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ANUNCIACION

“Te apareces ante mí como un hombre, – dijo la Virgen incorrupta al príncipe del
ejercito celeste-¿cómo es que pronuncias palabras que sobrepasan al
hombre? Me has dicho, de hecho, que Dios estará conmigo y pondrá su morada
en mi seno:entonces, dime, ¿cómo podré convertirme en amplio espacio y lugar
de santidad para aquél que cabalga sobre los querubines? No trates de
engañarme: no he conocido placer, no conozco a varón,entonces, ¿cómo pariré a
un hijo?”…“Cuando Dios quiere, el orden de la naturaleza es superado, –
respondió el incorpóreo -, y tiene lugar lo que sobrepasa al hombre.Cree mis
veraces palabras, oh santísima y más que inmaculada.”“Y ella exclamó: Hágase
en mí, por tanto, según tu palabra, y pariré a aquél que no tiene carne,que de mí
tomará la carne para devolver al hombre, gracias a esta unión,a la dignidad
antigua: él es el único poderoso”. »

(Tropario Bizantino para la fiesta de la Anunciación)

Preámbulo
El icono es muy simple y podría decirse que va a lo esencial, representa
el momento en queel Ángel Gabriel, portando en las manos un cetro real, saluda
a María llamándola “
llena de gracia
” y le anuncia la concepción en ella del Hijo de Dios. María está a la
escucha y en breve responderá al anuncio del ángel con su
Fiat
.
Explicación del icono
El arcángel Gabriel
Lleva en su
mano izquierda un cetro
símbolo de la
autoridad del mensajero
y a s u v e z del
peregrino
, aunque podemos encontrar alusiones a la vara con la que se mide la
Ciudadceleste, la Nueva Jerusalén.
Su mano derecha se extiende
para mostrar el anuncio, que pasa a la otra persona, a su vez
bendice

señalando con la mano la unidad de la

Trinidad
(el Hijo es el que se encarna, que ya existía desde la eternidad) y la
doble naturaleza
delque va a nacer. A la mano acompaña la
mirada
.El gesto del mensajero es de estupor ante el misterio que revela y el conocimiento
de unacriatura tan pura como es María.
La Virgen María
Se encuentra sentada, su cabeza se cubre con un manto, en el que se colocan las
tresestrellas
(nos indican que es virgen antes, durante y después del parto). María llega a ser
elnuevo templo en el cual el Verbo de Dios ha elegido establecerse. Para los
Padres de laIglesia, Ella es lo más santo que había en el antiguo templo: el
verdadero “Santo de losSantos”, “Arca de la nueva Alianza”.Su
túnica es de un azul muy intenso
, que representa su
humildad
y, de aquí, “humus”,tierra virgen, preparada desde la eternidad para recibir al
Germen. Del mismo modo queAdán fue formado de tierra virgen, sobre la
que no había llovido y que no había sido pisada(Gn 2, 5-7). Ésta es María,
Nueva Eva (Gn 2, 21-25). Su seno es fértil y puro; Ella es Virgeny Esposa. En la
lectura de vísperas de la fiesta se escoge el pasaje de Ez 44, 1-4. Resuena enel
corazón del creyente las siguientes palabras: “
este pórtico permanecerá cerrado. No seabrirá nunca y nadie entrará por él,
porque el Señor, Dios de Israel ha entrado por él. Poreso quedará cerrado
” (v. 2). María como “cuidad viviente” y “puerta espiritual”, “piedra notallada que
cae” (Dn 2, 34).María se sienta en un
trono dorado
(“celeste cátedra del Rey”) y colocado sobre una peana, pero
sus pies se apoyan
a su vez en un
pedestal
, ya que ha sido colocada sobre los ángelesy demás seres celestes (Ez 1,
10).El azul de su túnica es contrastado por el
rojo de sus sandalias
(en este icono no se ven), el
rojo del cojín y la tela dosel
. Estos tres significan la
categoría de realeza
. La púrpuraestaba relacionada directamente el emperador y la emperatriz
bizantinos. De modo queMaría no es coronada como en occidente, sino que se le
incluyen estas sandalias púrpura, y
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un pie más adelantado que el otro, para indicar que a la emperatriz-


reina se le besaba en el pie derecho. Del mismo modo que el trono es dorado,
símbolo de realeza y majestad.
Las manos abiertas y la actitud de todo el cuerpo
indican su acogida y docilidad a lavoluntad divina. Dios para encarnarse
ha querido que su madre lo engendrase libremente,con
pleno consentimiento
.La Virgen pronuncia, llena de humildad, su
Fiat
en nombre de todos: “
He aquí la sierva delSeñor; hágase en mí según tu palabra
” (Lc 1, 38). En ella todos dicen: “
Sí, ¡ven Señor!
”.Desde el inicio de su vida, María se consagra totalmente a Dios en la
virginidad y en laoración. Por la integridad y la castidad de su ser, la Virgen
personaliza la santidad humana.Es llamada: “Toda santa”,
Panaghia
.La Virgen
abre nuevamente las puertas del Paraíso
, que Eva había cerrado con sudesobediencia. Ella es la mujer enemiga
de la serpiente, en quien se cumplen las palabrasdel Génesis: “
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisarála
cabeza mientras acechas tú su calcañar
” (Gen 3, 15).María, que escucha, cree y concibe al Hijo de Dios, es
imagen de todo cristiano
. De hecho,la Proclamación de la Buena Noticia es el momento de la
concepción de Cristo en nosotros, porque
el Espíritu Santo cubre con su sombra a aquél que escucha y cree
. María, nuevaEva, es también
imagen de la Iglesia
que, como
madre amorosa
,
nos lleva en su senohasta que Cristo sea formado en nosotros y sea dado
a luz en las aguas del Bautismo
.Esto hace decir a San Cipriano: “
No puede tener a Dios por Padre, quien no tiene a la Iglesia como madre
”.Según el Evangelio apócrifo de Santiago, María está en su casa cuando el Ángel
la visita. Latela roja sobre el techo indica que la escena se desarrolla en el
interior.María es colocada como Madre de Dios; Esposa del Espíritu y Esposa que
se prepara para elEsposo, que es Cristo; tabernáculo de la Nueva Alianza
en la carne (Heb 9, 11); y herederade las promesas.
La luz de lo alto
Desde lo alto aparece un
haz de luz que a la vez es sombra, que cae sobre la Virgen,atravesando el velo
púrpura, pero sin rasgarlo
. Esta es la representación del
EspírituSanto
, en forma de paloma. Esto responde a lo expresado por Gabriel: “
El Espíritu Santovendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra
” (Lc 1, 35), del mismomodo que el
peregrinar de Pueblo por el desierto
(Ex 13, 21-22), María es cubierta y “elángel la dejó”, de modo que comienza un
proceso de desierto para la Madre, que debe pasara ser discípula hasta llegar a la
Cruz
(Jn 19, 25-27), “
guardando todas estas cosas en sucorazón
” (Lc 2, 51).
Oremos
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen
María;concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor,
como Dios y comohombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su
naturaleza divina.
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NATIVIDAD Corona Mistérica. a2) Vida terrestre: Natividad del Señor. Kiko
Argüello

La estrella de belén ilumina y guía a todos los personajes del icono, es el signo de
la intervención de Dios en la tierra. El rayo que sube de la estrella es la esencia
única de Dios. Los tres rayos que salen de ella, indican la participación de las tres
personas divinas.

