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Educación y experiencia
en el aprendizaje de lo nuevo
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Fernando BÁRCENA
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«No hay nada menos apropiado —la experiencia que hacemos con el mun-
para aproximarse a una obra de arte do y la experiencia que el mundo hace en
que las palabras de la crítica: de ellas nosotros— nos proporciona un saber de
se derivan siempre malentendidos más experiencia, al mismo tiempo que se deja
o menos desafortunados. Las cosas no nombrar mediante las palabras y se hace
son tan comprensibles ni tan formu- por ello pensable. Sólo que lo grave de
lables como se nos quiere hacer creer este «saber de experiencia» es que, si es
casi siempre; la mayor parte de los verdadero, como decía María Zambrano,
acontecimientos son indecibles, se de- «llega después, no sirve y es intrasferi-
sarrollan en un ámbito donde nunca ble». [8] probablemente, entonces, lo que
ha penetrado la palabra. Y lo máxi- en realidad sucede es que el verdadero
mamente indecible son las obras de acontecimiento, la auténtica experiencia,
arte, existencias llenas de misterio se deja nombrar y pensar de otro modo,
cuya vida, en contraste con la nues- de una forma que no es estrictamente ni
tra, tan efímera, perdura». [6] exclusivamente conceptual, esto es, por
unas palabras y por un pensamiento de
De acuerdo con el poeta, la indecibili- un orden distinto, quizá de un palabra
dad del acontecimiento se explica por su pensada —es decir, de un logos— que se
resistencia misma a ser nombrado me- sitúa en el orden de lo poético.
diante la palabra. Aquello en lo que la
palabra todavía no puede penetrar es, jus- Este orden poético nos proporciona
tamente, el espacio mismo de la expe- una gramática nueva; dicho con G.
riencia, porque primero viene la Steiner, esta gramática es una organiza-
experiencia y luego la palabra que la ción articulada de la percepción, la re-
«El interés del pedagogo por el su- De acuerdo con esta caracterización,
jeto se centra en aportar contenidos abordar el análisis de la educación como
de conciencia y en favorecer el posi- acontecimiento nos obliga a repensar lo
cionamiento del sujeto respecto a esos que, desde el punto de vista del mundo
contenidos; en última instancia, la on- de la vida, configura la experiencia hu-
tología de los procesos educacionales mana del aprender. Como aquello que nos
viene dada por el sistema de sucesos da a pensar, la educación es la experien-
en la subjetividad y la Pedagogía que- cia del aprendizaje de lo nuevo, de lo iné-
da constituida por el sistema de ac- dito, de lo extraño. Como aquello a través
ciones que pretenden favorecer de lo cual hacemos experiencia en noso-
acontecimientos en la subjetivi- tros, la educación es la experiencia del
dad». [10] aprendizaje del padecer, de la pasión y
del dolor. Y, finalmente, por ser lo que
Pues bien, dentro de este marco ex-
rompe la continuidad del tiempo, la edu-
plicativo mi propósito será recuperar la
cación es la experiencia del aprendizaje
noción de natalidad desde una filosofía
de la decepción y de un cierto desencan-
de la educación que considera la forma-
ción bajo la figura de la infancia como to. Este artículo se inscribe en este pro-
tiempo inaugural donde cabe recuperar yecto de pensar la educación bajo una
la experiencia como espacio propicio para «teorización» del acontecimiento [13] jus-
la experiencia antropológica del comien- tamente en la primera de las dimensio-
zo. [11] Pensar la educación en estos tér- nes del aprender: el aprendizaje de lo
minos es pensar tres dimensiones nuevo. Este aprender hunde sus raíces
esenciales de la experiencia educativa. Un en nuestra condición natal, en el hecho
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acontecimiento, que por su propia natu- de que llegamos al mundo por el naci-
raleza es una irrupción de lo imprevisto miento y en la tesis de que la infancia
y extraordinario es, por un lado, lo que del hombre es el origen del tiempo y de
da a pensar; no aquello acerca o sobre lo la historia, el lugar propio en el cual po-
cual pensamos, sino lo que nos da la opor- demos recuperar la posibilidad de hacer
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Frente a esa pretensión totalitaria Esa es la fórmula bajo la cual los pa-
—fabricar un nuevo tipo de humanidad dres podemos comenzar a entender lo que
sustituyendo la individualidad por una significa amar a nuestros hijos, o la fór-
categoría, antes la «especie» o el «miem- mula bajo la cual los amantes se aman y
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bro del partido», ahora el «ciudadano com- la fórmula que el totalitarismo, el de an-
petente»— Arendt lo que propone es que tes y el de ahora, definitivamente desco-
pensemos con toda la seriedad del mun- noce. Meditar sobre la infancia es
do algo tan simple como lo siguiente: «Con meditar, entonces, sobre lo que, tal vez,
cada nuevo nacimiento nace un nuevo co- podemos aprender a amar como lo que
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consiste precisamente en un uso del len- buye al mundo fabricando, sino amando.
