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La armonía interna de Sitadevi

Ante las extremas dificultades, la reina del Señor


Rama revela su carácter extraordinario,
fundamentado en su devoción pura por el Señor.
El épico Ramayana, escrito por el sabio Valmiki, narra la historia del
Señor Ramacandra, la encarnación de Krishna como el rey perfecto. Su
esposa, la eterna consorte del Señor Rama, es Sitadevi, y además es la
devota ideal.

El ejemplo de Sitadevi demuestra que quien actúa de acuerdo al deseo de


Dios es pacífico y posee relaciones armoniosas que no dependen de las
circunstancias. Sitadevi exhibió su armonía a lo largo de las pruebas que
tuvo que enfrentar: escuchar acerca del exilio que tenía que cumplir su
esposo en el bosque durante catorce años, ser raptada y aprisionada por
Ravana, y el reencuentro con el Señor Rama.

Sita sigue su conciencia

En el Ramayana, Sitadevi expresó su voluntad por primera vez cuando


desobedeció al Señor Rama, que quería que ella se quedara en el reino y
le dejara ir solo a su exilio en el bosque. Ella decidió que su deber sagrado
era estar con Rama en todas las circunstancias. La inequívoca voz de su
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conciencia no le permitió actuar de otra manera. Insistiendo en
acompañar a su esposo al bosque, Sita estableció cómo es una esposa
devotada.

A fin de convencer a Rama para que le permitiera ir con Él, Sita dijo:
“Todos los días te serviré y practicaré autodisciplina. También viviré de
frutas y nueces, y no interferiré en Tus austeridades. Refugiándome en
Tus brazos, oh, Rama, me volveré valiente”.

Rama respondió: “Oh, mujer frágil, en el bosque las bestias salvajes te


acecharán por todas partes, esperando el momento oportuno para
atacarte, y tendremos que dormir en el suelo, rodeados de escorpiones,
gusanos y mosquitos. Olvida la idea de acompañarme. Si realmente eres
devotada a Mí, seguirás Mis instrucciones”.

“Oh, Rama”, dijo Sita, “todas esas miserias parecerán bendiciones para
mí. Si me proteges, podré tolerar cualquier cosa”.

Al ver su determinación, Rama finalmente estuvo de acuerdo en que lo


acompañara. Antes de partir hacia el bosque junto con Lakshmana y a
petición de Rama, Sita donó todas sus poses de valor a
los brahmanas y vaishnavas.

A pesar de las circunstancias desfavorables, Sita permaneció pacífica.


Siguió su pura dirección interna, eligiendo una vida salvaje en lugar de la
civilización, la simplicidad en lugar de la opulencia, la austeridad en lugar
de la lujuria, y la satisfacción de seguir su conciencia en lugar de la
aflicción de estar separada de Sri Rama.

La armonía de Sita con la Tierra y los seres vivos

“Seré feliz contemplando las colinas, los lagos y los ríos”, dijo Sita
intentando convencer a Rama de que le dejara acompañarlo.

La belleza natural de la vida silvestre deleitaba a Sita, y ella se sentía muy


feliz en aquel lugar, tanto que parecía preferir el bosque a las
complicaciones de la ciudad. Sus sedas y su oro quedaron atrás. Ella
renunció a su cama palaciana, tan suave y blanca como la espuma de la
leche, y pasó a dormir sobre las hojas caídas. Y ya no disfrutaba de una
gran variedad de alimentos deliciosos, si no que apenas comía frutas
silvestres, nueces y verduras. A pesar de todo esto, ella no sentía ningún
pesar.

La vida en el bosque reveló que Sita tenía una conexión especial con la
tierra, los ríos y los animales. Cuando la pareja trascendental tuvo que
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cruzar por primera vez el Ganges, Sita, en el medio del río, unió las
palmas de sus manos y oró: “Oh, madre Ganga, por favor, protege a Sri
Rama por todos lados. Que Él viva estos catorce años sin que lo afecte
ningún mal”.

Cuando Ravana raptó a Sita, ella se comportó de manera valiente e


inteligente, a pesar de su desesperación. Ella gritaba a sus aliados en el
mundo natural (los árboles, el río, los pájaros y los animales),
implorándoles que le informaran a Rama sobre su secuestro. Incapaces
de ayudarla, los árboles derramaban lágrimas en forma de savia, y los
leones, venados y elefantes sentían mucho dolor en su corazón. Sita
despertó al anciano pájaro Jatayu y les lanzó sus joyas a los monos que
posteriormente ayudaron al Señor Rama.

