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“Te apareces ante mí como un hombre, – dijo la Virgen incorrupta al príncipe del
ejercito celeste-¿cómo es que pronuncias palabras que sobrepasan al
hombre? Me has dicho, de hecho, que Dios estará conmigo y pondrá su morada
en mi seno:entonces, dime, ¿cómo podré convertirme en amplio espacio y lugar
de santidad para aquél que cabalga sobre los querubines? No trates de
engañarme: no he conocido placer, no conozco a varón,entonces, ¿cómo pariré a
un hijo?”…“Cuando Dios quiere, el orden de la naturaleza es superado, –
respondió el incorpóreo -, y tiene lugar lo que sobrepasa al hombre.Cree mis
veraces palabras, oh santísima y más que inmaculada.”“Y ella exclamó: Hágase
en mí, por tanto, según tu palabra, y pariré a aquél que no tiene carne,que de mí
tomará la carne para devolver al hombre, gracias a esta unión,a la dignidad
antigua: él es el único poderoso”. »
Preámbulo
El icono es muy simple y podría decirse que va a lo esencial, representa
el momento en queel Ángel Gabriel, portando en las manos un cetro real, saluda
a María llamándola “
llena de gracia
” y le anuncia la concepción en ella del Hijo de Dios. María está a la
escucha y en breve responderá al anuncio del ángel con su
Fiat
.
Explicación del icono
El arcángel Gabriel
Lleva en su
mano izquierda un cetro
símbolo de la
autoridad del mensajero
y a s u v e z del
peregrino
, aunque podemos encontrar alusiones a la vara con la que se mide la
Ciudadceleste, la Nueva Jerusalén.
Su mano derecha se extiende
para mostrar el anuncio, que pasa a la otra persona, a su vez
bendice
Trinidad
(el Hijo es el que se encarna, que ya existía desde la eternidad) y la
doble naturaleza
delque va a nacer. A la mano acompaña la
mirada
.El gesto del mensajero es de estupor ante el misterio que revela y el conocimiento
de unacriatura tan pura como es María.
La Virgen María
Se encuentra sentada, su cabeza se cubre con un manto, en el que se colocan las
tresestrellas
(nos indican que es virgen antes, durante y después del parto). María llega a ser
elnuevo templo en el cual el Verbo de Dios ha elegido establecerse. Para los
Padres de laIglesia, Ella es lo más santo que había en el antiguo templo: el
verdadero “Santo de losSantos”, “Arca de la nueva Alianza”.Su
túnica es de un azul muy intenso
, que representa su
humildad
y, de aquí, “humus”,tierra virgen, preparada desde la eternidad para recibir al
Germen. Del mismo modo queAdán fue formado de tierra virgen, sobre la
que no había llovido y que no había sido pisada(Gn 2, 5-7). Ésta es María,
Nueva Eva (Gn 2, 21-25). Su seno es fértil y puro; Ella es Virgeny Esposa. En la
lectura de vísperas de la fiesta se escoge el pasaje de Ez 44, 1-4. Resuena enel
corazón del creyente las siguientes palabras: “
este pórtico permanecerá cerrado. No seabrirá nunca y nadie entrará por él,
porque el Señor, Dios de Israel ha entrado por él. Poreso quedará cerrado
” (v. 2). María como “cuidad viviente” y “puerta espiritual”, “piedra notallada que
cae” (Dn 2, 34).María se sienta en un
trono dorado
(“celeste cátedra del Rey”) y colocado sobre una peana, pero
sus pies se apoyan
a su vez en un
pedestal
, ya que ha sido colocada sobre los ángelesy demás seres celestes (Ez 1,
10).El azul de su túnica es contrastado por el
rojo de sus sandalias
(en este icono no se ven), el
rojo del cojín y la tela dosel
. Estos tres significan la
categoría de realeza
. La púrpuraestaba relacionada directamente el emperador y la emperatriz
bizantinos. De modo queMaría no es coronada como en occidente, sino que se le
incluyen estas sandalias púrpura, y
1
La estrella de belén ilumina y guía a todos los personajes del icono, es el signo de
la intervención de Dios en la tierra. El rayo que sube de la estrella es la esencia
única de Dios. Los tres rayos que salen de ella, indican la participación de las tres
personas divinas.
