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IX CONGRESO NACIONAL.

VII INTERNACIONAL DE PROFESORES DE BIOLOGÍA

PROCESOS SUBJETIVOS Y LA INSTITUCIÓN


DE LA EDUCACIÓN

Psic. Carmen Rodríguez

En primer lugar quisiera agradecer a la organización del Congreso la


invitación a compartir con ustedes algunas reflexiones en torno a adoles-
cencia y educación, en estas circunstancias actuales que nos ha tocado
transitar.
Los procesos de producción de subjetividad, es decir las formas que
las personas tenemos de ser niños, de ser adolescente o de ser adulto
responden fuertemente a las condiciones históricas de las que estemos
hablando. Esto que parece ser una obviedad, es un elemento clave para
comprender todo lo que voy a plantear después, es decir, cada sociedad
produce formas subjetivas propias de su tiempo. Es pertinente entonces
preguntarnos como son los niños de está sociedad actual, como son los
adolescentes de está sociedad actual, y como somos los adultos en este
tiempo. Suponiendo que estás categorías, son categorías en transforma-
ción permanente y que en cada época histórica responden y tienen for-
ma particulares en el ser y estar de los sujetos.
Hecha esta puntualización voy a centrarme en los procesos adoles-
centes y yo puse cuatro categorías que las iré tomando una por una a los
efectos de presentar el tema.
Cuando hablamos de adolescencias estamos hablando de un tiempo
de transformación identitaria, de una moratoria, de un creciente proceso de
autonomía, y estamos hablando de una más que necesaria confrontación
generacional con sus correspondiente noción de autoridad.
Quiere decir que en la adolescencia, y voy a obviar aquí toda consi-
deración respecto a la profundas transformaciones que acontecen en el
cuerpo porque estamos un auditorio de Profesores de Biología, simple-
mente recordar que hablar de adolescencia implica hablar de un profun-
do cambio que ocurre en el cuerpo del sujeto.

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PSIC. CARMEN RODRÍGUEZ

Cuando hablamos de tiempo de transformación identitaria, y en este


tiempo, en este principio de siglo XXI, aún sigue siendo así, a pesar de
que hay muchas otras formas que ya no son así, esto de transformación
identitaria, parece ser alguna de las esencialidades que se conservan en
los adolescentes.
Es decir que el adolescente ya no es un niño y eso supone una trans-
formación identitaria. Digo que el adolescente se ubica ahí, en ese proce-
so que el sujeto va a sufrir y disfrutar de trasformación de su propia iden-
tidad, ese sujeto que va dejando de ser niño para ir acercándose de algu-
na manera al mundo de lo adulto.
Cuando decimos transformación identitaria, decimos que paulati-
namente el sujeto adolescente va ir cambiando, no hay ninguna otra eta-
pa en la vida además de la primera infancia, que los sujetos tengan tanta
capacidad de cambios y de transformación.
El sujeto adolescente es un sujeto en transformación, en cambio per-
manente, de manera que en este proceso cuando nosotros apuramos a
definir a los adolescentes, a veces las palabras nuestras llegan tarde para
nombrar lo que el adolescente van siendo.
Habrán escuchado esta noción del adolescente como sujeto que ado-
lece, que padece ese cambio, así lo presentaban las teorías más clásicas,
yo creo que es una forma que menosprecia un poco el proceso adoles-
cente como tal.
Los adolescentes sufren pero también disfrutan esos cambios y me
parece que esta dimensión de disfrute es importante incorporarla. Sin
duda ellos están pasando por un momento difícil en la vida, debido ha
esos cambios, que no son rápidamente comprendidos, pero también este
proceso de transformación identitaria va acompañado, en caso de salud,
cuando la cosas van bien, de un importante sentimiento de placer. Lindo
sería para nosotros recuperar algo de aquella capacidad de cambio y trans-
formación, tan vertiginosa que el adolescente tiene, y que los adultos por
haber devenido en adultos hemos perdido, nos cuesta un poco más ir
siendo algo distinto a nosotros mismos.
Cuando me refiero a moratoria adolescente digo que es un con-
cepto en cuestión. Hasta hace poco asumíamos que la moratoria ado-
lescente implica, que el adolescente transite un tiempo que denomi-
nábamos como de moratoria. Es decir ese tiempo que el adolescente
“se tomaba” para no asumir con responsabilidad y con madurez la
condición adulta.
Esta irresponsabilidad y esta inmadurez es el rasgo más saludable
de los adolescentes.

