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La conversión de los naturales del Perú fue más tardía que la de México. A ello contribuyó en primer lugar el posterior
descubrimiento y conquista del territorio; por otra parte era hostil el terreno, agrio y erizado de gigantescas montañas
y, sobre todo ello, la$ prolongadas guerras civiles entre los primeros conquistadores. Es por lo tanto la etapa heroica
de la evangelización del Perú, con escaso personal misionero y mil dificultades externas. Faltó por otra parte en el Perú
durante esta primera etapa de penetración espiritual el núcleo originario de religiosos que tuvo México, aplicado
tenazmente a1 estudio de los idiomas indígenas, que fue lo que sirvió de punto de partida para las ulteriores tareas
apostólicas. Todas estas causas determinaron el retraso en la conversión del territorio peruano.
Pasadas las guerras, con más personal misionero y establecida la jerarquía eclesiástica, se pudo pensar ya en una
nueva evangelización más organizada y sistemática, sobre todo a partir de la celebración del Concilio I de Lima, en
1551, donde se dieron las primeras normas para la conversión de los naturales. Con ello comienza la etapa misional
propiamente dicha. La misión no fue una institución uniforme, pues hubo diferentes estilos y funcionamientos;
tampoco fue creación del Estado, pero si tuvo un solo objeto: los indios, y un solo fin: su civilización y conversión.
http://dspace.unia.es/bitstream/handle/10334/1833/14Heras.pdf?sequence=1
Recuperadp 31/05/2017 p.693
Vizcaíno y de noble abolengo, el padre Pablo José de Arriaga, de la Compañía de Jesús, era natural de la ciudad de
Vergara, donde vio la luz en 1564, según sus biógrafos antiguos, aunque los padres Backer afirman que ingresó al
noviciado de la Compañía en su ciudad natal, Ocaña, en 1679 (fue en 1579 que el padre Arriaga entró al noviciado).
Contaba sólo 15 años de edad cuando ingresó al noviciado. Siguió sus estudios en el colegio de Madrid, donde recibió
las órdenes y sirvió en los de Ocaña y Vergara. Con licencia otorgada por el Consejo de Indias en 6 de septiembre de
1584, se embarcó para el Perú, y después de una navegación próspera llegó a Lima en junio de 1585 junto con otros
cinco padres y catorce hermanos enviados por el general Claudio Aquaviva. Venían éstos veinte religiosos a cargo del
padre Andrés López, que había sido enviado por procurador a Roma y que falleció a su regreso, en Panamá. Antes de
morir, el padre López hizo encargo de los religiosos y de los documentos que traía de Roma al padre Samaniego, que
era uno de los que venían al Perú. Tomamos estos datos del Libro de Ingresos de Religiosos de la Compañía de Jesús,
documento —XII→ original valiosísimo que se conserva en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, y
donde consta que el padre Arriaga procedía de la Provincia Jesuítica de Toledo.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-extirpacion-de-la-idolatria-en-el-peru--0/html/ff49f4c0-82b1-11df-
acc7-002185ce6064_16.html
Recuperado: 31/05/2017
La extirpación de la idolatría en el Perú Nro 4
Pablo Joseph de Arriaga
Ante todas cosas, dando como se deve dar, la congrua sustentación a los Visitadores, deven procurar, como lo hazen
dar a entender en dichos, y en hechos, que no buscan ny pretenden en esta visita, sino la gloria de Dios —120→
nuestro Señor, y el bien de las almas, et quaerunt non quae sua sunt sed quae Iesu Christi. Entendiendo a la letra, lo
que se dixo en otro sentido, daemini animas caetera to lleribi. No sirviéndose de los Indios en cosa, que huela a interés,
aunque parezca que ello lo hazen con mucho gusto, ni tomando de ellos cosa alguna, aunque lo ofrezcan liberalmente.
