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CÁÁ RCELES EN GUÁNÁJUÁTO 1

I. CÁRCELES EN GUANAJUATO
El Estado de Guanajuato cuenta con uno de los sistemas penitenciarios más sanos en el
país de acuerdo al más reciente Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria
realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Con 10 Centros de
reinserción social, Guanajuato garantiza a esta población un trato digno y respetuoso de
los derechos humanos. El sistema estatal penitenciario cumple con el mandato legal de
preservar la paz y el orden en los Centros de Reinserción Social, pero además impulsa
programas y actividades de tipo laboral, educativo y cultural que permiten avanzar en las
políticas públicas para la reinserción social de los internos. También, durante la
administración estatal 2012-2018 desaparecieron las cárceles municipales, cuya
población fue reubicada a los Ceresos regionales más cercanos al lugar de origen de los
internos, facilitando así el vínculo familiar.

1.1 Cereso Valle de Santiago 1000


Cereso 1000 se localiza en el Municipio Valle de Santiago del Estado
de Guanajuato México y se encuentra en las coordenadas GPS:
Longitud (dec): -101.334444
Latitud (dec): 20.470556
La localidad se encuentra a una mediana altura de 1700 metros sobre el nivel del mar.

La localidad de CERESO 1000 está situada en el Municipio de Valle de Santiago (en el


Estado de Guanajuato). Hay 1042 habitantes. CERESO 1000 está a 1698 metros de
altitud. En la localidad hay 931 hombres y 111 mujeres. El ratio mujeres/hombres es de
0,119, y el índice de fecundidad es de 3,73 hijos por mujer. Del total de la población, el
26,20% proviene de fuera del Estado de Guanajuato. El 9,02% de la población es
analfabeta (el 9,67% de los hombres y el 3,60% de las mujeres). El grado de escolaridad
es del 7.10 (7.03 en hombres y 7.73 en mujeres).
El 0,00% de la población es indígena, y el 0,38% de los habitantes habla una lengua
indígena. El 0,00% de la población habla una lengua indígena y no habla español.
El 75,82% de la población mayor de 12 años está ocupada laboralmente (el 74,33% de
los hombres y el 88,29% de las mujeres).

En CERESO 1000 hay 6 viviendas. De ellas, el 100,00% cuentan con electricidad, el


50,00% tienen agua entubada, el 100,00% tiene excusado o sanitario, el 100,00% radio,
el 100,00% televisión, el 100,00% refrigerador, el 100,00% lavadora, el 100,00%
automóvil, el 50,00% una computadora personal, el 0,00% teléfono fijo, el 100,00%
teléfono celular, y el 0,00% Internet.

Esta es la pirámide de población de CERESO 1000 (en el Municipio de Valle de


Santiago, el Estado de Guanajuato). De un total de 1191 personas viviendo en CERESO
1000, los habitantes se reparten de la siguiente manera:
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Datos utilizados en la pirámide


poblacional
 Bebés (Hombres de 0 a 4 años): 0
 Jóvenes (Hombres de 5 a 14 años): 0
 Adultos (Hombres de 15 a 59 años): 1012
 Ancianos (Hombres de 60 años o más): 37
 Bebés (Mujeres de 0 a 4 años): 0
 Jóvenes (Mujeres de 5 a 14 años): 0
 Adultas (Mujeres de 15 a 59 años): 137
 Ancianas (Mujeres de 60 años o más): 5
 Total Personas de 0 a 4 años: 0 (%)
 Total Personas de 5 a 14 años: 0 (%)
 Total Personas de 15 a 59 años: 1149 (%)
 Total Personas de 60 años o más: 42 (%)
 TOTAL POBLACIÓN: 1191

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1.2 Cereso León

La población total de El CERESO es de 1388 personas, de cuales 1249 son


masculinos y 139 femeninas.

