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Núcleo Bolívar
Profesora: Integrantes:
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Introducción ------------------------------------------------------------------------------------3
Parafilias ----------------------------------------------------------------------------------------7
Tratamiento ------------------------------------------------------------------------------------16
Conclusión -------------------------------------------------------------------------------------17
Bibliografía ------------------------------------------------------------------------------------18
Introducción
Aunque los jóvenes no suelen creer que las personas mayores estén interesadas en la
actividad sexual, la mayoría de las personas de edad avanzada sí que lo están y consideran
que llevan una vida sexual satisfactoria incluso en la vejez. Los trastornos de la
funcionalidad sexual, como la disfunción eréctil en los varones y la presencia de dolor
durante las relaciones sexuales (dispareunia o coitalgia), el espasmo doloroso de los
músculos vaginales (vaginismo) o la dificultad en alcanzar el orgasmo en las mujeres
afectan a personas de todas las edades. No obstante, estos problemas tienden a ser más
frecuentes en personas mayores. En muchos casos pueden tratarse eficazmente mediante el
empleo de fármacos (sobre todo los problemas relacionados con la disfunción eréctil).
Patologías sexuales o trastornos sexuales
La patología sexual es una subdivisión de la biología que se encarga de analizar y
obtener conocimientos acerca de los trastornos sexuales de un individuo. Existen patologías
sexuales que comparten hombres y mujeres y muchas de ellas están relacionadas con
aspectos psicológicos. Ambos sexos pueden experimentar trastornos en el deseo sexual
originados por una educación demasiado estricta, miedo a la intimidad, ansiedad antes del
sexo, inseguridad personal, trastornos endocrinos y la insuficiencia renal, etc.
Siempre hay una patología de respuesta sexual en una de las parejas (vaginismo-
disfunción eréctil), lo cual conlleva a crear una patología o alteración en el otro.
2) Parafilias
3) Disfunciones sexuales.
1) TRASTORNO DE LA IDENTIDAD SEXUAL:
En los niños, el trastorno se manifiesta por cuatro o más de los siguientes rasgos:
a) Deseos repetidos de ser, o insistencia en que uno es, del otro sexo.
b) En las niñas, insistencia en ponerse solamente ropa masculina; en los niños, preferencia
por vestirse con ropa de niña o mujer.
c) Preferencia intensa y persistente por el papel del otro sexo o fantasías recurrentes de
pertenecer al otro sexo.
d) Atracción intensa de participar en los juegos y pasatiempos propios del otro sexo.
a) Un deseo intenso de pertenecer al otro sexo, lo que se revela por un afán de adoptar el rol
del otro sexo o de adquirir su aspecto físico, mediante tratamiento hormonal o quirúrgico.
b) Un deseo firme de ser considerado como del otro sexo, para lo cual adoptan el
comportamiento, la vestimenta y los movimientos contrarios a su sexo anatómico.
Criterio B.- Deben existir pruebas de malestar persistente por el sexo asignado o un
sentimiento de inadecuación en el desempeño del rol sexual. En los niños este malestar se
pone en evidencia merced a los siguientes rasgos:
En los varones, sentimientos de que el pene o los testículos son horribles o van a
desaparecer; que sería mejor no tener pene; o sentimientos de rechazo a los juguetes, juegos
y actividades propios de los niños.
Curso y pronóstico: Este trastorno es muy raro, siendo más frecuente en hombres que en
mujeres. El problema se inicia casi siempre en la infancia, se mantiene en secreto por años
y se hace evidente al final de la adolescencia o en los comienzos de la vida adulta. El 75%
de los muchachos que muestran síntomas de travestismo empezó el trastorno antes de los
cuatro años. En ambos sexos, la homosexualidad se desarrolla entre el 30 y el 60% de todos
los casos. El transexualismo –caracterizado por el deseo de reasignación quirúrgica del
sexo– se da en el 10% de los casos aproximadamente.
Tratamiento: El tratamiento de este trastorno es difícil y pocas veces se ve coronado por el
éxito si es que la meta es que la persona afectada reasuma su identidad y el rol sexual que le
corresponde. Sin embargo, se puede aliviar los síntomas concomitantes y ayudar a los
pacientes a que se sientan mejor con el rol sexual que adopten. Los diferentes afrontes
psicoterapéuticos: psicodinámico, cognitivo-conductual, familiar sistémico, entre otros,
pueden ser útiles. Igualmente, en función de cada caso, se emplearán la
psicofarmacoterapia, el tratamiento hormonal y la reasignación quirúrgica. En lo referente a
esta última, en pacientes cuidadosamente seleccionados y preparados, los resultados
satisfactorios oscilan entre el 70 y el 80% (Kaplan, H., 1994) a pesar de lo cual sigue siendo
una medida controvertida.
