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Discursos, políticas y prácticas de intervención

Graciela Touzé

Las drogas constituyen un fenómeno plural, con múltiples manifestaciones según el momento histórico,
los diversos significados que les asignan los sujetos y las propias diferencias entre las sustancias. No
obstante, se ha insistido en homogeneizar el “problema de la droga”, como si fuera un mismo fenómeno
universal, atemporal y ahistorico. “lo importante no parece ser ni la sustancia ni su definición, y muchos
menos su capacidad o no de alterar de algún modo al ser humano, sino mas bien el discurso que se
construye en torno a ella”.
El discurso sobre la droga puede entonces adoptar diversas versiones según se quien hable: hay una
versión medica, que refiere a las categorías “normal” y “patológico”; una versión jurídica que alude a la
“delincuencia”, “trafico” , “orden público” ; una versión psicoanalítica que menciona “objeto” , “síntoma”,
“falta”
El carácter simbólico del discurso se torna acción real y palpable en la definición de políticas. “esta política
se caracteriza por un triangulo de oro: la abstinencia como ideal normativo, la desintoxicación, y la
erradicación de las drogas como horizonte político”
Como observa Thomas Szasz en la actualidad las distintas orientaciones de las políticas sobre drogas
tienen como objetivos el modo particular en que estas se distribuyen y dan lugar a tres posturas frente a
los controles sobre la oferta de drogas –criminalizadoras, legalizadoras y liberalizadoras- de las cuales
resulta hegemónica la primera.
En el plano de las políticas de control de la demanda también se evidencian diferentes enfoques que
discuten que hacer con la sustancia y con sus consumidores. Más allá de sus puntos en común y sus
controversia, estas políticas preventivo- asistenciales concuerdan con la búsqueda de una única meta en
común: la abstinencia. Estos enfoques han dado lugar a la configuración de modelos de intervención que
utilizan categorías analíticas diversas y contrapuestas:
El discurso moral – jurídico
En este discurso la sustancia juega un rol protagónico “placer prohibido”, “veneno del alma” o “flagelo”, la
droga es pensada como sujeto, como elemento activo.
Según la legislación internacional, las drogas se agrupan, sin importar sus cualidades farmacológicas, en
estupefacientes y psicotrópicos. Se crean así dos grandes grupos de sustancias: las licitas y las ilícitas, y
estas últimas son responsabilizadas por el “problema droga”.
Este discurso presenta al consumidor como un “vicioso” y declara ilegal a las conductas que se asocian
con los estupefacientes, y por el consumidor de drogas (ilícitas, reconocidas como tales) viola la ley, se lo
caracteriza como transgresor, como delincuente. Pero surge una paradoja: si la droga es el sujeto activo, la
persona no es más que una víctima de esa sustancia con capacidad de atraer y producir situaciones por sí
misma. el consumidor de drogas es delincuente y victima simultáneamente.
Se plantea una ética de valores absolutos, incuestionables, que reduce el análisis a pares antitéticos: legal-
ilegal, normal- anormal, bueno-malo.
La legislación penal se constituye en el principal instrumento tendiente a impedir la producción,
distribución comercialización, tenencia y consumo de sustancias ilícitas. Junto a ella una política de
aislamiento, rechazo y censura hacia los consumidores.
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La prevención se orienta directamente a evitar el consumo de drogas prohibidas. Con esta intención, los
mensajes se centran en la información acerca de las sanciones (jurídicas y/o morales). Se refuerza el
concepto de autoridad: del Estado, de un grupo social (la mayoría moral), de la familia. La prevención se
asimila al control. El discurso preventivo enfatiza que el uso de drogas es ilegal y moralmente malo.
El discurso medico- sanitario
Señala al usuario como “enfermo” y a la droga como “virus”, “epidemia” o “plaga”, se asimila el uso de
drogas a una enfermedad infectocontagiosas que remite a la triada ecológica agente-huésped-contexto.
Nuevamente la sustancia es el agente activo que se introduce en la persona (huésped) infectándola y
enfermándola si el contexto la torna vulnerable.
La peligrosidad de las sustancias se asocia con su potencial adictivo (estereotipo de la dependencia) que da
lugar a las clasificaciones entre drogas duras y blandas pero en forma especial se vincula con su uso sin
prescripción médica.
La prevención también se orienta hacia la abstención del uso de drogas ya no a través de la amenaza de
sanción sino por medio de los daños producidos por las drogas. En este caso la amenaza no es sobre la
libertad sino sobre la vida misma. Se recalca la información acerca delas propias sustancias, su forma de
presentación, color, olor. Estos mensajes se asientan en el presupuesto de que las personas solo se
producen daño involuntariamente y de que nadie entraría en contacto con un “agente infeccioso” si
pudiera identificarlo.
El discurso psicosocial
A diferencia de los discursos anteriores este discurso introduce un otorgamiento distinto en la interacción
sustancia-persona-contexto. El eje de la interpretación es desplazado de las drogas a la persona, es decir
que el protagonista es el sujeto. el interés se centra en el tipo de vínculo que una persona establece con
una sustancia, distinguiendo entre consumo ocasional y esporádico o reiterado y compulsivo. Es
característica de este discurso la referencia a la etimología de “adicto” como esclavo. El contexto es
incluido en análisis como variable interviniente en la conformación de actitudes y comportamientos. En
este sentido, el contexto es considerado en una dimensión micro social.
El modelo psicosocial introduce la categoría de síntoma para considerar la adicción. Señala una patología
de base en el sujeto y su contexto que se pone en evidencia a través del consumo de drogas. Para este
enfoque, el adicto es un enfermo, pero la adicción no es una enfermedad sino la manifestación de un
malestar psíquico.
Para evitar el uso de drogas es necesario intervenir en la formación de actitudes y comportamientos.
Aparece la noción de prevención inespecífica como aquellas acciones tendientes al desarrollo de actitudes
de autocuidado y al mejoramiento de las relaciones interpersonales. La transmisión de información ya no
es la tarea principal, se da paso a técnicas que mejoren la comunicación intra e intergrupal, refuercen la
autoestima, favorezcan la asunción de roles. Estas acciones tienen como presupuesto que si se disminuyen
las situaciones de conflicto individual y grupal disminuirá la demanda de drogas con otras problemáticas
(violencia, fracaso escolar, etc.)
El discurso sociocultural
Para este enfoque el eje del análisis se centra en el contexto. Plantea que es en el medio social donde
deben buscarse las causales del uso de drogas. El modelo toma en cuenta las características de la

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estructura social, señala los rasgos de la sociedad contemporánea y define como determinantes a los
factores culturales y socio-economicos. Es la presión de estos factores sobre los individuos lo que conduce
al consumo de drogas.se considera al uso de drogas como síntoma, pero ya no en términos
psicopatológicos sino sociales, como manifestación de las “disfunciones” del sistema, el consumo de
drogas comienza a asociarse con poblaciones marginales.
Encara la prevención dando información respecto de algunas causas (pobreza, industrialización,
desempleo, etc) y mediante acciones de mejoramiento de las condiciones de vida. El supuesto preventivo
es que si se disminuyen las situaciones de conflicto y desigualdad social, disminuirá la demanda de drogas.

ANOTACIONES SOBRE PREVENCION – M.TERUEL


Ante la realidad se rige en la actualidad una convicción creciente respecto de la necesidad de realizar
esfuerzos en materia preventiva, para reducir razonablemente las probabilidades de aparición de
problemas ligados al consumo de sustancias, especialmente en la población infantil y adolescente.
Durante el siglo veinte se mantuvo la pretensión de generar intervenciones masivas para evitar el consumo
de drogas. Se han sostenido variados esquemas conceptuales como guía de los diseños preventivos dando
asi lugar a distintos modelos de prevención.
¿Por qué y de que se habla con prevención?
Se comienza a pensar en la prevención cuando no se la ha realizado, o no se la realizo eficazmente, y el
problema fue instalándose a pesar de las acciones dadas.
Entonces se piensa en prevenir porque el problema existe y crece y allí la definición de prevención que ya
no sirve para una franja de la población, cuando se expone que prevenir es llegar anticipadamente.
“prever, ver, conocer de antemano, o con anticipación un dato o perjuicio”. Con algunos ya no se llego a
tiempo para eso habrá que reinventar nuevas estrategias y nuevos momentos para actuar.
Breve mención a términos necesarios
Hay que señalar La existencia de distintos tipos y distintos niveles de prevención, que dependen del modo
en que se aborde la problemática y el momento de esta en que se ponga en marcha.
 Prevención específica: es el conjunto de intervenciones centradas directamente en la cuestión del
consumo. Consiste en abordar el tema de forma abierta, exponiendo los tipos de drogas que
existen y explicitando sus efectos y consecuencias, se procura proporcionar información del modo
mas completo posible, en el intento de advertir sobre los riesgos del uso de sustancias y persuadir
acerca de su carácter negativo con una perspectiva que pretende definirse como educativa.
 Prevención inespecífica: ligada a la educación para la salud. No se focaliza en los fenómenos de
consumo ni hace referencia puntual a las sustancias porque lo que busca es promover valores,
actitudes y conductas que mejoren las condiciones de vida del sujeto en relación con su ambiente.
Mas que centrarse en los peligros de emplear drogas supone que quien desarrolla un estilo de vivir
satisfactorio no tendría por qué interesarse en consumirlas.
Niveles de prevención:

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1. PREVENCIÓN PRIMARIA: apunta a evitar la aparición de nuevos casos de consumo, es decir que su
población es aquella formada por las personas que no se han drogado nunca. Es el nivel que se ajusta en
rigor a la definición de prevención.
2. PREVENCIÓN SECUNDARIA: es la instancia de la detección temprana y el diagnostico de los casos
de consumos iníciales, para favorecer la interrupción de los mismos y producir las derivaciones que
convengan en la búsqueda de evitar complicaciones ulteriores.
3. PREVENCIÓN TERCIARIA: tiene que ver con las intervenciones propias del recorrido terapéutico-
asistencial. Consiste en el desarrollo de los procesos de deshabituación y rehabilitación adecuados con
aquellas personas que se consideran adictas y han alcanzado un nivel de deterioro en su calidad de vida a
consecuencia del consumo.
4. PREVENCIÓN CUATERNARIA: (suele no ser mencionada)
La medicina considera prevención cuaternaria a la evitación de los trastornos que la propia práctica
terapéutica podría provocar en el paciente. En el campo de las adicciones se denomina así a las acciones
para la reinserción social e integración del sujeto que se encuentra en tratamiento. Se centra en la
prevención de recaídas post-tratamiento y las estrategias de reducción de daños podrían englobarse en
este nivel.
Población a la cual se dirigen los procedimientos preventivos:
 Prevención universal: es aquella destinada a toda la población de modo general.
 Prevención selectiva: se orienta específicamente hacia grupos considerados de riesgos
 Prevención indicada: apunta a los usuarios, subgrupo de alto riesgo.
Modelos de prevención de las adicciones
Son los esquemas teoricos- conceptuales que sustentan los criterios para generar acciones preventivas.
Modelo ético- jurídico este enfoque asume a las drogas o a la droga –ya que no establece diferencias entre
los distintos tipos de sustancias-
Centrado en los aspectos legales y de control social se trata de un paradigma que enfoca las actividades de
prevención en la prohibición de determinados tóxicos, lo que se conoce como reducción de la oferta para
lo cual sostiene se debe encarar un decidido combate contra el narcotráfico como así una cuidadosa
fiscalización de la producción.
En cuanto al consumo de las sustancias ilícitas, es una infracción a la ley y, tiene que recibir una sanción
desde la administración de justicia.
El aspecto ético, en todo caso moral, esta dado por la valoración de la sustancia y el consumo como algo
perjudicial por lo que recibe la categoría de malo. Y el carácter jurídico tiene que ver con la normatizacion
prohibicionista que establece que usar una droga es ilegal, por tanto aquel que lo hace infringe la ley,
transpone el limite y se convierte por ese acto transgresor en delincuente. El sujeto es víctima y a la vez
delincuente.
El modelo medico – sanitario este modelo es el de la medicina sanitaria bajo el enfoque de las
enfermedades infecto contagiosas.

