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SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA

INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA DE OAXACA


“ESCUELA NORMAL EXPERIMENTAL PDTE. LÁZARO CÁRDENAS”
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PRIMARIA
CLAVE: 20DNL0007L

TRABAJO: ENSAYO

“LOS VALORES HUMANOS”

PRESENTA: LIZBETH MACHUCA PÉREZ

CURSO:

FORMACIÓN CÍVICA Y ÉTICA

RESPONSABLE DEL CURSO:


MTRO. REY MARTINEZ PATRICIO

PUTLA DE GUERRERO, OAXACA. A 21 DE JUNIO DEL 2018.


INTRODUCCIÓN

El siguiente ensayo que se presenta consta de varias páginas que expresan un


breve contenido sobre lo que son los valores en la sociedad y cómo éstos fungen
una importante responsabilidad en la vida de cada uno de los seres humanos que
habitamos el planeta tierra, para poder vivir en armonía, paz y tranquilidad.

Los valores en la sociedad están presentes desde los inicios de la humanidad.


Para el ser humano siempre han existido las cosas valiosas y de valores. Todos
alguna vez hemos escuchado hablar de los valores y su importancia en la sociedad,
nuestros padres nos han inculcado por educación y otros los aprendemos por
nuestra cuenta ya sea por medio de las amistades o en los diferentes lugares que
hemos visitado durante el trayecto de nuestras vidas, otros los hemos aprendido por
necesidad de poder adaptarnos a un medio social al que no pertenecemos.

Cuando escuchamos la palabra “Valores” tendemos a pensar en muchas


virtudes que finalmente aluden al bien a lo que es correcto. Pero en la actualidad
se han perdido muchos valores que a mi punto de vista ya no se practican como
antes tales como: la justicia, tolerancia, paz, libertad, lealtad, honestidad y
solidaridad. Pues ahora en día muchas personas ya no toleran a los que piensan o
actúan de diferente manera, no existe una total libertad de expresión, por ejemplo
los amigos y las parejas se traicionan con mucha naturalidad, existe poca gente
realmente honesta que te regresa tu celular o cualquier otro material u objeto que
muchas veces damos por perdidos. Todos queremos un cambio pero la realidad es
que solo nos quejamos y no nos unimos para lograrlo aunque resultaría difícil.

La importancia de hacer una breve investigación acerca de los


valores que más debemos tener presentes en nuestra vida es con la finalidad de
poder comprender la importancia de los valores en el ser humano. Si nos fijamos
cualquier tipo de valor, y poder ser mejores personas día con día si así lo decidimos.
Honestidad
La honestidad es un valor humano, una actitud que siembra confianza en uno mismo
y en aquellos que están en contacto con la persona honesta. Hace que la persona
actúe siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia, dando a cada quien
lo que le corresponde, incluida ella misma. Además el valor de la honestidad nos
permite como seres humanos vivir en sociedad. Este gran valor no lo podemos
esperar de cualquier persona solo de aquellas que se han ganado nuestra
confianza.

Lealtad

Ser una persona leal es sin duda una de las cualidades más respetables de un ser
humano, en especial cuando se trata de una relación de pareja o de una amistad ya
que ayuda a mantener un lazo fuerte y generar confianza en el otro.

La lealtad se trata básicamente de cumplir con lo que hemos prometido,


incluso cuando las circunstancias son adversas. La lealtad es una virtud, y como tal
debemos desarrollarla desde nuestra conciencia. Ser leal con otra persona es una
obligación moral que tenemos con una pareja, un amigo, un compañero de trabajo,
un familiar.
Quien se opone a la lealtad es un traidor y los traidores terminan finalmente
quedándose solos, ya que se pierde la confianza en esa persona y no se lo vuelve
a valorar. Acompaña la lealtad el compromiso con la otra persona en las buenas y
en las malas.

