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Una descripción que da buena cuenta de la complejidad y de la delicadeza del proceso del que
estamos hablando es la de Boszormenyi-Nagy.
El alejamiento de un miembro no perjudica solamente las relaciones directas del que se va con
cada uno de los otros, tomados de uno en uno, sino que provoca una reacción en cadena de cambios
relacionales compensatorios entre los restantes miembros del sistema familiar. El resultado de estos
nuevos reordenamientos depende de la madurez de la familia en su conjunto, además de la madurez
de los diversos miembros considerados como individuos. Más específicamente, éstos consiguen
aceptar el abandono en la medida en que son capaces de absorber los patrones de necesidad
respecto a los demás, “declarados” por cada uno de ellos. Y a la inversa, la pérdida de un hermano,
por matrimonio o por muerte, puede “precipitar” la psicosis en uno de los otros hijos, o incluso en
uno de los padres, que con anterioridad se encontraban compensados.
La separación es un proceso bastante complicado y requiere, para lograr un éxito total, que se
hayan alcanzado de manera satisfactoria las metas de la afiliación y de la individuación. Sólo después
de haber tenido relaciones estrechas y de confianza, y esto de forma recíproca con los otros
miembros de la familia, y si tales relaciones han sido interiorizadas, podrán los vástagos cortar los
lazos familiares y sustituirlos por vínculos extra-familiares. La separación viene precedida con
frecuencia por un reajuste de las relaciones intrafamiliares de los hijos; por ejemplo, en el caso de
una chica adolescente, desplazando una parte de su intensa relación con la madre, al padre o al
hermano.
1
Cancrini, L.; La Rosa, C. (1996). La caja de Pandora: Manuel de psiquiatría y psicopatología. Barcelona:
Paidós.
Capítulo II - El área de la desvinculación y de las psicosis
compañía la pueden ejercer, en forma de una indiscutible expectativa, los padres, amigos o
consejeros religiosos. Es como si a uno de los hijos se le destinase a pagar a la madre cuanto ésta ha
hecho por sus hijos. Este tácito acuerdo familiar confirmará las necesidades de identidad personal de
esta hija sólo a condición de que asuma la tarea que se le ha asignado, calmando así el sentido de
2
culpa de los otros.
La primera, a propósito del término renuncia, elegida en coherencia con una sintaxis
terapéutica ampliamente discutida en otra parte 3, y de la necesidad de averiguar su
importancia no dentro de las elecciones conscientes del individuo o del grupo, sino dentro de
una valoración global de sus comportamientos y de la sucesión de éstos en el tiempo: es decir,
como expresión de una operación mental subyacente capaz de dar sentido a cada uno de los
pasajes, del mismo modo que la observación del hormiguero nos permite “dar un sentido” al
comportamiento de cada hormiga 4.
2
Véase una ejemplificación especialmente interesante del modo en que esta función se puede reconstruir y utilizar
terapéuticamente en Ph. Caillé, Y. Rey, Il était une fois, Paris, ESF 1988 (hay versión castellana: Érase una vez,
Buenos Aires, Nueva Visión, 1990).
3
Cancrini, La psicoterapia: gramática y sintaxis, op.cit.
4
La idea es de D.R. Hofstadter, Gödel, Escher, Bach, Milán, Aelphi, 1988 (hay versión castellana: Godel, Escher,
Bach, Barcelona, Tusquets, 1987) y ha sido desarrollada en esta dirección por L. Cancrini, “A propósito di Bateson,
di partiecelle, di formica, di Far West, di Ullisse e di método scientifico”, en Ecologia della mente, 7, 1989, págs.
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Capítulo II - El área de la desvinculación y de las psicosis
2.2. PSICOPATOLOGÍA
Hemos hablado ya de cómo Kraepelin distinguió, a finales de 1800, dos grandes grupos de
psicosis: las de evolución progresiva, que daban lugar a una “demencia precoz”, y las
periódicas, de evolución benigna. Nosotros, por nuestra cuenta, hemos reconsiderado esta
distinción en el ámbito del esquema 3, proponiendo la idea (sobre la que volveremos más
adelante) de que las fases intercríticas del trastorno cíclico de estas últimas correspondan al
establecimiento de un compromiso que lleve a considerar la desvinculación el paciente
designado como aparente o inestable. Sin embargo, delo que debemos ocuparnos ahora es del
problema de una distinción necesaria en el campo correspondiente al otro grupo de las
psicosis, que es la suma de las que Kraepelin había reagrupado (unificando la hebefrenia de
Hecker, la catatonia de Kahlbaum y otros trastornos delirantes denominados de distintas
formas) bajo el término de “demencia precoz”, y que Bleuler definió, en cambio, en 1909,
como grupo de las esquizofrenias, subrayando, de este modo, la heterogeneidad de las
clínicas, de la evolución y del estado final 5.
