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ARTÍCULO 130: INJURIA

1. TIPO PENAL

La primera conducta delictiva que se prevé como lesionante del bien jurídico honor
es la que se conoce en doctrina penal con el nomen iuris de injuria. Este supuesto
delictivo aparece regulado en el tipo penal del artículo 130 del código sustantivo que
lo regula en los términos siguientes:

El que ofende o ultraja a una persona con palabras, gestos o vías de hecho, será
reprimido con una prestación de servicio comunitario de diez a cuarenta Jornadas o
con sesenta a noventa días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Antes que nada, nos parece importante dejar establecido con palabras del profesor
Urquizo Olaechea cm), que bajo este tipo penal subyace una prescripción punitiva
rigurosa, por la cual la ley no permite burlarse ni siquiera del más miserable de los
hombres. Es el derecho a ser respetado por los demás, a no ser escarnecido ni
humillado ante uno mismo o ante otros. Es un derecho sin el que no se concibe la
dignidad inherente a la condición humana.

El comportamiento típico de la injuria se configura cuando, el agente haciendo uso


de la palabra, gestos o vías de hecho, de modo concreto, ofende o ultraja el honor del
sujeto pasivo, es decir, se lesiona la dignidad de la víctima. La conducta ofensiva se
dirige a lesionar la autovaloración que hace el ultrajado de sí mismo, así como a
menoscabar el concepto o la fama que los demás tienen de la personalidad de la
víctima. Se constituye en un descrédito o deshonra que merma las calidades o
cualidades personales que le corresponde al sujeto pasivo en cuanto ser racional,
obstaculizando, de ese modo, su libre desarrollo de su personalidad. Las expresiones
"ofender"
y "ultrajar" han sido tomadas por el legislador como sinónimos y han sido empleados
en la estructura del tipo penal para darle mayor acentuación al verbo rector de la
conducta típica. En términos más concretos, el delito de injuria, tal como lo define el
artículo 208 del Código Penal español, "es la acción o expresión que lesiona la
dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia
estimación".

La acción típica se traduce en la realidad como la imputación o atribución que hace


el agente a su víctima de cualidades, conductas, costumbres, formas de comportarse
que son entendidas por este como peyorativas, creándole un mal psicológico que solo
a él corresponde. Incluso, se perfecciona la conducta típica con palabras o gestos que
para terceras personas significan simplemente bromas. No obstante, basta que el
sujeto pasivo considere que se le ha ultrajado en su amor propio y de paso se ha
menoscabado su reputación o fama y que, por su parte, el sujeto activo ha actuado
con la deliberada intención de ofender a aquel, para estar ante un hecho punible
injuriante.

Es indiferente si las palabras, gestos o vía de hecho significan cuestiones o


circunstancias verdaderas o falsas. Basta que el sujeto pasivo se sienta ofendido en
su honor para accionar penalmente y solicite tutela jurisdiccional.
Referente a los modos o medios por los cuales se perfeccionan las conductas
ultrajantes, el tipo penal del artículo 130 en forma taxativa los indica, así tenemos:

a. Por medio de la palabra, la misma que puede ser verbalizada o escrita por el
agente. Por ejemplo, decirle directamente a una persona que es un holgazán
mantenido por su amante, o escribirle una nota imputando al destinatario que es un
'chivato loco' al no poder embarazar a su cónyuge.
b. Gestos, que se traducen en la realidad como los movimientos que se hace del
rostro para significar alguna circunstancia que se quiere expresar. Comúnmente se
le conoce como mueca. Ejemplo, cuando el agente, cada vez que encuentra a la bella
Gertrudis Buendía, le hace una mueca de querer hacerle el amor, denotando que
aquella es una prostituta.
c. Vías de hecho, estas se perfeccionan en la realidad por el movimiento que se
hace de otras partes del cuerpo diferentes al rostro. La conducta que se exterioriza
por movimientos corporales diferentes a la del rostro constituye vías de hecho, con
los cuales perfectamente se puede lesionar el honor de una persona. Ejemplos
característicos son poner los dedos al costado de la frente para significar que el
ofendido es un cornudo, o cuando el agente hace un círculo con los dedos de la mano
para significar que la víctima es homosexual.

