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Sus incumbencias parecen ser los más variados ámbitos de la vida.

“En general, es
definido como un proceso sistemático para facilitar aprendizajes y promover cambios”.
“Cualquiera sea la razón”, cita el diario Clarín en su edición del 23 de mayo del 2010,
moda, quizás, sugiere el diario, como si se tratara del consumo de algún producto, el tìtulo
es que “el coaching llegó a las universidades locales”. Es decir, si bien venían
insertándose desde hace años en establecimientos de educación privada, me resulta
llamativo el anuncio de una diplomatura en coaching, dictada en la universidad nacional
(pública) de Córdoba. Ahora quizás se comprenda con más precisión mi preocupación:
existen políticas públicas avalando esta clase de estudios y ofreciendo sus instalaciones
para recibir las clases, aunque se trate de cursos arancelados.
Para tratar de tener un poco de claridad en el asunto, voy a tomar del texto de Quinn, el
concepto de analizador, que a su vez ella recupera de Loureau. Postulando a la
inserción del coaching en una facultad pública, como un analizador artificial, dado
que se trata de un acontecimiento que me permite hacer hablar a la institución
universitaria educativa contemporánea en Argentina, revelando rasgos de su
estructura y la transversalidad, es decir la relación con otras instituciones del
sistema social: trabajo y ciencia psicológica. Por otro lado, considero que la teoría
represiva está implícita en el modo en que la formación social contemporánea, determina
el ingreso de ciertos conocimientos a la institución universitaria al servicio de sostener
pensamientos y acciones que acomoden a las masas en el sistema económico vigente.
En primer lugar, la institución educativa está atravesada por los tiempos de crisis
económica que vienen reiterándose en Argentina. En momentos de crisis, que Ana P.
Quiroga describe como de máxima ambigüedad por el quiebre que producen en la
cotidianidad, al punto tal que “la pregunta por el propio destino no encuentra respuesta”.
Sir John Whitmore, desarrollador de una difundida forma de coaching, dice de este
producto: “el coaching es una forma suave de despertar la conciencia sobre los
desequilibrios existentes y de ayudar a que la persona encuentre un camino hacia delante
que resulte provechoso para su trabajo y su función en la sociedad. El mayor legado del
coaching es formar líderes que "aprendan a aprender" por sí solos; líderes humildes,
conscientes de que "saben que no saben", actitud imprescindible para responder
adecuadamente a los desafíos de un entorno cambiante y ambiguo. Como el de la
sociedad actual, clima de la incertidumbre, inseguridad”. El coaching tiene expectativas
sociales respecto a la situación laboral de las personas, es decir cómo espera que
respondan en su trabajo. Sus declaraciones parecen en consonancia con la exposición de
quien fuera ministro de Educación (entre 2015 y 2017), Esteban Bullrich, quien agregó la
participación del sistema educativo en la inculcación de estas expectativas sobre los
trabajadores: “el problema es que nosotros tenemos que educar a los niños y niñas del
sistema educativo argentino para que hagan dos cosas: o sean los que crean esos
empleos, que le aportan al mundo esos empleos, o crear argentinos y argentinas que
sean capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla. De entender que no saber lo que
viene es un valor porque nos hace a nosotros capaces de construir un futuro. Y lo que
decidimos es dejar el Falcón atrás (…) la Argentina tenía un flor de Falcon, el sistema
argentino fue el que puso a la Argentina en el tope de las economías”. Entonces, se
entiende que es necesario moldear a un sujeto capaz de adaptarse a un clima de
inestabilidad naturalizado en las condiciones laborales y económicas. Entendiendo a la
incertidumbre quizás como la existencia de salarios que no guardan proporcionalidad con
respecto a los costos que implica sostener la subsistencia básica o hacerse a la idea de