Edades de los ciudadanos

Los ciudadanos se dividen en 37 menores de edad y 1351 adultos, de cuales 42 tienen


más de 60 años.

Estructura social

Derecho a atención médica por el seguro social, tienen 1366 habitantes de El


CERESO.

Estructura económica

En El CERESO hay un total de 6 hogares. De estas 6 viviendas, 0 tienen piso de tierra


y unos 1 consisten de una sola habitación. 4 de todas las viviendas tienen instalaciones
sanitarias, 0 son conectadas al servicio público, 5 tienen acceso a la luz eléctrica. La
estructura económica permite a 0 viviendas tener una computadora, a 4 tener una
lavadora y 5 tienen una televisión.

Educación escolar en El CERESO

Aparte de que hay 47 analfabetos de 15 y más años, 2 de los jóvenes entre 6 y 14


años no asisten a la escuela.
De la población a partir de los 15 años 48 no tienen ninguna escolaridad, 1132 tienen
una escolaridad incompleta. 103 tienen una escolaridad básica y 88 cuentan con una
educación post-bósica. Un total de 163 de la generación de jóvenes entre 15 y 24 años
de edad han asistido a la escuela, la mediana escolaridad entre la población es de 5
años.

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1.3 Cereso Ocampo


El Centro Federal de Readaptación Social Número 12 "CPS Guanajuato", es
una prisión federal mexicana de máxima seguridad dependiente del Órgano
Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social de la Comisión
Nacional de Seguridad, que se encuentra ubicado en el municipio de Ocampo, al
noroeste del estado de Guanajuato. El CEFERESO No.12 se encuentra en un predio de
80 hectáreas y cuenta con 5 módulos de internamiento, aduana de ingreso, dos módulos
de verificación, edificio de dirección, cuarto de monitoreo, cuartel para fuerzas federales,
helipuerto y una clínica de medicina de especialidad con 23 camas, consultorios
quirófano y laboratorios

El Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No.12, instalado en el municipio de


Ocampo, se encuentra mejor calificado que el famoso penal ‘Del Altiplano’, pues de
acuerdo a cinco rubros evaluados obtuvo 7.21 puntos en una escala de 10, lo que lo
coloca en sexto lugar entre 20 Ceferesos del país, mientras que el del Estado de
México, con 6.98, se ubica en décimo lugar.
En el Cefereso ‘Del Altiplano’, en Almoloya, están recluidos los delincuentes más
conocidos del país, entre ellos Servando Gómez ‘La Tuta’, fundador de ‘La Familia
Michoacana’; Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, y Miguel Ángel Treviño Morales, alias ‘El Z-
40’. Sin embargo, pese a la calificación obtenida, el reclusorio ubicado en el noroeste
guanajuatense salió con una calificación de apenas 5.14 en el aspecto que garantiza la
integridad física y moral del interno, uno de los cinco rubros que contempla el
Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria elaborado por la Comisión Nacional
de Derechos Humanos (CNDH) en 2014. Y es que encontraron siete situaciones
insatisfactorias: hacinamiento, deficiencias en la separación de internos y en los
servicios para mantener la salud de los internos, insuficiente personal, deficiente
atención médica, falta de medicamentos y atención orientada a la reinserción social.

Asimismo, deficiencias en la supervisión por parte del titular; en la prevención y atención


de incidentes violentos; en la prevención de probables violaciones a Derechos Humanos,
así como en su atención en caso de que sean detectados, y en el procedimiento para su
recepción y atención. Y más: deficiencias en el procedimiento para la remisión de quejas
de violación a Derechos Humanos de los internos ante la instancia competente, así
como en acceso a números gratuitos desde teléfonos públicos y en facilidades al
personal de la CNDH para desempeñar sus funciones. Lo bueno y lo malo Por otra
parte, en la evaluación de los otros cuatro aspectos, se obtuvieron las siguientes
calificaciones y problemas: aspectos que garantizan una estancia digna, 8.76, al haber
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deficiencias en la existencia y capacidad de las instalaciones necesarias para el