Lo mismo an de procurar, que hagan los oficiales, y criados que llevaren, no consintiendo, que ni en poco, ni en mucho
sean cargosos a los indios, ni los agravien en cosa alguna, y castigando exemplarmente, quando hallaren que se a
hecho. Y assí parecía muy bien lo que a este fin hazía vn Visitador, que en llegando al pueblo, mandava dar vn pregón,
que ningún Indio diesse cosa alguna a ninguno de sus criados, hora se lo pidiesen, hora no, y castigava al que hallava
aver faltado en ello.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-extirpacion-de-la-idolatria-en-el-peru--0/html/ff49f4c0-82b1-11df-
acc7-002185ce6064_19.html#I_22_
Recuperado: 31/05/2017
No consentirá que se alleguen, ni peguen con achaques de vrbanidad, ni cortesía, y que vienen a acompañar a los
Religiosos, ni al Visitador algunos Españoles, que nunca faltan entre los Indios. Y lo que es el todo en este negocio tan
importante, y sin lo qual no se a de hazer nada, no conviene que el Visitador vaya sin Religiosos, que catequizen,
prediquen, y confiessen a los Indios. Porque como esta visita es más de coraçones, que de cuerpos, y más de industria
que de fuerça, y más de misericordia que de Iusticia, —121→ se a de cercenar, quanto ser pudiere del aparato, y
estrépito judicial, y añadirse de dotrina, sermones y confesiones. De suerte que assí el Visitador como los Padres, que
van con él, muestren lo que en efeto deven ser Padres, y Maestros, y no Fiscales, ni Iueces.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-extirpacion-de-la-idolatria-en-el-peru--0/html/ff49f4c0-82b1-11df-
acc7-002185ce6064_19.html#I_22_
Recuperado: 31/05/2017
La extirpación de la idolatría en el Perú Nro 6
Pablo Joseph de Arriaga
Constitvciones qve dexa el visitador en los pveblos para remedio de la extirpación de la idolatría
En el pueblo de N. . . . . . . . a. . . . . . . . días del mes de. . . . . . . . de 16. . . . el. . . . . . . . Visitador general, y Iuez
Ecclesiástico en este Arçobispado en las causas de Idolatría por el Illustríssimo Señor. . . . . . . . Aviendo acabado la
visita, que cerca de la dicha Idolatría a hecho en este pueblo, para que en él se quite la ocasión de bolver a ella, y cesse
la ofensa de Dios nuestro Señor por comissión que para esto tiene del Illustríssimo, Señor. . . . . . . . hizo, y ordenó las
constituciones siguientes.
Primeramente si de aquí adelante algún Indio, o India bolviere a reincidir en la Idolatría, adorando Huacas, Cerros, o al
Rayo, Sol, Luna, y Estrellas, o hiziese algunas de las ceremonias antiguas de su gentilidad; el Cura, o Vicario que fuere
de esta Dotrina escribirá la causa, substanciándola, y la remitirá al Illustríssimo Señor. . . . . . . . o a su Provisor con los
culpados para que la sentencie; por quanto conviene que su Señoría Illustríssima sea sabidor de los relapsos, para que
ponga el remedio conveniente, —203→ y si fuere el relapso Hechizero ministro de Idolatría se guardará esta
constitución con mayor cuidado.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-extirpacion-de-la-idolatria-en-el-peru--0/html/ff49f4c0-82b1-11df-
acc7-002185ce6064_20.html#I_33_
Recuperado: 31/05/2017
Suicidio, Holocausto y Movimientos Religiosos De Redención en los Andes (SS. XVI-XVII) Nro 7
Marco Curatola
Uno de los aspectos menos conocidos de la historia social y religiosa de los indios del Perú es el representado por el
altísimo número de suicidios (una verdadera y prolongada epidemia), que se produjo en los cien años que sucedieron a
la conquista española. Dicho fenómeno, si bien mencionado por muchos historiadores, no ha sido hasta ahora objeto
de ningún estudio analítico. En efecto, sólo incidentalmente, y en años relativamente recientes, algunos especialistas
de etnohistoria andina han llamado la atención sobre el asunto: L. Millones (1967) observa cómo, en la época,
ahorcarse era una cosa bastante común, y plantea que el hecho tendría un significado religioso específico; para N.