El pesebre tiene forma de tumba y prefigura la muerte de Cristo que fue rechazado
por su pueblo desde su nacimiento.

Las vendas con que el niño está fajado serán abandonadas en el sepulcro, como
prueba de su resurrección.

La oscuridad de la gruta es el infierno, Cristo situa su nacimiento teniendo como


fondo los infiernos y nosotros lo contemplamos Inclinado en el pesebre, el Niño
Jesús es ya el varón de dolores de Isaías.

Abajo a la izquierda está la fuente para el baño del neonato, primera acción de la
vida humana, que demuestra que el Mesías es verdaderamente el hijo del hombre
(es también signo del bautismo).

Las estrellas sobre la frente y la espalda de la Virgen, indican su virginidad antes,


durante y después del parto.

Abajo a la derecha está José en profunda meditación, delante de él está el


demonio tentándole, tratando de hacerle dudar del plan salvífico de Dios.

El árbol de abajo es el signo del Niño, así se cumple la profecía de Isaías “un
germen brotará del tronco de Jesé, un gérmen de sus raices y sobre él se posará
el Espíritu Santo”.

Ver más en Catequesis del icono de la Natividad basado en la imagen de Rublev


BAUTISMO Corona Mistérica. a3) Vida terrestre: Bautismo del Señor. Kiko
Argüello

Iconos Kiko Argüello


- www.cruzgloriosa.org/el-icono-del-bautismo-del-senor/
- www.cruzgloriosa.org/icono-del-bautismo-del-senor-explicado/
Catequesis en PDF: bit.ly/1OStwUB

En el evangelio según san Marcos leemos:


En aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el
Jordán. Y en seguida, mientras subía del agua, vio que los cielos se abrían y que
el Espíritu descendía sobre él como paloma. Y vino una voz desde el cielo: ‘Tú
eres mi Hijo amado; en ti me complazco.’» (Mc 1, 10-11).

Jesús -que desde su nacimiento vivió escondido entre los hombres, como
profetizaba la tradición judía en referencia al Mesías- en el Bautismo se revela por
primera vez ante el pueblo. Al lado de Jesús está Juan, vestido de pieles, signo de
ser profeta y mártir. Él es Elías, que reconoce en Jesús al «Cordero de Dios», y lo
indica al pueblo como el verdadero Mesías.

La expresión «cordero de Dios» interpreta, si podemos decirlo así, la teología de la


cruz que hay en el bautismo de Jesús, de su descenso a las profundidades de la
muerte.
(Benedicto XVI).

Jesús entra en el Jordán, que recuerda la muerte y las aguas del diluvio: entrando
en el Jordán, que también es imagen de su sepultura, ya vive su pasión y su
«bautismo» en la cruz. En la tradición de la Iglesia estas aguas son llamadas
«sepulcro fluido». Al salir del agua es revestido de Espíritu Santo. San Juan
Crisóstomo comenta:

«La inmersión y la emersión son imagen del descenso a los infiernos y de la


Resurrección».

Un hermoso himno de la fiesta ortodoxa del Bautismo pone en boca de Jesús,


dirigiéndose a Juan, estas palabras:

«Profeta ven a bautizarme…


tengo prisa por hacer morir al enemigo
escondido en las aguas,
el príncipe de las tinieblas,
para liberar el mundo de sus redes
donándoles la vida eterna.»

Cristo bendice las aguas con su mano derecha transformándolas de aguas de


muerte en aguas de vida, para que todo hombre bautizado en ellas en el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo pueda ser reengendrado a la vida nueva.

La Paloma -imagen del Espíritu Santo-, aletea sobre las aguas como el Espíritu de
Dios aleteaba sobre las aguas del caos primordial, símbolo de la muerte; es figura
también de aquella paloma que salió del arca de Noé buscando una tierra donde
descansar después del diluvio y que por fin encuentra esa nueva tierra: es Jesús,
que ha venido a hacer la voluntad de Dios.
El árbol con el hacha es imagen del ministerio profético por el cual el Bautista
anuncia la llamada a conversión, es el cumplimiento de la palabra evangélica: «Ya
está el hacha puesta a la raíz del árbol, y todo árbol que no dé buen fruto será
cortado y arrojado al fuego» (Mt 3,10).

Los Ángeles son como diáconos en el servicio litúrgico del Bautismo, preparados
para secar y revestir al bautizado. Por eso tienen en sus manos el vestido de
Cristo. Como Juan Bautista, se inclinan sobre Jesucristo en señal de sumisión y
adoración.

TRANSFIGURACION Mistérica. a4) Vida terrestre: Transfiguración del


Señor. Kiko Argüello

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Cristo aparece en el esplendor de su gloria divina, simbolizada por el candor de
sus vestidos. Jesús muestra en sí la naturaleza humana revestida de la belleza
original.
Elías y Moisés, con las tablas de la Ley en las manos, respectivamente a la
derecha y a la izquierda de Cristo, son los profetas que anuncian la venida del
Mesías. Cristo, en el centro de los círculos concéntricos que representan las
esferas del universo creado, habla con ellos de su pasión gloriosa.

El icono representa el momento en que Dios hace escuchar su voz desde la nube.
La voz del Padre revela la verdad divina y turba a los apóstoles todavía
completamente humanos. Hay un contraste entre la paz que circunda a Cristo,
Moisés y Elías y el movimiento de los apóstoles en la parte inferior, que caen de la
escarpada cima del monte. Pedro, a la derecha, está arrodillado; Juan, al centro,
cae dándole la espalda a la luz; Santiago, a la izquierda, huye y cae hacia atrás.

Cristo se revela a los apóstoles en el esplendor de la gloria divina, para que no se


escandalicen de su pasión ya cercana y comprendan que ésta es voluntaria.

ENTRADA JERUSALEM Corona Mistérica. a5) Vida terrestre: Entrada en


Jerusalén (Domingo de Ramos). Kiko Argüello
Cristo se sienta en el pollino como en un trono. Jesús es el único que nos mira y
su semblante es muy serio. La alegría que le muestran aquellos que le saludan es
externa y aparente, porque Cristo sabe que será traicionado, y sabe que entrega
la vida libremente, es consciente de lo que ocurrirá subiendo a Jerusalén.