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Pero esto supone en tanto moratoria que hay un conjunto de adultos


sean ellos familia, institución o Estado que conceden un plazo determi-
nado. Este tiempo donde los adultos asumimos que los adolescentes son
inmaduros e irresponsables.
Digo que este concepto hay que ponerlo entre comillas, porque hace
referencia a un tiempo y a una sociedad de integración. Donde los ado-
lescentes “irresponsables e inmaduros” cuentan con esa concesión social
de un plazo. Lamentablemente tenemos la impresión que hay un con-
junto muy importante de adolescentes en nuestro país que no cuentan
con esa condición. Algo ha pasado con la familia, con las Instituciones y
con el Estado que ha muchos uruguayos entre comillas adolescentes, no
cuentan con este tiempo. De manera que muchas veces los adolescentes,
tienen que asumir en algunos casos roles adultos, en otros simplemente
vivir la rabia y la ira que provoca no contar con esa condición. De manera
que este elemento central para la vida de un sujeto adolescente en el Uru-
guay de hoy y en algunos sectores esta en cuestión. Entonces vale la pre-
gunta: Si no hay familia, si no hay estado, si no hay Instituciones es posi-
ble ser un, adolescente? Sobre esa pregunta estamos trabajando en for-
ma permanente.
Creciente proceso de autonomía, hacemos referencia a que el pasaje
de esta supuesta infancia, porque esta misma pregunta vale para la in-
fancia, es decir podemos decir, hay adolescencia? Pero también debemos
decir hay infancia? cuando faltan tantas garantías para que esto ocurra.
Pero en la adolescencia este creciente proceso de autonomía supone
que el adolescente va incorporando un conjunto de capacidades, habili-
dades y destrezas. La forma de pensar de los adolescentes, es infinita-
mente más compleja, más rica que la de los niños porque tiene un basa-
mento cognitivo que así se lo permite. Y entonces el creciente proceso de
autonomía supone que adolescente va haciendo cada vez más uso de esas
habilidades, de esas competencias que van diagramando su autonomía.
El asunto de la autonomía a mi me importa puntualizar, especial-
mente este aspecto, porque me parece clave y es que el proceso de auto-
nomía siempre es en relación a otro, es decir que ser un sujeto autónomo
no es estar solo, no es estar abandonado, no es ser libre, esas son otras
cosas. La autonomía supone que yo puedo ir transformándome y trans-
formando la realidad, sobre la base de un otro que esta ahí
Igual que lo hace un niño pequeño, que va empezando a tener sus
primeras actividades de autonomía, como caminar , o hablar y en ese
proceso avanza mucho en la autonomía pero de repente mira para atrás y
dice mamá. Algo así sigue ocurriendo en el proceso adolescente, así como

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PSIC. CARMEN RODRÍGUEZ

el niño pequeño el adolescente goza y disfruta de su creciente proceso de


autonomía, explora y se pone en riesgo pero para seguir explorando, tie-
ne que mirar para atrás, para el costado, para algún lado y tiene que
haber algún punto fijo que le permita seguir construyendo.
Si ese punto fijo no está, lo que tenemos es un adolescente solo, aban-
donado, pero no necesariamente generando proceso de autonomía.
El último punto al que hago referencia es la idea de confrontación
generacional y su correspondiente noción de autoridad. Los adolescente
siempre fueron difíciles, son sujetos inquietantes, siempre lo fueron, los
peores no son los de hoy, hubieron peores, el problema, es que tal como
yo vengo componiendo este asunto de la confrontación generacional y
las expresiones que ha tomando en la actualidad, es la forma en que se
diagrama la relación con el adulto en algunas situaciones.
Lo que quiero decir es que la confrontación generacional supone
que hay un adulto que va a estar confrontando al adolescente. Les voy a
poner un ejemplo, bien de la clínica, a través de un psicoanalista argenti-
no el Tato Plavosky, que cuenta una escena de consultorio en la cual el
Tato tenía un paciente, adolescente, que lo invitaba en todas las sesiones
a pelear, lo invitaba a pelear a agarrase a las piñas. Y el Tato le decía que no
y pensaba para dentro, esto está fuera del encuadre, me esta agrediendo,
que quiere hacer conmigo, un terapeuta no puede tomarse a las piñas
con su paciente. El adolescente insistía y en cada sesión lo invitaba a pe-
lear. Hasta que el Tato un día reflexionado sobre eso, se acordó de una
escena propia, de cuando él era adolescente y recuerda que él cuando era
niño peleaba a las piñas, luchaba con su papá, ritual que hacia casi todos
los días, como casi todos los niños, como casi todos los padres, se empu-
jan se pelean, juegan. Un día, recuerda el Tato, el ya se había vuelto ado-
lescente y hacia tiempo que había dejado de agarrase a las piñas con el
papa, pero un día y no sabe porque, a los dos se le ocurrió en un asado de
domingo recuperar aquel recuerdo
Se empezaron a pegar y empezaron a luchar hasta que en determi-
nado momento de esa lucha, el Tato se dio cuenta por primera vez que si
quería podía ganarle al padre, le podía ganar en serio al papa, lo podía
lastimar. Y ahí conciente de que su cuerpo ya no era el de un niño, de
que el papa ya no era tan joven, dejo de jugar.
De manera que ese instante parece condensar la esencia del proceso
adolescente, esa escena de triunfo pero que también va acompañado de
un importante dolor.
De esto se trata la confrontación generacional en la adolescencia, se
tarta de ganarle al padre, se tarta de ganarle a la autoridad y a mi me