Wachtel (1971), la actividad autodestructiva de los nativos habría sido un medio de evasión total, justificado por
concepciones escatológicas específicas, a las que los autóctonos habrían recurrido impelidos por la desesperación y
por la necesidad de huir del trato inhumano de los invasores. La misma tesis es propuesta de nuevo por P. Duviols
(1979), para quien "la represión religiosa y la imposición violenta de la policía cristiana, ligada a la prohibición de los
modelos culturales tradicionales, contribuyeron a disgregar la personalidad del indígena y a anonadar incluso su
instinto de conservación"
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5041858
Las Guerras de Reconquista terminaron en España en 1942, pero el mismo espíritu de expansión se trasplanta al Nuevo
Mundo el mismo año, primero a las Antillas, luego a México o Nueva España y, cuarenta años después, al Imperio de
los Incas. De manera que España era poseedora de un enorme caudal de experiencias cuando se inicia a conquista
espiritual de los naturales del Perú. Muchos de los problemas que confrontan los evangelizadores en el Perú, son
resueltos con todo ese caudal adquirido que poseían en el que destaca el logrado en forma reciente en México; con
toda esa sapiencia los primeros pasos se dan en el Perú resultan halagadores; sin embargo, las guerras civilesv entre
los conquistadores que se sucedieron entorpecieron la incorporación de los naturales del Tawantinsuyo al seno de la
Iglesia en poco tiempo. (p.17)
La alianza entre la Iglesia y Estado quedó constituida por el llamado "patronato regio" otorgado por el Papa, por el cual los reyes
de España tenían el derecho de nombrar a las autoridades eclesiásticas (arzobispos, obispos, curas, etc.), previa aprobación del
sumo pontífice; así como determinar el territorio de cada obispado y dar la autorización previa para la circulación de las Bulas
pontificias (ordenanzas y/o decretos papales para ser cumplidos por las autoridades religiosas).A cambio de ello, la corona
española debía asumir el sostenimiento económico de la iglesia, procurándole rentas suficientes.
A pesar de que cada poder, el eclesiástico y el político virreinal, entendía lo necesario que era la ayuda del otro, pues estaban al
servicio de una misma causa (velar por la difusión de la religión católica y por los intereses de la corona española), no dejaron de
surgir luchas ni rivalidades entre ambos. Hubo muchas causas, entre ellas destacan:
Otro de los autores que ha estudiado el tema de manera bastante sintética es Armando Nieto Vélez S.J. En su trabajo
La Iglesia Católica en el Perú11, dedica el primer capítulo al Patronato, explicando su evolución a partir de las bulas
alejandrinas. Además, comenta los cambios que sufrió esta institución y cómo fue reemplazada por el regalismo
durante el período borbónico. Según Nieto, la Iglesia vio recortada su libertad muchas veces debido a esta alianza; sin
embargo, el Patronato hizo posible lo que para la Iglesia era imposible: la evangelización de América. (p. 7)
La presencia de los jesuitas en la historia del Virreinato del Perú resultó ser de mucha importancia. No sólo como parte de una
sociedad religiosa, como lo era la virreinal, sino como parte de todo el proceso histórico que significó la consolidación de la
sociedad colonial. Podemos entenderlo así, ya que la Compañía de Jesús demostró tener un alto grado de jerarquía en los ámbitos
religiosos, políticos, económicos y sociales.