Con su mano bendice del modo tradicional, indicando que Él es uno de la Trinidad,
y que en el misterio de su persona está la revelación de Dios y la vocación del
hombre. Sube cumpliendo la voluntad del Padre, con el impulso del Amor del
Espíritu Santo. Toda imagen de Cristo es trinitaria. En la otra mano porta el rollo
de las Escrituras, haciendo alusión a que Él es el Verbo, y de Él hablaron los
profetas (según la tradición bizantina). De acuerdo a otra tradición, tiene entre las
manos el rollo de nuestras deudas “el documento escrito de nuestra deuda, cuyas
condiciones nos eran desfavorables”.

Nos muestra sus pies porque podemos escuchar: “Qué hermosos son sobre los
montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que
anuncia la salvación, que dice a Sión: Ya reina tu Dios!” (Is 52, 7).

Catequesis del icono basado en original ortodoxo: www.cruzgloriosa.org/icono-


entrada-del-senor-en-jerusalen...

PANTO CREATOR Cristo pantocrátor


“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces se
golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del Hombre venir
sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus Ángeles con
sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un
extremo de los cielos hasta el otro” (Mt 24, 30-31).

El icono del Cristo Pantocrátor, es decir, el Todopoderoso, representa a Jesús que


viene al final de los tiempos en la gloria de su divinidad a juzgar la tierra. El
Pantocrator expresa la espera escatológica de la Asamblea cristiana, que
experimenta, durante la celebración Eucarística, la presencia viva de Cristo. Esta
experiencia la confirma en la fe y enciende en ella el deseo de la venida final del
Señor, que establece la victoria definitiva sobre el mal y sobre la muerte. Por eso
la Iglesia, con un grito lleno de esperanza exclama: “¡Ven, Señor Jesús!”.

En las manos y en los pies se ven las llagas de la crucifixión y de la humillación


que sufrió por amor a nosotros. Él es el Hijo del Hombre anunciado por las
Escrituras, que despreciado y escarnecido en su primera venida al mundo, viene
ahora en su segunda venida como juez justo para juzgar a los vivos y a los
muertos.

Este icono se suele poner siempre en una posición central, para manifestar que la
historia está orientada hacia su punto conclusivo: el encuentro con Cristo que
viene. Nuestro mundo tiende hacia un fin, no de derrota y vacío, sino de plenitud
de vida en Dios.

En su mano izquierda tiene el Libro de la Vida, en el cual se lee “Amad a vuestros


enemigos” (Mt 5, 44), estas palabras son el corazón de la Nueva Alianza y la
imagen del hombre nuevo. De hecho Jesús es al mismo tiempo la imagen de Dios
y del hombre. En Él, vencedor de la muerte y Señor de todo lo que esclaviza al
hombre, estas palabras son ahora posibles en nuestra vida, y por ellas seremos
juzgados.

En la página de la derecha del Libro de la Vida se lee: “Vengo pronto” (Ap 22, 20).
Son palabras de exhortación, una invitación a la perseverancia para mantener
segura nuestra fe.

Su cuerpo está inscrito en tres esferas cósmicas. La primera esfera es gris-azul y


representa la tierra. La segunda esfera es negra y representa la muerte que
circunda la tierra. La tercera esfera es azul zafiro y representa el cielo. En el centro
la figura de Cristo destruye el cerco de la muerte y une el cielo con la tierra.

Los cuatro ángulos rojos laterales son imagen de los evangelistas que anuncian y
preparan la segunda venida de Cristo al mundo.

Cristo quiere hacernos partícipes de su transfiguración final y victoriosa, como


expresan las vestiduras blancas, signo de su divinidad. También los cristianos,
que en el Bautismo han vencido al príncipe de este mundo, es decir, al diablo, son
revestidos de la naturaleza de Dios y llevan túnicas cándidas al salir de la piscina
bautismal: “El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su
nombre del Libro de la Vida, sino que me declararé por él delante de mi Padre y
de sus Ángeles”
(Ap 3, 5).

ULTIMA CENA Corona Mistérica. a6) Vida terrestre: Última Cena. Kiko
Argüello

Iconos Kiko Argüello


www.cruzgloriosa.org/el-icono-de-la-ultima-cena/
Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: «Yo tenia
́
gran deseo de comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo
que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el
Reino de Dios.»
Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomad esto y repártidlo entre
vosotros, porque os aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta
que llegue el Reino de Dios. Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo
dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. «Haced esto en
memoria mia ́ .» Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa
es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros»). (Lc
22, 7-20)

La tradición presenta siempre la Santa Cena en el momento en el cual Cristo dice:


"Uno de vosotros me traicionará". Los discip ́ ulos mirándose unos a otros, se
preguntan quién será el traidor. S. Pedro, a quien siempre se le representa con el
vestido amarillo, dice a S. Juan, reclinado sobre el pecho del Seno ̃ r: "Pregúntale
quién es". Cristo responde: "Aquél que mete la mano en el plato conmigo, ese es".
El que está metiendo la mano en el plato es Judas, representado con colores
suntuosos, rojo y azul, como sim ́ bolo para todos nosotros del amor al mundo.
Cristo lleva la túnica negra, signo de Su Pasión y Muerte.

CRUXIFIXION Corona Mistérica. a7) Vida terrestre: Crucifixión del Señor.


Kiko Argüello

Iconos Kiko Argüello

Catequesis del icono: www.cruzgloriosa.org/kiko-arguello-crucifixion-del-senor-...

El amor toma sobre sí el pecado del mundo para perdonar a los pecadores. La
cruz es el árbol de la vida plantado en el Calvario. El Pie de la cruz está sobre una
cueva negra donde reposa la cabeza de Adán; en él toda la humanidad es bana ̃ da
por la sangre de Cristo.

El fondo arquitectónico muestra la muralla de Jerusalén. Cristo ha sufrido fuera de


la muralla de la ciudad e invita a los creyentes a seguirlo "para que no tengamos
una ciudad estable".

Cristo en la cruz no ha perdido nada de su majestad real, dice S. Juan Crisostomo


"Yo lo veo crucificado y lo llamo rey".

En él se cumple la palabra del Evangelio: "Las zorras tienen guaridas, y las aves
del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza." (Mt
8,20). Él reclinará su cabeza en la cruz, en la voluntad de Dios así como los
cristianos.
Los brazos están extendidos en signo de entrega total. La Virgen siempre a su
derecha, está en actitud de rebicimiento mientras Cristo le dice refieriéndose a
Juan: "Mujer ahí tienes a tu hijo". Con Juan somos acogidos todos nosotros. La
figura a la izquierda de la cruz es S. Juan.

