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TRABAJO: ENSAYO
CURSO:
Lealtad
Ser una persona leal es sin duda una de las cualidades más respetables de un ser
humano, en especial cuando se trata de una relación de pareja o de una amistad ya
que ayuda a mantener un lazo fuerte y generar confianza en el otro.
Perdón
Es la acción por la que una persona disculpa a otro una acción considerada
como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo
o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que
las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden más o
menos afectadas. El perdonante no "hace justicia" con su concesión del perdón,
sino que renuncia a la justicia al renunciar a la venganza, o al justo castigo o
compensación, en aras de intereses superiores. El perdón no debe confundirse con
el olvido de la ofensa recibida. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo
que otras personas considerarían una ofensa. Tampoco perdona quien deja de
sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que hacen ver la
inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es obviamente un beneficio para
el perdonado, pero también sirve al perdonante (que también está interesado en ver
recompuestas total o parcialmente sus relaciones con el ofensor y en ocasiones
cumple al perdonar una obligación moral o religiosa) y a la sociedad, pues
contribuye a la paz y cohesión sociales y evita espirales de venganzas, motivo por
el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.
Tipos de perdón
Sinceridad.
Implica el respeto por la verdad (aquello que se dice en conformidad con lo que se
piensa y se siente). Quien es sincero, dice la verdad. Sin embargo, la práctica hace
de este concepto un objetivo difícil de alcanzar, dadas las numerosas estructuras a
las cuales nos sometemos.
Puntualidad
Disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo,
una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por
entregar.
En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros
un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar
un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo
imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde
estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según
nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo.
Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento,
reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra
debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el
momento preciso y necesario. Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor,
y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos,
recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras
descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar
“sólo lo que hace falta”, en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre
clases. Pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando “despertamos” y
por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar
el descuido. Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la
actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no
divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad
programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un
familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto
y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra
sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades. Para la persona impuntual
los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de
hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se
retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad
por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún
contratiempo importante ocurrió.
Valor de la familia
La familia es la única forma de asociación que el hombre haya recibido del animal;
pero los lazos puramente naturales que unen al progenitor con los hijos se
refuerzan, en la especie humana, con lazos culturales. Los instintos, a que
exclusivamente obedece la familia en los monos, por ejemplo, se vuelven
tendencias plásticas, influidas por valores y por normas, en la especie humana.
Puede decirse que la familia es un grupo a la vez natural y cultural, pues a la
comunidad de la sangre se añade la comunidad de los principios espirituales y de
los valores, trasmitida por el ambiente cultural.
La familia es la única forma integral de vida social. Es un pequeño mundo,
que pone en acción todas las fuerzas del hombre. No es una sociedad particular,
sino un modo de coexistencia.
La familia concilia la originalidad del individuo con la solidaridad del grupo,
como concüia lo inconsciente y emocional con lo consciente e intelectual. las
cualidades al parecer más personales del hombre hallan, habitualmente, tolerancia
en la comunidad familiar. Por otra parte, la reflexión y la atención están más
solicitadas en las demás formas sociales que en la familia, medio en el cual se diría
que el hombre se dejase vivir. El impulso de intimidad correspondida encuentra en
la familia plena satisfacción.
La familia es el instrumento principal de la continuidad social, o de la relación
de una generación con otra. Constituye, en efecto, el medio específico para trasmitir
la tradición colectiva, trasmisión que se realiza aprovechando la prolongada infancia
del individuo humano.
La familia es la primera institución socializadora, por cuanto los comienzos
de adaptación al ambiente social se cumplen en el hogar.
Decencia
Uno de los valores que habla más de una persona es la decencia, para vivirla se
necesita educación, compostura, buena presencia, respeto por sí mismo y por los
demás, pero es muy notable la delicadeza que guarda respecto a la sexualidad
humana y todo lo que de ella se deriva.
Una vez que se entra en este sucio círculo todo cambia de dimensión, en vez
de considerar como importantes los aspectos más humanos de las persona
(inteligencia, cualidades, sentimientos), ahora es la presencia y atracción física lo
que cuenta por el placer que pueda obtenerse, debido a que los afectos ya no
importan.
Faltar a la decencia hace que las relaciones con personas del sexo opuesto
sean inestables y poco duraderas, fundamentadas en la búsqueda de placer, con
una evidente falta de compromiso y obligaciones. Por eso no debe sorprendernos
el aumento de infidelidades y divorcios; jóvenes que cambian de pareja con mucha
facilidad, madres solteras, orfandad, abortos. Lamentablemente, parece ser que en
determinadas empresas el poseer un buen físico y poca calidad moral son los
requisitos para obtener un empleo, debido a ello, muchas son las mujeres que
pierden “estupendas” oportunidades de trabajo, por vivir la decencia, por no permitir
que se abuse de su condición. ¿Políticas empresariales? Seguramente son las
personas al frente de los recursos humanos, quienes abusando de su posición
pretenden aprovecharse de la necesidad que los demás tienen. Así es, una sola
persona es capaz de destruir la imagen de una empresa.