La Ejecutoria Superior del 05 de noviembre de 1998, resume estos aspectos del modo
siguiente: "El medio empleado es la palabra dicha lo que significa que se requiere una
acción o sea la realización de un acto en sí ultrajante, la ofensa puede manifestarse
por lo que en doctrina se llama "injuria real", vale decir gestos o cualquier otro signo
representativo de un concepto o idea ultrajante, "las vías de hecho" son las conductas
que se exteriorizan por movimientos corporales".

En consecuencia, sabiendo lo que significan los medios por los cuales puede
lesionarse el bien jurídico honor vinculado directamente con la dignidad de las
personas, es evidente que es imposible concretarse la conducta típica por omisión.
Ni en teoría podemos imaginamos que alguna persona lesione el honor de otra por
actos omisivos. Necesariamente, el hecho punible en análisis requiere
comportamientos activos o positivos. Creemos que le falta fundamento a lo
expresado por Bramont-Arias Torres/García Cantizano cuando afirman que no
resulta difícil admitir en teoría la injuria por omisión, cuando el sujeto está obligado
a mantener un determinado comportamiento, incluso, estos autores ponen como
ejemplo el no saludar o no sacarse el sombrero como conductas injuriantes. Por
nuestra parte, estamos seguros que estos hechos puestos como ejemplos de injuria
por omisión a lo más pueden expresar irrespeto hasta irreverencia que puede traer
como consecuencia sanciones administrativas, pero de ningún modo pueden ser
medios para ofender el honor de una persona.

Otra circunstancia fundamental que perfecciona el delito de injuria, lo constituye el


hecho que el ofendido o, mejor dicho, la persona a la cual va dirigida el mensaje
ofensivo debe estar presente al momento de ser expresadas las palabras o realizados
los gestos o vías de hecho ultrajantes. En el caso que se produzcan por escrito, el
sujeto pasivo debe estar presente al momento que se lea el contenido de la
comunicación ofensiva. Debe haber una relación directa entre el sujeto activo y el
pasivo. Este último debe escuchar, ver o leer las expresiones ultrajantes en forma
directa. Si toma conocimiento de las expresiones ofensivas por medio de otra
persona, podrá configurarse otra conducta delictiva como, por ejemplo, el de
difamación, pero nunca la conducta típica de injuria.
Respecto de este punto, con acertado criterio Roy Freyre, comentado el código
derogado, enseña que tratándose de injuria verbal se necesita la presencia física de
la persona deshonrada, es decir, que se halle en el mismo ambiente físico del
injuriante o a la vista del mismo. Para los casos de una ofensa realizada mediante
comunicación telegráfica, telefónica o a través de escritos o dibujos dirigidos al sujeto
pasivo, la persona ofendida debe estar presente en el momento de explicitarse el
contenido de la comunicación ofensiva.

Finalmente, en lo que se refiere a la tipicidad objetiva, se constituye en elemento


constitutivo importante de la conducta delictiva de injuria, el hecho que las palabras
ofensivas, gestos o muecas deben ser concretas y dirigidas en forma directa al
ofendido, expresiones vagas, abstractas y generalizadas de ningún modo pueden
constituir medios para configurarse el hecho punible en hermenéutica jurídica. De
ese modo, se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 1 de octubre de 1997 al sostener
que "las expresiones genéricas "se ha comido la plata de los padres de familia ", "ha
cometido graves irregularidades" entre otras, si bien revelan un vocabulario ofensivo
y agresivo, denotando una grave falta de educación, no evidencian en cambio un
componente injurioso, puesto que no se infiere de ellas ninguna afectación real a la
posición que ocupa la querellante dentro de su relación social concreta, careciendo
además el componente de los agentes del especial animus injuriandi". Asimismo, de
emitirse expresiones injuriantes sin destinatario definido o identificado, tampoco
podrá alegar en forma positiva que se ha cometido el delito de injuria en su agravio,
aquel que se siente ofendido con las expresiones. Sin embargo, si se trata de
expresiones de doble sentido o que encubren injurias, se aplicará el tipo penal del
artículo 136 del C.P. que más adelante analizaremos.

