Vous êtes sur la page 1sur 6

El rol del hombre en la

sociedad moderna
Publicado el 23 de mayo de 2013 en la categoría: Arte y Cultura

112

Es cada vez más común ver, cuanto más jóvenes las generaciones más
marcado, mujeres exitosas y hombres fracasados. Si miramos la
universidad o el colegio, las mujeres suelen tener mejores rendimientos
que los hombres. En el caso de las universidades, tienen mucho más claro
sus intereses de estudio y avanzan más rápido que los hombres. Es
frecuente encontrar mujeres que están solteras porque no encuentran un
hombre a su altura: mientras que ellas tienen claro que quieren en la vida,
cumplieron muchas metas importantes y tienen buenos trabajos, ellos
parecen perdidos: son inmaduros, no saben que quieren de sus vidas y
huyen de los compromisos.

Los estereotipos en las sociedades tradicionales

Históricamente el rol del hombre fue proveer a su mujer y a su familia de


un sustento, ganado “con el sudor de su frente” según el relato bíblico. El
hombre era el “jefe” de la familia y lideraba su rumbo; la mujer y la familia
lo seguían. Las parejas eran, en cierto sentido, como un equipo, en el que
el hombre aportaba el ingreso y la seguridad y la mujer hacía las “tareas
del hogar” y era el soporte de su marido.

Una de las características que contribuyó a establecer estos roles era el


físico. La mayor fuerza del hombre respecto de la mujer era una diferencia
fundamental en una sociedad donde la supervivencia dependía del
esfuerzo físico. Otra fue la, llamémosla, “racionalidad práctica”: aquella
forma de pensar fría y objetiva, centrada y enfocada en la eficiencia, en
oposición al pensamiento femenino más “disperso” y emocional. De esta
manera, la mujer tenía en la sociedad tradicional un rol importante pero
“secundario”: como ilustra la famosa frase “detrás de todo gran hombre,
siempre hay una gran mujer”.

El cambio de roles en la sociedad moderna


Las características que históricamente reflejaban las diferencias de género
con el tiempo se diluyeron. A lo largo de la historia, particularmente en el
último siglo, la mujer logró imponer sus derechos y alcanzó una relativa
igualdad con el hombre. Su rol protagónico creció a medida que las
características que hacían que la sociedad fuera “hombre-céntrica”
desaparecían. Hoy las mujeres tienen y hacen todo lo característico a
ellas… y todo lo característico de los hombres también: son madres y
esposas y también jefas y líderes.

En paralelo, el rol del hombre perdió su sustento. En la nueva situación el


rumbo familiar se define en igualdad (y muchas veces las mujeres tienen
una idea más clara del rumbo a seguir que los hombres), ambos trabajan
(y cada vez hay más casos donde ellas ganan mejor que sus parejas). El
esfuerzo físico lo hacen las máquinas; quedan muy pocos trabajos donde
lo físico juegue una diferencia tan importante como para que el trabajo sólo
pueda ser realizado por hombres. La “racionalidad lógica” y la eficiencia
están obligadas a dar paso a la creatividad, las emociones y las relaciones
sociales. Todo esto, se supone, no es el fuerte de los hombres. Es así que,
a medida que la sociedad de la información avanza, las características que
priman son las de la mujer mientras que el hombre y su estereotipo
parecen abandonados sin un destino o un fin claro.

La crisis masculina y su libertad irresponsable

Desde cierto punto de vista, las mujeres se volvieron autosuficientes: si


bien buscan un hombre que las acompañe no lo necesitan para avanzar
por la vida: pueden arreglárselas solas, y lo hacen muy bien. El problema
es que la vara de exigencia para el hombre en este contexto se mantiene,
porque el estereotipo masculino sigue vigente: el hombre tiene que, de
alguna manera, ser superior a la mujer. Si la mujer gana bien, el hombre
tiene que ganar mejor; si ella tiene claro el rumbo, él lo tiene que tener
todavía más claro.