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parece importante que esto este ubicado en un auditorio docente, por-


que me parece que los adolescentes confrontan con los adultos pero ne-
cesitan para seguir creciendo y avanzar en su autonomía saber que este
adulto, es un adulto que sobrevive.
No un adulto en el paradigma del éxito, en el paradigma de la felici-
dad, simplemente adultos capaces de dar la lucha que supone la vida.
Cuando el adolescente llega a la confrontación con el adulto y el adulto
no está, no está en sentido simbólico, resulta ser una situación difícil de
procesar para los adolescentes. Y si nosotros cruzamos esto con las tazas
de desempleo que tenemos en este país, cuando lo cruzamos con algunas
situaciones donde los adultos nos nombramos como incapaces, esto pro-
duce en los adolescentes una enorme alteración. Hay un autor pediatra y
psicoanalista ingés Winnicot que dice algo que para mi sigue siendo
muy vigente, aún en Uruguay de comienzos de siglo sigue siendo muy
trascendente. Y el decía: todo adolescente para seguir creciendo y para
seguir avanzando necesita al menos un adulto que lo confronte No ne-
cesitan mucho más de nosotros los adolescentes, que mirarnos y encon-
trarnos parados en pie dando la lucha que supone la vida.
Nada más desesperante para un adolescente que un adulto que no sabe
lo que va hacer con él, esta frase la estamos escuchando demasiado en estos
tiempos “no se que voy hacer con él”. Esto desde el punto de vista psíquico
resulta bastante insoportable, que existan un montón de adultos que se de-
claran incapaces de hacer “algo” con algunos adolescentes.
De manera que la adolescencia, para ir cerrando la primera transpa-
rencia, la dibujaríamos de esta manera como un tiempo de transforma-
ción identitaria, como un tiempo de moratoria, como un tiempo de cre-
ciente proceso de autonomía y con una necesaria confrontación
generacional. Esto último trae aparejado necesariamente una noción de
autoridad.
Pero quiero hacer una distinción, sobre todo para el momento ac-
tual, la autoridad no tiene nada que ver con el ejercicio del poder. La
autoridad como decía Artigas, emana, emana de vosotros. Y en este sen-
tido pienso que tenemos importantes muestras que algunos adolescentes
ya no toleran más las formas que toma el ejercicio del poder, pero conser-
vo la hipótesis de que siguen buscando y necesitando gestos de autori-
dad que se construye solo y necesariamente si el adulto parado en su
lugar de adulto sigue dando la lucha.
Vamos a revisar ahora algunos aspectos de la Institución de la Edu-
cación a la luz también de algunos paradigmas que hasta hace poco tiempo
nos eran válidos para explicar la realidad.

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El pacto modero. Es decir en tiempos modernos la producción de