Innumerables veces los jesuitas entablaron estrechas relaciones con los Virreyes –tal como solían hacerlo los hijos de San Ignacio
en la metrópoli y en el resto de Europa–, llegando incluso a ser consejeros de éstos en las cortes virreinales87. Tal es así, que el
historiador y miembro de la Compañía de Jesús, Jeffrey Klaiber, ha visto en la historia de los jesuitas una relación muy cercana
entre éstos y las estructuras políticas durante el periodo virreinal.
Esta vinculación entre el mundo político y los jesuitas tenía un sustento sólido en las Indias Occidentales, puesto que debido a la
habilidad de los jesuitas para comprender el mundo indígena –así como otras culturas en general– y a su valoración de la cultura
andina (la incaica sobre todo), el poder político necesitaba de ellos para relacionarse con la sociedad indígena. Tenían que tener un
nexo –occidental– entre la población indígena y la autoridad virreinal. En este sentido, los jesuitas resultaron de gran ayuda para el
sistema virreinal.
Esta virtud de los jesuitas solo es una muestra de su identidad como una de las primeras instituciones religiosas modernas, si no la
primera89. Es por eso que los jesuitas resultaron ser representantes fundamentales del proceso inculturación en el Nuevo Mundo.
(p. 28)
Es en este contexto geográfico que la Sociedad de Jesús utilizó todas las posibilidades formales y metodológicas –las
más novedosas, en realidad– para catequizar a los indios. De esta manera, y en el marco de una aproximación barroca,
aplicaron una serie de imágenes en su labor evangelizadora112, que llevaron a cabo a través de la música y las artes,
siendo quizás el teatro una de sus principales herramientas catequéticas y formativas.
No obstante las habilidades apostólicas de los jesuitas, éstos se vieron envueltos en una serie de problemas políticos
que involucraron a los indios de San Lázaro y a dos de las principales autoridades políticas y religiosas de todo el
virreinato: el virrey García Hurtado de Mendoza y santo Toribio de Mogrovejo. (p. 33)
El virreinato peruano recibió esta tradición de manos españolas y, así como se concibió el Virreinato del Perú basado en dos
repúblicas –la de indios y la de españoles–, la sociedad fue entendiéndose a sí misma como una gran corporación. Este cuerpo
tenía su origen en Dios, cuyo gobierno terrenal estaba dirigido por los monarcas españoles, debajo de los cuales se colocaba el
resto de la sociedad. En medio de los acuerdos entre el poder espiritual y el poder temporal, los fueros jurisdiccionales fueron
chocando, llegando muchas veces a generarse conflictos fuertes entre las autoridades eclesiásticas y las virreinales. Un ejemplo de
ello es el caso del enfrentamiento entre García Hurtado de Mendoza, la Compañía de Jesús y Toribio Alfonso de Mogrovejo. El
Patronato Real –como anunciamos en la introducción– fue una alianza poco sistematizada y organizada, que dejó suficientes
vacíos legales como para permitir que los enfrentamientos entre los poderes eclesiásticos y virreinales se solucionaran, en algunos
casos, gracias al poder o la autoridad que tuviera un mayor respaldo. (p. 13)
Tras el descubrimiento de América y los intensos años de resistencia india ante el avance español, en las diferentes partes del
territorio sudamericano, se requería de una política de sometimiento eficaz y pacífica. La evangelización, en la segunda mitad del
siglo XVI y la primera parte del siglo XVII, fue trascendental en el establecimiento del Virreinato del Perú. Los primeros años de
“sangre y fuego” devinieron en una política de misiones, en la que las órdenes tuvieron un papel fundamental en la manutención
de las doctrinas de indios como espacios de evangelización y civilización india, sobre todo en los territorios americanos donde
hubo mayor violencia.76 En otras palabras, luego de los primeros años de conquista, los religiosos fueron más útiles que los
soldados españoles, pues llegaron a donde estos no pudieron, y de esta forma garantizaron y perennizaron la conquista del
territorio. (p. 26)
Ambas acepciones se involucran naturalmente con la Iglesia católica. La abstracta es entendida como doctrina
cristiana; es decir, el conjunto de nociones de la fe católica impartidas por los predicadores. En cambio, la forma
tangible puede ser entendida como el pueblo nativo, recién convertido al cristianismo, reducido a una parroquia. La
doctrina o parroquia de indios fue uno de los más importantes espacios, si no el principal, de la evangelización en el
Perú. Se establecieron desde mediados del siglo XVI y continuaron a lo largo del siglo XVII, periodo de estudio de esta
investigación, y fueron cambiando a lo largo del periodo colonial en función del avance del establecimiento del
virreinato peruano.