El hombre se encuentra así con una situación difícil: no es necesario (ni


para sostener a una mujer, ni para trabajar en la nueva sociedad en
formación) pero se le exige igual que si lo fuera. Sin embargo, en la medida
en que se siente desplazado y sin un lugar en la sociedad, se dedica a
“disfrutar de la vida”. Los hombres se convierten en solterones
empedernidos, disfrutan de la noche, de los deportes, viajan, se opifican
en un sillón ante la tele o se emboban con los videojuegos, se la pasan en
asados tomando cerveza con amigos… No quieren compromisos:
trabajaron toda la historia de la humanidad para lograr el sustento familiar,
ahora ya no son necesarios, las máquinas y las mujeres pueden hacer lo
que ellos hacían, ¿por qué no entonces relajarse y disfrutar de la nueva
libertad?

El desafío: encontrar un nuevo rol para el hombre

Se supone que la familia es la base de la sociedad; la familia surge a partir


de la formación de una pareja. Para que la relación dure tienen que formar
un equipo: el todo tiene que sumar más que las partes. En la pareja
moderna pareciera que la mujer “hace todo” y el hombre “no hace nada”
(inmortalizado en la figura de Homero Simpson como un gordo tonto e inútil
aunque simpático y gracioso). Las parejas modernas no forman un equipo
y por lo tanto, no se gana mucho de la relación: entonces las relaciones no
duran.

Creo que es imprescindible que cambiemos el estereotipo de hombre si


queremos una sociedad equilibrada y si queremos que de la relación de
géneros se formen equipos y no rivales competidores. La mujer a lo largo
del siglo pasado peleo exitosamente por cambiar su estereotipo y así pudo
adatarse al nuevo mundo. Ahora es el turno del hombre. Si bien el
estereotipo tradicional no parece tener ya un lugar en el mundo, nadie
parece plantear la necesidad de crear uno nuevo. Antes bien hay como
una presión solapada a que el estereotipo de alguna manera siga y se
eleve al nuevo plano de exigencias que la sociedad plantea. El desafío
pasa por lograr un nuevo rol masculino auténtico.

Rol de la mujer en la sociedad actual

En la antigüedad, se consideraba que la mujer era, a lo largo de toda su


vida, propiedad de un hombre, tanto del padre, a temprana edad, como del
marido, cuando el mismo padre entregaba la mano de ésta en matrimonio,
logrando que las hembras dependiesen totalmente de los varones para
poder sobrevivir.
El sexo femenino sólo tenía obligaciones en el hogar impuestas por el
marido correspondiente. Se puede decir que ser mujer en ese tiempo
significaba ser un objeto de satisfacción para los hombres, lo cual, con el
tiempo se ha ido modificando.

Estamos conscientes de los espacios ganados en todo ámbito ya sea


político, social, laboral, cultural, religioso, etc., y a pesar de los muchos
obstáculos y las barreras impuestas por la sociedad claramente dominada
por varones, las mujeres han demostrado la igualdad de condición y
operación, que les es entregada por su calidad de ser humano, que no tiene
nada que ver el ser varón, del ser mujer.
No se podría afirmar que la mujer asume un solo rol, ya que las mujeres
actuales son consideradas totalmente multifuncionales; además de labores
de madre y esposa, como es el caso de miles de mujeres en todo el mundo,
se desempeñan como jefas del hogar y sustentadoras de una familia con el
fruto de su propio trabajo. Está científicamente comprobado que la mujer
usa más cerebro para almacenar y razonar información, mientras que el
espacio cerebral del hombre para los mismos fines es sólo de la mitad. Las
mujeres tienen además menos accidentes, al tener un mejor sentido de la
orientación, más reflejos y más velocidad para procesar información, por
no hablar de que las mujeres tienen un gran gusto artístico, son más
receptivas y sienten más que los hombres.