S TRINIDAD
A lo largo de los siglos los teólogos han intentado comprender el misterio de
laTrinidad, los santos lo han vivido, los místicos lo han gustado, pero fue Andrei
Rublevel que tuvo la dicha de mostrarlo para introducir en él al pueblo cristiano. Su
icono dela Trinidad, obra maestra del arte pictórico, es también un compendio de
TeologíaTrinitaria que se ofrece a la mirada de la fe. Data del aÑo 1411
aproXimadamente Y se encuentra actualmente en la Galería TetriaCLov de 'MoscU(. )l
icono representa, en una primera visión, la visita de los tres Angeles a
Abraham Junto al encinar de Mambré Génesis18, 1-15. A través de esa escena
del AntiguoTestamento se abre todo un campo de simbología teológica que nos
conduce hasta Dios Padre,HIJO )spíritu Santo. )En primer lugar podemos ver la
escena en general, tenemos tres personaJes sentados en torno a una mesa con
una copa en medio. )El personaJe central resalta, aparte de por suposición, por el
intenso roJo de su tUnica que contrasta fuertemente con el aZuldel manto. Tiene
de un largo camino, por eso el cuello de su tUnica estA ligeramente descolocado,
una estola dorada cae sobre su hombro derecho. )EstA mirando hacia suderecha,
al segundo Angel, vestido con una t(nica a3ul casi totalmente cubierta por
unmanto semitransparente. )EstA como recibiendo al recién llegado, su postura
es de reposo. A la derecha tenemos una tercera figura, cortada por el bastón
que sostiene con la mano iZquierda. La mano derecha casi parece apoYarse en la
mesa para levantarse. La tUnica es aZul, como en el caso del personaJe de
la iZquierda, pero el

DESCENSO I

Descenso de Cristo a los Infiernos (Anástasis): catequesis del icono


«Asumió la carne para ofrecer abundantes gracias
y su cuerpo como cebo arrojado en brazos de la muerte para que,
mientras el dragón infernal esperaba devorarle,
tuviera en cambio que vomitar a aquellos que ya había devorado.
En efecto, Él arrojó a la muerte para siempre
y secó las lagrimas de todos los ojos».

(San Cirilo de Jerusalén. Catequesis XII, 15)

Preámbulo

El Símbolo de los Apóstoles confiesa en un mismo artículo de fe el descenso de


Cristo a los infiernos y su Resurrección de los muertos al tercer día, porque es en
su Pascua donde, desde el fondo de la muerte, Él hace brotar la vida.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice:

632. Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús
“resucitó de entre los muertos” (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen
que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los
muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al
descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los
hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido
como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí
detenidos (cf. 1 P 3,18-19).

Pero, ¿de qué infiernos estamos hablando? Volvamos al Catecismo:

633. La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1,
18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto,
porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6,
6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los
muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere
decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre
Lázaro recibido en el “seno de Abraham” (cf. Lc 16, 22-26). “Son precisamente
estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las
que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos” (Catecismo Romano, 1, 6,
3). Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados (cf. Concilio de
Roma, año 745: DS, 587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf.
Benedicto XII, Libelo Cum dudum: DS, 1011; Clemente VI, c. Super
quibusdam: ibíd., 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido (cf.
Concilio de Toledo IV, año 625: DS, 485; cf. también Mt 27, 52-53).

El mismo Catecismo explica el sentido del descenso de Cristo a los infiernos:


635. Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10,
7; Ef 4, 9) para “que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan
vivan” (Jn 5, 25). Jesús, “el Príncipe de la vida” (Hch 3, 15) aniquiló “mediante la
muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud “(Hb 2, 14-15). En adelante,
Cristo resucitado “tiene las llaves de la muerte y del Infierno” (Ap1, 18) y “al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos”
(Flp2, 10).

En Oriente la iconografía pascual muestra el descenso de Cristo al Hades para


liberar a Adán, Eva y su descendencia. La Cuaresma, iniciada en la Tradición
Bizantina con la expulsión de los progenitores del Paraíso, tiene su culmen en la
Pascua. Los primeros padres son llevados de nuevo al Paraíso por Cristo, que en
su descenso al Hades aparece envuelto en luz o con blancas vestiduras portando
una cruz en su mano, instrumento que se convierte en instrumento de victoria. El
icono presenta las puertas del Hades no sólo abiertas sino desencajadas y
abatidas, Adán y Eva tomados de la mano por Cristo y tras ellos están Abel,
Samuel, David, Salomón y así hasta Juan Bautista, es decir, todos los que han
esperado y profetizado la venida del Señor.

Desde esta perspectiva, teniendo en cuenta que la muerte y resurrección de Cristo


son el núcleo central de la fe cristiana, intentemos profundizar algunos aspectos
de este hecho salvífico, a la luz del icono.

Explicación del Icono

Cristo y Adán

Cristo aparece rodeado por una mandorla (círculo) y lleva nimbo (aureola). Es el
Dueño de la Vida y el Cosmos. Su cuerpo resucitado, vencedor del abismo de la
muerte, está animado por el Dios-Trinidad, principalmente el Espíritu Santo, de ahí
ese resplandor de energías divinas (rayos de oro) y ese dinamismo expresado en
su avanzar hacia Adán. Su ser entero “todo luz” anuncia la aurora del nuevo día
que nunca tendrá ocaso. Es el día de la Resurrección, el Domingo sin fin donde
la creación es recreada para siempre.

Los ropajes de Cristo son blancos deslumbrantes como los de la


Transfiguración. En otros iconos son amarillo oro, es la vestimenta del rey
victorioso; o bien, Cristo lleva los colores de la Encarnación: túnica roja (hombre) y
manto azul (Dios, viene del cielo), todo lleno de oro símbolo de la Presencia
divina, del Resucitado.

Las ropas ondean a sus espaldas, dando la sensación del movimiento, del
descenso. Pero también los espacios claros de la vestidura de Cristo ascienden a
lo alto, en un torrente impetuoso, como lenguas del fuego.
Las figuras de Cristo, Adán y Eva forman un triángulo. El manto rojo de Eva y
el aleteo de la tela (el borde del manto) en los hombros de Cristo están
equilibrados por los vestidos rojos de los dos justos que aparecen a la izquierda.
Casi físicamente se percibe la fuerza, emanada del Rey de la Gloria, que rodea
todo.

Delicadamente delineada, la figura de Cristo es ágil, con los hombros muy


estrechos, y no da la impresión de fuerza física, de violencia. Pero la composición
y el color del icono son tales que la potencia demoledora del Salvador se percibe
enseguida. Esta fuerza de Cristo no es carnal; su fuerza es Divina.

Cristo ya está iluminando los infiernos y la muerte con su Presencia. Todo el color
de fondo dorado del icono, el pan de oro, lo llena todo de esa luz increada.

A los pies de Cristo y dentro de la cueva, se distinguen las puertas del


infierno rotas y todos sus pestillos, cadenas y clavos esparcidos.

