Vous êtes sur la page 1sur 3

La Transtextualidad: Otra vuelta de Tuerca

Por: Gabriel Cáceres

La transtextualidad en palabras de Genette es “Todo lo que pone un texto en


relación, ya sea manifiesto o secreto, con otros textos.” (Genette, 1992), un
recurso que se lleva siendo usado desde que se estableció lo que puede ser
considerado “un clásico”, autores que deciden usar historias ya escritas como
base de nuevas obras siendo un ejemplo muy claro “Prometeo Encadenado”
llevando a un mito a otro nivel.

Aunque si bien este recurso es bastante antiguo podemos verlo aun en obras
bastante más actuales que los griegos llevando a autores latinoamericanos
como Borges, Cortázar o Palacio “buscarle la cuarta pata al gato” en mitos tan
conocidos como el de Circe, el Minotauro, el de Cronos o incluso el de Odiseo.

Tenemos pues como primer ejemplo, y el más evidente a mi parecer, el del


Minotauro con el cuento de Borges “La Casa de Asterión”, que se encarga de
convertir a un monstruo depravado que comía gente, como nos es presentado
por la el estudio de Robert Graves en su libro “Los mitos griegos”, en una
víctima de la avaricia de su padre, pecados que, por cierto, desconoce, y cae
un poco en la tranquilidad, derivada en lo que parece un aburrimiento, que solo
la soledad puede darnos como Hesse mismo establecería en su “Lobo
Estepario”, orillando al protagonista, Asterión, a incluso la búsqueda de la
liberación que solo la muerte podría darle.

Además de esta visión superficial de la obra podemos encontrar al Minotauro,


el de Borges, como una representación de la humanidad misma condenada a
vagar por un laberinto enorme pero no cerrado, su moralidad, sus sueños, sus
leyes, sus sentimientos, siendo que si sale solo encontrara rechazo y volverá a
entrar por su propio pie, esperando cual cobarde que seamos liberados por
Teseo, la muerte o la libertad según como se mire.

Tenemos de la mano del argentino otra obra mucho más larga y por tanto
mucho más cargada de simbolismo como es el Aleph, donde el inmortal está
condenado a vagar por siempre gracias a su condición y que lo único que tiene
por “propósito” es escuchar historias.

Aleph como la primera letra del alfabeto hebreo equivalente al alfa en el


alfabeto griego que inevitablemente me lleva a la cita “Yo soy el alfa y el
omega” (Apocalipsis 1:8, 1960) del, sino el mas importante, uno de los más
importantes libros de historias de todos los tiempos, el protagonista Marco
Flaminio Rufo busca uno de los más grandes anhelos de la humanidad de
todos los tiempos, la inmortalidad y por ello se ve condenado a la misma lo cual
puede verse reflejado en la forma con la que la obra se inicia ““Salomón dijo:
No hay nada nuevo sobre la tierra. Y así, de la misma manera que Platón
imaginó que todo conocimiento no es sino un recuerdo, del mismo modo
Salomón sentenció que toda novedad no es sino un olvido .” (Borges, 2015)
Una frase de Francis Bacon cuya filosofía se ve reflejada durante toda la obra.

Rufo también se encuentra con Homero durante su viaje a la cuidad de los


inmortales y a quien degrada, antes de saber que era Homero, al perro de
Odiseo al llamarlo de igual forma, Argos. Condenado como estaba busca otro
rio donde pudiera volver a hacerse mortal y completar así su viaje.

Se encuentran aquí elementos claros de la Odisea y de forma mucho más


velada una especie de descenso a los infiernos como escribirá Alighieri en su
época, la diferencia es que más que una búsqueda de una señorita el
protagonista se busca a sí mismo, a quien por cierto, no encuentra sino hasta
que se puede volver a morir con tranquilidad.

Pasamos de Borges a Cortázar pues ambos nos llevan a darle otra visión al
viaje de Ulises, Circe aparece como un cuento corto encontrado en el Bestiario
donde habita entra otras aberraciones nacidas de la mente del autor . Aquí pido
al lector que se me permita llevar a Circe, tanto al mito como la visión de
Cortázar, a un campo mucho más actual donde pueda explicarme con mayor
facilidad.

Circe es una bruja, en el mito explicado por Graves convierte a hombres en


cerdos y engatusa al héroe para que se quede con ella mucho más tiempo del
que pretendía a través de alimentarle con los mejores manjares que podrían
concebirse, una bruja en toda regla vamos, en el libro de Cortázar controlaba a
los animales con un aura dominante, una perturbada mental sádica que mataba
a las pobre criaturas que cayeran en sus manos, gatos, peces, cucarachas, y
las usaba para meterlas en sus bombones y suponemos que en sus licores.

En esta última descripción es un poco más difícil verla como bruja, pero
¿Acaso cuando pensamos en una receta mágica no se nos viene a la cabeza
el “dos ojos de rana, tres patitas de cucaracha”?

Ambas mantienen al protagonista de sus propias historias enganchados a ellas


y ninguna parece que le importe la gente de su alrededor.

¿Ve ahora alguna otra semejanza aparte del propio nombre del cuento?

Pasamos pues al que yo considero el que tiene las referencias a la


transtextualidad mucho más ocultas, que vienen de parte de un compatriota
mío, “El antropófago” de Pablo Palacio.
Aquí la referencia más evidente la encontramos al final, el protagonista se
come, literalmente y a mordiscos, a su hijo con el deleite de aquel que cumple
una necesidad tanto biológica como psicológica rebasando con creces lo que
esperaba.

Cronos por supuesto, ¿Quién más se come sus propios hijos con tan poca
preocupación por lo que será de sus herederos? Cronos el titán que engendra
a Zeus, Poseidón y Hades quienes lo atan al Tártaro después de ser liberados,
en cambio a nuestro antropófago se le manda a la cárcel por haberse comido a
su hijo y de haber ocurrido en otro país probablemente hubiese sido condenado
a muerte.

La segunda referencia viene en el nombre del protagonista, se llama Tiberio al


igual que su padre quien era carnicero, de buenas a primeras es muy difícil
conocer que hechos son a los que se refiere aquí, pues bien Tiberio fue un
emperador romano siendo conocido por su crueldad a lo largo de su mandato,
además de la persecución a otras religiones e incluso por mandar a matar a su
propia madre.

Tenemos pues buenos ejemplos de la transtextualidad en muchas, y


excelentes, formas, basados en este caso sobre todo en mitos tanto Griegos
como romanos, llevando a aquellos personajes algo descoloridos por el tiempo
que no hacen sino ganar algo de nueva vida a través de los escritos de estos
autores.

Pero el concepto de la transtextualidad no se queda solo en la literatura,


tenemos el mito de Prometeo en muchas obras de teatro, “Prometeo Moderno”
es un buen ejemplo, o incluso en los videojuegos llevando a Dante en una obra
donde la guadaña es un arma para abrirnos paso hasta nuestra damisela en
apuros.

Pero eso es otro tema.

Bibliografía
Apocalipsis 1:8. (1960). La Biblia Reina-Valera.

Borges, J. (2015). El Inmortal. Recuperado el 10 de 11 de 2017, de Hermano Temblon:


http://www.hermanotemblon.com/biblioteca/Literatura%20en%20General%20/Borge
s,%20Jorge%20Luis-El%20Aleph.pdf

Genette, G. (1992). The architext: an introduction. Berkeley: University of California Press.

Vous aimerez peut-être aussi