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Alma Edith Sánchez Márquez

Formando en CPM León

Reflexiones personales sobre las lecturas:


- Mesa redonda: de la transferencia y/o contratransferencia en psicoanálisis fuera de la cura
- La prioridad del otro en psicoanálisis

Sobre las reflexiones de la mesa redonda, un tema discutido varias veces en clase, sobre si hay o no
transferencia fuera del momento analítico, entendida claro, conceptualmente psicoanalítica, más
allá de las relaciones de interacción social, cultural y familiar. Me parece interesante el intento de
definir el uso de la transferencia analítica fuera del espacio de la cura, recortándola al uso que se
hace de ella, el instrumento y/o el efecto de la misma.

En el coloquio anterior del círculo presenté un trabajo que pudiera considerarse como lo que llaman
psicoanálisis aplicado, pues fue una revisión del texto “El túnel” de Ernesto Sabato, centrando mi
atención en los rasgos obsesivos del personaje principal, y al momento de iniciar mi presentación
del tema, mencioné “voy a intentar hacer un corte, si es que eso es posible…” puesto que
identificaba que para poder hacer un análisis de esa obra tenía que colocarme cierto lente, una
postura específica de abordaje, y me resuena ahora en la postura de Rosolato al hacer mención de
los sistemas de pensamiento: religioso, político, filosófico, estético y científico; y concluye
refiriéndose al psicoanálisis aplicado como un psicoanálisis de exploración crítica, que me parece
muy justo.

Laplanche hace referencia al mensaje enigmático, y que a partir de allí se genera entonces una
trasnferencia, sin embargo, pese a que una obra de arte pueda generar un mensaje enigmático,
pienso que será, al no haber otro interlocutor, un enigma propio, que nos puede mover a una
postura crítica, o a una autoexploración, pero sigo dudando que eso sea transferencia puesto que
no hay intercambio de interlocutores que permita la movilidad de lo enigmático; la obra de arte se
volvería así un depositario de nuestros propios fantasmas, pero no en el mismo sentido que lo es el
analista. Me pregunto si el efecto de una obra de arte no queda más en el plano de lo ominoso.

Laplanche habla de método y regla, de renuncia del poder y del saber, sin embargo el texto en
general menciona al analista como analizando de la obra de arte, una inversión de roles en donde
el analista es el paciente frente a una obra de arte, la cual sería el velo que normalmente usa el
analista sobre su persona para despertar el enigma, para movilizar la trasferencia del paciente en la
situación analítica. No se trata del análisis de una obra de arte, ni del autor de la misma, ni siquiera
como menciona Green, del análisis de los efectos provocados por dicha obra ante algún sujeto
espectador; desde mi punto de vista, se trata de un goce propio, de un deseo de saber y comprender
aquello que de pronto se nos vuelve enigma y nos conecta con nuestros fantasmas, ¿es eso
transferencia? Seguramente sí, mi duda se centra en el uso de la misma, en el uso analítico que se
le pretende dar, ¿no queda más en un plano de goce? ¿En el plano de lo erótico, lo sublime y lo
ominoso?

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