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La droga será vista como el agente causal que , a semejanza de una bacteria o un virus, cuando ingresa al
organismo puede contaminarlo, infectarlo, provocando la enfermedad del sujeto. A diferencia del criterio
jurídico , el consumidor ya no es considerado como delincuente sino como un enfermo.
Para la prevención le interesa determinar, respecto de la persona, el grado de vulnerabilidad tomado en
cuenta los factores de riesgo. Y define por ello a la población de niños y jóvenes como vulnerable. El
mensaje preventivo abundara en información sobre cuáles son las sustancias y cuáles son sus efectos
tóxicos. El elemento que puede mover será el miedo a perder la salud o la vida.
El modelo psico – social: la ecuación al revés
Es el sujeto quien está en el centro del interés para este enfoque. Por lo tanto no importan tanto las
caracterizaciones que se hagan sobre las drogas ( duras o blandas, prohibidas o legales) sino las
motivaciones personales que conducen a alguien a llevar adelante practicas de ingesta y la relación que
cada quien establece con las sustancias.
Se otorga importancia al contexto del sujeto, se interesa en conocer las influencias o factores micro-
sociales que inciden en el desarrollo de cuadros de consumo. Las adicciones no presentan ya un fenómeno
delictivo ni son consideradas una enfermedad, y pasan a pensarse como manifestaciones de problemáticas
preexistentes debidas a las caracterizaciones personales del individuo y a la interacción de este con su
ambiente.
Para prevenir, este enfoque no valora tanto la cantidad de información que se transmita ya que lo que se
deben promover, son estilos de vida saludables, mejores formas de comunicación o estrategias adecuadas
para afrontar y resolver conflictos. Por lo tanto la prevención no se ejecuta a partir de mensajes específicos
sobre las drogas y sus consecuencias y se lleva delante de modo inespecífico con mensajes que
promocionen valores y actitudes positivas.
El modelo socio-cultural: el espacio y el tiempo
Toma en cuenta que las drogas han existido en todas las culturas, pero no han recibido las mismas
significaciones ni representaciones, de manera que lo que las convierte en algo negativo es la valoración
que cada sociedad hace sobre ellas.
Para este modelo la pobreza, el desempleo, el no acceso a servicios adecuados de salud, la deserción
escolar, entre otros , son factores que estarían involucrados en las adicciones. De este modo centra su
estrategia en la promoción del desarrollo comunitario y la labor preventiva se asienta en el campo de la
acción social.
El modelo geopolítico estructural: el mal globalizado
Centra su preocupación en la realidad de los países de hoy llamados emergentes dado que resulta de
diversos factores interactuantes de naturaleza socioeconómica, política, geográfica y demográfica. Subraya
que el rol que le corresponde al Estado por ser las drogas ilícitas una mercancía que deviene un factor de
dependencia anclada en elevados niveles de corrupción.
Esta orientación considera que no es realista comprender el consumo de sustancias. Sugiere reducir la
incidencia del tráfico de drogas y trazar políticas públicas de reducción de daños para los consumidores.
El modelo ético- social: el mal no es ajeno

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Parte de la visión de que los demás modelos son perspectivas parciales que deben ser integradas. Toma en
cuenta que la problemática de las adicciones implica interacción entre un sujeto, su ambiente y la droga,
pero que lo subyacente es el problema del sentido. Ubica la búsqueda de sentido como una cuestión
central en el padecimiento humano y liga el consumo de sustancias con ese padecimiento. Se contrapone
al modelo jurídico y al sanitario.
La actividad de prevención tiene que articular en las acciones de los distintos actores y sectores que
componen la comunidad, donde el seno de la comunidad misma tiene que ir produciendo sucesivamente
las intervenciones que favorezcan los cambios necesarios. Se alienta la participación y el protagonismo
comunitario, revalorizando el sentido del pertenecer a una comunidad que, debe poder interrogarse sobre
las condiciones en que se desarrolla su existencia, poniendo en cuestionamiento no solo los preconceptos
sobre las adicciones sino también los valores que sostiene.
Decurso del concepto de prevención?

Reducir daños desde lo público- M. Conocete

Prevenir, asistir, formar, comunicar. Tales son los aspectos generales que debe planificar y ejecutar una
política publica relacionada con la esfera de las adicciones.
Todo compromiso es político y publico
De alguna manera, las políticas públicas expresan la idiosincrasia de las comunidades hacia las que van
dirigidas. En argentina, la desorientación histórica que ha caracterizado a las políticas de adicciones puede
ser indicador de una sociedad que, frente a cuestiones que debe abordar, generalmente opta por la
hipocresis antes que por el debate y la racionalidad.
En el desarrollo y la ejecución de estrategias de adicciones desde lo público no pueden permitirse
argumentos ingenuos ni posiciones sin compromiso.
En principio porque inmersos en una lógica de mercado salvaje, en donde la oferta y la demanda cristalizan
su determinación a cada momento de la cotidianidad de los sujetos, la promesa imaginaria de un goce –
todo posible constituye un viraje palpable en las formas clásicas en las formas clásicas de manifestación del
malestar estructural en el que las problemáticas de la esfera adictiva se posicionan fuertemente.
Entendemos a la reducción de daños como una herramienta conceptual que se deriva de una práctica
concreta. Es un hecho que una parte de la población hace uso de sustancias psicoactivas o realiza
determinadas prácticas que en ciertas circunstancias pueden exponerla a sufrir riesgos o daños.
Asistir es mucho más que recuperar
Integrar la oferta estatal con la proveniente de las ONG´ s es un punto importante que amplía las
posibilidades de tratamiento a un porcentaje mayor de la población.
Es importante mencionar que tanto el diagnostico como la derivación a las ONG´s se realizan en la mayoría
de los casos desde los efectores gubernamentales. De este modo se pretende evitar la reiteración de
procesos diagnósticos y el deambular interinstitucional de los pacientes. También se busca más control de
la utilización de los recursos y cupos estatales y realizar un seguimiento coordinado de los pacientes y sus
tratamientos. En el desarrollo de una política asistencial en adicciones se garantiza una oferta amplia de
posibilidades terapéuticas. Esto demanda también la articulación con instituciones no profesionalizadas

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como grupos de autoayuda, desde los que se reciben y a los que se referencian pacientes aunque no se
incluyan estos tratamientos dentro de los financiamientos públicos.
Prevenir no solo es advertir- bases para una ruptura-
Una política pública de salud se asienta en criterios científicos y técnicos superpuestos con concepciones
políticas que darán mayor o menor viabilidad a los lineamientos que se pretendan ejecutar.
En materia de adicciones se espera que el Estado ejerza fundaciones de prevención, de asistencia, de
capacitación, de recolección de datos y de toma de decisiones en función de criterios validos para su
comunidad de referencia.
Las estrategias preventivas pueden ser eficaces en tanto tornen viable alguna dimensión de pregunta en
los sujetos a los que busca incluir. Es decir lejos de advertir acerca de los daños que ciertas prácticas como
el uso de sustancias pueden traer aparejados, las acciones de prevención tienen que involucrar al sujeto
destinatario activamente para que este opere modificando su realidad en algún punto
Hallar lo específico en lo complejo

Reducción de daño/ comunidad terapéutica – D. fleischer


La existencia de la droga y su uso no es un fenómeno novedoso, lo novedoso es la manera en que la
toxicomanía se presenta en nuestra época, por estar constituida por el entrecruzamiento de discursos que
hacen de la droga su objeto.
Dos de las medidas más difundidas y con mayor cantidad de adeptos en el campo profesional son la
comunidad terapéutica y la reducción de daños. La reducción de daños apunta a la minimización de los
efectos negativos relacionados con el consumo de drogas mas que tratar de eliminar su uso. Tal enfoque
acepta que el consumo de estas sustancias perciste a pesar de todos los esfuerzos realizados para
combatirlo y se posiciona desde un lugar no-moralista, respetando las diferencias individuales y los
derechos humanos. Entiende que hay gente que no puede o no quiere abandonar los habitos de consumo,
por los que sus objetivos se dirigen en un primer momento a reducir las consecuencias adversas y luego , a
evaluar si es posible y apropiado alcanzar la abstinencia. Ha de encontrarse una serie de estrategias que
caracterizan los fundamentales acciones destinadas a prevenir los riesgos asociados al uso de drogas :
intercambio/ provisión de jeringas y agujas, programas de mantenimiento con metadona, educación,
esterilización de equipos, prescripción de drogas, areas de tolerancia, legalización y despenalización etc.
No todos los autores sostienen las mismas estrategias, y es en este punto donde se comienza a surgir los
diferentes posicionamientos. La legalización de la droga se ubica en el centro de las controversias. Algunos
la entienden como un medio para lograr la minimización de los daños, mientras que otros consideran que
estos pueden ser alcanzados aun bajo un régimen legislativo prohibicionista. La despenalización encuentra
a todos los autores acordando que a través de aquella solo se consigue una maximización de los daños,
discriminando y estigmatizando a los usuarios de drogas, quienes son excluidos de los sistemas de salud y
de la sociedad. Otro punto de divergencia se relaciona con el concepto de la abstinencia. Además de los
objetivos realistas, pragmáticos y enfocados a los daños y a las prioridades inmediatas, algunos autores
sostienen la abstinencia como el último paso a alcanzar, siendo que otros la categorizan como posibilidad y
un último grupo la entiende sin desestimarla, como una meta casi irrealizable.

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La reducción de daños puede ser pensada como política y estrategia en el ámbito comunitario así como
también en un nivel de consejería y asesoramiento que se brinda desde una agencia privada
El aspecto más preeminente de esta estrategia es el poder descentrar al usuario de drogas del lugar de
infractor de la ley, reservando este sitio para quienes organizan el mercado ilícito.
Es necesario considerar que las políticas de minimización de daños no promueven ni estimulan el uso de
las drogas, ya que quienes se posicionan desde otras teorías sostienen esta errónea creencia que no solo
es acertada, sino que en realidad es su contrario. En El modelo abstencionista de la comunidad terapéutica
se busca como objetivo que quienes acuden a ella por un tratamiento consigan en todos los casos el cese
absoluto del consumo de sustancias. Se promueve la abstinencia a través de la figura del operador socio
terapéutico quien además de ser un ex adicto, ha recibido una formación profesional en la temática. A
través de varios talleres, terapias individuales y grupales, se espera que cada uno de los pacientes se
acerque a la renuncia total del uso de las drogas, en una fuerte identificación con el operador.
El tratamiento se realiza fuera del contexto social, enmarcado en un corte repentino del consumo, siendo
que tanto los consumidores como los abusadores son internados y tratados de la misma manera.
En segundo término, y acá se emplaza un factor esencial de déficit de este modelo, se busca en todos los
casos, la abstinencia. Esto puede ser alcanzado y en otros casos, es no deseable. Así las vueltas al consumo
son llamadas recaídas, ubicándolas en el contexto de una enfermedad crónica son consideradas entonces
como un retroceso en el tratamiento del adicto y en el mejor de los casos, como un error inherente al
tratamiento abstencionista mismo.
A diferencia de la reducción de daños, la comunidad terapéutica se ubica en una postura moral, de
mandato superyoico, que olvida que el superyó es abogado de ello. El consumidor debe identificarse con el
operador socio- terapéutico y lograr la abstinencia total para luego reinsertarse en la sociedad. Por el
contrario, con la minimización de daños se trata de respetar las decisiones personales de los usuarios de
drogas con relación a sus hábitos de consumo, evitando las consecuencias negativas que se desprenden de
su mal uso, considerando la abstinencia solo como una posibilidad y aceptando al adicto como un miembro
de la sociedad sin estigmatizarlo. Otra actitud subyacente es la que supone que la reducción de daños se
opone a la prevención primaria, sin apreciar que la misma es un componente de una política más amplia,
que dirige tanto a la prevención primaria como ala secundaria y terciaria. Aceptar que las drogas existen en
la sociedad no significa que se difunda su uso, sino que se intenta que este se realice de la manera menos
perjudicial, brindando a la gente información realista y los medios necesarios para llevarlo a cabo de la
mejor manera posible.
Pese a lo mencionado, las tareas de reducción de daños que se llevan a cabo en el país han conseguido un
buen acercamiento a las poblaciones, de los llamados por el DSM-IV consumidores y abusadores de
drogas, por lo que se puede suponer que si desembocan en un resultado satisfactorio, comience su
expansión en la sociedad y en los responsables y profesionales que desarrollan la política y la atención
sanitarias.

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UNIDAD Nº 5
LOS GOCES Y LA TOXICOMANIA. FABIAN NAPARSTEK

La satisfacción propia del toxicómano o el alcoholismo.