El pesebre tiene forma de tumba y prefigura la muerte de Cristo que fue rechazado
por su pueblo desde su nacimiento.
Las vendas con que el niño está fajado serán abandonadas en el sepulcro, como
prueba de su resurrección.
Abajo a la izquierda está la fuente para el baño del neonato, primera acción de la
vida humana, que demuestra que el Mesías es verdaderamente el hijo del hombre
(es también signo del bautismo).
El árbol de abajo es el signo del Niño, así se cumple la profecía de Isaías “un
germen brotará del tronco de Jesé, un gérmen de sus raices y sobre él se posará
el Espíritu Santo”.
Jesús -que desde su nacimiento vivió escondido entre los hombres, como
profetizaba la tradición judía en referencia al Mesías- en el Bautismo se revela por
primera vez ante el pueblo. Al lado de Jesús está Juan, vestido de pieles, signo de
ser profeta y mártir. Él es Elías, que reconoce en Jesús al «Cordero de Dios», y lo
indica al pueblo como el verdadero Mesías.
Jesús entra en el Jordán, que recuerda la muerte y las aguas del diluvio: entrando
en el Jordán, que también es imagen de su sepultura, ya vive su pasión y su
«bautismo» en la cruz. En la tradición de la Iglesia estas aguas son llamadas
«sepulcro fluido». Al salir del agua es revestido de Espíritu Santo. San Juan
Crisóstomo comenta:
La Paloma -imagen del Espíritu Santo-, aletea sobre las aguas como el Espíritu de
Dios aleteaba sobre las aguas del caos primordial, símbolo de la muerte; es figura
también de aquella paloma que salió del arca de Noé buscando una tierra donde
descansar después del diluvio y que por fin encuentra esa nueva tierra: es Jesús,
que ha venido a hacer la voluntad de Dios.
El árbol con el hacha es imagen del ministerio profético por el cual el Bautista
anuncia la llamada a conversión, es el cumplimiento de la palabra evangélica: «Ya
está el hacha puesta a la raíz del árbol, y todo árbol que no dé buen fruto será
cortado y arrojado al fuego» (Mt 3,10).
Los Ángeles son como diáconos en el servicio litúrgico del Bautismo, preparados
para secar y revestir al bautizado. Por eso tienen en sus manos el vestido de
Cristo. Como Juan Bautista, se inclinan sobre Jesucristo en señal de sumisión y
adoración.
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Cristo aparece en el esplendor de su gloria divina, simbolizada por el candor de
sus vestidos. Jesús muestra en sí la naturaleza humana revestida de la belleza
original.
Elías y Moisés, con las tablas de la Ley en las manos, respectivamente a la
derecha y a la izquierda de Cristo, son los profetas que anuncian la venida del
Mesías. Cristo, en el centro de los círculos concéntricos que representan las
esferas del universo creado, habla con ellos de su pasión gloriosa.
El icono representa el momento en que Dios hace escuchar su voz desde la nube.
La voz del Padre revela la verdad divina y turba a los apóstoles todavía
completamente humanos. Hay un contraste entre la paz que circunda a Cristo,
Moisés y Elías y el movimiento de los apóstoles en la parte inferior, que caen de la
escarpada cima del monte. Pedro, a la derecha, está arrodillado; Juan, al centro,
cae dándole la espalda a la luz; Santiago, a la izquierda, huye y cae hacia atrás.
Con su mano bendice del modo tradicional, indicando que Él es uno de la Trinidad,
y que en el misterio de su persona está la revelación de Dios y la vocación del
hombre. Sube cumpliendo la voluntad del Padre, con el impulso del Amor del
Espíritu Santo. Toda imagen de Cristo es trinitaria. En la otra mano porta el rollo
de las Escrituras, haciendo alusión a que Él es el Verbo, y de Él hablaron los
profetas (según la tradición bizantina). De acuerdo a otra tradición, tiene entre las
manos el rollo de nuestras deudas “el documento escrito de nuestra deuda, cuyas
condiciones nos eran desfavorables”.