sujetos estaba fuertemente diagramada sobre la base de tres elementos
centrales que tenían la capacidad de producir ciudadanos. La familia, la
educación y el trabajo construían ciudadanos. Es decir la familia, la es-
cuela y el trabajo eran las instituciones modernas que garantizaban .la
construcción de los ciudadanos.
De manera que el pacto moderno se construía sobre la base de una
alianza, bastante clara, entre la familia, la educación y el trabajo
Cuando nosotros hablamos que estamos asistiendo a un profundo
proceso de transformación de los sujetos, decimos que hay en la sociedad
actual un conjunto de sujetos que no entran dentro de la categoría de
ciudadanos, estamos diciendo que las instituciones familia, escuela y tra-
bajo están siendo cuestionadas.
Y con esto tomo el asunto del poder simbólico de la Institución de la
Ecuación, para centrarme en ella especialmente. No es cualquier institu-
ción la Educación. En la sociedad moderna era, y en un sentido lo sigue
siendo la institución que generaba integración social. Es decir muchos de
ustedes recordarán un Uruguay donde se podía ser de la clase social que
se fuera pero algo de esto parecía borrarse en el aula, y donde algo de la
desigualdad social era reparada a través de la Educación.
De manera que la Institución de la educación, no es cualquier Insti-
tución en su capacidad simbólica, es decir en la capacidad de otorgarle
sentido al sujeto.
De manera que este poder simbólico de la Institución Educación
estaba pautado por la generación de inclusión social.
De la mano de esto digamos, de este poder simbólico de la Institu-
ción de la Educación, de este rol que la institución de la educación han
venido jugando en tiempos de modernidad, aparece un elemento que
tiene que ver con lo que algunos autores está llamando el “desfondamiento
de sentido”, hay algunos autores que vienen hablando de que en los últi-
mos tiempos, a partir de este quiebre del pacto moderno, por lo menos
para algunos sectores de la población, las instituciones han ido
desfondándose en su sentido de integración social.
Con el poder simbólico de las instituciones, me refiero a la posibi-
lidad que una institución tiene de capturar el sentido de sus sujetos, es
decir que tenga sentido para el sujeto estar ahí, tiene que tener sentido
para los adolescentes estar en al institución de la Educación. Y cuando
ellos están creciendo en un tiempo donde la educación ya no genera
seguridad para nadie en términos de movilidad social, o al menos empie-
za a tener un lugar dudoso en ese sentido es compresible que el

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PROCESOS SUBJETIVOS Y LA INSTITUCIÓN DE LA EDUCACIÓN

abrochamiento subjetivo de los adolescentes a la institución ya no sea


lineal ni obvio.
Asumido esto, asumido que existe una suerte de desfondamiento de
sentido, parece bastante comprensible que los sujetos que habitan esta
Institución sufran los impactos
Y creo que algo del mal estar de docentes y alumnos uno lo puede
empezar a ver por ahí.
Parece ocurrir en las aulas un fenómeno que tendría que ver con
que la educación sigue esperando a un sujeto que ya no es el sujeto que
viene. Como si el sujeto que llega, fuese un sujeto distinto al sujeto que la
institución de la educación esta esperando.
Creo que algunas de estas cosas alguien decía acá: “nosotros no esta-
mos preparados para esto”, “nosotros no fuimos formados para esto”, el
“esto” creo que hace referencia a un sujeto. Y creo que lo que sorprende,
que deja perplejo proviene del polo del sujeto, del sujeto adolescente.
De manera que el universo simbólico de los adolescentes, y el uni-
verso simbólico de las Instituciones parecen no estar encontrándose, más
bien parecen estar pasando por un tiempo de desencuentro.
Les voy a poner un ejemplo más, pareciera que la Institución de la
educación sigue siendo un aparato profundamente moderno, profunda-
mente moderno en el sentido que conserva en su centro algunas nocio-
nes sobre las que se estructura toda la institucionalidad, como lo son la
noción de futuro y de progreso, una noción de saber asociado a la infor-
mación y a los contenidos y una intención de disciplinar.
Pareciera que los adolescentes van diagramando su subjetividad so-
bre variaciones importantes en estos tres niveles.
Qué dicen los adolescentes, con respecto a estás cosas que venimos
hablando, quiero tomar un documento presentado recientemente, en el
marco de Estrategia Nacional de Infancia y Adolescencia, debate que
actualmente se está llevando adelante por parte del Estado Uruguayo con
participación de la sociedad civil, documento que fue elaborado por la
Socióloga Paula Baleato donde ella releva diferentes consultas realizadas
a adolescentes en Uruguay en el período 2003-2008. Citas del Documen-
to (1):
1. Los y las adolescentes asignan –en todos los tiempos y circunstancias
en que fueron consultados- un peso muy fuerte a la calidad del vínculo con los
docentes. Los términos y la calidad de relacionamiento con los docentes son
capaces de propiciar con ellos, es visualizado como elemento clave tanto del
logro escolar como de la retención educativa. Los factores de contexto y/o
estructurales, si bien aparecen, no parecen justificar, en opinión de los adoles-