Es un dato de la clínica, que se obtiene algún tipo de satisfacción en el consumo; Se plantea la pregunta,
que tipo de satisfacción encontramos en la toxicomanía y en el alcoholismo. No todas las formas de
satisfacción son iguales.
Lo que lacan llama goce no figura como un concepto en Freud. Esta concepción rompe con un
pensamiento muy antiguo, con la idea del hedonismo que parte de Aristóteles. Se trata de la idea que hace
coincidir la satisfacción con el bien.
Freud sostiene que hay muchas cosas que nos dan satisfacción y que no implican ningún bien para el
individuo. Hay cosas que dan satisfacción y aparecen como un sufrimiento, por ejemplo, la idea que Freud
tienen sobre el síntoma, supone que es un sufrimiento, y que mantiene inconscientemente una
satisfacción.
También se plantea en la idea de pulsión de muerte, en donde hay una tendencia de satisfaccion que va
hacia a la muerte; también se explicita en la primera idea del principio de placer.
Lacan define el concepto de goce en el seminario 20, dice que el goce es lo que no sirve para nada.
Cuando Freud habla de la satisfacción del chupeteo muestra muy bien que una cosa es que el niño se
alimente y otra, bien diferente, es que además haya un plus, haya una satisfacción en mas y que,
efectivamente, eso no sirve para nada. La pulsión es anárquica y acéfala, tienen la misma connotación. Es
decir, que no responden a un amo y menos aún al sujeto. En algún sentido la satisfacción de la pulsión es
para la satisfacción misma. Por otro lado se trata de una satisfacción que no tiene ningún valor de
intercambio, ni utilidad alguna, ni para nosotros, ni para el sujeto.
Lo que Lacan llama goce no es más que la pulsión de muerte freudiana.
La otra noción del goce es una noción que proviene del discurso jurídico. Y es la noción de usufructo.
Cuando en el discurso de las leyes se dice que puede hacer usufructo de tal bien, implica el disfrute de la
cosa en tanto se transforma en un objeto de apropiación. Lo que plantea Lacan es que el discurso jurídico
lo que intenta hacer es repartir, es ordenar ese campo de goce.

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Freud pone de manifiesto toda la gama de goce, es decir todo lo que se puede hacer tratando
convenientemente a un camp, incluso su cuerpo. Es decir que hay una relación estrecha entre el cuerpo y
el goce. Es más, la idea de Lacan que el lugar del goce es el cuerpo. Define el goce como la relación del ser
parlante con su cuerpo.
El cuerpo es un cuerpo de instinto, por eso Lacan ubica muy bien la cuestión del goce en el punto de la
pulsión, ya que se ve muy claramente que la pulsión no es más que el encuentro del lenguaje con un
cuerpo. Hay que tratar de distinguir, diferentes tipos de goce: Lacan hace una distinción entre el goce
sexual y lo que él llama el goce a secas.
El goce a secas es cuando uno puede decir el goce al natural, el goce cuando todavía no tiene ningún
condimento de la vida humana., no tiene ningún aditivo. La definición del goce donde afirma que es la
relación del ser parlante con el cuerpo no es más que el goce a secas.
No está refiriéndose a ningún tipo de goce especial, simplemente que de ese choque entre el significante y
el cuerpo.
Aquí entra en juego todo lo que se relaciona con el término falo. Creer que el goce coincide con lo
sexuales, por excelencia, una idea fálica. Es el falo entre otras cosas que hace creer que el goce y lo sexual
van de la mano.
Lacan hace coincidir el goce sexual con la castración. La idea que plantea es que el falo colorea el goce.
Ubica al ser sexuado de manera secundaria, respecto de un goce a-sexuado.
El goce del chupeteo, el goce de largar o retener las heces no tienen, en sí mismo, nada de sexual, es el falo
el que hace de eso algo sexual.
La idea de Freud es que nada en el goce, de antemano al menos, esta predeterminado para la
supervivencia de la especie; al contrario, eso lleva a la muerte. Es cuando se introduce el falo que ese
goce, de alguna manera, entra al mercado del intercambio. Lacan habla del goce uno finalmente, o goce
del idiota, y es el puro autoerotismo. Este puro autoerotismo no sirve para nada.
Hay que tratar de situar de qué satisfacción se trata en la toxicomanía y el alcoholismo. El primer planteo
de Miller es la idea de que hay cierto goce del toxicómano y del alcohólico que no pasa por el gran Otro, lo
que plantea es que en la toxicomanía no se pasa por el Otro sexo, que supone tener que pasar por el
encuentro con el cuerpo de otro y que implica la diferencia. Pasar por Otro supone poner en función al
falo. Miller aclara que en la toxicomanía no se trata solo de eso. Es decir, que la solución toxicomana al
malestar no se busca por la vía de encontrar o de hacer del Otro la metáfora del objeto perdido. Meller
agrega “existe otro tipo de goce que no pasa por el cuerpo del Otro sino por el propio y que se inscribe
bajo la rúbrica del autoerotismo, digamos que es un goce clínico, que rechaza al Otro, que rehúsa que el
goce del propio cuerpo sea metaforizado por el goce del cuerpo del Otro”
El goce toxicomanía, no pasa por el Otro, pero tampoco por el goce fálico. El goce de la toxicomanía es el
que rompe con lo fálico. Miller dice, es “la huida” ante el hecho de plantearse problemas sexuales, “es
previo a plantearse el problema sexual”.
Se puede hacer uso de la droga para insubordinarse al servicio sexual, para mantenerse estancado en el
goce del onanismo como soldadura, para tratar de acceder al otro sexo como una muleta, en términos de
Freud.

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Lo que llamamos un verdadero toxicómano lo ubicamos del lado de aquel que se insubordina al problema
sexual, cuando se suelta del Otro y de lo fálico y va a parar a un sin límite maniaco.
Es muy común que un sujeto le dé un uso a la droga y que por alguna razón se suelte ese uso específico y
se transforme en un verdadero toxicómano.
En la clínica es necesario que hagamos un diagnóstico de lo que ubicamos como la función que cumple esa
droga para ese sujeto. Por supuesto que se va articular de modo diferente en cada estructura: la droga
puede cumplir múltiples funciones en la estructura de alguien. Hay que poder articular estas dos
cuestiones: estructura y función de la droga.
La clínica muestra también hay múltiples usos y en algunos podría ser una suplencia para la ausencia del
nombre del padre.
La tesis lacaniana de la ruptura retoma la idea freudiana de la masturbación, como adicción primordial y la
especifica con su concepto de goce. Con la aclaración de Miller en términos de un goce que prescinde del
Otro y de lo fálico.
La toxicomanía y el alcoholismo son dos modos patológicos, que exhiben esa característica del goce a secas
de una manera terrible y con consecuencias funestas para quien lo padece.

SOBRE LAS CONDICIONES DE LA POSIBILIDAD DE TRATAMIENTO EN LAS TOXICOMANIAS. KAMENIECKI


MARIO

En la clínica de los problemas vinculados al consumo de drogas son necesarias algunas consideraciones
cuyo propósito es transmitir la puesta en acto de las operatorias que pueden hacer posible un tratamiento.
Una de las dificultades genéricas en esta clínica es que las personas que piden asistencia-en el mejor de los
casos- vienen a quejarse de un acto: E l consumo de drogas y no tienen síntomas.
Nos encontramos frente a alguien que, a menudo en posición de objeto, reclama la cesación del consumo.
Existe una identificación con el significante adicto que otorga cierta consistencia a la cual el sujeto no está
dispuesto a renunciar. Consolidado en esta cristalización se atrinchera y no se hace responsable se acto: la
culpable es la sustancia, es la causa de su adicción.
Hay que desalojarlo de ese lugar, ofrecerle una falta. El tema está en el cómo hacerlo porque el sujeto no
quiere saber nada de ella, no quiere saber nada de la castración.
Habría que preguntarse de qué sufren, de qué padecen-ya que por alguna razón concurren piden
asistencia.
Algunas de las posibles respuestas:
1-Vienen porque algo en la relación con la/s sustancia/s evidencia algún fracaso. La luna de miel se
termina aunque los usuarios de drogas tienen la ilusión de que pueda durar para siempre.
2-Vienen porque perdieron el control sobre el consumo y los desbordo. Estas personas piden tratamiento
con la esperanza de recuperar el control sobre el consumo.
Otra situación que se da con frecuencia es que se trata de personas que vienen de rebotar-rechazos- en
distintos servicios a los cuales han acudido a pedir asistencia y que son derivados a otros lugares.
También vienen personas enviadas/traídas por terceros, donde el problema es de otros- no del sujeto.
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Las operaciones que se intentan poner en juego, previas para que un tratamiento pueda tener alguna
condición de posibilidad son:
1-OPERACIÓN DE ALOJAMIENTO:
Significa estar dispuesto-disponible- para ese sujeto singular y ofrecerle escucha y tiempo, es común que
uno tenga que poder adaptarse, al menos durante un tiempo, a sus horarios, sus tardanzas, su
incumplimiento o sus ausencias. La premisa es la operatoria de inclusión, paulatina, en un dispositivo.
Ofrecer Otro dispuesto y disponible.
2-PROVOCAR-PROMOVER-CONSTITUIR UNA DEMANDA:
Esto implica a menudo la necesidad, de que hablemos nosotros, que aportemos palabras, frente al silencio
de quien consulta. Es importante no estar esperando la demanda ya que-habitualmente- no existe.
La característica triada síntoma-demanda-transferencia brilla por su ausencia. Le damos más valor a la
constitución de un lazo que a la interpretación (que no es operativa en este tramo inicial).
3-CONSTRUIR/INVENTAR EL SINTOMA:
Vienen en posición de objeto para que hagamos con ellos y en consecuencia dejen de consumir, sin
ninguna implicación subjetiva, sin síntoma (ya que el consumo de drogas no lo es, al menos para el
psicoanálisis).
Si algo trae, es lo que está relacionado con los efectos de las sustancias y en consecuencia tienen una
transferencia imaginaria sobre esos objetos-productos de goce.
Se hace necesario implementar una operatoria mediante la cual el lugar de ese objeto condensador de
goce-plus de gozar-constituido por la sustancia pueda ser ocupado por quien está en posición de escuchar.
Es decir, producir un desplazamiento de lo real por lo simbólico orientado a transferir una transferencia
simbólica.