Al vivir este valor se garantiza la unión y estabilidad familiar, los hijos pueden
contar con la presencia y ayuda de ambos padres; los jóvenes descubren que la
verdadera realización personal no se alcanza con la satisfacción de los placeres,
sino a través del desarrollo profesional, el trabajo y la formación intelectual; y
socialmente las personas no tendrían que preocuparse de la calidad moral de los
ambientes que le rodean.
Prudencia
Para aprender a ser prudentes hay que estar atentos a las razones, pero más
que todo debemos controlar nuestras emociones, que son las que nos impulsan al
error. Porque generalmente somos dados a errar por apresurarnos en nuestros
juicios, afirmando cosas que no son claras al buen sentir, pero que estamos
impulsados a expresarlas como desahogo de nuestras pasiones.
El acto prudente tiene como base las palabras y los hechos acertados que
ennoblecen a la persona, donde se aprecia más la sabiduría que la astucia, porque
no es tanto la facilidad de las palabras sino la calidad y la sutileza para conseguir
fielmente el cometido con tan valioso resultado.
Desprendimiento
Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero nuestros
recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos conocimientos,
cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición
de las personas, porque requiere prescindir de nuestro descanso, gustos,
preferencias y comodidades
para llevarse a efecto.
Compasión
Es importante notar que paciencia no significa sólo esperar hasta que cambie
la situación o hasta que alguien más haga lo que tiene que hacer. Es muy fácil, y
parte de la naturaleza humana también, el culpar a alguien más de todo lo negativo
que nos sucede.
Paciencia es la cualidad de tolerar o soportar dolor o dificultades sin quejas.
Por otra parte, el no detenerse a considerar las posibilidades reales de éxito, tiempo
y esfuerzo que se necesitan para alcanzar un determinado fin, es el principal
obstáculo del desarrollo de este valor y se denomina impaciencia. Tan es así, que
uno debe moderarse para evitar cargarse de demasiados compromisos que
posiblemente no los podrán cumplir.
Comprensión
Quienes poseen una fortaleza interior y un encanto penetrante y perpetuo, son seres
de personalidad sencilla. Usualmente no las percibimos con facilidad, pero la
encontramos cuando realmente, ellos nos demuestran que son únicos, recios, sin
actos involuntarios, y de cualidades evidentes y naturales. Es decir, que la sencillez
nos enseña a saber quiénes somos en la vida y lo que podemos llegar a ser en ella.
Alegría
Patriotismo
Superación
Los seres humanos tenemos que saber que poseemos un deseo innato: la
superación. Pero a veces, nos paralizamos. ¿Por qué? Diríamos que el principal
freno es nuestra persona, ya que muchas veces los temores más profundos, nos
paralizan y actuamos como simples conformistas.
Respeto
A su vez, el respeto tiene que ver con las creencias religiosas: ya sea porque
en nuestro hogar tuvimos una determinada formación, o porque a lo largo de la vida,
hemos construido una convicción. En este sentido, todos tenemos una posición
respecto de la religión y de la espiritualidad. Como la convicción religiosa es íntima,
resulta una de las fuentes de problemas más comunes en la historia de la
humanidad.
Amistad
Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una
amistad con la persona equivocada puede ser la fuente de muchos dolores de
cabeza. La amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante
recordar que somos personas individuales, con una conciencia individual. El hecho
de que tal o cual amistad “lo haga”, no significa que nosotros debemos hacerlo.
Tampoco podemos esconder nuestra conciencia individual en una conciencia
“compartida”. Es el caso típico de alguien que se mete en problemas serios porque
salió con los amigos y perdió el control. “Más vale solo que mal acompañado” es un
adagio que, de haber sido practicado a tiempo, podría haber evitado muchos
problemas.
Gratitud
Sinceridad
Conclusión
Todos los jóvenes debemos practicar siempre los valores humanos ya que son una
herramienta que nos abrirá las puertas en el camino que hemos elegido en cada
una de nuestras vidas.
Cada valor es una expresión de nuestro actuar y de las actitudes, que reflejar
en nuestra familia y transmitirlo a la sociedad para ser cada día mejores personas,
es muy importante que cada uno de nosotros tengamos presente el papel que
desempeñamos en la sociedad y en los diferentes ámbitos de nuestra vida y que
como personas debemos mayores debemos ser un buen ejemplo para las
generaciones futuras depende de nosotros crear una comunidad de paz, armonio y
solidaria.
Bibliografía