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Soldados enfermos por la "gripe española" tratados en una base de la Armada, en Kansas
Nora Bär 26 de junio de 2018
El condado de Haskell, en el sudoeste del Estado de Kansas, Estados Unidos, era un territorio
ganadero en dificultades económicas cuando hace un siglo, en enero de 1918, se desató un brote
de gripe. El episodio resultó tan llamativo que, aunque en ese momento no era una enfermedad de
comunicación obligatoria, un médico de la zona llamado Loring Milner se tomó el trabajo de alertar
al Servicio de Salud Pública norteamericano. El informe de Milner ya no existe, pero según destaca
el Instituto Smithsoniano, el diario local, el Santa Fe Monitor, confirmó la inquietud del médico: "Casi
El 4 de marzo, días después de que varios hombres enfermos se dirigieran a Camp Funston, una
enorme base de la Armada situada en el centro del Estado para el entrenamiento de las fuerzas de
ese país que combatían en la Primera Guerra Mundial, apareció el primer soldado con influenza. A
las dos semanas, otros 1.100 habían sido admitidos en el hospital y miles más languidecían en las
barracas. Treinta y ocho de ellos murieron. Uno tras otro, veinticuatro de los 36 campos de
entrenamiento vivieron grandes brotes y decenas de miles se infectaron. Y desde allí, las tropas
Ese fue el comienzo de lo que muchos consideran como la mayor oleada de muerte de la historia
de la humanidad, la pandemia de "gripe española", que recibió ese nombre porque España, país
comparativo silencio sobre el tema, en Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, las muertes por
influenza fueron mucho mayores que las de la guerra en sí. Infectó al 90% de la población de Samoa
occidental y el 20% murió en solo dos meses. Pueblos enteros de Alaska perecieron. Las pérdidas
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fueron tan terribles que muchos historiadores piensan que la influenza contribuyó a que se acelerara
el fin de la guerra.
Se calcula que uno de cada tres seres humanos del planeta la contrajeron, 500 millones, y que mató
a entre 50 y 100 millones de personas, o a entre el 2,5 y el 5% de la población mundial. Más que la
primera guerra mundial (17 millones), la segunda (60 millones) y posiblemente que ambas juntas.
calcula que su paso dejó unos 15.000 muertos desde Buenos Aires hasta la frontera norte del país,
y que sólo la Antártida y el Amazonas se libraron de sus estragos. De acuerdo con un informe
interno de la Cruz Roja Americana, la pandemia de 1918 desató "un pánico similar al de la Edad
Media por la peste negra". Entre sus víctimas célebres figuran Apollinaire, el poeta que inspiró a
Picasso y Duchamp, Gustav Klimt, Egon Schiele, Max Weber y el médico canadiense William Osler,
Por qué un virus que todos consideramos mayormente benigno se transformó súbitamente en un
brutal asesino es una pregunta que inspiró décadas de investigaciones. Algunos sugieren que
emergió precisamente donde lo hizo porque se trata de un territorio donde se criaban cerdos y que
historiadores que proponen que surgió en 1917 en China, y otros, que se originó en Austria).
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Lo cierto es que hoy se sabe que cuando un virus de la influenza aviar infecta cerdos, y cuando un
virus humano y otro aviar infectan la misma célula porcina, sus genes pueden intercambiarse dando
Es lo que sucedió en el inicio de la reciente pandemia de gripe de 2009. "Ese virus -explica el doctor
Jorge San Juan, que fue jefe del comité de expertos para la pandemia de gripe A H1N1- combinó
tres variantes: humano, porcino y aviar. El 'paciente cero' fue un chico que no murió. Era de un
pueblo mexicano en el que los habitantes concurrían a un criadero de cerdos y en el que muchos
El de 1918 fue un asesino consumado y diferente del resto de las cepas conocidas. Altamente
infeccioso, enfermaba al 50% de las personas que resultaban expuestas y tuvo una tasa de
mortalidad estimada en el 20%, mientras la normal es del 0,1%, afirma The Guardian en su blog
"Grrlscientist". Sus patrones de letalidad también fueron únicos: golpeó con particular dureza a
personas de entre 20 y 40 años, mientras dejaba a los mayores relativamente a salvo. Además,
atacó con saña a las mujeres embarazadas, cuya mortalidad de ubicó entre el 23 y el 71%.
