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De: Roger Mestanza B.

I. CARACTERÍSTICAS DE LA COMPETENCIA ADMINISTRATIVA.

La competencia administrativa está sometida a determinados caracteres que la


distinguen de otras instituciones del derecho administrativo, así como de ciertos
conceptos provenientes del derecho privado, que pueden ser definidos de la
siguiente manera:

1. Legalidad.

Rubio Llorente señala: “el carácter de ejecución de la ley, no puede ser afirmado si
no es partiendo del principio de legalidad”. Es por ello que la competencia
administrativa tiene su fuente en la Constitución y en la Ley, y es reglamentada por
las normas administrativas que son derivadas por ellas. Ello implica, de manera
directa, que no podría crearse competencias a través de normas reglamentarias, a
diferencia de cierto sector de la legislación y doctrinas comparadas que señala
que mediante reglamento podría ser posible establecer competencias. Asimismo,
la Administración solo podría ejercer aquellas facultades que se encuentren
señaladas expresamente en la Ley.

Además, y como resultado directo de lo que venimos diciendo, la Administración


no puede, unilateralmente, crear entidades aun cuando las mismas sean
empresas públicas o entidades subsidiarias ni asignarles competencias que no
estén expresamente señaladas en la Ley, aun cuando se encuentren sometidas a
su tutela.

Finalmente, consideramos que no es posible la asignación de competencias por


instrumento distinto a la ley formalmente considerada, es decir, por la ley emitida
por el Congreso. En nuestra opinión, el principio de legalidad a nivel del concepto
de competencia estriba en impedir que la Administración Pública establezca su
propia competencia, situación que se haría posible de permitirse el
establecimiento de competencias vía decreto legislativo, de urgencia o través de
normas generales ordenanzas emitidas por los gobiernos locales y regionales. La
posibilidad de que la Administración establezca su propia competencia implica
permitir comportamientos arbitrarios de las entidades que las conforman. Es por
ello que solo un ente imparcial, denominado Parlamento, puede establecer las
competencias que se asignarán a determinado ente público.

2. Inalienabilidad.

La autoridad administrativa no puede renunciar a la titularidad de la competencia,


ni tampoco se puede abstenerse del ejercicio de las atribuciones conferidas a
algún órgano administrativo. La Ley señala que es nulo todo acto administrativo o
contrato que pretenda cualquiera de estas situaciones. Los mecanismos de
ejercicio alterno de competencia, a los cuales nos referiremos más adelante, no
afectan este principio general, puesto que permiten que la entidad conserve su
competencia.

Sólo por Ley, o mediante mandato judicial expreso en un caso concreto se le


puede exigir a una autoridad no ejercer alguna atribución administrativa. Esto
refuerza la naturaleza indisponible e inalienable de la competencia administrativa.
Es evidente, por otro lado, que mediante una norma de rango inferior no puede
modificarse la competencia asignada mediante una norma de rango superior. Esta
afirmación, sin embargo, vuelve a colocar en discusión la posibilidad de que la
autoridad administrativa pueda evitar ejercer la competencia signada
indebidamente.

3. Responsabilidad.

La demora o negligencia en el ejercicio de la competencia o la falta de su ejercicio


cuando ello corresponda, constituye falta disciplinaria imputable a la autoridad
respectiva, configurándose el ejercicio de la competencia como un deber público.
Ello implica también responsabilidad imputable a la Administración como tal, si es
que origina un daño a los particulares, así como a la autoridad administrativa
propiamente dicha, siendo que ésta última no depende del régimen laboral al que
esté sometido el funcionario público respectivo .

4. Esencialidad.

La competencia es elemento esencial del acto administrativo, y en consecuencia,


constituye un requisito de validez del mismo . Evidentemente, la ausencia de
competencia, sea respecto al lugar (o territorio), la materia, el grado, la cuantía o
el tiempo, acarrearía la nulidad del acto administrativo , teniendo en cuenta que en
nuestra legislación no existe propiamente el concepto de anulabilidad del acto
administrativo.

