Vous êtes sur la page 1sur 20

Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

Educación y experiencia
en el aprendizaje de lo nuevo

por Fernando BÁRCENA


Universidad Complutense de Madrid

Cada cual recrea el mundo con su propio


nacimiento; porque cada cual es el mundo.
R.M. Rilke, Diario Florentino.

Me siento renacido a cada instante para la


completa novedad del mundo.
F. Pessoa, Poemas inconjuntos.

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


Lo inefable es en realidad infancia. La ex-
periencia es el mysterion que todo hombre
instituye por el hecho de tener una infancia.
G. Agamben, Enfance et histoire.
revista española de pedagogía

1. Hacer experiencia, pensar el del comienzo, o dicho en otros términos,


acontecimiento el hecho de que llegamos al mundo a tra-
Decía Hannah Arendt que es tarea in- vés del nacimiento y que, con cada ac-
discutible de la educación formar hom- ción, confirmamos ante los demás el
bres capaces, mediante la acción y la hecho biológico de nuestra condición na-
palabra, de inaugurar un nuevo comien- tal dando vida a lo nuevo.
zo en un mundo que ya estaba antes de
su llegada y permanecerá tras su parti- La semilla de esta «filosofía de la na-
da. Si hay una temática que recorre, como talidad» [1] se puede rastrear en su tesis
una corriente subterránea, la obra com- doctoral dedicada al análisis del concep-
pleta de esta pensadora es la de la «na- to de amor en san Agustín: «El hecho
talidad», esto es, la experiencia del inicio, decisivo definitorio del hombre como ser

501
Fernando BÁRCENA

consciente, como ser que recuerda, es el de un plan previo, sino el milagro de un


nacimiento o la ‘natalidad’, o sea, el he- puro inicio. Esto ya lo vio Franz
cho de que hemos entrado al mundo por Rosenzweig, quien lo supo expresar con
el nacimiento.» [2] Estos pensamientos suma belleza en La estrella de la Reden-
resuenan de una manera especialmente ción, en un fragmento que podía haber
significativa en Los orígenes del totalita- escrito la mismísima Arendt:
rismo, al final del cual podemos leer lo
siguiente: «El individuo surge en el nacimien-
«Con cada nuevo nacimiento nace to; el género, en la generación, o, como
un nuevo comienzo, surge a la exis- ya indica su nombre alemán de
tencia potencialmente un nuevo mun- Gettung, en la fecundación, en la
do. La estabilidad de las leyes Begattung. El acto de la fecundación
corresponde al constante movimiento o generación precede al nacimiento y
de todos los asuntos humanos, un mo- sucede, como acto singular, sin una
vimiento que nunca puede tener final relación determinada con él como na-
mientras que los hombres nazcan y cimiento singular; por más que, en su
mueran».[3] esencia universal, está en estrecha re-
ferencia a él y va a él dirigido. El na-
Pero es en La condición humana la cimiento irrumpe, sin embargo, en su
obra en la que la experiencia de la nata- resultado individual, como un pleno
lidad obtiene, dentro de lo que cabe, un milagro, con la avasalladora fuerza de
desarrollo más completo, a través del con- lo imprevisto e imprevisible. Fecun-
cepto de acción: dación la había siempre, y, empero,
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

cada nacimiento es algo absolutamen-


«El nuevo comienzo inherente al te nuevo». [5]
nacimiento se deja sentir en el mun-
do sólo porque el recién llegado posee Este artículo quiere repensar esta te-
la capacidad de empezar algo nuevo, mática de la natalidad, a partir de una
es decir, de actuar. Este sentido de
revista española de pedagogía

lectura pedagógica del pensamiento


iniciativa, un elemento de acción, y
arendtiano, por su importancia para plan-
por lo tanto de natalidad, es inheren-
tear una teoría filosófica de la educación
te a todas las actividades humanas.
como acontecimiento. Pensar el «aconte-
Más aún, ya que la acción es la activi-
cimiento» es intentar una imposibilidad,
dad política por excelencia, la natali-
hasta el punto en el que un acontecimien-
dad, y no la mortalidad, puede ser la
categoría central del pensamiento po- to es, filosóficamente, lo impensable. Lo
lítico, diferenciado del metafísico». [4] que toma la forma del acontecimiento es
lo inenarrable, lo indecible por impensa-
El nacimiento es, en efecto, la nove- ble. Desde este punto de vista, no hay
dad radical, el milagro del que somos ca- teorización posible de lo impensable. Pero
paces los humanos: lo humano no se quizá convenga aquí sugerir un matiz.
fabrica, sino que nace; no es la ejecución El poeta Rilke decía:

502
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

«No hay nada menos apropiado —la experiencia que hacemos con el mun-
para aproximarse a una obra de arte do y la experiencia que el mundo hace en
que las palabras de la crítica: de ellas nosotros— nos proporciona un saber de
se derivan siempre malentendidos más experiencia, al mismo tiempo que se deja
o menos desafortunados. Las cosas no nombrar mediante las palabras y se hace
son tan comprensibles ni tan formu- por ello pensable. Sólo que lo grave de
lables como se nos quiere hacer creer este «saber de experiencia» es que, si es
casi siempre; la mayor parte de los verdadero, como decía María Zambrano,
acontecimientos son indecibles, se de- «llega después, no sirve y es intrasferi-
sarrollan en un ámbito donde nunca ble». [8] probablemente, entonces, lo que
ha penetrado la palabra. Y lo máxi- en realidad sucede es que el verdadero
mamente indecible son las obras de acontecimiento, la auténtica experiencia,
arte, existencias llenas de misterio se deja nombrar y pensar de otro modo,
cuya vida, en contraste con la nues- de una forma que no es estrictamente ni
tra, tan efímera, perdura». [6] exclusivamente conceptual, esto es, por
unas palabras y por un pensamiento de
De acuerdo con el poeta, la indecibili- un orden distinto, quizá de un palabra
dad del acontecimiento se explica por su pensada —es decir, de un logos— que se
resistencia misma a ser nombrado me- sitúa en el orden de lo poético.
diante la palabra. Aquello en lo que la
palabra todavía no puede penetrar es, jus- Este orden poético nos proporciona
tamente, el espacio mismo de la expe- una gramática nueva; dicho con G.
riencia, porque primero viene la Steiner, esta gramática es una organiza-
experiencia y luego la palabra que la ción articulada de la percepción, la re-

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


nombra. El acontecimiento, entonces, es flexión y la experiencia, la estructura
el lugar de la desnuda experiencia. nerviosa misma de la conciencia humana
cuando es capaz de comunicarse consigo
Y «como saben todos los niños misma y con otros. [9] En último térmi-
—nos recuerda Alberto Manguel— el no, esta gramática es una «gramática de
revista española de pedagogía

mundo de la experiencia (como el bos- la creación», una gramática, entonces, de


que de Alicia) es innominado, y vaga- lo erótico, del «intelecto formador» y de
mos por él en un estado de perplejidad, la psique bajo la forma del eros. Para
la cabeza llena de balbuceos de cono- desarrollar en nosotros esta condición
cimiento e intuición». [7] gramatical, esta articulación de la per-
cepción, la reflexión y la experiencia, lo
La educación, y de un modo específico que precisamos es una manera distinta
la lectura, nos ayuda en la tarea de de pensar la educación, una en la que,
aprender a nombrar lo que nos pasa, la dicho ahora pedagógicamente, aceptemos
experiencia que hacemos en lo que nos el reto de introducir verdaderos conteni-
acontece. Así, es tarea de cada lector dos de conciencia en el sujeto que se edu-
aprender a nombrar lo que le acontece. ca. Lo diré con J. García Carrasco y A.
Poco a poco, entonces, el acontecimiento del Dujo:
503
Fernando BÁRCENA