funcionamiento del establecimiento, así como en la calidad de la alimentación brindada.
En las condiciones de gobernabilidad, la calificación fue 7.41 por la falta de manuales de
procedimientos para el ingreso, traslado de internos en caso de motín, uso de la fuerza,
solicitar audiencia con las autoridades, presentar quejas del Consejo Técnico
Interdisciplinario, revisión de estancias y regular actividades laborales del interno. Falta
personal Hay además insuficiente personal de seguridad y de custodia femenino, así
como para traslados, cubrir ausencias, vacaciones e incapacidades; deficiencias en el
respeto al debido proceso, por imposición de sanciones disciplinarias, y cobros de
custodios.
En el tercero, referente a la reinserción social del interno, la calificación fue de 6.97 pues
se observan deficiencias en las actividades laborales así como en participación de
inversionistas privados o públicos que oferten fuentes laborales, e internos que se
niegan a participar en las mismas; inexistente capacitación; deficiencias en las
actividades educativas y deportivas, en el área de psicología, en acciones relacionadas
con la libertad anticipada y en la vinculación del interno con la sociedad. El quinto
aspecto, sobre grupos de internos con requerimientos específicos, tuvo 7.8, pues se
registraron deficiencias en la atención médica y en la visita íntima para adultos mayores;
inexistencia de medidas para evitar el trato discriminatorio de los indígenas; inexistente
ubicación por motivos de salud y deficiencias en los programas para la detección
voluntaria del VIH. Capacidad total Los Ceferesos del país son 20, incluidos los de las
Islas Marías, que son cinco, pero que se dividen y evalúan por separado. Al momento de
la visita de la CNDH, la capacidad de alojamiento total era de 2 mil 520 internos, pero la
población que tenían era de mil 721.

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II. LAS PRISIONES COMO NEGOCIO PRIVADO


No resolverán el hacinamiento, las violaciones a los derechos humanos ni la corrupción.
No resolverán nada pero ya están funcionando y son un buen negocio. Tanto así que ya
invierten en ellas empresarios como Carlos Slim, Olegario Vázquez Raña o las familias
Quintana y Hank. Se trata de las cárceles privadas. Son ilegales, pues la Constitución
determina como función del Estado el manejo de las prisiones, pero cada vez habrá más
de ellas, sobre todo en la medida en que vaya en aumento el número de internos.
El criminólogo Martín Barrón Cruz, investigador del Instituto Nacional de Ciencias
Penales, advierte: “La privatización de las cárceles mexicanas no resolverá el problema
del hacinamiento, la sobrepoblación y la violación de los derechos humanos en nuestras
prisiones. A final de cuentas seguirá en aumento el número de reclusos debido a la
política de mano dura, a las leyes cada vez más punitivas y a la guerra contra el
narcotráfico que emprende el gobierno mexicano”.
Las cárceles privadas sólo servirán para que “hagan negocio” los empresarios que
empiezan a invertir en el ramo, asegura el especialista a Proceso; entre ellos Carlos
Slim, Olegario Vázquez Raña y las familias Hank Rhon y Quintana.
Recalca: “Las cárceles privadas mexicanas están copiando el modelo estadunidense.
Son una vil y vulgar copia del sistema gringo, cuyo objetivo no es la reinserción social
sino simplemente castigar y hacer negocio”.

 ¿Es la reinserción la base del sistema penitenciario mexicano?


 Así lo marca nuestra Constitución. Incluso señala que la reinserción social debe
sustentarse en cinco principios: ofrecerle al recluso trabajo, educación,
capacitación para el trabajo, salud y deporte.

“Sin embargo, hay que reconocerlo, en las cárceles mexicanas no han existido las
condiciones para que se cumplan estos objetivos estipulados en la Constitución.
¿Realmente a nuestros reclusos se les da educación? ¿Tienen condiciones para trabajar
y llevar una vida sana? ¡Pues claro que no!”