5. Fin público

La Competencia administrativa está enfocada a una finalidad de interés común o,


en todo caso, de utilidad pública. La autoridad administrativa ejerce su
competencia en función del fin público que le da origen a la misma. Situación
contraria genera la llamada desviación de poder, que ocurre cuando el acto
administrativo se ha dictado con un fin distinto al previsto por el legislador . Para
que ocurra la denominada desviación de poder – tan mentada por la doctrina
europea – debe haber una autoridad administrativa con competencia, que haga
uso de poder para un fin distinto del conferido por la ley.
6. Jerarquía

La competencia administrativa opera en términos de jerarquía entre los órganos


administrativos que componen la Administración Pública. La competencia
asignada a un ente administrativo le corresponde en un nivel determinado dentro
del organigrama del mismo, en términos de materia, grado y territorio. Sin
embargo, y como veremos a continuación, se presume la desconcentración de la
competencia en los órganos de inferior jerarquía al interior de una entidad. A su
vez, se encuentra proscrita, en principio, la posibilidad de intervención de una
autoridad administrativa en la competencia de otra, aun cuando aquella sea
superior jerárquico de la primera, salvo que se haya autorizado legalmente la
avocación.

II. CONTROL DE COMPETENCIA

Contiene el deber de que tiene toda autoridad administrativa de apreciar la


competencia que le corresponde sobre cada caso en particular, atendiendo a los
siguientes criterios:

1. Material,

Se refiere a las actividades o tareas que legítimamente puede desempeñar


el órgano. Según el carácter de la actividad, la materia puede ser:
deliberativa, ejecutiva, consultiva y de control. Impera también el principio
de la especialidad, de particular aplicación a los entes administrativos,
según el cual éstos sólo pueden actuar para el cumplimiento de los fines
que motivaron su creación.

Son las tareas o actividades que el órgano puede realizar legítimamente.


Consiste en determinar a qué órgano se le asigna el conocimiento de un
asunto, se basa en la naturaleza u objeto del acto, conforme al derecho
objetivo (CN, ley, reglamento), que le otorgan a los órganos una serie de
atribuciones para realizar su cometido propio.

Rige aquí el principio de especialidad; que permite a los órganos y sujetos


estatales, realizar todos aquéllos actos que se encuentren vinculados a los
fines que motivaron su creación, es decir, a sus cometidos específicos
(órgano Ejecutivo, Legislativo, Judicial)

2. Jerárquico,

Implica la distribución en el grado jerárquico del órgano, respecto a las


competencias diferenciadas para cada escalón jerárquico del aparato
administrativo. Por ejemplo, si alguna disposición atribuye la competencia a
una Administración, sin especificar el órgano que debe ejercerla, se
entenderá que la facultad de instruir y resolver los expedientes corresponde
a los órganos inferiores competentes por razón de la materia y del territorio.
Si existiera más de un órgano inferior competente por razón de materia y
territorio, la facultad para instruir y resolver los expedientes corresponderá
al superior jerárquico común de estos.

El grado jerárquico es la situación o posición de cada órgano en una línea


jerárquica, es el vínculo piramidal de la interrelación que guardan los
órganos administrativos, en relación de subordinación, coordinación y supra
ordinación.

La administración se organiza piramidalmente por vía de diferentes líneas


que conducen a una misma cima. Las líneas jerárquicas son la secesión de
distintos órganos de administración unidos por la identidad de la materia,
pero diferenciados por la competencia que tienen en esa materia. En razón
de esa diferente competencia ocupan un grado jerárquico.

3. Territorial,

Comprende el ámbito espacial en el cual es legítimo el ejercicio de la


función. Se vincula a las divisiones o circunscripciones administrativas del
territorio del Estado, dentro de la cuales los órganos administrativos deben
ejercer sus atribuciones. También se la denomina horizontal.

Se refiere a la determinación de la competencia en base a circunscripciones


territoriales, que limitan geográficamente el campo de acción de los órganos
y sujetos (Nación, Provincias, Municipios)
Puede ocurrir que dos entidades (por ej. Provincias) tengan atribuidas
idénticas competencias constitucionales respecto a la materia pero distintas
en razón del lugar.

4.- Por el tiempo.

Comprende el ámbito temporal en que es legítimo el ejercicio de la función.


La competencia es por lo común permanente, en cuanto el órgano puede
ejercer en cualquier tiempo las atribuciones que le han sido conferidas.
Pero en ciertos casos el órgano puede ejercer la atribución sólo por un
lapso determinado. Se dice, entonces, que la competencia es temporaria.