«El interés del pedagogo por el su- De acuerdo con esta caracterización,
jeto se centra en aportar contenidos abordar el análisis de la educación como
de conciencia y en favorecer el posi- acontecimiento nos obliga a repensar lo
cionamiento del sujeto respecto a esos que, desde el punto de vista del mundo
contenidos; en última instancia, la on- de la vida, configura la experiencia hu-
tología de los procesos educacionales mana del aprender. Como aquello que nos
viene dada por el sistema de sucesos da a pensar, la educación es la experien-
en la subjetividad y la Pedagogía que- cia del aprendizaje de lo nuevo, de lo iné-
da constituida por el sistema de ac- dito, de lo extraño. Como aquello a través
ciones que pretenden favorecer de lo cual hacemos experiencia en noso-
acontecimientos en la subjetivi- tros, la educación es la experiencia del
dad». [10] aprendizaje del padecer, de la pasión y
del dolor. Y, finalmente, por ser lo que
Pues bien, dentro de este marco ex-
rompe la continuidad del tiempo, la edu-
plicativo mi propósito será recuperar la
cación es la experiencia del aprendizaje
noción de natalidad desde una filosofía
de la decepción y de un cierto desencan-
de la educación que considera la forma-
ción bajo la figura de la infancia como to. Este artículo se inscribe en este pro-
tiempo inaugural donde cabe recuperar yecto de pensar la educación bajo una
la experiencia como espacio propicio para «teorización» del acontecimiento [13] jus-
la experiencia antropológica del comien- tamente en la primera de las dimensio-
zo. [11] Pensar la educación en estos tér- nes del aprender: el aprendizaje de lo
minos es pensar tres dimensiones nuevo. Este aprender hunde sus raíces
esenciales de la experiencia educativa. Un en nuestra condición natal, en el hecho
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

acontecimiento, que por su propia natu- de que llegamos al mundo por el naci-
raleza es una irrupción de lo imprevisto miento y en la tesis de que la infancia
y extraordinario es, por un lado, lo que del hombre es el origen del tiempo y de
da a pensar; no aquello acerca o sobre lo la historia, el lugar propio en el cual po-
cual pensamos, sino lo que nos da la opor- demos recuperar la posibilidad de hacer
revista española de pedagogía

tunidad, y hasta nos exige, pensar lo experiencia en el mundo y, a su través,


acontecido con un pensamiento nuevo, con en nosotros mismos. [14] Frente a la idea
nuevas categorías y con un nuevo len- moderna de experiencia, según la cual el
guaje. En segundo lugar, todo aconteci- sujeto experimentado es aquél que no se
miento es lo que nos permite hacer una extraña, aquél cuya experiencia previa
experiencia. Un acontecimiento no es le protege del shock de lo nuevo,
aquello sobre lo cual experimentamos, pensarnos otra vez desde el tiempo origi-
sino justo eso otro que hace experiencia nal de lo nacido y de la infancia —de lo
en nosotros, porque es algo que nos pasa inefable— es volver a ser capaces de sor-
y no nos deja igual que antes. [12] Por prendemos con aquello que, al experimen-
último, un acontecimiento es lo que rom- tarlo, hace experiencia en nosotros,
pe la continuidad del tiempo de la histo- dejándonos sin palabras, pero orientán-
ria y del tiempo personal de lo vivido. donos en la búsqueda de lo nuevo, cuya
504
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

extrañeza no llegamos a familiarizar y Expresada dentro de este marco, la


cuya novedad a desactivar. infancia expresa la idea de un aprendi-
zaje de la finitud, porque la finitud no es
Y sin embargo, hay una cuestión que lo que está condenado a su término, sino
inquieta el corazón mismo de esta extra- lo que promueve la posibilidad de un ini-
ña expresión —el «aprendizaje de lo nue- cio. El nacimiento, en tanto que comien-
vo»—, porque, en realidad, ¿de verdad se zo, indica lo que está por delante y
aprende a comenzar? ¿Es posible apren- engendra así el tiempo. El aprendizaje
der el inicio? ¿No es más bien cierto que de la finitud es el aprendizaje humano
aprendemos a continuar, que aprendemos del tiempo en toda su extensión. Es el
lo que se puede descomponer analítica- aprendizaje de los recién llegados que se
mente en sus elementos, pero no aquello educan poniéndose en contacto tanto con
que irrumpe de improviso, el instante? el pasado como con el futuro y con un
No aprendemos a nacer, eso es obvio, pero mundo que ya estaba antes de su llega-
tampoco aprendemos a morir; y sin em- da. En su esencia, esta educación es con-
bargo el fantasma de Montaigne nos re- servadora, no por ser reaccionaria, sino
cuerda: filosofar es aprender a morir. porque ha de preservar en cada recién
Así, el aprendizaje del comienzo acaba llegado lo nuevo y revolucionario que trae
por resolverse en un drama, o por decirlo consigo. La tarea de educar es una tarea
más exactamente, en una singular trage- de mutuo cuidado: el cuidado de los que
dia, pues así como todo verdadero inicio llegan y el cuidado del mundo. [15] Por
produce un singular pánico, al mismo tanto, la infancia expresa una vivencia
tiempo cabe decir: incipere non discitur, del tiempo no totalitaria, convocando un
no se aprende a comenzar, sino a conti- aprendizaje de la finitud, y además es

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


nuar. una fractura revolucionaria de la reali-
dad, o sea, una «poética-política».
2. La infancia como experiencia: el
Este «conservadurismo» nada tiene
aprendizaje de la finitud que ver con el pensamiento conservador
revista española de pedagogía

Si todo nacimiento es una manera de en política. Quizá —como dice


comenzar, cabría asegurar también que Finkielkraut— al sostener esta idea
todo renacimiento, en el acto de re-nacer Hannah Arendt tenía miedo. Miedo de
mismo, es, en cierto modo, una actuali- que si olvidamos demasiado pronto lo que
zación de lo antiguo bajo un nuevo signo: pasó en Europa durante la Segunda Gue-
el de la sorpresa que todo inicio entraña. rra Mundial se destruya la trama simbó-
Se trata, pues, en el comienzo, de actua- lica, la comunidad de sentido que nos liga
lizar lo antiguo bajo el signo de la nove- no sólo a nuestros contemporáneos sino
dad. Por eso se renace desde lo ya sido a los que han muerto y a los que ven-
para proyectarse en lo que se anuncia drán. Miedo, en definitiva, a que se des-
como por-venir. En ese proyectarse, en truya el tiempo humano. [16] Lo que ella
ese ir hacia delante, se nace, se adviene, propone no es ni un modelo para el com-
y también se busca llegar. portamiento ni un ideal de identidad co-
505
Fernando BÁRCENA

lectiva. Cuando Arendt se puso a redac- están en juego en cada momento la


tar Los orígenes del totalitarismo, escrito propia vida y la propia comprensión
con «un fondo de incansable optimismo y —es decir si hay, en este sentido, pen-
de incansable desesperación», como ella samiento— una forma de vida puede
misma reconoció, parecía haber apren- devenir, en su propia facticidad y
dido una lección: que el instinto de domi- coseidad, forma-de-vida, en la que no
nación total del nazismo había conducido es nunca posible aislar algo como una
a la pretensión de fabricar algo que no nuda vida». [19]
existía —un nuevo tipo de hombre carac-
terizado por su condición superflua— des- Lo verdaderamente revolucionario de
truyendo de raíz la espontaneidad como la infancia, lo que se expresa como lo na-
expresión del comportamiento y de la ac- cido o lo que comienza, entraña la idea
ción humanas. Eso es lo que se hizo en de que lo que hace del mundo algo habi-
Auschwitz, eso es lo que también se table para nosotros no es el hecho de que
intentó en Kolima y eso es lo que se el hombre lo fabrique, sino la posibilidad
logra en los nuevos escenarios del aban- de amarlo: amor mundi, como decía
dono: en los campos de refugiados que Hannah Arendt. O, dicho en términos de
plagan, como nuevas ciudades, nuestro San Agustín, poder decir, volo, ut sis, «te
mundo. amo, quiero que seas lo que eres». [20]

Frente a esa pretensión totalitaria Esa es la fórmula bajo la cual los pa-
—fabricar un nuevo tipo de humanidad dres podemos comenzar a entender lo que
sustituyendo la individualidad por una significa amar a nuestros hijos, o la fór-
categoría, antes la «especie» o el «miem- mula bajo la cual los amantes se aman y
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

bro del partido», ahora el «ciudadano com- la fórmula que el totalitarismo, el de an-
petente»— Arendt lo que propone es que tes y el de ahora, definitivamente desco-
pensemos con toda la seriedad del mun- noce. Meditar sobre la infancia es
do algo tan simple como lo siguiente: «Con meditar, entonces, sobre lo que, tal vez,
cada nuevo nacimiento nace un nuevo co- podemos aprender a amar como lo que
revista española de pedagogía

mienzo, surge a la existencia potencial- simplemente es lo que es, es decir: lo otro.


