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Mujeres y religión:
La incidencia de la participación femenina en
Mesopotamia.
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Uno de los temas que me ha llamado la atención es el casi nulo espacio que se le ha
otorgado en los textos trabajados en el curso al rol de la mujer en el antiguo oriente.
Más específicamente he decidido centrarme en la sociedad mesopotámica, en el rol que
cumple el género femenino en rituales, la posición social y la jerarquía que existía tanto
en el orden social existente dominado por los hombres como las diferencias de estatus
fijadas por las leyes.
Gerda Lerner (1986) nos indica en su texto “La creación del Patriarcado” que “el
período de la «formación del patriarcado» no se dio «de repente» sino que fue un
proceso que se desarrolló en el transcurso de casi 2.500 años, desde aproximadamente el
3100 al 600 a.C.” (Pág. 25). La construcción histórica de la dominación del hombre en
ámbitos sociales y religiosos no es algo que se diera instaurado naturalmente, sino que
es la culminación de un proceso en el que interactúan variables sociales, políticas (el
ejemplo más claro son los apartados sobre el matrimonio del “código de Hammurabi”),
económicas (el surgimiento de la venta de mujeres y la prostitución de éstas debido a la
esclavitud por deuda) y religiosas (el aspecto en el que nos centraremos, y en el que se
da un paso desde lo que ha denominado Josef Klima (1964) como Matriarcado Agrícola
hacia un posicionamiento más alto de las deidades masculinas y la instauración del
patriarcado).
Es dentro de este ámbito que surgen personalidades como las supremas sacerdotisas
“entu”, y particularmente la posición de las “naditus” o “naditum”, de rango inferior
que las primeras pero que particularmente pueden contraer matrimonio y poseer bienes
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(más adelante retomare este tema), y a su vez la existencia de rangos dentro del grupo
de mujeres, dándose una clasificación particular en base a si se era respetada o no.
Un caso particular es el de la “naditus” (de las que hay bastante información), mujeres
de clase alta entregadas al gagum consagradas a alguna de las divinidades
(generalmente ligadas a las de la fertilidad) del panteón mesopotámico y que cumplían
un rol tanto espiritual como económico para el templo. Espiritual, debido a que forma
parte de los ritos de adoración y la entrega de las ofrendas a los dioses. Económico,
porque al momento de su ingreso traen consigo una rica dote (Lerner, 1986) habiendo
un paralelo con la ceremonia de matrimonio así como también con la política de
alianzas, siendo la propia mujer el centro de esta ceremonia y que su rol central en el
rito se debe a que es ella quien mantendrá una relación directa con el templo. Una de las
particularidades de la naditus es el hecho de que no puede contraer matrimonio ni
concebir hijos, de todos modos su entrada al gagum se consolida como una unión con el
dios “Sâmas”, al respecto María Rosa Oliver nos indica:
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tratamiento particular –a su muerte el patrimonio otorgado a ellas regresaba al
seno de su familia” (2007)
Llegados a este punto hablando del rol de las naditus y de las particularidades de su
posición social y espiritual, cabe preguntarse ¿Por qué la posición de la mujer se vio tan
menoscabada posteriormente? Si bien la historiografía se ha encargado de poner de
manifiesto que la actividad espiritual del templo ha sufrido la corrupción de sus valores,
existe la posibilidad de que la depreciación del rol de la mujer en la sociedad
mesopotámica tenga más relación con la esclavitud que con el corrompimiento de los
valores del templo.
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empobrecidos por la guerra y el surgimiento de la esclavitud por deuda debido al
contrato de créditos. Posteriormente la prostitución se estableció como posible
ocupación para las hijas de los pobres (Ibíd. Pág. 208)
Es en este tiempo que surge la tradición del velo de las mujeres, el cual representaba
una clasificación entre las mujeres que eran consideradas respetables y las que no,
ligado al número de parejas sexuales con las que convivía, así podemos observar el
hecho de que la monogamia era lo que se normaba por respetable en la ley, y la
utilización del velo era símbolo de estatus, llegando incluso a castigar a aquella que se
atreviese a ocuparlo sin ser respetable bajo la norma, y más aún, aquel que fuese testigo
de aquello y no lo denunciara seria castigado públicamente.