Aparece con la Cruz, símbolo de triunfo sobre la muerte y de redención. Es uno de


los símbolos principales en las imágenes de la Anástasis desde el siglo XI. En
algunos iconos la cruz es utilizada como arma al oprimir con ella la boca, cuello o
vientre de Satán, y con un fin análogo se convierte en lanza en imágenes como la
de la cripta de Tavant. En otras representaciones, Cristo avanza sobre un ser que
yace tendido, al que pisotea y llega a encadenar. Esta criatura encarna bien al
Hades –personificación del infierno– o a Satán, identidades cuyos límites son
confusos en muchas imágenes.

A veces la cruz ya no aparece como estandarte de victoria. Cristo es ya el Rey de


la Gloria que lo llena todo con su Resurrección, la muerte, de la que es señal la
cruz, ya esta derrotada, no existe. En ese caso, la cruz aparece en el nimbo que
rodea la cabeza de Cristo, pero tenuemente sugerida, transfigurada por la
potencia de la Resurrección, ya que ha sido el medio por el que ha conseguido su
señorío sobre la muerte y el pecado. La cruz es reemplazada por un rollo (el
quirógrafo) que Cristo lleva en sus manos. Es el símbolo del pecado, de la deuda
contraída por Adán y Eva, una letra que se tenia que pagar. También se atribuye a
este rollo la predicación de Cristo entre los muertos. En algunos iconos el rollo se
muestra desplegado y rasgado en el centro.

«Quien condona las deudas a todos los hombres, queriendo perdonar antiguas
ofensas, espontáneamente vino a los desertores de su gracia y rasgado el
quirógrafo del pecado… guía a todos hacia el conocimiento divino, iluminando de
esplendor las mentes.» (Himno Akatistos).

Cristo, podríamos decir, camina sobre el abismo con la libertad y el poder del
Vencedor, casi parece flotar sobre las fauces de la ballena de Jonás, sugerida por
la cueva sobre la que Jesús pasea. Su cuerpo espiritual, transfigurado por la
resurrección, escapa a las leyes del mundo, a la gravedad marcada de
corruptibilidad y muerte.
Toma de la mano a Adán a quien vigorosamente arranca de las tinieblas de
la muerte. Este cara a cara del primero y del nuevo Adán adquiere una
significación particular. Lo que esta segunda creación ha conseguido es muy
superior a la primera. La Vida dada por el Segundo Adán nunca perecerá.

La lectura patrística que leemos en el oficio de lectura del Sábado Santo


imagina, podríamos decir, una liturgia para ilustrar ese encuentro único, cara
a cara, entre el viejo y el Nuevo Adán:

«Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo,
y a Eva, que está cautiva con él.

El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma
victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho
de estupor, exclama, dirigiéndose a todos: “Mi Señor está con todos vosotros.” Y
responde Cristo a Adán: “Y con tu espíritu.” Y tomándolo de la mano, lo levanta,
diciéndole: “Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te
iluminará Cristo”».

La mirada de Cristo va hacia todos, pues es el Salvador de la humanidad entera.


Este se agacha para levantar Adán; Dios se abaja y rebaja. Despojándose de su
divinidad, se revistió de nuestra carne para subirnos y exaltarnos a la condición
divina por su Resurrección.

Cristo anuncia la resurrección a los muertos, de ahí la estrecha unión entre la


silueta de Cristo resucitado y la de Adán a quien él incorpora en su propia
resurrección. Con Adán es arrastrada toda la humanidad heredera de él.

Adán agotado por el despertar del sueño de la muerte (del pecado), contempla a
su Liberador con mirada gozosa, llena de fatiga y suplicándole con la otra
mano la ayuda necesaria para levantarse de la situación caída y desgraciada del
pecado y la muerte.

Adán tiende su mano libre en un gesto que expresa acogida y plegaria, atraído
hacia su Dios igual que la flor es atraída por el sol.

Como dice la hermosa homilía que leemos en el Oficio de lectura del Sábado
Santo:

«Por ti, yo, tu Dios, me he hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma
apariencia de esclavo; por ti, yo que estoy por encima de los cielos, vine a la tierra,
y aun bajo tierra; por ti, hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado
entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco, fui entregado
a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto.
Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a
imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una
sola cosa».

El Infierno o Hades

Siempre de color negro representación de la muerte y a los pies de Cristo. En


el se ven a veces figuras grotescas o una figura atada que representa al Hades
que es encadenado por ángeles o por el mismo Cristo, así como llaves, clavos,
cerrojos y goznes de las puertas rotas del infierno y la muerte por la
potencia del Resucitado. Las puertas de la muerte yacen rotas y esparcidas por
el infierno dando salida a los que retenía y los sepulcros vacíos y abiertos
proclaman la victoria de Cristo vivo.

El infierno se abre en forma de cueva negra y oscura como la cueva del icono de
Navidad, como las aguas del Jordán en el icono del Bautismo, sepulcro liquido y
en la cueva oscura bajo la cruz en el icono de la Crucifixión.

Podríamos pensar que en el descenso a los infiernos es como si un huracán se


hubiese abatido sobre el abismo. Algunos presentan una figura de Cristo
impetuosa, ágil y dinámica. Con la punta de los dedos del pie derecho, pisotea el
infierno y lo destruye. Las puertas de los infiernos se han partido, sus
cerraduras han sido quebrantadas y abiertas, todos los fragmentos se
pueden contar en el icono y simbolizan la destructiva catástrofe que ha
caído sobre el infierno.

Mientras un terremoto y una destrucción han ocurrido en los infiernos, en la tierra


hay un gran silencio. Lo expresa de forma preciosa una antigua homilía sobre el
Santo y grandioso Sábado:

«¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran
silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la
tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha
dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho
hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.»

El color turquesa de la mandorla, en la que está encerrada la figura de Cristo, se


contrapone a la grieta negra del abismo; igualmente, el cielo azul a la oscuridad de
los infiernos.

Un elemento esencial del hades son sus puertas. Según el Evangelium


Nichodemi, las puertas del infierno son de bronce y con cerrojos. Dichas puertas,
quebrantadas por la presencia de Cristo, quedan dispuestas sobre el suelo
en forma de cruz.

Es la visión de Juan en el Apocalipsis:


«No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo, el que vive; estuve muerto, pero ahora
estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.»
(Ap 1, 17-18)

En el Sermón del día Viernes Santo, san Juan Crisóstomo dice:

“Hoy, el Salvador marchó en todos los rincones del Hades; hoy quebrantó las
puertas de bronce y rompió sus cerrojos de hierro (Isaías 45, 2). ¡Qué exactitud de
descripción! No dijo ‘había abierto las puertas’, sino las quebrantó, para afirmar
que ha dejado a sus puertas inutilizables nuevamente; y no dijo ‘retiró los cerrojos’,
sino los quebrantó, para afirmar que la vigilancia del lugar ya es imposible. ¿Es
posible pues, aprehender a alguien en una cárcel sin puertas, o detrás de
unas puertas sin cerrojos? Mas, si Cristo ha sido Él que las destruyó, ¿quién,
pues, podrá repararlas? El objetivo aquí es poner límite a la muerte. Las puertas
de bronce son una imagen de la dureza de la muerte y su crueldad. Mas ahora
que había brillado la luz en el Hades, el Hades se ha devenido en cielo”.