mente un nuevo mundo». [17] Por eso, La infancia no es lo fabricado, sino el
cada final de la Historia contiene tam- milagro de lo que comienza. En un mun-
bién un nuevo comienzo. «Este comienzo do, el de la modernidad, en el que, como
es garantizado por cada nuevo nacimien- dice Agamben recordando una tesis ya
to; este comienzo es, desde luego, cada conocida de Benjamin, el hombre es in-
hombre». [18] O dicho en términos de capaz de traducir en términos de expe-
Giorgio Agamben: riencia los acontecimientos de su vida, se
puede recuperar la infancia como un es-
«Sólo si no soy siempre y única- pacio para la creación del sentido de la
mente en acto, sino que soy asignado experiencia inicial: lugar y patria de la
a una posibilidad y una potencia, sólo historia, nacimiento del tiempo humano.
si en lo vivido y comprendido por mí En cierto modo, al final, creo que de eso

506
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

se trata: en todo totalitarismo el signifi- totalitarismo se basa en una noción del


cado del mundo queda encerrado en un tiempo infinito, de un tiempo que se im-
discurso que, al imponerse, impide recu- pone con una extrema duración. El tota-
perar el sentido de la infancia como tiem- litarismo tiene detrás a quienes desean
po original de la creación del primer perdurar en su estrategia, en su posi-
sentido. La infancia puede, así, ser pen- ción, en su instinto de dominación total.
sada como el intento de mirar el mundo Y los que lo padecen viven sus efectos,
—en términos de Pessoa [21]— con un en términos de sufrimiento, como lo que
«alma desvestida» de pensamiento, como dura bajo la sensación de un instante per-
un mirar el mundo desnudos de los con- manente sin posibilidad de percibir, en
ceptos y liberados, por fin, de la compul- el horizonte, un término, un final a sus
sión a tener que interpretarlo todo, y padecimientos. El totalitarismo busca lo
quizá también, a tener que comprender- infinito, aspira a una cierta eternidad, a
lo absolutamente. Pensada de este modo, una especie de todo: es, por eso, ambicio-
la infancia es voluntad de nacimiento y so. (La alegría, por ejemplo, tiene algo
renovación. de «estado» totalitario. El que está ale-
gre, alegre de verdad, se siente todo él
¿Por qué dos nociones para expresar feliz. Nada en especial es la causa de su
una misma realidad, la que alude a la alegría pero todo le hace feliz. En ese
niñez? ¿Por qué «natalidad» e «infancia»? estado, es difícil mirar el rostro del dolor
Se me ocurre la siguiente respuesta: la y del sufrimiento: simplemente se huye
infancia es un estado en el que algo va de él).
tomando su propia forma; la natalidad
es el momento en el que algo nuevo se Pero en el arco de lo que se inicia y se

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


inicia. Forma e inicio, por tanto. Ambas termina, de lo que comienza y se acaba,
cosas tienen relación. Pues todo lo que se se puede perfilar otra experiencia del
inicia, lo que comienza, va tomando su tiempo que se aleja del tiempo totalitario
propia forma, o mejor dicho, adopta una e infinito. Es el tiempo finito: la concien-
forma. Y sin embargo, puede existir una cia de un inicio y de un término, pero la
revista española de pedagogía

infancia sin natalidad —sin la posibili- convicción de que es posible un constan-


dad de un inicio o de un comienzo— y te renacimiento, una cadena de inicios y
una natalidad sin infancia, esto es: un de comienzos. Esta experiencia del tiem-
comienzo que nace en la ausencia de toda po finito, es una experiencia humana del
forma, en una especie de vacío. En la tiempo basada en la libertad. Entiendo
infancia sin natalidad no hay creación; aquí la libertad como poder de creación,
en la natalidad sin infancia no hay apren- como posibilidad de crear otras realida-
dizaje ni preparación: lo que nace como des de las existentes, como esperanza de
comienzo es una abrupta irrupción. ruptura de realidades anteriores.

En este escenario quiero proponer a La experiencia del tiempo finito es una


la discusión una idea, relacionada con la vivencia de la temporalidad nada totali-
experiencia totalitaria del tiempo. Todo taria, porque nada de lo iniciado se llega

507
Fernando BÁRCENA

a percibir como permanentemente dura- perfil de lo poético y de lo político. Para


dero, es decir, como eterno e infinito. Más ello, tengo que enunciar una segunda pro-
que un eterno retorno, lo que hay es la puesta: la infancia es el estado que busca
posibilidad de un nuevo comienzo, de un su forma fracturando la realidad como
nuevo inicio, la creación de algo nuevo y revolución. Lo que busca su forma convo-
sorprendente basado en lo que es espon- ca la idea de una cierta formación y, por
táneo, quizá en lo que es inocente, tal tanto, de un aprendizaje. Este aprendi-
vez en lo que es, precisamente, niño. zaje es, como he dicho, creación de senti-
do que altera los sentidos ya dados: rompe
La infancia encarna, me parece, esa el sentido establecido, agrietándolo. Esta
idea del tiempo finito, un aprendizaje, en ruptura es una suerte de revolución: el
cierto modo, de la finitud. En el terreno inicio radical de algo. Por tanto, la infan-
de la infancia, la vida no está en otro cia, como fractura de la realidad y del
lugar que en la experiencia libre de la sentido ya dado sobre ella, es una poéti-
misma vida. Como escribió Rilke en su ca-política. Ni solo poética ni mera políti-
Diario florentino: «Cada cual recrea el ca. Es, insisto, fractura de una realidad
mundo con su propio nacimiento; porque en la que se crea sentido («infancia como
cada cual es el mundo». [22] Se trata de poética») y en la que algo nuevo comien-
una vida que se vive libre mirando el za («natalidad como política»). Según esto,
mundo sin sentir la sujeción a un senti- la verdadera política es como el acto re-
do dado de las cosas y del mundo. Por volucionario de la infancia: una incisión
eso la infancia es creación de sentido; la en el mundo ya interpretado que, al ha-
vida adulta solo puede aspirar a re-crear cer como si no tuviera ya asignado un
el significado. Precisamente porque ha sentido, lo inventa. La infancia es eso:
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

perdido la infancia, la libertad de lo ino- invención de un mundo en radical liber-


cente, la posibilidad de la sorpresa. tad, a la apacible luz de las acciones es-
Claudio Magris, en un brillante comen- pontáneas, no a la sombra de un mundo
tario de la poética de Rilke, da en la cla- de reflejos condicionados. Por eso pode-
ve al señalar que el «oro de la infancia» mos decir que el ser humano no contri-
revista española de pedagogía

consiste precisamente en un uso del len- buye al mundo fabricando, sino amando.
guaje en el que la vida y el sentido sigue [24] No simplemente re-creándolo, sino
latiendo, es decir, en un empleo del len- inventándolo.
guaje desnudo ya de la autoridad adulta,
de la cultura organizada. Es aquí donde Inventar el mundo es aprender a nom-
el lenguaje hace su crisis, una que envía brarlo de nuevo a través de palabras que
a Rilke en busca de una lengua en la que abren fracturas en él. A través de esas
parecen hablar las cosas mudas. [23] grietas damos un nuevo sentido al mun-
do. Creo que es la palabra poética el tipo
A estas alturas, infancia y natalidad de palabra que conserva el «oro de la in-
ya se han juntado, parecen ideas fancia» del que hablé antes. Esta pala-
indistinguibles. Pero voy a separarlas bra poética rompe lo establecido por un
para poder dibujar con mayor claridad el lenguaje adulto que se presenta, como el