Cuando estaba en Lanka, Ravana creyó que al confesar su amor a Sita,


ella se sentiría conquistada.

Sin embargo, siempre valiente, Sita le respondió: “Mi corazón está


devotado a Rama sin ningún desvío. Apenas Rama, sin lugar a dudas, es
mi corazón. ¿Por qué yo, un cisne que se divierte con su cónyuge en un
lago repleto de flores de loto, preferiría la compañía de un pato que bordea
la orilla? Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero no tengas la menor
duda de que, debido a tu lujuria vil y pecaminosa, pronto te encontrarás
con la muerte en manos de Rama”.

Arrebatado por la furia, Ravana le dio doce meses a Sita para que se
rindiera a él, enviándola a un bosque de árboles ashoka donde mujeres
crueles y horrendas la torturaron.

A lo largo de los doce meses que Sita vivió en prisión, Ravana se volvió
cada vez más desesperado e irracional debido a su lujuria frustrada.
Aunque una persona común en la situación de Sita se hubiera vuelto
cada vez más débil e infeliz, ella se volvió cada vez más fuerte y reflexiva.
La flexibilidad con la que se adaptaba a las inconstantes situaciones en el
bosque la preparó para resistir el inflexible terror perpetrado por Ravana y
sus guardias.

Cuando Ravana la amenazó de nuevo, Sita colocó una brizna de paja


entre ella y Ravana, lo que simbolizaba que ella no estaba interesada en
entrar en contacto directamente con él.

“Debes retirarme de tu mente”, le dijo ella, “y permanecer satisfecho con


las numerosas consortes que ya posees. Jamás podrás tenerme. Jamás
haré algo contrario a la rectitud, y por eso no existe ninguna esperanza de
que puedas ganar mi favor en ningún momento”.
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Entonces le dio la espalda a Ravana.

“Abandona tu inútil esperanza”, continuó. “No me mereces, así como un


hombre pecaminoso no merece la perfección… Porque actúas de manera
perversa, alejándote del camino de la virtud, pronto te volverás la causa
de la destrucción de todo tu reino. Jamás me sentiré tentada por tus
ofertas de insignificante opulencia y comodidades regias, pues nada me
aleja de mi devoción a Rama… Soy inseparable de Rama, tal como el brillo
solar lo es del Sol”.

Aunque pareciera indefensa y triste, Sita se ganó la simpatía y solidaridad


de alguna de las otras mujeres que raptó Ravana. En la ausencia de éste,
ellas consolaban a Sita. Además, muchas de las guardianas,
especialmente Trijata, se hicieron amigas de Sita y la respetaban. Ellas
aconsejaban a las demás guardianas que rogaran por el perdón de Sita.
Debido a la honestidad de Sita, Sarama, la esposa de Vibhisana, el
virtuoso hermano de Ravana, también sentía simpatía por ella.

Cuando Hanuman llegó y se ofreció para llevar a Sita sobre su espalda,


Sita, siempre consciente de la conducta apropiada, dijo: “Hice el voto de
que nunca tocaría el cuerpo de otro hombre que no sea el de Rama. Ya
estoy sintiéndome atormentada por haber sido agarrada por el
pecaminoso Ravana. No me sería posible tocar voluntariamente a otro
hombre. Tampoco podría permitir que otro que no sea Rama me rescate,
disminuyendo de esta forma la fama de Rama. Por lo tanto, prefiero
esperar a mi señor, confiando en que Él llegará pronto”.

Hanuman accedió ante el pedido de Sita, respetando la incomparable


castidad que la hizo famosa.

La fuente de la armonía de Sita

Pensando siempre en Rama dentro de su corazón, Sita ansiaba por


reunirse con Él constantemente. Su compromiso con Él y su constante
meditación en Él la protegían y le daban fuerza para resistir a las
numerosas ofertas y tentaciones de Ravana. Aunque Ravana le hiciera
más propuestas y más amenazas, la fe firme y la convicción de Sita la
transformaron: se volvió fuerte y pudo invocar poderes que nunca antes
había usado.