que habrá períodos de escasa oferta laboral, que quizás impliquen admitir que hay pocas
garantías en el respeto a la condición humana. No obstante cuando hablamos de crisis
que se reiteran por extenderse en el tiempo, ya en realidad tendríamos que referirnos a un
problema económico que no se revierte porque se lo hace estructural.
Para eso tenemos el dispositivo que pretende instalar el coaching, el cual apunta a un
sinnúmero de objetivos, tales como aumento de la consciencia, adquisición o destreza de
habilidades, la clara visualización y planificación de metas así como la superación de
miedos o bloqueos para alcanzarlas, corrección de conductas y pensamientos negativos,
apoyándose fundamentalmente en el tratamiento de la motivación.
A lo largo del plan de estudios que publica la Secretaría de Extensión académica, no
podemos identificar una exposición teórica, pero a la vez notamos que se reconocen
implícitamente influencias de enfoques en psicología. De la Gestalt parecen importar la
concepción de sujeto como un proceso de estar siendo en la experiencia inmediata, actual.
Además, su apuesta a la modificación de las creencias condicionantes, evoca a la teoría
de Festinger sobre la disonancia cognitiva. Vislumbremos algunas de sus implicancias.
Supongamos que un trabajador tiene un cierto número de opiniones sobre el maltrato
laboral que recibe de parte de su jefe, la cantidad de horas extras que debe realizar, las
actividades cuestionables que realiza la empresa (por ejemplo podría ser contaminación),
una sugerencia del coach podría ser, que cambie de comportamiento lo que podría
equivaler a decirle, “que busque trabajo en otra empresa”, o que cambie sus
pensamientos negativos sobre el jefe y la contaminación y disuadirlo de sus pretensiones
salariales. “Los dos tipos de cambio tienen por efecto la consonancia”. También se habla
de efectuar un reforzamiento en el “automanejo del paciente”, lo cual confirma la
raigambre conductista de la que surge también este plan. Es decir la visión de realidad
humana que se trata de imponer es un superficial abordaje individual de la cotidianidad,
que escapa a la consideración de que el paciente es afectado y aún más, constituido por
las relaciones sociales donde circula su experiencia.
Remitiéndonos al concepto de campo al modo que lo plantea Bourdieu, como un espacio
de posiciones que luchan por su legitimidad, entonces podemos comprender que el
coaching trate de apropiarse de algunas de las incumbencias de la psicología, inserto en
la institución universitaria. “No necesitan terapeutas y psiquiatras”, dice Leonard Thomas,
uno de los impulsores del coaching. Y vamos a ver cómo esta afirmación no es inocente.
El dispositivo que pretenden instalar, apunta a un sinnúmero de objetivos, tales como
aumento de la consciencia, adquisición o destreza de habilidades, la clara visualización y
planificación de metas así como la superación de miedos o bloqueos para alcanzarlas,
corrección de conductas y pensamientos negativos, apoyándose fundamentalmente en el
tratamiento de la motivación. Si bien se aclara que no se abordan las psicopatologías, en
el contexto que estamos tratando de dilucidar, esta afirmación más bien parece ser una
excusa para no tener que admitir que no es posible abordar conflictos complejos de la
subjetividad mediante simples fórmulas motivadoras.
En este sentido, el coaching parece ser un artefacto de eclecticismo psicológico
contemporáneo puesto al servicio de moldear o entrenar el rendimiento a fin de
acondicionar a los trabajadores a determinadas condiciones laborales y autorizar la
exclusión de aquellos trabajadores que no se adapten a las exigencias del sistema
económico vigente, en una de sus aplicaciones más graves. Pues como “no saben”,
precisan de un líder experto que los oriente. Si bien se aclara que no se abordan las
psicopatologías, en el contexto que estamos tratando de dilucidar, esta afirmación más
bien parece ser una excusa para no tener que admitir que no es posible abordar conflictos
complejos de la subjetividad mediante simples fórmulas motivadoras, pero quizás sea