508
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

lenguaje del padre, como lenguaje orga- devenir. Es el tiempo de un tiempo ins-
nizado y autorizado. La palabra poética crito en un decir, no en lo dicho. El tiem-
de la que hablo es la palabra que, como po de la finitud es el tiempo referido a
dice Juarroz, abre la escala de lo real: las cosas que se dicen y a las palabras
«La poesía abre la escala de lo real (espa- que se pronuncian y que nunca son, en
cio, tiempo, espíritu, ser, no ser) y cambia su decir y en su hacer, siempre las mis-
la vida, el lenguaje, la visión o experiencia mas. Se trata, entonces, de un tiempo
del mundo, la posibilidad de cada uno, su provisional, de un tiempo en el que las
disponibilidad de creación». [25] cosas no duran para siempre justo por-
que podemos hacer o decir otras nuevas
Se dice que los niños no tienen me- cosas.
moria y que los jóvenes no recuerdan,
sino que tan sólo viven. Y es justamente 3. La experiencia de la llegada: el
por esta razón por lo que el tiempo de la aprendizaje de lo nuevo
infancia es el tiempo desnudo de la expe-
El motivo del nacimiento, dice
riencia, porque la experiencia está siem-
Françoise Collin, recorre toda la obra de
pre desnuda. Primero viene la experiencia
Hannah Arendt aderezándose de referen-
y luego las palabras que encontramos
cias que provienen tanto de la teología
para nombrarla. Si el tiempo de la infan-
como de la filosofía y la mitología. [26]
cia es un tiempo que se vive pero que
Con cada nuevo nacimiento viene al mun-
aleja de la vida vivida en ese tiempo la
memoria, precisamente es, también, el do la posibilidad de un nuevo comienzo,
tiempo en el que la experiencia que ha- virtualmente un nuevo mundo, decía
cemos será después fuente del deseo de Arendt. Y no se trata sólo de que el hom-

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


recordar, la fuente de nuestra memoria bre sea capaz de iniciativas originales o
posterior. Somos, así, lo que recordamos, más o menos llamativas, a través de las
y olvidarnos de lo que fuimos es ignorar cuales introduce lo nuevo en el mundo.
quiénes somos. La cuestión parece ser más radical: el
hombre no es sólo poder de comienzo, ca-
revista española de pedagogía

La infancia, pues, es posible, como pacidad de comenzar, sino el origen mis-


tiempo de experiencia, porque existe la mo. Quizá por ello se dice que todo
natalidad, la posibilidad de comenzar, de nacimiento es divino, o que todo naci-
iniciar algo nuevo, de ir, como decía Ma- miento es un milagro que parece salvar
ría Zambrano, de lo imposible a lo verda- al mundo de su ruina natural; y, como
dero. Y en esa misma medida, el tiempo decía Hölderlin, «el niño es un ser divi-
de la infancia, que es un tiempo destina- no hasta que no se disfraza con los colo-
do a la experiencia y al aprendizaje, es, res de camaleón del adulto».
sobre todo, el tiempo de un aprendizaje
de la finitud, porque la finitud no es lo A muchos lectores y críticos de la obra
que está condenado a su término, sino lo de Arendt, esta insistencia en la nove-
que promueve la posibilidad de un inicio. dad y la natalidad parece sorprenderles.
El tiempo de lo finito es el tiempo del ¿Cómo justificar el recurso a una noción

509
Fernando BÁRCENA

que tiene su asiento en un fenómeno na- men, por el mero hecho de haber nacido,
tural y biológico como es el nacimiento invita a pensar es en algo elemental, pero
para explicar la naturaleza de la vida de de enorme importancia: que el nacimien-
la polis, que es un fenómeno humano que to es lo originario, y por tanto no debe
va más allá de naturaleza? ¿Cómo expli- cuestionarse. Quien se ve obligado a te-
car la advertencia de Arendt de que ni la ner que justificar su nacimiento trans-
natalidad ni la mortalidad son elemen- forma su vida en algo superfluo. La vida
tos meramente naturales, sino que se si- humana, qua humana, no es un porqué,
túan en el espacio del sentido, hechos una razón, sino un «sin por qué», un don.
tanto del lenguaje como del cuerpo? Qui- Programada o no, cada nacimiento es un
zá un principio de respuesta a estos hiato en la cadena, un inicio, un comien-
interrogantes lo podamos encontrar en zo, un momento de pura libertad.
aquello que escribía Rahel Varnhagen,
cuya vida biografió la propia Arendt: «Mi A la luz de la polis griega, tal y como
vida comenzó antes de mi nacimiento». Y Arendt la presenta probablemente idea-
es que un niño, un infante, es llamado, lizándola, la natalidad se descompone en
nombrado, narrado antes de su aparición dos secuencias «sexuadas». Una secuen-
en el mundo, antes de su mismo nacer cia natural —la simple reproducción de
fáctico. La infancia es anticipada antes la vida (zoê) y una secuencia poiético-
del nacimiento. práxica y simbólica (bios). Mientras la
primera secuencia es asumida por las
El tema de la natalidad es, pues, cen- mujeres en la esfera del hogar, la segun-
tral en el pensamiento arendtiano, y su da emerge en el espacio público del ágo-
«anacronía» no es tanto retrospectiva ra masculino. Ahora bien, Arendt insiste
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

como prospectiva. Aunque pueda apare- en que el milagro que salva al mundo de
cer a los ojos del lector de Arendt como la ruina normal natural es la natalidad,
una reliquia del pensamiento tradicional, en la cual se enraíza ontológicamente la
lo cierto es que anuncia la necesidad de facultad de actuar, la acción. Así, el he-
un avance, el punto mismo que anuncia cho de la natalidad no es solamente un
revista española de pedagogía

la salida de una situación de impasse en momento de la naturaleza, sino lo que


la política moderna. Se explica este re- interrumpe el proceso natural, entendi-
chazo a la idea de la natalidad en un do como proceso que tiende a su ruina y
mundo, el nuestro, en el que las ideolo- deterioro. Por ello, la natalidad deviene
gías no se interesan tanto por el milagro una categoría política por excelencia.
del ser como por la voluntad de dominio, Aquí la natalidad no es sólo «reproduc-
teórico y práctico, del desarrollo de la hu- ción de la vida» sino «interrupción del
manidad y aún de la misma vida. Esta proceso vital».
necesidad de dominar la vida encuentra
en los campos de exterminio nazis su rea- Es interesante observar que mientras
lización más completa: el hecho de haber la natalidad quede encerrada en la esfe-
nacido (judío) era razón suficiente para ra de la reproducción de la vida de ella
proceder a su exterminio. Lo que este cri- podemos asegurar su fecundidad, pero to-

510
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

davía no su novedad radical. Al menos ción ex nihilo, pues el nacimiento es una


cabe preguntarse si la noción de fecundi- donación, o mejor dicho: lo dado del don.
dad es ambigua: ¿incluye solamente una Así, frente al nacimiento biológico, está
idea de continuidad, de perpetuación, o el nacimiento simbólico, el cual confirma
además predica una noción de novedad?. al primero, lo ratifica existencialmente
La vida es movimiento, y el movimiento como vivencia y experiencia de lo nuevo.
puede entenderse como dunamis o como El ser humano tiene el privilegio de un
energia, es decir, como algo que contiene nacimiento en dos tiempos: el del biológi-
en sí una fuerza generadora de inicios y co y el del biográfico, siendo este último
comienzos. F. Collin sugiere que la apor- la «segunda oportunidad» que todo el
tación de Arendt en su explicación del mundo merece. Estamos hablando, enton-
concepto de vida consiste en ver en la ces, de un auténtico re-nacimiento, que
fecundidad no solamente continuidad de es tanto una ratificación de mi nacer fác-
lo anterior —una plusvalía— sino un co- tico y una esperanza de aprender lo nue-
mienzo o nuevo inicio. Esto hace que la vo. Anne Michaels ha sabido expresar,
natalidad sea el pasaje y el punto de ar- en su hermosa novela Piezas en fuga, be-
ticulación entre la vida biológica y la vida llamente esta experiencia del segundo
biográfica, entre lo privado y lo público, nacimiento: «Nadie nace una sola vez. Si
entre el trabajo, la labor y la acción. Nos tenemos suerte, volvemos a la superficie
encontramos, pues, ante el concepto cen- en brazos de alguien; o podemos no te-
tral y la piedra angular de todo el edifi- nerla, despertar cuando el largo rabo del
cio del pensamiento aredtiano. terror te roce el interior del cráneo». [27]
Como heredera de la fenomenología,

