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Ficha de Trabajo N° 0: Sistema Métrico Decimal Ciencias Físicas 1° año Prof.

Javier Ponce

Breve Historia del Sistema Métrico Decimal


Poca gente
pondría en tela
de duda que la
Plaza de la
Bastilla es el
símbolo de la
Revolución
Francesa. En
cambio, en lo
que respecta a
la Place
Vendôme -esa
plaza señorial
que alberga a
las joyerías más
lujosas del
mundo-, su
relación con la
lucha del
pueblo francés resulta menos obvia. No obstante, es esa misma plaza, bordeada por algunas de las
mansiones más opulentas de París, existen los vestigios de una revolución más silenciosa, pero
tan profunda como la de 1789: la del Sistema Métrico Decimal.

Inmediatamente a la izquierda de la puerta del Ministerio de Justicia, en la Place Vendôme


número 13, hay una placa de mármol debajo de una ventana. Bajo la inscripción tallada “Mètre”,
hay una línea grabada entre dos puntos y dividida en decímetros: el decímetro del extremo
derecho está dividido a su vez en centímetros. Esta placa de alrededor de 220 años de antigüedad
es una de las pocas sobrevivientes de las 16 que instaló originalmente “en los sitios más
frecuentados de París” la oficina de Pesas y Medidas, organismo temporal creado en 1792 por la
Convención Nacional.

Estos escasos monumentos menores, en los que se pegaría o tallaría un metro, se harían, según la
oficina, lo suficientemente llamativos para atraer la curiosidad, y lo bastante sólidos para resistir
los elementos y cualquier acto de vandalismo. Así fue posible que la gente se familiarizara con
las nuevas unidades de medición, y comprobara que sus instrumentos de medidas estuvieran de
conformidad con los de la Asamblea Nacional. Ya desde 1790, esta había resuelto poner fin al
desorden y a la confusión existente en Francia en materia de pesas y medida.
Ya estaba en marcha la revolución Métrica. Al menos, en el papel. A instancias de la Academia
de Ciencias, se había decidido definir el metro como “la diezmillonésima parte del cuadrante de
un meridiano terrestre. Medido entre el Polo Norte y el Ecuador”. En julio de 1792 se comisionó
a los astrónomos Pierre Mechain y Jean-Baptiste Delambre para calcular, lo más precisamente
posible, la longitud del metro recién definido, utilizando el arco que describe un meridiano entre
Dunquerque y Barcelona.

Pero su labor se demoró. Por querer establecer pronto un conjunto uniforme de pesas y medidas
que facilitaran la libre circulación de víveres y granos, la oficina dio a conocer el nuevo sistema
métrico el 1 de agosto de 1793, fijando un metro provisional. Este metro se obtuvo de una
medición del meridiano calculada 50 años antes, y en ella se basaron para hacer las 16 placas de
mármol que se fijaron de febrero de 1796 a diciembre de 1797.

El 22 de junio de 1799, Mechain y Delambre llevaron por fin su metro definitivo a los archivos
del Estado. Pero, aunque se habían tardado 10 años en crear un sistema uniforme de medidas para
el país, pasarían otros 40 años antes de que la gente lo empezara a usar. Los regímenes políticos
cambian, sin embargo, los hábitos de la gente siguen fuertemente arraigados. No fue sino hasta el
1 de enero de 1840 que se volvió obligatorio el uso del sistema métrico decimal.

Desde entonces, los debates girarían en torno del problema de afinar la definición del metro y de
hallar un fenómeno universal y científico que lo describiera. Mechain y Delambre habían dado al
país un metro teóricamente, al menos, inmutable. El único escollo fue que después se descubrió
que este buen metro -con cuyas especificaciones se fabricaron todos los metros durante 100 años-
medía dos décimas de milímetro menos de lo debido.

¡Ay, mi Dios, en términos científicos eso era inaceptable, intolerable, un escándalo! El metro del
archivo no se ajustaba a una norma metrológica muy precisa. Además, a los países de Europa no
les agradaba mucho tener que estar yendo al Archivo Francés por su metro patrón. Y fue debido a
esto que en 1867 se creó un organismo mundial para internacionalizar el sistema métrico y
preparar un nuevo conjunto de unidades que sirviera de patrón. Así nació el famoso metro patrón
de platino -el prototipo internacional-, que se conserva en el Pabellón Breteuil, de Sèvres,
Francia.

A finales del siglo XIX, los científicos empezaron a definir las unidades de medida con gran
precisión, usando el rayo de luz roja de una lámpara de cadmio. Ya en 1960, los avances logrados
en los campos de la espectroscopia y de la física atómica permitieron fijar el nuevo metro patrón
utilizando el rayo anaranjado que emite un átomo de criptón-86. La pureza espectral de este rayo
de criptón permite tal precisión, que el margen de error equivale a menos de una diezmillonésima
de milímetro.

Gracias a este método se definió el metro como “igual a 1.650.763,73 veces la longitud de onda
de la radiación correspondiente a la transición entre los niveles 2p10 y 5d5 del átomo de criptón”.
¿Quién podría imaginar algo más sencillo, pero al mismo tiempo verdaderamente oscuro para el
profano? Por esa misma época nació el rayo láser, esa maravillosa fuente de luz monocromática.
Los metrólogos no querían dejar pasar la oportunidad de usar tan preciosa herramienta. No
obstante, durante la XVII Conferencia General de Pesas y Medidas, celebrada en París en octubre
de 1983, se resolvió finalmente que el metro debería definirse por medio de una constante
fundamental de la física: la velocidad de la luz.

Así pues, se resolvió -y esta vez para largo rato, puesto que la velocidad de la luz nunca cambia-
que “el metro es igual a la distancia recorrida en el espacio por la luz en 1/299, 792,458 de
segundo”. Finalmente terreno firma.

Pero ¿y la placa de mármol de la Place Vendôme? De acuerdo con la ceremonia de los Patrones
Métricos que se efectuó allí el 27 de septiembre de 1989, ese metro mide aproximadamente
1.0021 metros. Nada mal para un anciano de casi 220 abriles.

Con datos de Le Monde, Paris Francia.

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