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Blogs, foros, chats, facebooks y, ahora, twiter (vocablo inglés que significa
parlotear). De este modo cabe la pregunta: qué se gana y qué se pierde con
estas transformaciones. No hay duda de que hay cambios en la escritura y la
lectura, y que el lenguaje se vuelve más simple y más “perezoso”, pero algunos
dicen también que más eficaz. Aquí un texto de la especialista Inés Dussel,
Directora Educativa de Sangari Argentina e investigadora de Flacso.
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La aparición de nuevas tecnologías suele generar una especie de pánico moral
ante las pérdidas. Hoy sorprende saber que cuando Gutenberg inventó la
imprenta, algunos de sus contemporáneos dijeron que traería aparejado el
declive de la memoria. Quizás algo de razón tenían esos críticos, pero sería
muy necio negar que la capacidad de archivar y transmitir la memoria se amplió
enormemente con la aparición de la imprenta.
Creo que la pregunta central es qué se gana y qué se pierde con estas
transformaciones. No hay duda de que hay cambios en la escritura y la lectura,
y que el lenguaje se vuelve más simple y más “perezoso”, pero algunos dicen
también que más eficaz. En pleno sufrimiento por tener 2100 caracteres para
esta columna, valoro mucho a quien pueda decir algo inteligente y provocador
en sólo 140, como se hace en Twitter. Es una competencia que no habría que
subestimar.
El riesgo es una sociedad que se queda en los titulares sensacionalistas o en
los pensamientos simples, contundentes y provocadores del power point o de
la publicidad. La culpa no es de Twitter ni del chat, sino de otras formas de
interacción y de valores sociales que se van imponiendo.
*www.elarcadigital.com.ar