 ¿Hoy la cárcel privada ofrece estos beneficios?


 De ninguna manera. Es más bien lo contrario. Y lo vemos en las cárceles que
más se están privatizando: las federales o las de máxima seguridad. Ahí se le
aplica al reo el aislamiento absoluto. Lo que no se quiere es que haya convivencia
entre internos. De manera que ni siquiera pensar en practicar deportes y cuidar la
salud.

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 Pero en esas prisiones están los reos de alta peligrosidad…


 Es cierto. Pero la Constitución pide reinserción social para todos, estipulando que
el sistema penitenciario mexicano debe basarse en ese principio. No hace
distingos entre los presos del fuero común y los de la delincuencia organizada.
Desde hace tiempo Barrón Cruz insiste en que –además de ser sólo un negocio para los
grupos empresariales– las prisiones privadas son “totalmente ilegales”, pues el artículo
18 constitucional estipula claramente que únicamente el Estado debe hacerse cargo de
las cárceles y toda la cuestión penitenciaria.
“La misma Organización de las Naciones Unidas –ha recalcado el investigador– señala
que no deben privatizarse las prisiones, cuyo objetivo final debe ser reeducar y
reintegrar al reo a la vida social, meta muy contrapuesta a la de la empresa privada,
interesada solamente en convertir a los reos en un negocio rentable” (Proceso 1927).
En 1977, detalla Barrón, la ONU expidió los lineamientos básicos para el tratamiento de
reclusos y marcó el camino de la reinserción social, dejando fuera a la iniciativa privada.
Desde entonces se adoptaron esas reglas que fueron firmadas y ratificadas por México,
que hoy incumple estos compromisos internacionales.
Refiere: “En otros países, la privatización de las cárceles no ha resuelto el problema del
hacinamiento y la violación a los derechos humanos de los reclusos. Eso sí, la
privatización ha provocado un acelerado incremento de la población penitenciaria. Hay
muchos estudios sobre este tema”.
Empresarios
Pese a que en México es muy reciente el proceso de privatización empezó en el
gobierno de Felipe Calderón, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
emitió el año pasado la primera recomendación a una cárcel privada: el Centro Federal
de Readaptación Social (Cefereso) número 11, de Hermosillo, Sonora, manejado por
Ingenieros Civiles Asociados (ICA), empresa de la familia Quintana.
En su recomendación 35/2013 la CDNH aseguró que en dicho penal los reclusos viven
en “condiciones infrahumanas y peligrosas”, mientras que las “deficiencias” carcelarias
son incluso “mayores” respecto a las prisiones manejadas por el gobierno.
Ha trascendido que la CNDH prepara más recomendaciones a otros penales privados,
como los de Miahuatlán, Oaxaca, y Ocampo, Guanajuato, pues van en aumento las
quejas por las graves violaciones a los derechos humanos en esos centros (Proceso
1927).
Barrón comenta: “La prisión de Ocampo, Guanajuato, incluso fue inaugurada antes de
que concluyera su construcción. Eso nos dice mucho sobre las irregularidades en estas
prisiones. ¡Vaya! ni siquiera sabemos exactamente cuántas ya están en manos de la
iniciativa privada, qué empresarios las están manejando y cuánto tiempo las
administrarán”.
Toda esta información, dice, la mantiene en secreto la dependencia encargada del
sistema penitenciario del país, que es la Comisión Nacional de Seguridad (CNS),
encabezada por Monte Alejandro Rubido García, quien depende de Miguel Ángel Osorio
Chong, secretario de Gobernación.