Nos muestra sus pies porque podemos escuchar: “Qué hermosos son sobre los
montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que
anuncia la salvación, que dice a Sión: Ya reina tu Dios!” (Is 52, 7).
Este icono se suele poner siempre en una posición central, para manifestar que la
historia está orientada hacia su punto conclusivo: el encuentro con Cristo que
viene. Nuestro mundo tiende hacia un fin, no de derrota y vacío, sino de plenitud
de vida en Dios.
En la página de la derecha del Libro de la Vida se lee: “Vengo pronto” (Ap 22, 20).
Son palabras de exhortación, una invitación a la perseverancia para mantener
segura nuestra fe.
Los cuatro ángulos rojos laterales son imagen de los evangelistas que anuncian y
preparan la segunda venida de Cristo al mundo.
ULTIMA CENA Corona Mistérica. a6) Vida terrestre: Última Cena. Kiko
Argüello
El amor toma sobre sí el pecado del mundo para perdonar a los pecadores. La
cruz es el árbol de la vida plantado en el Calvario. El Pie de la cruz está sobre una
cueva negra donde reposa la cabeza de Adán; en él toda la humanidad es bana ̃ da
por la sangre de Cristo.
En él se cumple la palabra del Evangelio: "Las zorras tienen guaridas, y las aves
del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza." (Mt
8,20). Él reclinará su cabeza en la cruz, en la voluntad de Dios así como los
cristianos.
Los brazos están extendidos en signo de entrega total. La Virgen siempre a su
derecha, está en actitud de rebicimiento mientras Cristo le dice refieriéndose a
Juan: "Mujer ahí tienes a tu hijo". Con Juan somos acogidos todos nosotros. La
figura a la izquierda de la cruz es S. Juan.
S TRINIDAD
A lo largo de los siglos los teólogos han intentado comprender el misterio de
laTrinidad, los santos lo han vivido, los místicos lo han gustado, pero fue Andrei
Rublevel que tuvo la dicha de mostrarlo para introducir en él al pueblo cristiano. Su
icono dela Trinidad, obra maestra del arte pictórico, es también un compendio de
TeologíaTrinitaria que se ofrece a la mirada de la fe. Data del aÑo 1411
aproXimadamente Y se encuentra actualmente en la Galería TetriaCLov de 'MoscU(. )l
icono representa, en una primera visión, la visita de los tres Angeles a
Abraham Junto al encinar de Mambré Génesis18, 1-15. A través de esa escena
del AntiguoTestamento se abre todo un campo de simbología teológica que nos
conduce hasta Dios Padre,HIJO )spíritu Santo. )En primer lugar podemos ver la
escena en general, tenemos tres personaJes sentados en torno a una mesa con
una copa en medio. )El personaJe central resalta, aparte de por suposición, por el
intenso roJo de su tUnica que contrasta fuertemente con el aZuldel manto. Tiene
de un largo camino, por eso el cuello de su tUnica estA ligeramente descolocado,
una estola dorada cae sobre su hombro derecho. )EstA mirando hacia suderecha,
al segundo Angel, vestido con una t(nica a3ul casi totalmente cubierta por
unmanto semitransparente. )EstA como recibiendo al recién llegado, su postura
es de reposo. A la derecha tenemos una tercera figura, cortada por el bastón
que sostiene con la mano iZquierda. La mano derecha casi parece apoYarse en la
mesa para levantarse. La tUnica es aZul, como en el caso del personaJe de
la iZquierda, pero el
DESCENSO I
Preámbulo
632. Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús
“resucitó de entre los muertos” (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen
que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los
muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al
descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los
hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido
como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí
detenidos (cf. 1 P 3,18-19).
633. La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1,
18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto,
porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6,
6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los
muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere
decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre
Lázaro recibido en el “seno de Abraham” (cf. Lc 16, 22-26). “Son precisamente
estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las
que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos” (Catecismo Romano, 1, 6,
3). Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados (cf. Concilio de
Roma, año 745: DS, 587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf.
Benedicto XII, Libelo Cum dudum: DS, 1011; Clemente VI, c. Super
quibusdam: ibíd., 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido (cf.