El DSM-IV incluye esta categoría para aquellos casos que no han podido ser
clasificados como un trastorno de la identidad sexual específico. Ejemplos:
2) PARAFILIAS:
Dado que una cierta imaginación parafílica forma parte de la conducta sexual
normal, sólo ingresan en la categoría de parafílicos aquellos que la requieran como
condición indispensable para obtener la excitación sexual. Por otro lado, en la medida que
muchos de estos trastornos implican el no consentimiento de la pareja, ellos pueden,
frecuentemente, asociarse a problemas legales y sociales.
El DSM-IV considera ocho parafilias, más una categoría residual. Veamos en qué
consisten:
3. DISFUNCIONES SEXUALES:
Las disfunciones sexuales se caracterizan por una perturbación del deseo, por los cambios
psicofisiológicos en alguna de las fases de la respuesta sexual y por el sentimiento de
malestar y las dificultades interpersonales que ellas generan.
b) Trastorno por aversión al sexo: Tres son los criterios para establecer este diagnóstico:
- El trastorno no es mejor explicado por la presencia de otro trastorno del Eje I, a excepción
de otra disfunción sexual (Criterio C).
Kaplan, H.S., señala que "el sistema eréctil es sumamente complejo y depende de la
integridad de la anatomía peneana, de los vasos sanguíneos de la pelvis y de los nervios
correspondientes, del equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro, de un medio
hormonal adecuado y, por último, de un estado psíquico susceptible de concentración
erótica". Por ello, "nada tiene de extraño que la erección sea la fase más vulnerable de la
respuesta sexual del varón ni que la impotencia pueda estar determinada por diversidad de
drogas, enfermedades o factores psíquicos. Por lo mismo, esta alteración es la que cuenta
con mayores probabilidades de asentarse en un factor orgánico. En la práctica tales factores
pueden descartarse, en más del 90% de los casos, basándose en la entrevista. Si el paciente
tiene erecciones espontáneas, sea en la mañana sea en la noche, es inútil seguir buscando
patología orgánica.
Según Kaplan, H., la prevalencia general de este trastorno –también conocido como
eyaculación retardada– es del 5% y su incidencia mucho más baja que la de la impotencia o
la eyaculación prematura. Para Masters y Johnson, la incidencia de este trastorno fue de
3.8% en un grupo de 447 casos de disfunción sexual. La mayor parte de quienes lo
presentan están por debajo de los 50 años. Algunos varones pueden llegar al orgasmo
intravaginal luego de un largo período de estimulación no coital, mientras que otros sólo
pueden eyacular vía la masturbación. Hay, todavía, quienes únicamente alcanzan el
orgasmo en el momento de despertar tras un sueño de contenido erótico.
3.6. Disfunción sexual inducida por sustancias: La característica básica de este trastorno
es una alteración sexual clínicamente significativa que produce malestar marcado y
dificultad en las relaciones interpersonales (Criterio A). La historia, la exploración física y
los análisis complementarios prueban que el trastorno se explica en su totalidad por el
consumo de sustancias, sean éstas drogas, psicofármacos o tóxicos (Criterio B); y, que la
alteración no se explica mejor por la presencia de un trastorno sexual primario (Criterio C).
Los síntomas del trastorno se desarrollan durante o dentro de los treinta días siguientes a la
ingesta de sustancias tales como el alcohol, anfetaminas, cocaína, u otras. En cada caso
debe especificarse si desmejora el deseo, la excitación, el orgasmo, o si aparece dolor
ligado al coito.
3.7. Disfunción sexual no especificada. Esta categoría diagnóstica comprende los
trastornos sexuales que no alcanzan a cumplir con los criterios para un trastorno sexual
específico. Ejemplos:
b) Situaciones en las que el clínico concluye que existe una disfunción sexual, pero no
puede determinar si ésta es primaria, debida a una condición médica general, o inducida por
sustancias.
TRATAMIENTO
Las patologías sexuales son problemas en la respuesta sexual humana (el deseo, la
excitación y el orgasmo) que usualmente impiden el desarrollo de una vida íntima plena,
afectan la salud integral y la autoestima del individuo, así como su relación de pareja.
Padecer de algún tipo de trastorno sexual es algo muy común hoy en día. Lo mejor que se
puede hacer es buscar el tratamiento adecuado lo antes posible, para volver a disfrutar de la
vida sexual plena que tanto la persona afectada como su pareja merecen.
Aunque a veces el problema puede estar motivado por alguna anomalía orgánica
(carencias hormonales, trastornos endocrinos, insuficiencia renal, etc.) es importante
conocer que lo más normal es que el problema obedezca a causas psicológicas como un
bajo nivel de autoestima, estados depresivos, excesivo estrés o ansiedad, un historial de
abusos sexuales o mala relación de pareja, por mencionar algunas. Esta disfunción requiere
un programa de tratamiento más largo y más completo que otras, aunque el terapeuta en
este caso puede ayudarle a descubrir las causas que motivan dicha inapetencia sexual y a
proporcionarte recursos necesarios para que dicho deseo se vea incrementado.
Bibliografía:
KAPLAN, H.S. Evaluación de los trastornos sexuales. Barcelona: Edic. Grijalbo, 1985.