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Proceso solicitó la misma información a la CNS. Le fue negada pues –explicó su


encargado de prensa, René Hernández Cueto– está catalogada como “información
reservada de origen”.
Pese a la cerrazón del gobierno, poco a poco se han conocido los nombres de algunos
empresarios que lucran con las cárceles.
Carlos Hank González, presidente del Grupo Financiero Interacciones, ya tiene bajo su
control el Centro de Reclusión Estatal de Ciudad Valles, San Luis Potosí, en el cual
invirtió mil 200 millones de pesos en asociación con ICA. También financió dos cárceles
en el Distrito Federal.
Hank González pertenece al Grupo Atlacomulco, como el presidente Enrique Peña
Nieto. Por el lado paterno es nieto del profesor Carlos Hank González, y por el materno,
del empresario Roberto González Barrera. Algunos miembros de su familia han estado
implicados en escándalos por fraudes y acopio de armas.
Carlos Slim, dueño de Telmex y uno de los hombres más ricos del mundo, tampoco
quiere quedarse fuera del negocio carcelario. Firmó un acuerdo para participar en la
construcción de dos prisiones: una en Morelos y otra en Chiapas.
Esta participación la tenía la desarrolladora de vivienda Homex, que decidió vendérsela
a Grupo Financiero Inbursa y a Impulsora del Desarrollo y el Empleo en América Latina,
ambas de Slim.
Olegario Vázquez Raña, dueño del periódico Excélsior y de la cadena de hospitales
Ángeles, también participa en el negocio por medio de su empresa Promotora y
Desarrolladora Mexicana, la cual construye cárceles en Durango y Michoacán.
ICA –dirigida por Alfonso Quintana– edificó el cefereso de Hermosillo, regido por el
esquema empresarial Proyectos de Prestación de Servicios y el cual recibió la
recomendación de la CNDH. En ese penal federal de alta seguridad está preso el doctor
José Manuel Mireles, exlíder de las autodefensas michoacanas.
Otras compañías que intervienen en el negocio carcelario son Tradeco, Arendal, La
Nacional y La Peninsular, entre otras. Construyen prisiones federales y estatales en el
Distrito Federal, Coahuila, Chiapas, Durango, Morelos, Guanajuato, Sonora,
Michoacán…
Pedro Aspe –afín al Grupo Atlacomulco y secretario de Hacienda en el sexenio de Carlos
Salinas de Gortari– se encarga de diseñar proyectos de inversión carcelaria con su
empresa Protego Asesores (Proceso 1906).
El viernes 15 el diario Reforma dio a conocer que por primera vez en el Distrito Federal
habrá dos cárceles de máxima seguridad manejadas por la iniciativa privada, que las
acaba de construir a un lado del Reclusorio Norte.
Fueron edificadas por las empresas Infraseg Sapi y Cevaseg, las cuales invirtieron mil
643 millones de pesos en su construcción y equipamiento. Ambas empresas obtuvieron
una concesión de 12 años para administrarlas. El gobierno capitalino les pagará a las
empresas una renta mensual cuyo monto es secreto.