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


Con el nacimiento, pues, el recién lle-
la cuestión de la natalidad puede enten-
derse, entonces, como la posibilidad de gado toma una iniciativa y rompe la con-
«nacer a uno mismo»: se trata de la cues- tinuidad del tiempo. Nacer es estar en
tión de «ser alguien», de ser un «quién». proceso de llegar a ser, en proceso de un
Pero no hay nacimiento que no sea tribu- devenir en el que el nacido articula su revista española de pedagogía

tario de un nacer de otro. El nacimiento identidad —del nacimiento a la muerte—


se inscribe en la pluralidad de la que es en una cadena de inicios, o sea, de accio-
constitutiva y en la cual introduce un ele- nes y novedades. En suma, es capaz de
mento de heterogeneidad. Nacer a uno acción. Lo que Arendt señala es una idea
mismo es reactivar el momento del naci- muy simple, que podemos formular como
miento. Y es frente al recién nacido, el advertencia: no hay que habitar tanto en
nacido como ese otro, que uno puede en- lo realizado como en el principio de la
tender el anuncio de su propio nacimien- realización, no en el término, sino en lo
to, pues ningún nacido es contemporáneo que da comienzo a todo origen. Por eso
a su propio nacer. El otro, como nacido o Arendt insistía que aunque hemos de mo-
recién nacido, revela en mí y me hace rir, hemos venido a este mundo a iniciar
recordar mi propio nacimiento. Así, la no- algo nuevo, y a propósito de la educación
vedad del nacimiento no es ser una crea- señaló: «La esencia de la educación es la

511
Fernando BÁRCENA

natalidad, el hecho de que en el mundo naciente: aquello que todavía no es nada


hayan nacido seres humanos». [28] y ha de devenir algo; una nada por así
decir «impura», porque contiene la posi-
Este punto es importante. Para bilidad de un algo, de lo que puede crear-
Heidegger, el ser humano es el «ser para se. Y esta creación implica tanto el inicio
la muerte» y el mundo sólo adviene con como pura libertad como, también, la po-
el despliegue del ser; para Arendt, en cam- sibilidad de lo no nacido. Entre ambas se
bio, se trata del «ser para el nacimiento». encuentra el momento de la experiencia
Ella habla, en términos que recuerdan a como apertura al mundo.
Rilke, de innovar el mundo con cada na-
cimiento. Por eso, con el nacimiento el En el nacer, por tanto, llegamos, y en
recién llegado toma una iniciativa y rom- esta llegada nos presentamos ante los de-
pe la continuidad del tiempo. Nacer es más. Esta presencia es un movimiento,
estar en proceso de llegar a ser, en pro- un ir hacia delante: es la experiencia hu-
ceso de un devenir en el que el nacido mana par excellence, lo que nos marca
articula su identidad en una cadena de como seres pre-dispuestos a despertar, a
inicios, de acciones y novedades. Es ca- aparecer, a producir, a empezar. Y eso
paz de acción y por tanto se muestra ante implica tanto ruptura —iniciar de nuevo
los otros: hay una presencia más allá de tras lo que se ha roto— como camino a lo
las palabras. El nacimiento sitúa la vida, por-venir. Todo nacimiento es, así, un re-
pues, no en el «ya-no» de la muerte, sino nacimiento, como dijimos. Y por expre-
en el «aún-no» de lo recién nacido, de lo sar la experiencia de nuestra presencia
que se inicia. El nacimiento no marca,
ante los otros, indica también la posibili-
entonces, un simple arché (literalmente,
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

dad de un nacimiento no finalizado del


un «comienzo»), sino un principium, es
todo, no completado. Nos abrimos al mun-
decir: principio y comienzo. Así, lo que
do y nos mantenemos, por así decir, en
salva al acto del origen de su propia ar-
una permanente zona de llegada, como
bitrariedad es que lleva consigo su pro-
externos al mundo, en el punto
pio principio, o, para ser más precisos,
revista española de pedagogía

antropológico del comienzo. De hecho, se


que origen y principio, principium y prin-
cipio, no sólo son términos relacionados, puede renacer a partir de las propias ce-
sino que son coetáneos. [29] Por eso mis- nizas. Sólo si hay cenizas hay renacimien-
mo, pensar la natalidad, como principio to, sólo si hay dolor existe un parto. En
o como comienzo, es algo así como volver el arco delimitado por el «aún-no» y el
a las fuentes, pensarnos desde la memo- «ya-no», la vida dada por el nacimiento
ria de nuestra condición natal. Pensar es interrogación y va más allá del mundo
educativamente la natalidad es, así, apos- natural. El nacimiento constituye ese tipo
tar por un progreso extraño, que en par- de acontecimiento que reclama de quie-
te camina hacia atrás pero por ello mismo nes ya estaban en el mundo antes de la
prepara lo por-venir, ya que lo «nacien- llegada de los nuevos la facultad de aco-
te» (Aufangende) es inseparable de un gerlos e introducirlos en el mundo. Por
marchar «hacia delante» (Fortgang). Lo eso, escribe Arendt:

512
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

«La educación es el punto en el que nacido comienza su andadura a partir de


decidimos si amamos al mundo lo bas- un fondo dado, a partir de una relación
tante como para asumir una respon- anterior que supera y ante la cual man-
sabilidad por él y así salvarlo de la tiene una relación de discontinuidad. Im-
ruina que, de no ser por la renova- pensable sin sus padres, el hijo, como
ción, de no ser por la llegada de los nacido, les trasciende sin negarlos ni ser
nuevos y los jóvenes, sería inevitable.» atrapado en ellos. Entre el padre y el
[30] hijo, como entre el educador y el educan-
do o el maestro y el discípulo, constitu-
Antes de haber nacido, todo ser hu- yen formas de relación que se fundan en
mano es nombrado, es llamado de algún la discontinuidad del quién. Como dice
modo. Es llamado como se llaman o se Claudio Magris, deben profesar una fe
mandan venir las palabras con las que distinta.
nombramos el mundo. Antes de cada na-
cimiento biológico, el nacido es esperado, Pero también una cuestión política.
imaginado, y en esa espera, es ya sobre- Porque la natalidad es, en el fondo, la
venido. El principio del cambio se encuen- categoría política por excelencia: el naci-
tra en el nacimiento, entendido como lo do, como recién llegado, es el ser que se
originario. Más que lo fundado, es lo que convierte en un «tener que ser» siempre
funda. No es sólo «poder de comienzo», incierto cuya actuación en el mundo sólo
sino el comienzo mismo, y en ese sentido se garantiza como acción espontánea ante
tiene algo de milagroso: el milagro que los otros que ven y son vistos, es decir,
«salva» al mundo de la ruina que le es en condiciones de pluralidad. Como co-
natural. Es en este sentido que la vida menta Arendt en La condición humana

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


humana, como nacida, es «incuestiona- la expresión del totalitarismo es el asesi-
ble». El recién nacido no puede tener una nado de los recién nacidos y su rostro el
vida que precise ser justificada ante otro. de Herodes. Cada nacimiento es una no-
La pregunta que al recién nacido, como vedad, sí, pero recuerda al mismo tiempo
al recién llegado, se le formula no es ¿qué a los que no pudieron continuar. Casi pa-
revista española de pedagogía

haces tú aquí?, o ¿por qué has venido?, rece pedir un Kaddish por el hijo no na-
sino esta otra: ¿quién eres tú?. Aquí se cido. Así lo hace Kertész al considerar su
contiene tanto una teoría de la identidad propia existencia como la posibilidad del
como una cuestión política. ser del (inexistente) hijo y al considerar
la no-existencia del hijo —su imposible
Una teoría de la identidad, en primer nacimiento— como liquidación necesaria
lugar. O lo que es igual, una meditación y radical de su propia existencia. [31] La
sobre los que son un «quién» y un «al- historia comienza con lo que nace, no con
guien». El portador de identidad es el por- lo que termina. La violencia no engendra
tador de iniciativas y de sentido, el que historia, sino el surgimiento del mal, y
no cabe reducir, sin alterarlo, a una defi- por eso hay que sospechar contra todas
nición substancial, a un qué. Como por- las legitimaciones de un sacrificio en el
tador de iniciativas y de un quién, el altar de la historia, como dice Collin: «El

