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merezco
6 JUNIO, 2018 | Carlos Llambés
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VIDA CRISTIANA
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“Mejor de lo que merezco”. Hace unos años escuché al pastor C. J. Mahaney responder de esa manera
cuando le preguntaron cómo estaba. Sus palabras me impactaron y las adopté. Aunque incluso las
personas cristianas se sorprenden cuando respondo así, cuando caen en cuenta de lo que quiero decir, a
muchos les gusta y terminan adoptando estas palabras también.
Una vez alguien me preguntó: “¿Por qué dices que estás mejor de lo que mereces?”. Traté de buscar
algunos versículos que me recuerdan el porqué de esta afirmación. Con fines prácticos, los he
organizado en ocho pilares, aunque pudiéramos tener muchos más.
La Palabra nos da razones para decir que estamos mejor de lo que merecemos. Aunque la vida en este
mundo caído presenta muchos retos, pruebas, y sufrimientos, es bueno recordar que, en medio de todo
eso, estamos mejor de lo que merecemos.
“En el ejercicio de Su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las
primicias de sus criaturas”, Santiago 1:18.
“Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin
mancha delante de El”, Efesios 1:4.
Dios, por su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad. ¡Cuánto amor, cuánta gracia, cuánta
misericordia que Dios nos haga nacer para una nueva vida en Él!
¿Te das cuenta de que Dios ya te tenía en la mente aun antes de la creación del mundo? Ya te amaba y
tenía en su mente tu salvación. Eso nos debe hacer saltar de gozo. Dios nos tenía en su mente antes de
todo lo creado. Por eso que podemos decir que estamos mejor de lo que merecemos.
“Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, entre los cuales yo soy el primero”, 1 Timoteo 1:15.
Tú y yo nos conocemos. Estamos conscientes de las más profundas intimidades de nuestra conducta,
nuestros pecados. Es bueno recordar eso, pero es aún mejor recordar que Cristo vino a salvar pecadores
como tú y como yo. Nosotros, merecedores de la condenación eterna, ahora tenemos vida en Él.
Pablo se consideraba el primero de los pecadores. Nosotros también ocupamos ese lugar, pero por la
gracia de Dios somos lo que somos.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido
hechas nuevas”, 2 Corintios 5:17.
Somos una nueva criatura en Cristo, el Creador del universo. Esto no significa que seamos perfectos
como Él, pero sí que vamos por el camino de una santificación progresiva y ascendente que nos llevará a
la gloria eterna.
“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”, 1 Corintios
3:16.
Esto es algo que no alcanzo a entender; ¡el Dios Santo nos da a la tercera persona de la Trinidad para que
more en nosotros! Piensa por un momento en quiénes tienen ese gran privilegio: solo los que están en
Cristo, se han arrepentido de sus pecados, y han creído que Cristo es el Señor y Salvador de sus vidas.
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir
en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”, 2 Timoteo
3:16-17.
Tenemos el gran tesoro que no tiene ninguna otra religión: la Palabra de Dios. Las demás religiones
tienen palabras de los hombres, pero nosotros tenemos la Escritura, útil para perfeccionarnos y
prepararnos para toda buena obra. ¿No te parece que estamos mejor de lo que merecemos?
“… ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, Mateo 28:20.
Otra maravilla de nuestro nuevo nacimiento es que Cristo no nos deja solos. Él promete estar con
nosotros siempre. Además, aunque tenemos pastores en nuestra iglesia, a nuestro alcance siempre está el
Pastor de pastores.
“Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor,
estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el
Espíritu”, 2 Corintios 3:18.
Dios nos está transformando para parecernos más a Cristo. Ser transformados a Su gloriosa imagen no es
poca cosa. ¿Comprendes el privilegio tan grande que Dios nos ha concedido por su sublime gracia?
“Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Su Hijo”, 1 Juan 5:11.
“Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro”, Romanos 6:23.
“En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a
preparar un lugar para ustedes”, Juan 14:2.
¿Sabes lo que significa “vida eterna”? ¿Comprendes el horror que te esperaba por tu pecado? Pero la
culpa por nuestra maldad fue pagada por Cristo. No tuvimos que pagarla nosotros, Él pagó el precio que
ni tú ni yo podíamos saldar.
Y no solo fuimos librados de la muerte, sino que además el Dios del universo está preparando un lugar
para nosotros, indignos pecadores. ¡El Dios santo, santo, santo, quiere tenernos en su presencia por toda
la eternidad!
Lo que hemos recibido en Jesucristo no se puede medir. Sin minimizar para nada la realidad de las
dificultades en este mundo, cuando vemos las cosas desde la perspectiva externa, llegamos a una
conclusión inevitable: ¡estamos mejor de lo que merecemos!
IMAGEN: LIGHTSTOCK