En Oriente, los textos litúrgicos del Sábado Santo hacen hablar a los infiernos
mismos:

«Hoy el Hades gimiendo grita: ¡Mejor hubiera sido para mí no haber acogido al
Hijo de María! Porque, viniendo contra mí, ha destruido mi poder, ha destruido las
puertas de bronce y ha resucitado, porque es Dios, las almas que primeramente
poseía. Ha sido destruido mi poder, he acogido a un mortal como un muerto
cualquiera, pero no consigo retenerlo de ninguna manera, más bien por él seré
privado de tantos sobre los cuales antes reinaba: ¡por siglos poseía a los muertos,
pero, he aquí que Éste los resucita a todos! Gloria, Señor, a tu Cruz y a tu
Resurrección. ¡Ha sido engullido mi poder, el Pastor ha sido crucificado y ha
resucitado a Adán! He sido privado de aquellos sobre los cuales reinaba y
aquellos que con mi fuerza había engullido los he vomitado a todos. ¡El
Crucificado ha vaciado las tumbas! Ya no tiene vigor el poder de la muerte».

Podemos notar que se da poco realce al espacio del infierno, como expresando
que no merece más atención: ya ha sido pisoteado y destruido; se representa, por
tanto, con negligencia, como “una cosa más”.

Y, sobre todo ello, Cristo domina incontestable. Con su descenso a los infiernos
concluye su misión salvadora. Con su pasión voluntariamente aceptada y con su
dolorosa muerte en la cruz, el Hijo de Dios ha redimido el pecado original de los
antepasados y lo ha quitado a sus descendientes. Él ha sacado a los hombres del
infierno.

En otros iconos, los acontecimientos que se desarrollan en el infierno se muestran


de forma más detallada: los ángeles preceden al Señor y destruyen a las fuerzas
infernales, Satanás y los demonios. Delante de la puerta destrozada, los justos
esperan su liberación.
Las cumbres de los montes subrayan la profundidad de la cima, los abismos.
Pero ya transfigurados por la Resurrección, de ahí que sean brillantes hasta las
piedras.

Los Justos

Cristo camina victorioso hacia Adán que es cogido de la mano y sacado de la


postración de la muerte. Eva tiende sus manos hacia la Vida, que perdió en el
Paraíso. Está vestida de rojo. El rojo simboliza la carne, la humanidad: ella es la
madre de los vivientes. Cuando lleva las manos cubiertas -manos que extendió
para tomar el fruto del árbol-, es señal de adoración al Liberador.

En los vestidos de los personajes, dominan los colores rojos y verdes, señal de
la humanidad y de la esperanza y la vida, respectivamente.

Detrás de los primeros padres sigue una procesión de justos.

Hacen su aparición entonces la pareja de David y Salomón, como referencia a


las profecías del Antiguo Testamento y como afirmación de la humanidad de
Cristo: David y Salomón le señalan como uno de su linaje. Se les distingue
fácilmente, porque van ataviados con vestidos reales.

También suelen aparecer otros salvados por Cristo: profetas, patriarcas, Abel, y
desde fechas avanzadas del siglo XI, San Juan Bautista. Estos dos últimos
inciden en el carácter redentor del sacrificio al prefigurar y anunciar la
pasión.

Todo el Antiguo Testamento está dirigido a la venida de Cristo. Su Encarnación y


Resurrección son la última realización del Antiguo Testamento y el comienzo de
algo totalmente nuevo y definitivo.

Ambos grupos constituyen una representación del pueblo sumergido en las


tinieblas, los que moran en la tierra y en sombras de muerte, sobre los que se ha
elevado la Luz de la Vida. Todos tienden sus manos hacia Él, esperanza de toda
la humanidad

A veces los justos esperan en la sombra y aparecen representadas figuras, dentro


de la gruta en la parte inferior, que están saliendo de sus oscuros sepulcros hacia
la Vida.

Alegría Pascual

El canon del Matutino pascual, de Juan Damasceno, subraya por medio del
contraste la oscuridad que reinaba en el Hades y la luz que brota de la tumba
vacía de Cristo. De hecho, la Liturgia Bizantina desde el Viernes Santo en
adelante coloca la tumba vacía en el centro de la iglesia, bella, adornada con
flores, de la cual brota un oloroso perfume que se convierte en fuente de vida. El
texto del Damasceno nos invita a contemplar, a mirar, a gozar y a involucrarnos en
el misterio de la Pascua del Señor:

«Purifiquemos los sentidos y veremos la luz inaccesible de la Resurrección del


Cristo. ¡Ilumínate, ilumínate, oh nueva Jerusalén, la gloria del Señor se ha posado
sobre ti! ¡Danza ahora y exulta, oh Sión, alégrate, oh pura Madre de Dios, por la
Resurrección de tu Hijo!».

Más adelante serán las mujeres que llevan el ungüento (myron) al sepulcro las
que se conviertan en protagonistas:

«Mujeres de sabiduría divina corrían tras de ti portando aromas; pero al que con
lágrimas buscaban como a un mortal, lo adoraron llenas de gozo como Dios
viviente y anunciaron, oh Cristo, a tus discípulos, la mística Pascua».

La liturgia bizantina inserta algunos troparios de Román el Cantor donde, una vez
más, encontramos relacionadas la Navidad y la Pascua:

«Al Sol anterior al sol, ya atardecido en la tumba, corrieron las miróforas al alba,
como buscando el día. Y una exclamaba a las otras: Oh amigas, arriba, unjamos
con aromas el cuerpo vivificante y sepultado, la carne que resucita al caído Adán
que yace sepulcro. Solícitas andemos como los magos, adoremos y ofrezcamos
los aromas como dones a Aquél que no en pañales sino en una síndone está
envuelto. Lloremos y gritemos: ¡Levántate, Soberano! Tú que a los caídos ofreces
la Resurrección».

Conclusión

Hoy Cristo muerto y resucitado desciende a lo más profundo de nuestro ser y nos
arranca de las tinieblas, pues fuimos sepultados con él por el bautismo a fin de
resucitar con él de entre los muertos (Col. 2, 12) y vivir una vida nueva. En efecto,
la Vida requiere la muerte del hombre viejo, el abandono y la superación del mal
original que la corroe. Consecuencias tangibles de esta huella tenebrosa son
nuestras angustias, limitaciones, fracasos, la opacidad hacia el otro
(egocentrismo) y hacia la belleza de la creación.