Concilio de Toledo IV, año 625: DS, 485; cf. también Mt 27, 52-53).
Cristo y Adán
Cristo aparece rodeado por una mandorla (círculo) y lleva nimbo (aureola). Es el
Dueño de la Vida y el Cosmos. Su cuerpo resucitado, vencedor del abismo de la
muerte, está animado por el Dios-Trinidad, principalmente el Espíritu Santo, de ahí
ese resplandor de energías divinas (rayos de oro) y ese dinamismo expresado en
su avanzar hacia Adán. Su ser entero “todo luz” anuncia la aurora del nuevo día
que nunca tendrá ocaso. Es el día de la Resurrección, el Domingo sin fin donde
la creación es recreada para siempre.
Las ropas ondean a sus espaldas, dando la sensación del movimiento, del
descenso. Pero también los espacios claros de la vestidura de Cristo ascienden a
lo alto, en un torrente impetuoso, como lenguas del fuego.
Las figuras de Cristo, Adán y Eva forman un triángulo. El manto rojo de Eva y
el aleteo de la tela (el borde del manto) en los hombros de Cristo están
equilibrados por los vestidos rojos de los dos justos que aparecen a la izquierda.
Casi físicamente se percibe la fuerza, emanada del Rey de la Gloria, que rodea
todo.
Cristo ya está iluminando los infiernos y la muerte con su Presencia. Todo el color
de fondo dorado del icono, el pan de oro, lo llena todo de esa luz increada.
«Quien condona las deudas a todos los hombres, queriendo perdonar antiguas
ofensas, espontáneamente vino a los desertores de su gracia y rasgado el
quirógrafo del pecado… guía a todos hacia el conocimiento divino, iluminando de
esplendor las mentes.» (Himno Akatistos).
Cristo, podríamos decir, camina sobre el abismo con la libertad y el poder del
Vencedor, casi parece flotar sobre las fauces de la ballena de Jonás, sugerida por
la cueva sobre la que Jesús pasea. Su cuerpo espiritual, transfigurado por la
resurrección, escapa a las leyes del mundo, a la gravedad marcada de
corruptibilidad y muerte.
Toma de la mano a Adán a quien vigorosamente arranca de las tinieblas de
la muerte. Este cara a cara del primero y del nuevo Adán adquiere una
significación particular. Lo que esta segunda creación ha conseguido es muy
superior a la primera. La Vida dada por el Segundo Adán nunca perecerá.
«Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo,
y a Eva, que está cautiva con él.
El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma
victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho
de estupor, exclama, dirigiéndose a todos: “Mi Señor está con todos vosotros.” Y
responde Cristo a Adán: “Y con tu espíritu.” Y tomándolo de la mano, lo levanta,
diciéndole: “Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te
iluminará Cristo”».
Adán agotado por el despertar del sueño de la muerte (del pecado), contempla a
su Liberador con mirada gozosa, llena de fatiga y suplicándole con la otra
mano la ayuda necesaria para levantarse de la situación caída y desgraciada del
pecado y la muerte.
Adán tiende su mano libre en un gesto que expresa acogida y plegaria, atraído
hacia su Dios igual que la flor es atraída por el sol.
Como dice la hermosa homilía que leemos en el Oficio de lectura del Sábado
Santo:
«Por ti, yo, tu Dios, me he hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma
apariencia de esclavo; por ti, yo que estoy por encima de los cielos, vine a la tierra,
y aun bajo tierra; por ti, hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado
entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco, fui entregado
a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto.
Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a
imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una
sola cosa».
El Infierno o Hades
El infierno se abre en forma de cueva negra y oscura como la cueva del icono de
Navidad, como las aguas del Jordán en el icono del Bautismo, sepulcro liquido y
en la cueva oscura bajo la cruz en el icono de la Crucifixión.
«¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran
silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la
tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha
dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho
hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.»