CONCEPCIONES CLINICAS E INSTITUCIONALES EN LAS TOXICOMANIAS. KAMENIECKI


Las adicciones a las drogas o toxicomanía, constituyen una suerte de consolidado con características
particulares.
Se manifiestan como un fenómeno que caracteriza los tiempos modernos y que implica diversos factores:
psicológicos, jurídicos, económicos, políticos, etc. y que además comprenden variables individuales,
familiares y comunitarias.
Las drogas psicoactivas están fuertemente ligadas a la economía actual, respondiendo como productos a la
leyes del mercado como o valores de cambio.
Las drogodependencias no constituyen una entidad psicopatológicas per se en el sentido de una
estructura clínica. La dependencia a las drogas puede estar presente en cualquiera de ellas: en las neurosis,
prevención y la psicosis podemos encontrar toxicomanías.
La drogodependencias no constituyen un síntoma (lo que ello significa para el sujeto y para la diversidad
de referencias teóricas) pero si se constituye como un síntoma social. A veces puede constituirse en
síntoma para el sujeto: cuando la relación con la sustancia evidencia algo del orden del fracaso o genera
malestar, angustia.
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La complejidad del tema reside en que no se trata de un problema ni exclusivamente sanitario, social o
jurídico. Están en juego variables multicausales con diferentes incidencias y que podemos incluir dentro del
concepto que los epistemólogos denominan NOP`s-Nuevos Obstáculos Problema- cuyas características
podrían ser:
1-Emergen como realidades representativas de una matriz de variables multicausales.
2-Son en sí mismos muy complejos
3-Tienen un alto grado de consenso en cuanto a su existencia y gravitación en la vida privada y pública.
4-Concitanuna gran presión y demanda social para conocerlos, codificarlos y solucionarlos dentro de
tiempos inmediatos.
5-Los contextos y circunstancias donde están instalados se nos aparecen nuevos.
Las drogodependencias no tienen puntos en común ni de contactos con el consumo de drogas histórico.
Hoy se trata de un fenómeno cotidiano, ordinario y masivo: lo que algunos llaman toxicomanía de masas.
Las toxicomanías en realidad, impactan en la sociedad generando alarmas y control social. Es así como
surgen las respuestas del Otro social en forma de leyes y de modalidades terapéuticas.
Los primeros tratamientos:
En el periodo entre las dos guerras mundiales se comienzan a implementar los primeros tratamientos más
o menos sistemáticos para adictos a la heroína.
Se trataba de terapéutica médicas de desintoxicación: los pacientes ingresaban al hospital, habitualmente
con síndrome de abstinencia. Se los desintoxicaba, se los compensaba clínicamente y egresaban. Se los
llamo “tratamientos de puertas giratorias”
Durante prácticamente toda la primera mitad del siglo xx el uso de drogas psicoactivas en los EEUU, se
atribuía a las minorías étnicas. Recién al filo de la década del 60´ la OMS comienza a publicar diversos
informes técnicos en los actuales las adicciones a la drogas empiezan a ser entendidas como una
patología. Además de las diferentes relaciones que una persona puede establecer con las sustancias (uso,
abuso, dependencias) se plantea que la drogadicción es una enfermedad: porque el consumo puede
ocasionar síntomas psíquicos y físicos, porque la suspensión de la administración conlleva en muchos casos
un problema de salud. Los primeros conceptos hacen recaer todo el peso del problema en la sustancia
pero con el correr de los años los criterios se van modificando orientándose más hacia el sujeto que
consume (patrones conductuales)
Surgimiento de la comunidad terapéutica para toxicómanos
Tras el fracaso de los tratamientos médicos de puertas giratorias el guante fue recogido por los no
médicos. Inspirado en los grupos de alcohólicos anónimos Charles Dederich funda en 1956 en EEUU la
primera comunidad terapéutica para drogodependientes. Sin médicos ni ningún otro tipo de profesionales,
los grupos de pacientes eran coordinados por un líder, siendo los tratamientos totalmente voluntarios.
Esla época en la que el campo de la psiquiatría emergen las primeras comunidades psiquiátricas que el
poco tiempo ven diferenciarse dos corrientes:
-la inglesa con un modelo jerárquico coordenado por psiquiatras
-la norteamericana sin jerarquías (profesionales)
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Así con la colaboración de ex adictos y sujetos rehabilitados Dederich articulo la metodologia y filosofía de
A.A con algunas herramientas y elementos de la Comunidad Terapéutica.
De ahí en más el movimiento de comunidades terapéuticas se extendió a por EEUU y de ahí a Europa.
En los años 90´ el movimiento de comunidades terapéuticas adquirió una importante presencia en nuestro
medio y crecieron.
La institución especializada:
En el nivel de las políticas públicas en materia de drogodependencias, a comienzos de los 70´ se comienza a
separar al toxicómano del discurso médico, la experiencia fue mostrando que era imposible tratarlos en
ámbitos psiquiátricos. De esta manera nace la institución especializada, solo para drogadictos, ínter y multi
disciplinaria.
Paulatinamente se va incorporando a la familia en los tratamientos. Durante toda la década y entrados los
80´ se va elaborando el esquema de las CT para toxicómanos. La admisión de pacientes se realiza por el
rasgo que los identifica: ser adicto. Son las Ct modelos básicamente neo conductistas con elementos
humanistas y a menudo religiosos. Se hacen cargo de los tratamientos ex adictos y surge la categoría del
Operador Socio terapéutico; de esta manera el abordaje terapéutico se des-medicaliza, se des-psiquiatriza
y tienen una desprofesionalización en general.
La concepción del tratamiento en la comunidad terapéutica:
Las comunidades terapéuticas, se basan en la convivencia, el compromiso (voluntario) y al responsabilidad,
enmarcadas en la vida comunitaria.
Se trata de modalidades neo conductistas con un fuerte acento en lo reeducativo. El fracaso en la medicina
tradicional deja este campo vacío el cual es tomado por voluntarios rehabilitados. Surge en 1956 la
primera comunidad terapéutica para adictos creada por Dederich y en 1958 se crea Synanon que fue a la
matriz del movimiento de comunidades terapéuticas mundial. Surgen los operadores no profesionales, se
establece la voluntariedad del tratamiento. Como se trataba de pares –rehabilitados- les resultaba difícil, a
los pacientes, manipularse entre ellos. La modalidad de organización de la comunidad terapéutica es
fuertemente jerárquica y normativa. Se trata de disciplinamiento del sujeto, se implementa un sistema de
recompensas y castigos orientado a modificar actitudes conductuales con metodologias basadas en la
reeducación.
Los tratamientos de los drogodependientes son sin drogas sustitutivas y con la finalidad de vivir sin
consumirlas. Es decir, el eje terapéutico ubico a las drogas como problema central y el objetico consistía
en la eliminación del consumo.
Se concibe en ellas al drogadicto como alguien que vive en una capsula, encerrado y a salvo de los
sentimientos.
La interpretación, como herramienta terapéutica, en esta concepción solo haría un pequeño poro en la
capsula y el sujeto volvería acerrarlo aumentando el consumo o recurriendo a una sobre dosis.
En esta concepción se plantea que merced al “colchón afectivo comunitario” sería posible penetrar en esta
capsula e intervenir eficazmente. Esto se obtienen por medio de una técnica, se trata del Confronto o
Confrontación por cuyo medio se ataca literalmente las conductas negativas del toxicómano una y otra
vez. Esta cosiste en una técnica, por lo general grupal, que implica enfrentar verbalmente al sujeto con un
sentimiento, una actitud, o una actitud que niega, distorsiona o ignora.
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De esta manera al ser confrontado el sujeto le es imposible no verse, encerrarse o ignorar sentimientos ya
que el grupo lo refleja.

El centro Carlos Gardel. Un recorrido:


Las consultas adoptan ahora algunas de las siguientes variantes. A menudo la demanda es de terceros:
1-En la mayoría de los casos los consumidores consultan solamente cuando el uso de sustancias constituye
un problema
2-Se constata, además, que no siempre se trata de una drogodependencia (adicción), en la mayoría, se
trata de situaciones de abuso, con poli consumo.
3-En un porcentaje significativo de consultas efectuadas por padres preocupados por sus hijos, pero por lo
general se trata de experimentadores que no cumplen con los criterios de abuso o dependencia.
4-Los perfiles sociales y los patrones de consumo sufrieron una modificación importante en los últimos
años. Hoy la población que contacta con el Centro procede mayoritariamente de la clase media
empobrecida.
5-Se registra en estos últimos años un sensible incremento de las consultas por abuso y dependencia al
alcohol.
Estas observaciones rompen con los estereotipos instalados en la sociedad, que ve en todos los
consumidores de drogas drogadictos (dependientes); su corolario es que de acuerdo a estos estereotipos
tienen que estar presos o internados.
Constatamos que un porcentaje significativo de personas que acuden al Centro tienen otros intereses y a
menudo relaciones estables y valoradas y que el uso de drogas no tiene para ellos la significación que se les
atribuye desde las representaciones sociales estereotipadas.
Por consiguiente preferimos utilizar la expresión consumo-problema o consumo problemático de drogas y
no el termino adicto o drogadicto.
Llegar a conocer la función del uso de sustancias psicoactivas es un pieza clínica clave.
En el año 1998 la Dirección de Salud Mental se planteaba la necesidad de contar con dispositivos clínicos
ambulatorios para personas con problemas vinculados al uso de drogas y alcohol que brindaran mayor
sostén y contención considerando el importante número de abandonos de tratamientos.
En consecuencia se diseñó un dispositivo asistencial en la modalidad de centro de día (atención diurna que
abarca un amplio horario)
Los criterios de admisión y la indicación de tratamientos dependían de las características del consultante
(aproximación diagnostica). Si alguien necesitaba sostén y contención se incorporaba al Hospital de Día, al
cual concurría diariamente durante toda la semana: cumplía diferentes actividades: psicoterapia individual,
talleres, etc.
Otro criterio que se incorporó formalmente es el llamado umbral de baja exigencia, las personas que piden
asistencia no se les impone como condición de ingreso la abstinencia.
Si bien, la población que consulta por problemas con el consumo de drogas, se trata de una clínica en la
cual el eje pasa por e tratamiento de sujeto, no de la sustancia.
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Para el psicoanálisis el sujeto se encuentra dividido por el lenguaje, y esta división es estructural; existen
diferentes maneras o métodos para intentar sortear esa división, consiste en la utilización de sustancias
psicoactivas; Freud postulo un mecanismo vinculado al uso de tóxicos y que denomino “cancelación toxica”
del dolor.
Damos importancia en nuestra concepción clínica a la sustancia. Lo que más se observa es que la
construcción de representaciones sociales de las drogas y sus usuarios otorga a la droga un papel
protagónico y se les atribuye el constituir la etiología de las drogodependencias. Se plantea, en rigor, que
se trata fundamentalmente del sujeto pero que las sustancias también tienen peso.
No existe “la droga”, hay drogas con funciones y efectos diferentes.
Cabe preguntarse qué es curar en nuestra concepción. Evidentemente no se trata de la mera abstinencia
de una sustancia. Se trataría en primer término de implicar al sujeto en aquello que dice que le sucede.
Estos sujetos ya concurren a las instituciones con la denominación identificadora que los cristaliza en un
rasgo: “soy adicto”. Conmover esas identificaciones tarea del proceso de tratamiento. La cuestión no
reside tanto en la abstinencia sino en la renuncia-caída- de esa prótesis que es el toxico para ese sujeto en
particular, con la tramitación de duelo y desalojar de sentido el lugar que ocupaba en su economía psíquica
como método para cancelar el dolor. Esto requiere de la transferencia, que debe establecerse con la
persona del terapeuta que lo atienda, implica situar al sujeto supuesto saber. Si para estos sujetos el saber
se encuentra en la sustancia, deberá poder hacer un desplazamiento de ese saber hacia la institución y
hacia el terapeuta.
Entonces el verdadero desafío y problema con estas personas consiste en como pasar de una neurosis sin
trasferencia hacia una neurosis de transferencia.
Antes de concluir:
Más allá de las particularidades de cada abordaje y sus marcos teóricos referenciales, en el tratamiento de
las adicciones tradicionalmente se han destacado etapas a cumplir:
-en primer lugar la de la abstinencia
-luego la recuperación
-finalmente la reinserción social.
Las comunidades terapéuticas han significado un importante aporte en el campo de las toxicomanías sin
embargo, consideramos que lo que le ofrece al sujeto drogodependiente constituye una suerte de nueva
identificación. La derivación a otra institución que puede efectuar el profesional que realiza una admisión
es un acto terapéutico y nunca debe ser una expulsión o un rechazo del consultante.
El lugar que ocupa la droga para el sujeto no es siempre el mismo, no es equivalente en las diversas
estructuras clínicas.
EL VIH-SIDA Y EL USO INYECTABLES DE DROGAS
Las políticas iniciadas desde los ámbitos de la salud publica den Inglaterra, luego adoptadas por otros
países de la Unión Europea, desplazaron de la abstinencia el eje de los abordajes de las toxicomanías
privilegiando los cuidados de la salud, la prevención, la educación sanitaria orientadas a disminuir daños y
riesgos en el uso de las drogas evitando la transmisión de VIH. Sin embargo las estrategias de reducción de
daños en nuestro medio hasta ahora solamente son desarrolladas por ONG.
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Todavía CT: Pensar en la comunidad terapéutica de la posmodernidad
(Lic., Martin Teruel)

*Introductorias:
La comunidad terapéutica es una manera de concebir un proceso de internación, y se ha constituido en un
modelo de referencia para el abordaje no solo de las toxicomanías y los problemas de consumo, sino
también otra de las llamadas psicopatologías del acto (por ej: ludopatía, trastornos de la alimentación, etc.)
En las adicciones a drogas el carácter referencial de las CT se ha dado al mostrarse como un sistema
eficiente para suspender la ingesta compulsiva y modificar algunas conductas antisociales. Desde otras
perspectivas conceptuales sin embargo ha sido muchas veces objetadas.
*Ejes tradicionales de una CT:
Las comunidades terapéuticas surgieron para dar respuesta en donde no la había.
Para Grimson la aparición de las CT “para adictos” tuvo que ver con “brindar un tratamiento integral en el
área de la drogodependencia y a la vez para dar respuestas a una problemática social grave: la marginación
de los afectados por las políticas de salud, desde un primer momento operaban en el área de lo social y en
el área de la salud. Dicha operación fue desarrollándose en torno a lo que Grimson define como
“problemática social grave”, es decir desde la perspectiva de abordar los problemas de consumo de droga
por el sesgo de sus efectos sociales concomitantes.
Importaba detener los episodios de intoxicación (separando al paciente de su contexto habitual) y trabajar
en torno de un reaprendizaje de conductas, incorporando nuevas habilidades de afrontamiento y
estrategias de autocontrol.
Además se sostenía una estricta presentación de contingencias, por lo general punitivas, a los
comportamientos que infringían las normas establecidas.
Era común una recurrente referencia a recuperar los valores humanos “olvidados” por los adictos. Los
ideales de adaptación se constituyeron en los ejes de esta forma de tratamiento con el fin de mantener la
meta de reinserción social. Por lo tanto la perspectiva educativa fue erigida en sustancial.
*Los consumos de hoy:
Asistimos a la declinación de una parte importante de los paradigmas a los que se hallaba anclada la
cultura occidental. Se han producido transformaciones profundas en la organización social de la
modernidad, caracterizadas por el debilitamiento de la tradición como fuente de referencia, orden y
seguridad.
Lo vertiginoso, es el rasgo de nuestra época, en donde lo novedoso dura cada vez menos, hace del propio
sujeto un objeto de desecho.
Estamos ante la caída de la certidumbre que daba marco a la existencia, hoy de todo se puede dudar. Es la
era de los “descartables” donde resulta progresivamente más difícil encontrar referentes fijos. No hay
algún discurso que oficie de límite.
No es extraño entonces que el síntoma actual por excelencia sea la angustia.