guaje en el que la vida y el sentido sigue [24] No simplemente re-creándolo, sino
latiendo, es decir, en un empleo del len- inventándolo.
guaje desnudo ya de la autoridad adulta,
de la cultura organizada. Es aquí donde Inventar el mundo es aprender a nom-
el lenguaje hace su crisis, una que envía brarlo de nuevo a través de palabras que
a Rilke en busca de una lengua en la que abren fracturas en él. A través de esas
parecen hablar las cosas mudas. [23] grietas damos un nuevo sentido al mun-
do. Creo que es la palabra poética el tipo
A estas alturas, infancia y natalidad de palabra que conserva el «oro de la in-
ya se han juntado, parecen ideas fancia» del que hablé antes. Esta pala-
indistinguibles. Pero voy a separarlas bra poética rompe lo establecido por un
para poder dibujar con mayor claridad el lenguaje adulto que se presenta, como el
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lenguaje del padre, como lenguaje orga- devenir. Es el tiempo de un tiempo ins-
nizado y autorizado. La palabra poética crito en un decir, no en lo dicho. El tiem-
de la que hablo es la palabra que, como po de la finitud es el tiempo referido a
dice Juarroz, abre la escala de lo real: las cosas que se dicen y a las palabras
«La poesía abre la escala de lo real (espa- que se pronuncian y que nunca son, en
cio, tiempo, espíritu, ser, no ser) y cambia su decir y en su hacer, siempre las mis-
la vida, el lenguaje, la visión o experiencia mas. Se trata, entonces, de un tiempo
del mundo, la posibilidad de cada uno, su provisional, de un tiempo en el que las
disponibilidad de creación». [25] cosas no duran para siempre justo por-
que podemos hacer o decir otras nuevas
Se dice que los niños no tienen me- cosas.
moria y que los jóvenes no recuerdan,
sino que tan sólo viven. Y es justamente 3. La experiencia de la llegada: el
por esta razón por lo que el tiempo de la aprendizaje de lo nuevo
infancia es el tiempo desnudo de la expe-
El motivo del nacimiento, dice
riencia, porque la experiencia está siem-
Françoise Collin, recorre toda la obra de
pre desnuda. Primero viene la experiencia
Hannah Arendt aderezándose de referen-
y luego las palabras que encontramos
cias que provienen tanto de la teología
para nombrarla. Si el tiempo de la infan-
como de la filosofía y la mitología. [26]
cia es un tiempo que se vive pero que
Con cada nuevo nacimiento viene al mun-
aleja de la vida vivida en ese tiempo la
memoria, precisamente es, también, el do la posibilidad de un nuevo comienzo,
tiempo en el que la experiencia que ha- virtualmente un nuevo mundo, decía
cemos será después fuente del deseo de Arendt. Y no se trata sólo de que el hom-
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que tiene su asiento en un fenómeno na- men, por el mero hecho de haber nacido,
tural y biológico como es el nacimiento invita a pensar es en algo elemental, pero
para explicar la naturaleza de la vida de de enorme importancia: que el nacimien-
la polis, que es un fenómeno humano que to es lo originario, y por tanto no debe
va más allá de naturaleza? ¿Cómo expli- cuestionarse. Quien se ve obligado a te-
car la advertencia de Arendt de que ni la ner que justificar su nacimiento trans-
natalidad ni la mortalidad son elemen- forma su vida en algo superfluo. La vida
tos meramente naturales, sino que se si- humana, qua humana, no es un porqué,
túan en el espacio del sentido, hechos una razón, sino un «sin por qué», un don.