Las doctrinas eran territorios repartidos entre los encomenderos, quienes tenían la obligación de asignarles un párroco
que se encargara de la conversión de los naturales que habitaban allí (p. 26-27)
Las doctrinas eran una fuente de ingresos para los doctrineros, muy aparte del salario establecido por ejercer sus
funciones en dicho campo. Fuera del cobro por la administración de los sacramentos, catecismos y demás prestaciones
de servicio hacia sus feligreses, los doctrineros administraban las doctrinas como verdaderos focos empresariales, bajo
algunas alianzas con ciertas autoridades locales.99 Es por este motivo que el conflicto generado entre ambos cleros
para hacerse cargo de la administración de estas “pequeñas” empresas tuvo un origen evidentemente económico. (p.
30-31)
Quizás, la diferencia con las demás órdenes mendicantes radicó en los medios hacia la aproximación del indio a la fe. Los
franciscanos, para esto, se basaron en la liturgia y el esplendor del culto eclesiástico. Para ello, durante el periodo de conquista, los
frailes inculcaron a los niños las costumbres españolas y cristianas en lengua nativa y estos, a su vez, llevaron a su comunidad lo
aprendido con los frailes. Ya instruidos en la fe, los adultos solamente debían asistir los domingos a la iglesia. Para lograrlo, se
usaron un cúmulo de estrategias, desde la fuerza, hasta un sistema de premios.216 La doctrina y su explicación se daban en lengua
nativa. Asimismo, la esfera del arte no fue ajena en la evangelización, tanto en la plástica, la música, como en la retórica.217 De
esta manera, los cantos fueron un medio eficaz para acercar al indio a la doctrina cristiana, ya que se daban en quechua y aymara:
fue así como la música fue penetrando en las costumbres andinas.218 En este aspecto, los catecismos en lengua nativa,
introducidos durante los concilios, probaron ser de gran ayuda.
Además de la escuela de indios, se instaló un hospital para cuidar de ellos en las doctrinas franciscanas en el siglo XVI. (p. 60)
Con este fin, se organizaron los llamados “colegios”, que eran espacios no sólo de formación e inducción de la población local en los valores
cristianos, sino que además funcionaron como “centros de operación misional”, ya que en ellos podían los jesuitas descansar y prepararse para
seguir incursionando en los diversos territorios rurales que iban apareciendo en su espectro de posibilidades de “salvación”. Si existen referencias
sobre una mayoría de establecimientos en el Perú del XVI dedicados a colegios, no es porque la dedicación fundamental de los jesuitas fue
intelectual o académica sino que ello obedeció a un principio de organización, pragmático y funcional, para poder contar con recursos suficientes
en la organización de sus incursiones espirituales en el mundo rural y aborigen. De esta manera, los jesuitas tuvieron como prioridad apostólica el
trabajo en las llamadas “misiones” que con el tiempo irían adquiriendo esa configuración de “asentamientos” indígenas pero con formación y
esquema mental cristiano. Indudablemente fueron espacios de evangelización pero también de inducción a la cultura occidental. Habría que
analizar con mayor detenimiento el modo de “negociación” con las culturas locales y ver el nivel de aculturación, inculturación o de préstamos
culturales que se jugaron en esos espacios. Lo cierto es que a nivel espiritual, los jesuitas desarrollaron una sensibilidad de vida religiosa distinta a
la europea, ya que vivieron su relación con lo divino a partir de su relación con la población aborigen. La cercanía con aquellos que eran vistos
como marginados, desplazados y a veces abusados por el sistema político del conquistador, les hizo acentuar sus políticas de protección e