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En el caso de las drogas, el contexto actual ha ubicado a estas como recurso global, ofrecido por el
mercado, mediante el cual se propone al sujeto la vía de intentar dar respuesta a la angustia frente los
padecimientos que le pone por delante la existencia, panorama en el cual se extiende el número de
consumidores y además también la variedad de drogas disponibles y el uso que de ellas se hacen.
Hoy no hay un “adicto prototípico” la expansión del fenómeno ha diversificado los modos de presentación
de los conumidores de drogas, por lo tanto no todo el que las emplea es un toxicómano, aspecto que en
modo alguno puede ser soslayado.
*Comunidad terapéutica sí:
Existe un debate esencial en torno de los fenómenos del consumo cuando reciben e estatuto de
“adicción”, también expresado como “dependencia” por el DSM.
Se trata de lo concerniente a la posibilidad de cura de dichos cuadros.
Hasta promediar los noventa parecía imprescindible un abordaje terapéutico de las adicciones por una via
que no fuese la propuesta por el modelo de CT, incluso si el tratamiento no se trazaba bajo la forma de
internación.
Posteriormente, la aproximación más decidida a este tipo de problemática por parte de los profesionales
de salud mental puso en consideración una serie de cuestionamiento y criticas formuladas a esta clase de
montaje, buena parte de las reconsideraciones que tuvieron lugar respecto de las comunidades
terapéuticas han surgido en el seno mismo de esta, a la manera de un proceso homeostático.
¿Porque pensar que la CT es un dispositivo efectivo y sostener su vigencia como una práctica institucional
valida?
1. Porque en las problemáticas de consumo suelen presentarse desbordes incontenibles para otros
modelos de tratamiento.
2. La frecuente presencia de actings hace que en numerosas oportunidades sea necesario recurrir a un
aparto que pueda funcionar como limite al daño en el cuerpo y al consumo en su faceta de goce
destructivo.
Lo que se juega en las toxicomanías es un goce que ha cortocircuitado con el Otro, cuyo valor de sentido
ha sido desplazado por el goce del acto de intoxicación, el toxicómano por ésta logra eludir la regulación
que supone el goce fálico.
Se mantiene del lado del “no pienso”, muchos de estos pacientes llegan caracterizados por una autentica
condición asintomática, como individuos para quienes lo que hacen con la droga no resulta algo
susceptible de cuestionamiento.
Ubicar a la comunidad terapéutica como alternativa de abordaje supone pensarla como función para
desarticular este mecanismo, al que Tarrab definió como “operación toxicómana”.
La comunidad terapéutica pone una barrera a ese goce, haciendo evidente la una falta; la de la droga. Y
opera un encuentro con el Otro que el toxicómano se ha empeñado en eludir.
Interrumpir el consumo, proporcionar la recirculación de la ley en un contexto estructurado, confrontar al
toxicómano con la falta, es intervenir en la dirección opuesta del repliegue de la angustia, para lo cual el
toxico es funcional.

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En ello la primera apuesta que considera es en posibilitar la aparición de la duda y de la pregunta, en abrir
el ofrecimiento de hablar, corriendo al toxicómano del puro acto, para intentar que comience a erguirse la
sintomatización.
*Una CT para el sujeto:
La CT es un recurso que suele alcanzar éxito en cuanto al logro de la abstención del consumo, pero ese no
puede ser el único objetivo.
Es necesario pensar la abstinencia “como corte en acto, no como fin en sí misma sino como puesta en
función de lo real del agujero que abre a la dimensión se la falta que posibilita la emergencia del sujeto”.
Las CT tiene que posibilitar ir mas alla de las drogas y más allá de las normas también. El abordaje no
puede consistir en forzar la adaptación al deseo del Otro, sino en proporcionar el surgimiento de la
demanda del sujeto, sin ello no habrá oportunidad para ningún entramado terapéutico.
El rasgo normativo de las pautas existentes en las CT es conveniente que este acentuado en términos de
aquello que no estará permitido, más que de imposiciones. Se pretende un acompañamiento pulsional, no
la ciega obediencia al ideal de la institución.
El tratamiento institucional tiene que abrir la posibilidad para una clínica del sujeto, es necesario correr al
toxicómano de su lugar de pseudo certidumbre, descompletándolo. Una CT en tanto posibilite al sujeto
pasar del goce sin medida a confrontarse con su propia división subjetiva, puede permitir entrar en el
campo del deseo. Seria este un objetivo coherente en tanto que no existe ningún programa que en algún
punto no aluda a estar del lado de la vida.
La clínica implica favorecer el surgimiento de un sujeto de palabra, que pueda correrse de la inscripción de
la categoría anónima del adicto, desidentificandose a esa condición, dado que esta es una definición que
eclipsa al sujeto.
Otro punto a cuidar en la comunidad terapéutica es abstenerse de “proponer respuestas a aquel que aún
no se ha hecho preguntas”. No existe una verdad universal que avale sostener una suerte de pedagogía de
la recuperación. El recorrido de un sujeto en la CT tiene que ver con que comience a interrogarse respecto
de sí mismo.
De modo que la terapéutica de las toxicomanías no puede desconocer la singularidad de cada sujeto. No
todos los cuadros de consumo representan una idéntica problemática ni un programa puede aplicarse
indiscriminadamente.
La CT tendrá que tomar el desafío de erigirse en marco posible para que aquel que ha llegado como
“adicto” devenga sujeto y logre particularizarse, asumiendo la responsabilidad que le corresponde por lo
que hace con esa falta que le es constitutiva.

Tratamiento cognitivo conductual aplicado en la deshabituación de cocaína.


Llorente del Pozo
*Resumen: El tratamiento de los trastornos adictivos requiere un abordaje multidisciplinar, donde las
intervenciones psicoterapéuticas desempeñan un papel importante. La terapia cognitivo conductual ha
adquirido una gran expansión en el tratamiento de estos trastornos.

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La asunción básica de la TCC es el reconocimiento de que existe una relación recíproca entre los procesos
cognitivos de la persona (pensamientos), en su actividad (sentimientos) y su conducta (lo que hacen).
Los orígenes de las TCC se hallan en la teoría del aprendizaje (tanto en las contribuciones del
condicionamiento clásico como operante), en la teoría de aprendizaje social cognitivo (como aportaciones
del aprendizaje observacional, la influencia del modelado, y el papel de las expectativas cognitivas como
determinantes del comportamiento) y en la teoría de terapia cognitiva.
*Introducción: Abordaje psicoterapéutico de la deshabituación a la cocaína:
West, identifico hasta un total de 98 teorías y modelos de la adicción, pero todas ellas confluyen en sus
componentes principales: lo biológico, lo comportamental y lo social. Hay por tanto un acuerdo
generalizado en entender la adicción como un fenómeno bio-psico-social.
Las contribuciones desde el ámbito de la psicología al estudio, comprensión y tratamiento de las conductas
adictivas han sido numerosas e influyentes en sus proposiciones. Siendo los modelos teóricos más
destacados los del aprendizaje, cognitivas y transteoricas.
Secades y Fernandez-Hermida analizando los principios sobre tratamiento efectivo propuesto por el NIDA
plantean; “es necesario prestar atención al hecho que mientras los tratamientos farmacológicos son
beneficiosos y necesarios con determinados pacientes, las terapias psicosociales son esenciales en
cualquier programa de tratamiento integral”, con lo que estaría reconociendo el papel central de los
tratamientos psicológicos.
Las valoraciones de la práctica han llevado a proponer modelos de intervención más eficaces según la
historia natural de la adicción.
En algunos modelos se hace corresponder la(s) intervención (es) más adecuada (s) a proponer en un
tratamiento de las personas con problemas por uso de sustancias según el grado de consumo que presente
(ver cuadro del texto original pag 253)
Para cada momento de la historia natural de la adicción existen intervenciones específicas de mayor
eficacia y por lo tanto se ofrece un repertorio de recursos psicoterapéuticos que habrán de utilizarse según
el momento y el proceso en el que se afronte el tratamiento del caso.
Para el caso de la adicción a la cocaína Secades y Fernandez-Hermida en su revisión de los tratamientos
más eficaces destacan tres tipos de intervenciones:
a) El programa de reforzamiento comunitario más terapia de incentivo.
b) El manejo de contingencias.
c) La terapia cognitivo-conductual de habilidades de afrontamiento.
Todos ellos enmarcados dentro del modelo cognitivo conductual.
*Bases teóricas del comportamiento adictivo:
Toda comprensión de un fenómeno y su abordaje se inicia con el conocimiento de sus bases teóricas. Es
necesario revisar elementos de los tres enfoques: el conductual, cognitivo y el cognitivo-social.
• Teoría conductual: Supone que el uso de drogas se desarrolla y se mantiene, en buena parte, por
principios de aprendizajes como el condicionamiento clásico y el operante. La conducta es el resultado de
la adopción de patrones aprendidos a lo largo de la interacción del organismo con el ambiente, por lo que

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es posible cambiar comportamientos y reaprender otros empleando los mismos principios que explican su
adquisición.
Una de estrategia conductual del estudio de las adicciones se enfoca en identificación de conductas
observables y cuantificables en relación con acontecimientos del entorno, lo que se denomina un análisis
funcional de la conducta. Con este análisis se pueden conocer detalles de la frecuencia e intensidad del
consumo y las condiciones bajo las cuales ocurre.

a) Condicionamiento clásico:
El condicionamiento clásico se explica a partir de la existencia de dos tipos de reflejos: los incondicionados,
formados por un estímulo incondicionado y una respuesta incondicionada; y los reflejos condicionados. El
condicionamiento clásico es útil para explicar la adquisición, el mantenimiento, el tratamiento y la recaída
en las adicciones. La RC a la droga aumenta, lo que hace que el deseo por la sustancia permanezca aun
después de la abstinencia. Los estímulos del contexto adquieren propiedades condicionadas (EC), dando
lugar a RC. Las RC suscitan un estado de inquietud o deseo por consumir.
Se han diseñado algunos tratamientos derivados del condicionamiento clásico para reducir el consumo de
sustancias adictivas, los cuales se apoyan en técnicas conductuales:
• Contracondicionamiento: consiste en hacer menos atractiva la relación estimulo-respuesta como
resultado de aparear un reflejo aversivo al consumo. Una variante es la sensibilización encubierta, que
consiste en guiar imaginativamente una secuencia de eventos donde el usuario acostumbraba a consumir y
aparear estos pensamientos a sensaciones desagradables. Esta estrategia es utilizada para manejar el
deseo por consumir.
• Extinción: se logra después de exponer en ocasiones repetidas el EC sin aparearlo al El, hasta que pierda
su valor condicionado. Exponen a los usuarios a la sustancia de su preferencia, protegiéndolos del consumo
para evitar que se establezca el reforzamiento y la repetición de esta práctica, de forma que se extinga la
conducta de consumir. Se enseña al usuario a relacionar las consecuencias negativas del consumo con el
deseo.

b) Condicionamiento operante
Las conductas que se aprenden por este medio cambian en función de sus consecuencias, como puede ser:
refuerzo positivo, refuerzo negativo o castigo.
Las técnicas utilizadas son:
• Manejo de contingencias: se refuerza la conducta de no consumir y mantener la abstinencia, a través de
fichas canjeables por privilegios. La acción de firmar el acuerdo hecho entre el usuario y el terapeuta es un
ritual significativo para mantener un mayor compromiso del adicto. El incumplimiento del contrato supone
una consecuencia negativa
(castigo-sanción) y el cumplimiento, un refuerzo.
• Otra alternativa: propone reforzar actividades recreativas incompatibles con el consumo reorganizando
el ambiente de la persona.