Perdón

Es la acción por la que una persona disculpa a otro una acción considerada
como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo
o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que
las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden más o
menos afectadas. El perdonante no "hace justicia" con su concesión del perdón,
sino que renuncia a la justicia al renunciar a la venganza, o al justo castigo o
compensación, en aras de intereses superiores. El perdón no debe confundirse con
el olvido de la ofensa recibida. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo
que otras personas considerarían una ofensa. Tampoco perdona quien deja de
sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que hacen ver la
inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es obviamente un beneficio para
el perdonado, pero también sirve al perdonante (que también está interesado en ver
recompuestas total o parcialmente sus relaciones con el ofensor y en ocasiones
cumple al perdonar una obligación moral o religiosa) y a la sociedad, pues
contribuye a la paz y cohesión sociales y evita espirales de venganzas, motivo por
el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.

Tipos de perdón

 Perdón pleno/parcial: En el perdón pleno, el perdonante "perdona y olvida", es


decir, no sólo decide no odiar al perdonado, sino que recupera la relación de
confianza o amor con el perdonado, como si la ofensa no hubiera tenido lugar.
En el perdón parcial, el perdonante decide no odiar al perdonado por la ofensa
recibida, pero no se recomponen totalmente las relaciones preexistentes.
 Perdón condicional/incondicional: En el perdón condicional, el perdonante
subordina algunos o todos los efectos del perdón al seguimiento por parte del
perdonado de ciertas reglas de conducta o al cumplimiento de cualquier otro tipo
de condición.

 Perdón expresado/tácito/no expresado: El perdonante puede optar por


comunicar expresamente al perdonado la concesión del perdón, o bien por
hacérselo ver por hechos más o menos concluyentes, o bien optar por no
comunicarle de modo alguno la concesión del perdón.

 Perdón espontáneo/solicitado: El perdón solicitado es el que se produce tras la


petición de disculpas del ofensor, el espontáneo tiene lugar sin tal petición.

 Perdón humano/divino: Según quién sea quien perdona, Dios o el ofendido, el


perdón será divino o humano.

Sinceridad.

Implica el respeto por la verdad (aquello que se dice en conformidad con lo que se
piensa y se siente). Quien es sincero, dice la verdad. Sin embargo, la práctica hace
de este concepto un objetivo difícil de alcanzar, dadas las numerosas estructuras a
las cuales nos sometemos.
Puntualidad

Disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo,
una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por
entregar.

El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de


carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en
condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser
merecedores de confianza. A falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se
deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación
en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de
todo esto? Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en
nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los
amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga
sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a
nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se
reafirma el vicio de llegar tarde.

En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros
un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar
un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo
imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde
estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según
nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo.
Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento,
reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra
debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el
momento preciso y necesario. Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor,
y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos,
recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras
descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar
“sólo lo que hace falta”, en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre
clases. Pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando “despertamos” y
por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar
el descuido. Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la
actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no
divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad
programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un
familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto
y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra
sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades. Para la persona impuntual
los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de
hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se
retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad
por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún
contratiempo importante ocurrió.

Valor de la familia
La familia es la única forma de asociación que el hombre haya recibido del animal;
pero los lazos puramente naturales que unen al progenitor con los hijos se
refuerzan, en la especie humana, con lazos culturales. Los instintos, a que
exclusivamente obedece la familia en los monos, por ejemplo, se vuelven
tendencias plásticas, influidas por valores y por normas, en la especie humana.
Puede decirse que la familia es un grupo a la vez natural y cultural, pues a la
comunidad de la sangre se añade la comunidad de los principios espirituales y de
los valores, trasmitida por el ambiente cultural.
La familia es la única forma integral de vida social. Es un pequeño mundo,
que pone en acción todas las fuerzas del hombre. No es una sociedad particular,
sino un modo de coexistencia.
La familia concilia la originalidad del individuo con la solidaridad del grupo,
como concüia lo inconsciente y emocional con lo consciente e intelectual. las
cualidades al parecer más personales del hombre hallan, habitualmente, tolerancia
en la comunidad familiar. Por otra parte, la reflexión y la atención están más
solicitadas en las demás formas sociales que en la familia, medio en el cual se diría
que el hombre se dejase vivir. El impulso de intimidad correspondida encuentra en
la familia plena satisfacción.
La familia es el instrumento principal de la continuidad social, o de la relación
de una generación con otra. Constituye, en efecto, el medio específico para trasmitir
la tradición colectiva, trasmisión que se realiza aprovechando la prolongada infancia
del individuo humano.
La familia es la primera institución socializadora, por cuanto los comienzos
de adaptación al ambiente social se cumplen en el hogar.