inducción en los valores cristianos como una manera de paliar las deficiencias del sistema colonizador. Para muchos, vivir al lado de los indígenas
significó una profunda experiencia espiritual, un real encuentro con Dios. Desde esta perspectiva, se produce en la historia de la espiritualidad
cristiana una novedad: la mística del encuentro con Dios no pasaría solamente por una introspección en la soledad de la celda monástica, sino
que era también susceptible de realizarse en el fragor de la actividad, de modo especial, en el hecho relacional con aquellos que los jesuitas
consideraban absolutamente necesitados de “salvación”. (p. 254-256)
Los franciscanos hicieron, precisamente, esto en Perú desde la fundación de La Provincia de los Doce Apóstoles los
niños fueron los principales colabores en la catequización de los mayores, pues enseñaban las lenguas indígenas a los
misiones y colaboraban en otros trabajos. El padre Fr. Mateo de Jumilla recorría los pueblos de Cajamarca en compañía
de 50 niños las oraciones de la doctrina cristiana en voz alta; de esta manera ganaba muchas almas para el bautismo.
(p. 120)
Al padre Valverde le tocó jugar un papel importante en el descubrimiento y conquista del Perú y los juicios sobre su persona y
actuación son diversos. Se le culpa de miles de indios en la batalla de Cajamarca y de la muerte del Inca. Se los presenta, según
Prescott, como el fraile fanático que cierra el corazón a toda clase de simpatías con los indios; sin embargo, juicios posteriores lo
presentan lleno de celo misionero y sin codicia de cosa temporal. El licenciado Espinoza dice: “Yo no he visto en verdad pasar
religioso a esta parte de quien hayan estado más satisfechos ni que hayan hecho más provecho en la doctrina e enseñamiento de
fe a los indios”. Este juicio es ratificado posteriormente por su conducta intachable que le servirá para llegar a la corte, primero y al
obispado del Cuzco, después (p.121-122)
Los Jesuitas: Arribaron al Perú en 1568, como una organización moderna y poderosa, al servicio de la contrarreforma,
es decir a la lucha contra los protestantes europeos. Con este antecedente, tuvo gran empuje en su labor misional en
el Perú, asumiendo con gran éxito la administración de haciendas y fundando multitud de colegios, también
incursionaron en el estudio del quechua y del aymara. Con los años, esta orden adquirió gran prestigio e influencia en
los ámbitos políticos, culturales y económicos.
Los jesuitas fueron expulsados de España y sus colonias por orden del monarca Carlos III (1768), preocupado por el
poder que tenía y las posiciones sobre las libertades políticas que dejan entrever. Esto constituyó un duro golpe para la
cultura y la economía del virreinato.
2015
Crónicas de la orden franciscana en la conquista del Perú, Paraguay y el Tucumán y su convento del antiguo Buenos Aires Nro 32
1211-1800
Andrés Millé
Órdenes Religiosas en el Perú
El licenciado Don Francisco Fernández de Córdova, abogado de la Real Audiencia De Lima, de los más versados en historias del
Perú que conoce nuestro ciclo, en los libros que… escribió… consultado por mí, respondió por escrito lo siguiente: “El R.P.F. Marcos
de Niza, de la Orden de San Francisco, varón de singulares prendas que con sus compañeros predico el Tierrafirme, de donde paso
a Nicaragua y de ahí se embarcaron en un navio que tenía el capitán Juan Mogrovejo de Quiñones para venir con Sebastián de
Benalcázar y pasaron al Perú y toparon a Don Francisco de Pizarro en Puerto Viejo antes de ir a Cajamarca, que llevaba consigo al
R.P.F. Vicente de Valverde, dominicano, el cual después de la victoria que los españoles tuvieron en Cajamarca de los indios”.