2.1. Bien jurídico protegido

Como ha quedado explícitamente anotado, el bien jurídico que se pretende tutelar es


el honor vinculado a la dignidad de la persona como fundamento del desarrollo
normal de su personalidad. El mismo que se traduce en la realidad como el derecho
de ser respetado por los demás por el simple hecho de ser racional. En otros términos,
se pretende proteger o resguardar el amor propio, el sentimiento de la dignidad
personal o la autovaloración que hacemos de nuestra propia personalidad, de
expresiones injuriantes (que denotan humillación, desprecio, etc.) que como efecto
inmediato afectan el libre desarrollo de la personalidad del sujeto pasivo.

2.2. Sujeto activo

De la redacción del tipo penal del artículo 130, se concluye que cualquier persona
fisica puede ser sujeto activo, agente o autor de la materialización del delito de
injuria. El tipo penal no exige alguna cualidad, calidad o condición especial para
realizar el tipo objetivo.

2.3. Sujeto pasivo

También de la propia redacción del tipo penal se colige con claridad meridiana que
solamente la persona física puede ser sujeto pasivo de la conducta injurian te. No se
requiere reunir alguna condición personal para ser víctima del delito de injuria. El
destinatario de las expresiones ofensivas o ultrajantes puede ser un menor de edad,
un incapaz de valerse por sí mismo, un enfermo, un inmoral o amoral, una prostituta,
un reo, un analfabeto, un erudito, un gerente de una empresa, etc.
Se excluye a las personas jurídicas como víctimas del delito de injuria, debido que, al
ser una creación ficticia del derecho para efectos mayormente económicos, es
imposible que tenga amor propio, sentimiento de su dignidad o se auto valore así
misma.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Sin duda, de la propia estructura del tipo penal que tipifica el hecho punible, se
deduce que la injuria es una conducta netamente dolosa. No cabe la comisión por
culpa. Aquí es necesario dejar establecido que todas las conductas de relevancia penal
que lesionan el bien jurídico honor, son de comisión dolosa.

En el delito de injuria el agente actúa con conciencia y voluntad de ofender o ultrajar


al sujeto pasivo. El agente es consiente que las expresiones que emite son ofensivas
o ultrajantes para el honor de su oyente o receptor, sin embargo

voluntariamente lo hace, pues ofender la dignidad y el amor propio de aquel es su


objetivo final. Este aspecto es lo que en doctrina se conoce como animits iniunandi.
Caso contrario, si llegara a determinarse que el agente no sabe o no tiene la menor
intención o idea que sus expresiones son ofensivas al honor de otra persona, el delito
de injuria no se verifica. Igual ocurre cuando se determina que el objetivo final de la
persona que expresa palabras o frases supuestamente injuriantes, no consiste en
ofender o ultrajar el honor de nadie sino, por ejemplo, corregir o bromear.

No se tratan de dos cuestiones distintas el dolo y el animus iniuriandi como pretende


diferenciarlo la doctrina y jurisprudencia peruana, sino que constituyen una misma
cuestión en la configuración del delito de injuria. En efecto, como volvemos a repetir,
al dolo se le define como el conocimiento y voluntad del agente de ofender o ultrajar
el honor del sujeto pasivo, en tanto que al animus iniuriandi, la doctrina lo define
como el ánimo o intención consiente de injuriar o ultrajar el honor de la víctima.
Ambos expresan la finalidad última que es ofender o ultrajar el honor de una
persona. Comprendido ello, resulta obvio que tales términos se identifican
plenamente. En suma, en un caso concreto que nos presenta la realidad, en forma
correcta podemos decir que el agente ha actuado con dolo de injuriar o con animus
iniuriandi. La Suprema Corte por Ejecutoria del 16 de diciembre de 1992, al parecer
se ha pronunciado en este sentido. En efecto, allí se sostiene que "la querellada, en el
momento del desarrollo del evento inmminado, no tenía la condición de casada ni de
viuda, no obstante lo cual y con el evidente propósito de exhibirse públicamente
como cónyuge supérstite, cuando hacía más de 7 años que se había declarado su
divorcio, se presentó y presidió el duelo, excluyendo de hecho a la querellante,
ocasionándole así grave humillación afectando sus más íntimos y sensibles
sentimientos; hechos que configuran el delito de injuria, al acreditar se le animus
injuriandi en la conducta de la querellada".