Decencia
Uno de los valores que habla más de una persona es la decencia, para vivirla se
necesita educación, compostura, buena presencia, respeto por sí mismo y por los
demás, pero es muy notable la delicadeza que guarda respecto a la sexualidad
humana y todo lo que de ella se deriva.

Es el valor que nos hace conscientes de la propia dignidad humana, por él


se guardan los sentidos, la imaginación y el propio cuerpo, de exponerlos a la
morbosidad y al uso promiscuo e indebido de la sexualidad.
Cuando una persona deja de vivir este valor, su personalidad sufre una
transformación poco agradable: muchas de sus conversaciones hacen referencia al
tema sexual; continuamente busca algo que estimule su imaginación y sentidos
(revistas, películas, internet, etc.); la mirada se vuelve inquieta, buscando enfocarse
en personas físicamente atractivas; asiste a espectáculos y lugares donde la
sexualidad humana es sólo una forma de tener placer.

Una vez que se entra en este sucio círculo todo cambia de dimensión, en vez
de considerar como importantes los aspectos más humanos de las persona
(inteligencia, cualidades, sentimientos), ahora es la presencia y atracción física lo
que cuenta por el placer que pueda obtenerse, debido a que los afectos ya no
importan.

Faltar a la decencia hace que las relaciones con personas del sexo opuesto
sean inestables y poco duraderas, fundamentadas en la búsqueda de placer, con
una evidente falta de compromiso y obligaciones. Por eso no debe sorprendernos
el aumento de infidelidades y divorcios; jóvenes que cambian de pareja con mucha
facilidad, madres solteras, orfandad, abortos. Lamentablemente, parece ser que en
determinadas empresas el poseer un buen físico y poca calidad moral son los
requisitos para obtener un empleo, debido a ello, muchas son las mujeres que
pierden “estupendas” oportunidades de trabajo, por vivir la decencia, por no permitir
que se abuse de su condición. ¿Políticas empresariales? Seguramente son las
personas al frente de los recursos humanos, quienes abusando de su posición
pretenden aprovecharse de la necesidad que los demás tienen. Así es, una sola
persona es capaz de destruir la imagen de una empresa.

Al vivir este valor se garantiza la unión y estabilidad familiar, los hijos pueden
contar con la presencia y ayuda de ambos padres; los jóvenes descubren que la
verdadera realización personal no se alcanza con la satisfacción de los placeres,
sino a través del desarrollo profesional, el trabajo y la formación intelectual; y
socialmente las personas no tendrían que preocuparse de la calidad moral de los
ambientes que le rodean.
Prudencia

La prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela,


respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas, pero
también es la cualidad de comunicarse con un lenguaje claro, cuidadoso y acertado;
con sensatez, con moderación y reflexión.

La prudencia se encuentra asociada con la sabiduría, como la comprensión


de los eventos adversos de los cuales nadie está exento de padecer en el transcurrir
de la existencia humana y que requiere de la sensibilidad y acompañamiento de sus
congéneres antes que justificar posibles causas que nada resuelven ni ayudan.

