayoría son complejos y extensos, factores que dificultan su uso para un diagnós- tico
temprano y por lo cual en la práctica habitual no se realizan (Bernal, Celis, 2008).

The Mini Nutricional Assessment: MNA, Nutrition in the Elderly. En su publicación de 1994
habla de la eva- luación nutricional sistematizada, con énfasis en la inves- tigación de los
cambios nutricionales relacionados con el proceso del envejecimiento. Resaltando la
importancia de un seguimiento del estado nutricional en forma transversal con respecto al
tiempo.

ESCALA MÍNIMA DE EVALUACIÓN PARA EL PACIENTE


GERIÁTRICO (MNA)
Editado en idioma inglés, pero existe una versión en francés disponible. Los autores se
inspiraron en escalas anteriores para la evaluación del estado de nutrición como son:
Nutritional Screening Initiative (“Public Awarenss Check- List”) y Subjective Global
Assessment and the Prog- nostic Nutricional Index. El objetivo de este instrumento es
desarrollar una evaluación rápida y sencilla que permita detectar el riesgo de desnutrición en
ancianos y facilitar el diagnóstico de apoyo nutricio.

Se aplica a la población anciana ambulatoria u hospi- talizada. Puede ejecutarse por un


evaluador nutriólogo(a), profesionista del área de salud, enfermeras o ambos. El tiempo de
aplicación es de menos de 20 min. Este instru- mento consta de varias partes (cuadro 3-9):
mediciones antropométricas, evaluación global, encuesta dietética, evaluación subjetiva e
indicadores bioquímicos.

• Cuatro indicadores antropométricos. Peso, talla, índice de masa corporal (IMC),


circunferencia medio braquial y circunferencia de pantorrilla dan una
puntuación máxima de 8 puntos, lo que permite conocer el estado estructural
del paciente. 


• Seis preguntas sobre la dependencia del paciente. Su movilidad, medicamentos,


problemas psiquiátricos dan una puntuación máxima de 8 puntos, lo que
permite conocer el estado funcional del paciente. 


• Seis preguntas sobre la cantidad y calidad de la alimen- tación, así como su


modo de alimentación. Dan una puntuación máxima de 9, de tal manera que
reflejan el consumo de alimentos del paciente y su modo de alimentación. 


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