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centes consultados, relaciones que se perciben como despersonalizadas, dis-


tantes de los temas de interés cotidiano, y en las que es recurrente el sentimien-
to de no ser tenido en cuenta y/o escuchado. La potencia del nivel micro de
relaciones, la potencia del aula y las relaciones interpersonales (docente-alum-
no) es puesto en el centro de la escena.
Y acá me parece que empezamos a ver, a través de los adolescentes
como se empieza a dibujar otro tipo de lazos sociales. Que ya no son
modernos, los sujetos ya no nos sostenemos en el paradigma moderno.
Los adolescentes necesitan un conjunto de operaciones cotidianas en el
presente que le otorgue sentido a lo que están haciendo, y este sentido ya
no puede provenir exclusivamente del futuro en tanto progreso.
(1. Percepciones Adolescentes 2003-2008. Consultoría para UNICEF,
Julio 2008. Soc Paula Baleato)
De manera que la calidad del vínculo con el docente, parece ocupar,
en la actualidad un lugar mucho mas preponderante y mucho más rele-
vante que en otros tiempos.

2. La motivación de los y las adolescentes por la permanencia en el


sistema educativo y/o las calves de una buena trayectoria en él, también
parecen estar asociadas a las posibilidades de bien-estar presentes, a las
capacidades de construir sentido compartido en el grupo de pares, más
que a la perspectiva de mediano plazo, de inversión para el desarrollo de
un proyecto futuro.
A esto también vengo haciendo referencia, es decir, las posibilidades
de estar bien en el presente son mucho más relevantes en la actualidad.
Porque la noción de futuro esta completamente transformada, y porque
aquello que ocurre en el aquí y ahora es mucho más relevante. A veces
nosotros nombramos a los adolescentes como impulsivos e inmediatistas,
pareciera que esto constituye algunos de los rasgos a través de los cuales
esta sociedad esta produciendo sujetos.

3 Los motivos que los adolescentes asignan para explicar el fracaso y/o
abandono escolar se reparten entre algunos factores de contexto (la situación
económica y/o la situación familiar) y el aburrimiento: la falta de motiva-
ción, clases aburridas, docentes aburridos.
En todos los casos, el aburrimiento, la monotonía (al decir de uno de
los adolescentes) es un elemento resaltado tanto para quienes están den-
tro del sistema como por los que se fueron.
Para el caso de adolescentes en situación de mayor vulnerabili-
dad social, la vivencia de discriminación dentro del sistema, junto

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PROCESOS SUBJETIVOS Y LA INSTITUCIÓN DE LA EDUCACIÓN

con la causal socioeconómica y familiar, tiene un peso mayor a la hora


de conformar opinión acerca de los motivos de la interrupción del
ciclo educativo.
Creo que nosotros tenemos que definitivamente descartar el cami-
no que nos lleve a pensar que estos adolescentes son aburridos, o estos
adolescentes no se motivan con nada. Me parece que efectivamente tene-
mos que empezar a pensar que la producción de subjetividad en estos
tiempos, de la mano de las nuevas tecnologías, implica un ritmo, una
velocidad y una forma de estar en un tiempo y en un espacio absoluta-
mente diferente. Lo que requiere desde el punto de vista metodológico
que se puedan hacer algunas consideraciones importantes.

4 Por último es importante señalar que en el material relevado, surge


que los adolescentes integran en el análisis del clima escolar, la dimensión de
la calidad del vínculo entre pares. Así no se trata de una visión dicotómica
adolescente-adultos, en la que existen dos mundos homogéneos enfrentados
entre sí. Las opiniones que han sido sistematizadas, integran la diversidad y si
bien asignan una responsabilidad central al mundo adulto, no subestiman
las complejidades y conflictos presentes en la convivencia entre pares.
A partir de aquí quisiera incluir una mirada sobre los proceso de
exclusión social y como se dibuja este fenómeno en sectores de vulnera-
bilidad social. Plantear entonces algunas de las características que a noso-
tros nos parece va tomando este fenómeno.

– Un primer elemento tiene que ver con el manejo escaso o muy


empobrecido del código escrito.
Sabemos que efectivamente hay muchos adolescentes que es-
tán saliendo del sistema primario e ingresando al sistema de
educación media con déficit importantes en este sentido. Y esto
no es algo ajeno al proceso de exclusión, configura el proceso de
exclusión.