La falta de prudencia hace que emitamos informaciones y comentarios no


pedidos, que debían guardarse con suma discreción y que por no seguir normas de
solidario entendimiento le damos rienda suelta a nuestros impulsos sin evaluar sus
consecuencias, donde no solamente se ve afectada la imagen de quien habla
sin precaución ni mesura sino que se hiere el sentimiento de quienes sufren el rigor
de una determinada calamidad.

En ocasiones la falta de prudencia se manifiesta en personas que están


convencidas de que están actuando bien, y es aquí donde la humildad nos invita a
no considerarnos el centro del universo y guardar silencio en el momento indicado,
y pronunciarnos cuando debemos, pero con fundamento y sin menospreciar el punto
de vista de los demás, de tal forma que nuestro comentario rinda frutos en bien de
una relación constructiva.

Para aprender a ser prudentes hay que estar atentos a las razones, pero más
que todo debemos controlar nuestras emociones, que son las que nos impulsan al
error. Porque generalmente somos dados a errar por apresurarnos en nuestros
juicios, afirmando cosas que no son claras al buen sentir, pero que estamos
impulsados a expresarlas como desahogo de nuestras pasiones.
El acto prudente tiene como base las palabras y los hechos acertados que
ennoblecen a la persona, donde se aprecia más la sabiduría que la astucia, porque
no es tanto la facilidad de las palabras sino la calidad y la sutileza para conseguir
fielmente el cometido con tan valioso resultado.

La prudencia, así como es apropiada para no desatar una guerra, también es


importante para emprender la paz y la reconciliación, en especial cuando priman
más los desacuerdos de una sociedad, cada vez más contenciosa, que los mismos
acuerdos a que puedan llegar las partes comprometidas en discordia.

La prudencia facilita tomar decisiones pertinentes en las diversas


circunstancias de la vida. Es el recto conocimiento de lo que se debe obrar. La
prudencia tiene su verdadero valor.

Desprendimiento

El desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos tenemos


necesidades y en algunos casos encontramos personas con carencias. En cualquier
situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para colaborar en el
bienestar de los demás, no importa si es mucho o poco lo que hacemos y
aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de aportar. En la
generosidad que requiere el desprendimiento no cabe el ofrecer algo que nos sobra.
El valor del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre ellos: la
importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y la intención
que tenemos para ponerlas al servicio de los demás. En ocasiones vivimos y
trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas,
ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese compás, sin embargo si no
tenemos cuidado puede llegar el momento en que a pesar de la insatisfacción que
nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior.

A veces en broma, pero muchas veces en serio hemos escuchado decir de


alguien: “quiere más a su coche que a (...)”, “ni se te ocurra tocar sus porque tendrás
problemas” ni se lo pidas, jamás presta lo que tiene, “todo su dinero lo ocupa para
etc., y todas ellas reflejan a una persona con apego inmoderado por lo que tienen.
Debemos recordar que en el orden de los afectos, las personas y su bienestar
ocupan el primer lugar antes que nuestra persona misma o lo que poseemos.

Existen personas que materialmente ponen el corazón en las cosas materiales.


A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al valor económico que
tienen o simplemente por el trabajo que supuso adquirirlos. A esta particular forma
de afecto se le llama apego y de ninguna manera se relaciona con el hecho de
cuidar las cosas y hacer buen uso de ellas. Cuando nuestro aprecio es mayor por
las cosas que por las personas, nos parece absurdo compartir lo que tenemos, o en
su defecto lo hacemos a regañadientes. El desprendimiento supone un esfuerzo
para superar ese sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para
ofrecerlo gustosamente a los demás. No debemos confundir el desprendimiento con
el hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos, que es inservible o se
ha convertido en un estorbo, esta actitud manifiesta poco respeto por la persona
que lo recibe, independientemente de su condición y situación actual. Somos tan
soberbios que consideramos un insulto recibir algo de segunda mano, ¿por qué los
demás deben soportar lo que nosotros consideramos desprecio

Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero nuestros
recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos conocimientos,
cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición
de las personas, porque requiere prescindir de nuestro descanso, gustos,
preferencias y comodidades
para llevarse a efecto.