tanto del lenguaje como del cuerpo? Qui- Programada o no, cada nacimiento es un
zá un principio de respuesta a estos hiato en la cadena, un inicio, un comien-
interrogantes lo podamos encontrar en zo, un momento de pura libertad.
aquello que escribía Rahel Varnhagen,
cuya vida biografió la propia Arendt: «Mi A la luz de la polis griega, tal y como
vida comenzó antes de mi nacimiento». Y Arendt la presenta probablemente idea-
es que un niño, un infante, es llamado, lizándola, la natalidad se descompone en
nombrado, narrado antes de su aparición dos secuencias «sexuadas». Una secuen-
en el mundo, antes de su mismo nacer cia natural —la simple reproducción de
fáctico. La infancia es anticipada antes la vida (zoê) y una secuencia poiético-
del nacimiento. práxica y simbólica (bios). Mientras la
primera secuencia es asumida por las
El tema de la natalidad es, pues, cen- mujeres en la esfera del hogar, la segun-
tral en el pensamiento arendtiano, y su da emerge en el espacio público del ágo-
«anacronía» no es tanto retrospectiva ra masculino. Ahora bien, Arendt insiste
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como prospectiva. Aunque pueda apare- en que el milagro que salva al mundo de
cer a los ojos del lector de Arendt como la ruina normal natural es la natalidad,
una reliquia del pensamiento tradicional, en la cual se enraíza ontológicamente la
lo cierto es que anuncia la necesidad de facultad de actuar, la acción. Así, el he-
un avance, el punto mismo que anuncia cho de la natalidad no es solamente un
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haces tú aquí?, o ¿por qué has venido?, rece pedir un Kaddish por el hijo no na-
sino esta otra: ¿quién eres tú?. Aquí se cido. Así lo hace Kertész al considerar su
contiene tanto una teoría de la identidad propia existencia como la posibilidad del
como una cuestión política. ser del (inexistente) hijo y al considerar
la no-existencia del hijo —su imposible
Una teoría de la identidad, en primer nacimiento— como liquidación necesaria
lugar. O lo que es igual, una meditación y radical de su propia existencia. [31] La
sobre los que son un «quién» y un «al- historia comienza con lo que nace, no con
guien». El portador de identidad es el por- lo que termina. La violencia no engendra
tador de iniciativas y de sentido, el que historia, sino el surgimiento del mal, y
no cabe reducir, sin alterarlo, a una defi- por eso hay que sospechar contra todas
nición substancial, a un qué. Como por- las legitimaciones de un sacrificio en el
tador de iniciativas y de un quién, el altar de la historia, como dice Collin: «El
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creado al Hombre, los «hombres» son un recordada como algo extraordinario, como
producto humano, terrenal. En segundo una cadena de acontecimientos en los que
término, la política se ocupa de las rela- podemos iniciar algo nuevo. Aunque he-
ciones entre los hombres: un espacio in- mos de morir, no hemos venido a este
teresado, un espacio de relación, de acción mundo solo a morir, sino a iniciar algo
y de discurso entre los hombres. La po- nuevo, dejó escrito también Arendt —con-
lítica surge en este «entre» y se establece tra el mismísimo Heidegger— en La con-
o debe configurarse como relación. Por dición humana. Y entre nuestra entrada
último, es en ese espacio en el que surge, en el mundo por el nacimiento y el «ya
y tiene pleno sentido, la libertad huma- no» de la muerte, la vida, vivida como un
na como capacidad radical de hacer algo relato en el que las cosas que nos pasan
nuevo, de actuar en relación a los demás podemos recordarlas reimaginándolas,
en un espacio plural de aparición [37] contándolas y volviendo a contarlas como
Como dice en otro lugar: «La libertad es un cuento, la vida tiene como fuente de
la causa de que los hombres vivan juntos sí misma el deseo. Porque sabemos que
en una organización política. Sin ella, la moriremos, deseamos; porque sabemos
vida política como tal no tendría sentido» que podemos re-nacer, iniciar algo nue-
[38]. vo, comenzar, deseamos también.