“Hoy, el Salvador marchó en todos los rincones del Hades; hoy quebrantó las
puertas de bronce y rompió sus cerrojos de hierro (Isaías 45, 2). ¡Qué exactitud de
descripción! No dijo ‘había abierto las puertas’, sino las quebrantó, para afirmar
que ha dejado a sus puertas inutilizables nuevamente; y no dijo ‘retiró los cerrojos’,
sino los quebrantó, para afirmar que la vigilancia del lugar ya es imposible. ¿Es
posible pues, aprehender a alguien en una cárcel sin puertas, o detrás de
unas puertas sin cerrojos? Mas, si Cristo ha sido Él que las destruyó, ¿quién,
pues, podrá repararlas? El objetivo aquí es poner límite a la muerte. Las puertas
de bronce son una imagen de la dureza de la muerte y su crueldad. Mas ahora
que había brillado la luz en el Hades, el Hades se ha devenido en cielo”.
En Oriente, los textos litúrgicos del Sábado Santo hacen hablar a los infiernos
mismos:
«Hoy el Hades gimiendo grita: ¡Mejor hubiera sido para mí no haber acogido al
Hijo de María! Porque, viniendo contra mí, ha destruido mi poder, ha destruido las
puertas de bronce y ha resucitado, porque es Dios, las almas que primeramente
poseía. Ha sido destruido mi poder, he acogido a un mortal como un muerto
cualquiera, pero no consigo retenerlo de ninguna manera, más bien por él seré
privado de tantos sobre los cuales antes reinaba: ¡por siglos poseía a los muertos,
pero, he aquí que Éste los resucita a todos! Gloria, Señor, a tu Cruz y a tu
Resurrección. ¡Ha sido engullido mi poder, el Pastor ha sido crucificado y ha
resucitado a Adán! He sido privado de aquellos sobre los cuales reinaba y
aquellos que con mi fuerza había engullido los he vomitado a todos. ¡El
Crucificado ha vaciado las tumbas! Ya no tiene vigor el poder de la muerte».
Podemos notar que se da poco realce al espacio del infierno, como expresando
que no merece más atención: ya ha sido pisoteado y destruido; se representa, por
tanto, con negligencia, como “una cosa más”.
Y, sobre todo ello, Cristo domina incontestable. Con su descenso a los infiernos
concluye su misión salvadora. Con su pasión voluntariamente aceptada y con su
dolorosa muerte en la cruz, el Hijo de Dios ha redimido el pecado original de los
antepasados y lo ha quitado a sus descendientes. Él ha sacado a los hombres del
infierno.
Los Justos
En los vestidos de los personajes, dominan los colores rojos y verdes, señal de
la humanidad y de la esperanza y la vida, respectivamente.
También suelen aparecer otros salvados por Cristo: profetas, patriarcas, Abel, y
desde fechas avanzadas del siglo XI, San Juan Bautista. Estos dos últimos
inciden en el carácter redentor del sacrificio al prefigurar y anunciar la
pasión.
Alegría Pascual
El canon del Matutino pascual, de Juan Damasceno, subraya por medio del
contraste la oscuridad que reinaba en el Hades y la luz que brota de la tumba
vacía de Cristo. De hecho, la Liturgia Bizantina desde el Viernes Santo en
adelante coloca la tumba vacía en el centro de la iglesia, bella, adornada con
flores, de la cual brota un oloroso perfume que se convierte en fuente de vida. El
texto del Damasceno nos invita a contemplar, a mirar, a gozar y a involucrarnos en
el misterio de la Pascua del Señor:
Más adelante serán las mujeres que llevan el ungüento (myron) al sepulcro las
que se conviertan en protagonistas:
«Mujeres de sabiduría divina corrían tras de ti portando aromas; pero al que con
lágrimas buscaban como a un mortal, lo adoraron llenas de gozo como Dios
viviente y anunciaron, oh Cristo, a tus discípulos, la mística Pascua».
La liturgia bizantina inserta algunos troparios de Román el Cantor donde, una vez
más, encontramos relacionadas la Navidad y la Pascua:
«Al Sol anterior al sol, ya atardecido en la tumba, corrieron las miróforas al alba,
como buscando el día. Y una exclamaba a las otras: Oh amigas, arriba, unjamos
con aromas el cuerpo vivificante y sepultado, la carne que resucita al caído Adán
que yace sepulcro. Solícitas andemos como los magos, adoremos y ofrezcamos
los aromas como dones a Aquél que no en pañales sino en una síndone está
envuelto. Lloremos y gritemos: ¡Levántate, Soberano! Tú que a los caídos ofreces
la Resurrección».