Compasión

Es la empatía puesta en movimiento, basada no sólo en la pena por el que


sufre sino en la expresión práctica a través de la acción concreta, revelando
un alto nivel de altruismo y profundo amor por el prójimo.

Ser siempre servicial


Servir implica ayudar a alguien de una forma espontánea, es decir adoptar una
actitud permanente de colaboración hacia los demás. Una persona servicial supone
que traslada esta actitud a todos los ámbitos de su vida: en su trabajo, con su familia,
ayudando a otras personas en la calle, cosas que aparecen como insignificantes,
pero que van haciendo la vida más ligera y reconfortante. Es posible que
recordemos la experiencia de algún desconocido que
apareció justo cuando necesitábamos ayuda, que luego
después de ayudarnos, se perdió y no supimos nada
más.
Paciencia
La paciencia es el valor que nos hace como personas: tolerar, comprender, padecer
y soportar los contratiempos y las advertencias con fortaleza y por ende sin
lamentos; esto es posible porque uno aprende a actuar acorde a cada circunstancia,
moderando las palabras y la conducta en esos momentos.

La paciencia es un rasgo de carácter que nos permite pasar por situaciones


caóticas sin derrumbarnos, nos permite educar a nuestros hijos sin gritos y aceptar
a los compañeros de trabajo sin deprimirnos, entre muchas otras cosas.

Es muy interesante conocer que el origen de la palabra paciencia la cual


viene de la raíz latina pati que significa sufrir. De hecho el participio patiens se
introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o “el que sufre.” Así la
palabra misma nos recuerda que la paciencia implica sufrimiento, si bien ese
sufrimiento se acepta con dignidad esperando una recompensa mayor que vendrá,
ya sea con el simple paso del tiempo, con la perseverancia, o con la actividad
correcta en los momentos correctos.

De igual manera no debemos confundir lo que se llama indiferencia e


insensibilidad con las actitudes de paciencia. Esto siempre ocurre cuando nos
encontramos con personas que a nuestro criterio son molestas y fastidiosas, y
escuchamos aparentando tener una actitud paciente y efectivamente lo que
buscamos es salir de esa situación lo más rápido posible. Y obviamente tratando de
que no se den cuenta, para no herir sus sentimientos.

Es importante notar que paciencia no significa sólo esperar hasta que cambie
la situación o hasta que alguien más haga lo que tiene que hacer. Es muy fácil, y
parte de la naturaleza humana también, el culpar a alguien más de todo lo negativo
que nos sucede.
Paciencia es la cualidad de tolerar o soportar dolor o dificultades sin quejas.
Por otra parte, el no detenerse a considerar las posibilidades reales de éxito, tiempo
y esfuerzo que se necesitan para alcanzar un determinado fin, es el principal
obstáculo del desarrollo de este valor y se denomina impaciencia. Tan es así, que
uno debe moderarse para evitar cargarse de demasiados compromisos que
posiblemente no los podrán cumplir.

Comprensión

Uno de los valores más importantes es el valor de la compresión, en estos tiempos


todos necesitamos ser comprendidos y apoyados en diferentes áreas de nuestra
vida.
Pero que es la comprensión según el diccionario es “Actitud tolerante y
respetuosa hacia los sentimientos o actos de otra persona”. Este valor según el
diccionario está compuesto a su vez de otros dos valores la tolerancia y el respeto.
¿Cuántas veces hemos utilizado la expresión es que nadie me comprende? La
compresión es necesaria en cualquier lugar de estudio, trabajo o en la misma
familia. El sentirse comprendido produce un bienestar emocional que se traduce en
paz, calma, alivio. La comprensión no es solo decir que entendemos a las demás
personas es algo más profundo es ponerse en los zapatos de la otra persona e
intentar saber sus sentimientos y el porqué de sus acciones. No algo simple es una
habilidad que necesita ser desarrollada en cada persona.
Sencillez

Quienes poseen una fortaleza interior y un encanto penetrante y perpetuo, son seres
de personalidad sencilla. Usualmente no las percibimos con facilidad, pero la
encontramos cuando realmente, ellos nos demuestran que son únicos, recios, sin
actos involuntarios, y de cualidades evidentes y naturales. Es decir, que la sencillez
nos enseña a saber quiénes somos en la vida y lo que podemos llegar a ser en ella.