513
Fernando BÁRCENA

crimen desnuda el mundo, extingue la pidiendo solicitud y se retira silencioso si


palabra. Incluso la muerte, inscrita en el no se la concedemos. Esta prueba de la
centro de toda existencia, queda calla- alteridad del recién nacido, vincula a una
da». [32] Matar lo nacido es matar el madre con su hijo por un lazo excepcio-
tiempo y asesinar la palabra que puede nal: pues no se trata de un deseo por un
pronunciarse, como palabra nueva que objeto o por un sujeto, sino de un amor
nombra de nuevo el mundo ya existido. por el otro. [34]
El nacimiento, entonces es, como diji-
mos, superación de un proceso natural, El nacimiento, la natalidad como me-
interrupción y superación de lo que de- táfora expresiva de lo que llega, tiene una
cae. Nacer es tiempo. Es necesitar dispo- ética particular: la ética del don. Lo que
ner de tiempo. Tiempo que contar para se da no vuelve al donante, sino que con-
poder vivir, tiempo que vivir, para poder tinúa, prosigue su propio camino. [35] Es
contar. Nacer es tener que vivir una vida lo que se da después de haber sido acogi-
relatada. do en el propio seno; es lo que emerge
tras el acogimiento, un acogimiento que
Nacer a una vida no es sólo biología, implica una ruptura y una cierta
sino biografía. Es emergencia ante la pre- deconstrucción del que acoge lo nuevo
sencia de los otros con la propia presen- por-venir. Es lo que abre un espacio para
cia con rostro: «Sed sólo vuestro rostro, que el otro pueda nacer. Esta ética es,
dice Agamben. Id al umbral. No sigáis entonces, una ética de la pérdida del tiem-
siendo los sujetos de vuestras facultades po propio en el tiempo del otro. En el
o propiedades, no permanezcáis por de- nacer, por tanto, hay trasgresión de lo ya
bajo de ellas, sino id con ellas, en ellas, dado y su continuidad, pero no simple
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

más allá de ellas». [33] En el nacer se reproducción de lo ya habido. Por eso lo


confirma la fecunda fertilidad de unas nuevo o la novedad del nacimiento no es
vidas anteriores, pero convoca también una creación ex nihilo, sino una dona-
la fertilidad de una biografía o vida ción fértil, es decir: lo que se da.
narrable en el porvenir. Es continuidad
revista española de pedagogía

de una vida y su ruptura, una revolución Todo nacimiento es un inicio y un co-


en la vida y en el mundo ya constituido. mienzo. «Es una acción, y ya que la ac-
Continuidad y novedad, y por eso es ción es la actividad política por
alteridad. excelencia, la natalidad, y no la mortali-
dad, puede ser la categoría central del
En el nacimiento, el nacido altera a pensamiento político, diferenciado del
la madre, y al mismo tiempo el nacido es metafísico» [36] De acuerdo con esto, en-
señal de donación. La prueba de la ma- tender la fenomenología de la política
ternidad, entonces, es la presencia real arendtiana es central para comprender
del recién nacido, al que la mujer delega las claves de su filosofía educativa. La
su ser. Pero lejos de completarla, acaso política se basa, en primer lugar, en este
la altera y la vuelve vulnerable, como el hecho de la pluralidad de los hombres:
otro que, irrumpiendo en el yo, nos mira mientras que puede decirse que Dios ha

514
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

creado al Hombre, los «hombres» son un recordada como algo extraordinario, como
producto humano, terrenal. En segundo una cadena de acontecimientos en los que
término, la política se ocupa de las rela- podemos iniciar algo nuevo. Aunque he-
ciones entre los hombres: un espacio in- mos de morir, no hemos venido a este
teresado, un espacio de relación, de acción mundo solo a morir, sino a iniciar algo
y de discurso entre los hombres. La po- nuevo, dejó escrito también Arendt —con-
lítica surge en este «entre» y se establece tra el mismísimo Heidegger— en La con-
o debe configurarse como relación. Por dición humana. Y entre nuestra entrada
último, es en ese espacio en el que surge, en el mundo por el nacimiento y el «ya
y tiene pleno sentido, la libertad huma- no» de la muerte, la vida, vivida como un
na como capacidad radical de hacer algo relato en el que las cosas que nos pasan
nuevo, de actuar en relación a los demás podemos recordarlas reimaginándolas,
en un espacio plural de aparición [37] contándolas y volviendo a contarlas como
Como dice en otro lugar: «La libertad es un cuento, la vida tiene como fuente de
la causa de que los hombres vivan juntos sí misma el deseo. Porque sabemos que
en una organización política. Sin ella, la moriremos, deseamos; porque sabemos
vida política como tal no tendría sentido» que podemos re-nacer, iniciar algo nue-
[38]. vo, comenzar, deseamos también.

Los análisis que Arendt dedicó a la Como seres de llegada y como seres
«acción» y a la capacidad de iniciar y co- nacidos, nuestro aprender hunde sus raí-
menzar encuentran un adecuado comple- ces en la experiencia de una aventura: la
mento en sus estudios sobre el fenómeno aventura de tener que conducir la vida.
totalitario, ya que el totalitarismo es esa Esta conducción depende de las prome-

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


horrible novedad que rompe el tiempo sas que nos hacen y las que podemos for-
—la idea de la historia como continui- mular por nosotros mismos; promesas que
dad— y que en su vocación de domina- dan pequeñas señales de seguridad en el
ción total impide, en su misma raíz, un incierto futuro, pero promesas, también,
nuevo comienzo en el hombre. El totali- que sabemos, por experiencia, a las que
revista española de pedagogía

tarismo es, en suma, un monumental no es fácil dar cumplimiento. Vivimos en


atentado contra la libertad humana, la la utopía de la promesa y bajo el signo
cual es un atributo esencialmente políti- de la decepción, o sea, en el signo del
co, y no meramente una característica de aprender, porque todo aprender parte de
la voluntad. La libertad es libertad entre un momento inicial de decepción.
los hombres, libertad cuyo sentido sólo
se alcanza, como acabamos de destacar,
en ese espacio interesado que es la esfe-
4. La experiencia del sentido: el
ra pública de aparición y de pluralidad. aprendizaje poético
Deseo retomar ahora, para acabar, la
Entre el nacimiento y la muerte, la discusión anterior en otro plano diferen-
vida se puede desplegar como una narra- te, con la ayuda de Rilke. Hablemos de
tiva, como una historia que merece ser la infancia como poética, es decir, como

515
Fernando BÁRCENA

creación de sentido. Si hay un tema cen- En Los apuntes de Malte Laurids


tral en la poesía de Rilke es la infancia. Brigge, la escritura surge como algo que
[39] Rilke subraya sobre todo su desam- lucha contra el miedo, como narración que
paro y autenticidad existencial. Del «co- procura, ante la vivencia despersona-
razón de la infancia» surge, renovada, la lizante de una ciudad en la que uno ya
tarea del poeta. Es interesante capturar no se reconoce, el logro de una muerte
el tono rilkeano al referirse a la infancia: propia. Aquí, encontramos la pregunta
«Oh infancia, oh fugitiva semejanza,/¿A inquieta cuyo corazón es la infancia:
dónde fue, a dónde?» [40] «¿Qué vida es esta? Sin casa, sin objetos
heredados, sin perros. ¡Si al menos tu-
Rilke contempla la infancia como lo viera recuerdos! Pero ¿quién los tiene?
ausente, como lo ya sido. El poeta inda- Si la infancia estuviese aquí: pero está
ga a base de preguntas, de interrogacio- como enterrada». [43] No hay nada; nada
nes y de exclamaciones frecuentes que nos sostiene; el recuerdo se ha evapora-
evocan un cierto pesar y una cierta pesa- do. Por eso el poeta tiene como misión
dumbre: nostalgia de lo perdido como pen- dar forma a esa nada. Su aprendizaje es
sado como infancia: la formación de la conciencia de ese va-
«Sería bueno meditar mucho, para / cío: el resultado es un aprendizaje del
expresar algo de lo así perdido, / de ver, del contemplar, del mirar. Un apren-
aquellas largas tardes de la infancia / que dizaje al hilo de la escritura del ser pro-
así nunca volvieron... ¿y por qué?» [41] pio del poeta que se experimenta.
Comentando estas ideas, Fernando Cas-
El poeta, desasistido y en brazos de tro dice en El texto íntimo: «La poesía es
la soledad y del dolor —dos situaciones esa capacidad de nombrar que da espa-
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

muy conocidas por el propio Rilke— se cio a acontecimientos que suceden en ese
vive a sí mismo atrapado por la indigen- instante irrepetible». [44]
cia y como sostenido por el abrazo de lo
Al comienzo de sus Elegías de Duino,
que se encuentra olvidado y perdido en
Rilke dice que «no nos sentimos a gusto,
el abismo de la memoria: el recuerdo mis-
revista española de pedagogía

ni seguros, en este mundo interpreta-


mo del tiempo de la vida en su plena do». [45] Cabe pensar que ese mundo es
intensidad. [42] La infancia surge, en- —en ausencia de un grado mínimo de
tonces, como lo dormido en la memoria, conciencia de serlo así— el mundo al que
lo oculto. Y la tarea poética, al tratar de la infancia se enfrenta. Nuestro mundo
evocarla de nuevo, resurge como naci- de adultos está ya interpretado, y vivi-
miento de lo ausente. El poeta, desampa- mos con la compulsión a la simbolización
rado, contempla la infancia como perpetua. Hemos dejado de mirar, como
posibilidad de un renacer, de un resurgir los niños, el mundo en su esplendor y
a partir de la conciencia de una distan- belleza. Hemos huido de la tentación de
cia: la que va del poeta en su situación la inocencia. No somos capaces de con-
actual a la evocación del yo de la niñez templar el mismo árbol cada mañana de
libre y espontánea. nuevo. Hay un poema de Alberto Caeiro,