Conclusión
Hoy Cristo muerto y resucitado desciende a lo más profundo de nuestro ser y nos
arranca de las tinieblas, pues fuimos sepultados con él por el bautismo a fin de
resucitar con él de entre los muertos (Col. 2, 12) y vivir una vida nueva. En efecto,
la Vida requiere la muerte del hombre viejo, el abandono y la superación del mal
original que la corroe. Consecuencias tangibles de esta huella tenebrosa son
nuestras angustias, limitaciones, fracasos, la opacidad hacia el otro
(egocentrismo) y hacia la belleza de la creación.
¡Que Dios nos conceda la gracia de dejarnos envolver por esa dinámica pascual
que conduce a la vida verdadera!
Oremos
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Está alboreando. Las mujeres van al sepulcro. Tienen en las manos óleos
aromáticos y mirra para embalsamar el cuerpo de Jesús. Sus vestidos tienen
colores crepusculares: las sombras de la noche están cediendo a la aurora. En el
lado opuesto, un Ángel con vestiduras doradas; en él se trasluce la luz del día sin
ocaso que Cristo ha inaugurado. El mensajero celestial está sentado sobre la
piedra que cerraba el sepulcro y que ha sido retirada.
La Virgen, imagen de la Iglesia, está representada entre dos Ángeles por debajo
de Cristo que es su cabeza. El extremo de los brazos alzados de los Ángeles y los
pies de la Virgen forman los tres puntos de un triángulo, sim
́ bolo de la Santiś ima
Trinidad, de la cual la Iglesia es la impronta.
DORMICION
Los apócrifos narran que por una orden divina los apóstoles, dispersos
por todos loslugares de la tierra para evangelizar, fueron transportados sobre las
nubes por los ángeles aJerusalén, hasta la casa de María para servirla, recibir su
bendición y ser testigos de sugloria.
«Con himnos teológicos los apóstoles celebraban el divino y extraordinario
misterio dela economía del Cristo Dios; y prestando los últimos cuidados a tu
cuerpo, origen devida y morada de Dios, se regocijaban, oh digna de todo canto».
Según los apócrifos, Santo Tomás llegó a Jerusalén cuando la Virgen había sido
yasepultada sobre el Monte de los Olivos. Habiendo corrido hasta allí, la vio
mientras subía alcielo. María le dio el ceñidor que llevaba puesto para la sepultura.
Tomás lo besó y lomostró a los otros apóstoles. Así cuando en el sepulcro no
encontraron ya el cuerpo deMaría, el ceñidor fue la prueba de su Asunción, por
este motivo, en el icono, a la derecha,
en el lugar de Santo Tomás ausente, está representado San Pablo
.Junto al lecho está representado el
cirio pascual
usado durante la liturgia de losdifuntos. Según la tradición apócrifa, la Virgen
lo encendió cuando el ángel le anunció lainminencia de su muerte.
El cielo
Casi como el jardín de la tumba vacía de Cristo, también la tumba de María
seconvierte en un nuevo paraíso:
«¡Oh, las maravillas de la siempre Virgen y Madre de Dios! Ha hecho un paraíso
de latumba que ha habitado, y nosotros hoy rodeándola le cantamos gozosos».
La Liturgia representada en el icono
nos traslada al cielo
– es casi el movimiento queencontramos en la Anáfora Eucarística –. El tránsito
de la Madre de Dios se convierte así en
una liturgia que reúne el cielo y la tierra
y todas las criaturas angélicas son involucradasen la alabanza y en la
confesión del misterio de la Redención de Cristo:
«
Desde lo alto las santísimas y nobilísimas huestes angélicas miraban con estupor
el prodigio y, con la cabeza inclinada, las unas a las otras se gritaban : Alzad los
dinteles, y acoged a Aquella que ha dado a luz al Creador
del cielo y de la tierra; celebremoscon himnos de gloria el cuerpo santo y
venerable que ha hospedado al Señor que anosotros no se nos ha dado a
contemplar. Y nosotros, festejando tu memoria, a
ti gritamos, oh digna de todo canto: Alza la frente de los cristianos y salva nuestras
almas
».