5.- Por el grado

La organización administrativa se integra verticalmente. Culmina en un


órgano supremo, al que se subordinan los órganos de rango inferior, el
grado es la posición o situación que ocupa el órgano dentro de la pirámide
jerárquica, el inferior en grado está subordinado al superior.

L a competencia en razón del grado se refiere a la posición que ocupa un


órgano dentro de la ordenación jerárquica de la Administración. Siendo la
competencia improrrogable, no puede el órgano inferior tomar la decisión
que corresponde al superior y viceversa.

Hay relación jerárquica entre superior e inferior cuando en la competencia


del primero está comprendida la del segundo por razón del territorio y de la
materia.

Los órganos superiores tienen poder jerárquico sobre todas las actividades
de los órganos que de ellos dependan, tanto en razón de legitimidad como
de oportunidad, a no ser que por norma legislativa o reglamentaria se haya
otorgado al agente discrecionalidad o competencia técnica y, en este caso,
en la medida establecida por dicha norma.

II. SITUACIONES DE CONTROL DE COMPETENCIA

Entre los diversos órganos vinculados por la relación de jerarquía, pueden surgir
conflictos de competencia, bien porque uno de ellos se atribuya una facultad que
otro reclama para sí, por considerarla suya, o bien porque ningún órgano se
considere competente para actuar en un determinado caso.

En el primer caso, nos encontramos ante un conflicto positivo de competencia,


esto es, que dos o más órganos consideran que tienen la competencia para
conocer de un determinado caso; en cambio, en el otro supuesto, nos
encontramos ante un conflicto negativo de competencia, es una abstención por
parte de los órganos para conocer sobre un caso, es decir, que ninguno de ellos
se considera competente.

Debido a que tales conflictos competenciales, ya sean de carácter positivo o


negativo, pueden ocasionar un desorden en la función de la administración, la ley
establece que los conflictos de competencia, entre órganos del poder ejecutivo o
de un mismo ministerio o ente, deberán ser resueltos de acuerdo con un
procedimiento que la misma ley prescribe, en consecuencia, el órgano
administrativo que se estime incompetente para conocer de un asunto, debe
enviar lo actuado al despacho que considere competente, siempre y cuando
dependa del mismo ministerio. Si a la vez el despacho que recibe el asunto,
considera o tener la competencia, entonces enviara al superior jerárquico, común
a fin de que sea este quien decida el conflicto. En cambio si un órgano se estima
competente para conocer de un asunto , del cual también conoce otro de igual
jerarquía dentro del mismo ministerio , le pedirá que se inhiba , esto es que deje
de conocer del caso. Pero si el requerido se estima competente también entonces
se envía el asunto al superior jerárquico común para que resuelva en definitiva.

Sin embargo cuando existan dudas sobre la competencia en cuestiones


administrativas de algún ministerio de estado, para conocer de un asunto
determinado, será el Presidente de la República quien resolverá a la mayor
brevedad posible, a quien corresponde e realidad dicha competencia. También
cuando surja un conflicto de competencia o de cualquier naturaleza entre un
ministerio y una institución descentralizada o entre estas, la decisión
corresponderá al Presidente de la República.

Los conflictos de competencia resultan cuando dos órganos administrativos se


atribuyen, positiva o negativamente competencia para conocer un mismo asunto.
Como tales no son cuestiones entre partes, sino entre órganos al interior de la
administración. La afirmación de un órgano de que es competente o incompetente
es un presupuesto de la cuestión de competencia y no la cuestión de competencia
en sí, la cual solamente se producirá si el órgano a quien se considera competente
reafirma o niega su competencia. La competencia de una instancia superior, y si
tuviere alguna discrepancia, lo único que corresponde funcionalmente es hacerlo
conocer justificadamente pero sin carácter de cuestionamiento.

BIBLIOGRAFIA

 SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: Derecho Administrativo. Parte General, 6ª ed.


pp. 252 a 261

 MARTÍN REBOLLO, Luis: Leyes Administrativas, Aranzadi, Cizur Menor,


2010, pp. 789-796.

 PAREJO ALFONSO, Luciano: Derecho Administrativo, 7ª ed., Tirant lo


Blanch, Madrid, 2015, pp. 184 a 201.

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