Resulta pues a nuestro entender indudable que Fr. Marcos de Niza figuro entre los primeros franciscanos que entraron en el Perú;
que desde luego fue el primer Comisario General Franciscano del reino del Perú; que trajo religiosos consigo para fundar la
Provincia bajo la advocación de “Los 12 Apóstoles”, que llego a reunirse con Pizarro y su hueste en Puerto Viejo; que desde ahí lo
acompaño en su épica gesta; que presencio la batalla de Cajamarca en 1532; que en 28 de Agosto de 1534 se encontraba en Quito
cuando fue fundada la ciudad; que en 1535, cuando fue erigida la Custodia del Perú, él estaba al frente de la misma como
Custodio; que en 1536 abandono el Perú, y que en Abril de 1537 se encontraba ya en México. (pp. 67-68)
Comentario: Hubo mucha controversia en que si los franciscanos llegaron junto con Pizarro y el Dominico Valverde pues no existe
una documentación que lo afirme o almenos que sea autentica o fehaciente; por lo cual se revisa la “Crónica Franciscana de
Córdova y Salinas redactada por el historiador franciscano Lino G. Canevá nos dice que aún sigue muy embrollado la cuestión de
los 12; el Fr. Francisco de Aragón no haya conseguido dar entero cumplimiento a este encargo pero esto suele ser una tradición
demandar 12 Frailes fundadores de la orden franciscana en el Perú está muy lejos de ser una leyenda. Talvez estos misioneros no
fueron citados por error en los primeros viajes o no se les incluyo.
EMECÉ EDITORES
Buenos Aires-Argentina
1961
Cábele a la Provincia jesuítica del Perú la gloria de haber sido la primogénita entre todas las de América y, además, la
de haber brotado de su seno cuatro florecientes Provincias: las de Nueva Granada, Quito, Chile y Paraguay. (p.1)
Eran los PP. Jerónimo Ruiz del Portillo, Luis López, Antonio Álvarez, Diego de Bracamonte y Miguel de Fuentes y los
hermanos Juan García, Pedro Lobet y Luis de Medina. Embarcáronse todos en Sanlúcar el 2 de Noviembre de 1567 y
con prospero viaje arribaron a Panamá en Enero de 1568. Detuvieronse algunos días en aquella ciudad, instados por
las autoridades y los vecinos y, al mes y medio, partían para el Perú, arribando el Callao el 28 de Marzo de 1568. Eran
en todo seis, pues P. Alvarez quedo enfermo en Panamá y el H. Medina, para asistirle, viniendo a reemplazar a este un
carpintero portugués, llamado Alonso Pérez, que pidió ser admitido en la Compañía y sirvió en ella loablemente por
mucho tiempo.
El primero de Abril hacían su entrada en Lima, con grande contento del Arzobispo, D. Fray Jerónimo de Loaiza, del
Licenciado Castro, Gobernador entonces por su Majestad y de todos los vecinos. Diéronles caritativo hospedaje los
religiosos de Santo Domingo y a los pocos días empezaron a trabajar en provecho de los prójimos. De la buena acogida
que les dispenso la ciudad y del fruto que comenzaron a obtener son buena prueba estas frases del Oidor, Gregorio
Gonzales de Cuenca, en una carta que dirigió a S, Francisco de Borja.
Lima-Perú 1941
Los Jesuitas del Perú Nro 30
Rubén Vargas Ugarte
Lima-Perú 1941
Los Jesuitas: Arribaron al Perú en 1568, como una organización moderna y poderosa, al servicio de la contrarreforma,
es decir a la lucha contra los protestantes europeos. Con este antecedente, tuvo gran empuje en su labor misional en
el Perú, asumiendo con gran éxito la administración de haciendas y fundando multitud de colegios, también
incursionaron en el estudio del quechua y del aymara. Con los años, esta orden adquirió gran prestigio e influencia en
los ámbitos políticos, culturales y económicos.