precisamente ése el fondo de los bloqueos sobre los que el coaching dice poder intervenir.
La aceptación de estos estudios en una casa de estudios superiores, reaviva el riesgo de
que el modelo de educación que se transmite, venga a legitimar un modelo económico
que aplasta la singularidad al reproducir una ideología que considera a la persona como
una pieza actual a ajustar a fines de su mera inserción en engranaje productor (en este
sentido podemos ver que apuntan, significantes como automanejo, autoeficacia que
según mi entendimiento dan cuenta de un individuo como autómata). Sería una educación
con características represivas, disciplinares, normalizadora, ya que además se ocupa de
corregir modos de pensar y siempre remite al ámbito de intervención individual, entonces
no se plantean modos de transformación socio-comunitarios. Pero cómo negarse, si el
bienestar que se pretende es universal (se supone que todos precisamos lo mismo), sin
importar la historia contextual de cada sujeto. Teniendo en cuenta esta concepción de
sujeto, además, considero que podría ser peligrosa su intervención. Se insiste con
vehemencia en el papel activo del paciente, el cual no es tal ya que justamente precisa de
la guía de un líder. Podríamos animarnos a traducir su postulado: aquél que no pueda
realizar la función de ajuste esperada, debido a que no toda concreción de objetivos
depende de su exclusiva voluntad, es decir no todo “querer es poder”, podrá ser
desplazado, quedando además con carga de culpabilidad y frustración al no sentirse
capaz de procurarse un mejor proyecto vital por su cuenta como era esperable. Con lo
cual, la intervención coach podría perturbar la salud.
Por otro lado, se niega el paternalismo, pero a su vez se remarca el hecho de que el
coaching también apunta la formación de figuras individuales. El abordaje coaching
consistiría en un tratamiento breve, no obstante se remarca el estatuto del experto, el líder
al cual el paciente acude, lo cual podría generar una relación de dependencia.
Al respecto me resulta llamativo que el autor de un artículo sobre coaching en el diario el
País se pregunte con mucha superficialidad, si se trata de un “equipo mecánico en boxes
para no dejar de correr y correr”. Como si de autómatas se tratara la humanidad, un coach
interviene ante algún posible desajuste para no salir de la competitividad y exigencias de
un mercado laboral cada vez más flexibilizado en nuestro país, el cual se desprende de
un sistema político económico, que agobia fiscalmente y deprecia las condiciones
laborales de los sectores más desfavorecidos mientras condona las deudas o facilita las
actividades de los titulares de grupos financieros que más se enriquecen, muchos de los
cuales extraen valiosos recursos naturales, dejando contaminación, actúan con corrupción
en el país y no invierten localmente sino para volver a llevarse riquezas de las que gozan
de manera privada.

Materiales consultados.
Quinn, Natalia (2004): “Análisis institucional”, Ficha de cátedra.

Marchiori, Eguenio (28 de febrero de 2016): El coaching y la transformación de líderes


verticales a líderes humildes, recuperado de: https://www.lanacion.com.ar/1875060-el-
coaching-y-la-transformacion-de-lideres-verticales-a-humildes
Verdú, Vicente (10 de marzo de 2002), El auge del coaching, recuperado de:
https://elpais.com/diario/2002/03/10/domingo/1015735959_850215.html.

Coaching, método definitivo de tu desarrollo personal y profesional:


http://exitoycoaching.com/tag/modelo-de-coachville/

Quiroga, Ana P. (1998), Relaciones sociales, procesos de crisis y cambio y subjetividad.


En Crisis, procesos sociales, sujeto y grupo, Buenos Aires, Argentina, Editorial Cinco.

Declaraciones de Esteban Bullrich en el Foro de Inversiones y Negocios, 14 de


septiembre de 2016 en el Centro Cultural Kirchner, recuperadas de:
https://www.youtube.com/watch?v=H1Nh0HSGIGc

http://www.extension.fcm.unc.edu.ar/coaching-en-salud/

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