[proteínas mediadoras de la respuesta inmunitaria], una reacción inmune descontrolada que puede
Otro elemento que favoreció su aparición y diseminación fue el escenario de la guerra: miles de
hemorragias nasales severas y los que no podían recuperarse se ahogaban en sus propios fluidos
corporales. Probablemente se trató de un subtipo novedoso para el que la mayoría de los humanos
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"Se conjugaron muchos factores para que el impacto fuera mayor -explica Elsa Baumeister,
investigadora del Instituto Malbrán-. En esa época no había antivirales, ni antibióticos, y era muy
deficitaria la capacidad de atención médica. Pero, además, producía un cuadro muy grave, con
de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, logró secuenciar el ARN del virus recuperado de
una muestra de tejido de una víctima exhumada del permafrost [la capa de suelo permanentemente
había perdido nada de su potencia. Mató a ratones en tres a cinco días y les causó inflamación
pulmonar severa semejante a la que reportaban los médicos que examinaban a las víctimas de
1918.
Según informó Taubenberguer en la revista Infectious Diseases, su examen detallado reveló otras
sorpresas. Aparentemente, puede infectar muchos tipos de células además de las pulmonares y
En el siglo que va de entonces a hoy hubo otras tres pandemias de influenza: la asiática, en 1957,
exhaustivo del agente que las produce y se sabe cómo tratarlas, Ab Osterhaus, profesor emérito de
identificación del SARS (síndrome agudo respiratorio, una forma grave de neumonía) que este año
estuvo en Buenos Aires para participar del 18º Congreso Internacional de Enfermedades
"Es muy difícil hacer predicciones en influenza -afirma Baumeister-. El potencial pandémico existe
y va existir mientras existan los virus de influenza circulando. Tanto los seres humanos como los
equinos, cerdos y aves migratorias somos reservorios del virus, que puede recombinarse. Por eso,
la OMS mantiene una red de monitoreo de los virus de la influenza integrada por 164 laboratorios
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Para San Juan, "la gripe aviar podría darnos una sorpresa. El virus de la influenza es muy
promiscuo. Es de temer".
Osterhaus advierte que no hay razón para pensar que lo sucedido en 1918 no ocurrirá de nuevo.
"En los 90, descubrimos que estos virus pueden pasar de las aves a los humanos, e incluso, aunque
raramente, ser mortales -afirma-. Hace unos años, junto con Ron Fouchier, mostramos que solo se
necesita un puñado de mutaciones para que se hagan transmisibles de hurón a hurón, un organismo
muy similar al humano en lo que respecta a la influenza. La gripe está tocando a nuestra puerta".
La epidemia en la Argentina
darse noticias sobre "una extraña enfermedad que estaba haciendo estragos en España", pero se
atribuyó a una alimentación deficiente de la población de ese país europeo y no se decía nada sobre
"Esa pandemia que se producía al otro lado del océano Atlántico era un problema que poco
importaba al Estado argentino, en un contexto donde eran otras enfermedades las que preocupaban
a la sociedad y al gobierno, como la tuberculosis, la viruela, la peste bubónica, la sífilis. Sin embargo,
la pandemia acabó por arribar al territorio, tal vez a través de los inmigrantes europeos que llegaban
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Mortalidad por gripe en la Argentina en 1919.
Mapa del Departamento Nacional de Higiene
La primera oleada generó una mortalidad relativamente baja, 2.237 muertes. Este número no era
habitual, ya que en 1917 la mortalidad por gripe había sido de 319 casos. La gripe pasó de provocar
0.7% de las muertes en 1917 a 4.3% en 1918 y a 20.7% en 1919, aunque es posible que hubiera
una mayor mortalidad a partir de los casos no denunciados o de la confusión con otras
enfermedades o asociación con algunas de éstas. El segundo brote, en 1919, tuvo un desarrollo
completamente distinto, ya que su recorrido se hizo de norte a sur, y su impacto fue devastador en
En total, para el Departamento Nacional de Higiene, causó alrededor de 4.997 muertes, sin contar
a Misiones, Formosa, Chaco, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del
Fuego, provincias que en ese momento no contaban con datos epidemiológicos porque eran
"territorios nacionales".
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Según el análisis de Carbonetti, la epidemia puso en jaque al Estado y a los médicos, poco
preparados para tratar y combatir con éxito la enfermedad. Se prohibieron los espectáculos públicos
y el ingreso a los cementerios. Se estableció que los cafés, bares, confiterías y burdeles debían
cerrar a las 23 horas. Se desinfectaron todos los templos sin distinción de culto; y se suspendieron
las actividades en los establecimientos educativos, tanto públicos como privados. Los enfermos que
llegaban por vía marítima al puerto de Buenos Aires eran derivados a la isla Martín García.
realización de procesiones porque sostenía que la epidemia era un castigo divino frente a los
pecados de la población.