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•Teoría Cognitiva
Centra su atención en los pensamientos, las actitudes y las creencias que influyen en la conducta y regulan
la relación entre el estímulo evocador del consumo y sus consecuencias. Al modificar la cognición es
posible cambiar la conducta.
La terapia cognitiva parte de la premisa de que los trastornos adictivos se producen y mantienen debido a
una serie de cogniciones subyacentes distorsionadas y a distintos errores en el procesamiento de la
información. El tratamiento se orienta a modificar los pensamientos y creencias erróneas de la persona y a
enseñarle técnicas de autocontrol. El terapeuta ayuda al paciente a examinar la secuencia de
acontecimientos que llevan ai consumo de cocaína y explora las atribuciones y creencias básicas acerca del
valor que tienen para él.
Hay tres tipos de creencias "adictivas":
• Creencias anticipadoras: comprenden expectativas de recompensa
• Creencias orientadas hacia el alivio: suponen que el consumo acabara con un estado de malestar
• Creencias facilitadoras o permisivas: consideran que tomar drogas es aceptable
El terapeuta le ayuda a modificar estos pensamientos de forma que pueda conseguir una mayor
comprensión de sus problemas reales y desarrollar creencias de control. El objetivo es facilitar el proceso
mediante el cual las creencias de control del paciente acaban siendo más influyentes que sus creencias
sobre la adicción. Para ello se propone un proceso:
a) Evaluar las creencias
b) Orientar al paciente hacia la comprensión del modelo de terapia cognitiva
c) Examinar y probar las creencias adictivas
d) Desarrollar creencias de control sobre la abstinencia
e) Practicar la activación de creencias de control de la conducta sin drogas
f) Asignar actividades entre sesiones para fomentar estas creencias

•Teoría Cognitiva-social
La teoría cognitiva-social tiene en cuenta tanto los acontecimientos externos como tas contingencias de
reforzamiento consideran que estas relaciones y están fuertemente regulados por procesos interpretativos
de naturaleza cognitiva. Se basa en el principio de determinismo, donde el ambiente, la conducta y la
cognición se afectan de manera recíproca.
Tiene en cuenta el contexto social en el que la persona se desarrolla y la propia individualidad.
Utiliza el "modelado" que es la base del aprendizaje social. En el caso de las adicciones, su éxito se atribuye
a la modificación de las expectativas que tiene el usuario sobre el consumo de drogas al observar un
modelo. Los factores que pueden afectar al modelado son las conductas de otras personas que siguen a la
respuesta de modelo.
Dos vertientes del proceso de modelado de las conductas adictivas son la expectativa de resultado y la
autoeficacia. Mediante la expectativa de resultado, los usuarios de drogas tienden a considerar que el
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consumo es lo único que puede ayudarles a mejorar su estado de ánimo. La autoeficacia está relacionada
con la capacidad o confianza percibida de realizar una determinada tarea.
Los principios conductuales, cognitivos y cognitivo-sociales son útiles para fundamentar el tratamiento del
consumo de sustancias y de los problemas asociados.
Estadios de cambio de la conducta adictiva.
Todo sujeto que presente problemas adjetivos cursa por diferentes estadios de cambio en una evolución
de curso no lineal, sino helicoidal. (VER FIGURA 2 "Modelo Transteorico del cambio de Prochaska y DI
Clemente, pág. 256)
Un modelo global de cambio, debe estar abierto al progreso incorporando y aglutinando nuevas variables
que se van encontrando integradas en la forma en que los individuos modifican las conductas adictivas. El
enfoque transteorico que desarrollan los autores es un modelo tridimensional que integra estadios,
procesos y niveles de cambio.
El abandono de una conducta adictiva engloba una progresión desde el estadio de precontemplacion hasta
el de mantenimiento, pasando por los de contemplación, preparación y acción.
Este modelo resalta el hecho de que la mayoría de los individuos no progresan linealmente a través de los
estadios de cambio, pudiéndose percibir un modelo de evolución en espiral, siendo complejo predecir
cuando un adicto en un estadio de mantenimiento puede pasar a un estadio de precontemplacion o
contemplación y reinicio de consumo de droga con la aparición de una recaída.
1) Precontemplacion
Estadio durante el cual los individuos no piensan seriamente en cambiar. Los adictos que se encuentran en
este estadio están a la defensiva en relación a sus conductas adictivas y se resistan a las presiones externas
que les exigen el cambio. Si acuden a tratamiento lo hacen de forma involuntaria. Su objetivo es que
disminuya la presión o desaparezca.
2) Contemplación
Periodo en que los individuos están pensando seriamente en el cambio, están mucho más abiertos al
feedback y a la información sobre sus problemas y sobre la manera de cambiarlos, pero no han
desarrollado un compromiso firme. El individuo toma conciencia progresivamente de la existencia de toda
una problemática creada por su conducta adictiva, y empieza a plantearse la posibilidad de abandonarla.
3) Preparación
Se aprecian tanto criterios intencionales como conductuales. Los individuos se encuentran preparados
para la actuación.
4) Acción
Estadio en el que se produce abiertamente la modificación de la conducta problemática. Es la etapa en la
que el individuo cambia, con o sin ayuda profesional, su conducta encubierta y manifiesta, así como las
condiciones ambientales que le afectan, con el objetivo de superar su adicción.
5) Mantenimiento
El individuo intenta conservar y consolidar los logros manifiestos y significativos alcanzados en el estadio
anterior, y prevenir una posible recaída en la conducta adictiva. Las técnicas de intervención cognitivo-
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conductuales tendrían cabida en un amplio espectro de los estadios de cambio en tanto que pueden
adaptarse alas características específicas de cada fase del proceso.
*Componentes clínicos de la terapia cognitivo-conductual:
*Entrevista motivacional:
- Motivación para el abandono de la droga
Se hace necesaria una base crítica de motivación que propicie el estadio de acción en el cual se hace
posible la aplicación de un considerable número de cambios dirigidos mediante procedimientos
terapéuticos. El paciente ha de estar motivado para conseguir realizar un tratamiento efectivo.
Las entrevistas de valoración motivacional son un recurso terapéutico potencial que permiten estimular y
supervisar el modo mediante el cual el paciente contempla y toma decisiones sobre su conducta problema,
tomando en consideración todos los pros y contras tanto del cambio como del no cambio.
Es tarea del terapeuta estimular y orientar el paciente hacia una reevaluacion interna de la situación. El
paciente debe ser mas consciente de los motivos que le han llevado al inicio y mantenimiento de dichos
comportamientos, de las contradicciones que aparecen y de las posibilidades que existen para ei cambio.
Se aconseja una evaluación de la demanda de tratamiento, en la cual el terapeuta debe encaminarse a que
el paciente descubre su propia disponibilidad hacia el tratamiento. Las intervenciones han de estar basadas
en los siguientes cinco principios básicos:
1. Expresar empatía
2. Crear la discrepancia entre el consumo y una situación más saludable
3. Evitar la discusión
4. Manejar la resistencia
5. Fomentar la autoeficacia, ya que esto mejora la capacidad de la persona para disminuir su uso de drogas
*Fases de las entrevistas motivacionales:
a) Fase de elicitacion: son afirmaciones automotivacionales, son palabras que indican el grado de
conciencia que el paciente maneja respecto a su problema con las drogas.
b) Fase de información: Inician una búsqueda activa de información. Incluye aspectos de su adicción,
duración, datos sobre su salud, situación social, familiar y psicológica. Es ei paciente quien tiene que llegar
a dicha conclusión.
c) Fase de negociación: Ai final de la fase anterior el paciente debe haber llegado a una decisión: ¿Quiero
continuar o quiero cambiar?
La motivación es un proceso que guía el cambio en las personas. La motivación tiene una forma cíclica que
todas las personas recorren antes de lograr la estabilización de su meta.
Prevención de recaídas y habilidades de afrontamiento
La PR es un "programa de autocontrol" diseñado para ayudar a los individuos a anticipar y afrontar los
problemas de la recaída en el cambio de las conductas adictivas. Se fundamenta en los principios de la
teoría del aprendizaje social y combina los procedimientos conductuales y la terapia cognitiva.

24
Los objetivos del tratamiento de la adicción tratan tanto de la abstinencia total como de la imposición de
límites o controles regulares. La meta es prevenir o intervenir en el proceso de recaída tras el inicio del
cambio conductual.
El modelo de PR de Marlatt está basado en tres supuestos clave del dominio conductual. El primero
consiste en considerar que las causas de un habito adictivo y los factores que intervienen en el proceso de
cambio conductual de dicho habito están gobernados y mediatizados por principios diferentes. El segundo
hace referencia a que el cambio del hábito adictivo implica tres etapas:
1) Establecimiento de un compromiso y motivación para el cambio.
2) Instauración del cambio
3) Mantenimiento del cambio a largo plazo
El tercer supuesto de este modelo considera que es durante la etapa de mantenimiento de la abstinencia
cuando se puede observar clínicamente una mayor variabilidad de los resultados terapéuticos a largo
plazo.
Cuanto más largo es el periodo de abstinencia, mayor es la percepción de autocontrol que tiene el
individuo. A medida que aumenta la duración de la abstinencia y el individuo puede afrontar eficazmente
cada vez más situaciones de riesgo, la percepción de control se incrementa de forma acumulativa y
disminuye la probabilidad de recaída.
Una situación de alto riesgo se define en términos generales como cualquier situación que representa una
amenaza para la sensación de control del individuo y aumenta el riesgo de recaída.
La probabilidad de recaída aumenta si el individuo tiene expectativas de consecuencias positivas en
relación con los efectos de cocaína en cuestión. Las expectativas de las consecuencias positivas son un
determinante principal del uso de cocaína y otras formas de abuso de sustancias. La ingesta de la única
dosis es suficiente para violar la regla de abstinencia; una vez cometido, el fallo no puede ya deshacerse.
Después de una experiencia de fallo, el individuo experimentara una disminución de la autoeficacia,
asociada con una sensación de desamparo. Para explicar esta reacción ante la transgresión de un
imperativo categórico han postulado el "efecto de violación de la abstinencia". Antes del primer fallo, el
individuo se ha comprometido personalmente a un periodo de abstinencia. La intensidad del EVA variara
en función de diversos factores. El mismo se caracteriza por dos elementos cognitivos-afectivos clave: la
disonancia cognitiva (conflicto y culpa) y un efecto de atribución personal.
*Antecedentes encubiertos y preparación de las recaídas
Las situaciones de alto riesgo se entienden como las situaciones precipitantes o estimulantes, asociadas
con el lapso inicial o primer fallo tras un periodo de abstinencia o de uso controlado.
En otros episodios de recaída, la situación de alto riesgo aparece como el último eslabón de la cadena de
acontecimientos previos al primer fallo. Una recaída puede entenderse como una elección o decisión muy
racional en el caso de algunos individuos. Para muchos, la recompensa de la gratificación instantánea
compensa suficientemente el coste de los potenciales efectos negativos que pueden o no producirse en
algún momento del futuro.
Se puede negar tanto el intento de recaer como la importancia de las consecuencias negativas a largo
plazo. En el entrenamiento de PR el sujeto ha de aprender a descubrir los pródromos, los signos tempranos
de alarma para esas situaciones potenciales de recaída.
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En otros casos, la recaída se produce tras una decisión explícita de vuelta al consumo y/o tras la
planificación del consumo.
*Estrategias de evaluación e intervención
En trabajo en prevención de recaídas exige la implicación del paciente como co-terapeuta, a quien se le
otorgan la mayor parte de responsabilidades. Se presentan las líneas maestras de las de evaluación e
intervención. Se incluyen las estrategias diseñadas para enseñar al cliente como anticipar y afrontar la
posibilidad de una recaída, como reconocer y afrontar situaciones de riesgo y como modificar sus
cogniciones y otras reacciones y prevenir que un desliz aislado se convierta en una recaída absoluta.
En segundo lugar, se tratan las estrategias diseñadas para requilibrar es estilo de vida del individuo, y para
identificar y afrontar los determinantes encubiertos en la recaída.
Tanto las estrategias específicas como las globales se clasifican en tres categorías: entrenamiento en
habilidades, restructuración cognitiva y requilibrio en el estilo de vida.
Un aspecto para controlar las situaciones de alto riesgo de forma efectiva es capacitarlos para identificar y
anticipar estas situaciones.
En la evaluación de la autoeficacia, el individuo se presenta como una lista de situaciones de recaída
potenciales. Para cada situación utiliza una estrategia de puntos; estas capacitan al individuo para
identificar tanto las situaciones problemáticas como los déficit de habilidades.
El individuo debe aprender un enfoque alternativo para responder pronto a estas situaciones. Un primer
paso en este enfoque es reconocer que las situaciones de alto riesgo se perciben mejor como estímulos
discriminativos que señalan la necesidad de un cambio conductual.
La elección previa de evitar o acercarse a situaciones arriesgadas se hace más fácil para el individuo. Los
individuos deben adquirir habilidades de afrontamiento que los capaciten para controlas estas situaciones.
El entrenamiento en habilidades necesarias para la identificación de los déficit en habilidades o
capacidades de afrontamiento es la piedra angular del programa de tratamiento de PR.
Para poner a prueba y consolidar las habilidades, ta asignación de tareas para realizar en casa es un
ingrediente esencial en el entrenamiento de las habilidades o capacidades.
Las adicciones positivas serian aquellas que producen Incomodidad a corto plazo y conllevan beneficios a
largo término.
Las actividades que tiene potencial para convertirse en una adicción positiva incluyen la meditación, el
deporte y los procedimientos de relajación.
Los deseos pueden ser comparados con olas del mar: crecen, forman la cresta y caen; utilizando esta
metáfora, animamos a los individuos a esperar a que pase el deseo, a aguardar a la disminución y a resistir
durante el periodo de máxima incomodidad producida por dicho deseo.
Se entrena al individuo para que pueda ver a través de estos autoengaños, reconociendo su verdadero
significado.
*Atribuciones causales
La atribución causal es una variable cognitiva de creciente interés. Se definen como las explicaciones
causales que dan las personas a los hechos o sucesos que les ocurren. Son percepciones, lo que quiere
26
decir que las causas que se deducen no son reales, sino subjetivas. Se constituyen en creencias firmes que
condicionan las reacciones emocionales de la persona.
Las causas a las que se pueden atribuir los sucesos, sean positivos o negativos pueden ser muchas y
diferentes según las personas. Weiner propuso una clasificación a partir de tres claves: el grado de
implicación personal, la estabilidad y el control.
1) Atendiendo a la Implicación personal: internas o externas
2) En función de su estabilidad pueden ser: estables cuando el suceso es permanente, o inestables
cuando es temporal.
3) Atendiendo al grado de control pueden ser: controlables, cuando se encuentra bajo el control
de la persona, o incontrolables cuando la persona no puede cambiarla o modificarla.
Las atribuciones causales influyen en el estado emocional y en la conducta. La relación entre estos dos
tipos de cogniciones es muy estrecha: dependiendo de la causa a la que se atribuya un hecho, la
expectativa futura o de autoeficacia será mayor o menor.
En función de si las atribuciones desaniman o alientan, se puede hablar de atribuciones desadaptativas o
de atribuciones adaptativas.
*La autoeficacia
Es una de las variables cognitivas que han Ido adquiriendo una atención y un protagonismo cada vez
mayores en el tratamiento de las adicciones. Esta expectativa refleja la creencia, la seguridad que tiene el
adicto de poder resistir los deseos de consumir drogas que con frecuencia experimenta, y que constituyen
uno de los principales obstáculos en su recuperación.
No basta con la sola experimentación de deseos, sino que es la creencia de ser o no capaz de resistir dichos
deseos lo que influirá sinérgicamente en el hecho de que el adicto reinicie o no el consumo de cocaína.
La persona no siempre actúa de forma óptima aunque conozca qué es lo que debe hacer y disponga de las
habilidades necesarias; es preciso que se lo crea. Esta creencia se denomina "expectativa de autoeficacia".
Hay una marcada diferencia entre disponer de capacidades y ser capaz de utilizarlas. Bandura plantea que:
"la creencia de autoeficacia comparte con el resto de creencias y otras actividades cognitivas la
característica de influir en la conducta a niveles no muy conscientes".
La autoeficacia media entre el conocimiento, las habilidades objetivas y la acción.
*Autoeficacia en la deshabituaclón de cocaína: programa de prevención de recaídas
La autoeficacia condiciona la conducta del adicto ante su tratamiento, el esfuerzo que hace, el estado de
ánimo que experimenta y el tipo de creencias que tiene, es de esperar que también condicione el resultado
de la intervención terapéutica.
Cinco son los elementos clave de Programa cognitivo-conductual de prevención de recaída de Marlatt:
situaciones de alto riesgo, afrontamiento, expectativas de autoeficacia, expectativas de efectos positivos y
atribuciones.
Este modelo cognitivo conductual del proceso de recaída, la probabilidad de que el adicto se mantenga en
abstinencia depende esencialmente de estos factores: afrontamiento adecuado de las situaciones de
riesgo y desarrollo de expectativas de autoeficacia.
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Dependiendo de la confianza que tenga el adicto en si mismo, su actitud y comportamient ante una
situación que incita al consumo variará: si aquella es baja, es probable que vacile y se muestre indeciso o
pasivo.
*Estadios de cambio y autoeficacia
Bandura afirmo que la autoeficacia funciona como un elemento unificador esencial para entender el
cambio conductual. Prochaska y prochaska plantean que "las evaluaciones de autoeficacia reflejan la
posición dentro de cada estadio y pueden ayudarnos a entender algunos aspectos del potencial de cambio
que posee un individuo determinado, de todos modos la capacidad predictiva de la autoeficacia es mucho
mas marcada en los estadios finales de cambio que en los iniciales. Las evaluaciones de eficacia son ta
específicas de cada estadio que los investigadores y los clínicos deben ser prudentes al valorar e
interpretarlas en individuos situados en distintos estudios de cambio".
Tipos de autoeficacia
Existen varios tipos dependiendo de en qué conducta o momento del desarrollo de una adicción nos
fijemos.
Di Clemente, Fairhurst y Piotrowski, diferencian 5 tipos de autoeficacia:
I. Autoeficacia de afrontamiento: capacidad para el afrontamiento eficaz de situaciones
II. Autoeficacia centrada en el tratamiento: capacidad para llevar a cabo las conductas o estrategias
relevantes para el tratamiento
III. Autoeficacia de recuperación: capacidad para recuperarse de un desliz o recaída
IV. Autoeficacia de control: capacidad para controlar o moderar el consumo de sustancias
V. Autoeficacia para la abstinencia: capacidad o confianza para abstenerse.
Marlatt, Baer y Quigley, proponen las 5 categorías siguientes:
I. Autoeficacia de resistencia: juicios sobre la propia capacidad para evitar el primer consumo de drogas
II. Autoeficacia para la reducción de daño: capacidad para reducir riesgos
III. Autoeficacia para la acción: propias capacidades para conseguir tras el tratamiento el objetivo deseado
IV. Autoeficacia de afrontamiento: capacidad para hacer frente a situaciones de riesgo
V. Autoeficacia de recuperación: capacidad de sobreponerse una vez producido un desliz o recaída.
Los tres últimos tipos de autoeficacia pertenecen al ámbito del tratamiento. Los otros dos tipos de
autoeficacia (afrontamiento y recuperación), se referirían ai mantenimiento en el tiempo de este objetivo.