4
Por eso, en la
parte superior
del icono se ve a
María
, con un
vestido blanco
, sentadaen un trono. Está en el centro de una aureola formada por tres círculos,
símbolo de laTrinidad. Según los apócrifos, los ángeles que llevaron a
María al cielo son Gabriel yMiguel.Sobre la aureola se ve un trozo de cielo,
cuyas puertas se abren para recibir a la Madrede Dios. La presencia de los
ángeles en la parte superior recuerda al icono de la
Ascensiónde Cristo
.
María participa en la muerte de su Hijo
Su tránsito a la vida le sobreviene, como también para Cristo, a través de
laexperiencia de la muerte. La Dormición expresa que María participa plenamente,
junto a suHijo, del misterio de la Redención:
«También a la Madre de Jesucristo, Hijo de Dios, le llegó la muerte a fin de
que gustase su cáliz».
Intercesión
María, gloriosamente asunta al cielo, se convierte para toda la Iglesia que la
celebra enAquella que intercede ante su Hijo:
«
Su sobreeminencia excede a toda mente. Tú, oh Inmaculada Madre de Dios,
que siempre vives junto a tu Rey e Hijo portador de vida, incesantemente intercede
s paraque sea preservado y salvado de todo ataque adverso tu nuevo pueblo:
nosotros
nos gozamos de tu protección, y por siglos, con todo esplendor, te proclamamosbi
enaventurada
».
En la celebración de la Dormición, María se convierte así en
prototipo
, es decir, enmodelo, de la salvación para la Iglesia y para cada uno de los
cristianos. María, la Madre deDios, junto al Verbo encarnado, junto al misterio
de la Iglesia, junto al misterio del hombre.El hombre atormentado y perdido
conducido por María al puerto que es Cristo mismo; elhombre, objeto de la
misericordia divina por medio de la Madre de Dios; el hombrealegrado por
Aquella que engendra a Aquél que es la alegría del mundo, Cristo. El hombrees
salvado por Dios gracias a la Encarnación del Verbo en el seno de María.
5
En esta Liturgia, entre el cielo y la tierra, además del hombre, creado a imagen
ysemejanza de Dios y las criaturas angélicas, se reúne toda la creación
maravillada:
«
Cuando el Maestro sepultó a su madre, se reunió todo el coro de los apóstoles, y
conellos los serafines de fuego, y los terribles querubines asociados a su trono, y
Gabriel
y Miguel con sus huestes; todos los pájaros y animales cantaron la gloria, todos lo
sárboles con sus frutos destilaron perfumes, las aguas y los peces conocieron este
día
».
La Dormición de María es pues
Buena Noticia
, anuncio de salvación para todas lasgentes:
«
Hoy Adán y Eva gozan porque su Hija habita con ellos. Hoy los justos Noé y
Abraham gozan porque su Hija los ha visitado. Hoy goza Jacob porque la Hija que
germinó de suraíz lo ha llamado a la vida. Hoy gozan Ezequiel y Isaías porque
Aquella que profetizaron les visita en el lugar de los muertos
».
«Cual fuente viva y copiosa, oh Madre de Dios, fortalece a tus cantores, que
preparan para ti una fiesta espiritual, y en el día de tu divina gloria hazlos dignos
de las coronasde gloria. El gentío de teólogos de los confines de la tierra, la
multitud de ángeles de loalto, todos se apresuraban hacia el monte Sión a la orden
del divino poder, para prestarcomo es debido, oh soberana, su servicio a tu
sepultura. Desde todas las generacioneste llamamos bienaventurada, oh Virgen Madre
de Dios, porque en ti se ha complacidoen hacer su morada Cristo nuestro Dios, al que
ninguna morada puede
hospedar. Dichosos somos también nosotros, que te tenemos cual protección: día
y noche, dehecho, tú intercedes por nosotros».
Oremos
Dios todopoderoso y eterno,que has elevado en cuerpo y alma a los cielosa la
inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo,concédenos que, tendiendo siempre
hacia los bienes celestiales,merezcamos participar con ella de la gloria del cielo.
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