– Un segundo elemento relevante tendría que ver con la baja o


nula expectativa de las familias y redes de sostén sobre la posibi-
lidad de seguir estudiando, una vez culminada la Escuela Pri-
maria.
Nosotros constatamos que la familia que proviene de contextos
de vulnerabilidad social, tiene muy baja expectativa entrono a
la posibilidad educativa de los hijos.

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– Un tercer elemento sería una construcción simbólica de las ins-


tituciones educativas pautada por el fracaso, lo que condiciona
definitivamente la relación que construirán con el liceo.

– Y un último elemento tendría que ver con un dispositivo insti-


tucional (currículum oculto y currículum explícito) inadecuado
para generar procesos de retención y otorgar sentido comparti-
do a la educación.

Creo que ya está suficientemente demostrado, que todo el dispositi-


vo institucional, en todo lo que es el pasaje de la escuela y el ingreso a la
educación media supone una transformación importante del dispositivo
educativo, donde para poner algunos ejemplos, los alumnos pasan de un
modelo de maestra única todo el año, e tener 12 o 14 profesores que los
nombran por el apellido, que no siempre los recuerdan, donde pareciera
no haber un dispositivo institucional capaz de tomar esta subjetividad
que viene con problemas en relación con la educación.
De manera que cuando se entrecruzan todos estos aspectos de
hándicaps educativos, con familias con pocas expectativas, mas un dis-
positivo institucional que no logra albergar esta subjetividad se tiende a
perpetuar un tipo de relación con la educación en general.
Por su parte los procesos de construcción de subjetividad de estos
adolescentes en procesos de exclusión social supone que el universo sim-
bólico de la comunidad, del barrio, de la calle, no se corresponde con el
universo simbólico que impone el sistema formal de educación. Y por lo
tanto la institución de la educación carece de sentido simbólico potente
para estos adolescentes.
Identificamos entonces tres tipos de factores claves: la baja expecta-
tiva en el sistema educativo como generador de movilidad social, el gra-
do de formación-actualización docente y la capacidad de los centros edu-
cativos para abordar este tipo de problemáticas.
La creación de espacios de aprendizaje, donde los adolescentes desa-
rrollen procesos de adquisición y desarrollo de habilidades, destrezas y
competencias en el marco de los actuales sistemas formales de educación
para jóvenes, constituye uno de los principales desafíos de la educación y
de acciones políticas que tiendan a disminuir la brecha entre adolescen-
tes integrados y adolescentes en procesos de exclusión social
Los puntos que nos parecen importantes para revertir de alguna
manera los problemas que afectan a los adolescentes en términos de ex-
clusión social tienen que ver con:

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PROCESOS SUBJETIVOS Y LA INSTITUCIÓN DE LA EDUCACIÓN

– diseños y gestiones curriculares que contemplen los handicaps


educativos en términos de lecto-escritura y las posibilidades de
acceso al plano de las operaciones formales desde el punto de
vista cognitivo.
– la constelación sociocultural como elemento clave para generar
motivación hacia los aprendizajes y la importancia de conside-
rar el universo simbólico que los adolescentes portan.
– la necesidad de contención emocional y de la construcción de
vínculos significativos con adultos referentes que sostengan y
contribuyan a otorgar un nuevo sentido al proceso de aprendi-
zaje.
– la construcción de dispositivos puente que construyan conti-
nuidades en los sistemas de educación y que a la vez se confor-
men como entramados organizacionales y comunitarios de in-
clusión.

Podrá haber distintas interpretaciones sobre esto, pero la educación


nos parece que no puede dejar de ser lo que ha sido, es decir la forma
que tenemos de dejar el legado social y cultural a las generaciones veni-
deras. Nos parece que como adultos, y como adultos que estamos en el
ámbito de la educación tenemos el deber de encontrar los caminos posi-
ble para dejar a la generación que viene el legado, social y cultural que
ahora esta en nuestras manos.
Nos parece además que la Educación ya no podrá seguir siendo
desvincularizada en el sentido que tendrá que incluir en su análisis y en
su propuesta la dimensión de los vínculos, así como nos parece también
que los problemas de la Educación no son un asunto exclusivo de profe-
sores y maestros y en tal sentido nos parece que la Educación requiere
necesariamente de la convergencia de diferentes actores.
Nos parece también que es necesario incluir en los diagnósticos y en
los diseños la voz de los adolescentes y jóvenes que hoy habitan la institu-
ción.
De manera que vaya siendo posible la emergencia de un nuevo pac-
to social entre la Educación y su Sociedad.

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