*Expectativas de resultado
Término acuñado por Bandura, se refiere a ia anticipación de las consecuencias que trae consigo la
realización de una conducta. Es una variable cognitiva. Hacen referencia a un proceso mental en el que la
persona anticipa los resultados que se derivaran de hacer una u otra conducta. El tipo de consecuencias
que la gente anticipa depende de los juicios que hace sobre sus capacidades para afrontar exitosamente
una determina situación. Las expectativas de resultado son un concepto diferente e independiente de las
expectativas de autoeficacia. Estas expectativas condicionan el proceso de deshabituación de cocaína.
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Consumo de drogas abordajes terapéuticos y derechos (Lic. Susana Ryan)
Toda sociedad tiene una visión particular acerca de lo legal, el ordenamiento jurídico y lo criminológico
que configuran y marcan lo que se entiende por normado dentro de determinadas pautas y tradiciones.
Existen sectores y orientaciones que son referentes de toda la sociedad. Y también toda sociedad tiene
particular visión de lo prohibido y lo permitido, constituye un marco de referencia q configura lo normado
dentro de pautas y tradiciones que presuponen un consenso, y existen distintos grados de seguimiento de
la norma o alejamiento, o desvío.
El cuerpo social se ve movilizado, en relación a la problemática del consumo, y tiene a dar rtas "heroicas"
polarizadas y cargadas de moral. Las imágenes referidas al tema droga están llenas de emotividad y
reflejan así un sin fin d estereotipos y preconceptos. Considerando dicho tema como elemento motivador
que centra el miedo o estigmatización en el otro y posibilita mantener pendientes situaciones de mayor
conflicto. Es decir que el sujeto consuma droga ilegal es visto como un peligro para el grupo,
potencialmente "peligroso".
En los últimos tiempos se incremento los índices de delitos de menores de edad, violencia descontrolada,
conductas irascibles y desafiantes, en las que en el desarrollo del acto ha qdado al descubierto el quiebre
con los compromisos y valores predominantes, y a su vez parece q en tal circunstancias, los ejecutores
perdieron la conciencia del peligro de la sitúa y riesgo de sus vidas.
El discurso represivo le atribuye al consumo de sustancias psicoactivas, al vinculo con el narcotráfico, la
inserción en barrios marginados y el fácil acceso a armamentos. El discurso garantista ha tenido en cuenta
la falta de alternativas q ofrece el sistema y el condicionamiento a la marginalidad que le prevee la
desocupación y el imperativo del hombre.
Existe un gran aumento de consumo y de tráfico pero también es cierto que es un dato q sirve de coartada
para planteos que buscan en nombre d la salud suprimir libertades, realizar persecuciones y cortar
derechos. Nadie puede estar a favor de la destrucción de salud de los jóvenes, pero en este caso se trata
de drogas y además de las condiciones ambientales en la q se fomentan conductas inmediatistas,
descuidada, y expuesta al riesgo.
Los familiares de pacientes en la consulta consideran que son las sustancias, las causantes de la
problemática haciéndose eje en ellas. Y el sujeto es visto como "presa" de la sustancia, la que le genera en
el problemas, siendo que "Él es así porq se droga".
Esta demonización de sustancia facilita el hallazgo de un enemigo, antagonista indispensable para reeditar
la dinámica inclusión- exclusión. Pareciera que la aparición de las drogas a las que se les adjudica poder en
sí mismas, altera un estado de paz y equilibrio social q había previamente.
El problema son las drogas, en lugar del sujeto y no de objeto, y la solución es la lucha contra la droga,
mirada basada en una inversión lógica del vínculo sujeto sustancia. Sujeto atrapado por la droga que cobra
el lugar de Objeto, y el objeto droga en el lugar de sujeto, agente causal que se apodera, y atrapa al
individuo.
Así es que se evaden las responsabilidades del consumidor, y del cuerpo social sobre el origen del
problema.

29
El discurso contra las drogas, dice q las drogas son el mal de la humanidad y se olvida q los males no solo
son muchos más q las drogas y que las mismas son una expresión de esos males, como lo expresa A.
Calabrese.
En el imaginario social, La droga se corporiza, transformándose en un agente patógeno que contagiara a
los individuos sanos. Así es que las personas no somos responsables de nuestros propios actos, no somos
sujeto de derecho.
Opera un prejuicio acerca de la droga. Como también se transfiere al adicto, con características de
violento, perturbador, pendenciero. Este tema funciona como un nuevo y sofisticado modo de control
social a partir de la generalización de la percepción social estereotipada.
Varios son los discursos los discursos q permiten construir estereotipos. En la base de los mismos podemos
ver la dinámica psicológica del prejuicio.
Los estereotipos lejos de dar soluciones a la problemática de las drogas la refuerzan y realimentan por eso
es preciso un abordaje asistencial y preventivo desarticulado, para poder actuar sobre las reales causas del
problema.
Estereotipos comunes:
Droga concepto monolítico. Como si fuera una sola clases y único afecto.
Fetichismo: la sustancia asume un papel de ente mágico, externo, y q infecta el cuerpo social.
Joven contestatario: consumo como expresión de una actitud contestataria de la juventud, y al margen de
la cultura. (Problema de jóvenes)
Desde la lógica de "proteger" a los jóvenes de los drogas y al cuerpo social de los "jóvenes atrapados por
las drogas,” es coherente la vigencia de sist. terapéuticos cerrados, del estilo de clásicas comunidades
terapéuticas, donde el paciente ingresa en un sistema de aislamiento y gran control. Estos suelen estar
dirigidos por ex adictos, recuperados. Centrados en un tarea reductiva, readaptativa, el objetivo no es
curación, sino reencarrilar al descarriado, rehabilitar al desviado.
Esta mirada social en relación a consumidor, hace que los sistemas de reducción y aislamiento sean de
mayor aceptación.
La persona es colocada en un plano secundario según entre o no en contacto con las drogas. Modelo que
remite al criterio de legalidad, el consumidor viola la ley, si la droga es el sujeto activo , se lo caracteriza
como transgresor.
Esta mirada sostiene la ley penal federal 23737, sancionada en 1989 que penaliza la tenencia de drogas
para uso personal, convirtiendo al consumidor en delincuente. Esta se complementa con la llamada
medida de seguridad Curativa, es decir un tratamiento con el consentimiento del detenido.
Considerar al consumidor como delincuente, como peligroso social, hacen que a la hora de elección, la
indicación judicial la mayoría de las veces es el aislamiento en comunidades terapéuticas y por tiempo
prolongado en especial con niños, privándolos así del derecho a la convivencia familiar y comunitaria, el
derecho a la escolaridad, entre otros.
Todo lo dicho anteriormente denota que el fenómeno de la farmacodependencia se ha convertido en uno
de los depositarios predilectos de la angustia social. Se comprende la red de prejuicios elaborada alrededor
del tema, así como la necesidad de que toda acción realmente preventiva se encamine a esclarecer la
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verdadera etiología, sus mecanismos de producción y generar cambio actitudinal q supere los mecanismos
de exclusión.
Los jóvenes y adolescentes se ven sometidos a las crisis q genera la pobreza, o un mercado laboral sin
muchas perspectivas y la exclusión para muchos se asoma luego de promesas incumplidas después de la
escuela.
Respecto del Tratamiento Ambulatorio: Ventajas en su concepción terapéutica y protección en derechos
ciudadanos.
Desde ya los lejanos inicios de trabajo ambulatoriamente, con enfoque multidisciplinario, para después
hacer intervenciones interdisciplinarias donde se trabajo para descubrir potenciales del paciente en cuanto
sentido proyecto de vida, lo que potenció el encuentro profesional para la integración de equipos
tratantes.
Cuanto más podamos pensar y asimilar q la adicción a distintas sustancias, es un proceso acorde a una
coyuntura sociocultural mayor y expresión de su malestar, mas tendremos q considerar que estigmatizar,
aislar, o expulsar del contexto a quienes la padecen es una aberración, en tanto se ha extendido como una
expresión de malestar abarcativo y salvo en casos extremos q lo ameriten la internación debe ser un
recurso externo y limitado.