“Yo te reduciría a cenizas con el poder de mi ascetismo y de mi castidad”,


le dijo Sita a Ravana, “pero no tengo la orden de mi señor y tampoco
deseo desperdiciar mis méritos ascéticos en alguien despreciable como
tú”.
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La resistencia de Sita a la obsesión de Ravana drenó los poderes que éste
había ganado a través del ascetismo. “De ese modo, los soldados del
Señor Ramacandra mataron a los soldados de Ravana, que habían
perdido toda su buena fortuna desde que Ravana provocó la ira de madre
Sita”. (Srimad-Bhagavatam 9.10.20)

Después de la muerte de Ravana, su esposa Mandodari le dijo: “¡Oh, tú,


que fuiste tan afortunado!, bajo la influencia de los deseos lujuriosos, no
pudiste entender la influencia de madre Sita. Ahora, debido a su
maldición, has sido matado por el Señor Ramacandra, y esto es todo lo
que queda de ti”. (Srimad-Bhagavatam9.10.27)

Tres cualidades de Sitadevi que revelan su armonía interna

El perdón de Sita: Tras la muerte de Ravana, Hanuman fue al encuentro


de Sita en el bosque de árboles ashoka y, antes de llevarla hasta Rama, se
dispuso a matar a las guardianas que la habían atormentado durante
tantos meses.

De acuerdo con su carácter noble, Sita siempre fue amable con los
tiranizados.

“Estas centinelas”, dijo ella, “simplemente cumplían la orden de Ravana.


No debe recaer ninguna culpa sobre ellas. Cualquier sufrimiento que sentí
fue el resultado de mis propios errores del pasado, pues esa es la ley
universal. Efectivamente, existe una máxima antigua que siempre es el
código de los virtuosos: ‘Una persona virtuosa no toma en cuenta la
ofensa de los demás. Esta persona siempre observa el voto de no retribuir
el mal con el mal, pues quien es virtuoso considera la buena conducta
como su ornamento’”.

Sitadevi también dijo que la compasión siempre se debe mostrar a los


pecadores, pues no se conoce a nadie que esté libre de pecados.

El corazón inclusivo de Sita: Cuando Sita, Rama y sus otros soldados


estaban volviendo a Ayodhya, llegaron a Kishkindha, la morada de los
monos guerreros que ayudaron a Rama a derrotar a Ravana.

Sita dijo: “Sería tan feliz si pudiera volver a Ayodhya en la compañía de


todas las esposas de los líderes monos”.

Rama detuvo la cuadriga y los monos fueron a buscar inmediatamente a


sus esposas, y cuando todos estuvieron sentados continuaron el viaje.

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La gratitud de Sita: Tras la coronación de Sita-Rama, Sita quiso dar a
Hanuman algo que indicara su aprecio por todo lo que había hecho por
ella. Ella se quitó el collar que le había dado Rama y entonces miró a su
señor. Entendiendo su intención, Rama le pidió que le diera el collar a
Hanuman, y ella se lo puso alegremente alrededor del cuello.

La evidencia del amor incondicional de Sita

En los pasatiempos de Sitadevi vemos la belleza de su carácter en


contraste con la fealdad de las políticas del palacio que la exiliaron tanto a
ella cuanto a Rama; somos testigos de su graciosa flexibilidad al aceptar
las austeridades de la selva; sentimos su miedo de Ravana y admiramos
su inteligencia al oponerse a él; nos deparamos con una Sita fija y
paciente como prisionera de Ravana; vimos cómo su virtud cautivó
incluso a las centinelas que la rodeaban; vimos cómo su ira enfurecida se
iba suavizando como consecuencia de su constante meditación en Rama;
descubrimos que sus austeridades bajo el árbol ashoka no endurecieron
su corazón, si no que la volvieron compasiva. Todas esas experiencias se
armonizan con su amor inmaculado, puro e incondicional por Sri
Ramacandra.

“Se de tu amor íntegro por Mí”, dijo el Señor Rama. “Protegida por su
propio poder moral, era imposible que Ravana pudiera violarla”.

Maharaja Dasharatha, el suegro de Sita, le dijo cierta vez: “Tu conducta


notable te garantizará un lugar en la historia como la mujer más gloriosa
que el mundo ya conoció”.

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