Actualmente nuestra sociedad, carece de un vacío cultural propio de la falta de este


valor tan grande que es la sencillez. Esto se debe a que todo se rige según la moda,
la ropa que usamos, los autos que poseemos, si tenemos poder, y lo peor de todos
si logramos humillar sin necesidad, al resto de los individuos

Alegría

El valor de la Alegría es sinónimo de dicha, contentara o júbilo. La alegría produce


sensaciones de agrado, esperanza y estima. La fuente más común, más profunda
y más grande de la alegría es el amor, por cuanto implica también una relación con
los demás. Es una emoción que tiende a compartirse, a ser expresada, a ser vivida
con los otros. Y es bastante claro, porque la alegría contagia a los demás. Hagamos
las cosas con alegría. No es en vano que la gente del campo subía una plena
cuando realizaba un trabajo. La carga es más liviana cuando hay alegría.

Patriotismo

El patriotismo es un sentimiento de amor que se lleva no en el bolsillo, sino en el


corazón, y que vincula a los seres humanos con su país natal o adoptivo al cual se
enlazan a través de la ley, de la cultura, del idioma, de la religión, de la historia, de
la geografía y de los valores humanos que cultivan en cuanto sociedad. Se trata de
un sentimiento de bienestar individual y social que conviene profesar
equilibradamente para no llegar a extremos que lo hagan nocivo. El patriotismo bien
inculcado genera cada vez más cohesión social e incluso nacional. Y proyecta al
país como sociedad civilizada, sanamente orgullosa de sí misma, cuyos niños y
jóvenes son forjados de modo expeditivo en la fragua de la más diligente doctrina
patria.

Superación

Es una acción que requiere inmediatez, planeación, esfuerzo y trabajo permanente.


Por lo que simplemente el tiempo, el deseo y la propia estimulación, no llegan a un
buen puerto.
Las aspiraciones que habitualmente tenemos en la vida, tienen su centro en
aquellas oportunidades, su provecho y la obtención de los frutos deseados. Por lo
tanto, podríamos decir que la superación es aquel valor que nos motiva a
perfeccionarnos, ya sea desde lo humano, espiritual, profesional, económico. Por lo
cual debemos vencer todos aquellos problemas que se nos presenten. Para ello,
desarrollaremos la capacidad de lograr cada objetivo propuesto. Es decir, que la
verdadera solución no tiene cantidad, sino por el contrario, calidad.

Los seres humanos tenemos que saber que poseemos un deseo innato: la
superación. Pero a veces, nos paralizamos. ¿Por qué? Diríamos que el principal
freno es nuestra persona, ya que muchas veces los temores más profundos, nos
paralizan y actuamos como simples conformistas.

Usualmente, nos encontramos con personas que hablan permanentemente


de sus planes y del nuevo rumbo que iniciarán en sus vidas, pero finalmente todo
se desvanece, y quedan en palabras y deseos, replicando los contratiempos no
previstos, los cuales obstaculizaron sus objetivos. Ello demuestra lo que
mencionábamos anteriormente, y es que la superación no se logra con tiempo, sino
con acciones inmediatas y cargadas de esfuerzo y arduo trabajo.

El gran cambio lleno de beneficios materiales, no concuerda con la


superación. La capacidad de plantearnos nuevos retos, disponernos a enfrentar y
resolver dificultades, es temida por las personas, ya que el tiempo y permanencia
en un determinado lugar, nos asegura estabilidad y seguridad.