En la actualidad no se puede hablar de un tipo de mujer sedentaria, sino


que se habla de una generación nueva de mujeres activas y autónomas, la
mujer se enfrenta a realidades muy diversas según la cultura, zona
geográfica o situación social en la que se encuentre. Está demás decir que
estamos acostumbrados a notar una mayor presencia femenina en ámbitos
laborales, políticos, etc., como se demuestra en Latinoamérica, grandes
mujeres como Michelle Bachelet, Cristina Fernández o Dilma Rousseff,
quienes ejercen/ejercieron el cargo de Presidente de la nación
correspondiente.
Pero lamentablemente, a pesar de esto son muchas las mujeres que todavía
se encaran a situaciones angustiantes, discriminatorias, violentas,
marginales y otras las cuales son muy parecidas a las practicadas en la
edad media, por lo tanto, aunque queramos negarlo, en algunas partes aún
no evolucionamos por completo. Por ejemplo en África, más de 80
millones de niñas y adultas han sido circuncidadas mediante la ablación
del clítoris y la infibulación; la cual es una forma de violación y un
atentado contra la dignidad de la mujer, consistente en extirpar de cuajo el
clítoris y los labios menores, para luego coser la vulva hasta no dejarles
sino un pequeño orificio que les permita menstruar y expeler la orina. Esta
costumbre, que tiene como fin frenar el deseo sexual y garantizar la pureza
y fidelidad de la mujer a su marido.

Las mujeres en la sociedad actual a mi parecer son ejemplo de una gran


fortaleza, y lo anterior se refleja en la capacidad de éstas para superar las
adversidades que conlleva el ser mujer, porque ciertamente no es fácil,
debido a toda la discriminación que hay a pesar de que esta sociedad se
considere igualitaria y tolerante. Algunas personas aún siguen siendo
machistas, dándonos a entender que el sistema no avanza y se ha quedado
estancado en el machismo tan barbarié.

Muchas veces las mujeres asumen como obligación deberes como: el ser
dueña de casa. La sociedad no lo valora, ya que como dije anteriormente,
el mundo asume que esto es una obligación de la mujer adquirida por el
solo hecho de ser mujer, pero lo que muchos no entienden es que no es
fácil, ya que las mujeres también tienen aspiraciones, pero el ser asesora
del hogar la consume por completo. Esto un hombre no lo podría realizar
porque claramente no podría ser multifacético como ella.

La mujer es igualmente capaz que el hombre de realizar todas las cosas


que se proponga y eso no se puede dudar porque a lo largo de los años se
ha demostrado capaz de lograr incluso mejores resultados que el sexo
masculino en peores condiciones, como lo es una temporera que saca
adelante a su familia con su propio esfuerzo sin perder su delicadeza de
mujer mientras que el hombre se queda en casa sin hacer nada.
Por lo tanto se habla de una sociedad hasta que se ha intercambiado los
roles.

En definitiva la mujer juega un gran rol en nuestra sociedad. No hay que


despertar siempre la idea de que el hombre o la mujer esté más capacitada
para lo que sea. Es cierto que cada uno de los sexos tiene algo particular
que aportar en la vida social. A veces olvidamos que la vida se
complementa, no se compite. Tal vez olvidar ese principio es lo que nos
frena a valorar a tantas mujeres de hoy.

El rol que la mujer asumiría entonces en esta sociedad sería el de cualquier


ser humano capaz de pensar y discernir: hacer el bien, ayudar a otros y ser
un gran aporte para esta sociedad, y compartir los roles entre ambos. Pero
lo que claramente un rol que no puede ser compartido con otro ser humano
varón es el ser madre, ya que las mujeres fueron especialmente creadas
para asumir esta hermosa responsabilidad las cuales son únicamente
entendidas por ellas mismas. La conexión entre ellas con el hijo es algo
extraordinario y mucho más fuerte de lo que puede llegar a ser la relación
padre a hijo. Por lo tanto, el principal rol de la mujer no es tanto funcional,
sino que es ser esencial, primordial y vital para la sociedad actual.

Vous aimerez peut-être aussi