Los análisis que Arendt dedicó a la Como seres de llegada y como seres
«acción» y a la capacidad de iniciar y co- nacidos, nuestro aprender hunde sus raí-
menzar encuentran un adecuado comple- ces en la experiencia de una aventura: la
mento en sus estudios sobre el fenómeno aventura de tener que conducir la vida.
totalitario, ya que el totalitarismo es esa Esta conducción depende de las prome-
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muy conocidas por el propio Rilke— se cio a acontecimientos que suceden en ese
vive a sí mismo atrapado por la indigen- instante irrepetible». [44]
cia y como sostenido por el abrazo de lo
Al comienzo de sus Elegías de Duino,
que se encuentra olvidado y perdido en
Rilke dice que «no nos sentimos a gusto,
el abismo de la memoria: el recuerdo mis-
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un heterónimo de Pessoa, que expresa torpe, miramos el mundo como por pri-
muy bien esta idea: «Lo esencial es saber mera vez hincándole nuestra imaginación
ver,/ saber ver sin estar pensando,/ saber en su corazón dormido.
ver cuando se ve,/ y no pensar cuando se
ve/ ni ver cuando se piensa.» [46] El tiempo de la infancia, para el poe-
ta, es entonces el tiempo ya ido, el tiem-
«¡Tristes de nosotros —se lamenta el po fugitivo, aquél por el que sólo cabe
Guardador de rebaños— que llevamos el preguntar, como hace Rilke, «¿A dónde
alma vestida!». Sí: ese mundo interpre- fue?» Mirar ese tiempo es contemplar un
tado viste nuestra adulta alma, y la en- abismo en penumbra que convoca la nos-
cadena a una conciencia cuya única talgia. Contrasta con ese tiempo de la
posibilidad es re-crear el significado, pero infancia fugitiva la contemplación de los
no inventar de nuevo el mundo. Estamos objetos de la infancia en la que esta que-
condenados a no renacer. En su corres- da capturada y extrañamente perdura-
pondencia con Benvenuta, podemos leer: ble. ¿Está verdaderamente la infancia en
el «alma de las muñecas»? «El tiempo con-
«Antaño lo vivíamos todo puesto gelado de la muñeca —comenta Fernan-
que éramos menores de edad, creo que do Castro— inicia a la soledad y a la
vivíamos el pavor en su totalidad sin intransitividad del deseo». [48]
saber que era pavor, la alegría en su
totalidad sin intuir que existía una La muñeca o el osito, el juguete acari-
alegría demasiado rica para nuestros ciado y conversado de la infancia, ya no
corazones (...) y tal vez experimentá- pueden comunicar sino su propio silen-
bamos el amor total». [47] cio, nos transmiten una ausencia. Han
ginal ya no podemos crear...salvo que se transmite mudo ese afecto, ese deseo, esa
dé una condición, una muy simple y ele- pasión, esa intensidad de vida.
mental. Como decía Borges recordando
un pensamiento del obispo Berkeley, el Dirección del autor: Fernando Bárcena, Facultad de Edu-
sabor de la manzana no está ni en la cación, P.º Juan XXIII s/n, 28040 Madrid.
boca que la muerde ni en la carnosidad Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
de la manzana, sino en el encuentro en- lo: 13.IX.2002.
tre ambas. Y es que un beso necesita dos
labios, el amor erótico dos cuerpos y sus
silencios extasiados. Y la creación de la
lectura un libro y el lector apropiado. Por
eso, el mundo se inventa de nuevo cuan-
do, con mirada de niño y lenguaje quizá
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[19] AGAMBEN, G. (2001) Medios sin fin. Notas sobre la [31] Ver, KERTESZ, I. (2001) Kaddish por el hijo no naci-
política, p. 18 (Valencia, Pre-Textos). do, p. 88 (Barcelona, El Acantilado).