Justamente, la manera más fácil de medir el progreso, es la acumulación de


recursos económicos y materiales tan necesarios. El problema es que siempre
encauzamos la superación hacia ese punto. El hecho aquí, es que existen otros
aspectos fundamentales que debe tener en cuenta cualquier persona.
Solidaridad

Es el valor que consiste en mostrarse unido a otras personas o grupos,


compartiendo sus intereses y sus necesidades. Nace en principio simplemente de
nuestra esencia humana: reconocemos al otro como parte de nuestra propia
especie, de nuestra gran familia y entendemos que somos todos esencialmente
iguales. Nada de lo que es humano nos es ajeno y cada uno de nosotros es capaz
de sentir en carne propia lo que le pasa al otro. Por eso, ser solidarios implica que
reconocemos el valor de cada persona y contribuimos a que pueda realizar sus
proyectos de vida.

¿Cómo se aprende? Según numerosas investigaciones, los humanos


venimos “preparados” para ser solidarios. Contamos con mecanismos en nuestro
propio cerebro que nos permiten reconocer las emociones de los demás. Los
científicos han identificado un grupo de neuronas, a las que denominaron “neuronas
espejo”, que se activan cuando un individuo realiza una acción, pero también
cuando observa una acción similar realizada por otro individuo. Esto implica que
somos capaces de poner en práctica la empatía; es decir, la capacidad de pensar y
sentir la vida interior de otra persona como si fuera propia. Claro que empatía y
solidaridad también se aprenden. Desde pequeños, Los niños pueden no solo sentir
lo que le sucede al otro sino actuar basados en esa percepción.

Los adultos podemos entonces apoyar su crecimiento, por ejemplo,


alentando sus iniciativas solidarias, a que expresen sus sentimientos y a entender
los de los demás. Tanto en casa como en los ámbitos educativos podemos proveer
experiencias de relacionamiento con personas de diferentes culturas, entornos
sociales o edades, para que puedan conocer las distintas realidades en Las que se
vive. Y al mismo tiempo, brindar el ejemplo de nuestra propia solidaridad. Incluso
pequeños gestos (desde colaborar en una campaña para juntar alimentos hasta
donar sangre) pueden ser importantes para que ellos vayan construyendo sus
ideales, su idea de lo que está bien y lo que está mal, de lo justo e injusto.

A veces, la solidaridad no consiste en una actitud personal. Pensemos en


cualquier proyecto colectivo, como un trabajo en equipo en la escuela, o acciones
benéficas dentro de una comunidad, un barrio. Cuando se ponen en marcha este
tipo de proyectos, el compromiso, la reciprocidad y la solidaridad son fundamentales
para conseguir un objetivo. Cada uno ofrece su apoyo y, de este modo, se realiza
como persona, pero también colabora para que la comunidad o el grupo avance y
crezca. Una sociedad solidaria es aquella en la que todas las personas son
consideradas valiosas.

Respeto

Respeto, Pluralismo y Tolerancia. Cuando hablamos de respeto hablamos de los


demás. De esta manera, el respeto implica marcar los límites de las posibilidades
de hacer o no hacer de cada uno y donde comienzan las posibilidades de acción los
demás. Es la base de la convivencia en sociedad.

Las leyes y reglamentos establecen las reglas básicas de lo que debemos


respetar. Sin embargo, el respeto no es sólo hacia las leyes o la conducta de las
personas. Por el contrario, se relaciona con la autoridad, como sucede con los hijos
y sus padres o los alumnos con sus maestros. El respeto también es una forma de
reconocimiento, de aprecio y de valoración de las cualidades de los demás, ya sea
por su conocimiento, experiencia o valor como personas.

A su vez, el respeto tiene que ver con las creencias religiosas: ya sea porque
en nuestro hogar tuvimos una determinada formación, o porque a lo largo de la vida,
hemos construido una convicción. En este sentido, todos tenemos una posición
respecto de la religión y de la espiritualidad. Como la convicción religiosa es íntima,
resulta una de las fuentes de problemas más comunes en la historia de la
humanidad.