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Las cárceles dos torres de cuatro pisos cada una empezarán a operar a finales de este
año. Cada una está diseñada para albergar 768 internos. Por lo que en total tendrán
capacidad para mil 536 reos de alta peligrosidad.
En aumento
Las empresas referidas se beneficiarán del incesante crecimiento de la población
penitenciaria. En su artículo “Cárcel de Apodaca: haciendo leña del árbol caído” (Revista
Penal, agosto de 2012), Barrón da las siguientes cifras: “En 1992 había 101 presos por
cada 100 mil habitantes; luego, en 1996, la cifra ascendió a 102; una década después,
en 2006, era de 200 presos, y para 2010 era de 206”.
La investigación –realizada a partir de la matanza de 44 internos del penal de Apodaca,
Nuevo León, en 2012– también detalla el incremento anual de espacios carcelarios. En
1990, por ejemplo, las 444 cárceles mexicanas que había entonces tenían capacidad
para 61 mil 173 internos. En 2011 había menos cárceles, 418, pero ya tenían capacidad
para 187 mil 752 presos. De manera que la capacidad carcelaria se triplicó en ese lapso.
Pese al aumento en espacios disponibles, éstos han resultado insuficientes para
albergar a la creciente población carcelaria. El dato más reciente es revelador: en 2013,
las 418 cárceles mexicanas tenían capacidad para 196 mil 742 personas y sin embargo
alojaban a 244 mil 960 reos. De modo que tenían una sobrepoblación de 48 mil 218.
¿A qué obedece este acelerado crecimiento de la población carcelaria en México?
El estudio indica que se debe a varios factores, entre ellos “la lucha contra el
narcotráfico”, emprendido a partir de los ochenta y que puso énfasis en penalizar la
producción, tráfico, suministro y comercio de drogas. A esto se suma “la disputa entre las
organizaciones dedicadas al narcotráfico” que provoca reyertas y muertes sangrientas.
También obedece a la “militarización de la seguridad pública”, que ha llevado a emplear
a las fuerzas armadas en tareas de policía. Y, por último, a las “reformas al marco
jurídico” con las cuales se endurecieron las penas.
Sobre este punto, Barrón comenta: “Actualmente hay un crecimiento punitivo en
nuestras leyes; cada vez los delitos son más graves y las penas a esos delitos son más
altas. Esto ha provocado que la mayoría de la población carcelaria esté presa por haber
cometido un robo menor de 5 mil pesos.
“Es muy común que arresten a alguna persona que entra a algún supermercado y se
roba, por ejemplo, un Gansito. Y si va acompañado de un amigo el delito se agrava
porque ya lo hacen en pandilla y los meten a la cárcel por años. Son, pues, los pobres
quienes abarrotan nuestras prisiones.”
El investigador pone como caso ilustrativo el Distrito Federal, donde se empezó con una
política altamente punitiva desde que Marcelo Ebrard era secretario de Seguridad
Pública e introdujo la política llamada de “tolerancia cero”, que no es otra cosa más que
“una dura represión contra delitos menores”.
Esto ha provocado –dice– que los 10 centros penitenciarios del Distrito Federal, cuya
capacidad es de 22 mil 324 mil reos, tengan a más de 41 mil. Menciona otro caso: el de
las Islas Marías, que pasó de mil a 8 mil reclusos concentrados en un área natural
protegida y quienes actualmente ya padecen hasta escasez de agua dulce.

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Respecto a los arrestados por narcotráfico señala: “A la gran mayoría de los detenidos
en los operativos contra el narco no se les pueden comprobar nexos con el crimen
organizado. Por ejemplo, de diciembre de 2006 a septiembre de 2011 la Policía Federal
detuvo a 75 mil 276 personas. De éstas sólo 2 mil 554 tenían ligas con el narcotráfico.
Un porcentaje mínimo. De manera que la sangrienta lucha contra el narco tiene
resultados muy exiguos”.

 ¿Incluso cuando se detiene a los grandes capos?


 Eso es lo que nosotros llamamos descabezamiento, porque se quita sólo la
cabeza y de inmediato esta cabeza tiene reemplazo; aparece un nuevo líder y
queda intacta toda la estructura de la organización delictiva.

“Para colmo, muchos narcotraficantes que son llevados a prisión siguen participando en
extorsiones, secuestros y venta de droga desde la cárcel. La prisión no los aleja del
delito. Eso es muy grave.”

 ¿La cárcel privada podrá solucionar este problema?


 No lo creo. En ese sentido también está destinada al fracaso.

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Bibliografía

http://mexico.pueblosamerica.com/pp/cereso-1000

https://es.wikipedia.org/wiki/Centro_Federal_de_Readaptaci%C3%B3n_Social_n.%C2%BA_12

http://www.proceso.com.mx/379678/las-prisiones-como-negocio-privado

https://lopezdoriga.com/nacional/trasladan-a-hermano-del-lider-de-los-zetas-a-penal-de-
guanajuato/

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