516
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

un heterónimo de Pessoa, que expresa torpe, miramos el mundo como por pri-
muy bien esta idea: «Lo esencial es saber mera vez hincándole nuestra imaginación
ver,/ saber ver sin estar pensando,/ saber en su corazón dormido.
ver cuando se ve,/ y no pensar cuando se
ve/ ni ver cuando se piensa.» [46] El tiempo de la infancia, para el poe-
ta, es entonces el tiempo ya ido, el tiem-
«¡Tristes de nosotros —se lamenta el po fugitivo, aquél por el que sólo cabe
Guardador de rebaños— que llevamos el preguntar, como hace Rilke, «¿A dónde
alma vestida!». Sí: ese mundo interpre- fue?» Mirar ese tiempo es contemplar un
tado viste nuestra adulta alma, y la en- abismo en penumbra que convoca la nos-
cadena a una conciencia cuya única talgia. Contrasta con ese tiempo de la
posibilidad es re-crear el significado, pero infancia fugitiva la contemplación de los
no inventar de nuevo el mundo. Estamos objetos de la infancia en la que esta que-
condenados a no renacer. En su corres- da capturada y extrañamente perdura-
pondencia con Benvenuta, podemos leer: ble. ¿Está verdaderamente la infancia en
el «alma de las muñecas»? «El tiempo con-
«Antaño lo vivíamos todo puesto gelado de la muñeca —comenta Fernan-
que éramos menores de edad, creo que do Castro— inicia a la soledad y a la
vivíamos el pavor en su totalidad sin intransitividad del deseo». [48]
saber que era pavor, la alegría en su
totalidad sin intuir que existía una La muñeca o el osito, el juguete acari-
alegría demasiado rica para nuestros ciado y conversado de la infancia, ya no
corazones (...) y tal vez experimentá- pueden comunicar sino su propio silen-
bamos el amor total». [47] cio, nos transmiten una ausencia. Han

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


perdido su voz, su palabra ya no es audi-
El olvido de ese vivir todo, la expe- ble, sus besos y caricias ya no se sienten.
riencia de una totalidad intensa parece Es, sí, el recuerdo de un afecto, la memo-
la condición de quien habita un mundo ria de un deseo, la imagen de una pa-
interpretado. Un mundo cuyo sentido ori- sión, pero es tiempo fugitivo que
revista española de pedagogía

ginal ya no podemos crear...salvo que se transmite mudo ese afecto, ese deseo, esa
dé una condición, una muy simple y ele- pasión, esa intensidad de vida.
mental. Como decía Borges recordando
un pensamiento del obispo Berkeley, el Dirección del autor: Fernando Bárcena, Facultad de Edu-
sabor de la manzana no está ni en la cación, P.º Juan XXIII s/n, 28040 Madrid.
boca que la muerde ni en la carnosidad Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
de la manzana, sino en el encuentro en- lo: 13.IX.2002.
tre ambas. Y es que un beso necesita dos
labios, el amor erótico dos cuerpos y sus
silencios extasiados. Y la creación de la
lectura un libro y el lector apropiado. Por
eso, el mundo se inventa de nuevo cuan-
do, con mirada de niño y lenguaje quizá

517
Fernando BÁRCENA

Notas bajo la figura de la infancia, se puede encontrar en:


LARROSA, J. (1997) El enigma de la infancia, o lo
que va de lo imposible a lo verdadero, en LARROSA,
[1] Algunos estudios interesados en el uso arendtiano J. y PÉREZ DE LARA, N. (Comps.) Imágenes del otro,
del concepto de «natalidad» son: ENEGRÉN, A. (1984) pp.65-66 (Barcelona, Virus Editorial); LARROSA, J.
La pensée politique de Hannah Arendt (París, PUF); (2001) Dar la palabra. Notas para una dialógica de la
BEINER, R. (1984) Acting, Natality and Citizenship: transmisión, en LARROSA, J. y SKILIAR, C. (Eds.) Ha-
Hannah Arendt´s Concept of Freedom, en PELCZYNSKI, bitantes de Babel. Políticas y poéticas de la diferen-
Z. y GRAY, J. (Eds.) Conceptions of Liberty in Political cia, pp. 411-431, (Barcelona, Alertes).
Philosophy, pp. 349-375 (Londres, The Athlone Press);
BELLARDINELLI, S. (1984) Natalità e Azione in Hannah [12] Hay que matizar aquí algo importante. Al hablar de la
Arendt (primera parte), La Nottola, n.º 3, pp. 25-39 «experiencia» como algo que se hace, y que no sim-
y BELLARDINELLI, S. (1985) Natalità e Azione in plemente se tiene, nos referimos al sentido «tradicio-
Hannah Arendt (segunda parte), La Nottola, n.º 4, nal» de la experiencia, el que todavía Montaigne
pp. 43-57; BOWEN-MOORE, P.(1989) Hannah Arendt´s defiende en sus Ensayos, y no al sentido moderno de
Philosophy of Natality, (Londres, Macmillan); la experiencia, es decir: aquello en lo que uno no se
MASSCHELEIN, J. (1990) L´éducation comme action. adentra sino después de tener sus certezas. Nuestro
A propos de la pluralité et de la naissance», defensa de la experiencia, por tanto, remite a la fór-
Orientamenti Pedagogici, 37:4, Luglio-agosto, pp. 760- mula de Esquilo del aprender del padecer, fórmula
771. que indica que nos hacemos sabios a través del daño,
tras «sufrir» las experiencias, y que sólo en la decep-
[2] ARENDT, H. (2001) El concepto de amor en San ción llegamos a conocer adecuadamente las cosas y
Agustín , p. 78 (Madrid, Ediciones Encuentro). aprendemos los límites de lo humano, su condición
finita, las barreras que nos separan de lo divino. Ver:
[3] ARENDT, H. (1951) The Origins of Totalitarianism (Nue- GADAMER, H.-G. (1991) Verdad y método , pp. 432-
va York, Harcourt, Brace & Co.) Traducción española: 433 (Salamanca, Sígueme) y AGAMBEN, G. (1989)
Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1998, Enfance et histoire (París, Payot).
p. 565. Siempre que se cite esta obra se hará por
esta última edición, salvo que se indique lo contrario. [13] Soy consciente de que una teoría de los aconteci-
mientos es un punto de partida complicado, hasta
[4] ARENDT, H. (1993) La condición humana, p. 23 (Bar- donde el acontecimiento es aquello que, por princi-
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

celona, Paidós, 1993). pio, se escapa a toda teorización posible, en el senti-


do moderno-cartesiano, tanto de la palabra «teoría»
[5] ROSENZWEIG, F. (1997) La estrella de la Reden- como de la noción de «experiencia». Como no puedo
ción, p. 89 (Salamanca, Sígueme). en este artículo abordar esta dificultad como se me-
rece, me limito a señalar el problema y a proponer
[6] RILKE, R.M. (1996) Cartas a un joven poeta, p. 12 que una teoría del acontecimiento, como yo lo veo,
(Barcelona, Obelisco). no puede sino aspirar a tratar de comprender desde
revista española de pedagogía