Todo se encuentra asumido por el torbellino liberador en la medida en que nos


adherimos al Muerto-Resucitado que nos hace pasar (Pascua=paso) del imperio
de la muerte que son las tinieblas a la Luz, fuente de toda vida.

La liturgia de la noche de Pascua prevé una catequesis atribuida a san Juan


Crisóstomo que, con imágenes vivas y en movimiento, pone en evidencia la
dimensión comunitaria de la Pascua:
«¡Si uno es piadoso y amigo de Dios goce de esta fiesta bella y luminosa! ¡El
siervo agradecido entre gozoso en el gozo de su Señor! El que ha ayunado que se
alegre ahora con su dinero. El que ha trabajado desde la primera hora, reciba hoy
el justo salario. Si uno ha llegado tras la hora tercia, celebre la fiesta con gratitud.
Si ha llegado después de la sexta, no dude, no sufrirá ningún daño. Si se ha
retrasado hasta la hora nona, preséntese sin dudarlo. Si sólo ha llegado a la hora
undécima, no tema por su lentitud; porque el Señor es generoso y acoge al último
como al primero».

¡Que Dios nos conceda la gracia de dejarnos envolver por esa dinámica pascual
que conduce a la vida verdadera!

Oremos

Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió


victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados
con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro
Señor, Jesucristo, tu Hijo.

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TUMBA VACIA RESURRECIÓN

“Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María madre de Jacobo, y Salomé


compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Muy de mañana, el primer día de
la semana, fueron al sepulcro apenas salido el sol, y decían una a otra: --¿Quién
nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron
que la piedra ya había sido removida, a pesar de que era muy grande. Y cuando
entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido de una
larga ropa blanca, y se asustaron. Pero él les dijo: --No os asustéis. Buscáis a
Jesús de Nazaret, quien fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. He aquí el
lugar donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va
delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis, como os dijo”. (Marcos 16,1-7)

Está alboreando. Las mujeres van al sepulcro. Tienen en las manos óleos
aromáticos y mirra para embalsamar el cuerpo de Jesús. Sus vestidos tienen
colores crepusculares: las sombras de la noche están cediendo a la aurora. En el
lado opuesto, un Ángel con vestiduras doradas; en él se trasluce la luz del día sin
ocaso que Cristo ha inaugurado. El mensajero celestial está sentado sobre la
piedra que cerraba el sepulcro y que ha sido retirada.

En el centro, la tumba está vacía. La Vida ya no está allí. Como en la Anunciación


un Ángel lleva la Buena Noticia: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está
vivo? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 5). Las mujeres reciben y custodian en
la fe este anuncio. El Ángel indica la tumba y las vendas mortuorias. Notamos aquí
las analogías con la Natividad: la gruta oscura, el pesebre-sepulcro y las vendas.
Estas envolvieron el cuerpo mortal del Rey y fueron desatadas por la
Resurrección.

El misterio de la Encarnación ha llegado a su cumplimiento. Se abre una nueva


era: “Así que, en adelante, ya no conoceremos a nadie según la carne. Y si
conocimos a Cristo según la carne, ya no le conoceremos así. Por lo tanto, el que
está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo” (2Co 5, 16-17).
ASCENCION . b3) Ascensión del Señor. Kiko Argüello

Iconos Kiko Argüello (ver catequesis de varios iconos


en www.cruzgloriosa.org/iconos)
El Señor con su descenso a los infiernos ha aniquilado al adversario y con su
Ascensión ha exaltado al hombre. El icono anuncia la victoria sobre la muerte,
sobre el infierno y la finalidad de la salvación: nuestra humanidad es introducida
definitivamente en la existencia celestial a través de la humanidad de Cristo.
Jesús, cumplida su misión regresa al Padre para que el Espiŕ itu Santo descienda
en persona sobre nosotros.

Cristo, en un ciŕ culo de esferas cósmicas, desde donde se irradia su gloria,


extiende su derecha como un gesto de bendición y de envio ́ . En la izquierda,
Cristo tiene el rollo de las Escrituras que contienen el anuncio de la Buena Noticia.
La obra de salvación está realizada. Ahora debe ser acogida libremente por cada
hombre. Es el envio ́ a evangelizar: “Id, pues, y haced discip
́ ulos a todas la gentes
bautizándolas…y he aquí que Yo estoy con vosotros todos los dia ́ hasta el fin del
mundo” (Mt 28, 19-20). La alegria ́ de los apóstoles explota, a pesar de la
despedida de Cristo, porque la promesa permanece.

La Virgen, imagen de la Iglesia, está representada entre dos Ángeles por debajo
de Cristo que es su cabeza. El extremo de los brazos alzados de los Ángeles y los
pies de la Virgen forman los tres puntos de un triángulo, sim
́ bolo de la Santiś ima
Trinidad, de la cual la Iglesia es la impronta.

ENCUENTRO APOSTOLES Corona Mistérica. b2) Vida celeste: Aparición del


Señor Resucitado a los apóstoles. Kiko Argüello

Iconos Kiko Argüello


La Resurrección de Cristo es la victoria que destruye la muerte. El cuerpo glorioso
del Hombre Nuevo reaparece en este mundo sin estar atado a sus leyes. Puede
pasar a través de la puerta cerrada y desaparecer delante de los ojos de los
́ ulos. El Resucitado deshace todas las divisiones, está en total comunión: "El
discip
que de dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad".
(Ef.2,14) Los dos apóstoles en primer plano son S. Andrés y S. Pedro que
representan respectivamente la Iglesia de Oriente y la de Occidente.
PENTECOSTES . b4) Pentecostés. Kiko Argüello

Iconos Kiko Argüello


- www.cruzgloriosa.org/iconos-pentecostes/
- www.cruzgloriosa.org/pentecostes-en-la-iconografia-bizant...
Pentecostés es el envio ́ del Espiŕ itu Santo de parte del Padre, cincuenta dia ́ s
después de la Pascua. El icono muestra el colegio de los doce apóstoles, signo de
las doce tribus de Israel. A la derecha de la Virgen está San Pedro y a la izquierda
San Pablo que, por la magnitud e importancia de su obra de evangelización, es
siempre incluido por la tradición entre los apóstoles. Cada apóstol tiene en su
mano un rollo, sim ́ bolo de la predicación de la Buena Noticia. En la tradición
occidental iconográfica, la Virgen aparece en el centro de los apóstoles..

El personaje vestido de rey, en la parte inferior del icono, es el cosmos. Está


rodeado de un arco negro, signo de que el universo está prisionero del prin ́ cipe de
este mundo y de la muerte. El cosmos tiene en sus manos un paño con doce
́ bolo de la predicación de los doce apóstoles y de la Iglesia. En el icono
rollos, sim
hay dos niveles: arriba, está ya la “nueva creación”, realizada por el Espiŕ itu Santo
y a la cual aspira la humanidad; abajo, el Espiŕ itu Santo entra en acción con la
evangelización para liberar y transformar el cosmos prisionero de la muerte.