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez verificada que la conducta se sub sume en el tipo penal de injuria,
corresponde al operador jurídico determinar si la conducta es contraria al
ordenamiento jurídico o en su caso, está permitida por concurrir alguna causa de
justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal.

5. CULPABILIDAD
Respecto a la culpabilidad, corresponde al operador jurídico determinar si el agente
de la acción o expresiones injuriantes es imputable, es decir, es mayor de edad y no
sufre de alguna alteración mental; luego, deberá verificar si el agente al momento de
expresar las palabras o frases ofensiva al honor de su víctima, conocía la
antijuridicidad de su conducta, es decir, conocía que estaba actuando en contra del
derecho. Aquí muy bien puede configurarse un error de prohibición. Estaremos ante
esta categoría cuando el agente ofende la dignidad de la víctima en la creencia que
está legalmente permitido defender su honor de hombre a cualquier precio. Acto
seguido, deberá verificarse si el agente al momento de injuriar tenía otra alternativa
a la de injuriar a la víctima. Si llega a determinarse que, en el caso concreto, el agente
no tenía otra alternativa que ofender el honor de la víctima, la conducta no será
culpable, pues es posible que estemos ante un estado de necesidad exculpante.

6. CONSUMACIÓN

La conducta delictiva de injuria se perfecciona en el mismo instante que el sujeto


pasivo o destinatario de las expresiones ofensivas o ultrajantes escucha u observa en
forma directa aquellos términos, gestos o vías de hechos que lesionan su honor, o en
el caso de haberse emitido las expresiones injuriantes por medio de la escritura, el
hecho punible se consuma cuando el destinatario llega a leer u observar lo escrito o
dibujado.

En otras palabras, el delito de injuria se perfecciona en el momento que realmente se


hiere el amor propio o dignidad del sujeto pasivo, y ello solamente se produce cuando
directamente se escucha, lee u observa las expresiones lesivas.

En consecuencia, de acuerdo a nuestro sistema jurídico, queda sin ningún


fundamento la posición doctrinaria que sostiene que el delito de injuria se consuma
con la sola exteriorización de las expresiones ultrajantes, careciendo de importancia
si ha tomado conocimiento de aquellas el sujeto pasivo o destinatario.

7. TENTATIVA

Estamos convencidos que el delito de injuria por su misma configuración, no resiste


a la categoría de tentativa, esto es, por el hecho concreto que se exige necesariamente
la lesión del amor propio o dignidad personal del ofendido, para que se evidencie los
elementos constitutivos del delito de injuria, es imposible sostener que los actos
encaminados a tal finalidad que no logran concretizarse merezcan ser objeto de
alguna sanción.

Me explico. Para saber si se ha lesionado nuestro honor, debemos conocer


necesariamente las expresiones injuriantes, antes que sean emitidas o se nos infame,
pero como es lógico, ello sería imposible saberlo. Es más, no podemos recurrir a la
autoridad jurisdiccional y presentar una querella, alegando que Juan Pérez tenía
serias intenciones de ofender nuestra dignidad mañana, o que Aniceto Corrales ha
escrito una carta ofensiva al honor de uno, sin saber su contenido y solicitamos se le
sancione por ello. Resulta absurdo pensar de tal modo.

Creemos que el solo hecho de haber escrito una carta ofensiva al honor del
destinatario, sin que este entre en conocimiento del contenido de aquella, se
constituye en una conducta penalmente irrelevante siempre y cuando, claro está, no
se lo entregue a un tercero, pues en este caso, se configurará otro delito como la
difamación, por ejemplo.
8. PENALIDAD

Al agente que se le encuentre responsable del delito de injuria, después de haber


transcurrido la querella con todas las garantías que exige el debido proceso, se hará
merecedor de la pena de prestación de servicio comunitario de diez a cuarenta
jornadas o con sesenta a noventa días multa. Además, esto va a depender de la forma,
modos, circunstancias en que ocurrieron los hechos y sobre todo la personalidad del
procesado.

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