De esto deviene el concepto de Pluralidad, esto es, la convivencia de


diferentes ideas y posturas respecto de algún tema, o de la vida misma. La
pluralidad enriquece en la medida en que hay elementos para formar una cultura.
La pluralidad cultural nos permite adoptar costumbres y tradiciones de otros
pueblos, y hacerlos nuestros. Sin embargo, cuando la pluralidad se integra en el
terreno de las convicciones políticas, sociales y religiosas las cosas se dificultan.

Amistad

Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una
amistad con la persona equivocada puede ser la fuente de muchos dolores de
cabeza. La amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante
recordar que somos personas individuales, con una conciencia individual. El hecho
de que tal o cual amistad “lo haga”, no significa que nosotros debemos hacerlo.
Tampoco podemos esconder nuestra conciencia individual en una conciencia
“compartida”. Es el caso típico de alguien que se mete en problemas serios porque
salió con los amigos y perdió el control. “Más vale solo que mal acompañado” es un
adagio que, de haber sido practicado a tiempo, podría haber evitado muchos
problemas.

La amistad constituye un valor verdadero que debemos cuidar y fomentar,


incluso es crucial para el desarrollo humano, su estabilidad y el mejoramiento de la
sociedad donde permanentemente convivimos.

Gratitud

La gratitud es considerada una virtud en casi todas las culturas, y al intentar


definirla, puede tener diversos significados en muchas personas: percibir la
abundancia, ser agradecidos con alguien en la vida, ser agradecidos con Dios o con
la representación espiritual más elevada del bien; reconocer las bendiciones;
saborear; no dar las cosas por sentado, entre otras.

Expresar agradecimiento es mucho más que decir “gracias”. Esto es porque


se suele asociar la gratitud con decir “gracias” por un regalo o beneficio recibido. La
práctica de la gratitud requiere un enfoque real en el momento presente, en la
apreciación de la vida tal como es hoy y que ha hecho nuestra realidad actual
posible. Robert Emmons, investigador y uno de los escritores más prominentes del
mundo sobre la gratitud, la define como “una sentida sensación de asombro,
agradecimiento y aprecio por la vida.”

Muchas veces se estima que de todos los sentimientos humanos, el más


efímero es la gratitud. Quizás haya algo de cierto en esta aseveración. Ya que el
saber agradecer es un valor en el que pocas veces se piensa. Tradicionalmente
nuestras abuelas nos lo decían “de gente bien nacida es ser agradecida”.
Para algunas personas dar las gracias por aquellos servicios cotidianos es
muy fácil: el desayuno, la ropa limpia, la oficina asead. Sin embargo, no siempre es
así.

La gratitud implica algo más que pronunciar unas palabras de manera


automática, sino que responde a aquella actitud que nace del corazón, en aprecio
a lo que alguien más ha hecho por nosotros.

Sinceridad

Conclusión

Todos los jóvenes debemos practicar siempre los valores humanos ya que son una
herramienta que nos abrirá las puertas en el camino que hemos elegido en cada
una de nuestras vidas.

Cada valor es una expresión de nuestro actuar y de las actitudes, que reflejar
en nuestra familia y transmitirlo a la sociedad para ser cada día mejores personas,
es muy importante que cada uno de nosotros tengamos presente el papel que
desempeñamos en la sociedad y en los diferentes ámbitos de nuestra vida y que
como personas debemos mayores debemos ser un buen ejemplo para las
generaciones futuras depende de nosotros crear una comunidad de paz, armonio y
solidaria.
Bibliografía

AYALA, Fernández Marta. “El fomento de la práctica de valores, contenidos en los


planes y programas de educación primaria”. U.P.N, México. 2003

VASQUEZ, E. “Reflexiones sobre el valor”. Suplemento Cultural de Últimas


Noticias. 1999

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