Esa repetición. Notas sobre las recaídas. Martin Teruel


Es frecuente ver en las instituciones abocadas al tratamiento de toxicomanías un gran porcentaje de
sujetos que ya se han tratado con anterioridad, algunos habiendo recibido alta terapéutica. Toxicómanos
que han tenido tratamiento psiquiátrico, psicoterapéutico, han transitado por comunidades laicas o
religiosas, grupos de autoayuda, centros de día. Gente q hemos de suponer, se propuso abandonar el
consumo. Naturalmente las recaídas generan inquietudes ya que surge el cuestionamiento de la
efectividad de las prácticas llevadas a cabo.
Habiéndose intentado diferentes vías explicativas una de ellas la escasa motivación al cambio del adicto,
dicha explicación se sostiene en el hecho de que rara vez es el toxicómano quien viene en busca de ayuda,
en la mayoría de los casos la demanda proviene de familiares o amigos, del exterior, pidiendo que se
restituya el orden perdido.
Otra explicación es que algunas veces existen boicots por parte de la familia y el entorno, ya q el sujeto
adicto llega de un entorno primario en el que hay modalidades de relación incidentes en la promoción y
soporte de adicción. Ahí la noción de codependencia. Y otra explicación alude a la responsabilidad de los
terapeutas, ligadas a las estrategias utilizadas para abordar el problema. Dichas explicaciones en algunos
casos son válidas, sin embargo no es suficiente considerar como cuestión inherente a la naturaleza del
problema o la inherencia subsumida a conceptos del enfoque conductual educativo, ignorando algunos
asuntos sin los cuales difícilmente puedan pensarse recaídas.
Para Marlatt y Gordon autores que trabajaron mucho sobre prevención de recaídas, la recaída se produce
al exponerse el sujeto a una situación de riesgo sin tener estrategias pertinentes para responder y
garantizar el mantenimiento de su abstinencia. Se trata de q el sujeto desarrolle una Rta conductual ante
situaciones riesgosas de manera q disminuya la probabilidad de caer nuevamente en la ingesta. Esta
premisa de prevención de recaídas,

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sustenta su confianza en un saber a ser aprendido por el paciente. Su sustrato es la info que debe manejar
el adicto, e identificar escenarios de riesgo de recaída, prever circunstancias de alta probabilidad de
recurrir al uso del tóxico, o ubicar los estímulos antecedentes susceptibles a desencadenar rtas de
consumo.
Todo esto en el marco de las leyes del condicionamiento operante. Pero esto es un procedimiento
exitoso para un toxicómano ante su droga?
La pulsión no es el instinto.
El instinto es una reacción de los animales q contribuye a la conservación de la vida y la especie. Produce
una conducta conforme al modelo de adecuación entre estimulo-Rta, de modo q el primero actúa como
señal que desencadena siempre un patrón de Rta motora, la cual es especifica es decir propia de la
especie.
En cambio lo pulsional se sitúa en un plano diferente del instinto, en tanto su función no responde a la
coerción biológica. No es igual q las necesidades, que tienen un ritmo q va desde su aparición hasta su cese
por medio de alcance de objetos que las cubren.
La actividad pulsional no se detiene con la satisfacción eventual que pudiera tener el objeto, sino que es
incesante y se satisface " del retorno sobre si misma bajo la forma de circuito que bordea el objeto. Se
satisface por el recorrido del circuito no con el hallazgo de objeto. Si se basta a sí misma incluso opera sin
sujeto, de ahí que es acéfala, todavía se puede agregar algo.
Entonces cuando se trata de lo pulsional no puede qdar centrada en un proceso de aprendizaje, por q la
pulsión no aprende.
Pensar la toxicomanía desde lo pulsional implica asumir que para abordar la temática de las recaídas hace
falta Mas Que un Buen proceso de entrenamiento y aprendizajes para el adicto, que se precisa más que
lograr la confianza del sujeto respecto de su propia capacidad acumulativa de salir airoso en situaciones de
"alto riesgo".
_ Un Cuerpo Mutilado
El farmakon ha recubierto al cuerpo de una completud, la interrupción de la droga es esxperimentada por
el sujeto como una fracción, evocando una forma de mutilación. Dice Le Poulichet " los discursos sobre la
abstinencia se organizan bajo la referencia a una falta que cobra la figura de una lesión", lesión que , como
el miembro fantasma -organo amputado que empero duele-, persiste dolorosamente dejando al sujeto en
una experiencia de desvalimiento, ante la cual el cuerpo perce demandar restitución de ese órgano capaz
de liga las exitaciones que por no hallar anclaje en las cadenas de significantes, no pueden ser toleradas.
Además se trata de un modo de satisfacción inmediato, se opone a la temporalidad que ordena toda
cadena de significante. Frente a la abstinencia se suscitan variadas manifestaciones de urgencia corporal
para la restitución del tóxico. Esta vivencia suele ser atribuida al síndrome de abstinencia.
Lo que se presenta es una autentica falta de órgano- figurada en el tóxico ausente-, que deja al sujeto con
un cuerpo incompleto y desvalido. Las recaídas según Poulichet, surgirán como Rta a las efracciones, que
no acurren cuando se produce la operación farmakon, que proporciona inmediatez que excluye la
dimensión de ausencia, teniendo " un poder de borradura o disolución de representaciones, como filtro de
olvido.

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Precisamente lo insoportable en la abstinencia seria la irrupción de una discontinuidad, como
contrapartida de la abolición de las oposiciones distintivas llevada a cabo por el tóxico.
_ Excitación y soluciones químicas
Al saber de la existencia de diferentes tipos de drogas, de diversos usos que se le da según el sujeto que lo
consuma, lo que se trata en primer lugar, es de localizar la función del tóxico en cada caso. Sin dejar de ser
legítimo indagar y establecer algunas regularidades para pensar el fenómeno de la toxicomanía y sobre las
recaídas.
El uso del tóxico configura un intento de solución, promoviendo una anulación del Otro para el acceso a un
goce autoerotico. Se trata de hacer pasar una sustancia por el cuerpo de modo que este no sea alcanzando
por las vicisitudes de la palabra.
Si la operación de producción del sujeto consiste en una pérdida estructural, la intoxicación permite
sostener una completud ilusoria, recurso por medio del que se rehúsa a interrogarse acerca de la cuestión
subjetiva que siempre halla atravesada por la castración y la angustia q desencadena.
Con las drogas se tapona la angustia, se cancela el dolor de existir. A su vez Gutiérrez Segú abre camino a
otros aspectos a considerar. Dice "al indagar las tan temidas recaídas nos encontramos con que en general
aparecen ligadas a situaciones de bienestar" , "a situaciones excitación, de expectativa, calentura". Esto
amplia el esquema porq pone en juego ya no la cancelación del dolor y sino la del deseo.
Queda configurada una vinculación problemática casi dramática entre el sujeto toxicómano y su deseo.
Si el recurso al toxicó es movilizado por algo que pertenece al orden del malestar, este no se liga
exclusivamente a las sensaciones que, desde su modo de presentarse, se atribuyen a la categoría del
padecimiento presente, porq hay tmb un malestar en la tensión frente a la aparición de lo bueno por
lograr.
_Implicancias para la clínica.
Al toxicómano no es el consumo lo que lo lleva a la consulta , sino el fracaso de lo que por vía del consumo
conseguía, en tanto sustancia no presenta para el que consume una pregunta sino que, por el contrario da
certidumbre, la de un goce que "se presenta como lo mas asegurado". Esta es una operación
esencialmente conservadora que protege una forma de narcisismo". Se sabe que existe en el consumo una
veta auto destructiva y otra función de autoconservación.
La supresión del tóxico evaluada como un paso hacia la salud del paciente se escinde del carácter
angustiante que supone quedarse sin recurso que permita afrontar las vicisitudes de la existencia, lo
Naspartek advierte como " no dejarlo solo sin solución a mano y frente al abismo de la estructura", por q la
droga es una solución, habrá que ver que alternativa se va a proponer para que encuentre un camino
propio, diferente al que hubo encontrado.
Es una clínica contrapuesta con el objetivo de aprendizaje que tiene lugar en las identificaciones por
masificación, y para eso hay q ir al encuentro con el sujeto que ha quedado detrás de la categoría social
"drogadicto".
Otro punto importante es no entregar Rtas a quien no se ha formulado preguntas. El recorrido de un sujeto
en el tratamiento tiene que ver con que comience a interrogarse respecto de si mismo. Y la abstinencia
pone en evidencia la dimensión de la falta, la que puede ser de cierto modo el precio que se cobre al
toxicómano por la implicación subjetiva en su cura. Se trata de establecer una escucha que permita al
33
paciente formularse preguntas acerca de su consumo para que pueda encontrarse con la singularidad de
su dolor y su deseo.

Adolescencia y consumo (Miguel Conocente)

Es preciso tener en cuenta que se viene dando un fenómeno global, que diferentes investigadores intentan
ahondar sobre las razones que motivan el descenso en las edades de inicio en el consumo de sustancias,
tanto en países desarrollados como subdesarrollados.
Consumo es un concepto que implica usar a alguien o algo para el propio funcionamiento y por otro lado
etimológicamente significa extinguir.
Es en este momento socio histórico que cumple la función de inclusor social por excelencia ya que
determina modos de pertenecer y las posibilidades de establecer lazo social, es decir tiende al "confort"
que la lógica de mercado muestra como sinónimo ilusorio de bienestar subjetivo.
La adolescencia de hoy ya no implica duelos o pérdidas sino más bien ganancias ya que es un periodo de la
vida fuertemente idealizado tanto el cuerpo social como representaciones, enaltecen estándares de la
juventud como ideales al cuerpo y la lógica adolescente, como modelo de niños y adultos.
Si bien la adolescencia es un momento de vacilación estructural, un momento de encrucijada, los modos
habituales para arreglárselas con la realidad dejan de ser validos para este sujeto, y esto le demanda
establecer nuevos órdenes. Podemos dar nombre a 4 operaciones básicas que ocupan el espacio mental en
esta etapa de desarrollo:
- resignificación del nombre propio implica hacerse de un nombre propio, establecer lazos sociales
particulares donde sea reconocido
-resignificación de su posición sexual, se abre en el adolescente el interrogante de qué lado se posiciona si
de mujer u hombre. .
-rehallazgo del objeto de amor, relacionada con la trama edipica q es reactualizada, y poner en acto una
escena distinta de la incestuosa ahora q su cuerpo se lo permite.
-hacerse de un oficio, planteándose el lugar que va a ocupar dentro de los espacios habilitados desde el
cuerpo social para su desempeño.
Estas son operaciones psíquicas necesarias para ir identificando las coordenadas de su propio deseo.
Estamos hablando de la caída de ciertos representantes históricos del nombre del padre, necesaria para
que algo diferente pueda advertir allí que oriente al joven en su búsqueda particular de bienestar.
Cuando no hay separación adolescencia y mundo adulto no hay espacio para que se diferencie.
El adolescente requiere de ritod de iniciación, de marcas simbólicas que marquen el pasaje de la niñez a
otro momento del desarrollo.
Esas marcas que dan cuenta del pasaje de un momento a otro del desarrollo, van a ser buscadas en otra
parte. Podrá ser en el propio cuerpo, en el uso de drogas u otras formas.
En la adolescencia un punto crucial es el encuentro con el otro sexo. El tóxico puede arribar allí para poner
freno anticipado a la angustia que este encuentro provoca y así asegurar un goce más preciso, un goce que
no esté atado a vaivenes, un goce q no pase por el otro. El uso del tóxico previene de la angustia, de la

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aparición del síntoma o de la inhibición. Puede funcionar tapando estas tres formas q Freud definió como
efectos del enfrentamiento con la castración. Permitirá al sujeto seguir funcionando en el mundo
reservándole un goce autoerótico. Es el tóxico un elemento que se incorpora a la economía psíquica, con
valor ya que habilita diversas posibilidades como la incorporación, combatir la depresión y la ansiedad,
efectos deshinibitorios ante situaciones en que el sujeto puede ponerse en juego, dosis de placer
inmediato, etc.
El consumo del que hablamos se posiciona como vía regia para la obtención de satisfacción y de bienestar
a edades cada vez más tempranas. Y es desde el mundo adulto que se les ofrece a los adolescentes una
vida sin ausencias, con permanentes presencias como remedio ante la angustia.
Quizás los quitapenas de los que hablaba Freud no sean otra cosa q una Rta, una forma de adaptación
posible a mandatos sociales a los que los jóvenes responden. Dejando abierta una pregunta al público
¿Podremos ofrecer otras salidas?

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