DORMICION

Los apócrifos narran que por una orden divina los apóstoles, dispersos
por todos loslugares de la tierra para evangelizar, fueron transportados sobre las
nubes por los ángeles aJerusalén, hasta la casa de María para servirla, recibir su
bendición y ser testigos de sugloria.
«Con himnos teológicos los apóstoles celebraban el divino y extraordinario
misterio dela economía del Cristo Dios; y prestando los últimos cuidados a tu
cuerpo, origen devida y morada de Dios, se regocijaban, oh digna de todo canto».
Según los apócrifos, Santo Tomás llegó a Jerusalén cuando la Virgen había sido
yasepultada sobre el Monte de los Olivos. Habiendo corrido hasta allí, la vio
mientras subía alcielo. María le dio el ceñidor que llevaba puesto para la sepultura.
Tomás lo besó y lomostró a los otros apóstoles. Así cuando en el sepulcro no
encontraron ya el cuerpo deMaría, el ceñidor fue la prueba de su Asunción, por
este motivo, en el icono, a la derecha,
en el lugar de Santo Tomás ausente, está representado San Pablo
.Junto al lecho está representado el
cirio pascual
usado durante la liturgia de losdifuntos. Según la tradición apócrifa, la Virgen
lo encendió cuando el ángel le anunció lainminencia de su muerte.
El cielo
Casi como el jardín de la tumba vacía de Cristo, también la tumba de María
seconvierte en un nuevo paraíso:
«¡Oh, las maravillas de la siempre Virgen y Madre de Dios! Ha hecho un paraíso
de latumba que ha habitado, y nosotros hoy rodeándola le cantamos gozosos».
La Liturgia representada en el icono
nos traslada al cielo
– es casi el movimiento queencontramos en la Anáfora Eucarística –. El tránsito
de la Madre de Dios se convierte así en
una liturgia que reúne el cielo y la tierra
y todas las criaturas angélicas son involucradasen la alabanza y en la
confesión del misterio de la Redención de Cristo:
«
Desde lo alto las santísimas y nobilísimas huestes angélicas miraban con estupor
el prodigio y, con la cabeza inclinada, las unas a las otras se gritaban : Alzad los
dinteles, y acoged a Aquella que ha dado a luz al Creador
del cielo y de la tierra; celebremoscon himnos de gloria el cuerpo santo y
venerable que ha hospedado al Señor que anosotros no se nos ha dado a
contemplar. Y nosotros, festejando tu memoria, a
ti gritamos, oh digna de todo canto: Alza la frente de los cristianos y salva nuestras
almas
».
4

Por eso, en la
parte superior
del icono se ve a
María
, con un
vestido blanco
, sentadaen un trono. Está en el centro de una aureola formada por tres círculos,
símbolo de laTrinidad. Según los apócrifos, los ángeles que llevaron a
María al cielo son Gabriel yMiguel.Sobre la aureola se ve un trozo de cielo,
cuyas puertas se abren para recibir a la Madrede Dios. La presencia de los
ángeles en la parte superior recuerda al icono de la
Ascensiónde Cristo
.
María participa en la muerte de su Hijo
Su tránsito a la vida le sobreviene, como también para Cristo, a través de
laexperiencia de la muerte. La Dormición expresa que María participa plenamente,
junto a suHijo, del misterio de la Redención:
«También a la Madre de Jesucristo, Hijo de Dios, le llegó la muerte a fin de
que gustase su cáliz».
Intercesión
María, gloriosamente asunta al cielo, se convierte para toda la Iglesia que la
celebra enAquella que intercede ante su Hijo:
«
Su sobreeminencia excede a toda mente. Tú, oh Inmaculada Madre de Dios,
que siempre vives junto a tu Rey e Hijo portador de vida, incesantemente intercede
s paraque sea preservado y salvado de todo ataque adverso tu nuevo pueblo:
nosotros
nos gozamos de tu protección, y por siglos, con todo esplendor, te proclamamosbi
enaventurada
».
En la celebración de la Dormición, María se convierte así en
prototipo
, es decir, enmodelo, de la salvación para la Iglesia y para cada uno de los
cristianos. María, la Madre deDios, junto al Verbo encarnado, junto al misterio
de la Iglesia, junto al misterio del hombre.El hombre atormentado y perdido
conducido por María al puerto que es Cristo mismo; elhombre, objeto de la
misericordia divina por medio de la Madre de Dios; el hombrealegrado por
Aquella que engendra a Aquél que es la alegría del mundo, Cristo. El hombrees
salvado por Dios gracias a la Encarnación del Verbo en el seno de María.
5

En esta Liturgia, entre el cielo y la tierra, además del hombre, creado a imagen
ysemejanza de Dios y las criaturas angélicas, se reúne toda la creación
maravillada:
«
Cuando el Maestro sepultó a su madre, se reunió todo el coro de los apóstoles, y
conellos los serafines de fuego, y los terribles querubines asociados a su trono, y
Gabriel
y Miguel con sus huestes; todos los pájaros y animales cantaron la gloria, todos lo
sárboles con sus frutos destilaron perfumes, las aguas y los peces conocieron este
día
».
La Dormición de María es pues
Buena Noticia
, anuncio de salvación para todas lasgentes:
«
Hoy Adán y Eva gozan porque su Hija habita con ellos. Hoy los justos Noé y
Abraham gozan porque su Hija los ha visitado. Hoy goza Jacob porque la Hija que
germinó de suraíz lo ha llamado a la vida. Hoy gozan Ezequiel y Isaías porque
Aquella que profetizaron les visita en el lugar de los muertos
».
«Cual fuente viva y copiosa, oh Madre de Dios, fortalece a tus cantores, que
preparan para ti una fiesta espiritual, y en el día de tu divina gloria hazlos dignos
de las coronasde gloria. El gentío de teólogos de los confines de la tierra, la
multitud de ángeles de loalto, todos se apresuraban hacia el monte Sión a la orden
del divino poder, para prestarcomo es debido, oh soberana, su servicio a tu
sepultura. Desde todas las generacioneste llamamos bienaventurada, oh Virgen Madre
de Dios, porque en ti se ha complacidoen hacer su morada Cristo nuestro Dios, al que
ninguna morada puede
hospedar. Dichosos somos también nosotros, que te tenemos cual protección: día
y noche, dehecho, tú intercedes por nosotros».
Oremos
Dios todopoderoso y eterno,que has elevado en cuerpo y alma a los cielosa la
inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo,concédenos que, tendiendo siempre
hacia los bienes celestiales,merezcamos participar con ella de la gloria del cielo.
6

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