Los jesuitas fueron expulsados de España y sus colonias por orden del monarca Carlos III (1768), preocupado por el
poder que tenía y las posiciones sobre las libertades políticas que dejan entrever. Esto constituyó un duro golpe para la
cultura y la economía del virreinato.
2015
La Evangelización del Perú siglo XVI Nro 24
Alejandro Málaga Medina
Las primeras normas relacionadas con la evangelización de los indios, las dictó el arzobispo de Lima, Fr. Jerónimo de Loayza, el 24
de diciembre de 1545. Una vez que concluyeron las guerras civiles, las instrucciones se comunicaron tanto al obispo de Quito, al
presidente y oidores de la Audiencia de Lima. En estas instrucciones se precisan las formas que deberían adoptarse en la
evangelización de los indios antes de ser bautizados; además, recoge las ultimas disposiciones papales sobre el matrimonio y el
bautismo; sobre el ayuno y la abstinencia; sobre los días festivos que se aguardarían en el Nuevo Mundo; de la construcción de las
iglesias; de la educación de los hijos, de caciques y curacas; dispone que se enseñe la doctrina cristiana con los catecismos hechos
en España, para evitar errores y malas interpretaciones que pudieran ocasionar los catecismos preparados en lenguas indígenas y
que no hubieran sido revisados. Luego el arzobispo recomendó a los doctrineros aprender la lengua de los indios y velar por su
doctrina. (p.85)
Los misioneros, desde los primeros años de la conquista emplearon diversos métodos en la catequización de los
infieles, los que, con los años, que arraigan profundamente, a tal punto que cuando llegan los hijos de San Ignacio de
Loyola a Lima con nuevos métodos les oponen tenaz resistencia; para entonces, tantos los clérigos como los religiosos
se habían extendido por las doctrinas y parroquias del Perú y la catequesis estaba muy desarrollada. (p. 113)
Conjunto de exposiciones desarrolladas en el Simposio de Historia 11 desarrollado en Chile el año 2003, toman en
importancia los documentos de Miccinelli, encontrados en Nápoles: Exsul immeritus Blas Valera populo suo (1618) e
Historia et Rudimenta linguae Piruanorum (1600 a 1638). En el desarrollo de este libro habla de silencios, datos que se
contradicen en la historia y diversas polémicas que surgieron de las diversas ponencias. Se menciona que hubo mucha
censura ejercida por esta orden y su paso por el virreinato peruano.
Dentro de éste también se tocaran temas como fue la evangelización jesuita en el Perú, el mundo indígena peruano en
la segunda mitad del s. XVI, los conflictos internos dentro de la Compañía sobre las doctrinas de los indios en los años
1568 al 1608 y como el quipu se encuentra en las fuentes jesuíticas en este periodo de la historia.
Jesuitas y Culturas Indígenas PERÚ 1568-1606 Su Actitud. Métodos y criterios de aculturación Nro 1
Xa vier Albó
A medida que utilizaba y perfeccionaba los métodos para acercarse al indio y comunicarle su mensaje, el jesuita
descubría nuevos horizontes en el mundo indígena y con ellos se le abrían nuevos interrogantes: ¿qué aspectos del
mundo cultural indígena hay que aceptar? ¿cuáles rechazar? ¿por qué? Para analizar las respuestas que dio a estas y
semejantes preguntas, trataremos sucesivamente de su
C. Aplicación de la actitud general a distintos tópicos de las culturas indígenas: lengua; esferas tecnológica, social y
familiar; esfera intelectual y artística; esfera religiosa.
http://www.ucb.edu.bo/bibliotecaaymara/docsonline/pdf/1754204711.pdf