[20] Así se expresa Heidegger en una carta dirigida a [32] COLLIN, F. (2000) Nacer y tiempo. Agustín en el
Hannah Arendt escrita el 13.V.1925: «¿Sabes qué es pensamiento arendtiano, en BIRULÉS, F. (Comp.)
lo más difícil que al ser humano le está dado cargar? Hannah Arendt. El orgullo de pensar, p. 92 (Barcelo-
Para todo lo demás hay caminos, ayuda, límites y na, Gedisa).
comprensión —sólo aquí todo significa: estar en el [33] AGAMBEN, G. (2001) El rostro, en Medios sin fin, p.
amor = estar empujado a la existencia más propia. 86 (Valencia, Pre-Textos).
Amo significa volo, ut sis, dice san Agustín en un
momento: te amo - quiero que seas lo que eres». [34] KRISTEVA, J. (1999) Le génie féminin, I. Hannah
ARENDT, H/ HEIDEGGER, M. (2000), Corresponden- Arendt, p. 83 (París, Fayard).
cia, 1925-1975, p. 31 (Barcelona, Herder).
[35] Escribe Derrida que el don, lo que se da, es lo que
[21] Se trata de un fragmento del poema XXIV del Guar- interrumpe la economía, lo que ya no da lugar al
dador de Rebaños, incluido en: PESSOA, F. (2000) intercambio: «Si hay don, lo dado del don (...) no
Poesías completas de Alberto Caeiro, p. 115 (Valen- debe volver al donante». DERRIDA, J. (1995) Dar (el)
cia, Pre-Textos). tiempo, p. 17 (Barcelona, Paidós).
[27] MICHAELS, A. (1997) Piezas en fuga, p. 13 (Ma- [42] «Aún nos acordamos...quizás en una lluvia, / pero ya
drid, Alfaguara). no sabemos lo que eso significa; / nunca más estuvo
la vida tan llena / de encuentros, de volverse a ver,
[28] ARENDT, H. (1996) La crisis en la educación, en de seguir avanzando / como entonces, cuando no
Entre el pasado y el futuro, p. 186 (Barcelona, Penín- nos sucedía más / que lo que sucede a una cosa y a
sula). un animal: / vivíamos entonces lo suyo como huma-
no / y nos llenábamos hasta el borde de figuras.»
[29] Como dice Steiner: «El concepto de ‘principio’ con-
tiene etimnológica y conceptualmente el de inicio. La [43] RILKE, R. M. (1996) Los apuntes de Malte Laurids
‘forma del inicio’ es un principio (...) El ser que toma Brigge, p. 16 (Madrid, Alianza).
conciencia de sí mismo ist das Aufangende, ‘es el
proceso de comenzar’», o dicho hegelianamente: [44] CASTRO, F. (1993) El texto íntimo, o.c., p. 18.
«pura presencia». STEINER, G. (2001) Gramáticas de [45] RILKE, R.M. (1999) Elegías de Duino, p. 15 (Madrid,
la creación, o. c., p. 123. Hiperión).
[30] ARENDT, H. (1996) La crisis en la educación, o.c., [46] PESSOA, F. (2000) Poesías completas de Alberto
p. 208. Caeiro, p. 115 (Valencia, Pre-Textos, 2000).
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[47] RILKE, R. M. (1989) Cartas a Benvenuta, p. 77 (Bar- the perspective of the poetic knowledge
celona, Grijalbo).
to think the education under the figure
[48] CASTRO, F. (1993) El texto íntimo, o.c., p. 25. of the childhood, like original time of the
experience, and the event like anthro-
pological experience of the beginning.
Resumen:
Educación y experiencia en el apren- Key Words: Experience and Education.
dizaje de lo nuevo Poetic education. Childhood and edu-
cation
Este artículo intenta un análisis filo-
sófico de la idea «natalidad» a partir de
una lectura pedagógica de la filosofía de
la educación como acontecimiento. Lo que
toma la forma del «acontecimiento» es lo
inenarrable y lo indecible por impensa-
ble de acuerdo a las categorías lógicas
tradicionales. En este sentido, el propó-
sito de este artículo será recuperar la
perspectiva del conocimiento poético para
pensar la educación bajo la figura de la
infancia, como tiempo original de la ex-
periencia, y del acontecimiento como ex-
periencia antropológica del comienzo.
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