Trabajando dentro de una estructura que le permitía reconstruir y seguir a lo largo del tiempo
el curso de los trastornos psicóticos, manteniendo relaciones continuas con las personas y con
el contexto social y familiar de procedencia, Bleuler se dio cuenta, de hecho, de que el
problema de la esquizofrenia es un problema bifronte. Dentro de ciertos límites, los síntomas
de este tipo de pacientes son efectivamente deducibles psicológicamente 6 para el observador
que conoce las circunstancias reales de sus vidas. Más allá de estos límites, que podemos decir
que estaban marcados por la competencia y la fortuna del observador (Bleuler, entonces se
daba cuenta de ello relativamente), los síntomas se volvían incomprensibles: lejanos, para los
5
Para una breve historia de estos conceptos y para el significado de términos como “demencia”; “hebefrenia”,
“catatonia”, “esquizofrenia paranoide”, y otros, véase el Glosario al final del capítulo.
6
Bleuler ha recibido una importante contribución en esta dirección del trabajo de C.G. Jung (documentado en el
libro pionero Psicología della dementia praecox, ed. Orig. 1907, en C.G. Jung, Opere, vol. 3, Turín, Boringhieri, 1971
(hay versión castellana: Psicología de la demencia precoz, Barcelona, Paidós, 1990). (Véase cap. 1. Nota 1.).
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Capítulo II - El área de la desvinculación y de las psicosis
oídos de quien los escucha, como los producidos en otras circunstancias por una enfermedad
orgánica del cerebro. Sin embargo, la cuestión más seria parecía desde entonces la ligada a la
evolución. Comprensibilidad (o bien, mirándolo desde otro punto de vista, capacidad por parte
del paciente designado de volver comprensible la vivencia que está en la base del síntoma) y
reversibilidad del trastorno son, en efecto, conceptos que para Bleuler se relacionan de una
manera bastante evidente, lo que significa, en la práctica, que el trastorno esquizofrénico se
puede presentar esencialmente de dos maneras:
Esta distinción, que nosotros hemos resumido y concretado de este modo, es, de hecho,
crucial en la historia de la psiquiatría, y débil, desde el punto de vista teórico y nosográfico,
porque la categoría de la comprensibilidad tiene bien poco de objetivo y porque la posibilidad
de entrecruzar en la misma historia manifestaciones que se refieren a uno u otro tipo de
discurso, sobreponiéndolas de formas diversas, vuelve ulteriormente complejo el problema
planteado por Bleuler. Es importante, sin embargo, desde el punto de vista de la clínica, por su
capacidad para señalar la diversidad entre dos condiciones morbosas que no es en absoluto
útil considerarlas juntas, como señalaron Claude en Francia, Freud en Viena, Sullivan en los
Estados Unidos y tantos otros en todo el mundo: proponiendo la necesidad de diferenciar en
concreto la demencia precoz de las esquizomanías (Claude), los delirios histéricos (Freud), las
esquizofrenias (Sullivan), y esto precisamente en razón de que los trastornos caracterizados
por la posibilidad de ser “comprendidos” mediante un análisis de tipo psicológico presentan
una distinta evolución a lo largo del tiempo 7, como ha vuelto a proponer recientemente Crow,
al distinguir los esquizofrénicos de tipo 1 de los de tipo 2, sobre la base de una análisis de las
alteraciones anatomopatológicas puestas de manifiesto con sofisticada metodología “en vivo”
y verificando una correlación muy alta entre la presencia e estas alteraciones y la evolución de
tipo hebefrénico o hebefreno-catatónico”.
En consecuencia, tenemos un dualismo nosográfico como convicción difusa entre los autores
que se han ocupado de dicho argumento, lo que permite contemplar la posibilidad, que sin
embargo es sólo reciente, de proponer una explicación aceptable de la confusión a la que nos
llevan las situaciones en las que las formas clínicas se superponen, mediante la utilización del
concepto de Sullivan relativo a los niveles de individuación y a las fases del ciclo vital en las que
el proceso se pone en marcha 8.
7
Un amplia bibliografía para una reconstrucción minuciosa de estos trabajos se puede encontrar en L. Cancrini, N.
Ciani, Schizofrenia: dalla personalità alla malattia, Roma, Il Pensiero Scientifico, 1969. Por lo que hace referencia a
Freud, se puede reflexionar especialmente sobre el delirio del joven arqueólogo enamorado de Gradiva, y sobre
las analogías entre el sueño y el estado delirante agudo trazadas por Freud en este famoso ensayo.
8
Llegados a este punto, el problema que surge es muy complejo. Efectivamente, el origen orgánico de la
demencia precoz no es demostrable con investigaciones efectuadas después, es decir, cuando la
enfermedad ha evolucionado en el tiempo, y a los pacientes se les ha sometido a prolongados y
pesados tratamientos, capaces de modificar su sistema nervioso central. Por otra parte, es también
posible, en estos casos, que el trastorno ansioso repercuta en el cuerpo (hipótesis que ya planteó Jung
cuando habló de “trastorno psicosomático” precisamente a propósito de esto). Sobre la distinción
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Capítulo II - El área de la desvinculación y de las psicosis
Emergencia subjetiva:
diagnóstico psiquiátrico Patologías
Fase del ciclo vital Localización
en la esfera del paciente correlacionadas
designado
entre esquizofrenias tipo 1 y 2, véase T.J. Crow, “The Two Syndrome Concept: Origin and Current
Status, en Schizophenia Bulletin, 11, 1985, págs. 471-485.
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