dentro de la misma experiencia de lo que acontece lo


[7] MANGUEL, A. (2001) En el bosque del espejo. Ensa-
que desde fuera —un discurso teórico— solo bor-
yos sobre las palabras y el mundo, pp. 26-27 (Ma-
dearía.
drid, Alianza).
[14] Cfr. AGAMBEN, G. (1989) Enfance et histoire, o. c.
[8] ZAMBRANO, M. (1995) El saber de experiencia (No-
tas inconexas), en Las palabras del regreso, p. 15 [15] Ver el excelente libro de COURTINE-DENAMY, S. (1999)
(Salamanca, Amarú Ediciones). Le souci du monde (París, Vrin).
[9] Cfr. STEINER, G. (2001) Gramáticas de la creación, [16] FINKIELKRAUT, A. (2001) La ingratitud. Conversacio-
p. 15 (Madrid, Siruela). nes sobre nuestro tiempo, p. 123 (Barcelona, Ana-
grama).
[10] GARCÍA CARRASCO, J. y DEL DUJO, A. (2001) Teoría
de la educación II. Procesos primarios de formación [17] ARENDT, H. (1998) Los orígenes del totalitarismo,
del pensamiento y la acción, p. 62 (Salamanca, Edi- p. 565 (Madrid, Taurus).
ciones Universidad de Salamanca).
[18] ARENDT, H. (1998) Los orígenes del totalitarismo,
[11] La problematización pedagógica del acontecimiento, o.c., p. 580.

518
Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo

[19] AGAMBEN, G. (2001) Medios sin fin. Notas sobre la [31] Ver, KERTESZ, I. (2001) Kaddish por el hijo no naci-
política, p. 18 (Valencia, Pre-Textos). do, p. 88 (Barcelona, El Acantilado).

[20] Así se expresa Heidegger en una carta dirigida a [32] COLLIN, F. (2000) Nacer y tiempo. Agustín en el
Hannah Arendt escrita el 13.V.1925: «¿Sabes qué es pensamiento arendtiano, en BIRULÉS, F. (Comp.)
lo más difícil que al ser humano le está dado cargar? Hannah Arendt. El orgullo de pensar, p. 92 (Barcelo-
Para todo lo demás hay caminos, ayuda, límites y na, Gedisa).
comprensión —sólo aquí todo significa: estar en el [33] AGAMBEN, G. (2001) El rostro, en Medios sin fin, p.
amor = estar empujado a la existencia más propia. 86 (Valencia, Pre-Textos).
Amo significa volo, ut sis, dice san Agustín en un
momento: te amo - quiero que seas lo que eres». [34] KRISTEVA, J. (1999) Le génie féminin, I. Hannah
ARENDT, H/ HEIDEGGER, M. (2000), Corresponden- Arendt, p. 83 (París, Fayard).
cia, 1925-1975, p. 31 (Barcelona, Herder).
[35] Escribe Derrida que el don, lo que se da, es lo que
[21] Se trata de un fragmento del poema XXIV del Guar- interrumpe la economía, lo que ya no da lugar al
dador de Rebaños, incluido en: PESSOA, F. (2000) intercambio: «Si hay don, lo dado del don (...) no
Poesías completas de Alberto Caeiro, p. 115 (Valen- debe volver al donante». DERRIDA, J. (1995) Dar (el)
cia, Pre-Textos). tiempo, p. 17 (Barcelona, Paidós).

[36] ARENDT, H. (1993) La condición humana, o. c., p.


[22] RILKE, R. M. (2000) Diarios de juventud, p. 36 (Va-
23.
lencia, Pre-Textos).
[37] Cfr. ARENDT, H. (1997) Fragmento I. ¿Qué es la
[23] MAGRIS, C. (1993) ¿Cuándo es el presente? Rilke política?, en ¿Qué es la política?, pp. 15-57 (Barcelo-
ante y tras las palabras, en El anillo de Clarisse, pp. na, Paidós).
202 y ss. (Barcelona, Península).
[38] ARENDT, H. (1996) ¿Qué es la libertad?, en Entre el
[24] COLLIN, F. (2000) Nacer y tiempo. Agustín en el pasado y el futuro, o.c., p. 158.
pensamiento arendtiano, en BIRULÉS, F. (Comp.)
Hannah Arendt. El orgullo de pensar, p. 84 (Barcelo- [39] En lo que sigue me he basado en el excelente ensa-
na, Gedisa). yo: CASTRO, F. (1993) El texto íntimo. Rilke, Kafka,
Pessoa, pp. 15-57 (Madrid, Tecnos).

año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520


[25] JUARROZ, R. (2000) Poesía y Realidad, p. 17 (Valen-
cia, Pre-textos). [40] Poema perteneciente a El libro de las imágenes y
recogido en: CAÑETE, B. (1984) Rilke, pp. 144-147
[26] Resumo aquí los argumentos de la autora citada en: (Madrid, Júcar).
COLLIN, F. (1999) L’Homme est-il devenu superflue?, [41] RILKE, R.M. (1998) Infancia, en Nuevos poemas, I, ,
pp. 188 y ss. (París, Odile Jacob). p. 109 (Madrid, Hiperión). revista española de pedagogía

[27] MICHAELS, A. (1997) Piezas en fuga, p. 13 (Ma- [42] «Aún nos acordamos...quizás en una lluvia, / pero ya
drid, Alfaguara). no sabemos lo que eso significa; / nunca más estuvo
la vida tan llena / de encuentros, de volverse a ver,
[28] ARENDT, H. (1996) La crisis en la educación, en de seguir avanzando / como entonces, cuando no
Entre el pasado y el futuro, p. 186 (Barcelona, Penín- nos sucedía más / que lo que sucede a una cosa y a
sula). un animal: / vivíamos entonces lo suyo como huma-
no / y nos llenábamos hasta el borde de figuras.»
[29] Como dice Steiner: «El concepto de ‘principio’ con-
tiene etimnológica y conceptualmente el de inicio. La [43] RILKE, R. M. (1996) Los apuntes de Malte Laurids
‘forma del inicio’ es un principio (...) El ser que toma Brigge, p. 16 (Madrid, Alianza).
conciencia de sí mismo ist das Aufangende, ‘es el
proceso de comenzar’», o dicho hegelianamente: [44] CASTRO, F. (1993) El texto íntimo, o.c., p. 18.
«pura presencia». STEINER, G. (2001) Gramáticas de [45] RILKE, R.M. (1999) Elegías de Duino, p. 15 (Madrid,
la creación, o. c., p. 123. Hiperión).
[30] ARENDT, H. (1996) La crisis en la educación, o.c., [46] PESSOA, F. (2000) Poesías completas de Alberto
p. 208. Caeiro, p. 115 (Valencia, Pre-Textos, 2000).

519
Fernando BÁRCENA

[47] RILKE, R. M. (1989) Cartas a Benvenuta, p. 77 (Bar- the perspective of the poetic knowledge
celona, Grijalbo).
to think the education under the figure
[48] CASTRO, F. (1993) El texto íntimo, o.c., p. 25. of the childhood, like original time of the
experience, and the event like anthro-
pological experience of the beginning.
Resumen:
Educación y experiencia en el apren- Key Words: Experience and Education.
dizaje de lo nuevo Poetic education. Childhood and edu-
cation
Este artículo intenta un análisis filo-
sófico de la idea «natalidad» a partir de
una lectura pedagógica de la filosofía de
la educación como acontecimiento. Lo que
toma la forma del «acontecimiento» es lo
inenarrable y lo indecible por impensa-
ble de acuerdo a las categorías lógicas
tradicionales. En este sentido, el propó-
sito de este artículo será recuperar la
perspectiva del conocimiento poético para
pensar la educación bajo la figura de la
infancia, como tiempo original de la ex-
periencia, y del acontecimiento como ex-
periencia antropológica del comienzo.
año LX, n.º 223, septiembre-diciembre 2002, 501-520

Descriptores: Experiencia y educación.


Poética de la educación. Infancia y edu-
cación.

Summary:
revista española de pedagogía

Education and Experiencie in the


learning of beginning

This article tries a philosophical


analysis of the idea «natality» from a
pedagogical reading of the philosophy of
the education like event. What takes the
form of the «event» is the inexpressible
thing and unspeakable by the
unthinkable according to the categories
traditional logics. In this sense, the
intention of this article will be to recover

520

Vous aimerez peut-être aussi